El Testimonio personal de Luis Alberto Sánchez

Abstract

Las palabras que Luis Alberto Sánchez elige para comenzar Balance y Liquidación del Novecientos, uno de sus libros más reconocidos, son una muestra de un ímpetu autobiográfico que se detecta en numerosos recovecos de su vastísima obra escrita. Como sucede con frecuencia en la escritura memorialística, en el caso de Sánchez la que da cuerpo a su autobiografía oficial se vio anunciada o ratificada en numerosos textos suyos anteriores y posteriores. Se observa, por ejemplo, en el inicio de su Valdelomar o la “Belle Epoque”. Se encuentra también, y más ostensiblemente, en libros en los que registra escenas de su primera estancia en los Estados Unidos, en 1941-1942, o en los que recoge, ya en los años ´70, remembranzas de su destierro en Chile cuando las presidencias de Benavides y Prado en el Perú de cuarenta años antes. Se constata, igualmente, en la prolongadísima serie de postales y vivencias que llamó “Cuaderno de Bitácora”, y que publicó semanalmente durante décadas en el diario El Tiempo de Bogotá y otros varios órganos de prensa del continente.

Las memorias de Sánchez, publicadas entre 1969 y 1987 en volúmenes sucesivos bajo el título de Testimonio Personal, parecen ser en consecuencia la decantación inevitable de una tendencia que lo habitaba desde temprano. Un sesgo que surge, ante todo, de su notable vocación por la escritura. Nacido en Lima el 12 de octubre de 1900 y fallecido en la misma ciudad 94 años más tarde, Sánchez fue autor de más de cien libros y de una cantidad indescifrable de artículos dispersos en periódicos y revistas de toda América Latina y aún más allá. Su correspondencia también es singularmente copiosa. El gran historiador peruano Alberto Flores Galindo advertía irónicamente en esa febril pulsión de Sánchez “una especie de pavor a la página en blanco”. También Carlos Real de Azúa observó la proverbial velocidad de su pluma, que según dejaba entrever iba en desmedro de la calidad y el rigor de sus textos. Para Gabriel del Mazo, por décadas amigo y corresponsal de Sánchez, “no se concibe cuándo ni cómo, en medio de cien tareas, pudo investigar, meditar, escribir tanto”. E incluso, en cartas privadas, el propio líder del APRA Víctor Raúl Haya de la Torre —a la sazón, su jefe político y amigo durante décadas— podía igualmente aludir con cierta malicia a la fama de su escritura arborescente. Y aunque llamativamente en sus memorias las referencias a las circunstancias de elaboración de cada uno de sus libros son escasas, Sánchez sí permite derivar su alta tasa de productividad de una disposición infatigable al trabajo.

 

https://doi.org/10.47195/17.47
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