Políticas de la Memoria https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM <p>Anuario de investigación del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda - <a style="color: blue;" href="http://cedinci.org">CeDInCI</a>. Publica artículos arbitrados, reflexiones críticas, entrevistas, encuestas y reseñas que contribuyan a los estudios sobre historia intelectual de los movimientos sociales y políticos, así como también al desarrollo contemporáneo de las teorías críticas y de las políticas de archivo y representación de la memoria colectiva. <strong>Políticas de la Memoria&nbsp;</strong>constituye un esfuerzo por responder a los estándares internacionales de investigación sin renunciar a la intervención intelectual.</p> <p><strong><span style="font-family: Baskerville;"><span style="font-size: medium;"><span lang="es-AR">ISSN 1668-4885 - ISSNe 2683-7234 | <a href="https://doi.org/10.47195/PM18">https://doi.org/10.47195/PM</a><br></span></span></span></strong></p> Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda (CeDInCI) es-ES Políticas de la Memoria 1668-4885 Políticas de la Memoria n° 25 https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/987 <p>Anuario de investigación del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda - <a href="http://cedinci.org">CeDInCI</a>. Publica artículos arbitrados, reflexiones críticas, entrevistas, encuestas y reseñas que contribuyan a los estudios sobre historia intelectual de los movimientos sociales y políticos, así como también al desarrollo contemporáneo de las teorías críticas y de las políticas de archivo y representación de la memoria colectiva. <strong>Políticas de la Memoria&nbsp;</strong>constituye un esfuerzo por responder a los estándares internacionales de investigación sin renunciar a la intervención intelectual.</p> <p><strong>ISSN 1668-4885 - ISSNe 2683-7234&nbsp;</strong></p> Comité editorial Derechos de autor 2025-10-01 2025-10-01 25 Presentación https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/940 <p><span style="font-weight: 400;">Palabras del “Che”: la universidad debe pintarse de negro, de indio, de mulato. Palabras afines condensarían el 68 global: se pintó de rojo, de amarillo, de negro. Una paleta cromática exaltada por el psiquiatra Frantz Fanon para reivindicar a los condenados de la tierra y a la potencia de su acción mancomunada para la emancipación de la humanidad. Las reediciones de textos clásicos de historiadores marxistas negros como </span><strong>Los jacobinos negros</strong><span style="font-weight: 400;"> de C. L. R. James, el estudio reciente de Rafael Rojas sobre los “negros en armas”, las investigaciones decoloniales sobre el “marxismo negro” de Montañez Pico y los análisis documentales del activismo negro que organiza Valeria Carbone, entre otros, contribuyen al conocimiento de las redes de intelectuales negros que en los años sesenta participaron de la radicalización de la cultura de izquierdas latinoamericana. A partir de estos estudios diversos, es indudable que desde la Revolución cubana un amplio flujo de libros y revistas culturales de nuestro continente renovó y reactivo el interés por el activismo negro. Alentó, a su vez, a la intelectualidad negra estadounidense, que estaba involucrada en la lucha por los derechos civiles y que se radicaliza por la revuelta del </span><em><span style="font-weight: 400;">guetto</span></em><span style="font-weight: 400;"> de Watts en Los Ángeles, por el asesinato de Malcom X, ambos en 1965, y por otro asesinato contra la masificación del movimiento negro, el de Martin Luther King, en 1967.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Los artículos que presentamos en este </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier</span></em><span style="font-weight: 400;"> suman nuevas aproximaciones a los marxismos negros a partir del análisis de materiales impresos, especialmente de revistas culturales y libros políticos de las nuevas izquierdas latinoamericanas. En primer lugar, el estudio de Martín Ribadero analiza </span><strong>Pensamiento Crítico </strong><span style="font-weight: 400;">(1966-1971), revista cubana orientada por el filósofo Fernando Martínez Heredia y un grupo de jóvenes universitarios marxistas, para mostrar las vías a través de las que se erigió en el epicentro de la nueva izquierda intelectual de la isla. La revista, con su formato libro y sus potentes tapas de vanguardia pop, integró la red de revistas culturales habaneras tramada desde </span><strong>Lunes de Revolución</strong><span style="font-weight: 400;"> hasta </span><strong>Casa de las Américas</strong><span style="font-weight: 400;">, pasando por </span><strong>El Caimán Barbudo</strong><span style="font-weight: 400;">,</span> <span style="font-weight: 400;">entre otras. Ribadero ilumina la zona de contacto entre el sistema educativo, las ediciones revolucionarias y la juventud universitaria en la cual </span><strong>Pensamiento Crítico</strong><span style="font-weight: 400;"> impulsó un intenso proceso de traducción y circulación de corrientes políticas y teóricas renovadoras del marxismo. Situada a distancia de la “manualística soviética”, la publicación marxista cubana ligó los desarrollos del althusserianismo, el trotskismo mandeliano y otras corrientes del marxismo occidental con los acontecimientos y documentos del Tercer Mundo, de la contestación europea y de los Panteras Negras estadounidenses. Ribadero mapea minuciosamente los marxismos occidentales y tercermundistas de </span><strong>Pensamiento Crítico</strong><span style="font-weight: 400;">. Enfoca otras dos dimensiones de esa experiencia revisteril: el nexo de la revista con los autores y libros publicados por el Instituto del Libro, en el que trabajaba Martínez Heredia, por un lado, y las limitaciones contextuales en el abordaje de la relación de los marxismos con la “cuestión” de “raza” y el “género”, por otro. A la cuestión de la raza, </span><strong>Pensamiento Crítico</strong><span style="font-weight: 400;"> le dedicó un único número, el referido al </span><em><span style="font-weight: 400;">Black Power</span></em><span style="font-weight: 400;">. La de género, aun “ausente”, es registrada por Ribadero en la relación que mantiene con la revista francesa </span><strong>Partisans</strong><span style="font-weight: 400;">, que difundió artículos de la ensayista marxista y feminista argentina Isabel Larguía.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En segundo lugar, el artículo de Lucas Duarte estudia publicaciones de las nuevas izquierdas conosureñas que abordaron las formas de articulación y movilización política del activismo antirracista estadounidense en los años sesenta, especialmente en el 68 global. Su registro busca identificar a los sujetos individuales y colectivos que tramaron la convergencia entre acontecimientos como el Cordobazo argentino y la guerra de Vietnam y la rebelión negra en Estados Unidos.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El recorrido propuesto por Duarte, apoyado en una renovada bibliografía estadounidense, reseña la radicalización de la protesta racial en el país del norte y la pone en contacto con las ediciones y acciones de la nueva izquierda conosureña. Si la presencia de James Baldwin y otros escritores negros en 1961 en el primer número de la revista cultural porteña </span><strong>El escarabajo de Oro </strong><span style="font-weight: 400;">inserta la cuestión negra en el existencialismo marxista, la publicación tres años después en Montevideo del libro del militante trostkista Horacio Lagar sobre la cuestión negra en Estados Unidos -con prólogo del intelectual peronista John William Cooke- conecta aquella cuestión con el fenómeno peronista. La red revisteril sincroniza en el 68 global a la revista chilena </span><strong>Punto Final </strong><span style="font-weight: 400;">con los uruguayos</span><strong> Cuadernos de Marcha</strong><span style="font-weight: 400;"> y con la cubana </span><strong>Pensamiento Crítico</strong><span style="font-weight: 400;">, tres publicaciones que aquel año pusieron en circulación documentos del </span><em><span style="font-weight: 400;">Black Power</span></em><span style="font-weight: 400;">. </span><strong>Poder Negro</strong><span style="font-weight: 400;"> fue precisamente el título del libro aparecido en 1967 bajo la autoría de Charles Hamilton y Stokely Carmichael, dos líderes universitarios radicalizados, lectores de Fanon y Mao, de Sartre y Camus, que argumentaron a favor de la lucha directa del movimiento negro por el poder y, ya asesinado Martin Luther King, por el fin del reclamo de los derechos civiles por la vía no violenta. Duarte puntualiza que la radicalización del activismo negro convergió con la emergencia del antimperialismo tercermundista como perspectiva cosmopolita de la militancia conosureña, ofreciendo “enseñanzas” para las formas de la acción directa y de la autoorganización, y confirmando la certeza planteada por Ernesto Guevara sobre la necesaria violencia revolucionaria. Es que, como argumentan los sujetos políticos presentados por Duarte, la mirada conosureña asimilaba la violencia que emanaba de la Casa Blanca con la de La Moneda, la discriminación racial con la discriminación social, y al negro estadounidense con el “cabecita negra” argentino. Había llegado —en palabras de Juan García Elorrio, director de la revista </span><strong>Cristianismo y Revolución</strong><span style="font-weight: 400;">—&nbsp; la hora de la acción y “el fin de las palabras”.&nbsp;</span></p> <p><br><br></p> <p><strong>Adrián Celentano</strong><span style="font-weight: 400;"><br></span><span style="font-weight: 400;">Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas/ UNSAM - Universidad Nacional de La Plata (UNLP)</span></p> Adrián Celentano Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 5 6 La revista cubana Pensamiento Crítico https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/941 <p><span style="font-weight: 400;">El objetivo de este artículo es estudiar una de las principales revistas político-culturales latinoamericanas del siglo XX: la cubana </span><strong>Pensamiento Crítico</strong><span style="font-weight: 400;">. En un primer momento, interesa analizar su nacimiento y entramado social, cultural y político, el entorno universitario y su especificidad en el espacio revisteril nacional. Acto seguido, abordamos la presencia del marxismo en sus páginas, de importante interés y proyección para sus miembros, atendiendo a sus autores y referencias teóricas, con el fin de establecer las marcas específicas que permitan comprender no sólo el tipo de marxismo que habilitaban sus números sino también la política editorial de traducción, promoción y divulgación de esta tradición, que </span><strong>Pensamiento Crítico</strong><span style="font-weight: 400;"> llevó adelante durante la Cuba revolucionaria. </span></p> Martín Ribadero Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 7 20 10.47195/PM25.941 Más allá de la epidermis https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/942 <p><span style="font-weight: 400;">En este trabajo examinamos la forma bajo la cual el activismo antirracista estadounidense fue abordado durante la década de 1960 por diferentes actores individuales y colectivos asociados al universo de las izquierdas en el Cono Sur. Para ello, analizaremos una serie de publicaciones periódicas que, desde diferentes horizontes artísticos, políticos e intelectuales, buscaron acercarse al fenómeno del llamado </span><em><span style="font-weight: 400;">Black Power</span></em><span style="font-weight: 400;">. Nuestro objetivo es poner de relieve algunos aspectos relacionados con la construcción de conexiones simbólicas y materiales entre sujetos políticos actuantes en diferentes regiones del planeta, a través de la difusión del ideario antiimperialista que orientó su actuación en el período de la Guerra Fría. En este sentido, sostenemos que, a pesar de las diferencias coyunturales y programáticas que enmarcaron su activismo, individuos involucrados en diversos proyectos político-culturales desde el Cono Sur encontraron en la trayectoria política e intelectual del antirracismo estadounidense, una fuente de “enseñanzas” y un objeto de reflexiones acerca de la construcción de alternativas políticas radicales en sus propios contextos domésticos.</span></p> Lucas Duarte Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 21 30 10.47195/PM25.942 Presentación https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/943 <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Este </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier</span></em><span style="font-weight: 400;"> del Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo-Genéricas (“Sexo y Revolución”) se propone, una vez más, provocar conjunciones entre el pasado y el presente de los activismos sexogenéricos. Las tres publicaciones presentan tres registros diferentes: un documento inédito atribuible a Néstor Perlongher hallado en los archivos del CeDInCI, un sentido ensayo escrito para ser leído en una retrospectiva sobre Marcelo Manuel Benítez y un erudito artículo de investigación sobre una temática crucial pero incipiente en las investigaciones históricas: el VIH/sida. Distintas facetas de las políticas de la memoria </span><em><span style="font-weight: 400;">cuir</span></em><span style="font-weight: 400;">, en donde se evidencia la potencia de un programa archivístico y editorial del CeDInCI en su plasticidad y ensanchamiento. Un diálogo intergeneracional implícito: investigadores-activistas dialogando no sólo con los documentos y aquellas personas señeras en la organización y la reflexión política, sino también con las formas en las que se construyen políticas de archivos sensibles, críticas y rigurosas.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Podríamos tomar al activista, escritor y artista plástico Marcelo Manuel Benítez (1951-2022) —cuyo fondo se encuentra albergado en el CeDInCI— como hilo conductor subrepticio de este </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier</span></em><span style="font-weight: 400;">. Amigo y compañero de militancia de Néstor Perlongher (1949-1992), la proximidad geográfica —ambos habitaron en Avellaneda— también lo fue en el pasaje de la militancia en la izquierda trotskista hacia el Frente de Liberación Homosexual (FLH). El texto de Perlongher en este </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier</span></em><span style="font-weight: 400;"> es, precisamente, un documento que testimonia los debates de los activismos por la liberación sexual y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), espacio de militancia de muchos gays, lesbianas y feministas antes de incorporarse a los diversos grupos fundados en los setenta. El ensayo de Pabli Yasser Balcazar Abu-Abbarah, inicialmente leído en el cierre de la primera muestra (póstuma) dedicada a la prolífica obra artística de Benítez —que hasta el momento había circulado en revistas y publicaciones activistas— refiere al estrecho vínculo entre él y Juan Queiroz, mentor del proyecto Archivos Desviados, cofundador de </span><strong>Moléculas Malucas</strong><span style="font-weight: 400;"> y de tantas inciativas, incluso del propio Programa Sexo y Revolución. Es un diálogo de tres generaciones: un investigador y activista que va a la búsqueda de su referente de la juventud y a la vez un joven activista que reflexiona sobre esa otra (y propia) amistad.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La tenacidad amorosa y respetuosa de Juan Queiroz le ha otorgado a Benítez la trascendencia necesaria a una figura clave de los activismos LGTBIQ+ que se encontraba fuera del foco en las memorias del propio movimiento. El artículo de Memi Martínez, joven historiador y activista, también está atravesado por la estela de un Marcelo Benítez quien, en los ochenta, era un referente “histórico” para la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Un intelectual que supo polemizar ante el impacto biopolítico del VIH y acompañar, de todos modos, los avatares de la Campaña STOP SIDA, llevada adelante por la CHA, que es el eje principal del artículo. Benítez y Perlongher supieron ser grandes polemistas, incluso entre ellos. Pero también supieron intervenir desde sus facetas expresivas como muches activistas. En ese sentido, el artículo de Memi Martínez también pone el foco en aquellos otros documentos que componen la variopinta cultura material de la intervención militante, como los volantes y las historietas. Y también es un diálogo con otros dos activistas que también llevan adelante tenaces políticas de archivo: Marcelo E. Ferreyra y Marcelo Reiseman.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En suma, el </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier</span></em><span style="font-weight: 400;"> aquí presentado pretende agitar, una vez más, una revuelta de los tiempos ante un contexto hostil, trayendo las voces de quienes estuvieron y están, a pesar de todo, sosteniendo redes políticas, imaginarios y formas de intervención diversas, críticas, tenaces e incisivas.</span></p> <p><br><br></p> <p><strong>Un inédito de “La Rosa” o los senderos de los archivos</strong></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">El presente documento fue hallado dentro del fondo personal de la escritora y activista feminista y lesbiana Hilda Rais (1951-2016). Se trata de un texto mecanografiado, de cuatro carillas a simple faz. El escrito contiene en la primera página la anotación manuscrita “Néstor Perlongher”. Otro indicio de que se trata de un texto redactado por el autor de </span><strong>Austria</strong><span style="font-weight: 400;">-</span><strong>Hungría</strong><span style="font-weight: 400;"> es por la máquina de escribir Olivetti utilizada para su redacción, reconocida por Juan Queiroz quien se encuentra trabajando en una compilación de escritos inéditos de Néstor Perlongher con Cecilia Palmeiro.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La caja en la que fue hallado el escrito tenía el rótulo “feminismo” en el archivo personal de Hilda. Como en muchos casos, caracterizar a un archivo como </span><em><span style="font-weight: 400;">personal </span></em><span style="font-weight: 400;">dista mucho de leerlo como </span><em><span style="font-weight: 400;">individual</span></em><span style="font-weight: 400;">. Este archivo, hoy disponible en el CeDInCI,</span><span style="font-weight: 400;"> también se encuentra atravesado por la documentación reunida y/ u organizada por Graciela Delachaux, la última pareja de la autora de </span><strong>Belvedere</strong><span style="font-weight: 400;">, quien legó con la intermediación de Laura Klein el archivo al CeDInCI, donde hoy se encuentra albergado y accesible a la consulta.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Como práctica archivística consciente, hemos mantenido el orden original de dicha carpeta para poder vislumbrar una trama, un diálogo, más allá de la singularidad de cada uno de los documentos. En esta carpeta, este texto atribuido con bastante certeza a Néstor Perlongher, era el primero de una conjunción de textos: una traducción mecanografiada de “Cuestión de diferencia”, de Colette Guilaumin; “Que tema más embrujado el del control natalicio”, de Beatriz Edelstein (una monografía mecanografiada con dedicatoria a la propia Hilda Rais); “La Mujer y la Locura”, de Phyllis Chesler; “La ‘pequeña diferencia’ y sus grandes consecuencias”, de Alice Schwarzer, fotocopia de la traducción publicada en los </span><strong>Cuadernos Feministas</strong><span style="font-weight: 400;"> de la Asociación de Trabajo y Estudio sobre la Mujer (ATEM);&nbsp; “No sólo para lesbianas”, de Charlotte Bunch; el capítulo II de </span><strong>Política sexual</strong><span style="font-weight: 400;"> de Kate Millet editado en 1974 por el Grupo de Política Sexual (GPS) y tipeado por Néstor Latrónico; una cronología mecanografiada —con algunas anotaciones manuscritas— del surgimiento de movimientos feministas radicales en distintas partes del mundo en la década de 1970; una copia de un trabajo de Alicia Marambio para presentar en un congreso de Psicología de 1984, vinculado a los efectos psicosociales de la represión en la población (especialmente en las presas políticas), y una copia de una entrevista mecanografiada anónima, del mismo año, titulada “La mujer como víctima de la represión política”. Fotocopias, textos mecanografiados que circulaban de mano en mano, ediciones precarias de traducciones y elaboraciones propias: las formas materiales de circulación de la formación política de los grupos activistas que, en un contexto de radicalización de las izquierdas, indagaban en las peculiaridades de la opresión sexual.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Este hallazgo resulta ciertamente inquietante en términos archivísticos. En el Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo Genéricas (“Sexo y Revolución”) del CeDInCI también dispone el archivo personal de dos activistas feministas de mayor cercanía con Perlongher que la que suponemos tuvo Hilda Rais: Sara Torres, amiga incondicional de “La Rosa” y el de María Elena Oddone, interlocutora predilecta de Perlongher en torno a los debates político e intelectuales.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Este documento, sin embargo, no fue encontrado en ninguno de esos acervos. Quizás, por las peculiaridades de los mismos.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El archivo de Sara Torres es un voluminoso fondo que atraviesa más de cuatro décadas de militancia feminista, además de conservar documentos vinculados a distintas facetas de su vida personal. Como es sabido, Sara Torres fue una militante con mucha presencia en distintos espacios desde la década de 1970 y su archivo es un testimonio fundamental de las prácticas, experiencias, acciones, lecturas disponibles e inquietudes de los feminismos. El archivo de Sara, con sus intentos escuetos de clasificación y una gran historia de generosidad para quienes quisieran consultarlo en su departamento de San Telmo, es también notorio por su volumen. Ella ha expresado su forma singular y potente de transmisión de la memoria con la siguiente frase: “como no me gusta escribir, lo guardé todo”.</span><span style="font-weight: 400;"> Dentro de ese archivo, la presencia de Perlongher es notoria: una gran cantidad de cartas y escritos, recortes periodísticos y otros documentos que dan cuenta de la estrecha relación que tuvieron durante años. Tanto en el departamento de Sara en San Telmo como en la casa de Mónica Giraldez, otra de sus grandes amigas, Perlongher fue dejando sus papeles de una forma poco deliberada, con la soltura que brinda la confianza y quizás una cierta distancia tácita con la idea de </span><em><span style="font-weight: 400;">legado</span></em><span style="font-weight: 400;">.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En el área de Archivos y Colecciones Particulares del CeDInCI, pegado físicamente al de Sara, se encuentra el archivo de María Elena Oddone.</span><span style="font-weight: 400;"> La proximidad de estos acervos y sus diferencias intrínsecas quizás funcionen como espejo de las propias trayectorias de las dos militantes feministas y sus prácticas de archivo. El fondo de Oddone fue mucho más organizado e intervenido por su productora. Una porción significativa de los documentos de este acervo son de autoría de o refieren a la propia Oddone, quien se empeñó tenazmente en utilizar todos sus recursos (incluso los performáticos) por corporizar la lucha feminista. Su pluma y sus acciones en diferentes esferas —desde la calle a los medios de comunicación— singularizaron mucho más su posición militante. En el tramo del archivo que se encuentra en el CeDInCI, no hay prácticamente rastros de Perlongher, aunque hay muchas investigaciones y testimonios de la relación cercana y de la interlocución frecuente entre estas dos figuras claves en la organización de los activismos políticos sexuales.</span><span style="font-weight: 400;">&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Desde ya, no hay ninguna extrañeza en que este documento haya sido hallado en el archivo de Hilda Rais. Ella también formó parte de distintos grupos que se fueron organizando en los setenta: la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Grupo de Política Sexual, interconectados, asimismo, con el Frente de Liberación Homosexual (FLH) y el Movimiento de Liberación Femenina (MLF). Este documento probablemente fue insumo de una discusión dentro de alguno de esos grupos. Dentro de este archivo, como en el de Sara Torres, abundan publicaciones de esos años, además de los arriba mencionados. Como recuerda Osvaldo Baigorria</span><span style="font-weight: 400;"> y varias investigaciones del período, las lecturas del Grupo de Política Sexual (GPS) se nutrían de corrientes como el marxismo, el psicoanálisis, el feminismo, la sexología. Marx, Freud, Marcuse, Reich, Millet, Firestone, fueron algunas referencias para este grupo, tal como se puede vislumbrar en la carpeta del archivo de Hilda Rais descrita arriba. Los viajes de algunos militantes a Estados Unidos, como el caso de Néstor Latrónico, permitieron nutrir de lecturas las renovadas inquietudes abiertas en la década de 1960.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Podríamos establecer una datación aproximada que acerque al documento al año 1972, por su interpelación explícita al Partido Socialista de los Trabajadores (PST) que, como indica la mayoría de las investigaciones acerca del período, fue uno de los pocos espacios de izquierda partidaria que tendió lazos con los grupos que abogaban por la liberación sexual.</span><span style="font-weight: 400;"> Ese año está indicado también como el del ingreso de Perlongher al FLH. El texto de Perlongher aquí presentado puede inscribirse en una clave de interpretación marcadamente </span><em><span style="font-weight: 400;">marxista</span></em><span style="font-weight: 400;">. El autor expone su análisis sobre la lucha de clases y las formas sexuales en las que se reproduce el sistema capitalista. La interpelación directa a los partidos de izquierda (en este caso, al PST) reside, sobre todo, en la disputa por la caracterización del </span><em><span style="font-weight: 400;">proletariado</span></em><span style="font-weight: 400;">, argumentando que la </span><em><span style="font-weight: 400;">conciencia para sí </span></em><span style="font-weight: 400;">implica el traspaso al “hombre” concreto, como entidad sensual, al sujeto como </span><em><span style="font-weight: 400;">valor de uso</span></em><span style="font-weight: 400;"> en contraposición al sujeto como </span><em><span style="font-weight: 400;">valor de cambio</span></em><span style="font-weight: 400;">, cuyo valor reside en tanto mercancía. El valor de uso, según esta perspectiva, se asocia al goce, alejándose del valor que reproduce el sistema capitalista. Es por eso que, según Perlongher, la perspectiva anticapitalista emerge en los movimientos cuya </span><em><span style="font-weight: 400;">corporalidad es negada</span></em><span style="font-weight: 400;">: las personas racializadas, las mujeres y las disidencias sexo-genéricas. Desde ya, este texto está ampliamente atravesado por una interpretación biologicista del sexo y de la reproducción humana que hoy en día ha sido ampliamente discutida y rebatida. Pero es una pieza que permite reponer el devenir intelectual de un activista como Perlongher quien luego se viera nutrido vastamente de las lecturas de Gilles Deleuze y Félix Guattari y otros autores en los años 80, sobre todo, a partir de su exilio sexual en Brasil.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Nestor Perlongher elaboró una historización del Frente de Liberación Homosexual</span><span style="font-weight: 400;"> varios años después de esa experiencia con un tono despersonalizado y crítico donde, al mismo tiempo, da cuenta de la convergencia de corrientes políticas y del paulatino acercamiento del FLH al peronismo. Actualmente, una gran cantidad de investigaciones han repuesto la centralidad de Perlongher en las diversas estrategias de organización e intervención en el grupo.</span><span style="font-weight: 400;"> En ese sentido, este texto nos permite aventurar, un poco más, cuánto de la impronta de Perlongher hay en el emblemático manifiesto </span><strong>Sexo y Revolución</strong><span style="font-weight: 400;">, escrito inicialmente por el Grupo Eros en noviembre de 1973 y distribuido entre integrantes del FLH y agrupaciones estudiantiles de izquierda de la Universidad de Buenos Aires (UBA), luego como boletín del FLH con la tapa ilustrada por Dante Bertini (Maxo) y, finalmente, como suplemento al número 5 de la revista </span><strong>Somos</strong><span style="font-weight: 400;">, del FLH, publicada en diciembre de 1974.</span><span style="font-weight: 400;"> También mantiene un diálogo con otras intervenciones de Perlongher en la revista, como el artículo “Por qué la organización”, publicado en el número 6 de la revista del FLH, donde retoma el carácter improductivo del amor homosexual y, por tanto, lesivo para la reproducción del sistema capitalista.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Con la publicación de este texto, pretendemos sumar una pieza más al nutrido entramado de publicaciones y memorias que revisitan la experiencia de los activismos feministas y sexodisidentes en la Argentina de los años setenta y sus peculiares relaciones con las izquierdas orgánicas locales e internacionales a través de la circulación de lecturas y espacios de discusión. Quizás porque aún resulta imprescindible imbricar analíticamente las opresiones sistémicas para (re)construir un horizonte de auténtica liberación.&nbsp;</span></p> María Eugenia Sik Derechos de autor 2025 2025-09-01 2025-09-01 25 31 34 [Texto sin título, c. 1972] https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/944 <p><span style="font-weight: 400;">El PST</span><span style="font-weight: 400;"> opera con respecto a nosotros con la siguiente política: el feminismo, el movimiento homosexual, son movimientos secundarios que apuntan a unas cositas aisladas y secundarias cuando ellos apuntan a lo central que es la lucha de clases. Ellos interpretan esta lucha de clases como restringida a un aspecto particular de esa lucha de clases, que es la contradicción que se da entre el patrón y el obrero, entre el trabajo y el capital en el seno de la fábrica; fundamentalmente lo que hacen es un sindicalismo de izquierda.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El asunto es el siguiente: por un lado, la contradicción capital-trabajo es la contradicción central, pero esa contradicción no se da en un marco abstracto, se da en todo el campo de la vida social, en toda la formación económico-social. La lucha de clases como versión de esa contradicción, que en última instancia es una contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción correspondientes al capitalismo en este caso, recorren todo el conjunto de las relaciones sociales, todo el conjunto está sacudido por esa contradicción. ¿Qué quiere decir esta contradicción? En términos marxistas: que hay un desarrollo incesante de las fuerzas productivas que son liberadas por el capitalismo, o sea, el capitalismo produce por el hecho de la mercancía, prácticamente produce por producir, produce todo lo que dé ganancia y libera al conjunto de las fuerzas productivas. Esas fuerzas productivas tienen que encajar dentro de determinadas relaciones de producción. La relación de producción fundamental es la relación patrón-obrero; para mantener esas fuerzas productivas dentro de las relaciones de producción, sobre esa estructura se construye la superestructura, ésta garantiza que esas relaciones de producción se mantengan.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Lo que nosotros planteamos es que hay un medio de producción que es esencial, el cuerpo humano. ¿Por qué decimos que es esencial? Porque lo único que agrega valor a las cosas es el trabajo humano incorporado y acumulado. Ese trabajo sale del cuerpo y ese cuerpo se vende en el mercado de trabajo capitalista como una mercancía más. El capitalismo se caracteriza por el mercado, por la producción de mercancías, pero lo que en realidad venden en el mercado es la fuerza de trabajo que se ha acumulado para producir esa mercancía, ese es el valor.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Los que no tienen mercancías para vender se venden a sí mismos, de ahí que el trabajador, para el capitalismo, sea libre; de ahí que el capitalismo empiece con la consigna de la libertad, igualdad y fraternidad. La libertad para el capitalismo significa que cada uno es libre de vender o no su fuerza de trabajo. Si vos no querés venderla, no la vendés, pero te morís de hambre o te revientan. Para que ese cuerpo pueda entrar en todo ese sistema de producción y convertirse en una mercancía, tiene que organizarse de una manera especial. La ideología no es meramente lo que los hombres piensan acerca de la realidad, sino que lo que produce el capitalismo es toda una adaptación, una organización de la psiquis determinada e histórica; organiza al cuerpo humano de determinada manera, lo funcionaliza. Entonces la contradicción se produce entre el cuerpo natural, que sería el cuerpo del deseo, y el cuerpo como máquina capitalista, que es el cuerpo necesario para la producción.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Ahí, a partir de esa contradicción es donde empezaría nuestro trabajo, o sea, el trabajo de los movimientos liberacionistas se centraría en esa contradicción.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">¿Qué significa el movimiento feminista y el MLH</span><span style="font-weight: 400;">? Que los cuerpos se están rebelando contra las funciones que socialmente les han sido asignadas. Esa rebelión está representada por el feminismo en el caso de las mujeres y por los MLH en el caso de los varones. ¿Qué es lo que están reivindicando, en última instancia? Un homosexual reivindica el erotismo anal y la mujer reivindicaría que su cuerpo no es una mera máquina para producir hijos y que su mente tampoco está al servicio de toda esa cuestión.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Entonces la crítica a los partidos marxistas tradicionales se centraría en que esos partidos reducen la lucha de clases a un aspecto particular del enfrentamiento. Al hacerlo reconocen, legitiman toda esa formación del individuo que le posibilita trabajar como obrero, porque no cualquiera es obrero; o sea, para formar la fuerza de trabajo capitalista, el capitalismo necesitó primero toda una etapa sangrienta, la primera etapa, cuando los campesinos son echados de sus campos y lanzados a las ciudades, en ese momento los burgueses eran conscientes de que estaban obligándolos a trabajar en esas condiciones; pero después, el proletariado se fue acostumbrando, ahora parece “natural” el trabajo y también aparece como “naturalmente” dada la “normalidad”. Entonces, para que se produzca el enfrentamiento patrón-obrero en el campo en que están trabajando, los partidos marxistas tienen que legitimar, aceptar la “normalidad”. A partir de la aceptación se da ese enfrentamiento. Por eso es que ellos plantean la cuestión de la toma de consciencia como cuestión central.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Pero ¿qué es la toma de consciencia en realidad si no es concientización? ¿Cuál es la diferencia? La toma de consciencia para el marxista es que el obrero se dé cuenta que es obrero, que lo están explotando y que eso que a él le sacan le pertenece, entonces lo que tiene que hacer es crear otro Estado, desplazar a los capitalistas y ponerse él, lo que sería la dictadura del proletariado.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Cuando nosotros decimos concientización, decimos que nuestra estructuración psíquica está condicionada por un sistema social determinado y que debemos hacerlo pedazos, que a partir de ese proceso, que es doloroso, recién vamos a nacer, a empezar a vivir.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Llegamos a otro problema que es que al restringir el asunto a este enfrentamiento, los partidos marxistas no sólo cometen un error, sino que (en términos de ellos) lo que hacen es una verdadera traición histórica, en el sentido en que ellos le quitan a la revolución su sujeto.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Si el sujeto es el sujeto normalizado, el proletario normalizado, que esté criado con la ideología capitalista, va a ser incapaz de crear esa nueva sociedad, entonces necesariamente va a necesitar una burocracia que lo guíe. ¿Qué es el partido marxista? Es la formación de esa burocracia para encabezar la dictadura del proletariado. Ese es el proyecto de Lenin y el proyecto que triunfó históricamente en la URSS, pero que no era de ninguna manera el único proyecto, por ejemplo, Lenin tuvo que enfrentar la oposición de Rosa Luxemburgo que planteaba que la clase obrera tenía que tomar el poder, no el partido.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Para que la clase obrera tome el poder, se tiene que tomar a sí misma; Marx dice: tiene que tomar conciencia para sí; esto significa romper con el capitalismo y pasar del ser humano abstracto como mercancía, al hombre concreto, al hombre como entidad sensual, al sujeto como valor de uso y no como valor de cambio que es el hombre normal, que vale como mercancía y cuyas relaciones están sobredeterminadas por su valor mercantil.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La relación heterosexual no vale por su valor de uso, si bien tiene un valor de goce, pero vale por su valor de cambio, por el valor del que socialmente está investida. Y por eso la relación homosexual no vale nada, porque es sólo valor de goce, valor de uso. Entonces el asunto está centrado en cómo se forma ese sujeto de la revolución. Lo que digo (es una hipótesis) es que la vía para su formación está dada por el mismo desarrollo del capitalismo; por ejemplo, el capitalismo más avanzado ha desplazado su contradicción de la contradicción entre patrón y obrero (sindicalismo yankee), toda la cuestión anticapitalista salta por el lado de los negros, de la mujer, los homosexuales. Estos movimientos reivindican en última instancia esa corporalidad que es negada por el capitalismo, es un movimiento de retorno hacia su propio interior.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La contradicción que tiene un obrero tiene como correlato la normalidad (él es obrero cuando tendría que ser patrón), en cambio la contradicción que puede tener un homosexual o una mujer revolucionaria es una contradicción del conjunto de su libido, de sus instintos y de todo; es una contradicción sin retorno. Por eso cuando una mujer está en el feminismo revolucionario no le interesa ocupar el papel del hombre, sino vivir como persona, como mujer, como fuerza, como libido. La contradicción está ubicada en un nivel mucho más profundo que en un obrero que se suma a las fuerzas de la revolución, o más aún, en un pequeño burgués que se pasa a un partido socialista.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">No hay dictadura del proletariado si el proletariado no se constituye en clase para sí, hay dictadura </span><span style="font-weight: 400;">sobre</span><span style="font-weight: 400;"> el proletariado.</span><span style="font-weight: 400;"> Si el proletariado se concientizara realmente, rompería con la normalidad, pasaría a ser la negación de la burguesía, significaría el fin de las clases. Es un paso de transición hacia el fin del Estado. Ese proletariado tiene que ser para sí, tiene que dejar de ser varón y mujer porque ser varón o mujer está determinado por las necesidades de producción y reproducción del capitalismo. Tiene que liberar sus pulsiones, tiene que romper con la normalidad.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La burguesía defiende la normalidad, al hacerlo demuestra que es tan normal como cualquier otra forma de vida, de organización psíquica. La necesidad de defenderla demuestra que ya nadie cree en ella, que es necesario imponerla. En una sociedad burguesa normal, el revolucionario destapa las contradicciones tapadas. En Argentina no es necesario porque se sabe todo, está todo a flor de piel, por eso a la gente le entra el miedo a la desnudez. La gente se da cuenta que la vida en una sociedad capitalista es una ilusión de vida, entonces tienen miedo, miedo de descubrir que todo aquello que creían que era vida no es la vida, y que la vida es otra cosa.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La cosa está en demostrar que esa normalidad es impuesta. Es un poco la teoría del feminismo de demostrar que la feminidad es un mito. La mujer es una construcción contra natura (la construcción psicológica) y la heterosexualidad burguesa es antinatural. La normalidad no puede hacer ninguna revolución sin volverse contra sí misma. Nosotros no estamos contra los normales, estamos contra la normalidad. Los normales tienen que rebelarse, lo están haciendo pero se niegan a saberlo y a decirlo (los movimientos homo y feminista no salen del aire).</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El proletariado puede romper con la normalidad porque no tiene intereses -en cuanto clase- en el mantenimiento del actual estado de cosas. Sólo tiene intereses ideológicos porque no gana nada. Quien tiene interés es la burguesía porque se queda con la ganancia. Los proletarios, las mujeres, los homosexuales, los marginales, no tienen interés alguno en ese sistema.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Cuando se produce una ruptura en el nivel de la identidad sexual como tal, o en el nivel de la identidad social -marginales, hippies- hay una ruptura con la ideología de clase. La mujer en tanto mujer no tiene clase, tiene la clase del marido. El homosexual es un desclasado, un paria, tiene clase en tanto apariencia de varón heterosexual.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La lucha de clases es la emergencia social del conflicto fuerzas productivas-relaciones de producción. A través de la historia siempre hubo lucha de clases; no quiere decir </span><span style="font-weight: 400;">estos</span><span style="font-weight: 400;"> obreros,</span><span style="font-weight: 400;"> la conciencia de clase de los obreros no es la que tienen ahora los obreros individualmente tomados, es la conciencia posible del proletariado como clase revolucionaria, como clase que no tiene interés en el mantenimiento de la estructura social. Es una formación teórica. Económicamente hablando, el proletariado no tiene intereses objetivos reales en el mantenimiento del capitalismo. Pero ¿qué interés tiene el varón proletario en el mantenimiento del capitalismo? El interés de su beneficio como varón, los beneficios que devienen de su identidad masculina, por ejemplo, y es ahí donde se van concatenando los puntos oscuros.</span></p> Néstor Perlongher Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 35 37 Nuestra tía abuela Natalí https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/945 <p><span style="font-weight: 400;">Nuestra historia está llena de silencios, ya lo hemos dicho tantas veces, de borrones, de confusiones.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Nuestra historia ha sido escrita en partes médicos y expedientes policiales.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Pero (a la vez) tenemos una historia oral tan rica como las lenguas mismas que la han mantenido viva. Y con besos y escupidas la hemos ido transmitiendo durante generaciones y degeneraciones.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">En las vías de un tren, tras las bambalinas de un barcito, en la espesura de un baño público, por ahí recorre como tejiendo nuestra historia desviada. ¿Qué es lo que se olvida y qué es lo que permanece en nuestra memoria?</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Hay momentos dolorosos que aunque sean significativos, una parte nuestra decide olvidar. La memoria entonces se transforma en un ejercicio constante, en un esfuerzo, en una disciplina, en un arte. Hay un gesto, un momento, un instante en que un niño trolizón decide que aquel volante que encontró de una agrupación gay anónima</span><span style="font-weight: 400;"> en un baño público a los 13 años y se metió al bolsillo era un tesoro y no basura. Y sin saberlo comenzaría un largo recorrido por la memoria y la mariconez. ¿Por qué recordamos lo que recordamos?</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">El trabajo de Juan Queiroz respecto al archivo es trabajo de hormiga tejedora, pero es también un trabajo de amor y ternura. Y no la ternura pensada como una estética artificiosa representada por un oso de peluche con collar de púas o texturas blandas y colores pasteles. No. Juan plantea una ternura que es capaz de ver en lxs otrxs heridas y no enemigos, de ver historias y no excusas, de ver personas y no posibles formas de reeditar la muerte o la vida de un otrx.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Escondida en mi madriguera durante la pandemia le abrí mi ventana, a él que genuinamente veía en mi trabajo una belleza que en ese momento ni yo mismo podía ver del todo.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hablamos durante horas a kilómetros y metros de distancia, sin habernos tocado.&nbsp; Hablábamos sobre el trabajo del archivo, sobre su historia, sobre la mía, sobre mi abuela y la suya, los cafés en Belgrano y las misas en Estación Central, las estampitas de santos, las revistas pornográficas de los 80, las </span><strong>Nexo</strong><span style="font-weight: 400;"> de los 90, las teteras, nuestros amores, los miedos al contagio, los otros contagios, sobre Chile y el FLH, sobre la Lola Puñales,</span><span style="font-weight: 400;"> sobre la Hugo,</span><span style="font-weight: 400;"> sobre Bianca, sobre nuestro mundo, sobre la casa en calle Paraná, sobre la malvadisima trinidad de Eros, sobre Natalí.</span><span style="font-weight: 400;">&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Natalia Sedova era la esposa de Trotsky, pero también el nombre de guerrilla de Marcelo Benítez. Juan habla de Marcelo con amor, le llama Natalia, Natalí, y abre heridas que muchas mariconas compartimos. ¿Con qué revolución soñaba Benítez, tan hosca y compleja, en sus últimos años?</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">El 20 de julio del 2022 Juan Queiroz llamó a Marcelo Benítez para desearle un feliz día del amigo. Pero Marcelo no le contestó.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El día anterior habíamos estado hablando sobre qué hacer con las imagenes de maricones anónimos tomadas por médicos, policias y psiquiatras.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hablamos acerca del humor como sobrevivencia. La fotografía también como otra forma de sobrevivir en el tiempo, posando como la diva que se les prohibió ser.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">—Pero desde el punto de vista del archivo: ¿no es poco ético? —me pregunta Juan—. Estoy un poco en contradicción porque las fotos de las UMAP,</span><span style="font-weight: 400;"> son de maricas que están posando, pero fueron sacadas en un contexto de horror, están posando y riéndose, pero es un poco fuerte, viste.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">¿Y qué hacemos con esas fotografías? ¿Qué hacemos con esas historias en este contexto en que estamos plagadas de imágenes?&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Esa es la primera de muchas&nbsp; preguntas que nos plantea Juan sobre ética y humanidad en el archivo.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Una pregunta con una profunda carga de humanidad. Que nos hace al menos parar un segundo y revisar nuestras prácticas archivísticas. Hasta hoy no tengo una respuesta, tal vez no es necesario tenerla del todo.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan vuelve a llamar a Marcelo, pero nadie responde. Rápidamente, Juan se pone un abrigo y maneja rápido para llegar a Avellaneda.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Muchas veces Juan me habló de Marcelo, como quien habla de una tía a la que cuida. </span><span style="font-weight: 400;"><br></span><span style="font-weight: 400;">Una tía a la que todas las demás sobrinas dejaron de ver, pero ella insiste en visitarla, en conversar con ella, en llamarla para los días especiales, porque aunque el orgullo se lo impida decir, a esa tía algo huraña le importan esos detalles, y mucho.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan es quien busca en los álbumes familiares y rescata las fotos de aquella tía que nadie recordaba. Que los demás la consideraban la tía que es solita, no ven que ella es solita. Juan busca en esas historias un rescate propio, es capaz de ver un tesoro, árbol y semilla en donde otros solo ven papeles sucios.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan le hablaba a Marcelo de mí, como le hablaba de la Bellucci, de Ivana, de Bianca o de Mil.</span><span style="font-weight: 400;"> Con una familiaridad que se ve pocas veces. Que no está sujeta a afectos ficticios vestidos de intereses financieros o de acumulación de capital simbólico, académico o social.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan ha sabido abrazar a todas estas incómodas, mujeres y mariconas tan distintas pero que tienen en común el margen sucio de una ventana mal cerrada, todas esas que estamos siempre a punto de ser olvidadas. Eso hace Juan. Un archivo de vida y no de panteón.&nbsp; No espera que alguien haya muerto para interesarse en él. Juan hoy no está aquí, pero es el único de todos nosotros que estuvo con Marcelo.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Desde que murió su mamá, Marcelo vivía sola en la misma casa en la que creció. Ahí fue donde se reunió tantas veces la malvadísima trinidad de Eros, me cuenta Juan.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan conoce cada esquina de Buenos Aires, conoce cada rayado en el muro, cada papelito callejero con el número de una puta, cada historia que se esconde entre los&nbsp; zaguanes y las cunetas.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">—Querida, mirá: aquí en este edificio se hacían reuniones del FLH.&nbsp;&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Miramos hacía dentro con la esperanza de volver en el tiempo y ver entrar a las maricas entre risas clandestinas.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">—En esta esquina repartieron volantes en febrero del 73 —me dice Juan afuera del Florida Garden.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">—En ese bar nos íbamos con Bianca y todas las maricas a desayunar algo después de Bunker.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Wanda o Vanda es el nombre de un género de orquídeas nativas del sudeste asiatico. También es el nombre que Bárbara Bianca LaVogue le puso a Juan Queiroz una noche en el bar El Olmo en la esquina de Santa Fe y Pueyrredón, hace más de 25 años.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Me gusta recorrer la ciudad con Juan y sentir que Buenos Aires aún no se acaba, que sigue aún más allá de sus fronteras. Que existen subterráneos que aún no se han abierto, esperando quien encuentre sus tesoros.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan llegó a la casa de Marcelo por primera vez luego de verlo en el documental</span><strong> Rosa Patria</strong><span style="font-weight: 400;">, de Santiago Loza. Natalia apareció de espaldas a la cámara de su amiga Rosa,</span><span style="font-weight: 400;"> eran sus nombres de guerrilla.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En ese momento algo conectó la historia de Juan con aquella marica de voz metálica entre penumbras. Juan la buscó y la buscó hasta que la encontró perdida entre cientos de libros comidos por las polillas, periódicos viejos y recuerdos de su madre, el sexo y la política.&nbsp; Parecía una flor marchita en la estepa rusa.&nbsp; Pero, desde ese momento, Juan la regó y cuidó, sacó la maleza y se sentó con ella todos los fines de semana durante mucho tiempo. Y florecieron juntas: Wanda comenzó de a poco a reconocerse como un investigador, y a valorar el trabajo de años, y Natalia volvió a ser un lirio rojo del valle en lo alto de su montaña.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Juntas descubrieron que aquel vínculo ya existía, que ya hacía años un verano del 84 Wanda había leído a Natalia, “El homosexual y la familia”, en la revista </span><strong>Diferentes,</strong><span style="font-weight: 400;"> y algo le había atravesado su corazón de marica adolescente. En aquel texto Marcelo hablaba sobre cómo la familia heterosexual solía reaccionar frente a la salida del </span><em><span style="font-weight: 400;">closet</span></em><span style="font-weight: 400;"> de un hijo homosexual, y fueron esas palabras las que le dieron fuerza para enfrentar a su familia con la noticia.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan llegó a la casa de Marcelo y la encontró desvanecida en el piso. Con el mate frío en la mesa y el azúcar en el suelo como si fuesen un último ritual.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Tantas veces las mariconas viejas bordan con telarañas sus miedos, y se preguntan quién se acordará de ellas si un día no despiertan más.&nbsp; Juan, aquel día del amigo se acordó.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hay tantas y tantas maricas que han sido borradas y condenadas al ostracismo o al olvido como Marcelo, como la Hugo, Juan Carlos Vidal</span><span style="font-weight: 400;"> o la Flor de Siria.</span><span style="font-weight: 400;"> Y a todas ellas Juan les ha dado la dignidad, la ternura y el cuidado que merecen en nuestra historia.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Juan Queiroz tomó la memoria de Marcelo Benítez y la plantó en tierra fértil, antes que los jotes persiguieran el olor de la muerte. En su cuerpo plantó una semilla y esa semilla brota para que hoy Marcelo siga vivo entre nosotros.</span></p> Pabli Yasser Balcazar Abu-Abbarah Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 39 41 El tiempo del VIH/sida en la CHA: https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/946 <p><span style="font-weight: 400;">Este artículo analiza cómo la emergencia del VIH/sida redefinió las trayectorias activistas de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) entre 1985 y 1991. A partir de fuentes de archivo y entrevistas, se reconstruye un período inicial atravesado por incertidumbre biomédica y falta de consensos estratégicos. Un testeo masivo realizado en 1987 junto al Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad (CETIS) generó tensiones internas: problemas de confidencialidad, desacuerdos sobre cómo abordar la enfermedad y el impacto de numerosos diagnósticos positivos provocaron una profunda crisis institucional. Esto derivó en la campaña STOP SIDA, que promovió nuevas prácticas de cuidado centradas en la erotización del preservativo. El artículo analiza su área de prevención, los materiales producidos, su circulación y alcance. Lejos del pánico moral o la restricción sexual, la CHA elaboró un discurso afirmativo del deseo y la sexualidad, el llamado “sexo creativo”, inscribiéndose así activamente en los debates locales sobre el </span><em><span style="font-weight: 400;">safe sex</span></em><span style="font-weight: 400;">.</span></p> Memi Martínez Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 43 57 10.47195/946 Historia de un libro https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/947 <p><span style="font-weight: 400;">En el presente trabajo se analiza el itinerario de una obra histórica altamente significativa: la </span><strong>Historia de la Revolución Rusa</strong><span style="font-weight: 400;"> de Lev Trotski. Se reseña brevemente el contexto de su producción y de sus primeras traducciones al inglés y al francés. Luego, se focaliza en tres momentos de su recepción: España en los años treinta, con la emergencia de una nueva generación de editores y traductores, en especial, las figuras de Rafael Giménez Siles y Andreu Nin; Argentina en los cincuenta y sesenta, alrededor de los nacientes movimientos trotskistas y la figura aglutinante de Jorge Abelardo Ramos; Chile en los primeros setenta, durante la vertiginosa acción editorial de Quimantú, el sello creado por la Unidad Popular.</span></p> <p>&nbsp;</p> José Luis de Diego Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 69 72 10.47195/947 Lo que cae entre manos https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/948 <p><span style="font-weight: 400;">Este artículo se interesa por la lectura, en tanto práctica cultural específica protagonizada por las clases trabajadoras de Córdoba a mediados del siglo XX (1940-1970). Recuperando aportes clásicos y desarrollos recientes de la historia social y cultural, busca establecer los contornos, contenidos y modalidades de vinculación con el mundo escrito –desde materiales de ficción hasta periódicos locales– que sectores obreros desplegaron en un período determinado de su historia. A partir de un conjunto heterogéneo de fuentes –entrevistas orales, autobiografías, documentos personales, publicaciones periódicas, una encuesta de la época– y siguiendo algunos itinerarios individuales, procura adentrarse lo más posible en esa zona de la experiencia cultural que, casi por definición, transcurrió (y transcurre) sin dejar huellas directas. La atención, por tanto, no está puesta en un análisis textual de materiales impresos específicos, sino en ese espacio intersticial en el que operan las “mediaciones” de la cultura obrera y popular: la infancia; la vida cotidiana, el trabajo y el hogar; como así también cierto universo de ideas y expectativas que pudieron haber impreso a la práctica lectora cierto sentido </span><em><span style="font-weight: 400;">de clase</span></em><span style="font-weight: 400;">.&nbsp;&nbsp;</span></p> Camila Tagle Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 73 89 10.47195/948 Nueva Imagen (1976–1983), una editorial argentina en México https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/949 <p><span style="font-weight: 400;">El artículo reconstruye la dinámica de formación y ascenso de la editorial Nueva Imagen en México, entre 1976 y 1983. Fundada por Guillermo Schavelzon y Sealtiel Alatriste, en siete años publicó más de doscientos títulos y algunos de sus éxitos comerciales superaron la décima reimpresión. En paralelo a sus éxitos de mercado, desplegó una política de coedición con instituciones del campo académico local, se vinculó con grupos culturales del exilio sudamericano, editó sus producciones y apoyó el relanzamiento de algunas de sus revistas. ¿Cómo fue posible este breve pero vívido capítulo editorial? Para responder a la pregunta, el artículo revisa la trayectoria mexicana de Schavelzon y explora la fisonomía bifronte, entre el mercado y formaciones intelectuales, que adoptó Nueva Imagen con el transcurrir de sus publicaciones. El artículo argumenta que el capítulo mexicano de Schavelzon preservó y potenció un rasgo clave de su formación editorial argentina: el vínculo cultural, a través de la mediación comercial, con formaciones intelectuales emergentes. A partir de un capítulo editorial singular, el trabajo explora las aristas editoriales de un momento de reorganización hegemónica y, al mismo tiempo, repone conexiones poco transitadas al interior del exilio sudamericano en México.</span></p> Facundo Nahuel Altamirano Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 91 102 10.47195/949 El archivo personal de José Luis Mangieri en el CeDInCI https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/955 <p><strong>Archivos y Colecciones Particulares</strong></p> <p><br><br></p> <p><strong>El archivo personal de José Luis Mangieri en el CeDInCI</strong></p> <p><br><br></p> <p><span style="font-weight: 400;">Los papeles personales conservados de José Luis Mangieri (1927-2008), donados en 2009 al CeDInCI por sus hijos Pablo Martín y Silvia Andrea, dan testimonio acabado de su vida en tanto militante político, editor de los principales autores que constituyeron la biblioteca de la Nueva Izquierda y de la nueva poesía argentina, divulgador de la nueva poesía rusa, francesa y catalana, imprentero (habiendo aprendido los rudimentos del oficio con Manuel Gleizer, fundó en 1965 los Talleres Gráficos Schmidl), periodista —en la revista </span><strong>Argentina-URSS</strong><span style="font-weight: 400;">; los diarios </span><strong>Crítica</strong><span style="font-weight: 400;">, </span><strong>Democracia</strong><span style="font-weight: 400;"> y</span><strong> El Popular</strong><span style="font-weight: 400;">, el semanario</span><strong> Extra—</strong><span style="font-weight: 400;">, fundador de importantísimas editoriales —Horizonte, La Rosa Blindada, Ediciones Caldén, Ediciones del Siglo, Libros de Tierra Firme, Ediciones del 80—, integrante de jurados literarios (desde premios municipales al Premio Casa de Las Américas), ocasional crítico de artes visuales debido a su sostenida amistad con artistas vernáculos como Norberto Onofrio y Carlos Gorriarena, viajero en la República Popular China en los albores de la Revolución Cultural, poeta, director de revistas político-culturales como </span><strong>Por </strong><span style="font-weight: 400;">y </span><strong>La Rosa Blindada</strong><span style="font-weight: 400;">, esposo de la arquitecta y traductora Juana “Cuca” Karasik y la investigadora norteamericana Lea Fletcher, propulsor de formas de asociación horizontales y democratizantes entre escritores (como la “Nueva Entidad de Escritores” del año 2000), vecino y asambleario del Barrio de Floresta en el contexto del llamado “Argentinazo”.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El archivo personal de Mangieri, con ocho metros lineales de extensión, fue clasificado en ocho secciones: “Correspondencia”, “Escritos”, “Actividad editorial”, “Fotos”, “Actividad en revistas”, “Programas” (catálogos de arte y programas de eventos literarios y musicales), “Prensa” y “Documentación personal”. Resguardado en 63 cajas libres de ácido, fue inventariado por unidad de conservación y se encuentra hoy disponible a la consulta.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La sección “Correspondencia” —integrada por más de mil trescientas misivas recibidas, emitidas y de terceros a terceros— puede ser de gran valor para aquellos investigadores interesados en reconstruir determinadas redes de sociabilidad e intercambio entre poetas, intelectuales y traductores argentinos entre la década del cincuenta y los primeros años del siglo XXI.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La sección “Actividad Editorial” seguramente interpelará a aquellos estudiosos de la historia del libro y la edición en un sentido amplio, ya que habilita no sólo el examen material de los diversos procedimientos de impresión a lo largo del tiempo (de la película de acetato al papel vegetal; de las tapas de confección artesanal a la manera de un collage plástico a su impresión offset) sino también el análisis de proyectos y catálogos editoriales.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Es posible que del cotejo pormenorizado de los textos que integran la subserie que hemos denominado “Escritos literarios [poemas] inéditos de autoría de Mangieri” con aquellos que integran sus dos poemarios publicados permita aumentar el corpus de este poeta —discreto, frugal—, cuya producción lírica estaría no obstante a la altura de los grandes poetas&nbsp; de su generación publicados por él, como Juan Gelman y Leónidas Lamborghini.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A continuación, reproducimos la entrada biográfica realizada por el investigador de CONICET Emiliano Tavernini para el </span><strong>Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas </strong><span style="font-weight: 400;">a partir de la consulta exhaustiva de los papeles personales de Mangieri y la transcripción anotada de 29 piezas de su correspondencia.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><strong>Virginia Castro</strong></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">(CeDInCI/ UNSAM)</span></p> Virginia Castro Derechos de autor 2025-08-20 2025-08-20 25 103 103 José Luis Manigieri https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/956 <p>&nbsp;</p> <p><strong>Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas&nbsp;</strong></p> <p><strong>José Luis Mangieri: entrada biográfica&nbsp;</strong></p> <p><br><br></p> <p><strong>Emiliano Tavernini</strong></p> <p>&nbsp;</p> <p><em><span style="font-weight: 400;">MANGIERI, José Luis</span></em><span style="font-weight: 400;"> (seudónimos: Ulrico, Cauli, Macho, Giuseppe) (Buenos Aires, Argentina 14/12/1924 – Buenos Aires, Argentina 1/11/2008)</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hijo de Ángel Rafael Mangieri, anarquista, empleado municipal y ayudante de veterinaria, y Herminia María Di Muro, ama de casa. Nació y vivió hasta los 10 años en un conventillo de Parque Patricios ubicado en la calle Salcedo entre 24 de Noviembre y Sánchez de Loria. En 1935 la familia se asentó en el barrio de Floresta, en la que sería su casa de casi toda la vida, Mercedes 936. En el mismo barrio realizó estudios secundarios en el Colegio n° 9 “Justo José de Urquiza”.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En la Universidad de Buenos Aires cursó tres años de la carrera de Odontología, entre 1944 y 1946, donde fue compañero de estudios de José Fondebrider. En esa época vivió la bohemia porteña junto con sus amigos, el pintor Domingo Onofrio y el poeta Néstor Groppa (Leandro Álvarez), quien más tarde formaría parte de la Asociación Cultural “Tarja” de San Salvador de Jujuy. En 1947 salió sorteado para realizar el servicio militar obligatorio en la Compañía de Comunicaciones de Campo de Mayo. Como se negó a obtener el grado de subteniente de reserva, debió permanecer 18 meses en la dependencia. Cuando retorna a su casa, decide abandonar la universidad y se traslada a Bariloche, donde desempeña distintos trabajos manuales, entre ellos, pintor de brocha gorda.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Regresa a Buenos Aires en 1953 y a instancias de su amigo, el dramaturgo Andrés Lizarraga, se afilia al Partido Comunista Argentino (PCA). Desde entonces y hasta 1959 se desempeñó como redactor, corrector y coordinador de la sección cultural en la segunda época de la revista </span><strong>Argentina-URSS, </strong><span style="font-weight: 400;">órgano del IRCAU (Instituto de Relaciones Culturales</span> <span style="font-weight: 400;">Argentina-URSS), institución en la que tuvo una activa participación en la fundación y en el sostenimiento de vínculos con las filiales del interior: Rosario, Córdoba, Tucumán, Mendoza, Bahía Blanca y Mar del Plata. En dicho espacio, dirigido por Berta Perelstein, fue compañero de trabajo del artista plástico Bartolomé Mirabelli, diseñador de Manuel Gleizer Editor en su primera etapa (1924-1945), quien le transmitió valiosos conocimientos adquiridos en el trabajo de edición.&nbsp; </span><span style="font-weight: 400;">A comienzos de la década de 1950 conoce en el PC a la arquitecta y traductora Juana “Cuca” Karasik, con quien contrajo matrimonio. Fruto de esta relación tuvo dos hijos, Pablo Martín (1959) y Silvia Andrea (1960).</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Entre 1958 y 1959, co dirigió su primera publicación </span><strong>Por…</strong><span style="font-weight: 400;">, junto con Floreal Mazía y Roberto Salama (creador en 1950 de </span><strong>Cuadernos de Cultura</strong><span style="font-weight: 400;">, órgano de la Comisión de Cultura del partido), que llegó a publicar sólo dos números, pero contó con la colaboración de distinguidos intelectuales como Carlos Astrada, Julio Huasi ► (Julio Ciesler), Leónidas Barletta, Ezequiel Martínez Estrada y Gregorio Weinberg, entre otras figuras relevantes de la cultura, muchas veces “compañeros de ruta” o simplemente independientes.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A fines de los Cincuenta, también comenzó a realizar trabajos como corrector para los diarios </span><strong>Crítica</strong><span style="font-weight: 400;"> (1913-1962) y </span><strong>Democracia</strong><span style="font-weight: 400;"> (2da época) (1958-1962), y más tarde para el semanario </span><strong>Extra</strong><span style="font-weight: 400;"> (1965-1989), que dirigía el periodista Bernardo Neustadt, donde conoció a Francisco “Paco” Urondo, quien entonces era redactor. Esta labor la alternaba con la corrección de libros para EUDEBA (Editorial Universitaria de Buenos Aires), sello dirigido entonces por Boris Spivacow. Por intermedio de su amigo el artista gráfico Oscar Díaz formó parte desde 1960 del grupo nucleado en torno a la Serie del Siglo y Medio, dirigida por Horacio Achával.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Las redes de sociabilidad del Partido, y en especial de </span><strong>El Popular </strong><span style="font-weight: 400;">(1963-1964), donde también fue redactor, corrector y responsable de la sección cultural, fueron muy importantes en la trayectoria de Mangieri. Este periódico, dirigido por Ernesto Giudici, era un órgano del PC alternativo a </span><strong>Nuestra Palabra</strong><span style="font-weight: 400;"> (1950-1973), el periódico partidario oficial que por entonces se distribuía de manera clandestina, debido a la cancelación de la personería jurídica del PCA en 1959. Varios de los integrantes de esa publicación, como Andrés Rivera, Estela Canto, David Oberlaender y Luis Sicilia compartieron militancia con Mangieri en el Sindicato de Prensa, donde fue electo secretario de prensa por la Lista Marrón, encabezada por Eduardo Jozami, entre 1964 y 1966.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1959 fundó la editorial Horizonte, que como buena parte de los proyectos editoriales de Mangieri, alternó la poesía con el ensayo político. Dentro de la Colección Liberación publicó traducciones de Roger Garaudy, John Lewis, Ho Chi-Minh, Mao Tse-Tung y Vo Nguyen Giap. Tres años después, en 1962, fundó con el linotipista, poeta y ensayista Carlos Alberto Brocato, </span><span style="font-weight: 400;">una colección de poesía para Ediciones Horizonte, que enseguida se transformaría en la editorial La Rosa Blindada, un nombre que homenajea al poemario del mismo nombre de Raúl González Tuñón</span><span style="font-weight: 400;">,</span><span style="font-weight: 400;">&nbsp; que apadrina el proyecto poético editorial. Brocato y Mangieri publican una serie de plaquetas y luego pequeños libros de poesía que en principio venden por fuera del circuito comercial, mediante suscripción anticipada entre amigos, colegas y camaradas, y también de mano en mano, de forma militante, en eventos públicos. El entonces librero Abel Langer y Pedro Sirera, dueño de la librería Lorraine, se encargaban de esta tarea. La Rosa Blindada edita obras de Raúl González Tuñón, Marcos Ana y Luis Alberto Quedada, así como también a los poetas de la nueva generación argentina, como Juan Gelman y Juana Bignozzi.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Durante su primera etapa (1962-1966) el sello tuvo otras tres colecciones: Pago Chico (narrativa), El Gigante Amapolas</span> <span style="font-weight: 400;">(teatro) y Los tiempos nuevos (ensayos). El plan editorial para los primeros títulos estaba influenciado por el sistema de distribución de Eudeba, y se organizaba en series de 4 libros que se ofrecían envueltos en una faja de papel. En la primera serie, Mangieri publicó su primer y único poemario, </span><strong>15 poemas y un títere</strong><span style="font-weight: 400;"> (1962).&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El 15 de abril de 1963 fue detenido en un allanamiento al Sindicato de Prensa y recluido durante tres meses y medio en el Pabellón 3 del Destacamento de Río Bamba. A raíz de esta experiencia, participó con poemas en el volumen </span><strong>Traigo una voz encarcelada</strong><span style="font-weight: 400;">, publicado por el Movimiento por la Legalidad Democrática (MOLDE) que se proponía denunciar la ilegalidad del Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes). El libro contó con prólogo de Giudici y la participación de Hugo Acevedo, Carlos Alberto Burgos, Juan Gelman y Norberto Vilar, entre otros.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Con posterioridad, el sello editó la revista político-cultural </span><strong>La Rosa Blindada</strong><span style="font-weight: 400;"> (1964-1966), con Raúl González Tuñón como director honorario y una serie de EPs y LPs con el sello Ediciones Fonoeléctricas de La Rosa Blindada (1964-1966). Además de relatos y poemas, la revista publicó algunos textos emblemáticos de Ernesto “Che” Guevara, John William Cooke, Oscar Terán, Carlos Olmedo y León Rozitchner, entre muchos otros.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Cabe destacar que en 1964 la red de artistas y poetas reunidos en torno a la revista fueron expulsados o bien se alejaron del Partido Comunista, orientándose hacia otras expresiones políticas de la “nueva izquierda” cercanas a la Revolución Cubana, la Revolución Vietnamita y al maoísmo. Brocato, que era codirector, se retira de la revista tras la aparición del número 7, por disidencias con el giro guevarista.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Mangieri formaba parte entre 1966 y 1967 de la pequeña red argentina de apoyo a la experiencia al Ejército de Liberación Nacional (ELN), el movimiento guerrillero que lideraba Ernesto “Che” Guevara en Bolivia. Aunque siempre se mantuvo en secreto, Mangieri formó parte del pequeño grupo que se reunió clandestinamente con Guevara en Buenos Aires, hacia septiembre u octubre de 1966, cuando este se dirigía a Bolivia.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A partir del fracaso de la experiencia guerrillera en Bolivia, Mangieri se vinculó de manera inorgánica a Vanguardia Comunista, a través de su amigo Emilio Jáuregui, asesinado por la policía el 27 de junio de 1969 en el marco de la visita de Nelson Rockefeller al país.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1965 inauguró la librería La Rosa Blindada, en la Galería Apolo de la Avenida Corrientes y junto con Juan “El Tata” Cedrón y Roberto “Tito” Cossa el Bar Gotán, que funcionaba como Centro Cultural. Ambos espacios se convirtieron en punto de referencia de la red de artistas e intelectuales nucleados en torno a la editorial. Ese mismo año el editor también fundó los Talleres Gráficos Schmidel (Cosquín 1172), que no solo imprimía las publicaciones de La Rosa Blindada sino también la mayoría de los libros de Siglo XXI, de la editorial de la Editorial La Biblioteca, de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, los Cuadernos de Pasado y Presente (1968-1983) y la revista </span><strong>Cristianismo y Revolución</strong><span style="font-weight: 400;"> (1966-1971). En este taller se imprimieron en 1970 las </span><strong>Resoluciones del V Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores </strong><span style="font-weight: 400;">y en cuyo frente cultural se integró Mangieri, sin una estricta organicidad, hasta 1976. El editor conocía a la familia Santucho de la época en la que recorría las provincias con el IRCAU, y las librerías Aymara y Dimensión, de Francisco René Santucho, eran un punto de venta importante de lo publicado en todos sus proyectos editoriales.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1966 recibió una invitación de la República Popular China para conocer dicho país, a modo de retribución por haber editado las obras de Mao Tsé-Tung y Vo Nguyen Giap. Viajó durante dos meses con el escritor Andrés Rivera por el país asiático, visitando fábricas, entrevistándose con intelectuales y representantes de la cultura. Al regresar, mediante una gestión del mismo gobierno, ambos realizaron una estadía de un mes en París. Allí, conoció al librero y editor Françoise Maspero, de quien tomó algunos títulos de su catálogo para publicar en Argentina.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A su regreso se separa de “Cuca” Karasik y en 1967, junto con Jorge y Alberto Gurbanov funda Ediciones Caldén, sello que editó tres colecciones: Proceso, especializada en historia y dirigida por León Pomer; El hombre y su mundo, dirigida por Oscar Del Barco, especializada en las teorías de la escritura y El narrador y su tiempo, abocada a la literatura. Hasta el golpe cívico-militar de 1976 le dio continuidad a este sello, junto con la segunda etapa de </span><strong>La Rosa Blindada</strong><span style="font-weight: 400;"> (1967-1976) y Ediciones del Siglo</span> <span style="font-weight: 400;">(1969-1976), sello alternativo donde publicó varias obras de cultura marxista —León Trotsky</span><span style="font-weight: 400;">, Rudi Dutschke, Wilhelm Reich, Ernest Mandel</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> que excedían los límites de la biblioteca comunista.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1970 tradujo algunos poemas de Eugueni Evtuchenko para la </span><strong>Antología de la poesía rusa del siglo XX, </strong><span style="font-weight: 400;">del Centro Editor de América Latina. El mismo año, sufrió un allanamiento en la casa familiar de la calle Mercedes donde todavía vivía su madre y efectivos de la Dirección de Informaciones Policiales (DIPA) incautaron su biblioteca personal y parte del depósito de La Rosa Blindada. Parte del material fue incinerado en el Corralón de Floresta. Mangieri publicó una solicitada denunciando la persecución en el n° 12 de la revista </span><strong>Los Libros</strong><span style="font-weight: 400;">.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Durante la última dictadura no partió al exilio, vivió en la semiclandestinidad, siempre en su antigua casa de la calle Mercedes, y continuó realizando trabajos de diseño, corrección y gestión editorial para casas reconocidas como Siglo XXI o Escrituras Milá de la A.M.I.A.; o bien tareas, junto con Rubén Naranjo, de edición, corrección y armado para sellos clandestinos de distintas imprentas: Editorial Sol de Buenos Aires y Editorial La Mandrágora, especializadas en New Age y budismo zen, Editorial Fundamentos, especializada en psicología; Ediciones del Mediodía, Barros Merino y Editora del Ángel, con catálogos enfocados en literatura universal.</span> <span style="font-weight: 400;">Esta actividad se superponía con el trabajo de edición para el sello de la librería que había instalado para su ex esposa</span><strong>, </strong><span style="font-weight: 400;">Finnegan 's (1979-1985), en una galería de la avenida Santa Fe, n° 2733.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1977 uno de los sellos creados para el mercado ilegal, Nueva Caledonia, se transforma en Ediciones Simbad, y su catálogo es destinado principalmente a la exportación a España. Estos proyectos fueron el origen de Libros de Tierra Firme</span> <span style="font-weight: 400;">(1977-2008) y de Ediciones del 80</span> <span style="font-weight: 400;">(1980-1987), proyecto codirigido con</span> <span style="font-weight: 400;">Jorge Boreán y Enrique Butti. En 1980 también inicia una colección “El hombre y su mente” dentro del sello Homo Sapiens (1980-1983) que recuerda a los títulos de Ediciones Caldén.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La colección insignia de Libros de Tierra Firme fue “Todos Bailan” (1983-2008), especializada en poesía argentina y latinoamericana, que editó aproximadamente 350 títulos. Además, el sello contó con otras colecciones: “Crítica y Arte”; “Textos</span><strong>”, </strong><span style="font-weight: 400;">dirigida por Raúl Ageno y especializada en pedagogía, “Personæ” co dirigida con Jorge Fondebrider y especializada en poesía latinoamericana y europea; “Poetas de Hoy”, que consistía en antologías de poetas argentinos —menores de 50 años— en actividad, acompañadas por estudios críticos y entrevistas; la colección de narrativa “Los oficios terrestres”, dirigida por Lea Fletcher y la colección de teatro “Babilonia”, dirigida por Beatriz Mosquera.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Entre 1984 y 1985, junto con Martha Fernández, dirige la revista </span><strong>Democracia Sindical</strong><span style="font-weight: 400;">, órgano de articulación de los Centros de Formación Sindical que inspiraba el sindicalista Alberto Piccinini, que a su vez se ligaba al Centro de Estudios Sindicales y Sociales, fundado en 1977 por los sindicatos de la CGT autodenominados “los 25”.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1985 realiza un viaje con su pareja, la investigadora norteamericana Lea Fletcher, que lo lleva a París, Barcelona y Amsterdam, donde establece contacto con varios de los poetas exiliados que fueron publicados a lo largo de los primeros 40 números de la colección “Todos Bailan”. En 1988 Lea Fletcher funda la revista </span><strong>Feminaria </strong><span style="font-weight: 400;">y Mangieri aporta sus conocimientos gráficos para llevar adelante el proyecto, así como Feminaria editora</span> <span style="font-weight: 400;">(1992-2007). La revista se convierte en una publicación de sello, dado que promueve e indaga en el catálogo femenino de Libros de Tierra Firme.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1987, junto con Gerardo Foia, organizó el Encuentro Nacional de Poesía Joven en el Centro Cultural General San Martín, donde se realizó la Bienvenida del regreso a Juan Gelman.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A fines de la década de 1980 acepta una serie de invitaciones de los espacios culturales comunistas, sin reintegrarse orgánicamente al Partido. Así, es nombrado vicepresidente 1º de la Cooperativa de trabajo y Bodega Cultural Liber/arte, cuyo presidente honorario era David Viñas. Desde allí organizó la Primera Feria del Libro de Poesía en octubre de 1990. En 1992 se vincula a los grupos de trabajo político-culturales del Frente Amplio de Liberación Nacional y Social (FRAL), impulsado por el PC, desde donde promueve el relanzamiento de la revista </span><strong>La Rosa Blindada</strong><span style="font-weight: 400;"> (que finalmente no se concretó) y la creación del VI Festival Internacional de Poesía.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A mediados de los noventa comienza a ser reconocida internacionalmente su labor en la edición de poesía y en 1995 es invitado, a instancias del poeta Henri Deluy, a participar en la Tercera Bienal de Poesía Internacional de Val de Marne en Francia, junto con Jorge Fondebrider y Daniel García Helder; mientras que en 1997, recibe una invitación de la poeta colombiana María Mercedes Carranza para participar en el VI Festival Internacional de Poesía de Bogotá.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 1998, a instancias de un grupo de jóvenes sociólogos de la UBA, vinculados al “Programa de investigación sobre el cambio social”, de Leandro Caruso, relanza el sello La Rosa Blindada, esta vez enfocado en la “cuestión nacional” y las memorias de la militancia revolucionaria. En 2002 participa como jurado del Premio Casa de las Américas de poesía junto con el poeta peruano José Watanabe, el colombiano Elkin Restrepo, el español Jorge Riechman y el cubano Norberto Codina. El mismo año comienza a participar en la Asamblea Barrial de Floresta que se había organizado con motivo de la Masacre de Floresta de diciembre de 2001. Fue director, hasta su fallecimiento, de la revista </span><strong>El Corralón</strong><span style="font-weight: 400;">, que tuvo como ejes centrales la memoria popular del barrio, los Derechos Humanos y la poesía.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En 2004 la Fundación Konex lo homenajeó con una Mención especial por su trayectoria en el campo de la edición. En 2005 es distinguido por la Fundación “El Libro” con un premio a la trayectoria, a la vez que el ensayista y cineasta Miguel Mazzeo estrena el documental </span><strong>La luna con gatillo</strong><span style="font-weight: 400;">, en el que reconstruye la experiencia de La Rosa Blindada. En 2007 fue distinguido como Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña y se divorció de Lea Fletcher, su compañera durante 26 años.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Con su salud muy deteriorada llegó a corregir las galeras de </span><strong>Poemas del amor y la guerra</strong><span style="font-weight: 400;">, una selección de sus poemas éditos, realizada por Jorge Fondebrider y Javier Cófreces. José Luis Mangieri falleció el 1 de noviembre de 2008 a los 83 años. A fines del año 2009 sus hijos donaron 63 cajas de su archivo personal y buena parte de su hemeroteca y biblioteca al Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas, donde actualmente se conserva.</span></p> Emiliano Tavernini Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 105 108 Utopías compartidas https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/957 <p><span style="font-weight: 400;">¿Cómo suenan las cartas de un poeta (y amigo de poetas)? ¿Y cómo son las de un editor?</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">De los casi cinco mil documentos conservados que constituyen el archivo personal de José Luis Mangieri, quizá lo más sobresaliente sean sus cartas, tarjetas y esquelas manuscritas y mecanografiadas, sus invitaciones, faxes y correos electrónicos impresos, en un arco temporal que va de 1947 a 2008. De manera subsidiaria, esta amplitud temporal (en la línea de Armando Petrucci en</span><strong> Escribir cartas: una historia milenaria</strong><span style="font-weight: 400;">), permitiría leer dichas piezas de correspondencia desde su crasa materialidad. En otras palabras: desde las variadas tecnologías -artesanías- que sus firmantes despliegan a lo largo de las décadas, y que hoy, lamentablemente, se han desvanecido en el aire.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Las voces asentadas en estas 1321 misivas —enviadas, recibidas y de terceras personas a tercerxs— permiten intuir las luces y sombras de la vida profesional de José Luis Mangieri, que fue, entre muchas cosas, un gran editor de los autores de la llamada “nueva izquierda” y con un rol señero en el ámbito de la poesía argentina entre las décadas de 1960 y 2000. Para Mangieri, la política editorial no sólo fue un posicionamiento político-militante, sino también una inflexión de la amistad.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Por lo mismo, la selección de 29 piezas de correspondencia que presentamos en este número de </span><strong>Políticas de la Memoria</strong><span style="font-weight: 400;"> desde el área de Archivos y Colecciones Particulares del CeDInCI tiene como figuras privilegiadas a Juan Gelman y Leónidas Lamborghini, dos poetas y amigos de Mangieri de larga data. En ellas gravitan las utopías compartidas y el exilio, el dilema irresoluble que significaron los indultos menemistas para la cúpulas de las organizaciones político-militares, la crisis económica de fines del alfonsinismo, la creciente importancia de un pequeño (pero entonces aún existente) sistema de premios literarios en nuestro país frente al resquebrajamiento del mercado editorial.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Las cartas dan noticia privilegiada de proyectos de edición concretados y futuros, pero también constituyen la única prueba empírica de la existencia de determinados textos desaparecidos (como es el caso de la enumeración de los trabajos que ocupaban a Rodolfo Walsh al momento de su secuestro que hace Gelman). Las cartas son también el espacio per se de entonaciones muy tiernas, pero también atroces. Su compañera, Lea Fletcher, le deja invariablemente brevísimas esquelas manuscritas, en las cuales reitera su amor. Pero otras cartas tienen como material adjunto misivas de terceros que aparecen reprografiadas, para que Mangieri se constituya en juez entre dos o tres de sus amigos que se han enemistado a muerte entre sí. Las tres cartas de su autoría que reproducimos dan cuenta de un tono muy particular al momento de corresponder: afectuoso, auto irónico, crítico (pero nunca beligerante).&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><strong>Virginia Castro&nbsp;</strong></p> <p><span style="font-weight: 400;">(CeDInCI/ UNSAM)</span></p> Virginia Castro Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 109 130 Presentación https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/958 <h2><strong>Dossier | Filosofía y transición democrática&nbsp;</strong></h2> <p>&nbsp;</p> <h2><strong>Presentación</strong></h2> <h2><strong>Filosofía y transición democrática</strong></h2> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Según sus protagonistas, el Tercer Congreso Nacional de Filosofía de 1980, que fue clausurado con un discurso de Videla, tenía objetivos profesionalizadores. Recordemos que contó con la participación de todo el arco teórico-político. Como resultado, más bien radicalizó todas las preguntas sobre los límites de la autonomización disciplinaria. Oscar Terán lo planteó en su momento de manera clara. El nuevo período de profesionalización de los estudios filosóficos tomaba como central la pregunta por la función social del intelectual-filósofo. Ya sea desde una filosofía latinoamericanista, un catolicismo conservador en retirada o desde una socialdemocracia profesionalizadora, distintos grupos, revistas e instituciones propusieron narrativas opuestas sobre este proceso de organización disciplinaria que dio lugar a la forma en la que se practica la filosofía hoy en día en el país.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Todos los frentes registraron modificaciones. La introducción de nuevos autores y </span><em><span style="font-weight: 400;">corpus </span></em><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">vinculados al estructuralismo, la filosofía analítica, el marxismo británico y el pragmatismo</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> fueron realizadas en su mayoría por revistas y periódicos independientes de las universidades. A su vez, el fuerte recambio de nombres en los claustros de profesores de las carreras de filosofía del país ubicaba al año 1983 en relación a otros períodos de renovación contundente, donde política y filosofía "se imbricaban hasta inficionar los más absurdos procesos burocráticos. En esta serie, años clave tan significativos de nuestra historia, como 1943-1946, o 1955-1956, o 1966, señalan otros momentos en los cuales los concursos docentes se aceleraron junto a renuncias que condensaron designaciones en puja, denuncias y relatos encontrados.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Momentos de fuerte politización como éste proyectan además tradiciones teóricas sobre planes de gestión universitaria y visibilizan la funcionalidad de muchos argumentos en relación a apuestas políticas. Claro que para poder dimensionar la serie de disputas intelectuales resulta necesario considerar un espacio académico distinto del presente. Al menos por dos motivos. En muchos momentos determinadas tradiciones de pensamiento llegaron a hegemonizar notablemente cargos y programas universitarios mediante sus vínculos con la política nacional y universitaria. Las distintas posturas filosóficas se veían involucradas así a proyectos culturales y políticos más amplios, de modo que no se trataba sólo de una discusión académica por financiamiento y prestigio dentro de los claustros. En buena medida además para cada una de las tradiciones en juego la necesidad de una profesionalización de la filosofía requería desprenderse de la tradición opuesta…</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hoy recuperada por testimonios, la política de los pasillos también proponía sus categorías. En cada caso, los detractores brindaban a los estudiantes vocablos jocosos a partir de las rivalidades. Si en la década del sesenta y el setenta, dividían a los profesores entre los “payadores del ser” y los “sacerdotes de la ciencia”, durante la década del ochenta estas categorías deducidas trascendentalmente politizaban de manera más directa los bandos. Frente al ingreso de los “abogados chantas” que enardecían a Carpio, los “metafísicos peronistas” se encontraban ahora en desventaja para luchar por cargos. Incluso la arqueología de esta instanciación del maniqueísmo filosófico en pugna podría ser rastreada aún más atrás.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Con todo, esbozar los horizontes históricos donde interpretar la politicidad intrínseca de los artefactos culturales, sus argumentos e inscripciones requiere una aproximación capaz de medir estas intervenciones bajo un telón adecuado según cada universidad. Con este objetivo, el trabajo de Carla Galfione y Paulo Martínez Da Ros parte de analizar la temporalidad que propone el nuevo acuerdo democrático en la Universidad Nacional de Córdoba. La propuesta se centra en el discurso filosófico y los programas de estudio para preguntarse cómo esa transformación político-institucional fue transitada en los marcos de la filosofía universitaria.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En un segundo momento, este </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier </span></em><span style="font-weight: 400;">se aboca a la recuperación de diagnósticos, recuerdos y testimonios de esta reorganización filosófica. Con esta preocupación, recuperamos tres intervenciones sobre la tradición análitica en el país. El trabajo de Federico Penelas atestigua la incomodidad de los dos primeros lectores y difusores locales de Richard Rorty. A partir de la desconfianza que despertaba este autor entre “analíticos” y “continentales”, el artículo destaca el interés por el neo-pragmatismo de Eduardo Rabossi, quien, además de ser uno de los filósosos análiticos más importantes del país, en la primera parte de la década del ochenta ejerció como Subsecretario de Derechos Humanos del primer gobierno postdictadura.&nbsp;&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Además publicamos las intervenciones de Diana Maffia y Alberto Moretti en el Mesa Redonda sobre la filosofía analítica en la Argentina realizada en el XV Congreso Nacional de Filosofía organizado por la Asociación Filosófica de la República Argentina en 2010; dos diagnósticos que circulaban asistemáticamente como apuntes y proponen una tarea de historización y polémica poco habitual. Sin abandonar su rigor, se trata de dos textos que se reconocen, uno, como “levemente panfletario” y, el otro, como “necesariamente sesgado”, en tanto abordan de frente los conflictos en pugna durante el período de transición. Agradecemos el interés de su autora y su autor en publicarlos de manera conjunta quince años después. Ambos resultan acercamientos centrales al derrotero del análisis filosófico en la Argentina y contribuyen a mapear el arco de antagonismos más amplio.&nbsp;</span></p> <p><br><br></p> <p><span style="font-weight: 400;">Lucas Domínguez Rubio&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">CeDInCI/ CONICET</span></p> Lucas Dominguez Rubio Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 131 132 Presentismo filosófico https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/951 <p><span style="font-weight: 400;">El artículo se detiene en el discurso filosófico que se reproduce en la carrera de filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba durante los años siguientes a la finalización de la última dictadura cívico-militar. La pregunta que lo organiza versa en torno a la temporalidad que se juega allí y se remite a los aportes de Lesgart y Rabotnikof, que atienden al lenguaje político de entonces. Reconociendo allí un quiebre en la concepción del tiempo, que ya no contempla la posibilidad de un futuro revolucionario y busca opciones de la mano de la valoración del presente como tiempo único, el artículo analiza el discurso filosófico preguntándose cómo es que esa transformación se transita en los marcos de la filosofía universitaria en Córdoba, en la que también se están operando cambios institucionales profundos. Se trata de pensar al tiempo bajo una doble acepción: por un lado, como objeto de construcción filosófica, y, por otro, como marco de las definiciones que la filosofía puede darse a sí misma.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El recorrido por los programas de las materias de la carrera de filosofía nos permite reconocer una singularidad en este contexto: la persistencia de una temporalidad escolástica que, entendemos, condiciona la novedad. De la mano de la filosofía analítica y de la filosofía posestructuralista, la temporalidad que la filosofía va desplegando en este tiempo de transición puede, efectivamente, ser leída como presentista, sin que ello suponga de manera directa una opción frente a la revolución.</span></p> Carla Galfione Paulo Martínez Da Ros Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 133 144 10.47195/951 Los primeros rortianos en la Argentina https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/960 <p><span style="font-weight: 400;">En este trabajo se presenta la irrupción de la obra de Richard Rorty en las interpretaciones de Alicia Páez y Eduardo Rabossi, quienes realizaron un trabajo pionero en la recepción en la Argentina del pensamiento del filósofo pragmatista estadounidense.&nbsp; Presento dicha recepción a su vez como parte de lo que me permito denominar como el “efecto Rorty”, aludiendo con ello a&nbsp; la apertura de la posibilidad de un diálogo crítico y tenso entre tradiciones filosóficas.</span></p> Federico Penelas Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 145 150 El análisis filosófico y la Universidad de las catacumbas https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/959 <p><span style="font-weight: 400;">Durante la década del ’70 Argentina soportó dos dictaduras militares y un período democrático violento y persecutorio en lo académico. En Filosofía se produjo un éxodo hacia la llamada “Universidad de las catacumbas”. La Sociedad Argentina de Análisis Filosófico fue un espacio de pensamiento crítico y de formación en disciplinas que no tenían aún expresión en la academia tradicional. Allí se debatió la filosofía política que luego nutriría la práctica democrática de la transición, y allí se gestaron las convicciones profundas de ética pública y derechos humanos que aún perduran.</span></p> Diana Maffia Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 151 157 Análisis filosófico, cultura y filosofía https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/961 <p><span style="font-weight: 400;">Con una noción amplia de cultura y una noción contemporánea de análisis filosófico, el presente artículo propone una breve reseña histórica del análisis filosófico en la Argentina para estimar su incidencia en la cultura y hacer una descripción crítica de la situación actual.&nbsp;</span></p> Alberto Moretti Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 159 165 Presentación https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/953 <p><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;">, de Alain Badiou, plantea una cuestión política e historiográfica de primer orden. El libro, aparecido en 2005, intenta, como lo dice Badiou en una conversación con Jean-Claude Milner unos años después (2012), hacer un “balance propio del siglo XX”, heterogéneo respecto al balance dominante.</span><span style="font-weight: 400;"> Se trata de que la contundencia de los hechos no asfixie al pensamiento, de realizar un movimiento en el terreno de la “política de la memoria” para retomar el nombre de la apuesta editorial que hoy generosamente nos acoge. Ante la evidencia de que la revolución ya no designa un planeta en el firmamento, es decir, de que la revolución ya no está en órbita, o incluso, permítasenos decirlo así, de que la revolución ya no revoluciona, conviene detenerse a pensar lo que la desaparición de ese planeta implica, las causas de su desaparición y las perspectivas que abre. Inmediatamente aparece una retahíla de&nbsp; preguntas. El vínculo entre revolución y comunismo: ¿es tan estrecho como parece? ¿La desaparición de uno de los términos implica la del otro? La política emancipatoria del siglo XX, ¿no deja ver ya, por cuenta propia, un vínculo problemático entre revolución y representación? ¿Se abriría, a partir de allí, un futuro nuevo para el comunismo?</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Pero tal vez convenga no avanzar tan rápido, ni tan recto. Detengámonos en algunas dificultades que suscita el párrafo anterior. La primera: ¿a qué se refiere Badiou con “el balance dominante” del siglo XX?&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Permitámonos una respuesta a quemarropa: a la moralización del pensamiento contemporáneo que cree, con Kant, que la moralidad del acto es un asunto de las intenciones, pero que, a diferencia del sabio de Königsberg, es bastante perezoso a la hora de sistematizar las máximas de su acción. El balance del siglo XX considera que las masacres del siglo, que antes nombramos como “la contundencia de los hechos”, se deben a las pretensiones desmedidas de un pensamiento intransigente, inclinado al desborde totalitario, y propone en su relevo, una forma de escepticismo diversificado (político, epistemológico, estético), una forma de “pensamiento débil”, que cree haber hallado la solución a la antinomia entre “política y violencia” en una forma institucional, la de la democracia parlamentaria. Badiou señala aquí las formas de la mala fe, o según la expresión más áspera que él mismo prefiere, las formas de la “complicidad abyecta”, que se concentran en esta moralización, la Europa opulenta no quiere saber nada e incluso dirige su dedo acusador contra el África saqueada durante siglos por ella misma.</span><span style="font-weight: 400;"> Este diagnóstico dominante es una forma de no comprender las masacres, que pueden describirse como “muertes infligidas a seres humanos”, pero no explicarse de ese modo. Las masacres tienen causas en políticas concretas y sólo pueden ser combatidas mediante otras políticas concretas. Dar razón de las masacres, apostar a su inteligibilidad, implica recuperar el pensamiento del siglo XX, reconstruir, y llegado el caso, formalizar, el pensamiento del comunismo, del nazismo y del imperialismo, ya que sólo así será posible juzgarlos y, acaso, evitar que sus devenires destructivos se repitan. Apostar a la inteligibilidad de las masacres implica entonces renegar de su inevitabilidad.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Badiou desarma así el estado del pensamiento contemporáneo que quiere que la indignación ante las masacres sea toda la reacción posible frentes a ellas, bajo la cobertura de la consideración de que un pensamiento riguroso acerca de las mismas es </span><em><span style="font-weight: 400;">imposible</span></em><span style="font-weight: 400;"> (de allí su momento escéptico) y </span><em><span style="font-weight: 400;">peligroso</span></em><span style="font-weight: 400;">, porque su carácter ilusorio o imaginario no le impide despertar pasiones, como el entusiasmo (</span><em><span style="font-weight: 400;">Schwärmerei</span></em><span style="font-weight: 400;">) de la razón, al que aludía Kant, presto a convertirse en una amenaza pública, a desembocar en el fanatismo político. El balance contemporáneo es revelado, a esta altura, como una salida en falso, ineficaz. No pensar las masacres implica exponerse a su repetición. Nuestro “Nunca más” y la larga zaga de disputas que ha suscitado merece sin dudas examinarse a la luz de estos cuestionamientos badiousianos.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Ahora bien, la definición de la política como el ámbito en el cual la muerte del adversario está fuera de campo presenta el inconveniente de restringirse al adversario reconocido y en consecuencia, recoger la herencia de cierto tribalismo, tal como lo asumió Rorty con su definición de la justicia como “lealtad ampliada”,</span><span style="font-weight: 400;"> es decir, ampliada en relación a una lealtad comunitaria originaria, concebida como una suerte de peculiar </span><em><span style="font-weight: 400;">a priori </span></em><span style="font-weight: 400;">fáctico. La apuesta por la inteligibilidad de las masacres, por su parte, antagoniza con esta concepción de la política y se entrelaza con otra, aquella que la concibe como el proceso histórico colectivo que correlaciona la igualdad y la libertad.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Sea como sea que uno defina a la política, la constatación de un hecho duro se impone: nada en la lucha política puede garantizar que los adversarios desistan de matar. Este hecho duro, del orden de “lo real” como diría seguramente Badiou, nos parece, junto con la constatación de que la presunta no barbarie está acoplada con la barbarie, un punto de partida ineludible en la reflexión política. En efecto, la luz que arroja deja claro que el “no matar” con el que Oscar del Barco sacudió a la intelectualidad de izquierda de nuestro país, más o menos simultáneamente a la publicación de </span><strong>El Siglo</strong><a href="http://www.apple.com/la"><strong>,</strong><span style="font-weight: 400;"> representa una salida imaginaria</span></a><em><span style="font-weight: 400;">.</span></em> <span style="font-weight: 400;">El subtítulo de la obra que compiló dicha controversia, “sobre la responsabilidad”, permite comprender por qué. Se trata de</span> <span style="font-weight: 400;">la imposibilidad de reducir la política a la ética. Cada vez que esa reducción se intenta, podemos estar seguros, desde el vamos, de su fracaso. De allí que hablemos de mala fe. La “inflación moral contemporánea” designa al pensamiento político que cree que puede abandonar las aguas turbulentas de la política a favor del refugio en la ética, en la responsabilidad, cosa que pudo vehicular por medio del expediente de una reflexión procedimental sobre la política, es decir, restringida a sus métodos y formas institucionales. Badiou, a través de modos que muchas veces son ásperos, quiere forzar a esta forma de pensar, nuclear en el balance dominante del siglo XX, a confrontarse con sus propios límites, con la irresponsabilidad de su responsabilidad.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Otra dificultad de nuestro párrafo inicial tiene que ver con la expresión “balance propio del siglo XX” y otras asociadas, como “pensar por propia cuenta”, que implican un “nosotros” cuya identificación en el paisaje contemporáneo no podemos presumir como obvia. “Nosotros” puede comprenderse de dos maneras, como haciendo referencia a un cuerpo colectivo, lo que Badiou llamaría un sujeto, “nosotros” designaría así a quienes pensamos conjuntamente una serie de tesis o de ideas, la hipótesis comunista por ejemplo, pero “nosotros” se puede usar también, evidentemente, de una manera distributiva, haciendo referencia a un conjunto de individuos que piensa por propia cuenta, sin necesariamente pensar las mismas tesis. En este punto, el problema parece de menor envergadura en el corto plazo, porque lo que tiene consecuencias calamitosas hoy es el consenso sobre el siglo XX,</span><span style="font-weight: 400;"> de manera que, en principio, podamos saludar el disenso.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Este prefacio nos parece propicio también para delinear una posición respecto al pensamiento de Badiou, cuyo núcleo más potente es, a nuestro entender, un gesto o una sospecha, o tal vez un diagnóstico: su rehabilitación de la filosofía implica sostener, a contracorriente, que el problema no es la potencia del pensamiento, sino, justamente, la carencia de un pensamiento suficientemente riguroso.</span><span style="font-weight: 400;"> Dicho en otros términos, el problema principal con el pensamiento no está en el pensamiento en cuanto tal, sino en que tal vez no lo estemos haciendo suficientemente bien.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Los veinte años transcurridos desde la publicación del texto de Badiou al que le dedicamos este </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier</span></em><span style="font-weight: 400;"> y el diferente posicionamiento geográfico nos otorgan ciertos puntos de observación provechosos en relación a algunos de sus planteos. La idea de que la democracia parlamentaria y la moderación de las reformas sean un cordón sanitario contra la barbarie era más potente en la Europa de comienzos del milenio que en la Argentina de Milei, en la Norteamérica de Trump o en una Europa que elige democráticamente gobernantes xenófobos y racistas. El maridaje entre capitalismo y democracia parlamentaria, el producto que los Estados Unidos triunfantes en la Guerra Fría ofrecían como estandarte ideológico de su auto postulado rol de gendarme mundial luego de la caída del bloque soviético, se encuentra hoy en una crisis expuesta a la luz del día. Vale la pena recordar los señalamientos de Eric Hobsbawm, quien destacaba que en los años 1930s el desarrollo político de Europa no hacía prever en modo alguno una alianza duradera de la democracia liberal y el capitalismo, alianza que no podíamos encontrar más que arrinconada en en unos pocos países,</span><span style="font-weight: 400;"> o su observación acerca de la manera en la que el relato ideológico norteamericano se quebró con la segunda Guerra del Golfo, decidida esta vez, a diferencia de la primera, sin la anuencia del Consejo de Seguridad de la ONU.</span><span style="font-weight: 400;"> Si a ello le sumamos una disputa por la hegemonía del poder mundial fundamentalmente por parte de China, una potencia cuyo poderío se ha construido sin relación directa con la democracia liberal, podríamos vernos llevados a concluir que los planteos de Badiou se han visto superados por la realidad histórica, puesto que corresponden al momento fukuyamista en el que Estados Unidos se encaminaba a construir un mundo unipolar bajo su égida.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hay, sin embargo, dos razones entrelazadas que nos persuaden de eludir esta conclusión por apresurada. Por una parte, el enunciado que Badiou retoma de Natacha Michel, “el siglo XX ha sucedido”,</span><span style="font-weight: 400;"> posee una potencia retórica que desborda con mucho su valor referencial. Recordemos que el tratamiento inmediato de este enunciado es remitirnos a lo que el siglo XX ha pensado acerca de sí mismo e invitarnos a recorrer una serie de documentos donde este pensamiento ha dejado su huella: poemas, obras de teatro, episodios de la vida política, obras arquitectónicas en menor medida, fragmentos de discursos científicos, tesis filosóficas, etc.&nbsp; A través de su pensamiento, el siglo puede verse en su carácter de acto, esto es, no en el sentido de los actos convertidos en “los hechos del siglo XX”, acerca de los cuales hay consenso y que parecen hablar por sí solos, sino en el carácter singular que fulguró en ellos en tanto pensamiento e intento de realizar lo inaudito hasta entonces. Badiou construye su argumento con la máxima potencia retórica, el contraste y el nexo entre la Europa opulenta y el África devastada es sin dudas un cachetazo a la estupidez solemne que reina muchas veces en la academia. Este cachetazo, que toma la forma de una denuncia de lo que la democracia parlamentaria no quiere ver, o se conforma simplemente con barrer bajo la alfombra, está afectado sin embargo por cierto “perennismo”,</span><span style="font-weight: 400;"> que llevaría a postular que una forma institucional posee siempre y en toda circunstancia el mismo efecto. Probablemente ésta no es la tesis de fondo de Badiou, pero lo cierto es que el filósofo francés no toma ningún recaudo contra esta pendiente de la interpretación de sus tesis. Latinoamérica ofrece, a nuestro entender, un campo de observación diferente al que ofrece África. Los regímenes democráticos en esta región no sólo han sido vehículo de luchas y epopeyas populares, sino que en el siglo XX las demandas populares así vehiculizadas han sido en muchos casos el lugar del antagonismo en nuestro continente. Desde las luchas por la independencia en el siglo XIX, pasando por la Guatemala de Arbenz hasta llegar al Chile de Allende y su vía democrática al socialismo, la experiencia de construcción de poder popular en nuestro continente impone una reflexión más matizada.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Sin embargo, no querríamos ser nosotros también víctimas del “perennismo” que señalamos en Badiou. Es evidente que, luego de las dictaduras de los 1970s, los regímenes democráticos constituidos en Latinoamérica, si bien no han sido expurgados de toda potencia popular o plebeya, han sido singularmente domesticados en su potencia transformadora. El principal síntoma de ello es que los procesos de transición democrática han elegido concentrarse en las formas institucionales (sobre todo elecciones periódicas) haciendo abstracción de las formas sociales en los que los rituales eleccionarios se desenvuelven,</span><span style="font-weight: 400;"> volviéndolos compatibles con regímenes de acumulación del capital que las desacreditan a los ojos de las mayorías populares. Dicho de otra manera, Badiou cuestiona la hipocresía de unas democracias parlamentarias que se asientan sobre una opulencia que es el resultado de una brutal desigualdad en la distribucion internacional de la riqueza, y la mención al tráfico de carne humana para fines de esclavitud deja en claro cuál es la naturaleza de la causalidad que explica este proceso.</span><span style="font-weight: 400;"> Ahora bien, en las democracias latinoamericanas, y en particular en la democracia argentina que el año pasado celebró sus cuarenta años ininterrumpidos, nos encontramos con sociedades que acrecientan exponencialmente la desigualdad en la distribución de la riqueza en su interior, lo cual también deja en claro cuál es la naturaleza de la causalidad que explica la ausencia de interrupciones a esta forma institucional. Los consensos democráticos de los años 1980s, ahora lo vemos con claridad, incluían como una cláusula implícita el sacrificio de unos por otros. Eso forma parte ineludible de lo que designa la expresión “convivencia democrática” cuando las formas procedimentales del consenso se construyen sobre la miseria planificada,</span><span style="font-weight: 400;"> sin voluntad de cuestionarla.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El presente </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier </span></em><span style="font-weight: 400;">surge de la invitación realizada a distintos colegas a reflexionar sobre este libro de Badiou, proteico y desbordante. Para mencionar algo que tiene que ver apenas con </span><em><span style="font-weight: 400;">la petite histoire</span></em><span style="font-weight: 400;">, al realizar la invitación a algunos colegas, confiaba en el “destiempo compartido” que caracteriza la práctica de la docencia, es decir, ese fallo en los sobreentendidos, productivo o frustrante, la más de las veces ambas cosas, a través del que se desarrolla la actividad con alumnos que han nacido en su mayoría en el siglo XXI. La arremetida multifacética y tal vez heteróclita que Badiou emprende contra el balance dominante del siglo XX consigue que la singularidad del siglo XX, y a través suyo también la de nuestro propio tiempo, se recorten una contra otra en un juego vacilante de fondo y figura. Un primer acercamiento tuvo lugar en octubre de 2024 en una mesa de las III Jornadas de Filosofía Contemporánea de la Universidad Nacional de La Plata, bajo el título: “</span><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;"> de</span> <span style="font-weight: 400;">Alain Badiou, la pasión de lo real y los porvenires que cantan”</span><span style="font-weight: 400;"> en la que participaron Analía Melamed, Adrián Celentano y quien esto escribe como expositores, con el comentario de Tatiana Staroselski y Germán Prósperi. La mesa dejó una estela de conversaciones y posibles proyectos futuros, fruto de la potencia desbordante del texto badiousiano, a la que se sumaron luego otros colegas: Leandro García Ponzo, de la Universidad Nacional de Córdoba, y Gustavo Chataignier, actualmente en Chile, en la Universidad Católica del Maule.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Como se podrá apreciar a través de la lectura, los trabajos abordan el texto de Badiou desde distintos ángulos, intereses y realizan en consecuencia distintos recorridos, y no necesariamente comparten el diagnóstico general que acabamos de esbozar.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Leandro García Ponzo, en</span><span style="font-weight: 400;"> “Lo que permanece del Siglo en nuestro tiempo” intenta </span><span style="font-weight: 400;">realizar un análisis de la posición, o las posiciones, del sujeto frente a lo real en el siglo XXI, tomando como punto de comparación, como modelo para armar y para desarmar, la posición de sujeto que Badiou caracteriza como la propia del siglo XX, la de la pasión de lo real, que García Ponzo parafrasea por momentos como “vocación de lo real”, caracterizada por un impulso a buscar lo real en tiempo presente, sin miramientos por la destrucción o los riesgos. A través de un sugerente uso de conceptos del psicoanálisis, Ponzo intenta navegar las tormentosas aguas del presente, sin que los recaudos que toma acerca de la posible precipitación y carácter conjetural de sus reflexiones hagan mella en su osadía o en su lucidez al señalar que </span><span style="font-weight: 400;">una </span><em><span style="font-weight: 400;">renegación de lo real</span></em><span style="font-weight: 400;">, a mitad de camino entre su negación y el deseo de su supresión, es el rasgo definitorio de la subjetividad contemporánea. En una confrontación que presumimos difícil con el optimismo de su maestro Badiou, Ponzo toma distancia del racionalismo sin cortapisas que discierne en la filosofía badiousiana, apoyándose en lo que el psicoanálisis permite pensar acerca de la constitución pulsional del principio de realidad.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Gustavo Chataignier en “El siglo y la eternidad: elogio badiousiano de la filosofía en la contingencia”</span> <span style="font-weight: 400;">aborda la difícil tarea de trazar un mapa de la comprensión filosófica del siglo XX ensayada en </span><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;"> a la luz de las categorías que articulan el pensamiento sistemático del autor del libro: acontecimiento, sujeto, verdad y ontología neutra. Chataignier destaca la importancia de la categoría de la oposición en el libro, de la figura del Dos y la importancia que allí reviste la emergencia de un pensamiento sustractivo.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Analía Melamed presenta en “</span><span style="font-weight: 400;">El último lector: sobre el método para pensar el siglo” una suerte de recursividad por la cual quiere aplicarle a </span><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;"> su propia medicina, es decir, leer </span><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;"> de Badiou a la manera en la que Badiou lee por ejemplo a Osip Mandelstam, a Saint-John Perse, a Kazimir Malévich, o a Bertolt Brecht, esto es, encontrando los modos de subjetivación que se plasman en los textos literarios, en las superficies pictóricas o en las puestas en escena teatrales. Retomando algunas tesis de Ricardo Piglia, Melamed se pregunta qué implica la figura del filósofo lector. Se abre allí un espacio de posibles turbulencias y tensiones productivas en el pensamiento de Badiou, que tal vez permitan pensar un Badiou a pesar de sí mismo.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Tatiana Staroselsky, por su parte, en “</span><span style="font-weight: 400;">El siglo que comenta: un comentario sobre </span><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;">” ensaya una caracterización del siglo XXI a través del género literario que parece corresponderle de manera paradigmática: el comentario. Lo que a primera vista se presenta como una carencia, la renuncia a los ideales y las utopías que definieron al siglo XIX y la renuencia a la acción que caracterizó al siglo XX y su </span><em><span style="font-weight: 400;">passion du réel</span></em><span style="font-weight: 400;">, retomado en este trabajo en su aspecto de “pasión por lo real”, presenta, según Staroselsky, cuando lo observamos a través del prisma del comentario como género literario, una potencialidad filosófica propia, ligada a la productividad de la escritura y al establecimiento de una tradición.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Quien esto escribe, finalmente, en “</span><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;">, Alain Badiou y el tiempo histórico” intenta reconstruir el contraste que Alain Badiou plantea con el balance conservador del siglo XX, que tiende a no ver allí otra cosa que un desborde de entusiasmo y totalitarismo. Este balance es desmontado exhibiendo la barbarie de la no barbarie, es decir, las maneras en las que política y barbarie se entrelazan en el propio siglo XXI, lo que lleva a considerar la manera en la que el siglo XX asumió dicha conjunción, en contraste con el modo en el que el siglo XIX creía haberla resuelto al entregarse a un devenir histórico progresivo. El siglo XX descubrió el sinsentido de lo real tanto de modos pasivos (al padecer lo real) como activos (al apasionarse por lo real, por el acto) de allí que su concepto central sea justamente, según Badiou, la “</span><em><span style="font-weight: 400;">passion du réel</span></em><span style="font-weight: 400;">” concepto ambiguo que abarca tanto las formas activas como las pasivas.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La pasión de lo real se despliega según dos lógicas: lógica identitaria, que desemboca en la destrucción total, y lógica de la diferencia mínima, que, sin eludir la destrucción, abre un despliegue productivo infinito. Badiou se propone extraer la conjunción “política y barbarie” de su moralización contemporánea como una condición para proponer </span><em><span style="font-weight: 400;">otras políticas,</span></em><span style="font-weight: 400;"> cuyo nombre genérico es “comunismo”, que comprendan&nbsp; causas en profundidad las causas de las masacres, y las desactiven.</span></p> Pedro Diego Karczmarczyk Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 167 171 Lo que permanece del Siglo en nuestro tiempo https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/968 <p><span style="font-weight: 400;">El siguiente escrito es el intento de calibrar el proceso por el cual accedimos a nuestro presente a partir de la tentativa de evadirnos de lo que representa el siglo pasado, que fuera albacea de futuros algo más auspiciosos que los que podemos prefigurarnos hoy. La mecánica del texto debería exhibir un análisis dinámico de la posición del sujeto frente a lo real, que va desde la caracterización badiouana del siglo XX hasta ésta, prematura y provisional, de nuestros días.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Toda época se defiende de lo real. El siglo XX lo hizo mediante su exposición al desastre, es decir, a la opción por revelar lo real a través de su instalación violenta y destructiva. Fue su manera original de escamoteárselo. Sin embargo, es cierto que lo buscó como quizá nunca antes se lo había buscado. Conjeturamos que, si el Siglo tuvo por esencia esta vocación de lo real, su búsqueda frenética por vías expuestas al riesgo y la destrucción, nuestro tiempo es el resultado de una </span><em><span style="font-weight: 400;">renegación de lo real</span></em><span style="font-weight: 400;">, ubicable entre su mera negación y el anhelo de su supresión lisa y llana. Conservamos del siglo la pasión, sólo que trocada ahora en un intenso deseo de ignorar.</span></p> Leandro García Ponzo Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 173 181 10.47195/953 El siglo y la eternidad https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/963 <p><span style="font-weight: 400;">El presente trabajo, al enumerar el planteamiento conceptual badiousiano para la comprensión filosófica del siglo XX, pretende destacar la concepción de la filosofía del autor, basada en el vínculo sistemático e indisociable entre acontecimiento, sujeto, verdad y ontología neutra. En este sentido, dicho período se caracteriza por una “pasión por lo real”, cuya disputa, necesariamente de orden teórico-práctico, pasa por el signo del Dos, es decir, de la oposición, dando sin embargo la oportunidad para la manifestación del pensamiento sustractivo, del orden del acontecimiento.&nbsp;</span></p> Gustavo Chataignier Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 183 191 10.47195/954 El último lector https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/964 <p><span style="font-weight: 400;">Bajo la pregunta “¿qué es un siglo?” Badiou intenta mirar el siglo XX con los ojos de quienes lo vivieron, pretende verlo desde el interior de su propio devenir. El autor evita constituirse en testigo que ha vivido y que cuenta lo vivido. Se inclina por la búsqueda de los procedimientos poéticos de verdad sobre la historia, por el encuentro de modos de subjetivación plasmados en textos literarios (o pictóricos, o cinematográficos). En otros términos, mirar el siglo con sus propios ojos requiere una operación de desplazamiento hacia la lectura como un tipo de construcción de sentido que parece exceder la experiencia del sujeto individual. Todo esto nos ubica ante la figura, compleja y múltiple, del filósofo lector. En este trabajo preguntamos, entonces: ¿qué lee Badiou y cómo lo lee? ¿En qué tipo de lector lo convierte eso que lee? O dicho en sus términos: ¿qué tipo de subjetivación se plasma en </span><strong>El siglo</strong><em><span style="font-weight: 400;">?</span></em><span style="font-weight: 400;">&nbsp;</span></p> Analía Melamed Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 193 197 10.47195/955 El siglo que comenta https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/965 <p><span style="font-weight: 400;">En este trabajo nos ocuparemos de rastrear algunos modos en que Alain Badiou caracteriza al siglo XXI como un siglo reacio tanto a la proyección de utopías e ideales (propia del siglo XIX) como a la acción y a la pasión por lo real (propias del siglo XX) y, en ese sentido, defenderemos la hipótesis de el siglo en curso emerge en </span><strong>Le Siècle</strong><span style="font-weight: 400;"> como una época que comenta lo hecho y lo pensado por las épocas precedentes. A partir de allí, y para precisar este rasgo, nos centraremos en el comentario como género literario, atendiendo tanto a su historia y al rol que ocupa en la transmisión de los textos de Aristóteles y Platón, como a la potencialidad filosófica que encierra en tanto género en el que la lectura es transformada en escritura y da lugar a la conformación de una tradición.</span></p> Tatiana Staroselsky Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 199 204 10.47195/956 La Revolución china en El Siglo de Alain Badiou https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/966 <p><span style="font-weight: 400;">En su libro </span><strong>El Siglo</strong><span style="font-weight: 400;">,</span> <span style="font-weight: 400;">Alain Badiou propone pensar las operaciones subjetivas en las que se constituyó el siglo XX. El autor identifica la “pasión de lo real” como un concepto clave mediante el cual podemos acceder al sentido de las experiencias extremas que animaron el siglo XX. Badiou examina las diferentes operaciones políticas, estéticas y científicas que buscaron en el siglo XX la constitución del llamado “Hombre nuevo”. En este artículo enfocamos las reflexiones de Badiou sobre la Revolución china, sobre las tesis de Mao Zedong en torno a la guerra y a las contradicciones. Reflexiones orientadas a fundamentar la apuesta del filósofo francés por una dialéctica sustractiva en el pensamiento de la política legado al siglo XXI.&nbsp;</span></p> Adrián Celentano Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 205 211 10.47195/957 El Siglo, Alain Badiou y el tiempo histórico https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/967 <p><strong>El siglo </strong><span style="font-weight: 400;">de Badiou analiza el siglo XX a contrapelo del balance conservador contemporáneo que sólo ve allí desborde de entusiasmo y totalitarismo. Badiou analiza: (a) el acoplamiento entre política y barbarie propio del siglo XXI; y (b) cómo el siglo XX asumió esta conjunción (política y barbarie) que el siglo XIX creía haber resuelto al entregarse a un devenir histórico progresivo. El siglo XX descubrirá el sinsentido de lo real bajo las formas pasivas (padecer lo real) y activas (apasionarse por lo real, por el acto). Su concepto central será la “</span><em><span style="font-weight: 400;">passion du réel</span></em><span style="font-weight: 400;">”. Esta “pasión de lo real”se despliega según dos lógicas: “lógica identitaria”, que desemboca en la destrucción total, y “lógica de la diferencia mínima”, que, sin eludir la destrucción, abre un despliegue productivo infinito. Badiou propone rescatar la conjunción “política y barbarie” de su moralización contemporánea como condición para proponer </span><em><span style="font-weight: 400;">otras políticas</span></em><span style="font-weight: 400;">, cuyo nombre genérico es “comunismo”, que comprendan sus causas en profundidad y las desactiven.</span></p> Pedro Diego Karczmarczy Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 213 224 10.47195/958 Introducción https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/972 <p>&nbsp;</p> <p><strong>Colecciones documentales para el estudio de las izquierdas</strong></p> <p><strong>Temporalidades</strong></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Historizar la conformación de los acervos documentales amplía su potencia historiográfica. Más allá de que pidamos un único libro o accedamos a un documento suelto en nuestra pantalla, su propia historia manifiesta sus temporalidades. Las etapas que se conforman entre quienes buscaron guardarlos, los conservaron, organizaron y pusieron a la consulta, y quienes lo leen y lo leerán.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En todos los casos, los artículos recopilados a lo largo de esta sección proponen sugerentes reflexiones sobre los vínculos de inter-determinación mutua entre la disponibilidad de los documentos y la tarea histórica. Muchas veces parten de una colección particular. Otras veces de la organización de centros de documentación específicos. En conjunto, proyectan una temporalidad compartida, vinculada a la confección y resguardo de una colección, los riesgos afrontados y la puesta a disposición en series más amplias que se presentan unidas por sus productores.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A partir de las primeras décadas del siglo XX, militantes de diversas tradiciones políticas comenzaron a ser conscientes del riesgo de pérdida de su propia producción impresa. Motivados por sus propias actividades gremiales y propagandísticas, iniciaron la creación de colecciones personales para preservar este legado. Figuras como Max Nettlau, Diego Abad de Santillán, José Ingenieros, Edgard Leuenroth, Ugo Fedeli, y José y Margarita Paniale constituyen ejemplos representativos de este esfuerzo. Sólo a partir de los años 1930 este proceso fue al menos proyectado por algunas bibliotecas militantes. Desde ese momento, las colecciones siguieron diversos destinos condicionados por los contextos políticos y sociales de cada país.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En el caso específico de la historia de las izquierdas, este fenómeno adquiere características particulares. Así como el IISH fue creado —en un país que aparecía como neutral frente al avance del nazismo— con los fines de resguardar acervos que se encontraban en peligro en países como Alemania y Austria, los centros de documentación que se mencionan a continuación fueron fundados o reorganizados al caer las dictaduras en sus respectivos países.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En Italia, la fundación de la </span><em><span style="font-weight: 400;">Biblioteca Fondazione Giangiacomo Feltrinelli e Istituto Giangiacomo Feltrinelli </span></em><span style="font-weight: 400;">se fundaron formalmente en 1949 con el fin de desarrollar colecciones de historia de las izquierdas e historia económica, esto es, escasos años después de la guerra y la derrota del fascismo.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En España, hoy ubicada en Alcalá de Henares, cerca de Madrid, hay que destacar la hemeroteca, biblioteca y archivo de la Fundación Pablo Iglesias que se creó en 1977, en el inmediato posfranquismo. Tiene el fin de difundir la historia y el pensamiento socialista, en especial del Partido Socialista Español (PSOE) y la Unión General de Trabajadores (UGT), con una importante cantidad de archivos personales e institucionales. En Madrid, la documentación producida por el anarquismo español es resguardada en la Fundación Anselmo Lorenzo, que posee distintos tipos de colecciones vinculadas a la histórica central sindical a la cual pertenece, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), y muchas otras organizaciones. En Barcelona, la Biblioteca Pública Arús fundada por en 1895 posee un acervo documental especializado en masonería, movimiento obrero, anarquismo, socialismo y cooperativismo, que se conservó por haber permanecido cerrada durante gran parte del franquismo.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A esta lista cabría sumar las colecciones de las bibliotecas vinculadas a distintos proyectos políticos. Éste es el caso de la Biblioteca de la Friedrich-Ebert-Stiftung, fundada en 1925 en Berlín. Uno de sus objetivos fue el de recoger el archivo y la biblioteca del Partido Socialdemócrata Alemán, fundado en 1875, que, además de resguardar su propio fondo institucional, se había enriquecido durante décadas con los aportes de las bibliotecas personales de las figuras fundacionales del socialismo alemán, empezando por Marx y Engels. Si bien la biblioteca fue luego prácticamente destruida por el nacional-socialismo, fue reconstruida y actualmente funciona en Bonn.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En Francia, gracias a un importante fondo documental de la Primera Guerra Mundial, se fundó en 1917 la Bibliothèque de Documentation Internationale Contemporaine (BDIC), el espacio, además de la Bibliothèque Nationale de France (BNF), que probablemente hoy en día cuente con los fondos documentales más importantes para el estudio del movimiento obrero y los movimientos sociales desde principios del siglo XX. Más adelante, en 1966 Jean Maitron creó a partir de su propio fondo documental el Centre d’Histoire du Syndicalisme, hoy llamado, dentro de la Universidad Paris 1, Centre d’Histoire Sociale des Mondes contemporains (CHS). Con un volumen considerablemente menor, en 1977 se creó el Centre d’Etudes et de Recherches sur les Mouvements Trotskyste et Révolutionnaires Internationaux (CERMTRI): al fondo de archivo y a los documentos proporcionados por la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) se añadieron los fondos aportados por militantes del movimiento trotskista.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Por su parte, la impresionante colección de Edgard Leuenroth comenzó a ser resguardada por la Biblioteca de la Universidad de Campinas a partir de 1973. En 1974 se constituyó como Arquivo Edgard Leuenroth (AEL), aunque recién se comenzó a organizar en la década de 1980 y en la década de 1990 alcanzó organización profesional.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Dentro de este ciclo, a los análisis ya publicados, sumamos en esta ocasión el trabajo de Lucas Maldonado sobre el legado del&nbsp; periodista, crítico literario y fundador del Partido Comunista Brasileño, Astrojildo Pereira. La colección de Pereira sufrió varios avatares, entre ellos la interferencia estatal y las dificultades económicas. Esto resultó en una fragmentación de la colección que tuvo sus consecuencias historiográficas. Como el caso ya revisado de Edgard Leuenroth, fue sólo una vez concluida la última dictadura militar que instituciones públicas pudieron abrir y organizar su contenido.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El segundo artículo aborda un caso más difuso: el de las bibliotecas anarquistas italianas. Su ciclo plantea una temporalidad levemente corrida. La conservación de sus documentos creados para la difusión, como volantes, periódicos y folletos, fueron en su mayoría de uso efímero. No fue sino hasta la década de 1960 que algunos grupos y activistas comenzaron a fundar instituciones para preservar la vasta documentación generada por el movimiento anarquista italiano. Este artículo reconstruye las historias y colecciones de los principales archivos y bibliotecas del movimiento, con el objetivo de contribuir a la protección de su patrimonio histórico.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;</span><strong>&nbsp;&nbsp;&nbsp;Lucas Domínguez Rubio</strong></p> <p><span style="font-weight: 400;">CeDInCI - CONICET</span></p> Lucas Dominguez Rubio Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 225 226 Los últimos días de Astrojildo Pereira https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/973 <p><span style="font-weight: 400;">Este texto tiene como objetivo mapear históricamente los destinos del archivo personal de Astrojildo Pereira en la segunda mitad del siglo XX y el comienzo del siglo XXI. Este escritor, crítico y periodista brasileño acumuló una gran cantidad de documentos y libros relacionados con su activismo político y actividad literaria. El material no fue remitido a una institución de custodia segura ni tuvo un destino sencillo de trazar. Debido a la interferencia estatal y dificultades económicas familiares, se separó en varias partes. Sólo décadas más tarde, la colección podría consultarse dividida en cuatro partes en las tres instituciones públicas de educación superior del estado de San Pablo. </span></p> Luccas Eduardo Castilho Maldonado Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 227 243 Bibliotecas y archivos del movimiento anarquista en Italia https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/974 <p><span style="font-weight: 400;">Inmersos en la lucha por una transformación social radical, los anarquistas italianos prestaron poca atención a la preservación de su propio pasado. En general, las herramientas que crearon para la propaganda y la difusión de ideas –volantes, folletos, periódicos, libros– tuvieron un uso efímero y no fueron cuidadosamente almacenadas ni resguardadas. Solo a partir de la década de 1960, algunos grupos, organizaciones y activistas individuales comenzaron a fundar distintas instituciones culturales con el deseo expreso de salvaguardar la extensa documentación producida y de construir una memoria histórica propia. En ese marco, en el presente escrito se reconstruirán las historias, colecciones y planes de los principales archivos y bibliotecas del movimiento anarquista italiano. Con esta tarea, se pretende condensar y contribuir a la extensa labor libertaria por proteger su patrimonio.</span></p> Luigi Balsamini Francisco Caamaño Victoria Gout Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 245 253 Introducción https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/975 <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Con foco en tres figuras clave de la vida cultural brasileña, la sección “Bios del sur” conmemora los cinco años de existencia del </span><strong>Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas</strong><span style="font-weight: 400;">. Un programa que ambiciona mapear toda la región escribiendo y socializando las vidas militantes de hombres y mujeres que dedicaron sus itinerarios vitales (o parte de ellos) al impulso de una sociedad más justa e igualitaria. Durante este primer lustro en el que el </span><strong>Diccionario</strong><span style="font-weight: 400;"> se ha posicionado como una herramienta de amplia consulta internacional al superar los 3 millones de visitas y publicar un total de 3000 entradas con la participación de 175 autores y autoras, el capítulo brasileño se ha desarrollado de forma especial, dada la notoria inclinación que la zona lusófona de nuestro continente tiene por el arte de hacer biografías.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Dentro del inmenso universo de figuras asociadas de una u otra manera a las izquierdas brasileñas desde fines del siglo XIX hasta el presente, se viene produciendo una constelación biográfica que permite observar el vínculo entre el arte y la política, bajo el estímulo de Vanessa Teixeira de Oliveira. Un par de figuras ya presentes en nuestro </span><strong>Diccionario</strong><span style="font-weight: 400;"> —el director, dramaturgo y creador del Teatro del Oprimido, Augusto Boal (1931-2009), y el </span><em><span style="font-weight: 400;">cinemanovista</span></em><span style="font-weight: 400;"> Leon Hirszman (1937-1987)— son retomadas en esta versión de nuestra sección como recurso para estudiar el Teatro del Oprimido y el&nbsp;</span><em><span style="font-weight: 400;">Cinema&nbsp;Novo</span></em><span style="font-weight: 400;">, respectivamente, fuerzas modernizantes en Brasil en medio del ambiente sofocante que impuso la dictadura militar por dos décadas (1964-1985). Sumar a esta sección un texto con foco en la cineasta Helena Solberg (1938) fue ocasión para visualizar puntos de tensión del </span><em><span style="font-weight: 400;">Cinema Novo</span></em><span style="font-weight: 400;"> con el movimiento feminista y destacar la actuación transnacional de artistas de la época, teniendo en cuenta que Solberg y Boal, por ejemplo, vivieron fuera de Brasil a partir de 1971.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El conjunto de artículos se ubica en un momento especialmente difícil de la historia brasileña: los primeros años de la década de 1970, cuando ya se vivía “la institucionalización de la dictadura militar iniciada en abril de 1964”.</span><span style="font-weight: 400;"> Como apunta la crítica literaria Flora Süssekind, la violencia y represión de la intervención militar cobró más fuerza con la toma de posesión de Arthur da Costa e Silva, en marzo de 1967.</span><span style="font-weight: 400;"> Se vivía entonces un “desencanto histórico”: el desarrollo urbano e industrial presentaba como contrapartida “una disolución de la ciudadanía, un endeudamiento externo creciente y una altísima concentración de la renta, lo que intensificaba las desigualdades sociales y la crisis de la vivienda urbana”.</span><span style="font-weight: 400;"> Para los artistas de izquierda, el momento exigía tomar posiciones desafiantes en cuanto a las formas de intervenir en la realidad.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En esta línea, el investigador y profesor de la Universidad Federal Fluminense (UFF), Reinaldo Cardenuto, abre la sección con un artículo original que </span><span style="font-weight: 400;">narra un momento dramático en la carrera del cineasta Leon Hirszman, cuando éste se vio obligado a decidir una estrategia frente a la censura oficial de uno de sus largometrajes más destacados: </span><strong>S.</strong> <strong>Bernardo</strong><span style="font-weight: 400;"> (1972). Ante la inminente quiebra de su productora, Saga Filmes (dirigida por él y por Marcos Farias), Hirszman tuvo que elegir entre realizar los cortes exigidos por la represión y hacer entrar la película a los circuitos comerciales, versus, resguardar el sentido político de su obra y embarcarse en una disputa jurídica mientras postergaba la exhibición de una película recién producida. Así, el estudio da cuenta de las encrucijadas en las que un artista comprometido ejerce una elección libre condicionada por las posibilidades que le depara su momento histórico. La película de Hirszman retomaba la tradición política y estética del </span><em><span style="font-weight: 400;">Cinema Novo</span></em><span style="font-weight: 400;"> al “</span><span style="font-weight: 400;">expresar una visión desalienadora, crítica, de la experiencia social”,</span> <span style="font-weight: 400;">y lo hacía a partir de un clásico incuestionado de la literatura nacional: la obra literaria homónima de Graciliano Ramos. </span><strong>S. Bernardo</strong><span style="font-weight: 400;"> es un ejemplo en el que se presenta la tensión entre dejar de ser de ser un largometraje con gran atractivo para el público (cine comercial) y resistir al mismo tiempo la dictadura militar (crítica política). El autor se concentra en la encrucijada del cineasta pero no descuida una mirada más integral a su itinerario y pone en evidencia las intervenciones del cineasta en la Universidade de São Paulo, en 1973, en el I Ciclo de Debates del Teatro Casa Grande, en 1975, así como su acompañamiento al </span><em><span style="font-weight: 400;">novo sindicalismo brasileiro</span></em><span style="font-weight: 400;"> a fines de la década de 1970.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Por su parte, la investigadora y profesora de la Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG) Mariana Ribeiro da Silva Tavares, colabora en esta sección con una discusión sobre la posición singular de la cineasta Helena Solberg (1938) frente al </span><em><span style="font-weight: 400;">Cinema Novo</span></em><span style="font-weight: 400;">. Tavares discute cómo el feminismo fue un tema secundario para los </span><em><span style="font-weight: 400;">cinemanovistas</span></em><span style="font-weight: 400;"> y cómo Solberg encontró las condiciones de posibilidad para expandir esta agenda en su exilio en Estados Unidos, produciendo y dirigiendo documentales pioneros sobre el feminismo en las Américas. Lejos de Brasil, de la represión militar y de los excesos de la censura, Solberg contó con condiciones de trabajo muy distintas a las de los cineastas latino-americanos que seguían viviendo en sus países. Ella tuvo acceso a fondos internacionales de fomento y libertad de acción que le permitieron realizar documentales sobre el Movimiento de Liberación Nacional de Nicaragua, </span><strong>From the Ashes... Nicaragua Today </strong><span style="font-weight: 400;">(Nicaragua Hoy, 1982); sobre el golpe de 1964 en Brasil, </span><strong>The Brazilian Connection, a struggle for democracy</strong><span style="font-weight: 400;">&nbsp; (La conexión brasileña, una lucha por la democracia,</span> <span style="font-weight: 400;">1982/1983); y sobre el décimo aniversario del gobierno de Pinochet, </span><strong>Chile, by Reason or by Force </strong><span style="font-weight: 400;">(Chile, por la razón o por la fuerza, 1983).&nbsp; A sus 87 años, Solberg continúa activa, realizando proyectos cinematográficos.&nbsp;&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Cerramos la sección “Bios del Sur” con el texto de la investigadora posdoctoral de la Universidade Federal do Estado do Rio de Janeiro (Unirio), Clara de Andrade, quien se concentra en el itinerario del artista Augusto Boal, fundador del Teatro del Oprimido, una de las mayores contribuciones que Brasil ha hecho a la historia internacional del teatro. En un movimiento de expansión solo comparable al alcance mundial de los métodos de Konstantin Stanislavski y Bertolt Brecht, el método de Boal se propagó de tal manera por el mundo que hoy se practica en Asia, África, Europa y las Américas. Vale observar que el término “oprimido” tiene proximidad con la pedagogía de Paulo Freire, sin embargo, como lo señala la investigadora e historiadora del teatro, Alessandra Vannucci, Boal habría reducido la “noción macropolítica abstracta de ‘pueblo’ como destinatario de contenidos politizados al plano concreto de micropolítica de la escena, donde los espectadores militantes observan la realidad al mismo tiempo que actúan y luchan en ella”.</span><span style="font-weight: 400;"> De ahí el uso del término “espect-actor”, en el que se vislumbra el teatro como una herramienta de emancipación que debe ser apropiada “por espectadores de cualquier clase y preparación intelectual, incluso analfabetos, pero movilizados como actores sociales y comprometidos con el cambio”</span> <span style="font-weight: 400;">. En su artículo, Andrade presenta el desarrollo del Teatro del Oprimido, en especial durante la estancia de Boal en Francia, donde se creó el </span><em><span style="font-weight: 400;">Groupe Boal</span></em><span style="font-weight: 400;"> y, después, el </span><em><span style="font-weight: 400;">Centre d’étude et de diffusion des techniques actives d’expression - Méthodes Boal</span></em><span style="font-weight: 400;"> (Centro de estudio y difusión de técnicas de expresión activa - Métodos Boal, CEDITADE), en 1979. Boal partió al exilio forzoso en 1971, tras ser detenido y torturado por la dictadura militar en Brasil; viajó por América Latina antes de establecerse en el continente europeo. Al igual que Solberg, Boal también se benefició de condiciones favorables para el desarrollo de su trabajo en el extranjero. La concepción de la cultura como herramienta de “desarrollo social”, defendida por el gobierno francés de entonces, permitió la institucionalización del método y la profesionalización de sus practicantes, como bien demuestra Andrade. Este desarrollo transnacional del itinerario de Boal permite exponer uno de los principios metodológicos centrales de la biografía social que se construye a través del </span><strong>Diccionario</strong><span style="font-weight: 400;">: la identificación de redes detalladas y precisas que permitan ver las ideas en acción.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Las editoras agradecen a las autoras y al autor por sus contribuciones que no solo darán a conocer estos resultados de investigación, sino que también serán impulso para continuar expandiendo el capítulo brasileño de nuestro </span><strong>Diccionario</strong><span style="font-weight: 400;">. Igualmente, agradecen a Marcel Gonnet por su apoyo solidario durante el proceso editorial.</span></p> Sandra Jaramillo Restrepo Vanessa Teixeira de Oliveira Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 255 256 Cine político en los tiempos de la dictadura brasileña https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/976 <p><span style="font-weight: 400;">Miembro del </span><em><span style="font-weight: 400;">Cinema Novo</span></em><span style="font-weight: 400;">, defensor de un arte que denunciaba las contradicciones sociales, Leon Hirszman vivió numerosos impases durante la dictadura militar brasileña (1964-1985). En especial en la década de 1970, en medio de la represión promovida por el régimen autoritario, el cineasta se enfrentó a serias adversidades que casi interrumpieron la continuidad de su carrera. En un contexto en el que el arte político era duramente perseguido, Hirszman se enfrentó no sólo a la quiebra de su productora, sino al riesgo de que su proyecto cultural dejara de existir. La censura de su película </span><strong>S. Bernardo </strong><span style="font-weight: 400;">(1972), y la marginación social del cine comprometido provocaría gran angustia en el realizador. Sin embargo, a pesar de todos los problemas, Hirszman no desistirá de su compromiso con el trabajo artístico comunista. El siguiente artículo, al abordar los impases vividos por el cineasta en el escenario dictatorial, investiga los caminos que él buscó recorrer para mantener vivo un cine popular de resistencia a la opresión.&nbsp;</span></p> Reinaldo Cardenuto Sandra Jaramillo Restrepo Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 257 268 10.47195/980 Helena Solberg: ¿cineasta del Cinema Novo? https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/978 <p><span style="font-weight: 400;">Este artículo analiza la trayectoria inicial de la cineasta brasileña Helena Solberg, que se inicia en la década de 1960, a partir del Golpe Militar de 1964, período en el que vive y trabaja con cineastas del </span><em><span style="font-weight: 400;">Cinema Novo</span></em><span style="font-weight: 400;"> para, a partir de la década siguiente, trazar su propio camino como cineasta en el que abordará la política exterior de Estados Unidos en apoyo a los regímenes totalitarios latinoamericanos, en una serie de documentales realizados con el apoyo de la Red Pública de Televisión Norteamericana (PBS).&nbsp;&nbsp;</span></p> Mariana Ribeiro da Silva Tavares Vanessa Teixeira de Oliveira Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 269 275 10.47195/981 El Teatro del Oprimido de Augusto Boal https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/977 <p><span style="font-weight: 400;">Este trabajo reflexiona sobre cómo el exilio de Augusto Boal y las redes transnacionales del Teatro del Oprimido contribuyeron a su institucionalización y permanencia como una de las metodologías teatrales más practicadas a nivel mundial. La capacidad del método para adaptarse a los más diversos contextos, culturas y, en especial, al campo del desarrollo social, muestra que a través de la difusión del método teatral y la conformación de una red global del Teatro del Oprimido se contribuyó a posicionar ideas de democracia cultural.</span></p> Clara de Andrade Vanessa Teixeira de Oliveira Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 277 281 10.47195/982 Circulación de impresos y lecturas de Anatole France a comienzos del siglo XX en Argentina https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/952 <p><span style="font-weight: 400;">Este trabajo estudia la recepción de los escritos de Anatole France en la cultura impresa de Buenos Aires durante las tres primeras décadas del siglo XX. Se centra en dos aspectos concomitantes: por un lado, la presencia del escritor en publicaciones político-culturales de comienzos de dicho siglo y las lecturas desde distintos </span><em><span style="font-weight: 400;">milieux</span></em><span style="font-weight: 400;"> y formaciones culturales. Por otro lado, examina la circulación de sus libros a través de un relevamiento de los títulos editados presentes en diversos repositorios, para dar cuenta de su progresiva presencia desde ediciones en francés hasta sellos españoles y luego argentinos con sede en Buenos Aires. El caso de France nos aproxima a distintos momentos y rasgos de la sensibilidad crítica local, al tiempo que da cuenta de su vínculo indisociable con las prácticas editoriales y revisteriles. Se propone que la puesta en perspectiva de los momentos sucesivos de la difusión y circulación local de los escritos de France, con apoyo en una observación atenta a distintos agentes del campo editorial, permite advertir cambios en el discurso crítico, las decisiones editoriales e indirectamente, su impacto en las prácticas lectoras, desde los lectores letrados hasta aficionados provenientes de distintos sectores sociales.</span></p> Margarita Merbilhaá Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 283 292 10.47195/952 Entre ayer y hoy https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/970 <p><span style="font-weight: 400;">Rusia se volvió una especie de geografía fantástica para Occidente. De allí provenían grandes obras de arte, descubrimientos científicos y una historia cuyos hitos, ante todo la Revolución de octubre, habían alimentado la imaginación de todo el mundo. Pero es también la fuente de relatos inquietantes: la crueldad oriental, la violencia de sus autocracias. A partir de un libro del historiador y eslavista Martín Baña se discuten aquí algunas imágenes de Rusia, en particular aquellas que más incidencia tienen en nuestros días. Baña se concentra en una caracterización de la actualidad del país y su régimen de gobierno. Se interesa asimismo por el papel internacional de Rusia y, desde luego, brinda una interpretación del conflicto que está protagonizando con Ucrania. Sobre este punto se abre aquí un debate. Entre las cuestiones que se abren a la polémica se encuentran preguntas como ¿está protagonizando Rusia una agresión imperialista con fines expansivos en Ucrania o, en cambio, está respondiendo, en su rol de gran potencia, a una provocación a través de un actor vicario situado en el que considera su esfera de influencia?</span></p> José Fernández Vega Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 293 299 10.47195/970 A propósito de José Zanca, Catolicismo y cultura de izquierda en la Argentina del siglo XX, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2024, 264 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/979 <p><span style="font-weight: 400;">Las intersecciones entre catolicismo y cultura de izquierdas han sido una excepción histórica antes que una regla. Esto no niega pero exige contextualizar la sugerencia de Michael Löwy sobre las afinidades electivas entre ambas tradiciones, en ideales como la justicia social, la liberación de los oprimidos y la búsqueda de un mundo mejor. La reciente muerte del Papa Francisco, coincidente con el avance de las extremas derechas a escala mundial, dejó vacante un liderazgo global que, al haber construido su legitimidad con tópicos progresistas cuyos orígenes se remontan al Concilio Vaticano II de los años 60, fue tildado de izquierdista.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Como sostiene el escritor Javier Cercas en su reciente novela </span><strong>El loco de Dios en el fin del mundo</strong><span style="font-weight: 400;">, la elusiva figura de Bergoglio es poliédrica, tiene varias caras que se corresponden con diferentes momentos de su biografía, pero aún así: “políticamente es lo que ha sido siempre. Tal vez por eso en los años sesenta y setenta se lo consideraba un conservador (e incluso un ultraderechista) mientras que hoy, en plena resaca revolucionaria se le considera en occidente un izquierdista (o incluso un comunista). No es Bergoglio el que ha cambiado: el que ha cambiado es el mundo”.</span><em><span style="font-weight: 400;">&nbsp;</span></em></p> <p><span style="font-weight: 400;">En otras palabras, la aparente contradicción de una presencia global de izquierdas encarnada en una monarquía de origen medieval, es la expresión de la derrota o el agotamiento de las revoluciones seculares del siglo XX. Si antes el Che Guevara y Ho-Chi-Minh ocuparon ese lugar, ahora la mera valoración de la justicia social, la crítica moderada al capitalismo empobrecedor, o la sensibilidad frente al genocidio en Gaza, convierten en la opinión pública a cualquier dirigente visible en izquierdista. Esta identidad, que no es la que se autopercibe sino la que nos ubica en un lugar, refigura lo que significa ser de izquierda y/ o ser católico en el siglo XXI. Por esta razón es bienvenido un libro como el del historiador José Zanca </span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">ya conocido por obras originales como </span><strong>Los intelectuales católicos</strong> <strong>y</strong> <strong>el fin de la cristiandad</strong><span style="font-weight: 400;"> y </span><strong>Los humanistas universitarios</strong><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> que se ocupa de un tema tan actual como interpelador de ambas culturas.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Son numerosos los trabajos interesados por la apertura del catolicismo hacia las izquierdas, o en dirección inversa sobre la permeabilidad de éstas a militantes, ideas y alianzas provenientes del mundo clerical y sus alrededores. Sin embargo, se suele contar esa historia en libros separados, como procesos explicados por causas internas a cada campo (el Concilio Vaticano II como sujeto de la radicalización de laicos y sacerdotes, la nueva izquierda como atractivo aglomerador de militancias católicas, populistas y marxistas), antes que por una interseccionalidad específica y coyuntural.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Un primer punto positivo de </span><strong>Catolicismo y cultura de izquierda</strong><span style="font-weight: 400;"> es, en cambio, su preocupación por desarmar y observar detenidamente los procesos de articulación, diálogo e intercambios transversales, principalmente en el campo intelectual. Llegados a este punto, hay que realizar una primera observación crítica, que no tiene que ver con la calidad indudable de la investigación, apoyada en documentos eclesiales, encuestas de opinión, prensa periódica y obras de intelectuales católicos, entre otras fuentes de archivo, sino con el marketing editorial. El principal tema que aborda el libro es el posicionamiento de los intelectuales católicos frente a la secularización de las sociedades modernas, de la crisis del modelo de la cristiandad, que intentó recuperar la gravitación de la Iglesia a través de organizaciones laicas en el período de entreguerras, a la teología de la liberación en los años setenta. Es por eso que una lectura atenta al índice nos muestra un primer capítulo dedicado al tránsito del antifascismo al progresismo de posguerra, dos al problema de la secularización, uno a la teología de la revolución (en la que se concentra el mayor interés en la cultura de izquierda radical), y el último a la teología del pueblo en la que se inscribió el Papa Francisco.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En ese sentido, otro punto a favor del libro es indagar las continuidades entre dos momentos (1914-1945 y 1945-1980), que los avatares de la especialización académica suelen ponderar por separado, gracias a la bisagra de la Segunda Guerra Mundial. Un tercer aspecto encomiable es que Zanca interviene con una voz propia que no se limita a coexistir con la herencia historiográfica recibida. Por el contrario, sus argumentos obligan a matizar posturas previas que han dejado una profunda huella en los modos de juzgar la relación entre catolicismo, modernidad e izquierdas en la Argentina del siglo XX.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El primer ajuste de cuentas que realiza el libro es con el paradigma del “catolicismo integral”, que proviene de la Sociología de la religión de Émile Poulat, de gran aceptación en las ciencias sociales y humanidades en nuestro país. Lo que se advierte en </span><strong>Catolicismo y cultura de izquierda en la Argentina del siglo XX</strong> <span style="font-weight: 400;">es que, más allá de la pertinencia del concepto para iluminar un núcleo duro de sensibilidades antiliberales de la Iglesia, la historicidad del catolicismo de mediados del siglo XX da cuenta de una apertura a la modernidad y su diferenciación de planos políticos, religiosos, económicos, sociales, etc. La hipótesis de un catolicismo modernista y progresista, que transita del antifascismo demócrata a la teología liberacionista con lentes marxistas, no puede sino impactar también en aquellas miradas que vieron en organizaciones de raíces católicas como Montoneros la prueba de un integrismo de izquierda, indiferente a la división entre público y privado, entre política y moral. El libro de Zanca permite pensar que esta premisa estuvo más guiada por el afán de excluir a la insurgencia armada de la racionalidad política democrática, que por una lectura compleja y documentada del pasado reciente.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Otro importante ajuste de cuentas que realiza el libro es con la perdurable categoría del “mito de la nación católica”, instalada hace tiempo por Loris Zanatta. Si el historiador italiano señaló la dimensión ideológica de la sinonimia entre argentinidad y catolicismo, Zanca muestra cómo esa construcción dejó de ser operativa dentro del mundo católico con la crisis del modelo de la cristiandad, erosionado por el entrevero de la Iglesia con las ciencias sociales, el compromiso político de los laicos, la crisis de las vocaciones sacerdotales, y el debate por la legitimidad de la religiosidad popular. Las encuestas realizadas por institutos de investigación ligados a las órdenes religiosas, los informes de los medios de comunicación y la crítica teológica marxista al culto “alienante” de San Cayetano o la Virgen de Itatí, hacían creer a sectores de la Iglesia que la nación católica había dejado de existir para dar una lugar a una “nación atea”. Con mayor perspectiva histórica, cabe pensar si esa mirada pesimista sobre el auge de las devociones locales, la espiritualidad oriental o las comunidades mesiánicas de Silo y Tibor Gordon en los años sesenta, no erraron el diagnóstico. En lugar de la nación atea, quizás se impuso un mundo pagano secularizado, una forma parcialmente religiosa de tramitar eso que Max Weber llamó el desencantamiento del mundo.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Por último, otro aporte que realiza </span><strong>Catolicismo y cultura de izquierda en la Argentina del siglo XX</strong> <span style="font-weight: 400;">es el concepto de “izquierda cristiana”, amplificado para recordar que el protestantismo tuvo su propia fracción radical. Es usual en las ciencias sociales destacar la flexibilidad del catolicismo integral para absorber las alas progresistas, populistas y conservadoras de la Iglesia, hallazgo empírico que, al convertirse en paradigma, impuso una imagen rígida, transhistórica y post ideológica del catolicismo de los últimos cien años. Por el contrario, Zanca demuestra que en la Iglesia existieron corrientes de izquierda que procuraron diferenciarse de los sectores más ultraconservadores. Esta idea, que es una de las contribuciones principales del libro a la Historia intelectual del catolicismo argentino, es quizás también su único flanco débil, pues el concepto de izquierda que construye es más topográfico que identitario. Es decir, se relaciona con el posicionamiento de un grupo de intelectuales clericales y militantes laicos, que se distanciaron de aquellos católicos que adhirieron al fascismo, se opusieron al Concilio Vaticano II y condenaron la teología de la liberación. Ahora bien, ¿qué pasa con los contenidos, con la identidad de esta izquierda cristiana?&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El libro demuestra muy bien que el posicionamiento fue posible por la crisis de la cristiandad, habilitada a su vez por la autonomización de esferas de la modernidad. Si en el horizonte de la Iglesia fue posible imaginar (y autodefinirse como) intelectual católico, obrero católico o militante católico, también se puede evidenciar el surgimiento de izquierdistas católicos. Pero aquí la palabra clave es, una vez más, la de secularización. Lo que marca a la izquierda cristiana argentina no es tanto su acercamiento al marxismo o a la guerrilla </span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">inclinaciones que hicieron ruido pero fueron minoritarias</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> sino la secularización definida como ruptura con la autoridad religiosa (y no tanto como desencantamiento o desacralización, lo que habilitaría otra discusión que excede estas líneas). Y la relación entre izquierda y secularización es crucial para explicar las continuidades entre católicos antifascistas de los años treinta y cuarenta con las inflexiones postconciliares del cristianismo liberacionista y nacional-popular de los sesenta y setenta. En este punto, hay una mímesis entre izquierda cristiana, secularización y progresismo, que abre la pregunta por aquellas expresiones no progresistas de la Iglesia católica que se apoyaron en tópicos concomitantes con la izquierda. ¿En qué lugar de la grieta eclesiástica quedaría entonces el padre Hernán Benítez, que se opuso a los métodos anticonceptivos en nombre de las encíclicas papales progresistas, con el argumento de que el control de la natalidad era un arma del imperialismo para despoblar América Latina?&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El riesgo de reducir la izquierda al progresismo, con todo lo que conlleva en el debate político actual (como podría hacerlo cualquier lector de forma reivindicativa, o negando su relación tres veces, como Pedro con Jesús en la Biblia), es despojar de historicidad a este vínculo contingente. También, para el libro, implica alinearse en lo que Omar Acha señaló como paradigma historiográfico de la modernización difícil, una historia del progreso argentino más atenta a medir continuidades y límites que a abrirse a las anomalías salvajes. No obstante esta lectura crítica, es preciso reconocer que sin estudiar como hace Zanca los solapamientos entre el cristianismo y la modernidad, sería muy difícil comprender las proximidades entre izquierdistas y católicos, cuyo supuesto antagonismo primordial tiene más que ver con el goce identitario de unos y otros en percibirse radicalmente diferentes, que con el devenir histórico.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Esteban Campos</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">(UBA/CONICET)</span></p> Esteban Campos Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 301 302 A propósito de Mariano Plotkin, José Ingenieros: el hombre que lo quería todo, Buenos Aires, Edhasa, 2021, 344 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/980 <p><span style="font-weight: 400;">Una biografía es algo fantástico. O más fantástico de lo que solemos pensar. Una vida, sus proyectos e intensidades condensados con hipótesis que los hilan. Apenas podemos tomar dimensión de lo que proponen este tipo de trabajos: sumergirnos donde se cruzan tantas polémicas y escalas. Más aún en este caso particular. No sólo por la figura biografiada. No sólo porque involucró una investigación de años. Sino además porque propone un primer acercamiento sistemático al archivo personal de José Ingenieros. A una colección de miles de documentos —incluídas más de tres mil cartas— disponibles a la consulta en el CeDInCI desde el año 2013. Gracias a la intimidad que abre este acervo documental, la investigación de Plotkin alcanza una densidad peculiar.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">De todos modos, esto no es una reseña del libro en cuestión, sino más bien una problematización de dos de sus hipótesis de lectura que considero productivo discutir.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Primero. ¿Por qué la figura de Ingenieros amerita una biografía a 100 años de su muerte? El libro de Plotkin no termina de explicarlo y, por eso, el esfuerzo de más de cuatrocientas páginas para dar cuenta de esa vida se vuelve paradójico. ¿Cómo fue que Ingenieros se convirtió en una figura regional tan gravitante? ¿Fue su incansable e ingeniosa voluntad de figurar —de simular, de buscar reconocimiento, de vincularse— lo que finalmente le habría posibilitado ser partícipe de las discusiones más importantes de su época?&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Más o menos matizada, esta explicación subyace a la exposición de las polémicas en la que Ingenieros tuvo voz. Al menos ésta parece ser la hipótesis (¿psicológica? ¿sociológica?) del libro, y una de las maneras de restarle importancia intrínseca a las discusiones políticas e intelectuales.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Es cierto. Quizás una biografía intelectual esté obligada a priorizar sobre todo hipótesis que permitan vincular recorrido y obra. No lo sé. Puede ser. En todo caso, ésta parece haber sido la decisión, en detrimento de otro análisis posible: el de los aportes de Ingenieros en relación a los debates entonces vigentes.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La insistencia en que el autor de </span><strong>El hombre mediocre</strong><span style="font-weight: 400;"> era un advenedizo repite algo que ya decían sus coetáneos más jóvenes. En aquel caso era una forma de determinación del campo cultural en oposición a su figura. Un </span><em><span style="font-weight: 400;">dilettante</span></em><span style="font-weight: 400;"> que escribía sobre filosofía, historia, psicología, psiquiatría, amor… El problema radica en que, cien años después, se siga enfatizando el hecho de que Ingenieros no se basaba en “lecturas primarias” sino en “ideas de segunda mano”, transmitidas por divulgadores o “comentaristas”. O se siga subrayando su ausencia de </span><em><span style="font-weight: 400;">ideas originales</span></em><span style="font-weight: 400;">. En síntesis, persisten perspectivas de análisis que los trabajos contemporáneos de recepción buscan evitar a toda costa. Si el único </span><em><span style="font-weight: 400;">motus</span></em><span style="font-weight: 400;"> del biografiado al momento de intervenir en los debates de su época radicaba en la búsqueda de reconocimiento, no hay discusión teórica que valga la pena reponer. Al fin y al cabo, el protagonista sólo buscaba herramientas para posicionarse cultural y socialmente. A esto vamos ahora.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Segundo. </span><strong>José Ingenieros: el hombre que lo quería todo </strong><span style="font-weight: 400;">insiste también con una discusión de larga data que siempre resulta sugerente. Varios de los intelectuales allí retratados tuvieron inscripciones políticas directas y entablaron grandes debates, que implicaban alineamientos, fracturas y reposicionamientos. No obstante, gran parte de la historiografía ha sostenido la existencia de una suerte de </span><em><span style="font-weight: 400;">consenso liberal</span></em><span style="font-weight: 400;">, implícito pero envolvente. Este consenso estaría dado porque, más allá de la agresividad que pueda alcanzar el tono del debate, sus participantes —todos ellos varones—, a fin de cuentas, habrían compartido los mismos valores y principios del orden liberal que instituyeron la Argentina moderna. Esto se evidenciaría en que unos y otros —liberales y conservadores, laicistas y católicos, radicales y socialistas—, compartían sin mayores hesitaciones los mismos espacios de sociabilidad: las redacciones de los diarios y revistas, los cafés, los teatros, las academias…</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Desde ya, una afirmación como ésta sólo puede sostenerse con una fuerte generalización de lo que significaría este consenso y el </span><em><span style="font-weight: 400;">ser liberal</span></em><span style="font-weight: 400;">. A su vez, el hecho de que en efecto distintos intelectuales hayan interactuado de manera presencial no conlleva necesariamente que todas las consecuencias de la discusión política sean irrelevantes.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Este consenso se debería a que se trataba de un campo intelectual todavía pequeño sin mayores diferenciaciones internas o autonomía. O al hecho de que la búsqueda de reconocimiento recíproco entre intelectuales primaba sobre la voluntad de diferenciarse políticamente. O ―llevando la tesis a sus últimas consecuencias― a que, en realidad, no habría discrepancias políticas de fondo y todos querrían, en definitiva, y aunque esgrimieran retóricamente lo contrario, preservar un mismo orden político. Reconocer al otro como letrado a cambio de ser reconocido como tal constituía un único objetivo supremo. Desde esta perspectiva, las posiciones políticas disidentes serían un mero posicionamiento intelectual, casi estético, para delimitar lugares dentro de un campo común que sólo se buscaba reproducir.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">“Todos se conocían [...] todos fraternizaban: cuando la política no había venido todavía a producir desuniones ni separaciones; cuando la literatura y el arte sólo estaban comprometidos consigo mismos”; repite la cita que Mariano Plotkin trae de Lysandro Galtier, a su vez referido por Héctor P. Agosti. Pero: si “la política” todavía no había producido “desuniones ni separaciones”, ¿a partir de qué momento la&nbsp; política comenzaría a generar un quiebre intelectual evidente? ¿Con el ascenso del radicalismo al poder? ¿Con el impacto social de la Revolución Rusa? ¿Con la&nbsp; aparición de una oposición antidemocrática a Yrigoyen, a partir de 1928? ¿Con el golpe de Estado de 1930? ¿Con la inflexión que adopta el nacionalismo político en la década de 1930? ¿Con la Guerra Civil Española?</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Según la versión de Tulio Halperín Donghi, los discursos que abandonaron el consenso ideológico comenzaron a registrarse hacia 1928: diversos testimonios señalan que, durante la década del treinta, escritores e intelectuales de distinta orientación política se negaron a compartir espacios, proyectos y revistas. También otros lo veían así. Por ejemplo, David Viñas: “conviene tener en cuenta que en la Argentina de los años 20 y muy especialmente en el campo literario, ni el Martínez Estrada de esa coyuntura los tiene aún definidos Recién después de 1930 la ambigüedad o la convivencia de esa década se irá disolviendo y polarizando. ‘Artísticamente, en 1926, se vivía aún en la comunión de los santos’. Basta repasar las fotos del homenaje al Segundo Sombra para comprobar que allí están todos: viejos y cachorros, académicos y fumistas, anarcos, liberales y liguistas. El espacio literario aún no se había politizado”. Plotkin abona esta tesis.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">No obstante, ¿fue esto así? ¿En los veinte existía tal consenso liberal o, con las palabras de David Viñas, tal “comunión de los santos”?</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Sin dudas, es posible identificar quiebres radicales del campo cultural desde mucho antes, de hecho de cuando éste no estaba separado de la esfera política. En 1911, fue el mismo presidente de la Nación quien en sus prerrogativas interfirió en la terna del concurso universitario en perjuicio de José Ingenieros. Las disputas por espacios entre clericales y anticlericales durante la década del diez provocaron sin ir más lejos el inicio de la Reforma universitaria en Córdoba. La lucha por puestos universitarios debería por lo mismo no sólo ser considerada parte central de la vida intelectual sino también política, con la renuncia de Ingenieros a su puesto de vicedecano a causa de su enfrentamiento con Korn y Alberini. Tal como leemos en </span><strong>El hombre que lo quería todo</strong><span style="font-weight: 400;">, el biografiado no fue invitado al evento de recepción a Eugenio D’Ors organizado por la revista </span><strong>Nosotros</strong> <span style="font-weight: 400;">junto a la comunidad de jóvenes antipositivistas por esta causa. Todo esto sin entrar en casos más resonantes, como el desafuero del senador socialista Enrique del Valle Ibarlucea por su exaltación de la Revolución rusa.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Asimismo, mirar tanto las revistas de las que participaba Ingenieros como con las que discutía parece más bien llevar a la lectura contraria. Al seguir el entramado de firmas en estas publicaciones culturales, vanguardistas, literarias y reformistas, vemos que lo que causaron sus asociaciones, rupturas y divisiones fueron más bien diferenciaciones políticas y no posiciones teóricas. Las revistas </span><strong>Clarín</strong><em><span style="font-weight: 400;">, </span></em><strong>Inicial</strong><span style="font-weight: 400;">, </span><strong>Valoraciones </strong><span style="font-weight: 400;">y </span><strong>Sagitario </strong><span style="font-weight: 400;">constituyen algunos buenos ejemplos de lo señalado. Las adhesiones o impugnaciones militantes respecto al sovietismo, el nacionalismo, el socialismo parlamentarista y el antiimperialismo fueron de hecho lo que desencadenaron sus quiebres, al tiempo que en sus páginas resultan elementos mucho más decisivos que las inscripciones teóricas laxas, al antipositivismo, el neokantismo o el espiritualismo, cual sea el caso.&nbsp;&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Así éstas y otras revistas culturales de la década del veinte no constituyen meros “laboratorios de ideas” o “mosaicos” dentro de un </span><em><span style="font-weight: 400;">consenso liberal</span></em><span style="font-weight: 400;">. Por el contrario: muestran la existencia de lineamientos políticos determinantes. Quizás, más bien, lo que estaba en discusión para Ingenieros y sus coetáneos era un </span><em><span style="font-weight: 400;">consenso</span></em><span style="font-weight: 400;"> que no sólo percibían como positivista, sino además como positivista-liberal.&nbsp;&nbsp;</span></p> Lucas Dominguez Rubio Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 302 304 A propósito de Valeria Di Croce, El arca de Milei ¿Cómo y con quién construyó su poder?, Buenos Aires, Ediciones Futurock, 2025 [2024], 349 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/981 <p><span style="font-weight: 400;">A lo largo del año y medio de presidencia de Javier Milei, hemos asistido a un modesto “boom editorial” alrededor de su figura, cuyos títulos más resonantes serían </span><strong>El loco: la vida desconocida de Javier Milei y su irrupción en la política argentina</strong><span style="font-weight: 400;"> (Buenos Aires, Planeta, 2023), de Juan Luis González; </span><strong>Milei: una historia del presente </strong><span style="font-weight: 400;">(Buenos Aires, Planeta, 2024), de Ernesto Tenembaum, y </span><strong>Milei: la revolución que no vieron venir </strong><span style="font-weight: 400;">(Buenos Aires, Hojas del Sur, 2024), de Nicolás Márquez y Marcelo Duclós. A estas indagaciones, que se sustentan en el género biográfico para intentar explicar “el fenómeno Milei”, cabría agregar un título más, que toma a su hermana como eje para armar una suerte de retrato (biografía) doble: </span><strong>Karina. La hermana. El jefe. La soberana </strong><span style="font-weight: 400;">(Buenos Aires, Sudamericana, 2024), de Victoria de Masi. Todos textos que no operan en el vacío, sino que son contemporáneos de otros que se encuadran dentro del ensayo político propiamente dicho, tales como </span><strong>¿La rebeldía&nbsp; se&nbsp; volvió&nbsp; de&nbsp; derecha?</strong><span style="font-weight: 400;"> (Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2021), de Pablo Stefanoni y </span><strong>El ascenso de Milei. Claves para entender la derecha libertaria en Argentina</strong><span style="font-weight: 400;"> (Madrid, Siglo XXI Editores, 2024), coordinado por Pablo Semán.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A comienzos de este 2025, tuvo su segunda edición un libro que, creemos, ostenta un punto de partida distinto:</span><strong> El arca de Milei ¿Cómo y con quién construyó su poder?</strong><span style="font-weight: 400;">, de Valeria Di Croce, cuya primera edición aterrizó&nbsp; en las mesas de novedades de las librerías porteñas en agosto del año pasado, agotándose en menos de cinco meses.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A diferencia de los que ocurre en los libros firmados por González, Tenembaum y Márquez/ Duclós,</span><strong> El arca de Milei</strong> <span style="font-weight: 400;">pone el nombre propio en segundo plano, como genitivo. Si, como señala Arthur C. Danto, todo título encierra una clave de lectura, habría que prestar especial atención a la idea que aparece subrayada en el título elegido por Di Croce: no importa tanto Milei, sino su “arca”. Ernesto Pico </span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">editor y prologuista del libro</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> enumera así el poblado </span><em><span style="font-weight: 400;">staff </span></em><span style="font-weight: 400;">de esta bíblica embarcación: “nerds, intelectuales de derecha, indignados varios, gorilas, jóvenes,</span><em><span style="font-weight: 400;"> streamers</span></em><span style="font-weight: 400;">, </span><em><span style="font-weight: 400;">podcasters</span></em><span style="font-weight: 400;">,</span><em><span style="font-weight: 400;"> influencers</span></em><span style="font-weight: 400;">, periodistas </span><em><span style="font-weight: 400;">mainstream</span></em><span style="font-weight: 400;">, viejos políticos tradicionales, agentes internacionales que construyeron las redes entre la </span><em><span style="font-weight: 400;">alt-right</span></em><span style="font-weight: 400;"> del norte y los neofascismos del siglo XXI, tecno ricos que están cambiando la balanza de poder global, empresarios del círculo rojo y personas que lo votaron en el balotaje de 2023” (</span><em><span style="font-weight: 400;">Cfr</span></em><span style="font-weight: 400;">. Di Croce 2024, 10).&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En </span><strong>El arca de Milei</strong><span style="font-weight: 400;">, el actual presidente de los argentinos es uno más entre una enorme cantidad de personajes secundarios. Su (por otros autores reiteradamente traído a la discusión) “carácter excepcional” y los llamativos pormenores de su vida previa a la jefatura de la Nación no parecen interesar a la argumentación, que se organiza alrededor de tres grandes nodos </span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">que Di Croce nombra“shocks”</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">, cuyos efectos, sumados, explicarían el ascenso y triunfo de Milei. El “shock económico” ocurrido bajo la presidencia de Mauricio Macri (10 de diciembre de 2015 al 9 de diciembre de 2019). El “shock pandémico” ocasionado por el virus SARS-CoV-2. El “shock político”, que tuvo como punto cúlmine el intento de magnicidio perpetrado el 1° de septiembre de 2022 contra la entonces vicepresidenta de la Nación. Que la argumentación asuma el concepto de “shock” como central nos remite inmediatamente al </span><em><span style="font-weight: 400;">best seller </span></em><span style="font-weight: 400;">publicado originalmente en inglés en 2007 </span><strong>La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre</strong><span style="font-weight: 400;">, de Naomi Klein, que se publicó traducido al castellano dos años después.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Gracias a la aceptación de la jerga “psi” por parte del llamado periodismo de análisis político vernáculo, “shock” es una categoría analítica que parece </span><em><span style="font-weight: 400;">explicarse sola</span></em><span style="font-weight: 400;">. Pero: ¿resultaría en verdad la más pertinente para abordar procesos socio-económicos complejos, cuyo sujeto es, en verdad, siempre colectivo?&nbsp; En su libro, Klein no se detiene en esta cuestión, que, en verdad, sería crucial, ya que: ¿no deberíamos, acaso, interrogarnos sobre la pertinencia de aplicar conceptos que fueron pensados inicialmente para analizar la psiquis de un único individuo tales como “estrés”, “trabajo de duelo”, “pulsión de muerte”, “compulsión de repetición” o “trauma” (que, según la RAE, es un sinónimo posible de “shock”) a todo el conjunto social?&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">No obstante, en tanto lectores, “compramos” inmediatamente la categoría analítica de “shock”, porque tanto en el caso del libro de Klein como en el de Di Croce, la argumentación avanza sin necesidad de problematizar teorías, impulsada por el mismo motor hipnótico que anima géneros narrativos tales como la crónica de viaje (en el caso de Klein) o la “novela de voces” </span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">la expresión es del ensayista y escritor Carlos Gamerro</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> patentada por Manuel Puig (en el caso de Di Croce).</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hemos usado ya tres veces “argumentación” refiriéndonos a </span><strong>El arca de Milei</strong><span style="font-weight: 400;">,</span> <span style="font-weight: 400;">cuando en verdad deberíamos decir “exposición”. En efecto: esto no es un ensayo, sino una crónica aluvional de voces ajenas y acciones de otrxs, tachonada por innumerables curiosidades y datos sorprendentes (verbigracia: el hecho de que la primera aparición televisiva de Milei ocurrió nada menos que en el último programa televisivo de Mariano Grondona) que se exponen narrativamente; esto es, por medio de breves escenas. Especial interés revisten los hechos que refiere de Di Croce sobre los pormenores del funcionamiento del “ecosistema mediático-digital”, en cuyos meandros los habitantes de esta peculiar “arca” parecen navegar a sus anchas.</span></p> <p><strong>El arca de Milei </strong><span style="font-weight: 400;">no pretende adoptar el tono asertivo de un ensayo político, ni asumir la indagación de la vida de único individuo (ejemplar o representativo del conjunto social, a la manera de la biografía; recordemos que Márquez fue designado por el mismo presidente como su biógrafo oficial). Los párrafos, deliberadamente breves, van iluminando una a una las numerosas personas que han venido rodeando a Javier Milei desde sus primeros pasos en la escena pública, con sus respectivas voces desgrabadas (por momentos hilarantes, por momentos aterradoras). El laborioso expediente es entregado al lector, prácticamente sin más comentario. Pero: ¿a qué tradición se adscribiría exactamente </span><strong>El arca de Milei</strong><span style="font-weight: 400;">?</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Una respuesta posible es: a aquella tradición inaugurada por Rodolfo Walsh con </span><strong>Operación Masacre </strong><span style="font-weight: 400;">(cuatro ediciones con modificaciones en vida del autor: 1957; 1964; 1969 y 1972). Como es sabido, Walsh inventó la “novela de no ficción” ocho años antes que Truman Capote, quien con su novela </span><strong>A sangre fría</strong> <span style="font-weight: 400;">de 1965 quedaría no obstante en los manuales de literatura como el fundador de dicho género, junto a Norman Mailer y Tom Wolfe.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El relato de no ficción se define por aplicar las técnicas de la ficción para dar cuenta de sucesos reales. Como señala Ana María Amar Sánchez en </span><strong>El relato de los hechos</strong><span style="font-weight: 400;"> (1992), se trata de un género intersticial, que mantiene la tensión entre lo ficcional y lo real sin resolverla. No resulta de una mera combinación de ambos planos, sino de una construcción radicalmente nueva, que se distancia tanto del realismo ingenuo como de la pretendida objetividad periodística, si bien bajo una premisa básica: el respeto por los distintos registros de lo real (grabaciones, testimonios y documentos escritos) utilizados, que no pueden ser adulterados por exigencias de la trama.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El género, sostiene Amar Sánchez, se jugaría por lo mismo en el cruce de dos imposibilidades. La de mostrarse como una mera invención frente a los ojos de los lectores, que están alertados de que los hechos que despliega la trama efectivamente ocurrieron. La de mostrarse como un espejo fiel de estos mismos hechos, habida cuenta de que el lenguaje es otra realidad que impone sus leyes: recorta, organiza, jerarquiza, construye mundo. Es precisamente sobre este terreno, donde se fusionan y destruyen al mismo tiempo los límites entre verdad y verosímil, entre objetividad y subjetividad, donde florece la novela de no ficción.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Hay algo muy poderoso en el ritmo de la ficción narrativa, que permite precisamente “hacer avanzar” el relato, suspender el tiempo, convencer sin necesidad de argumentar (sin explicar exactamente, pongamos el caso, la pertinencia </span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">o no</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> del concepto de “shock”). “Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial, es cosa suya”, afirmaba provocadoramente Rodolfo Walsh en la “Noticia preliminar” a </span><strong>¿Quién mató a Rosendo?</strong><span style="font-weight: 400;">, publicado por primera vez en 1969, de manera coincidente con títulos como</span> <strong>El fiord</strong><span style="font-weight: 400;">, de Osvaldo Lamborghini;&nbsp; </span><strong>Cicatrices</strong><span style="font-weight: 400;">, de Juan José Saer; </span><strong>Boquitas pintadas</strong><span style="font-weight: 400;">, de Manuel Puig; </span><strong>Fuego en Casabindo</strong><span style="font-weight: 400;">, de Héctor Tizón; </span><strong>Diario de la guerra del cerdo</strong><span style="font-weight: 400;">, de Adolfo Bioy Casares; </span><strong>Cosas concretas</strong><span style="font-weight: 400;">, de David Viñas;</span><strong> Último round</strong><span style="font-weight: 400;">, de Julio Cortázar, y </span><strong>Los suicidas</strong><span style="font-weight: 400;">, de Antonio Di Benedetto. Pero Walsh clausura toda posible lectura en serie literaria con una afirmación tajante: “Los hechos ocurrieron así”. Porque, tal como se había ocupado de señalar dos párrafos antes en su “Noticia preliminar”: “no hay una línea en esta investigación que no esté fundada en testimonios directos o en constancias del expediente judicial”.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Como lo hiciera con </span><strong>Operación masacre</strong><span style="font-weight: 400;">, Walsh vuelve a elegir como primer ámbito de publicación la prensa escrita y como destinatarios naturales de su texto a “los trabajadores de mi país”. Contra la experimentación como motor posible de la literatura, tan en boga en su época, Walsh esgrime la idea de “eficacia”. Pero: ¿qué estaría ocurriendo hoy en día con la “eficacia de la literatura”, que ocupa un lugar francamente accesorio frente a la máquina ficcional de las grandes plataformas?</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Mucho se ha dicho sobre el impacto de J. L. Borges sobre los y las escritoras de nuestro país, ese </span><em><span style="font-weight: 400;">Viejo t</span></em><span style="font-weight: 400;">emible que </span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;">como Perón: la homología entre ambos es, nuevamente, de autoría de Carlos Gamerro</span><span style="font-weight: 400;">—</span><span style="font-weight: 400;"> resulta tan imposible de superar como fácilmente falsificable. Tanto menos se dijo sobre la gravitación de Walsh en el campo literario argentino. Algunos escritores que claramente se postularon como “herederos de Walsh” en lo relativo a la consolidación de una novela de no ficción argentina serían Tomás Eloy Martínez (con </span><strong>Santa Evita</strong><span style="font-weight: 400;">); Horacio Verbitsky (con </span><strong>El vuelo</strong><span style="font-weight: 400;">); Miguel Bonasso (con </span><strong>Recuerdo de la muerte</strong><span style="font-weight: 400;">), y Martín Caparrós en coautoría con Eduardo Anguita (con la monumental </span><strong>La Voluntad</strong><span style="font-weight: 400;">). Precisamente, en el tomo dos de la edición definitiva de esta última gran apuesta por emular a Walsh, sus autores reproducen la entrada correspondiente al 14 de marzo de 1972 del diario personal del autor de </span><strong>Operación masacre</strong><span style="font-weight: 400;">, en la cual éste reflexiona sobre su (im)posibilidad de escribir una “novela-inventario de época”, que funcione como una “herencia” para las futuras generaciones.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">De pretensiones literarias tanto más modestas que los títulos anteriormente mencionados, </span><strong>El arca de Milei </strong><span style="font-weight: 400;">se sirve de la tradición de la novela de no ficción walshiana para armar una construcción donde la voz autoral (que irrumpe en tres únicas instancias, entre las que se cuenta la última frase que clausura todo el libro) aparece subsumida entre muchas otras voces. Como la figura de autor en la “novela de voces” de Puig,&nbsp; Di Croce elige permanecer en las sombras, como una mera montajista. Pero logra un montaje verdaderamente atrapante: no lograremos soltar el libro hasta terminarlo. En su meticuloso conteo del enorme elenco de especímenes que pueblan el “arca”, Milei prácticamente se pierde. Es posible que esta construcción sea precisamente la que le permita a Di Croce transmitirnos una única verdad, fundamental para los tiempos que vivimos y que vendrán: “No es Milei, estúpido”.</span></p> <p><br><br></p> <p><span style="font-weight: 400;">Virginia Castro</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">(CeDInCI/ UNSAM)</span></p> Virginia Castro Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 304 306 A propósito de Macarena Marey, Diario de Galileo, Buenos Aires, Bosque Energético, 2025, 101 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/982 <p><strong>Diario de Galileo </strong><span style="font-weight: 400;">está al filo de nuestros sentidos. Se trata de un libro difícil de clasificar según los estancos compartimentos de los géneros literarios. El texto combina el registro de un diario íntimo, el ensayístico, el poético e incluso el novelístico, siendo irreductible a cualquiera de ellos. Con una prosa fragmentaria, cruda y sensible, Macarena Marey narra y reflexiona sobre la experiencia de maternar a Galileo, su hijo autista no-verbal. Como reconoce la autora, quizás no estemos frente a otra cosa que un testimonio.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Sin embargo, el libro se resiste a encuadrarse dentro de la literatura del yo, que atiborra actualmente las estanterías de las librerías comerciales. Este género literario resulta especialmente problemático para la teoría política crítica porque asume que la introspección proporciona un acceso inmediato de las condiciones objetivas de existencia, eludiendo las mediaciones sociales y políticas </span><span style="font-weight: 400;">que moldean nuestra subjetividad</span><span style="font-weight: 400;">. De esta forma, la literatura egocentrada reproduce la estereotipia más vulgar y, paradójicamente, las ideas que sostienen las formas de opresión sistémica y material que atraviesan nuestras identidades. Esta limitación deriva, en última instancia, de la ontología subjetivista que subyace a este género literario, según la cual los hechos sociales y políticos pueden ser explicados a partir de lazos interpersonales y reducidos a las determinantes psicológicas de individuos aislados.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Al contrario, en </span><strong>Diario de Galileo</strong><span style="font-weight: 400;"> los afectos no quieren ser entendidos a partir del psicologismo subjetivista, sino, más bien, como índices históricos. El malestar, el agotamiento y el enojo que Marey describe a lo largo del libro evidencian el entrecruzamiento entre su experiencia singular y estructuras sociales opresivas. Los gritos y autolesiones de Galileo no son simples caprichos, sino expresiones de rechazo a las exigencias y expectativas que un mundo injusto posa constantemente sobre él</span><span style="font-weight: 400;">.</span><span style="font-weight: 400;"> En esta clave, el libro adquiere una potencia crítica singular para denunciar el capacitismo como una forma de </span><span style="font-weight: 400;">injusticia estructural.&nbsp;</span></p> <p><strong>Diario de Galileo</strong><span style="font-weight: 400;"> se inscribe, así, en una tradición crítica inaugurada</span> <span style="font-weight: 400;">por la psiquiatría antirracista de Frantz Fanon en </span><strong>Pieles negras, máscaras blancas</strong><span style="font-weight: 400;">, y continuada por el marxismo neurodivergente de Robert Chapman y la teoría crítica de la salud mental de Emiliano Exposto, entre otros. Estos enfoques no niegan la existencia objetiva de los síntomas o del autismo, pero insisten en que estos fenómenos están mediados socialmente. </span><span style="font-weight: 400;">Como resume Exposto, el desafío es evitar “individualizar los conflictos sociales e interiorizar las opresiones, convirtiendo los problemas colectivos en infortunios de resolución privada y tratamiento personal” para politizar el malestar y la discapacidad, en lugar de concebirlos como tragedias privadas</span><strong>.</strong><span style="font-weight: 400;">&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En </span><strong>Diario de Galileo</strong><span style="font-weight: 400;">, el capacitismo aparece como un murmullo monótono, constante, que invade las calles, las plazas y los consultorios médicos. Marey analiza estos fenómenos en términos similares a los de la investigadora sobre discapacidad y capacitismo, Fiona Kumari Campbell. El núcleo del problema radica en la tendencia a naturalizar e identificar el modelo neurotípico con la idea ontológica del ser humano. Dicho ideal fija nuestras expectativas y exigencias sobre los comportamientos posibles, calificando toda desviación como sub-humana o no-humana. Ahora bien, Marey hace algo más: devela el carácter ilusorio del supremacismo de la capacidad. Este se revela como una mera apariencia, ya que depende de que interioricemos la compulsión social por anular la discapacidad: buscar su “cura” o, en última instancia, aniquilarla. Más aún, la neuro-normatividad hegemónica se funda y sostiene en la ignorancia capacitista, una forma de sesgo cognitivo que nos cierra a la escucha de otras formas de comunicarnos, de habitar el espacio y el tiempo. Es más, la racionalidad dominante conlleva un déficit ético y epistémico, en la medida en que nos vuelve incapaces de ver el daño que hacemos sobre otrxs, incluso cuando no sea el efecto deliberado de nuestras acciones. Su forma última es el escepticismo sobre la existencia misma de la neuro-divergencia, aunque esta ignorancia adquiere diferentes modalidades.</span><span style="font-weight: 400;"> En este sentido, puede calificarse al capacitismo como un tipo de violencia epistémica, simbólica y material, cuya capilaridad y temporalidad son difusas, y cuyo resultado es la negación de la agencia ética y epistémica del cuerpo discapacitado.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Con todo, Marey no conceptualiza la opresión capacitista únicamente en relación con el estatus social. Desde una perspectiva interseccional, como la de Kimberley Crenshaw o María Lugones, dicho enfoque resulta excesivamente reduccionista: </span><span style="font-weight: 400;">asume que la constitución subjetiva se resuelve sobre un único eje de las relaciones sociales, aislado de otras formas de opresión.</span><span style="font-weight: 400;"> Al contrario, Marey expone la co-implicación entre las relaciones sociales capitalistas y la neuro-normatividad hegemónica. En primer lugar, el modelo capacitista aparece asociado a la idea del adulto funcional, definido en base a los imperativos del mercado de trabajo. En segundo lugar, Marey advierte acerca de la única forma en que la neuro-normatividad capitalista logra asimilar su desviación: mediante la mercantilización y burocratización de su tratamiento médico. Dichos procesos tienen como resultado el acceso desigual a las condiciones básicas de reproducción social: la opresión se reparte de forma diferente entre la población neurodivergente, en tanto se entrecruza con las relaciones de clase, raza y género.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">De esta forma, el análisis de Marey permite entender al capacitismo capitalista como un caso de injusticia estructural. Este concepto, acuñado por Iris Marion Young, refiere a aquellos resultados injustos que, de forma sistemática, ponen a determinados grupos bajo la amenaza de dominación o privación de oportunidades. Esta tesis constituye uno de los logros conceptuales más destacados de </span><strong>Diario de Galileo</strong><span style="font-weight: 400;">, y podría enriquecerse aún más si se vincula con las teorías críticas de la forma del valor y con la corriente del marxismo neurodivergente. Un análisis de esta naturaleza apuntaría a mostrar cómo el nexo social del valor —al privilegiar un único aspecto de la reproducción material humana, el gasto de fuerza física—</span> <span style="font-weight: 400;">constituye una forma de validación social que impone la asociación entre salud, normalidad y productividad, produciendo la discapacidad como población sobrante. Una línea teórica de este tipo mostraría el capacitismo eugenésico como un rasgo central y estructural de las relaciones sociales capitalistas.&nbsp;</span></p> <p><br><br></p> <p><span style="font-weight: 400;">Malena Maia Antmann</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">&nbsp;</span><span style="font-weight: 400;">(Instituto de Filosofía “Alejandro Korn”, Facultad de Filosofía y Letras/ UBA)</span></p> Malena Maia Antmann Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 306 307 A propósito de Sandra Gayol, Una pérdida eterna. La muerte de Eva Perón y la creación de una comunidad emocional peronista, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2023, 334 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/983 <p><em><span style="font-weight: 400;">A propósito de</span></em><em><span style="font-weight: 400;"> Sandra Gayol, </span></em><strong>Una pérdida eterna. La muerte de Eva Perón y la creación de una comunidad emocional peronista</strong><em><span style="font-weight: 400;">, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2023, 334 pp.</span></em></p> <p>&nbsp;</p> <ol> <li class="show"><span style="font-weight: 400;"> Si un libro de historia ofrece viejas noticias de un pasado perdido, su novedad se cifra en el rescate de un evento, coyuntura o proceso olvidados o poco atendidos. Este es, sin dudas, el caso de</span> <strong>Una pérdida eterna. La muerte de Eva Perón y la creación de una comunidad emocional peronista</strong><span style="font-weight: 400;">, el último libro de Sandra Gayol. Aunque resulte insólito, la muerte de “Evita” —el acontecimiento extraordinario que fue— no contaba todavía con un pesquisa pormenorizada y detenida como la que encontrarán en las páginas de este nuevo libro. Su título anticipa lo que la investigación finalmente ofrece: una exploración sobre las resonancias políticas de la muerte en la cultura peronista.</span></li> </ol> <p><span style="font-weight: 400;">Pero la novedad de un libro de historia reside, también, en el desarrollo de una perspectiva singular capaz de articular una nueva agenda de temas, hipótesis y problemas. Éste es otro rasgo distintivo de </span><strong>Una pérdida eterna </strong><span style="font-weight: 400;">que, para acusar la importancia que tuvo la muerte de Eva Perón, recupera una dimensión casi inexplorada: el universo emocional de la política y la cultura argentina a mediados del siglo XX.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Según la autora del libro, la enfermedad, la agonía y la muerte de Evita facilitaron la consolidación de aquello que había comenzado a formarse algunos años antes, con el advenimiento del peronismo al poder: una </span><em><span style="font-weight: 400;">comunidad</span></em><span style="font-weight: 400;"> de hombres y mujeres vinculados entre sí por </span><em><span style="font-weight: 400;">emociones</span></em><span style="font-weight: 400;"> que definieron como propias y que marcaron a fuego su experiencia individual y colectiva, sellando su pertenencia a cierta identidad política. Esa “comunidad emocional peronista” tuvo su propio “canon afectivo”, donde la semántica del </span><em><span style="font-weight: 400;">amor</span></em><span style="font-weight: 400;">, la </span><em><span style="font-weight: 400;">felicidad</span></em><span style="font-weight: 400;">, el </span><em><span style="font-weight: 400;">sacrificio</span></em><span style="font-weight: 400;"> y, sobre todo, el</span><em><span style="font-weight: 400;"> dolor </span></em><span style="font-weight: 400;">se articuló con el discurso político y con las políticas sociales de gobierno, informó la retórica de los cuadros y de la militancia peronista, y se asoció a experiencias de vida individuales y colectivas. En tal sentido, Gayol sostiene que la mayor originalidad del peronismo fue su capacidad para construir y legitimar una narrativa pública y política sobre el dolor popular que, durante la prolongada enfermedad de Evita, se tornaría central y contribuiría a consolidar un peronismo sensible, empático y atento al sufrimiento del pueblo en la inminencia de la muerte de su “jefa espiritual”.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Con estos argumentos, </span><strong>Una pérdida eterna</strong><span style="font-weight: 400;"> pretende mostrar que la dimensión emocional fue constitutiva de la cultura y la política argentina de aquellos años. Para terminar de probar esta idea, Sandra Gayol cierra su libro con un capítulo dedicado a evaluar el impacto de la muerte de Eva en la dinámica emocional del antiperonismo, donde sostiene que la importancia de las emociones y de los afectos no fue un rasgo exclusivo del peronismo sino un dato insoslayable de la política moderna.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <ol start="2"> <li class="show"><span style="font-weight: 400;"> El tema principal de </span><strong>Una pérdida eterna</strong><span style="font-weight: 400;"> —así como su corazón narrativo y argumental— es la muerte de Eva Perón y el largo rito fúnebre que le siguió. Sin embargo, este evento adquiere pleno sentido a la luz de una cronología más amplia, donde se observa&nbsp; todo aquello que lo rodeó, un poco antes y un poco después. Así, una secuencia temporal de tres años —que se abre al promediar 1950 y se extiende hasta los últimos meses de 1952—, dispone el orden de los seis capítulos del libro. El primero de ellos, titulado “La enfermedad pública de Eva”, centra su atención en el momento previo a la muerte de Eva Perón cuando el deterioro de su salud, una vez anoticiado, se convirtió en un asunto de Estado que terminó por dominar la agenda pública y la conversación social en una coyuntura marcada por enormes turbulencias políticas y dificultades económicas. El análisis del impacto social que tuvieron los Boletines Médicos difundidos por el gobierno seguido de un detallado estudio de las distintas movilizaciones ciudadanas que expresaron preocupación y congoja por la situación, permiten a la autora del libro avistar aquellos atributos y disposiciones sensibles que marcaron las emociones y la identidad peronista —como la empatía, la tristeza y el genuino interés por el sufrimiento ajeno—, en el momento inmediatamente anterior al deceso de Eva. Este “sentir inédito” puede rastrearse, también, en las prácticas discursivas que sostuvo Eva Perón más allá de su enfermedad y agonía, y en la construcción de su propio martirio. Expresado en sucesivos renunciamientos y sacrificios, el martirio de Eva funcionó como garante de la contracara del dolor popular (que el peronismo llegó para mitigar): la felicidad de los humildes. Éste es el argumento y tema de “El amor y el martirio de Eva, el dolor y la felicidad del pueblo peronista”, segundo capítulo del libro. Allí, con el propósito de observar el pasaje de la autoconstrucción a la construcción social del martirio, ofrece una detallada lectura de los discursos públicos pronunciados por Eva, así como la resonancia de la voz y las gestualidades implicadas en ellos.&nbsp;</span></li> </ol> <p><span style="font-weight: 400;">Con todo, los dos primeros capítulos del libro funcionan como prólogo a su gran tema. En ellos la autora intenta recrear la atmósfera emocional previa a la muerte de Eva y observar las condiciones históricas que permitieron su consagración como acontecimiento extraordinario, mayúsculo, parteaguas para la sociedad argentina de entonces y “arrollador” para el peronismo.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Lo que se lee después, en el capítulo 3 —“Y Eva se murió”—, es una formidable&nbsp; reconstrucción del gran funeral de Estado y de los diversos ritos fúnebres que sobrevinieron luego de la desaparición de Eva Perón, el 26 de julio de 1952. </span><strong>Una pérdida eterna</strong> <span style="font-weight: 400;">sostiene que, desde ese momento, la apertura de un tiempo extraordinario talló las emociones que emergieron en el marco de un complejo y dilatado rito fúnebre; ceremonia masiva y polisémica que duró quince días y en donde se produjo el pasaje de los restos de Eva como </span><em><span style="font-weight: 400;">cuerpo privado</span></em><span style="font-weight: 400;"> a uno “enteramente público”. Haciendo foco en ese breve pero intenso lapso temporal —cuando el cauce normal de la vida histórica se detuvo en la Argentina— Gayol logra materializar las incertidumbres que inundaron la percepción de los contemporáneos a este evento colosal.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La mención a Cliffort Geertz en las primeras páginas del capítulo 3 anuncia algo que, a su término, se hace evidente: estamos frente a una etnografía histórica capaz de observar, de forma simultánea, fenómenos que, como suele suceder en la historia, acontecieron imbricados los unos a los otros —muy a pesar de las modas disciplinares que nos invitan a estudiarlos por separado. Así, a la pesquisa sobre las decisiones administrativas y gubernamentales —que ordenaron el caos inicial durante los primeros días del funeral—, le sigue otra: la del espectáculo visual, sonoro y olfativo que hizo del “rol estelar” de las coronas y de las flores, de la transmisión radial de los oficios fúnebres, del tañido de las campanas y del sonar de la marcha fúnebre de Chopin una verdadera experiencia sensible.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Sin embargo, ni las herramientas etnográficas utilizadas o la atención a la dimensión emocional de esta coyuntura son suficientes a la hora de explicar en qué reside y en dónde se cifra la sofisticadísima reconstrucción histórica que el tercer capítulo recrea —y que, muchas veces, termina por sumergir al lector en los sucesos narrados. Si, como afirmaba Walter Benjamin, el aura es “la aparición única de una lejanía”, setenta años después de la muerte de Eva Perón, Sandra Gayol es capaz de evocar un mundo de cuya percepción inmediata fuimos excluidos por razón de nacimiento. Para lograrlo, la estrategia estética que su escritura despliega resulta clave. Desde la primera página del libro —donde se promete mostrar “la importancia política de las lágrimas en la Argentina peronista”—, hasta la clausura del epílogo, hay una apuesta escritural evidente que encuentra su propio clímax en el tercer capítulo y, antes de funcionar como agregado estético y ornamento de la investigación, es constitutiva en la arquitectura de sus demostraciones.</span><span style="font-weight: 400;"> Como prueba de que la historiografía sigue estando a merced de la narrativa y de lo narrable (sin perjuicio de aquello que, naturalmente, separa la historia de la literatura), casi todas las oraciones del libro conjuran un lenguaje conceptual, categorial o descriptivo con imágenes y metáforas cuidadosamente construidas: “una misa era seguida en cascada por otras misas y en el oleaje resultante un mismo espacio sagrado oficial podía cobijar, en horarios diferentes, oficios solicitados por estructuras organizativas diversas” (p. 58); “verdaderos racimos humanos con antorchas encendidas hicieron una dramatización visual emotiva” (p. 156).&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Luego del tercer capítulo, el libro centra su atención en distintas expresiones y fenómenos culturales, sociales y políticos que emergieron en la inmediatez de la muerte de Eva. Así, “Morir en el papel y en la pantalla”, cuarto capítulo de</span> <strong>Una pérdida eterna</strong><span style="font-weight: 400;">, se detiene en la elaboración narrativa de la muerte que los medios de comunicación difundieron a través de sus diversos soportes (prensa, fotografía, cine). Para ello analiza la cobertura del funeral en publicaciones periódicas oficialistas (especialmente en el diario</span> <strong>Democracia</strong><span style="font-weight: 400;">) y en dos cortometrajes encargados por el gobierno para difundir el registro visual del evento. En el análisis de esta “elaboración narrativa”, la autora observa el protagonismo que tuvieron en ella el lenguaje de las lágrimas, el dolor y el llanto. Señala, también, algo que posteriormente se tornaría obvio pero que, a pocos días de la muerte de Evita no parecía claro: la consolidación de Juan Perón como único heredero de las virtudes del régimen peronista que Eva, en vida, había representado.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El capítulo 5 se aproxima a otro tipo de narrativa: la de los telegramas y cartas de pésame enviadas a Juan Perón luego de la muerte de Eva. Para Gayol, estos textos ofrecen una oportunidad excepcional al momento de evaluar el modo en que algunas mujeres y hombres intentaron dar sentido, desde sus propias trayectorias y experiencias vitales, a un evento histórico y crucial para la política argentina. La democratización de la escritura ante la muerte y el rol de las mujeres en ella, la exclusividad peronista del dolor por la desaparición de Eva, el vínculo entre racionalización y afectividad durante los primeros gobiernos peronistas, son algunas de las cuestiones que aquí se analizan.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Leídos en conjunto, el cuarto y quinto capítulo se ocupan de un mismo fenómeno —la elaboración narrativa de la muerte de Eva— en distintas dimensiones y escalas, lo que permite a la autora deslizarse desde los grandes corredores de la industria cultural moderna —el cine, la fotografía y la prensa escrita—, hacia los pliegues subterráneos del fuero íntimo, singular y privado que la cultura epistolar del período es capaz de expresar, referir y resguardar.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Con el sexto capítulo, titulado “Oposición política y emociones”, el libro concluye su recorrido. Allí&nbsp; evalúa el impacto emocional que produjo la muerte de Eva Perón en el universo antiperonista. Para hacerlo, se detiene en las descripciones del funeral publicadas por la prensa opositora y en un conjunto muy heterogéneo de crónicas, ensayos y libros. En estos escritos ubica distintos diagnósticos y valoraciones que condenaron tanto la </span><em><span style="font-weight: 400;">práctica social del luto</span></em><span style="font-weight: 400;"> —representado en la supuesta obligatoriedad del uso de la cinta negra dispuesta por el gobierno peronista—, como la </span><em><span style="font-weight: 400;">práctica ritual del llanto</span></em><span style="font-weight: 400;"> —expresado en el descrédito de la emoción popular en el desborde de sus lágrimas. Al final, el último apartado del capítulo de cierre se focaliza en la emoción política y social del resentimiento que, para la oposición, fue el apelativo que mejor representaba la revancha y venganza personal de Eva por los sufrimientos y humillaciones del pasado. Fue, también, la pasión que el antiperonismo señaló para caracterizar el tipo de lazo emocional entre Eva y las multitudes peronistas. En este punto Sandra Gayol ofrece una interpretación audaz: si para el espacio opositor el resentimiento fue la cualidad distintiva de la figura de Eva, éste terminó por convertirse, cual efecto especular, en una emoción singular de su propia identidad, “catalizadora de su accionar político e inspiradora de sus formas opositoras de organización”. De este modo, en el sexto capítulo, se consagra la idea que palpita a lo largo del libro: las emociones estuvieron en el corazón del debate y la discusión política de mediados del siglo XX y, además, fueron constitutivas de la identidad y de las acciones de sus protagonistas, independientemente de su bandería política.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Cerrando el libro, </span><strong>Una pérdida eterna</strong><span style="font-weight: 400;"> mira hacia adelante y se adentra en la Argentina posperonista. En ella, asegura la autora, el dolor seguirá siendo peronista y la recuperación de la felicidad perdida del pueblo dependerá del retorno de Juan Perón a la Argentina. La “comunidad emocional” que la muerte de Eva había consolidado sobrevivirá, pues, al estrepitoso final de los primeros mandatos peronistas.</span></p> <p>&nbsp;</p> <ol start="3"> <li class="show"><span style="font-weight: 400;"> Como es evidente, una disposición diacrónica y una línea temporal definida entre 1950 y 1952-1955, ordena la secuencia de los capítulos del libro. Esto no eclipsa la relevancia de los diversos cortes sincrónicos que permiten observar dimensiones históricas muy diferentes entre sí, cuya temporalidad desborda con creces cualquier cronología previamente definida. Entre esas diversas dimensiones se destacan: la singular agencia que tuvieron las mujeres (su rol protagónico en los funerales de Estado, en la democratización de la escritura o en los debates parlamentarios), la utopía del amor romántico en su articulación con la política de masas y el advenimiento del peronismo, la relevancia de la expansión de la radio en la difusión de ideas y debates, la territorialidad de la sociabilidad peronista cuya geografía excedió el espacio porteño-bonaerense, los procesos de secularización del martirio cristiano moderno que marcaron la iconografía sacrificial de Eva, el origen dieciochesco y revolucionario del llamado emocional a las multitudes, la importancia de la prensa y del fotoperiodismo para la cultura de la época, los usos políticos del arte cinematográfico, o los devenires del criollismo martinfierrista en la escritura popular peronista.</span></li> </ol> <p><span style="font-weight: 400;">Una empresa como ésta demanda un abanico documental igualmente complejo y, por ello, el </span><em><span style="font-weight: 400;">corpus</span></em><span style="font-weight: 400;"> de </span><strong>Una pérdida eterna</strong> <span style="font-weight: 400;">combina entrevistas y testimonios con periódicos, revistas, boletines médicos y disposiciones gubernamentales; censos con telegramas, cartas, plegarias y poemas; discursos públicos e intervenciones parlamentarias con registros de voces, fotografías, largometrajes e iconos visuales.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Capítulo a capítulo, queda claro el decidido esfuerzo por asir y materializar las emociones que la autora indaga ya no como pasiones impetuosas o irracionales, sino como verdaderas valoraciones cognitivas; prácticas resultantes de interacciones del sujeto con el mundo que dan fundamento a su percepción y, también, a su accionar. Por ello, aunque la </span><em><span style="font-weight: 400;">semántica de las emociones </span></em><span style="font-weight: 400;">es una metodología clave para acercarse a ellas, sus rastros y sus huellas no se buscan, exclusivamente, en las palabras que las nombran. Sea como sea, al hacer explícito el bagaje conceptual que guía esa decidida “objetivación” de las emociones, termina por dibujarse, cual propósito no buscado pero logrado, un mapa bibliográfico del </span><em><span style="font-weight: 400;">emotional</span></em> <em><span style="font-weight: 400;">turn</span></em><span style="font-weight: 400;">. La autora, además, no esconde sus estrategias de análisis (o las dudas y falencias que inevitablemente suponen), tampoco el modo en que crea, indaga y justifica su </span><em><span style="font-weight: 400;">corpus</span></em><span style="font-weight: 400;"> documental. Contrario a ello una buena parte de las decisiones metodológicas se revelan en el cuerpo del texto y en las notas al pie, convirtiendo el libro en una especie de manual de uso o instrucciones para lidiar con ese mapa bibliográfico y conceptual, tan prolífico y diverso como multidisciplinar.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Sin embargo,</span> <strong>Una pérdida eterna</strong> <span style="font-weight: 400;">no es, estrictamente, una “historia de las emociones”. Antes bien, se trata de una historia social y cultural que —en la redada de emociones peronistas— ensaya, cual </span><em><span style="font-weight: 400;">flâneur</span></em><span style="font-weight: 400;">, un desplazamiento continuo desde los censos de población a los aromas de las flores; desde la amplificación tecnológica de la voz por radio a los sentidos incontrolables de las lágrimas; desde el desarrollo del telégrafo o el correo postal a la estética del dolor peronista que se diseminó en el “espacio epistolar” argentino; desde los proyectos parlamentarios al tejido social de los rumores políticos; etc.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">&nbsp;</span></p> <ol start="4"> <li class="show"><span style="font-weight: 400;"> Hay otro rasgo de</span> <strong>Una pérdida eterna </strong><span style="font-weight: 400;">que, hacia el final de esta reseña, quisiera destacar. En ausencia</span><span style="font-weight: 400;"> de cualquier pretensión teorizante o pedagógica, el libro desarrolla procedimientos específicos para la resolución de los grandes temas y problemas del oficio del historiador. En este sentido, se destaca el modo en que la autora descompone la dinámica del cambio histórico, lo que permite recuperar la percepción y las incertidumbres que tuvieron los contemporáneos a los eventos narrados.</span></li> </ol> <p><span style="font-weight: 400;">Hay, también, una elaborada reflexión sobre la espesura temporal del gran acontecimiento que el libro indaga, la muerte de Eva Perón. Su apariencia cronológica breve, nerviosa y episódica esconde, en profundidad, procesos históricos de larga y mediana duración que Gayol logra, finalmente, situar. A propósito de ello, </span><strong>Una pérdida eterna</strong><span style="font-weight: 400;"> ensaya su propia definición de “acontecimiento”, que permite indagar el modo en que ciertos hechos se gestan y consolidan como suceso parte-agua capaz de interrumpir el cauce normal de la vida histórica y de inaugurar breves y extraordinarias coyunturas.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Por su parte, en la encrucijada historiográfica que supone la posibilidad de “juzgar”, “explicar” o “comprender” —y a sabiendas de los debates y malos entendidos que, tanto en el mundo político como disciplinar argentino, provoca cualquier tentativa sobre peronismo—, Sandra Gayol opta por una rigurosa indulgencia que obtura todo registro condenatorio y se niega a cualquier tipo de dicotomía o impostura maniquea. Así, una observación como esta: “En el decurso del tiempo la figura de Eva mártir parece haberse ajustado al deseo de su propia portadora. Como afirmó en 1948, su misión era ‘acercar el amor y el gozo del pan al mayor número [y] que sea la risa, la amplia sonrisa de la paz y de la justicia, la contraseña del argentino dentro del mundo’” (p. 110); convive sin contradicción alguna con otra como esta: “En la práctica un Gobierno que legítimamente se exhibía popular apeló a un decorado con reminiscencias monárquicas y a un desfile marcial con resonancias fascistas con el pueblo a distancia” (p. 161).&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Finalmente, la atención a la dimensión emocional como constitutiva de la cultura y política argentina de mediados de siglo XX, auspicia (una vez más) la recuperación de la agencia de hombres y mujeres anónimos que, en la determinación de sus propias condiciones de existencia, también </span><em><span style="font-weight: 400;">hicieron</span></em><span style="font-weight: 400;"> historia. Al final, lo que este libro ofrece no es más que una respuesta singular a esa gran pregunta que, pese a su dificultad, los historiadores se niegan a abandonar: ¿por qué los hombres y mujeres actúan como actúan?</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">***</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">En pocas palabras, podría afirmarse que, con este libro, Sandra Gayol rescata un acontecimiento poco atendido —la enfermedad, agonía y muerte de Eva Perón—, a partir de una perspectiva subdisciplinar específica —la historia socio-cultural de las emociones– capaz de revelar dimensiones del pasado —el vínculo indisoluble entre emociones e identidades políticas— que, hasta ahora, apenas habían sido escrutadas. Pero, además, este trabajo nos brinda novedosas maneras de responder a algunas de las grandes preguntas que los y las historiadoras se han hecho a lo largo del tiempo sobre su propio</span><em><span style="font-weight: 400;"> métier.</span></em><span style="font-weight: 400;"> Por ello, la publicación de </span><strong>Una pérdida eterna </strong><span style="font-weight: 400;">es, también,</span> <span style="font-weight: 400;">un verdadero evento historiográfico.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Ana Trucco Dalmas</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">CeDInCI/ UNSAM</span></p> Ana Trucco Dalmas Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 307 310 A propósito de Alejandro E. Parada, Bajo el signo de la Bibliotecología. Ensayos bibliotecarios desde la posmodernidad tardía, Córdoba, Eduvim, 2023, 154 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/984 <p><em><span style="font-weight: 400;">A propósito de Alejandro E. Parada, </span></em><strong>Bajo el signo de la Bibliotecología. Ensayos bibliotecarios desde la posmodernidad tardía</strong><em><span style="font-weight: 400;">, Córdoba, Eduvim, 2023, 154 pp.</span></em></p> <p><br><br></p> <p><span style="font-weight: 400;">Después del sugestivo ensayo previo sobre la historia de la lectura —</span><strong>Lectura y contra lectura en la Historia de la lectura</strong><span style="font-weight: 400;">, también por la editorial cordobesa Eduvim—, esta nueva producción de Alejandro E. Parada se sumerge de lleno en su propio campo: la Bibliotecología y las Ciencias de la Información&nbsp; (ByCI). Con el honor de haber sido el primer doctorado de la carrera en la Universidad de Buenos Aires, el autor no sólo estimuló la investigación de esta disciplina, sino que se esforzó en tender puentes de diálogo hacia otras con las que se siente próximo, como la sociología, la historia intelectual, la historia social y/ o la cultural, que atraviesan a la ByCI como complemento inherente y necesario. Interpela desde sus textos y da la batalla en un nudo fundamental: la investigación de la Bibliotecología en Argentina debe sumergirse en su propia historia para afirmarse disciplinariamente.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El libro se presenta a sí mismo como un conjunto de ocho ensayos y un epílogo. En la introducción, Parada expone con claridad los objetivos del trabajo: por un lado, dar cuenta sobre la multidisciplinariedad que abriga la Bibliotecología y los cruces interdisciplinarios posibles. Por otro, reflexionar sobre las mutaciones a las que está sujeta la disciplina y sus profesionales, en relación intrínseca con las sociedades latinoamericanas en las que se encuentran inmersos y los acelerados cambios a los que están sometidas. Por último (y quizás el más importante): “empoderar el ensayo bibliotecario como una herramienta de crítica… como un instrumento de pensamiento para elaborar nuestra ‘narrativa profesional’”, esto es, fortalecer el discurso de la Bibliotecología para instalarla de pleno derecho en la intersección entre las ciencias sociales (a las que pertenece) y las Humanidades (que le aportan densidad). Toda la obra, además, se encuentra atravesada por la preocupación urgente que impone el avance tecnológico.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El primer ensayo coloca a la biblioteca como un “dispositivo cultural” y reflexiona sobre los desencuentros entre las estructuras de una ciencia creada en la modernidad y los desafíos que significó la revolución comunicacional a partir del advenimiento de internet y la nueva sociedad de la información. Una de las conclusiones de este primer texto repara sobre la “metamorfosis de la espacialidad” que esta nueva era, calificada por nuestro autor como posmoderna, impone al quehacer bibliotecario, que surfea entre un mundo material (el de los acervos físicos) y uno virtual (el que propone la digitalización). Ambos tópicos son objeto del segundo ensayo, donde analiza el problema y profundiza los argumentos.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El tercer y cuarto ensayos son el corazón del libro, no sólo por su extensión (sobradamente más amplios que el resto), sino por los temas abordados, inquietud sustancial en Parada, que los entrelaza de tal modo que podrían leerse como una continuidad.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El primero de ellos se propone repensar la competencia de las bibliotecas públicas en función de las mutaciones sociales que trajo aparejadas el nuevo milenio. Lo que preocupa al autor es cómo sacar a las bibliotecas de su imagen cristalizada, de un quehacer, anacrónico por momentos, aferrado a las viejas tradiciones y prácticas del siglo XX, y empujarlas a abrazar a un potencial universo de lectores que, en los hechos, ya no las visitan para leer, sino que les demandan nuevas competencias. Es aquí cuando se plantea si las bibliotecas, dada una de sus misiones de origen, que las imbrican con lo social, no deberían transformarse para asegurar los derechos civiles, formar ciudadanos y sostener a la comunidad, de ser necesario, en tareas educativas y sociales como la alfabetización informacional, la inclusión para el empleo, etc.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Podría señalarse que, hasta este punto, se trata de lo que las bibliotecas públicas, sobre todo las populares y/o las de las colectividades, han hecho desde siempre, esto es, involucrarse con los problemas de la comunidad y atender demandas que exceden la gestión de sus acervos, mediante la extensión cultural. Pero se trata, según el autor, de definir nuevos márgenes de actuación, con requerimientos que implican reaprender la tarea profesional y revisar las misiones de las diferentes bibliotecas. Resulta acuciante imaginar cuál sería el límite, puesto que se corre el riesgo de convertir la gestión de los acervos en el apéndice de una tarea más inmediata (la de responder a las necesidades de los usuarios/as). Las sociedades modernas diseñaron diferentes instituciones con distintos fines, cabe preguntarse si el único camino que le queda a las bibliotecas es diluirse al modificar sus propósitos en pos de responder a los cambios sociales, es decir, pasar de ser dispositivos culturales a centros de atención social, o resistir con respuestas más creativas que revaloricen su misión.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Asimismo, ante el caos uniformante y a la vez fragmentario que ofrece el mundo digital, Parada plantea —y en línea con las transformaciones posibles— que resulta imperioso conectar las bibliotecas con su entorno y su comunidad de usuarios en términos identitarios, acercándose a la historia local a través de la guarda de toda producción cultural de la comunidad, lo que podría augurar relaciones más estrechas con los usuarios, que verían reflejada su idiosincrasia en un espacio propio. Por último, amparándose en los conceptos de “herencia cultural” y “herencia patrimonial” —frente a la tendencia de digitalización del patrimonio, que colocaría a la producción digital como una “escenificación de la cultura impresa”, y, por lo tanto, devendría patrimonio museístico— se pregunta si no es necesario abandonar la denominación “Bibliotecología” por una más genérica como “Ciencias de la Información” para estimular el “vigoroso vínculo que une a los archivos, las bibliotecas y los museos” y “ver como un todo o un </span><em><span style="font-weight: 400;">continuum </span></em><span style="font-weight: 400;">a los bienes patrimoniales, la historia local, el presente bibliotecario y las tendencias de la biblioteca pública en los años que vendrán”.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Esta última cuestión supone la utópica biblioteca digital universal como un proyecto no tan lejano; sin embargo, la realidad sobre los recursos concretos que se requieren para su realización y los que habitualmente se disponen en los espacios públicos permite imprimir un signo de interrogación sobre los pro y los contra de la propuesta. En principio, los acervos documentales tienen mucho para perder en el cambio de una denominación específica por otra genérica que no sólo incluiría a las bibliotecas, hemerotecas, archivos y museos, sino también, por ejemplo, al periodismo y/ o a todo aquello que implique el trabajo con información, particularmente desarrollos vinculados a la tecnología de datos, unificando en un mismo paraguas cosas muy diferentes como lo son el patrimonio cultural, por un lado, y la comunicación activa de la comunidad y las TIC, por otro.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El cuarto capítulo inicia con un recorrido histórico de las bibliotecas y una de sus características constitutivas: su carácter inherentemente político. Parada interpreta, tal como señala&nbsp; Terry Eagleton (2000; 2017), que las bibliotecas, en tanto dispositivos culturales, adquieren significación cuando se reconocen como una fuerza necesaria desde lo político. El texto se explaya desde los orígenes de las bibliotecas hasta lo particular en la Biblioteca de Mayo (razón de la tesis doctoral del autor) y la creación de las bibliotecas populares argentinas en 1870 para ilustrar “la amplia concepción política de las bibliotecas y de las prácticas lectoras” y desde allí preguntarse en qué momento la profesión bibliotecaria dejó de considerar político su desempeño. Se interna así en los debates que, según señala, fueron despolitizando sus prácticas. Reconstruye además la influencia de los Estados Unidos en la configuración moderna de la bibliotecología en América Latina a través de la American Library Association, aunque advirtiendo que, por lo menos en Argentina, a partir de los años 1960 hubo un giro hacia la escuela francesa promovido, entre otros, por Roberto Juarroz (extraña aquí que el autor no mencione como parte de su argumentación las tensiones a las que estuvo sujeta la Escuela de Bibliotecarios primero, y luego la carrera de grado, particularmente en los efervescentes años sesenta y setenta, como bien reconstruye en su tesis recientemente defendida Leonardo Silber, período sumamente politizado tanto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires como en la carrera, en ese momento gestionada por el “Departamento de Ciencia de la Información”).&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La introducción histórica le da pie a Parada para continuar con una propuesta todavía más audaz que la del capítulo anterior sobre el rol político y social a que están llamados los profesionales en su responsabilidad de bregar por la inclusión y los derechos de los individuos. Para él, resulta indispensable “tener una voz en la biblioteca pública” que se libere de “retóricas ortodoxas”, que poco favorecen a la hora de pensar la función social de las bibliotecas y el mandato de pluralidad con que nacieron, y asistir a la “elaboración de </span><em><span style="font-weight: 400;">un plan medular de acción política</span></em><span style="font-weight: 400;"> para lograr una mayor democratización de sus servicios” (cursivas en el original).&nbsp; Este tópico es el que anuda en el capítulo siguiente, donde avanza sobre los requisitos mínimos inclusivos que deberían tener en cuenta tanto las bibliotecas como los profesionales que las administran, quienes podrían cumplir un rol de “mediadores sociales activos”, en “aras de una universal inclusión”.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El capítulo seis hace un giro hacia la construcción de una historia latinoamericana de las bibliotecas. Aquí Parada revisita y actualiza un tema ya trabajado en un artículo de 2012. Se trata de un campo que se ha fortalecido en la última década y el autor lo retoma para reflexionar sobre las nuevas perspectivas y giros de los trabajos más recientes —interdisciplinarios, muchas veces producidos desde otras disciplinas, con un aporte mayoritario del norte global— y señalar algunas deudas con cuestiones todavía no encaradas, como la realización de una nueva taxonomía de las bibliotecas latinoamericanas y sus particularidades, que pueda considerar los diferentes recorridos desde sus orígenes en el siglo XIX.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El libro cierra con dos breves ensayos críticos sobre las limitaciones que por el momentos se hacen visibles en la producción científica de la bibliotecología argentina, reescritura de dos textos publicados entre 2016 y 2017 en </span><strong>Información, cultura y sociedad</strong><span style="font-weight: 400;">, la revista del Instituto de Investigaciones bibliotecológicas de la FFyL/UBA. El reclamo de Parada sigue vigente: es necesaria una mayor interacción con otras disciplinas como la historia, la sociología, la antropología o la filosofía, que podrían ser un estímulo y contribuir a una mayor consolidación de la investigación del campo.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Un epílogo recorre el hilo que atraviesa los ocho ensayos y medita sobre las mutaciones producidas por la pandemia en las sociedades, así como los retos que acechan a las bibliotecas y sus profesionales, que tuvieron que reinventarse ante el apresurado avance de la virtualidad. Aquí nuestro autor ofrece una vasta e imprescindible reflexión —desde su amplia experiencia profesional y académica— sobre las problemáticas que acechan a las sociedades en tiempos distópicos en los que la brecha digital es reflejo de una mayor segregación y una competencia despiadada por el acceso a derechos como la educación y la cultura. Transforma así a las bibliotecas en un “gabinete mágico” con capacidad de rediseñarse frente a los desafíos de un mundo que parece cada día volverse más complejo y nos promete una utopía redentora y humanista, que podría convertirse realidad de la mano de los bibliotecarios y las bibliotecarias de las promisorias generaciones presentes y futuras que tienen oportunidad de barajar y dar de nuevo.&nbsp;</span></p> <p><br><br></p> <p><span style="font-weight: 400;">Karina Jannello</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">(CeDInCI/ UNSAM)</span></p> <p>&nbsp;</p> Karina Jannello Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 310 312 A propósito de Patricio Bascuñán Correa, Masivas e ilustradas. Portadas de libros de bolsillo en el Cono Sur (1956-1973), Santiago de Chile, Lom Ediciones, 2023, 324 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/985 <p><em><span style="font-weight: 400;">A propósito de Patricio Bascuñán Correa, </span></em><strong>Masivas e ilustradas. Portadas de libros de bolsillo en el Cono Sur (1956-1973)</strong><em><span style="font-weight: 400;">, Santiago de Chile, Lom Ediciones, 2023, 324 pp.&nbsp;</span></em></p> <p><br><br><br></p> <p><span style="font-weight: 400;">Los discursos autoritarios y dictatoriales, tan revigorizados hoy en día, multiplican sus medios para aplastar lo diferente y lo plural, las expresiones de igualdad, libertad y progreso que aborrecen no sólo como ideas, sino como objetos palpables. Por eso, una de sus dianas históricas predilectas ha sido la asfixia, la censura, y en algunos casos la destrucción, de libros e impresos variados. La mano represiva crece en violencia cuando irrumpe contra procesos revolucionarios, incluso si no se asume como fuerza de la contrarrevolución e incluso si esas revoluciones ocurren en el ámbito del mundo impreso. De una circunstancia y un periodo histórico semejantes, previo a la catástrofe militarista de Chile y Argentina —y en medio de las persecuciones de la Revolución Libertadora y la Revolución Argentina en este último país— se ocupa precisamente el investigador Patricio Bascuñán Correa en </span><strong>Masivas e ilustradas</strong><span style="font-weight: 400;">.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A partir de la década de 1950, en efecto, arranca la etapa en que la “revolución del libro”, como la define el sociólogo Robert Escarpit, avanza en ambos países del Cono Sur, hasta que la polarización y la violencia política siegan el rumbo en los años 1970. El fenómeno está enmarcado por la perspectiva, heredera de Eric Hobsbawm, de unos “largos años 1960” como la denominó Claudia Gilman en </span><strong>Entre la pluma y el fusil </strong><span style="font-weight: 400;">(2003). En ese sentido, también podríamos añadir la visión de otra </span><em><span style="font-weight: 400;">revolución interrumpida</span></em><span style="font-weight: 400;">, retomando a Adolfo Gilly, aunque sus coordenadas históricas y geográficas sean muy distintas tanto como sus consecuencias sociales directas aparecen con mayor sutileza.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La “revolución del libro” refiere la aparición de un nuevo objeto masivo que cambiará las condiciones de producción, circulación, distribución y consumo de obras, gracias entre otras cosas al abaratamiento del papel y a nuevas técnicas de impresión, difusión y publicidad, aupadas por el auge de los medios masivos y los nuevos lenguajes de la cultura de masas. Arma de doble filo, este moderno libro de bolsillo, hijo del capitalismo estadounidense, irá desplegando por América Latina su potencial tanto social como comercial, mediante colecciones populares o ediciones universitarias cuyos tirajes habían crecido sustancialmente respecto a las décadas anteriores. Con tirajes superiores a los 10 mil ejemplares, esta nueva forma libresca sube pronto a la cresta de la ola de su época y fomenta la revolución cultural sesentera, las luchas contra la descolonización, los discursos enfrentados de la Guerra Fría, así como el potente acicate intelectual de la Revolución cubana en el ámbito latinoamericano.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Para seguir el hilo del auge y la circulación de libros masivos, Bascuñán Correa atiende un elemento clave, original y transformador: las portadas, expresión de una cultura social, visual, muy presente y de varias capas. Su perspectiva no puede ser más adecuada para lo que se propone: estudiar un fenómeno complejo de la sociedad y una producción —del libro de bolsillo a la edición popular— tan variopinta como inabarcable. Tanto los códigos informativos de las portadas, perdurables desde que existe la imprenta moderna (título, autor, pie de imprenta), hasta las novedades del diseño gráfico (abstracciones, tramas, cuatricromía, fotografía), permiten enlazar una inmensa gama editorial. En ella se traslucen deseos de “modernización cultural” y aspiraciones a “democratizar el conocimiento” —sustentadas en idearios ilustrados, desarrollistas y revolucionarios— (</span><em><span style="font-weight: 400;">Cfr</span></em><span style="font-weight: 400;">. Bascuñán Correa 2023, 15), tanto como las expresiones de corrientes ideológicas en pugna del periodo —desde las proscripciones del peronismo, la vía chilena de Allende, el guevarismo o el desarrollismo— sin obviar, por último, la literatura, incluyendo todo el universo de la creación latinoamericana, en las coordenadas del </span><em><span style="font-weight: 400;">boom</span></em><span style="font-weight: 400;"> y alrededores, así como las ediciones </span><em><span style="font-weight: 400;">pulp</span></em><span style="font-weight: 400;"> y la literatura de quiosco.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Como suele ocurrir con las historias del libro del siglo pasado, el arco es amplio, pese a que ocurra dentro de la cartografía sudamericana cercana al autor, y en una pinza temporal acotada: entre la fundación de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, Eudeba, (1956) y la desaparición de la Empresa Editora Nacional Quimantú en Santiago de Chile (1973). No obstante, la puerta de acceso y de contacto de las portadas también acota, en cierto modo, las búsquedas. Y permite, sobre todo, una aproximación novedosa para entender las circulaciones, la creación de públicos y expectativas, y los usos sociales y políticos de la edición en este estudio material y contextual.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Apunto </span><em><span style="font-weight: 400;">novedosa</span></em><span style="font-weight: 400;"> por varias razones, aunque el “giro material” de los años 1980 con su contundencia sociológica ha dejado de ser novedad. Lo es, más bien, por el planteamiento teórico de Bascuñán Correa, que nos aleja del sendero tradicional de la historia del arte —o de cierto tipo de historia del arte apegada al fenómeno estético—, y nos acerca al rico abanico de producción de efectos y contextos de la cultura impresa y visual. En lo específico, atiende las relaciones texto-imagen (la </span><em><span style="font-weight: 400;">imagentexto</span></em><span style="font-weight: 400;">), la “construcción social de la visión” y la&nbsp; “construcción visual de lo social” formuladas por el teórico de la imagen W. J. T. Mitchell en sus propios acercamientos y análisis (</span><em><span style="font-weight: 400;">Cfr</span></em><span style="font-weight: 400;">. Bascuñán Correa 2023, 25). Sin embargo, lo novedoso es que la presencia de Mitchell y sus consideraciones teóricas quedan velados, como en filigrana, ante la preeminencia de los contextos y de las condiciones que impone al libro la cultura de masas, bajo la guía teórica tanto de Escarpit como de Umberto Eco. En este sentido, aunque no lo anuncie explícitamente, me atrevo a afirmar que la obra de Bascuñán Correa es la de un historiador de la sociedad y la cultura, donde las portadas son un vehículo formal significativo, una impronta de necesidades, formas determinantes y funciones sociales, pero las condiciones de producción, circulación y recepción imperan.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Precisamente, </span><strong>Masivas e ilustradas</strong><span style="font-weight: 400;"> tiene un diseño editorial y un orden de lectura que intercala el amplio trayecto reconstructivo de los contextos sociales, ideológicos, literarios y editoriales, con el análisis del diseño de portadas; es decir, dos tipos de textos se alternan: el cuerpo central con sus nutridas notas y referencias, y el que acompaña a las riquísimas ilustraciones de portada, párrafos descriptivos y analíticos con una tipografía sin serifas más amplia, una suerte de extensión analítica de lo que habrían podido ser simples pies de imagen (correspondientes a cada carátula de libro). Este segundo cuerpo de texto informa, entre otras cosas, sobre los cambios gráficos y tipográficos en la visualidad de las portadas tanto como sobre las innovaciones en las distintas esferas de producción y concepción editorial (tecnologías de impresión o diagramación, tamaño, gramaje del papel, etc.). En esta parte aparecen, por ejemplo, dos ediciones comparadas de la misma obra, </span><strong>Sub Terra</strong><span style="font-weight: 400;">,</span> <span style="font-weight: 400;">de Baldomero Lillo (editorial Nascimento), una de 1943 y otra de 1970: el autor subraya las diferencias de formato, la calidad del papel, las solapas, la visualidad y tipografía modernizadas </span><em><span style="font-weight: 400;">vs. </span></em><span style="font-weight: 400;">una disposición clásica, o la impresión tipográfica </span><em><span style="font-weight: 400;">vs. </span></em><span style="font-weight: 400;">la impresión en </span><em><span style="font-weight: 400;">offset</span></em><span style="font-weight: 400;">. Mientras tanto, el cuerpo de texto central avanza por otros derroteros: los procesos ideológicos y de politización, en cuyas aguas corre la historia de la edición de ambos países.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La combinación de los dos sentidos de lectura que propone </span><strong>Masivas e ilustradas</strong><span style="font-weight: 400;"> va conformando otra pedagogía entre la imagen y el texto, entre el diseño y sus contextos, entre la historia social y la gráfica. Esa mezcla ofrecida a los lectores es uno de los grandes aciertos editoriales de la obra de Bascuñán Correa. La lectura, en esas dos velocidades, es grata y fluida, alejada de la sobrecarga informativa o de las inflexiones retóricas a las que acostumbra la academia. No sobra decir, además, que en tanto libro profusamente ilustrado —habría sido absurdo que no lo fuera, si de portadas se trata— significa una victoria rotunda sobre los oportunismos voraces y las arbitrariedades del </span><em><span style="font-weight: 400;">copyright</span></em><span style="font-weight: 400;"> actual, los cuales acaban anegando el </span><em><span style="font-weight: 400;">viñedo del texto</span></em><span style="font-weight: 400;"> de tenencias legaloides, actores privados y acreedores espontáneos, hasta aplastar cualquier recurso y cualquier iniciativa de publicar libros enriquecidos con imágenes.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Volviendo ahora al quehacer del historiador, quiero destacar no sólo que se trata de una muy informada historia del libro y de la edición regional, sino de un ceñido repertorio de tres de las representaciones intrínsecas o evidentes más importantes atribuidas al </span><em><span style="font-weight: 400;">libro</span></em><span style="font-weight: 400;">, las cuales condicionan su forma material y su circulación tanto como su significado. Además de preclaras y de gran utilidad para entender el periodo, incluso en otras zonas de América latina, estas tres representaciones interrelacionadas se diseminan por todo el recorrido y le dan una coherencia vital: (1) el libro como obra filantrópica, civilizatoria; (2) el libro como herramienta de concientización y emancipación; y (3) el libro como bien de consumo de masas.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En torno a la segunda acepción, por ejemplo, no es fortuito que la propia Marta Harnecker haya dirigido la colección Cuadernos de Educación Popular de Quimantú, donde “el libro se entiende como herramienta de la lucha de clases”. Mientras que en proyectos como el de Eudeba, cuyo eslogan era “Libros para todos”, se funden las tres, con el propósito de “crear la necesidad del libro” en todas las clases sociales. Hay un énfasis aquí en el trabajo de Boris Spivacow, quien comenzó a dirigir Eudeba en 1958 y renunció por el golpe militar de Onganía en 1966.</span><span style="font-weight: 400;"> La microhistoria de la gestión de Boris Spivacow aparece como una “revolución del libro” a cabalidad: bajo su dirección se publican casi 12 millones de ejemplares y se crea un público masivo. No cabe duda de que buscar cómo se relaciona, coexiste o se enfrenta esa triada de representaciones es una lúcida forma de tratar con la gran bibliodiversidad, creciente en el periodo estudiado.</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">A diferencia de otras, escasas obras, aparecidas desde 2011 y que indagan en torno a las portadas, la de Bascuñán Correa no se limita a tratar aspectos teóricos generales —como ocurre en </span><em><span style="font-weight: 400;">The Look of the Book</span></em><span style="font-weight: 400;"> o en la obra más técnica de Rosa Llop</span><span style="font-weight: 400;">—, ni a describir la historia de una casa editorial y la de sus obreros del libro —como hace Marina Garone Gravier en su </span><strong>Historia en cubierta</strong><span style="font-weight: 400;"> en torno al Fondo de Cultura Económica en México—, ni siquiera a profundizar en tendencias historiográficas y estéticas —como ocurre en el caso del sesudo trabajo de Silvia Fernández Hernández</span><span style="font-weight: 400;">—. La aportación de Bascuñán Correa es única en su género porque reúne todas las anteriores, por su profundo interés en los contextos, como ya mencioné, y porque consigue no perder jamás de vista la matriz central del giro material de la cultura impresa, la de los discursos como práctica y una “interpretación general de la comunicación social”. Lo anterior es particularmente visible en capítulos cruciales como “Ideología y politización” o “Ediciones universitarias”, donde las portadas son una suerte de correlato gráfico, e intelectual —pues siempre apelan a la lectura—, de la narración histórica y sociopolítica.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Para cerrar, no puedo más que mencionar un dato sorprendente del proceso de investigación de </span><strong>Masivas e ilustradas</strong><span style="font-weight: 400;">. ¿Cómo llegó el autor a reunir, consultar y entrar en contacto directo y genuino con tantas portadas? Según lo que informa, él mismo construyó un “archivo personal” desde 2013, con libros adquiridos en distintos puntos de venta urbanos: ferias, puestos callejeros, librerías de viejo o en redes sociales, comprados a precio “más o menos equivalente al kilo de marraqueta” o incluso recuperados de la basura.&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">Ante esta ardua recolección individual vale preguntarse qué papel tuvieron para Bascuñán Correa las instituciones de memoria del Estado, aquellas de las cuales se espera que resguarden, preserven y difundan los libros, se trate o no de ediciones masivas y populares. En ningún sentido la búsqueda, el hallazgo y el deseo de un acervo individual están en duda, simplemente perdura un gran vacío y algunas preguntas: ¿en qué lugar queda la responsabilidad del Estado ante la memoria editorial y libresca, ante la historia gráfica y visual? ¿Por qué las bibliotecas públicas, barriales, universitarias, nacionales o patrimoniales no tuvieron ninguna función de utilidad en esta obra? Si el Estado de la tiranía militar destrozó el florecimiento editorial de los largos años 1960, ¿no sería justo exigirle a esos mismos Estados nacionales, a la vuelta de las décadas y los procesos democráticos, alguna responsabilidad patrimonial? Ante estos cuestionamientos, me parece que el empeño individual de Bascuñán Correa, la ingente y rica cosecha de portadas (y ediciones) que llevó a cabo, no deben terminar eximiendo a nuestras instituciones de memoria de su responsabilidad pública en la conversación, resguardo y difusión de esta materia viva. ¿No se pierde alguna parte de la historia social al perder de vista todos estos fondos y acervos impresos?&nbsp;</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">En este sentido, la discusión que abre el autor sobre los libros como vehículos o como monumentos es doblemente fructífera. Sería absurdo asumir que el Estado sólo debe conservar y difundir aquellos libros monumentales y no las obras más baratas, populares y masivas. Es injustificable que no haya políticas públicas de conservación y cuidados para todo tipo de impresos, las cuales incitan también a la revaloración y revisión de estos periodos de la industria editorial, siempre elocuentes para entender nuestros imaginarios políticos, como bien demuestra Bascuñán Correa. Ni la oscuridad golpista ni el desarrollismo económico a ultranza, ambas formas de violencia, deben apartarnos de la exigencia de memoria pública y compartida.&nbsp;</span></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">&nbsp;Alvaro Ruiz Rodilla</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">(UNAM)</span></p> <p>&nbsp;</p> Alvaro Ruiz Rodilla Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 312 315 A propósito de Ana Amélia M. C. de Melo, Fernando Marcelo De la Cuadra y João Ernani Furtado Filho (orgs.), E. P. Thompson en Chile. Solidaridad, historia y poesía de un intelectual militante, Santiago de Chile, Ariadna Ediciones, 2024, 269 pp. https://ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/986 <p><em><span style="font-weight: 400;">A propósito de Ana Amélia M. C. de Melo, Fernando Marcelo De la Cuadra y João&nbsp; Ernani Furtado Filho (orgs.), </span></em><strong>E. P. Thompson en Chile. Solidaridad, historia y poesía de un intelectual militante</strong><em><span style="font-weight: 400;">,</span></em> <em><span style="font-weight: 400;">Santiago de Chile, Ariadna Ediciones, 2024, 269 pp.</span></em></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">En 2023 se cumplieron sesenta años de la primera edición de </span><strong>The Making of the England Working Class </strong><span style="font-weight: 400;">y en 2024 se celebró el centenario del nacimiento del autor de dicha obra: Edward Palmer Thompson.</span> <span style="font-weight: 400;">Producto de estas conmemoraciones, varias universidades sudamericanas, al igual que en Europa, homenajearon al historiador marxista británico y temprano impulsor de la nueva izquierda. Desde 2022 un grupo de académicos e investigadores brasileños de la Universidade Federal do Ceará, encabezado por la historiadora y archivista Adelaide Gonçalves, organizaron un conjunto de eventos e impulsaron junto al sello Ariadna la publicación </span><strong>E. P. Thompson en Chile</strong><span style="font-weight: 400;">. </span><strong>Solidaridad, historia y poesía de un intelectual militante</strong><span style="font-weight: 400;">. Este título alude al poema de Thompson “Homage to Comrade Salvador Allende”</span> <span style="font-weight: 400;">incluido en el folleto de la Bertrand Russell Peace Foundation que convocaba a un mitin de solidaridad con Chile en Londres el 20 de septiembre de 1973. El facsímil, fotografiado por Antonio Lizalde, aparece en las páginas interiores del libro junto a la traducción de Fernando Marcelo</span> <span style="font-weight: 400;">De la Cuadra, uno de los tres coordinadores del volúmen. También en 2024, </span><strong>Políticas de la Memoria, </strong><span style="font-weight: 400;">revista de investigación del CeDInCI, analiza la recepción del marxista británico en Argentina mediante la publicación de un </span><em><span style="font-weight: 400;">dossier</span></em><span style="font-weight: 400;"> preparado por Horacio Tarcus y Ricardo Salvatore.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El libro </span><strong>E. P. Thompson en Chile </strong><span style="font-weight: 400;">se divide en dos partes. La primera de ellas se inicia con un capítulo a cargo de M. C. de Melo y De la Cuadra, quienes relevan las variadas políticas culturales del gobierno de Allende y el exilio en Inglaterra de intelectuales y cientistas sociales del país trasandino. Estos crearon en la capital británica la Asociación de Historiadores Chilenos junto a la publicación denominada </span><strong>Nueva Historia. Revista de Historia de Chile </strong><span style="font-weight: 400;">(1981-1989). En su trabajo, los autores profundizan en la “ruptura historiográfica” producida en Chile a mediados de la década de 1980 con la adopción de las categorías “experiencia”, “sujeto social”, “bajo pueblo” y “agencia”; propuestas centrales del marxista británico. Estas categorías circularon en el ámbito universitario y en publicaciones de organizaciones no gubernamentales tales como Educación y Comunicación (ECO) y SUR Profesionales. La revista </span><strong>Proposiciones </strong><span style="font-weight: 400;">(1981-)</span><em><span style="font-weight: 400;">, </span></em><span style="font-weight: 400;">vocera de esta última, introdujo categorías thompsonianas en el artículo “Historiografía chilena: balances y perspectivas” (1986) y en la compilación “Chile, Historia y ‘Bajo Pueblo’” (1990), dos contribuciones claves para la emergencia de la “nueva historia social”</span><span style="font-weight: 400;">.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El segundo capítulo, a cargo de Furtado Filho, estudia las relaciones familiares de E. P. Thompson. Tanto el vínculo con su padre Edward John Thompson —pastor metodista, misionero, escritor y traductor de la obra de Rabindranath Tagore— y su hermano mayor William Frank Thompson —poeta, militante comunista, conocedor de nueve idiomas, asesinado a los 24 años—. Luego, aborda las intervenciones de Thompson en la revista literaria </span><strong>Our Time</strong><span style="font-weight: 400;"> dirigida por los intelectuales Edgell Rickword, Randall Swingler y Montagu Slater.</span> <span style="font-weight: 400;">Furtado Filho destaca en las intervenciones de Thompson su específica concepción ética de la obra poética: los poetas deben asumir un compromiso solidario promotor de valores éticos que inciten a la transformación de la realidad. Valores que Thompson, en el poema dedicado al derrocado presidente chileno, asoció a las figuras latinoamericanas de Bolívar, el Che Guevara y Allende.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">La segunda parte del libro consta de entrevistas y artículos relevantes que precisan la riqueza de la recepción de Thompson en el quehacer historiográfico chileno. El primer entrevistado es el historiador Gabriel Salazar, uno de los intelectuales de referencia de la “nueva historia social”, cuyo </span><strong>Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena en el siglo XIX</strong><span style="font-weight: 400;"> (1985) constituye una “historia desde abajo y desde dentro del pueblo” cercana a la desarrollada, según Salazar, por Thompson. Sin embargo, no deja de ser llamativa la afirmación del entrevistado: “Yo no conocí a Thompson en profundidad. Sólo lo conocía de nombre, pero nunca lo estudié o leí aquí en Chile antes de ir para Inglaterra” (p. 59). Pese al desconocimiento inicial, el intelectual reconoce que a finales de la década de 1980: “la mayor influencia fue encontrar en Thompson la definición de clase no en un sentido mecánico… [sino] como movimiento” (p. 62). Para el historiador chileno la clase trabajadora no es presentada por Thompson “en función a un partido o la huelga, sino que describe la clase en función de la gente viva, hombres, mujeres, con todas sus características” (pp. 62-63), o sea, actores que piensan, sienten y actúan. Un posicionamiento afín al concepto thompsoniano de “agencia” a partir del cual Salazar, militante juvenil del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, expone el motivo de su ruptura con las pretensiones representativas que se arrogaban los partidos de izquierda chilenos.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">A continuación, brinda su testimonio Julio Pinto, otro de los referentes de la “nueva historia social”, quien durante la dictadura pinochetista cursó estudios de postgrado en la Universidad de Yale, Estados Unidos, y allí descubrió la obra de Thompson. Sin embargo, al igual que Gabriel Salazar, el estudio de </span><strong>The Making of the England Working Class</strong><span style="font-weight: 400;"> lo impresionó porque ofrecía una visión marxista liberada de las ataduras del determinismo y el</span> <span style="font-weight: 400;">reduccionismo economicista del marxismo vulgar. Considera que gracias a la obra de Thompson la historiografía chilena avanzó más allá del estudio del modo de producción capitalista y de las relaciones sociales que no encuadran en este. Pinto enfatiza la incidencia de las categorías thompsonianas en sus obras: </span><strong>Trabajos y rebeldías en la pampa salitrera </strong><span style="font-weight: 400;">(1998) y </span><strong>¿Revolución proletaria o “chusma querida”? Socialismo y alessandrismo en la pugna por la politización pampina (1911-1932) </strong><span style="font-weight: 400;">(2001), libro publicado en coautoría con Verónica Valdivia que también fue difusora de las tesis thompsonianas en Chile. Sin embargo, el investigador sugiere que en la actualidad la “nueva historia social” ha retrocedido ante el auge de los estudios de género, la historia cultural y la nueva historia política.</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El tercer capítulo es un texto de Cristina Moyano, quien revisa su experiencia como estudiante de Historia en la Universidad de Santiago de Chile (USACH) en los años iniciales de la transición a la democracia. Moyano historiza la recepción de la obra de Thompson mediante una cartografía que recorre la emergencia de la “nueva historia social” prolongada por los debates en torno a </span><strong>La violencia política popular en las “Grandes Alamedas”. La violencia en Chile, 1947-1987</strong> <strong>(Una perspectiva histórica popular) </strong><span style="font-weight: 400;">de Salazar (1990).</span> <span style="font-weight: 400;">Las producciones de Salazar, Pinto, María Angélica Illanes, Sergio Grez y Mario Garcés, junto con la visita de Eric Hobsbawm a Santiago en 1998, marcaron en las décadas de 1990 y 2000 la hegemonía de esta corriente. Continuando el análisis del periodo, la historiadora revisita sus propias investigaciones sobre el “sujeto popular”, desde su tesis de grado sobre los vendedores ambulantes de fines del siglo XIX hasta </span><strong>MAPU o la seducción del poder y la juventud. Los años fundamentales del partido mito de nuestra transición (1969-1973) </strong><span style="font-weight: 400;">(2009), en las que apeló a las categorías thompsonianas de “clase” y “experiencia” debatidas en las revistas </span><strong>New Left Review</strong><span style="font-weight: 400;"> (1960-) y </span><strong>Past and Present </strong><span style="font-weight: 400;">(1952-).</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">El último capítulo del libro fue preparado por Rolando Álvarez. El investigador comparte con Moyano el recuerdo de la visita de Hobsbawm, pero desde su perspectiva en ese momento el marxismo había perdido popularidad. Por entonces, algunos historiadores tradicionales como Eduardo Devés clasificaron</span> <span style="font-weight: 400;">a la “nueva historia social” como un “marxismo mínimo”.</span> <span style="font-weight: 400;">Álvarez reconoce que su lectura de Thompson fue tardía y emerge en su tesis doctoral sobre los comunistas chilenos. Hasta entonces se consideraba al Partido Comunista de Chile como un objeto antropomorfizado, como un ser viviente de cuerpo monolítico. El historiador chileno historiza la experiencia del aparato partidario y lo presenta más diverso de los modelos prescritos por la estructura orgánica que pretendía una militancia homogénea en todos los ámbitos. El autor en </span><strong>Hijos e hijas de la Rebelión. Historia política y social del Partido Comunista de Chile (1990-2000)</strong><span style="font-weight: 400;"> (2019) y </span><strong>Del viraje al gobierno de nuevo tipo. El Partido Comunista de Chile en la primera década del siglo XXI </strong><span style="font-weight: 400;">(2022)</span> <span style="font-weight: 400;">adoptó las categorías de “agencia” y “experiencia” para identificar las diferencias entre la militancia universitaria, territorial y sindical de las y los jóvenes comunistas. Ambas contribuciones le permitieron explicar la persistencia del comunismo chileno a pesar del colapso de los llamados socialismos reales.</span></p> <ol> <li class="show"><strong> P. Thompson en Chile </strong><span style="font-weight: 400;">fue presentado por sus editores y colaboradores el 17 de octubre de 2024 ante un auditorio de la USACH colmado por investigadores y estudiantes. La presentación ocurrió en vísperas del 5° aniversario de la revuelta popular conocida como “estallido social” de 2019 en el cual emergió el “sujeto de abajo”, como señalaron los editores. En ese marco, Ariadna Ediciones liberó los derechos del libro y también entregó copias al público como homenaje al compromiso intelectual de Thompson y a la memoria de Allende, ambos necesarios ejemplos para las resistencias y las poéticas en estos tiempos.</span></li> </ol> <p><span style="font-weight: 400;">Al finalizar la lectura del libro queda por revisar la incidencia en la historiografía chilena de la crítica a</span><strong> Miseria de la teoría</strong><span style="font-weight: 400;"> (1978) por parte de Perry Anderson en su obra</span><strong> Teoría, política e historia. Un debate con E. P. Thompson</strong><span style="font-weight: 400;"> (1985).</span><strong>&nbsp;</strong></p> <p>&nbsp;</p> <p><span style="font-weight: 400;">Patricio Francisco Lagos Faúndez</span></p> <p><span style="font-weight: 400;">(Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación/ UNLP)</span></p> Patricio Francisco Lagos Faúndez Derechos de autor 2025 2025-10-01 2025-10-01 25 315 316