“Vamos a quitarle el frac al libro, vamos a ponerlo en mangas de camisa”

Resumen

El 16 de Julio de 1963, y precedidos por una masiva campaña publicitaria, salieron a la venta en Lima los cinco primeros títulos de la colección “Populibros Peruanos”.[1] Hacia mediados de 1965, dos años después, se había publicado un total de 64 títulos y se había vendido aproximadamente un millón de ejemplares. Entre los autores incluidos en la colección figuran algunos clásicos de la literatura universal (William Shakespeare, Edgar Allan Poe, Jean Paul Sartre, Ernest Hemingway, Gustave Flaubert, Anton Chejov), autores peruanos y latinoamericanos ya consagrados (Miguel Ángel Asturias, Ciro Alegría, Alejo Carpentier, José María Arguedas, Sebastián Salazar Bondy.) y jóvenes autores peruanos que luego tendrían destacadas trayectorias literarias (Mario Vargas Llosa, Luis Loayza, Enrique Congrains y otros). El creador de la que ha sido considerada una de las más importantes iniciativas editoriales en la historia peruana fue Manuel Scorza, poeta, novelista y empresario que había liderado, entre 1956 y 1960, los “Festivales del libro”, un esfuerzo multinacional para publicar libros a precios muy bajos y ponerlos en manos de cientos de miles de lectores. El proyecto “Populibros” fue un continuador directo de los “Festivales”, aunque restringido solo al Perú. En años recientes, “Populibros” se ha instalado en el imaginario colectivo como una referencia importante en la historia de la industria editorial peruana. En 2014 se hizo una exhibición en la Casa de la Literatura Peruana con ocasión del cincuentenario de la colección, en 2016 se incluyó la experiencia de “Populibros” dentro de la muestra “La página blanca entre el signo y el latido. La edición del libro literario (1920-1970)” en el mismo recinto, y un grupo de aficionados y admiradores de “Populibros” ha creado una cuenta en Facebook con fotos y comentarios sobre la colección.[2] Todos los biógrafos y estudiosos de Scorza resaltan, al lado de su obra como poeta y novelista, sus esfuerzos por llevar los libros a las masas a través de los “Festivales del Libro” y “Populibros”.

Sin negar sus méritos me propongo en este artículo realizar un acercamiento más crítico al proyecto de “Populibros”. Durante mucho tiempo se ha celebrado, con comprensible entusiasmo, el empeño de Scorza por abaratar los libros y permitir que personas de escasos recursos (estudiantes, obreros, campesinos) tuvieran acceso a obras de indudable valor literario e histórico. Al mismo tiempo, algunos detractores de Scorza se han concentrado en las supuestas acciones inescrupulosas del editor. Aunque ambas aproximaciones son legítimas y contienen mucho de verdad, hay otros aspectos del proyecto “Populibros” que no han sido estudiados sistemáticamente y que pueden arrojar luces sobre una iniciativa que no siempre cumplía con los estándares mínimos de calidad y rigor editorial. Aunque Scorza se esforzaba por presentar su proyecto como una suerte de apostolado o cruzada que buscaba acercar la literatura a las clases menos favorecidas de la sociedad, su empeño por abaratar costos y vender tantos libros como fuera posible para masificar la cultura lo llevó a incurrir en una serie de descuidos editoriales que revelan, paradójicamente, un cierto desdén por la cultura y por los supuestos beneficiarios del proyecto.

El caso de “Populibros”, por otro lado, nos permite también poner sobre el tapete el siempre complicado tema de la relación entre la cultura letrada y la cultura de masas. Un proyecto que buscaba llevar los libros a los obreros y campesinos no dejaba de colocarse en una tradición letrada y occidental que no cuestionaba lo que ella representaba en un país con una mayoría indígena, quechuahablante y sin acceso a una educación formal que le permitiera también aproximarse a esas expresiones culturales consideradas “universales” e “imprescindibles”. Detrás del proyecto “Populibros” existía una concepcion de la cultura que ponía al libro como referente central y, al hacerlo, reflejaba y reproducía, quizás sin quererlo, una visión jerárquica y hasta paternalista de las manifestaciones culturales.

 

https://doi.org/10.47195/17.67
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