Núm. 20 (2020): Políticas de la Memoria

El siguiente dossier reúne una serie de trabajos que debaten acerca de la extensión, pertinencia y actualidad del campo de estudios de la sociología de la literatura. Consecuentemente, piensa las fronteras y comunicaciones de este espacio disciplinar con la sociología y con la crítica literaria. En su espíritu de debate, Políticas de la Memoria presenta una serie de trabajos que abren preguntas y recuperan una diversidad de tradiciones y trayectorias intelectuales, métodos de trabajo y objetos de investigación.

La sección abre con una intervención crítica que Hernán Maltz, formado en sociología y doctorado en letras, propuso al comité editorial de la revista. Maltz se pregunta por la disyuntiva que emerge ante el problema de elaborar un programa de trabajo de sociología de la literatura frente a las tensiones entre las dos disciplinas que principalmente lo constituyen: “¿Esta consiste en una sucesión de luchas que se desenvuelven en un espacio literario, regidas por una serie de estrategias que toman los agentes para posicionarse y ser reconocidos en dicho ámbito (y cuya metodología, por ende, se basa en estudiar las prácticas de los agentes para legitimarse) o, más bien, se trata de una sociología de las formas literarias y su evolución (y cuya metodología, por más vuelta renovadora que se le quiera dar, se centra en leer textos y analizarlos críticamente)?”. Maltz ensaya una respuesta, no conclusiva, y dice que la ¿salida? de esta disyuntiva no debe necesariamente excluir las extremidades de estas posturas. Escarpit, Casanova, Sapiro, Moretti y sobre todo Bourdieu son los referentes internacionales que Maltz aborda de modo crítico para rechazar una direccionalidad supuestamente necesaria para hacer sociología de la literatura: el campo tiende a utilizar a la sociología únicamente como método y a la literatura únicamente como objeto. Sin embargo, las fronteras entre lo “social” y lo “literario” no son tan visibles, afirma Maltz, sino que son terrenos más opacos que lo que muchos trabajos y programas de estudio nacionales —que el autor recupera de modo crítico— parecen querer mostrar. Según él, la sociología de la literatura ha ignorado o bien a la sociología o bien al análisis literario y Maltz trata de integrarlos en un programa de trabajo que “moleste” y “traccione” lo que ambas disciplinas por sí mismas suelen dejar de lado.

El tono polémico de la intervención de Maltz promovió un debate con dos autoras que, con trayectorias y líneas de investigación disímiles, propusieron una serie de contrapuntos. En su artículo, la socióloga y doctora en Ciencias Sociales María Belén Riveiro se posiciona sobre esta problemática. La autora argumenta en favor de la productividad de un análisis sociológico sobre el hecho literario, tanto para el conocimiento de la literatura como para la producción de conocimiento sociológico, desde una disciplina que muchas veces ha dejado de lado o subestimado este tipo de objetos y producciones. Riveiro recupera trabajos del universo de la sociología de la literatura y encuentra sensibilidades y preguntas sociológicas incluso en investigaciones que fueron enunciadas desde la disciplina de las Letras, trabajos que prestan atención a las condiciones histórico-culturales de producción, a las trayectorias autorales, a las materialidades. Desde una perspectiva inspirada en Bourdieu, Riveiro recupera su línea de investigación doctoral, que versa sobre la trayectoria social, autoral y editorial del escritor argentino César Aira y sus instancias de consagración: “¿Cómo se vuelve Aira un centro del campo literario? ¿Qué características tiene?” Con métodos de la sociología como las entrevistas en profundidad y con la pericia de archivista, la tesis de la autora problematiza una trayectoria literaria singular, que actúa en un espacio social, relacional y colectivo que, con sus mediaciones e instancias de consagración y legitimación (crítica, revistas, editoriales, academia, premios) construye un autor, un “genio creador” que la investigación social puede descifrar, problematizar y ubicar socialmente.

Como cierre, Lucía Tennina propone una respuesta al problema de la sociología de la literatura desde otra perspectiva. Recupera el método y la potencia de la crítica literaria frente al campo de “lo social”, sin tener que forzar su pertenencia disciplinar al campo de la sociología. Tennina, formada en Letras, asume un estado recurrente en la crítica literaria del que es preciso salir: que “el paradigma de lo literario desde el punto de vista de la crítica se propaga desde una suerte de inercia entre sus pares al punto tal de que aquellos libros excluidos ni siquiera son leídos” y que llevan a que se identifiquen producciones literarias estéticamente considerables y otras que no. Sin embargo, Tennina muestra que no toda la crítica se posiciona de esa manera y que incluso desde allí se problematiza la autorreferencialidad. Esta crítica de la crítica literaria no necesariamente se realiza desde la sociología. Tennina se pregunta: “¿Por qué exigir el conocimiento del manual del sociólogo a estudiosos de la literatura que transitan por campos que exceden a la crítica literaria o el análisis textual? ¿Por qué quitarle la potencia de esa errancia dentro de lo social propia de la crítica literaria?” La autora recupera los análisis socioliterarios ofrecidos por Beatriz Sarlo y Josefina Ludmer, que darían cuenta de la potencia de la crítica para emplear la palabra en un sentido no comunicativo sino “insinuante”, así como de la posibilidad de realizar un análisis performático y exploratorio: “La literatura interpretada como texto y no mediada por el horizonte de ‘lo decible’ de acuerdo con el ‘a priori histórico’, la vuelve algo que excede la metodología sociológica”. También argumenta en contra de la idea de que sólo desde la sociología se puede desmitificar, criticar y deconstruir la literatura canónica. La propia investigación doctoral de Tennina, quien estudió la producción de literatura brasileña de las periferias de San Pablo, fue realizada con las herramientas de la crítica literaria, aunque complementada con el acercamiento etnográfico y antropológico a los productores y las producciones. Sin embargo, argumenta, “el trabajo alrededor de la legitimación y valorización de ciertos textos literarios firmados por escritores de trayectorias no letradas, excluidos del mercado editorial y del corpus de análisis de muchos estudios de la literatura, revela los prejuicios (intencionales o no) que cargan estas miradas”. Desde la crítica —y no necesariamente desde la sociología— se puede pensar a los textos excluidos del canon como productos abordables desde el punto de vista estético, en lugar de ser tratados como “excepciones antropológicas”.

Más allá del debate entre disciplinas y la exclusión de una u otra, Tennina propone un “horizonte de diálogo de saberes a partir de la incompletud/complementaridad de cada uno de esos campos”. De esta manera, el dossier recorre disciplinas que en un momento aparecían como escindidas y que han encontrado puntos de encuentro. Desde indagaciones literarias sobre lo social hasta programas de trabajo concretos de sociología, proponemos estas intervenciones para que la lectora y el lector saquen sus conclusiones.


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