A propósito de Mariano Zarowsky, Allende en la Argentina. Intelectuales, prensa y edición entre lo local y lo global (1970-1976), Buenos Aires, Tren en Movimiento, 2023, 200 pp.
PDF

Palabras clave

Reseñas críticas
Salvador Allende
Chile

Resumen

Desde hace algunos años la historiografía latinoamericana ha enfrentado el desafío de sobrepasar los límites nacionales en sus búsquedas por complejizar las explicaciones sobre los procesos que han afectado al continente. El presente libro integra una parte destacada de estos esfuerzos, situándose en lo que se ha definido como un “acontecimiento global”, el gobierno de Salvador Allende y el golpe cívico-militar que significó el fin de su intento por llevar a Chile hacia el socialismo. 

Hay dos palabras que podrían definir el trabajo realizado por Mariano Zarowsky: convergencias y controversias. Por un lado, su texto nos conduce por una serie de intersecciones de diferente orden, sociales, políticas, académicas, donde la figura del presidente chileno actúa como eje articulador. Y, por otra parte, el historiador argentino nos muestra cómo las representaciones (en plural) del proceso chileno se transformaron en una arena controversial que dinamizó los debates al interior no sólo de la izquierda argentina, sino de la mayoría de los intelectuales del país. En este sentido, la capacidad de producción y circulación cultural de aquel momento en Argentina actuó como una caja de resonancia para los procesos chilenos. 

De ese modo, en las páginas del libro se entrecruzan procesos locales, nacionales y globales, para dotar de contenido a los diferentes “usos” que tuvo el gobierno de Salvador Allende. La delimitación elegida por Zarowsky, concentrarse en determinados actores de la prensa y la edición en la Argentina de los años 70s, permite al lector percibir los matices sin entrar necesariamente en detalles intrincados. En este sentido, el corte analítico presenta lo que cualquier delimitación implica, cierta contención de los procesos que los hacen inteligibles, y al mismo tiempo, la posibilidad de que el recorte deje afuera partes más específicas del debate. Sin embargo, desde mi perspectiva el libro logra un equilibrio en esta problemática, entregándonos un análisis profundo, además, dotándonos de herramientas para observar actores que no fueron considerados en esta ocasión. 

A través de sus siete capítulos, el autor nos conduce por algunos de los principales medios impresos del periodo. Comenzando con las revistas semanales de actualidad, hasta llegar a aquellas enfocadas en problemas culturales y políticos, como Los libros, Comunicación y cultura o Pasado y presente (que extrañamente no dedicó mayor reflexión al proceso chileno), pasando de manera detallada por el periódico La opinión. En este último caso, dos sendos capítulos cubren el periodo 1970 a 1976, marcado por la asunción de Héctor Cámpora en mayo de 1973. Mientras este asumía, sus partidarios gritaban “Allende y Perón, un solo corazón”. Pero casi de manera paralela el propio periódico, fundado por Jacobo Timerman, atravesaba por un conflicto laboral, que según Zarowsky puede también reflejarnos cómo las lecturas del proceso chileno impactaban incluso en las dinámicas cotidianas de la prensa argentina. La crisis fue entendida por Timerman como un paso de los trabajadores para presionar por la expropiación del diario, la estatización que se impulsaba al otro lado de la cordillera podía también influir en el gobierno que recién comenzaba. 

Desde otro punto de vista, la presencia internacional de Allende y los “usos” que se dieron al proceso chileno, han sido parte del debate en las izquierdas desde que éste ganara la presidencia el 4 de septiembre de 1970. Por lo que ofrecer una mirada novedosa a este problema, representa un logro destacable. Sin caer en los lugares comunes, asociados regularmente a la querella entre vía pacífica y armada al socialismo, Zarowsky logra posicionar los meandros del debate en una amplitud de temáticas vinculadas a la coyuntura argentina, chilena e internacional. Así, cobran relevancia las relaciones entre Allende y Lanusse, los sucesos de Trelew, la proliferación de revistas culturales, las propias prácticas periodísticas, el desarrollo de las ciencias sociales, entre otras variables. Todos estos elementos por supuesto se leen como parte de una historia compartida entre Chile y Argentina, algo que por lo general los historiadores a ambos lados de la cordillera suele evadir. 

Si nos detenemos un poco en las prácticas periodísticas, el libro puede resultar paradigmático. Las mediaciones o modulaciones que los sujetos implicados desplegaron a través de sus textos son manejadas con minuciosidad por el autor. La estrecha vinculación entre participación política y el nuevo quehacer periodístico se transforma en uno de los puntos de acceso clave para analizar los usos de Allende. La relación entre literatura y periodismo, el quehacer de algunos de los principales periodistas locales, sus luchas por granjearse la primicia, los manejos de los diferentes formatos narrativos, son un trasfondo que le da continuidad al relato, pero también nos muestra las dificultades de la profesión en el contexto de la década de 1970. Por supuesto, en esta mirada, un espacio relevante lo ocupan las búsquedas por llevar la reflexión sobre las comunicaciones un poco más allá de las preocupaciones coyunturales. Esta labor, estrechamente vinculada a los procesos políticos, no sólo permeó la labor de los periodistas, sino que impulsó que el lenguaje, los libros y la cultura, se transformaran en un escenario controversial. 

Esta cercanía entre ciencias sociales, intelectuales y proyectos políticos ha sido un tema que en los últimos años ha ganado espacio en la historiografía (ver por ejemplo el dossier sobre Brasil en la Guerra Fría que ofrece Políticas de la Memoria en su número 23). En este sentido, Allende en la Argentina, entrega algunas claves particulares. Para el autor, es relevante descentrar la mirada y considerar los procesos que se desarrollan en las periferias respecto a la creación y circulación de conocimientos específicos. De igual modo, propone detenerse en los medios materiales que potenciaron la convergencia entre diversos saberes. En este punto, el libro y las prácticas editoriales se transforman en los mecanismos específicos que permitieron, volviendo a la idea inicial de esta reseña, tanto las convergencias como las disputas entre los diferentes actores. El boom del libro sobre Chile, que se dio en estos años, obedeció en buena medida a esta capacidad de movilizar los debates, representar diversas posturas y sobre todo transformarse en una herramienta vital para pensar el propio entorno, anudando en sus páginas perspectivas teóricas, propuestas culturales y proyectos políticos. 

Ahora bien, uno de los campos abiertos por Zarowsky al referirse a la recepción de Allende en la Argentina se relaciona con las disputas que se dieron a nivel organizativo en el amplio abanico que adscribía o militaba en las izquierdas. Si bien, a lo largo de las páginas del libro queda claro que en cierta medida el proceso chileno puede ser considerado un asunto de política interior, queda aún pendiente un enfoque que combine el acercamiento a los intelectuales con una mirada a los actores políticos en un sentido más amplio. Esto podría incluir entidades partidistas, pero también el cúmulo de organizaciones e individuos que le dieron densidad a las relaciones entre ambos países. Los flujos intelectuales y culturales se nutrieron de las conexiones específicas que impulsó la diplomacia, de la presencia de emigrados o estudiantes chilenos en sus calles y universidades, de las crónicas de viajeros que circularon en ambas direcciones. Estas experiencias individuales y colectivas formaron parte, incluyendo la estadía del fundador del comunismo chileno Luis Emilio Recabarren en Buenos Aires en 1916-1918, de itinerarios de larga duración compartidos por las izquierdas de ambos países que es necesario poner en primer plano. A contraflujo, la idea de bombardear La Moneda fue enunciada tempranamente por uno de los fundadores de la fuerza aérea chilena en su exilio en la capital argentina a principios de la década de 1930. Así, las historias de esos sujetos, de esos intercambios y de esas trashumancias, podrían complementar el objetivo final del libro, o sea, la exploración de las relaciones entre cultura y política. 

Por supuesto, la línea de análisis propuesta por Zarowsky plantea un importante desafío a futuro: avanzar hacia un nivel más amplio de investigación que sea capaz de rastrear algunos procesos editoriales o intelectuales que funcionaban de manera subcontinental y que impactaron en la recepción de las propuestas allendistas. Por ejemplo, la participación de organismos como Siglo XXI o el Fondo de Cultura Económica, articulaban un quehacer en distintos países del continente, movilizando conocimientos y prácticas políticas. También encontramos instituciones educativas y académicas cuyo campo de acción podía fácilmente desarrollarse entre Chile, Perú, México, Cuba y la misma Argentina, como sucedía con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). El presente libro precisamente abre una fructífera veta en dicha dirección, aprovecharla, por supuesto, depende no sólo de los intereses personales de los historiadores, sino de las condiciones concretas y precariedades en las que se desarrolla nuestra disciplina. 

PDF

Descargas

La descarga de datos todavía no está disponible.