I
Montrouge, 24/5/73.
Querido Ricardo:
Recién hoy, después de seis meses, tuve noticias tuyas. Esta tarde estuvo José Luis en casa, trayendo una nota; yo no estaba en ese momento, conversó con Berta. Quedó en volver dentro de unos días, cuando regrese a París pues mañana se ausenta. De modo que hasta este momento ignoro la naturaleza de los datos que necesitás, además de ignorar el contexto general de todo esto, pues las primeras palabras de tu texto (“como te explico en mi carta”) remiten a otro texto, ausente me temo que definitivamente. No recibí ninguna carta tuya, y presumo que a causa de algunas distorsiones en la dirección. Por eso mi primera preocupación al saber que finalmente venías (o cruzabas, según el verbo que utilizás) a París (o por París), fue restablecerla. Por favor, tomá nota tal como te la escribo: 110, Av. Aristide Briand; 92120 MONTROUGE (FRANCE). Eso en cuanto al correo [nada de París, ni Mont-Rouge (sic) como escribiste, supongo que inspirado por la lectura de algún artículo de Germán García, quien alguna vez descubrió que la palabra vidrio es inquebrantable y que a los tigres de papel, en cambio, no los beneficia en nada el intercambio desigual]; en cuanto a tu presencia en el edificio, una vez llegado, subís una breve escalera y tomás el ascensor C (o la escalera C) y en el 5º piso de ese sector presionás el timbre de la puerta 28. Toda esta descripción, estilísticamente abominable, intenta evitarte los riesgos del cartesianismo: tu amigo José Luis se sintió desorientado ante el número 46, que es el que figura en un tablero indicador de la planta baja, destinado a que el cartero deslice la correspondencia en el buzón correspondiente, que no tiene por qué coincidir con el nº del departamento. En definitiva: ascensor C, 5 º p., 28. En lo que se refiere a Montrouge, se trata de un municipio limítrofe a París, como lo es Avellaneda, por ejemplo, respecto a Buenos Aires. El departamento donde vivo está a unas cinco cuadras de la estación de metro “Porte d’Orléans”. Si vuelven a existir interferencias en la comunicación, ya sabés cómo llegar. Pero espero que me avises con tiempo, y te iré a esperar.
Ahora, si te resulta posible, uno o dos favores: 1) después de darles saludos míos a [Alberto] Serebrisky & [Natalio] Wisniacki, ¿le podrías pedir que hagan en ese momento una liquidación actualizada de Análisis de McLuhan (que ya está en 2a. ed.) y Análisis de Michel Foucault, en base al 5%, que era lo convenido? Hace casi un año me pagaron a cuenta; ellos tienen todos los datos. Explicales lo que significa para un argentino fuera de la patria, etc. unos mangos (aunque pocos). Si te dan uno o varios cheques antes de un eventual viaje tuyo a La Plata, dejalos en mi casa (Dg. 79-783, TE. 4-8899) porque mi hermana, como familiar, puede enviarme dólares al cambio oficial, más baratos (de paso, si te sirve esa vía, podés darle a ella plata argentina para que te la envíe a nombre de Berta, aquí); si en cambio S & W fijan una fecha posterior a tu partida para el pago, te ruego que lo comuniques, aunque sea telefónicamente, a mi casa en La Plata; 2) ¿podrías traerme algunas cintas para máquina [de escribir] color rojo-negra, de seda? Aquí son terriblemente caras; 3) necesito Crítica de la democracia capitalista de Moore, y Teoría marxista del partido político (tomo del art. de Johnstone), si te parece riesgoso traerlos, decile a Pancho [Aricó] que me los envíe; 4) mis viejos quedaron algo frustrados por tu anuncio fallido de enero; si podés, avisales la nueva fecha, tal vez te den algo para el pibe. Respecto a París, vení tranquilo, no tendrás problemas, un gran abrazo. José.
II
Montrouge, 8 de junio/73.
Querido Ricardo:
Acabo de recibir tu carta del 2/6, y me apuro a contestarte. Tal vez a esta altura ya tengas en tu poder mi carta del 24 de mayo dirigida a: Editorial Tiempo Contemporáneo (para el Sr. Ricardo Piglia), Viamonte 1453, 10º 66 ó 5º 40. Te doy estos datos completos por si te sirven para ubicar la carta en caso de que no te la hayan entregado. En esa hipótesis, reiteraré sintéticamente sus datos principales:
- Nunca recibí carta tuya, supongo que a causa de una distorsión en los datos postales. Dirección correcta: 110, Av. Aristide Briand; 92120 MONTROUGE (France). Por correo, nada más. Personalmente: al llegar a esa dirección, tomar ascensor C, 5º piso, dto. 28. Montrouge es una pequeña localidad contigua a París. Estación de metro más próxima: Porte d’Orléans (cinco cuadras).
- El favor más importante que te pedía: decirles al tándem Serebrisky-Wisniacki que me liquiden el 5% del precio de tapa de los ejemplares vendidos hasta ahora de los dos Análisis: McLuhan y Foucault. Hace un año me hicieron un pago, del que tienen registro. Les resultará fácil hacer la cuenta actualizada. En la hipótesis de que te den un cheque, te ruego que lo hagas llegar a mi casa en La Plata (Diag. 79 nº 783, TE. 4-8899) si vas por allí; si no, avisar que lo pasen a retirar por ETC. Debido a los caprichos del mercado de cambios, no conviene venir de allá para acá con dólares (esto es válido tanto para el pago de ETC como para tu propia guita) sino enviar, al cambio oficial, francos franceses: esto lo pueden hacer, entre otros, familiares de residentes aquí. Por eso, en resumen: tanto la guita de ETC como la tuya, si te conviene ese procedimiento, dásela a mi hermana, que me la gira como familiar. Recomendación para vos: no vengas con pesos argentinos, porque no lo podrás cambiar. Si enviás dinero, no lo hagas en dólares.
- Favores subordinados: ¿podés traerme una cinta para máquina rojo-negra, de seda? Acá son muy caras. Si lo ves a Pancho, decile que aún espero respuesta a mi carta del 12 de abril. Y que me mande los últimos catálogos de S. XXI. En general, si traes material político, mejor.
- Insisto en que me avises con la mayor precisión, lugar, día y hora de tu llegada.
- Trataremos de que gastes lo menos posible aquí. Veré la manera de que no necesites ir a un hotel, ni a restaurantes no universitarios.
- Si de todas maneras nos desencontramos, apenas llegues vení a casa. No tengo teléfono, pero te doy, por si te sirven, los siguientes: Jorge Giacobbe: Maison de l’Allemagne, Cité Univ., chambre 426: TE. 589-5593, Ornar Caranta: Pavillon Argentin: Cité Univ.: 589-5500, chambre 14. Yo, por lo general, estoy a la tarde en la Maison des Sciences de l’Homme: 54, boulevard Raspail, en la biblioteca (primer piso).
Chau, viejo, espero que todo vaya bien. Ya conversaremos extensamente. No dejes de avisarme todos tus próximos movimientos. Un abrazo, José.
III
Montrouge, 30 de noviembre/73.
Querido Ricardo:
Me parece increíble que te esté contestando una carta con un mes de atraso. Esto se debió a tu pedido de difusión de Los Libros, que -ahora creo que equivocadamente- condicionó la fecha de esta respuesta. Porque así se dieron las cosas. La librería Maspero dilató tanto su juicio sobre la compatibilidad de Los Libros con el resto de la literatura revolucionaria mundial que sus sótanos toleran, que de manera imperceptible se fue desplazando de semana en semana el esperado sí o no a la propuesta de vender allí la revista. Finalmente me dijeron que no, lógicamente fabricando una o más explicaciones ad-hoc: a) capacidad reducida del local; b) carácter más literario que político de la revista; etc., argumentos fácilmente refutables si se tratara de una discusión pareja, pero es evidente que ellos tienen el local y disponen dictatorialmente de su uso. Por eso, continué las gestiones en otras librerías, con este resultado: lo que en tres semanas no conseguí en Maspero, lo obtuve en 5 minutos en una librería latinoamericana y en otra española (calles Monsieur-Le-Prince y Seine, respectivamente). En la primera me pidieron por lo menos 10 ejemplares; en la otra, sin darme una cantidad fija, me dijeron que podía llevar más. Ahora bien, en el momento en que llegó tu carta yo ya había distribuido gratuitamente -según tus indicaciones- algunos ejemplares, de modo que en este momento tengo exactamente 8 que llevaré a las dos librerías indicadas. Te escribo por eso apurado para que, en el caso de que ustedes, Los Libros, otorguen importancia a esta distribución, me mandes de inmediato unos 15 ejemplares del número 30, y más o menos 10 de cada uno de los anteriores que ustedes juzguen apropiados. Si agrego que además de los lugares en que estuve, conozco otros –por ejemplo aquella librería de Ruedo Ibérico donde estuvimos con Natalio, y otra llamada “Ebro”, etc., en los que se puede distribuir L.L., tal vez sea conveniente que tengan en cuenta esas posibilidades suplementarias, cuando hagan el envío. Una acotación: recuerdo que el paquete con las revistas que llegó en agosto vino cerrado, lo que aumenta considerablemente la tarifa postal. Les recomiendo que hagan los envíos como impresos, pagarán muchísimo menos.
En cuanto al precio de venta aquí, hice unos cálculos no menos racionales que otros posibles, y lo estimé en 5 francos. Tengo entendido que la librería retendría un 20%, lo que significa que L. Libros dispondría de 4 francos como remuneración por cada ejemplar. A partir de allí, ustedes sabrán si las tarifas postales, el costo de impresión, etc. está o no cubierto. Desde luego, también se podría subir el precio a 6 francos, pero no sé si es conveniente. Díganme ustedes qué piensan. Finalizada esta gestión de averiguación, me acomete una sensación de ineficacia y falta de imaginación por haber apostado todo a Maspero. ¿Habrá que ver en esta miopía otro signo de la fascinación que ejerce esta Iglesia del papel, esta Internacional del Texto que es Maspero, hasta tal punto desvía la atención de otros modestos -y eficaces- centros de difusión (ambas librerías visitadas son bastante frecuentadas por latinoamericanos)? A propósito de metáforas eclesiásticas, ayer pasé frente a una sucursal de la Banque Nationale de Paris, construida en el siglo pasado: en el frontispicio hay cinco imágenes de un estilo que mi ignorancia llama bizantino –cada una de ellas representa un continente, y ni siquiera vale la pena bromear a propósito de que la central, como se debe, representa a Europa–, al entrar se recibe la luz exterior a través de vitrales y otras pequeñas maravillas. Si no se atarearan las cajeras, se podría asegurar que uno está en una iglesia. Pensé entonces en las recurrentes metáforas de Marx a propósito del culto del dinero, las citas de Shakespeare que aligeran El Capital, “el dinero, dios de este siglo” y todo eso. ¿De qué manera pudieron influir en la génesis de esta percepción los edificios de la Bolsa, los Bancos (y nada menos que en Inglaterra), las Cámaras de Comercio, etc.? Habría varios niveles de prácticas por analizar, pero si es cierto que la ideología es también práctica material, objetivación, etc., habría que decir que Marx incorpora en su texto esas pequeñas sintaxis congeladas que otro trabajo textual está produciendo: sólo que situándolas en la historia y privándolas de su inocencia; mostrándolas entonces como práctica abolible (cf. el análisis de la Comuna de París).
Estoy muy interesado en despacharte esta carta hoy mismo. Paso por alto un relato pormenorizado de mi travesía en Europa Oriental; para resumir: sin violencias perceptibles, y en distinto grado según los países, una cierta sociedad burguesa se está consolidando. Ahora, noticias personales: el Conicet sólo me renovó la beca hasta enero; pienso hacer esfuerzos para quedarme por aquí hasta agosto, aproximadamente. Para ello necesito un apoyo económico exterior, que se podría expresar en: a) traducciones del francés o italiano; b) composición de volúmenes, recopilaciones, etc.; c) gestiones como la que realizo para N. Visión, u otras. Te ruego que al responderme, me digas si es posible, en Tiempo Contemporáneo, la Flor, Siglo XXI, etc. encargarme de algunos de estos trabajos. Esto, lamentablemente, es urgente; te agradecería que en tu respuesta me indicaras las posibilidades inmediatas de tales trabajos. Lo mismo en cuanto a aquella suma del porcentaje (5%) de la venta de Análisis de McLuhan e ídem de Foucault, que Natalio [Wisniacki] prometió liquidar.
Por mi parte, en el caso de que te interese, te informo de la aparición de dos tomos de la colección 10/l8, hechos por G. Mury (y con un prólogo de él de unas 190 pág.) con materiales “De la révolution culturelle prolétarienne au Xème. Congrés du PCC”; también apareció La deuxième révolution chinoise de K. S. Karol (Laffont); Un combattant comme ça; poèmes et essais de Luxun présentés par Michelle Loi (ed. du Centénaire); Mao-Tsé-Toung: De la pratique, ed. bilingüe présentée par M. Loi (Aubier-Montaigne); La longue marche de Claude Hudelot (Gallimard). Espero que me contestes sin demora, y sin seguir mi lamentable ejemplo. Saludos a Silvia; a Pancho, Carlos, etc, que me escriban. Un gran abrazo, José.
IV
Buenos Aires (La Reina del Plata) 21/12 [1978]1
Querido José:
Unas líneas y unos recortes para que no te olvides de los amigos ni del suelo patrio. Berta te contará cómo andan las cosas (bastante turbias), nos arreglamos, siempre optimistas respecto al porvenir, empecinados, en fin, en no dar todo por perdido (verás la revista).2 Le tocaron, como a todos los hombres (decía el traductor de Las palmeras salvajes) malos tiempos en que vivir. Entre otras desdichas se extraña mucho a los amigos ausentes (no te encuentro a la salida de los ciclos alemanes en la cinemateca); los que quedan se dividen en tres clases: (a) los que se dedican a Lacan (b) los que mueven la cola (c) los que ponemos todas nuestras esperanzas en la contradicción. El año pasado estuve tres meses en USA, viviendo en el pueblo donde murió Raymond Chandler, dando la lata sobre Arlt y Borges en la Universidad de California, San Diego, sitio en el que, como era de imaginar, la biblioteca superaba mis ensueños más borgeanos (ahí cada dos por tres me acordaba de vos: esas bibliotecas te están destinadas, ningún norteamericano las merece). A la vuelta fuimos a Nueva York con la idea de volver por México y Venezuela, pero al final no pudo ser. Me hubiera gustado mucho verte, pero así vienen las cosas. La única virtud de estos tiempos es que lo ayudan a uno a reconocer las determinaciones históricas. Hubo algunas propuestas para quedarnos en USA o en México, pero al fin decidimos seguir (mientras se pueda) en el rincón natal. Estoy tratando de terminar el libro sobre Arlt y Borges del que pronto verás algún anticipo en Escritura, la revista de Rama (como verás por los acentos, mi máquina es, como corresponde, totalmente afrancesada).3 Me entero que en Venezuela epistemologizás (neologismo acorde con la dificultad de la disciplina) a troche y moche: ojo, está probado que la metodología (ciencia argentina) produce hábito. Aquí circulan tus reflexiones sobre la huella derridariana, de las que hago llegar los ecos. Tu ex-maestro Pucciarelli ocupa el lugar que le corresponde en nuestra descolorida república: es una versión paródica de Heidegger (literalmente y en todos los sentidos). Un filósofo comprometido, como quien dice. Borges, bien: últimamente se ha declarado autonomista, herencia, según dice, de un abuelo materno que era alsinista. Sábato, en cambio, mejora (fijate lo que son las vueltas de la historia): se ha convertido en nuestro Emilio Zola (siempre fue medio naturalista Sábato, dicho sea de paso). Por mi parte me dedico a la docencia privada: actividad levemente solipcista que me permite, a medida que envejezco, mantenerme en contacto con la juventud. Por otro lado, como acá todos enseñan a Lacan (nombre sobre cuyas resonancias lunfardas es mejor no insistir), yo que me dedico a Leopoldo Lugones paso por un tipo excéntrico, por no decir extravagante, ¿El auge del psicoanálisis es un efecto de la despolitización general o es a la inversa? Hipótesis arriesgada. Los hombres cuya historia se estudia en una biblioteca de Ámsterdam tienen toda nuestra confianza: solo lo que ellos puedan hacer (y que en el futuro será estudiado en una biblioteca de Ámsterdam) decidirá lo que nosotros podemos hacer. De lo contrario volveremos a los ciclos conocidos: cambio de figuritas. Gobernar es poblar, decía Alberdi, pero estos invierten el sentido de la frase. El asesinato como teoría del consenso (tema de tesis). Están más solos que la que nunca tuvo novio y eso los pone nerviosos. Uno se divide en dos (frase de un filósofo oriental, cuya señora está en apuros): lógica inevitable, en la cual sin embargo no se puede confiar. Aquí algunos, como te podrás imaginar, juegan a elegir el mal mejor; en este sentido habría que decir: hay un optimismo táctico y un optimismo estratégico; ¿pesa más la diferencia o la unidad? problema complicado; mi opinión, en fin, como te imaginás, es que el asunto por sí solo no va a mejorar; cada vez se ve más claro que hay líneas, tendencias, tensiones, divergencias y que las líneas, tendencias, etc., son las de siempre (figurita repetida, por lo menos desde el 30). Algunos piensan que se van a resolver como se han resuelto siempre (digamos Justo y no Uriburu) pero yo tengo mis dudas; de hecho lo peor ya pasó, pero eso no quiere decir nada. En fin, paciencia e ironía (más paciencia que ironía). Otra de las ventajas de estos tiempos (ahora que pienso) es la ejercitación del estilo esópico al que era aficionado el dramaturgo alemán (y poeta lírico?): ventaja digo porque los amigos no entienden un carajo y así pueden pensar que las cartas de uno son más interesantes de lo que son. La oscuridad es el signo de estos tiempos, José, y el estilo es un reflejo de la sociedad (A medida que pasan los años me vuelvo más determinista. ¿Génesis o estructura? espero que les hayas resuelto este dilema a tus oyentes venezolanos). Hablando de eso ¿leíste a Medvedev, Voloshinov? (en realidad no se sabe si los dos son uno, o mejor, si los dos no son Bakhtine, enigma digno de Pierre Menard) discípulos del filósofo alemán que amaba a Hegel, en la década del 20 criticaron a la lingüística y al psicoanálisis y poco, te diría, se ha avanzado desde entonces. Te extraño, José, y siempre me acuerdo de vos. Escribime y no te olvides de los hombres que te quieren. Un abrazo para León y saludos a todos los amigos.
Ricardo
V
Buenos Aires, 5 de junio de 1979.
Mi querido José:
Cita de Kafka (pertinente): “las noticias que se escriben no llegan a destino, son disueltas en el camino por los fantasmas”. (Los fantasmas se vinieron de Praga city, con la inmigración). Imposible, como sabés, reescribirse a sí mismo: ¿cómo volver a escribir lo que había sido escrito? (He pensado un relato sobre el hombre cuyo trabajo consiste en leer y clasificar esas cartas “perdidas”). Una carta, a principios de marzo, y otra, más breve, a mediados de abril para anunciarte el envío de la revista. Lo que interesa: tu trabajo sobre cierto texto (que no lo merece) me pareció sensacional y de un virtuosismo crítico tan elegante que no puedo menos que desearte un cambio de profesión (la filosofía es un perro muerto). La crítica literaria te espera, como a otros los espera ese día, ignorado, en el que por fin sabrán quién son. ¿Qué te puedo decir, José, sin incurrir en la exaltación? El análisis de lo que vos llamás Descripciones (como esa muy brillante entrada sobre Hamlet y Kafka) es uno de los ejemplos más impresionantes que conozco (te lo digo en serio) de lo que puede ser una lectura crítica. La reconstrucción, en el apéndice, pero también antes, de lo que podemos llamar, ironizando, las referencias intertextuales, es exhaustiva y perfecta y por momentos me daba la sensación de estar leyendo un cuento de Poe. (¿Cómo no admirar, por ejemplo, la sagacidad con la que descubrís a Gombrowicz atrás de los rasgos borrosos de ese polaco anclado en Entre Ríos? Lo mismo sobre los dos versos de Borges que por supuesto nadie identificó). Si yo no fuera el autor de ese texto sin duda podría decirte más cosas sobre tu trabajo, pero porque yo soy el autor de ese texto te puedo decir que es difícil imaginar un trabajo más perfecto. Y eso te lo digo sobre todo y especialmente (cuestión compleja) porque yo no estoy de acuerdo con tu lectura.4 Paradoja parejamente paradojal que puede reformularse así: me parece notable la lectura del texto pero no comparto la teoría que sostiene el análisis. Hay como un descrédito de la historia y un énfasis en afirmar el carácter no referencial y no representativo de la literatura que no comparto. Pienso que la literatura es un modo específico de representar lo real y a partir de allí podrás sin duda imaginar mi distancia con ciertos caminos actuales de la crítica que, para mi desdicha, parecen ser en realidad los tuyos. ¿Un Polémica? (diría Gombrowicz) ¿Cómo? ¿En Este Valle de Lágrimas? ¿Nada más y Nada menos que: un Polémica? No importa, como te imaginás, lo que yo haya querido escribir, quiero decir no es tu interpretación (palabra hoy desvalida y/o desacreditada) del texto lo que está en juego (esa lectura tuya es, para mi gusto, perfecta) sino una cuestión, en fin, más general que excede por completo a mi texto y a la que me gustaría volver (en cartas próximas) por afuera de ese texto y de tu experiencia con él. No tiene, para el caso, ninguna importancia que yo haya querido escribir (entre otras cosas, te confieso) sobre la opción entre historia y novela familiar y que vos hayas hecho ver que en ese texto se escribe entre otras cosas sobre el carácter ficticio de la historia. ¿Te diré otra vez que esta discrepancia teórica no desmerece un ápice (como diría un traductor español de Nabokov) mi admiración (palabra que debe ser leída literalmente y en todos los sentidos) por tu inteligente crítica y (dicho sea de paso) por la elegancia y la ironía de tu escritura ensayística? Admiración que se complica, por otro lado, con la siguiente cuestión (en, on, cacofón) que llamaré práctica: yo no puedo, José, y vos tenés que entenderme, hacer publicar en una revista en la que tengo mucho que ver un ensayo dedicado a mí sin correr el riesgo de ser confundido con Abelardo Castillo o cualquier otro sujeto dedicado a la industria del autobombo. Buenos Aires (De nuestra agencia). Joven atrapado por grave dilema ético o cómo pasar de la defensa de la teoría del reflejo al moralismo individualista. Para ser sincero: me gustaría, sin duda más que a vos mismo que te tomaste el trabajo de escribirlo, ver publicado un ensayo de esa calidad donde se elogia, con generosidad, un texto mío. Puedo confesarte que un reconocimiento como ese (y viniendo de quien viene) forma parte de mis ensueños diurnos y de mis utopías privadas. Y sin embargo tengo que oponerme a que el trabajo se publique en la revista. Es un telar de desdichas cada gaucho que usté ve. Como decías vos bien por teléfono yo no soy la revista: Carlos y Beatriz han vuelto de Europa, el sábado habrá una reunión con ellos (que ya lo leyeron antes de irse y lo consideran mejor que cualquier cosa que la revista haya publicado en toda su historia, opinión que comparto) y con el resto del comité de redacción donde el asunto se discutirá. Para ser otra vez sincero con vos, que sos mi hermano, debo decirte que voy a votar en contra de su publicación. En la otra carta te explicaba de un modo más extenso y más claro este dilema hamletiano, que ahora trataré de sintetizar en una frase: yo no puedo (por desgracia) defender la publicación de este trabajo en la revista sin parecer que estoy ahí para editar trabajos sobre mí mismo. Entiendo por otro lado la situación ¿cómo publicarlo en otro lado si el trabajo se refiere a un texto que solo los lectores de la revista conocen?5 Sin embargo, pienso que el trabajo se sostiene por sí solo, que no hace falta que los lectores conozcan mi texto (no sería por otro lado la primera vez que se lee una crítica sobre un texto que no se conoce) y que por lo tanto se podría publicar, con toda facilidad, en cualquiera de las revistas de literatura que se editan en América Latina o en EEUU. Para esto sí puedo incluso ofrecerme, ver qué se puede hacer, etc. Pero quizás por el momento sea mejor dejar (al menos en esta carta) de lado esta muy complicada cuestión.
Por acá todo sigue igual, mucho frío este invierno. La ciudad está siendo transformada, se planifican autopistas diversas sin duda con el alucinante propósito de que Buenos Aires se asemeje a territorio tan desolador como Los Ángeles o incluso Caracas. Ya en el 30 empezó esta superstición vial que cada tanto reaparece con funcionarios que se entretienen construyendo caminos o vías de escape. Se han terminado las bellas épocas de Alvear, sustituidos por versiones demoníacas del viejo topo, dedicados a cavar túneles en la superficie. Acaban de tirar abajo el Bar Unión, desmantelamiento metafórico (si los hay) que hace llorar a dúo a los poetas costumbristas. Por mi parte, bien de salud. Sigo con los cursos (este año: Lucio Mansilla) y como ese médico francés que fue amigo de los surrealistas, también digo: yo enseño un estilo. Un poco fatigado, de todos modos, de la pedagogía, te aseguro que me gustaría ser un rentista, a pesar de las transformaciones y los perniciosos efectos que esa situación social provocaría, sin duda, en mi clara weltanshaunng (que seguro se escribe distinto). Pasé todo el verano trabajando sobre el libro de Arlt y Borges y los resultados de ese esfuerzo laborioso son deplorables. No me gusta lo que escribo sobre Borges, escritor sutil y escurridizo: verás en la revista un capítulo muy defectuoso (y lleno de ratos) de mi desmejorada work in progress. Vacilo (especie de Quentin Compson urbano) sobre mi futuro, o al menos sobre el futuro de ese libro. Tal vez me decida a un ejercicio quirúrgico y publique solamente lo que tengo escrito sobre Roberto Godofredo Arlt. Borges está siendo sometido a un acoso hermenéutico tan multitudinario que no me parece elegante participar en esa textualización eufórica. Yo que tantos hombres he sido no he sido nunca aquel en cuyos brazos desfallecería Matilde Urban. Por el momento sobrellevo el parate trabajando en unos textos sobre la dupla Emilio Renzi-Marcelo Maggi sobre los que ya tendrás noticias. La ficción es el único lugar donde consigo transformar en una historia esta pesadilla de la que trato de despertar. Me alquilé un departamento de un ambiente en el barrio de Congreso y aquí me encierro a escribir todas las mañanas con entontecida vanidad; si te decidís a darte una vuelta por Buenos Aires podés contar desde ya con este refugio céntrico. Por la ventana se ve la plaza, una fuente de agua verde, se ve pasar el colectivo 60, transitar/trajinados/transeúntes, volar palomas: ningún paisaje tropical o vaina venezolana puede compararse con esta alucinada ciudad.
Confiemos que esta carta te llegue: te adjunto nota del Centro editor, quise esperar a tenerla para escribirte (más difícil me parece conseguir algo parecido de Nueva Visión donde no conozco a nadie, pero trataré). En sobre aparte te mando la revista. Espero noticias tuyas, José, muchas gracias por llamarme por teléfono, no hace falta que te diga que sos uno de los amigos que más quiero. Un abrazo, saludos a Berta y a Daniel.
Ricardo
Releo esta carta y veo que tengo que cambiar la cinta de mi máquina: también veo que no te digo más que la mitad de lo que te decía antes o de lo que hubiera querido decirte (entre otras cosas te debo un comentario sobre Lasalle del que, para anticiparme, te digo que sus presupuestos teóricos y su perspectiva pueden servir de base para criticar esos “nuevos caminos de la crítica”.) Pero eso será la próxima.
Escribime a: Bartolomé Mitre 1644, 6-B. Buenos Aires.
VI
Buenos Aires, 24 de agosto. 1979
Querido José:
Rápida carta telegráfica, brevísimo fragmento de otra que te escribo entre sueños, de memoria, y que llegará como pálida respuesta a tus envíos, textos, apéndices, reflexiones, que suscitan fatalmente en sí, entre otras emociones, dos: una rencorosa meditación sobre el género epistolar, desdichada escritura que exige la ausencia y la nostalgia para prosperar (Aparte: La correspondencia como utopía, tema de tesis) y una constante admiración por la elegancia de tu prosa y la proliferación de tus ideas (e ironías). La modificación, con sus vagas resonancias de Tlön, está demasiado bien como para pensar que es un simple ejercicio destinado a permanecer inédito: me gusta mucho y será uno de los temas de una carta futura donde habrá también (en ella, en la carta) esforzadas cadenas de argumentos sobre nuestras simetrías y/o divergencias teóricas y sobre la pasión de la parodia y sobre las desgracias y aventuras de Iouri Tinianov o el zapallo que se hizo cosmos.6 (La modificación podría leerse como una versión socarrona de La peregrinación de luz del día de Juan Bautista Alberdi o como un comentario volteriano y onírico de tu tesis francesa). ¿Escribirás esa novela policial? Digamos que soy yo quien te la encarga… Por lo demás extraños cruces: en México quizás salga un relato que es una suerte de continuación de ‘La prolijidad de lo real.’7 Un señor llamado Aranguren trabaja en el Correo Central: su misión es leer cartas “perdidas” y revelar detrás de esas escrituras inocentes mensajes cifrados. Para eso usa la lingüística, etc. Trataré de hacértelo llegar porque te divertirá saber que lo escribí a partir de nuestras cartas perdidas (o mejor de las mías). La paranoia como germen de la ficción. Por lo demás te diré que tu secreta fidelidad a la literatura ha sido, para mí, siempre un consuelo.8 Por ejemplo, recuerdo dos cosas (o mejor: tres cosas). 1. Un relato tuyo del que ni vos te debés acordar: pasaba, creo, en el Sur y había sal o salitre o quizás nitrato de plata en algún lugar de ese texto. Un tipo estaba con un revólver y pensaba o quería o ya había matado a otro, a alguien (digamos, para comodidad narrativa, o Jacques Derrida) que era el padre o el amante de una mujer. El tipo estaba abajo, en un pozo o en un barraco y miraba, con sosegado rencor, un cielo sin estrellas. 2. Una carta que me mandaste (¿desde dónde?) a comienzo de los años 60 en la que, junto al relato de un accidente motociclístico (¿era un accidente? ¿era una moto? ¿motociclístico?), venían los restos de una conversación que vos me transcribías no sin humor, o mejor, venía tu versión irónica de ciertas opiniones de Horacio Pereyra sobre mi futuro (intelectual): el desquicio previsible en la vida de alguien que parecía más interesado en la literatura que en la historia. 3. Hace unos días recordé, de pronto (en el colectivo 12) que el primer relato que publiqué en mi vida te había sido dedicado (lo que no era mala idea).
Había otros recuerdos, pero no voy a seguir; tengo que alcanzarle ya mismo este sobre a Inés de Bobsky que se va mañana, etc. (llueve a baldes). Incluyo allí los dos últimos números de Punto de Vista y algunos retazos que había venido juntando para vos (No todos: varios se me quedaron en la casa de la China, entre ellos, una memorable e insólita carta del comodoro Güiraldes en la que ataca a Borges y defiende a su tío y que ya te haré conocer).9 Hoy Borges cumple 80 años: te podés imaginar el amontonamiento de discursos, homenajes, tilinguerías, exaltaciones, estupideces. Pobre muestra la nota (casi necrológica) publicada oggi en The Nation, escrita (como verás) con un inefable estilo mitrista. Adjunto suplemento de Clarín sobre el tango, casi como página cómica: te vas a divertir con la mixtura Derrida – E. S. Discépolo perpetrada por el palangana de J. C. Martini Real. Final, algunas cuestiones prácticas: 1. Hablé con Carlos (que te manda un abrazo) habrá otra nota más explícita del Centro Editor que te haremos llegar. 2. Traté de comunicarme con Solomonov, sin éxito, insistiré este fin de semana (¿qué libro es ese libro?) y te escribiré lo que me diga (Cómo va tu tesis: acá todos los muchachos intrigados y fervientes). 3. A su vez China intrigada por elusiva referencia tuya a un cable de EFE sobre premio del que no tenemos la menor noticia. ¿Podrás ampliar ese dato? Si encontrás el recorte no dejes de mandarlo. 4. Creo que el libro La retórica de la ficción está editado en España, veremos si se puede averiguar el nombre de la editorial. Sobre Mallarmé nada, salvo la referencia de Sollers (seguramente apócrifa). 5. Te tenía preparado un brevísimo relato perteneciente al género: gauchesca semiótica, pero tampoco lo tengo aquí, también irá en la próxima. (Otra vez: la correspondencia como realización moderna del folletín). 6. La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizás, el hecho estético.10
Un abrazo José y saludos a Berta.
Ricardo
VII
Buenos Aires, 1 de enero de 1981
Querido José:
Me hubiera gustado confirmarte en esta carta el día de mi llegada a Venezuela, pero entrar en ese país es más difícil que salir de la URSS. Parece casi imposible que pueda conseguir la visa a tiempo y en ese caso no habrá otro remedio que postergar el encuentro para otra vez. Trataré de ser ordenado
1. Si consigo la visa viajaré a Venezuela a fines de enero, comienzos de febrero. Dos o tres días en Caracas para justificar que la editorial me lleve ahí y después sigo viaje a Maracaibo donde me quedaré otros dos o tres días (supongo que me darán una visa de una semana). Sería perfecto que pudiera volar a México desde Maracaibo.
2. Si todo sale bien yo te confirmaré con un telegrama el día de mi llegada a Caracas.
3. Una muchacha venezolana a la que conocí en estos días se vuelve alrededor del 10 de enero: le daré una carta para que te la envíe desde Caracas. Para ese entonces espero tener el panorama más claro. En la carta te voy a incluir el teléfono y la dirección de esta amiga, para que vos le mandes a ella tu teléfono en Maracaibo, cosa que yo pueda hablarte desde Caracas.
Tema 2. ¿Recibiste mi novela? Se la mandé, vía Juan Carlos Torre, a Ricardo Nudelman, para que él te la reenviara desde México. No me la aceptaron en el correo: según parece hay problemas para mandar libros a Venezuela (Ese país ha construido una muralla china hecha de aire y de infinitas postergaciones y también de trámites. Es una especie de bloqueo al revés. ¿Quieren construir la democracia en un solo país?)
La novela anda muy bien, se vendieron 3.000 ejemplares en un mes; no creo que esa mercantilización persista, pero estoy contento. Grandes entusiasmos y grandes debates, pero silencio sepulcral en los críticos del establishment: hasta ahora salió una sola nota que te hago llegar (aparte te interesará la revista). Sé que hay una reseña escrita en Clarín y otra en Convicción que iban a salir, pero hasta el momento no pasa nada. Interferencias, dijo el Senador.
Si no puedo entrar en Venezuela, te escribiré desde México, donde pienso quedarme dos o tres semanas (Podés escribirme a Ricardo Nudelman c/o Ricardo Piglia. Librería Gandhi. M.A. de Quevedo 123 México 20 DF). Estaré en Nueva York desde comienzos de marzo hasta mediados de abril, posiblemente seguiré después a Madrid, pero eso no está confirmado. Lejos de la tribu espero poder escribirte todas las cartas que no te escribí.
Tu relato en Punto de Vista gustó mucho: me lo comentaron varios amigos, que se divirtieron enormemente. Todos elogian tu estilo (incluido yo). La distancia aguza el juicio. Espero que podamos hablar de eso personalmente.
Perdoname esta carta José, para nada a la altura de las tuyas. Estoy como vacío y me cuesta tanto escribir cualquier cosa (incluso mi nombre) que a veces pienso que en los próximos años quedará reducido al silencio. ¿No será una muestra de gentileza?
Un gran abrazo, José, y cariños a Berta y a Daniel. Feliz año nuevo para todos y ojalá podamos vernos pronto.
Ricardo
Por si no recibiste la novela, te mando otro ejemplar sin dedicatoria o con una dedicatoria que es todo el texto.
VIII11
Abril 10, 1981
Mi querido José:
Van las cartas de Brecht, esta vez, a cambio de las mías, o una fracción de la correspondencia Brecht-Korsch para mejor decir (la Korsch conexión): no escribo cartas, las pienso pero después no las escribo y una solución sería mandarle a los amigos copias de otras cartas, mejores que las mías y más interesantes (han salido las cartas de Hemingway por aquí y en la biblioteca de Princeton tienen los papeles de Scott Fitzgerald: cartas, manuscritos, notas, cuentas de la tintorería, para mí se trata del pasado, a veces tengo la sensación de que durante años no leí otra cosa que literatura norteamericana) siempre la sustitución, como ves, procedimiento básico de la literatura (digamos). Porque ¿qué es la literatura, dijo el otro, sino silencio y sustitución? (Parece que el otro era Blanchot). Sustitución, canje, una palabra por otra: trabajoso desvío para decirte que no te escribo todas las cartas que debiera. Me he estado moviendo bastante por el Este (como dicen acá): taxativos delirios sobre Arlt y Borges (dúo vernáculo) frente a sorprendidos auditorios de anotadores. Princeton por su lado tiene un aire entre aristocrático y distante que favorece la reflexión y enriquece la vida interior (cuando uno tiene vida interior: que no es mi caso). Edificios del siglo XVIII (algunos construidos con piedras... de Oxford) y bosques levemente fantasmales, como los que se ven en los sueños. Lo único realmente real es la biblioteca. Trato de leerlo todo, receta segura para volver más alegre la carne. Busqué los libros que me pediste y encontré algunas variantes que pueden interesarte: en 1976 (creo, no tengo el libro conmigo en el lugar donde te escribo) se publicó biografía en dos tomos de Eleonor Marx (Yvonne Kapp Eleonor Marx, 2 vol., London, Lawrence y Wishart. Existe también edición francesa en Ed. Sociales, 1979 o 1980). Si te parece trato de conseguirte ese libro, la biografía japonesa parece más primitiva (pero quizás es esa la que te interesa). Descubrí también una edición de la correspondencia de las hijas de Marx. Conozco el dato de la edición francesa (Eleonor-Jenny Marx. Lettres Inedites. Albin Michel, 1979 o 1980). No he buscado todavía esos libros en Nueva York, pero si los encuentro te los mandaré directamente a Maracaibo (sin llevarlos a la Argentina). Lo mejor por supuesto hubiera sido encontrarnos aquí, pero las cosas se me complicaron en diversos sentidos (ya te lo contaré en Bs As), esperé que se arreglaran para escribirte pero ahora te escribo sin que se hayan solucionado. Nada demasiado enigmático, más bien sencillo (en lugar del amor de la estanciera tendría que escribir el amor de la extranjera)... Para distraerme me he dedicado a seguir los rastros de John W. Hinckley Jr. ¿No te parece fantástico que el tipo haya copiado Taxi-Driver? Es una especie de Quijote nazi: las series de TV y los films duros son sus libros de caballería y la imagen de una prostituta de doce años su Dulcinea. Bovarismo norteamericano. Tengo además otra hipótesis: el joven Hinckely planeó un crimen político y para borrar las pistas se disfrazó de psicótico. Digamos: leyó el Tema del traidor y del Héroe y en lugar de usar Shakespeare utilizó la tradición norteamericana del atentado individual y se apoyó en Taxi Driver. Las cartas a la actriz son una obra maestra de la ficción norteamericana. Otra anécdota local para terminar: ¿me podrás creer si te digo que en la biblioteca de la Universidad de Yale aparece Luba fichada como un cuento de Arlt? La referencia remite a Nombre falso de R.P. y la referencia de R.P. Nombre falso remite a Arlt: Luba. Se trata para mí de un sueño realizado.12
Un abrazo José. Saludos a Berta y Daniel.
Ricardo
IX
24 de abril de 1981
Querido José:
Hoy te mandé los dos tomos de la biografía de E. Marx de Y. Kapp. Espero que te lleguen sanos y salvos. El libro de White está por salir en edición de bolsillo y la edición en tapa dura no se consigue. Te adjunto la dirección de un centro de distribución de libros universitarios adonde podés escribir y pedir lo que necesites (University Press Building - 302 Fifth Avenue Piso l14. - New York N.Y. 1001 - USA. El teléfono es (212) 564-2048). Busqué aquí (sin éxito) la Revista de Literatura Hispanoamericana de Zulia n.7, mayo de 1975. Hay un artículo sobre los cuentos fantásticos de Lugones, fijate si podés conseguirla y mandarme una fotocopia de ese trabajo a Buenos Aires (a la calle Viamonte). También necesito un artículo de Lugones (“La lengua que hablamos”) que apareció en la revista Cultura Venezolana 1931, XIV, n.113. Si lo encontrás y podés fotocopiarlo me vendría muy bien. Este año “enseñaré” Groussac y Lugones. Espero verte en Buenos Aires. Un abrazo José y saludos a Berta.
Ricardo
X
Buenos Aires, 17 de noviembre/1982
Mi querido José:
Buenas noticias, para empezar. A Pezzoni le ha gustado mucho tu Pierre Menard y lo considera entre lo mejor que ha leído hasta ahora para el concurso. La situación es muy inestable, de todos modos: por lo que sé tu amiga Josefina Delgado puso reparos diciendo que no era “un cuento” (esto es, que no se parece a las boludeces que escribe Isidoro Blaisten, que debe ser su modelo de cuentista). La situación es inestable, como te digo, porque el jurado es muy heterogéneo, pero creo que conseguiste ya lo que se podía esperar (la otra cuestión es tratar de saber cómo le suena a Borges). No quisiera darte manija pero me parece que tenés asegurada una mención: si no es así, lo que importa es que en agosto podrás juntarte con Pezzoni y charlar (¿tendrás listo para ese entonces un conjunto de textos que puedas mostrarle?). Si (como espero) entrás entre los finalistas tu texto brillará como el sol de mayo en medio de las (con seguridad) tonteras trivialmente tradicionales que te han de acompañar. Dejate dos o tres horas por día para escribir, en fin, “literatura” (Venezuela es un lugar excelente para eso, y en especial Maracaibo, significante marcado como hubieras dicho vos hace un par de años, que de inmediato convoca el plot más agudo) y prepará algo para cuando vengas (escribo pocas cartas porque en cuanto empiezo a escribirlas me descubro repitiendo siempre lo mismo y eso me produce un raro efecto).
Segunda noticia: vivo en la casa de ustedes desde hace una semana. Todo va muy bien: tranquila, luminosa, un poco vacía, eso sí, pero la estoy amueblando de a poco. Me gusta cada vez más el barrio, sobre todo las calles laterales, con árboles y restos del pasado. China se ha ido por un mes a USA (congreso sobre literatura femenina) y aprovecho para vivir todo el tiempo aquí (oh, la soledad, decía Robinson). Me costó dejar el trocen, pero ahora pienso que es mejor estar un poco lejos de Corrientes y Montevideo para tener cierta posibilidad de nostalgia. Cada vez me doy más cuenta que soy una especie de máquina de tener nostalgia y, como creo haberte dicho, nunca extraño tanto a Buenos Aires como cuando estoy en Buenos Aires. Las cosas (en la casa) funcionan perfectamente: podés quedarte tranquilo.
Otra noticia (esto parece el Informativo matinal el despertador gauchipolítico. ¿Te hablé alguna vez de Castañeda? Haceme acordar). Decidí correrme un paso al costado de Punto de Vista. Renuncié (como suele decirse) al comité de dirección. Las diferencias, literarias y políticas, se han ido agravando en estos últimos meses. Siempre existieron, pero en los primeros años el eje pasaba por agruparse y resistir a la dictadura, crear un espacio de unidad en el que las diferencias fueran secundarias. Ahora, cuando se empiezan a definir proyectos y tendencias y se abren otros debates, prefiero mantener la independencia. Para decirlo con retórica “oriental”: durante una etapa prevaleció la unidad, ahora las contradicciones han cambiado (han empezado a cambiar) y tienen más peso las diferencias. Las discrepancias literarias estuvieron desde el principio, pero se subordinaban al proyecto de reorganizar el espacio de la izquierda (¡qué estilo, virgen santísima!). En cuanto a la política, te diré que la social democracia y el reformismo me ponen melancólico. Soy cada vez más un anarquista y un socialista utópico y me interesa cada vez menos ser realista (en cualquier acepción). Sólo por amor a los desesperados conservamos todavía la esperanza, decía un traductor de Proust al que le gustaban las citas. Pensar es difícil y para pensar hay que estar siempre en otro lado. La utopía ¿no es la mirada histórica?
Estoy leyendo mucho (apasionado en estos días con la relectura de La muerte de Virgilio de Hermann Broch) y escribiendo bastante: la novela ha empezado a funcionar y prolifera; confío bastante en el verano que viene: no haré otra cosa que escribir y tomar mate, vamos a ver que sale.13
Apareció la redición de Respiración artificial. Hay un tipo aquí (Vadaracco o Badaracco) que piensa que sos una especie de Octavio Paz venezolano: parecía dispuesto a mandarte varios ejemplares de la novela, no se con qué fin o con qué fantasías; yo lo dejo hacer y no lo desanimo y lo escucho hablar de vos, con satisfacción e ironía. (Cada tanto le digo: “Sí, ¿Sazbón? Creo que lo conozco”, lo cual lo incita a continuar, a volver a empezar). La tapa, como habrás de ver, es muy buena: sin duda mucho mejor que la anterior, a la que no podía soportar. (Ya que no podemos mejorar el estilo, mejoremos por lo menos las cubiertas). En estos días, de todos modos, he conseguido, creo, la máxima (y más secreta) realización simbólica. En una conferencia o diálogo onírico, en Córdoba, Borges acata (vía lectura de Bianco) la tesis de Renzi sobre “El indigno y Arlt”: te adjunto recortes para tu diversión humboltiana, debo haber querido escribir humbertiana. (Guardalo, el recorte, porque no tengo otro). Mi popularidad, por lo demás, ha crecido inesperadamente porque ayer, o antes de ayer, en la tapa de Clarín, el Loco Chavez (o su mujer Pampita) aparecen leyendo Respiración artificial. ¿Te das cuenta? Me he pasado veinte años tratando de hacer una literatura a contramano de todo y resulta que aparezco en una historieta…la vanguardia ya no va a parar al museo, va a parar a las historietas. (Entre paréntesis: ha empezado a salir una sobre…la Constitución nacional). Estuve mirando la colección del diario El mundo para bichar algunas de las Aguafuertes de Arlt y en la sección conferencias me encontré con el Indigno dando una charla sobre: La sinceridad en el amor propio, en una sociedad llamada: La vanguardia teosófica. ¿No es genial? La vanguardia teosófica, ¿qué nos espera, José?
Te quiero y te mando un gran abrazo. Besos a Berta y cariños a Daniel.
R.
¿Conocés mi dirección? Salguero 667, 4 C 1177 Buenos Aires.
XI
Buenos Aires, 25 de enero, 1983
Querido José:
Pasé a buscar tu carta en una casa algo misteriosa, donde me atendió una anciana que me hablaba por una rendija y no se decidía a darme el sobre que estaba a mi nombre (le pasé mi cédula de identidad para que comprobara que yo era el que era y casi no me la devuelve: una vieja realmente precavida, de la que durante todo el tiempo sólo pude ver un ojo); por eso no te mandé nada el 15 con el fantasmal residente venezolano que regresa (hijo o casado con la hija o con la hermana de la vieja del ojo) si bien, claro, ya sabía que tu texto estaba entre los finalistas del Círculo Vicioso. Me enteré (por los diarios) en Mar del Plata: salió un aviso (que te habrán mandado) en todos los diarios, con el nombre del premiado y el de los finalistas. Otras informaciones periodísticas no hubo, salvo una nota a Gardini en La Nación (revista del domingo) con fotito y declaraciones (del susodicho) en el suple. literario: humilde pero vanidoso, cuidadoso pero desmesurado como diría Gombrowicz. Habrás visto que entre los quince finalistas hay de todo: desde Di Benedetto hasta gente totalmente desconocida; entre los inéditos hay un pibe que fue alumno de China y del que conozco textos muy buenos (Alan Pauls) en cuanto al Méndes que aparece por ahí es el Yohko Méndes, aquel que estudiaba en la Facultad ¿te acordás de él?, a los demás no los juno (salvo los inevitables Blaisten, Mercader, Bonomini –a éste creo que lo votó Borges) de modo que para mí tu nombre brillaba con luz propia como brillará seguro tu Pierre Menard cuando se publique el libro (en abril, según dicen) porque estoy seguro que tu cuento será el único que escape al lugar común literario que domina este país. Me puse tan contento que estuve a punto de mandarte un telegrama (cosa que por supuesto no hice). A vos ¿cómo te avisaron? Contame tu versión de los hechos. De las reuniones y reuniones de los jurados se filtraron algunos entretelones que te resumo:
1. En determinado momento, a mitad de camino, cuando se habían leído una abundante serie de textos, Borges, de golpe, dijo: Este cuento es el mejor (por el de Gardini). Los otros jurados (salvo Pezzoni) estuvieron de inmediato de acuerdo. Unos días después en la reunión final Borges dijo: A ver, léanme ese cuento otra vez. No bien terminaron de leerlo dijo: Pero ese cuento es una porquería, yo no lo voy a votar. Los otros no pudieron volverse atrás y así ganó. Borges y Pezzoni votaron por otros cuentos.
2. A Borges (como era previsible, considerando su estética actual) no le gustó tu texto. Según parece no lo quería oír entero. Pezzoni insistió y lo obligó a oírlo hasta el final. Pero Borges rechazó cualquier posibilidad: demasiado aburrido, según dice, ¿No lo oíste hablar de Joyce? El viejo tiene el verso de “la cortesía con el lector” y otras sonceras y sigue hinchando las bolas con el modelo Stevenson. Si le leyeran, hoy, Tlön o H. Quain, tampoco le gustarían. Yo en tu lugar estaría contento: hay que escribir desde Borges pero en contra de él.
3. Pezzoni defendió tu texto todo el tiempo. Ya hablarás con él en agosto. ¿Estás escribiendo literatura? (ese uso privado del lenguaje que hemos convenido en llamar literatura). Me gustó mucho el intermedio, digamos, autobiográfico de tu carta: la historia de González Pecotche y la sociedad logosófica y tu (propio) tío materno y los ramales del ferrocarril (“Algún recuerdo limitado y menguante de Herbert Ashe, ingeniero de los ferrocarriles del Sur, persiste en el hotel de Adrogué, entre las efusivas madreselvas y en el fondo ilusorio de los espejos”, para citar al muerto). Toda tu carta me gustó mucho (y me divirtió) en realidad: la lista de tus lecturas, y el fantasma de Maier y la presencia de Pedro de Angelis (denigrado por vos, si te he leído bien). Voy a terminar aquí, aunque me gustaría seguir.
Estoy literalmente hundido en una novela (Köninger o la incertidumbre, título provisorio y precario y también en secreto) en el que trabajo todo el día (con pobres resultados): me cuesta mucho hacer cualquier otra cosa, por ejemplo escribirle cartas a los amigos (lo notarás por lo errático de mi sintaxis). ¿Te dije que me fui de Punto de Vista? Demasiadas diferencias: ya te contaré con detalles en la próxima. Tu casa por cierto es muy calurosa, pero me paso el día encerrado con el aire acondicionado y las persianas bajas, tratando de escribir un libro que no le guste a nadie (salvo a vos y a tres personas más). Leo cada vez menos, pero mantengo todas las ilusiones de mi juventud.
Un abrazo, querido. Escribime. Un beso a Berta y cariños a Daniel.
Ricardo
¿Leíste a Hermann Broch?
XII
Buenos Aires, 7 de abril, 1983
Querido José:
He estado haciendo trámites, llamados y movimientos estratégicos para lograr que Josefina Delgado me consiga un ejemplar de la antología de cuentos que aparece hoy. No sé si será posible, tengo que llamarla de nuevo dentro de un rato: conviene mantener el suspenso, aunque es un suspenso falso ya que verás el libro antes de leer la carta (o no lo verás). Te mando también algunas revistas que junté y el consabido reportaje a Borges para tu regocijo. Las cosas aquí están movidas y confusas. Como creo haberte dicho: los más optimistas son los mismos que antes pronosticaron veinte años de dictadura. Como siempre: te prometo una carta futura. Hace varias semanas que estoy absolutamente ágrafo: no puedo escribir ni si quiera mi nombre, tengo cerca de quince cartas por contestar, pero odio escribir cartas, sobre todo cuando estoy escribiendo. La novela avanza a razón de media carilla por día y está casi terminada, si bien ahora, esta semana, empiezo los cursos (daré Borges todo el año: me voy a divertir, como te imaginás) lo que me emputece un poco la vida (me pasé el verano sin hacer otra cosa que escribir y es así como, obviamente, me gustaría vivir). Respecto al título (que por supuesto es provisorio): viene de Broch (te acordás de los libros que componen los sonámbulos): el personaje es (muy elusivamente) Kierkegaard (digamos un Kierkegaard que ha leído a Marx); el “tema” de la novela es la repetición. ¿Por eso habré invertido puntualmente tu Kenningar o el determinismo? No pensaba en eso, claro, pero esos son los misterios que hubieran alegrado al difunto. Querido José ¿alguna vez te escribiré una carta? Espero que sí. No dejes de contestarme, de todos modos. Un gran abrazo para vos, cariños a Berta y a Daniel.
R.
En tu casa todo está en orden. He puesto cortinas, de modo que está todo mucho más coqueto.
XIII
Buenos Aires, 22. dic. 1983
Mi querido José:
La euforia alfonsinista domina en estas regiones. El triunfo radical sorprendió a todo el mundo y las cosas recién ahora se empiezan a reacomodar. Las primeras medidas son buenas, pero ambiguas y el gallinero de la cultura está sobresaltado: ¿se desarrollará una estética alfonsinista? Hay que insistir en la trama Brecht, Benjamín, Tretiakov para resistir la oleada del boedismo pequeño burgués (¿un pleonasmo?). Me gustó mucho el texto de Asja Lacis y tus recorridos por la superficie entrañable del suicida y sus dobles. Muerte a las mediaciones, pareció ser su consigna: todos los matices deben persistir en el estilo. En la Argentina suele usarse un estilo rudo para decir que es necesario atender a los matices: ¿es posible hablar de un dogmatismo estilístico? Las cosas han mejorado mucho por aquí, de todos modos (no quiero ser escéptico). La universidad es un punto de debate: Delich es rector en Bs As y no terminan de encontrar un decano para Filo (se habla de Rabossi, de Leandro Gutiérrez, de Guariglia, de Klimovsky). La postura oficial es la de no tocar a los profesores que asaltaron sus puestos durante la dictadura. (Como decía una amiga que tenemos en común: “Ya pasaron los tiempos del jacobinismo”… ¿debemos entonces considerarnos girondinos?). Se habla de crear cátedras paralelas, de llamar a concurso sólo en las cátedras cuestionadas judicialmente (por ejemplo un profesor cesanteado por motivos políticos puede cuestionar al que ocupa su cargo). Todo muy tibio, como te imaginás. De todos modos el movimiento estudiantil (incluso Franja Morada) exige que se llame a concurso en todas las cátedras y que se declaren nulos los nombramientos realizados por la dictadura. Los profesores que permanecieron todos estos años en la universidad (usufructuando de la represión y del vacío creado por el exilio) han organizado una espacie de Asociación de profesores para defender sus puestos (casi todos ellos, por lo demás, se han hecho nerviosamente alfonsinistas). La cuestión en la universidad es un ejemplo del procedimiento radical (en el sentido argentino del término): transformaciones lentas. De acá [a] un año o dos, piensan, la universidad se habrá renovado y reorganizado, mientras no hay que hacer ola. Lo mismo, por supuesto, pasa en otros campos. Las cuestiones no están resueltas porque, como te digo, el movimiento estudiantil presiona y los profesores de la dictadura están muy desprestigiados y son, por supuesto, los mismos de siempre, o mejor, los mismos que sobreviven siempre a cualquier cambio político. Habrá que ver, como diría Borges. En tu caso personal (extraña expresión: ¿no sería mejor decir en tu caso social?) creo que tenés que pedir reparación (¿o no se trata de un gobierno que sigue la tradición de Yrigoyen?), es decir, plantear que has sido discriminado ideológicamente en tu cátedra en La Plata y en el Conicet. Es seguro que te van a reincorporar (porque además están tus méritos académicos, mi querido). Soy (seré) sobre esto (y sobre cualquier cuestión que haga a tu destino sudamericano) absolutamente discreto. Si necesitás algo de mí en este (o en cualquier otro) asunto no tenés más que decirme. David anda por acá: se vino de golpe, dejó colgado un contrato de seis meses en Washington y está buscando laburo (preferentemente en el cine: ya está trabajando en un tratamiento cinematográfico de Los caudillos de Luna).14 Sigue igual a sí mismo (excesivamente igual a sí mismo, diría) pero yo lo quiero mucho, a pesar de las cagadas que desparrama desde que lo conozco. Es muy inteligente, pero no tiene la menor idea de qué cosa puede ser la literatura (la lee como lee los diarios) y en general tiende a odiar a los escritores. También anda por acá León, pero no lo he visto aún, sólo hablé con él un par de veces por teléfono.15 Estoy por irme a Mar del Plata a pasar las fiestas. Cuando vuelva me pondré a escribir: no creo que retome los cursos por lo menos hasta junio y en esos meses espero terminar la novela que tengo a medio hacer. El guion quedó muy bien (me gusta bastante): tiene 400 páginas y tal cantidad de historia que sólo deseo sentarme a narrar una historia vacía, en la que (casi) no pase nada. De todos modos Sarquis ha vuelto a tentarme para que siga trabajando con él en el guion definitivo. Ese trabajo me llevaría todo el verano y la perspectiva no me entusiasma: le voy a pedir muchísimo dinero y si me lo paga volveré a experimentar la extraña sensación de convertir las palabras en dólares. Me alegra muchísimo pensar que quizás, ahora, mientras te escribo estés en Nueva York. La isla de Manhattan es la única isla en la que tiene sentido refugiarse para escapar del mundo.
Un abrazo, querido. Escribime que tus cartas me gustan mucho. Un beso a Berta y cariños a Daniel.
Ricardo
Varios amigos me comentaron muy elogiosamente tu artículo sobre (hacia, para, por) Terán. Levantemos bien alta la bandera roja del marxismo leninismo y sigamos marchando. (De derrota en derrota hasta la victoria final... como decía el -ex- sabio oriental).
XIV
Buenos Aires, 15 de febrero, 1984
Querido Joseph:
Te he rejuntado otras revistas para que puedas percibir los aires pampeanos, sus renovaciones, reiteraciones. Estoy muy de acuerdo con Osvaldo Bayer (verás el reportaje) y por supuesto con el artículo de los jóvenes duros de Praxis sobre los intelectuales.16 Te mando dos entrevistas a David que tengo a mano: sigue igual a sí mismo, pero es uno de los pocos tipos en este país que tiene un discurso propio; te vas a divertir, seguro, con la diferencia que introduce David al citar a Borges refiriéndose a Martínez Estrada, diferencia o matiz del todo involuntario, sustitución de palabras, o furcio como dicen en Viena, donde el hombre se pinta entero. En verdad para darte una idea “literaria” de cómo viene la mano en este país tendría que mandarte alguna edición de El gatopardo de Lampedusa, pero seguro ya la leíste (en el 58). Yo discuto y me peleo bastante con los amigos, el reformismo no es mi fuerte como te imaginás. A mediados de enero terminé el trabajo en el guion y desde entonces estoy trabajando a full en la novela. Las cosas marchan más o menos bien, como me pasa siempre, pero la historia se ha ampliado muchísimo y se ha convertido en algo bastante extraño que, estoy seguro, te va a gustar (la anécdota, digo: porque como todo el mundo sabe las novelas no se escriben, sólo, con anécdotas). Cada vez me cuesta más trabajo escribir o cada vez me gusta menos lo que escribo, no sé bien: voy a retomar los cursos en abril o mayo para poder
avanzar todo lo que pueda con este libro, cuando vengas en agosto espero tener algo para mostrarte.
Un abrazo, José, escribime y contame como estás.
Ricardo
¿En serio no te gustó Nueva York? ¿No habrás aterrizado en Ohio?
XV
Maracaibo, 26/12/84
Querido Ricardo,
Aquí te mando –con un oportuno emisario– los pensamientos de Lichtenberg que me habías pedido; también te devuelvo el Benjamin múltiple de Riuniti. No sé si este envío te encontrará en Mar del Plata, en París, o en la mera República de las letras; me gustaría saber algo del proyecto de Fierro que me contaste en agosto; por ahora he visto apenas tu nombre entre los “columnistas” que el Periodista nº 12 exhibe en su staff, pero nada más. Guardame, si podés, algunos de esos previsibles textos (de previsible aparición, quiero decir), ya que en febrero algún viajero podría hacérmelos llegar. Lo que más me gustaría, sin embargo, sería conocer algo de tu work in progress, las elusivas páginas de esa novela kierkegaardiana que estás tramando hace tiempo. Ya sabés que siempre tengo presente tus juegos escriturales y esa particular crispación de la voz narrada que decide la eficacia de muchos de tus textos (la voz de Maggi, la de Ossorio, p. ej.), transcripción del recelo y la búsqueda de trascendencia; ensimismamiento productivo. Si hablo de esto, es porque esa voz es la que me acaba de fascinar en las Confesiones de Rousseau, escritas para defenderse interminablemente e interminablemente puntuadas por notas y agregados que dan otras vueltas de tuerca al relato inicial autocriticándose por no haber recelado lo bastante. Son capas y más capas de desconfianza de un efecto fabulosamente novelístico: “cuando escribía esto estaba muy lejos de imaginar y de creer los fraudes que he descubierto posteriormente”; “ahora me admira mi estupidez de no haber visto, cuando esto existía...”; “cuando esto escribía, lleno de mi antigua y ciega confianza, estaba muy lejos de sospechar...”, etc. La progresión de las Confesiones (y de sus notas) lleva a la lógica conclusión final, que hay que leer en los últimos textos de Rousseau: las Rèveries du promeneur solitaire, donde se demuestra que, en efecto, la conspiración es universal, el mundo está contra Jean-Jacques, quien, coherentemente, para huir del solipsismo, inventa seres imaginarios con los que comparte sus sentimientos: “existen para mí que los he creado y no temo que me traicionen o me abandonen” (Euitième promenade). Últimamente he estado frecuentando otras primeras personas recelosas: Mi defensa, de Sarmiento; En el corazón de junio, de Gusmán; Pamela, de Richardson; la correspondencia de Benjamin, etc.. Me pregunto si no hay cierta implicación necesaria entre recelo y trascendencia en la literatura. Mi conclusión es que: quien escribe yo, desconfía.
Actualmente me ocupo de diseñar y coordinar una Maestría (término irrisorio) en Ciencia Política. Dentro de ella dictaré “El pensamiento político moderno”, convenientemente fechado a partir de la Revolución Francesa. Pero estoy sospechando que la historia de las ideas terminó antes, en el siglo XVIII: los que vinieron después se alimentaron interminablemente de esa reserva, variándola y prolongándola (hasta parodizarla, a veces). La novela (y la economía) inglesa, la filosofía alemana, la teoría política francesa (y también la inglesa), cada una resumiendo otros aportes anteriores (Cervantes, Descartes y Hobbes, p.ej.), todas culminan en el XVIII, de modo que la modernidad es una fiesta póstuma y melancólica. Los tipos del XVIII lo construyeron todo y, como diría Brecht, seguimos pensando en sus cabezas.
Respecto a esa “Maestría”, estoy más o menos comprometido a llevarla a buen término, y por eso y otras razones prácticas planifico el retorno para dentro de un año. Estaremos, creo, en Bs.As. hacia agosto, pero no será el regreso sino su preparación. Ya te informaré, desde luego. Por el momento, estoy esperando la evolución de mi asunto en el Conicet. Hablé el otro día con Rabossi (de quien, por lo demás, se ocupan tanto los cables de UPI como ese nº 12 del Periodista) y me dio algunas instrucciones. Se está portando bien conmigo, a pesar de que nuestro conocimiento es reciente y más bien módico. Mandé hace un tiempo mis cosas al Consejo, es decir lo producido desde el 76 en adelante; obra, como la de Menard, de fácil y breve enumeración (menos breve que esa, con todo), pero menos uniforme: trabajos sobre Piglia y Lassalle, Shakespeare y Marx, Wittgenstein y Saussure, etc. y que a primera vista producirá el efecto de un incurable diletantismo. Pero la comisión que la juzgará también es surtida: Guariglia, Pezzoni, Olaso, Rabossi, etc., un team que no se podría llamar monótono. Veremos cómo intersecan sus lecturas. Si te enterás de algo, no dejes de contármelo.
Me gustaría (insisto) conocer tus intervenciones periodísticas y, si es posible, algo de tu ficción progresiva. Es posible que en febrero un amigo te llame para ver si tenés algo para mí (esas cosas y otros documentos de época que hayas elegido) y entonces será la oportunidad. Por ahora, y como siempre, te hago llegar mi fuerte abrazo y mis deseos de saber cómo va tu vida, qué hay de tu viaje a Europa, etc.
Escribime sobre ese y otros temas. Cariñosos saludos a China. Hasta pronto,
José.
XVI
Buenos Aires, 8 de marzo, 1985
Querido José:
No apareció el enviado que debía verme en febrero o apareció y no me encontró porque nos fuimos un par de semanas a Quequén, lugar bastante especial donde se entreveran playas muy tranquilas con prostíbulos onettianos regenteados por discípulos de Herminio Iglesias; en la zona hay un puerto de embarque de granos cada vez mas importante y por lo tanto proliferan los marineros (rusos) y los interminables camiones que transportan el trigo desde el interior de la provincia. Cerca del puerto pasó la extraña historia del marinero yugoeslavo, no se si la leíste, al que le atribuyeron la muerte de una alternadora y le dieron como diez años de cana, el marinero (no hablaba español) fue condenado por el testimonio de un viejo que vivía en un altillo sobre la casa mala y se dedicaba desde hacía años a espiar por un agujero las actividades amatorias de los parroquianos. ¿No parece una versión desolada y yugoeslava de Emma Zunz? Habría que reescribir la historia desde el marinero sueco (o yugoeslavo) y urdir un relato en el que (otra vez) todo sea cierto, salvo dos o tres nombres propios.
Con mi conocida fortuna de escritor realista encontré en el pueblo a un pintor de retratos que se ganaba la vida dibujando en la playa la cara de los turistas y que me conocía (era, es, como te podes imaginar, un hombre, diría Gombrowicz, muy fisonomista, una mezcla, como verás) y había leído mi novela y nos encontramos varias veces a tomar cerveza en distintos piringundines porque el tipo que es de familia yugoeslava resultó ser el traductor (palabra mágica) del marinero yugoeslavo en el juicio y tenía datos y anécdotas variadísimas: la más genial de todas, sin duda, era la hipótesis de que el marinero era un agente de la policía secreta yugoeslava, lo que hace todo por supuesto mucho más interesante. Pero en fin dejemos la digresión yugoeslava; pasamos unos días en un hotelito de Quequén casi vacío y quizás llegó tu enviado mientras yo estaba en el agua; entonces, digamos, voy a usar el correo, o sea voy a evitar el sistema de chasqui que usamos habitualmente para recurrir a formas más precarias y abstractas. Te adjunto un capítulo de la ex novela kierkegaardiana que se ha transformado, como siempre me pasa: la historia del tipo que lee su diario ha quedado como fondo y entran otros delirios que podrás adivinar. Empiezo a contar una historia y siempre me sale otra y me paso todo el libro tratando de narrar y retomar la historia original ¿No es divertido? Te había juntado revistas y papeles que habrán de esperar la aparición de algún (otro) enviado personal.
Mis cosas van bien: trabajo en Pomaire desde hace seis meses armando varias colecciones (una de autobiografías) y todo anda tranquilo; sigo con mi colaboración mensual en Fierro (este mes Lugones). Tengo pensado dedicar los cursos de este año al Ulises y a Joyce, no se si te dije, o sea abandonar la literatura argentina, aunque lo más probable es que abandone los cursos, no se bien. También tengo medio comprometido un seminario en la Facultad sobre Borges para mayo o junio, no más de cuatro clases. La pedagogía no es mi fuerte, digamos, parafraseando el comienzo (¿era el comienzo?) de Monsieur Teste, pero en fin, de algo hay que vivir. Me gustó muchísimo tu carta, José. Sutiles y sagaces reflexiones sobre la primera persona y sus desplazamientos.
Te agradezco los envíos. Seguro que te va a ir muy bien en el Conicet. Ligado a esto necesito que me confirmes algo que no me quedó claro: se vienen definitivamente a vivir a Bs.As en agosto o como me pareció que sugerías en tu carta se vendrían para fin de año? Necesito que me confirmes porque había pensado ponerme a buscar un depto en mayo para mudarme con tiempo y que tuvieras todo dispuesto cuando llegaras. Si te venís a fin de año habría obviamente más tiempo. Contéstame sobre esto Joe lo más rápido que puedas.
Un gran abrazo, hermano. Cariños a Berta y a Daniel.
Ricardo
XVII
Buenos Aires, 24 de mayo, 1985
Querido José:
Unas líneas nomás para decirte que recibí tu carta y me gustó muchísimo (como me pasa siempre con tus cartas) y me divertí leyendo las finas disquisiciones (digamos así) donde no falta (ni) Juan Jacobo Rousseau. Te mando una revista que salió hace poco donde (como verás) se empiezan a percibir signos que hacen prever que no todo será la mierda social demócrata al uso: leyeron muy bien tu respuesta a Terán bien en la línea en que la leí yo cuando la escribiste. Muchos de nuestros amigos intelectuales se han convertido en funcionarios del sentido común y por supuesto desde ahí no se puede pensar. Adjunto también reportaje a Borges que sigue hablando. En unos días más me voy a Europa: me invitaron a un congreso de escritores en Alemania que va del 15 al 30 de junio. El congreso (en realidad un coloquio) durará tres o cuatro días y el resto del tiempo daré vuelta por la patria de Brecht en patota con otros latinoamericanos (José Emilio Pacheco, Skarmeta, Bryce Echenique, Salvador Garmendia, etc.). Quiero conocer a Ensenzberger, a Kluge, a Wim Wenders, a Günter Grass, veremos qué pasa. Quiero por supuesto conocer la tumba de Brecht, aunque para eso tendré, supongo, que saltar el muro (espero que no me retengan del otro lado). Voy a estar de vuelta hacia fines de julio. Justo para esperarte.
Un abrazó, José y cariños a Berta y a Daniel.
* Las cartas entre José Sazbón y Ricardo Piglia fueron transcriptas para el presente número de Políticas de la Memoria por Sofía Mercader (University of Warwick).
1 Entre corchetes [ ] son agregados de la editora. Se respeta la sintaxis y todos los aspectos relacionados con el original, excepto la puntuación, los errores de tipeo y las negritas en los títulos de libros y revistas.
2 Se refiere a la revista Punto de Vista, que Piglia editó entre 1978 y 1982 junto con Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo.
3 Se refiere a que agrega las tildes con lapicera.
4 Esta carta, cuya primera página sin dudas sorprende en tanto Piglia exalta el análisis de su amigo mientras que se opone al mismo, se refiere a un extenso texto que Sazbón escribió sobre la primera parte de Respiración artificial, la novela que Piglia publicó en 1980. El artículo de Sazbón, titulado “La reflexión literaria” fue finalmente publicado en la revista en la que participaba Piglia, Punto de Vista, en el número 11, a pesar de la reticencia de éste a que fuera publicado en la revista que él mismo editaba. Véase Punto de vista, n° 11, Buenos Aires, 1981, pp. 36-44.
5 Se refiere a Ricardo Piglia, “La prolijidad de lo real“, en Punto de Vista n°3, Buenos Aires, julio-1978, pp. 26-28.
6 “La modificación” es un texto de autoría de Sazbón que también se publicó en Punto de Vista, en el número 13 de la revista en 1981.
7 Ese artículo aparecido en Punto de Vista será la primera parte de Respiración artificial. Allí “La prolijidad de lo real“ es además el título de la primera novela del personaje principal, Emilio Renzi. Ver Respiración artificial, Buenos Aires, Pomaire, 1980.
8 Efectivamente, en Respiración artificial aparece un intercambio de cartas entre dos amigos, uno de los cuales se encuentra en el exilio en Venezuela y que son leídas por el censor llamado “Arocena”.
9 Por China, se refiere a Josefina Ludmer, pareja de Piglia en ese momento.
10 Este párrafo reproduce de manera literal un fragmento del escrito de Jorge Luis Borges “La Muralla y los libros”, publicado por primera vez el 22 de octubre de 1950, en el diario argentino La Nación.
11 Esta carta y la siguiente llevan membrete de la Universidad de Princeton. Más exactamente: “Princeton University. Department of romance languages and literature. 21 East Pyne Building, Princeton, New Jersey 08544.” Piglia se incorporaría muchos años después, en 2001, a este mismo departamento como profesor.
12 Se trata del un cuento de Piglia titulado “Luba” e inserto asimismo en el cuento, también de Piglia, “Homenaje a Roberto Arlt” que forma parte de la colección de cuentos Nombre Falso, publicado en 1975 por la editorial Siglo XXI. “Homenaje a Roberto Arlt” cuenta la historia de un hombre en búsqueda de un cuento inédito de Arlt, titulado “Luba” que Piglia “reproduce” y que, en verdad, escribe. Para regocijo de Piglia, el autor del cuento fue confundido, puesto que se le atribuye a Arlt, sin advertir que es en verdad un apócrifo.
13 Se refiere a la novela La ciudad ausente, que Piglia dejaría de escribir en 1985 y que luego retomaría, para publicarla en su versión final en 1992 por la editorial Sudamericana.
14 Se trata de David Viñas.
15 Se trata de León Rozitchner.
16 Se refiere a Praxis. Estudios. Debates. Documentos, revista de izquierda independiente publicada entre 1983 y 1986, cuyo consejo de redacción estaba compuesto por Laura Rossi (Laura Klein) y Horacio Tarcus.