Abstract
Hace ya algunos años, en una encuesta llevada a cabo por Po-
líticas de la Memoria y publicada en su entrega n° 13, Beatriz
Sarlo decía algo así como que el rasgo distintivo de la cultura de
izquierdas era el pensamiento crítico. Siguiendo a Sarlo, una in-
tervención historiográfica desde la cultura de izquierdas no puede
menos que implicar un análisis crítico tanto del pasado en gene-
ral como del de las propias izquierdas en particular. Y esto último
suele no ser tarea sencilla.
En el caso de la historia reciente, el ejercicio del pensamiento
crítico pareciera muchas veces transitar sobre un territorio mina-
do de irascibilidades reactivas en el que cualquier aproximación
ajena al recorrido sacro de la reivindicación y el homenaje corre
el riesgo de ser estigmatizado, bastardeado y condenado por un
tribunal laxo pero no invisible que determina, sin leyes escritas,
qué puede ser dicho y qué no.