El presente dossier reúne un conjunto de trabajos e intervenciones presentadas durante las IIIas Jornadas de Reflexión, II Congreso Internacional. Archivos personales en transición: de lo privado a lo público, de lo analógico a lo digital, realizadas los días 15, 16 y 17 de abril la Ciudad de Buenos Aires.1
El primer trabajo de este conjunto de intervenciones es una crónica del evento escrita por una de las integrantes del Comité Organizador del encuentro, Eugenia Sik. En dicho trabajo se busca profundizar, en primer lugar, sobre los dos ejes —o las dos “transiciones”— que oficiaron de disparadores para esta nueva edición de este evento, iniciado en 2017. En este escrito también se sintetizan los debates principales que se llevaron a cabo a lo largo de los tres días de las jornadas, rescatando la exuberante polifonía del encuentro que no solo incluyó presentaciones sobre desarrollos archivísticos en curso e investigaciones a partir de los acervos. Las cuatro presentaciones que siguen permiten trazar un itinerario multidisciplinar y contornear algunos abordajes actuales acerca de los archivos personales, vislumbrando diferentes interrogantes y aproximaciones disciplinares: la filosofía y la archivística, los estudios curatoriales, las artes y la historia. En cada uno de los trabajos podrán apreciarse las diferencias terminológicas y conceptuales con las que los autores observan un mismo objeto de investigación: los archivos personales.2
Luego de la crónica sobre el evento, se introduce al dossier un marco general de análisis que sintetiza las grandes mutaciones que ha experimentado la teoría y práctica archivística en los últimos años de la mano del llamado “giro posmoderno” en la disciplina. En efecto, Virginia Castro recorre los fundamentos principales de este cambio de paradigma que encuentra un fuerte impulso en la obra de Jacques Derrida Mal de Archivo: una impresión freudiana, surgida a partir de una conferencia del filósofo francés pronunciada en el año 1994. La autora se detiene en el análisis de dicha obra y en las reverberaciones de estos nuevos abordajes en archivistas como Terry Cook, Eric Keteelar o Joan Schwarz, como los portavoces de un cambio de paradigma que propugna una nueva concepción de la relación entre el archivo y la sociedad y la práctica archivística. Virginia Castro repasa los ejes que tensaron los fundamentos de la teoría archivística esbozados en la década de 1920 —la ruptura de la noción de neutralidad del archivo y por ende, el énfasis en las intervenciones activas de quienes se encargan de custodiar acervos documentales, la desjerarquización institucional, una mayor permeabilidad hacia la interacción con la sociedad civil– y explicita como esas derivas se encuentran presente la experiencia del CeDInCI, especialmente a partir de sus innovadoras políticas de acopio documental y accesibilidad de documentos, muchas veces de figuras consideradas “menores” dentro de los paradigmas modernos. Este giro posmoderno, que no está exento de discusiones dentro de la teoría archivística,3 se vincula al “fin de los grandes relatos” y al énfasis en los contextos de producción de la documentación, que han influido fuertemente en los estándares descriptivos hoy comúnmente utilizados por la comunidad archivística, no puede escindirse, como señala la autora, del advenimiento de la era digital y de las mutaciones que conlleva en términos de accesibilidad a los documentos y a las descripciones documentales de autoría del equipo de trabajo.4
El tercer trabajo del dossier, “El archivo como experiencia estética: aproximaciones a un montaje digital”, puede inscribirse dentro del giro posmoderno presentado por Virginia Castro. Tomando, sobre todo, las postulados de Ernst Wolfgang, teórico del archivo en la web, Laura Álvarez presenta algunas líneas de sus indagaciones acerca de la curaduría digital, novísimo que adquiere cada vez más presencia en las instituciones culturales.5 En muchas oportunidades, estas operaciones de curaduría, sobre todo fuera de los archivos de arte no son analizadas como tales, a pesar de un reperfilamiento profesional evidente en el quehacer cotidiano, que permite, en muchos casos, potenciar los relatos acerca de los fondos de archivo sin alterar su integridad como conjunto de documentos creado por una persona: con nuevas herramientas de visibilidad en la web puede mantenerse la integridad física y orgánica de los documentos —ligada a la subjetividad de un productor— y asimismo construir otras narrativas a partir de esos objetos desde las instituciones que los albergan. Ante un incremento de los trabajos de digitalización de fondos de archivo, Laura Álvarez enfatiza cómo la presentación de los contenidos desde una pieza discursiva curada en su formato de presentación con montaje digital para ampliar el espectro de públicos posibles de los documentos de archivo. Denominando “coleccionista-autor” a quien produce un fondo de archivo —podemos inferir allí las diferencias terminológicas entre una perspectiva archivística y quienes producen investigaciones sobre arte y cultura—, la autora explora a partir de la exhibición virtual acerca del Guernica y del fondo Alberto Collazo disponible en el Archivo IIAC-UNTREF.
Continuando con las reflexiones acerca de la curaduría y la disponibilidad de archivos, Elisa Pérez Bucelli desarrolla su trabajo con mujeres artistas para su investigación sobre arte y política en la década del ´60 en Montevideo, publicado en el libro Arte y política. Mujeres artistas y artes de acción en los sesenta y setenta y su participación en diversas muestras como trabajadora del Museo Blanes de Montevideo.6 En este trabajo vuelve a surgir la preocupación por el montaje y la comunicación, pero asimismo da cuenta de cuántos archivos, a pesar de su proceso de valorización, se encuentran en el ámbito doméstico y por ende, pasibles de no ser apropiadamente preservados. Es así que se pregunta por los mecanismos de institucionalización de este tipo de acervos, uno de los interrogantes más acuciantes que han atravesado a estas jornadas. Su trabajo también permite reponer cómo la historiografía del arte, sin los documentos resguardados en el espacio privado (como las fotografías), no habría podido reponer algunas experiencias efímeras. La autora sostiene que no todas las personas pudieron generar un archivo personal y se pregunta entonces, cómo es posible entonces documentar las intervenciones, acciones y modos de existencia de todos los sectores de la sociedad y poner a disposición esos registros, imprimiéndole un sesgo de clase vinculado a la producción documental. Eso nos devuelve la pregunta por los llamados “archivos de la gente común”, que han sido abordados y situados con maestría en el escenario francés por Phillipe Artières. Con todo ¿Cuántos fondos documentales producidos por personas de clase trabajadora se encuentran en los acervos públicos? ¿Cuántas instituciones en la región, además del CeDInCI, han realizado una política de acopio de ese tipo de acervos?
En línea con las indagaciones acerca de esos “archivos de la gente común” –que aún se encuentran en el espacio doméstico–, se inscribe la intervención de Claudia Freidenraij y Ludmila Scheinkman, último trabajo del dossier, quienes nos proponen una profusa variedad de preguntas de investigación a partir del archivo de la familia Berman-Rodríguez, legado a una de las autoras. Freidenraij y Scheinkman, narran el contenido del archivo y ponen también el eje en las formas de guardar —que también son indicativas de la valoración de esos documentos— de esta familia de “clase media porteña, relativamente blanca y educada, con aspiraciones profesionales y familiares posiblemente similares a las de muchas otras familias de Buenos Aires” en sintonía con los flamantes y pujantes desarrollos historiográficos locales como la la historia de las clases medias, de las parejas, familias y afectividades, y la cultura material de las infancias, motorizadas por una apuesta intelectual a releer en clave sexo-genérica el pasado y también releer en clave de género a quienes han archivado. En la actualidad estos recuerdos familiares abundan en posteos nostálgicos subidos a las redes sociales, con una alta dosis de gula consumista efímera e instantánea.
El análisis sistemático nos permite realizarnos preguntas más críticas sobre estas pulsiones de archivo derrideanas. Podríamos preguntarnos también, cómo lo hace el crítico de rock Simon Reynolds si todo este auge por el archivo como objeto no es, en cierto punto, un clima de época en donde la “retromanía” ha ganado terreno en detrimento de la creatividad, de la originalidad.7 Trascender su constitución como reliquias —cuyo origen etimológico se encuentra vinculado a “excremento” y sus usos sociales se encuentran vinculado al imaginario católico— y estallar la tensión entre salvaguarda, creatividad y transformación social es perentorio. Para eso, es menester abandonar la precariedad de la situación material actual, privativo de las experiencias, que fue ilustrada en algunas de estas páginas, para que los archivos sean cada vez más utilizados por la comunidad. Es por eso que celebramos este doble afianzamiento: el de las propuestas metodológicas y las reflexiones críticas. En este sentido, volver constantemente sobre los usos, desusos, agendas, sin perder el rigor metodológico que amerita y que brinda una disciplina archivística entendiéndola en sentido dinámico, sigue siendo profundamente enriquecedor.
1 El evento fue organizado por el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), el Archivo Instituto de Investigación en Arte y Cultura Dr. Norberto Griffa de la Universidad Nacional Tres de Febrero (IIAC-UNTREF. Buenos Aires, Argentina) y el Archivo General de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay).
2 Estas cuatro intervenciones representan una acotada selección dentro la copiosa cantidad de trabajos presentados en las Jornadas, los cuales pueden consultarse en las Actas de las IIas Jornadas de Reflexión, I Congreso Internacional. Los archivos personales: prácticas archivísticas, problemas metodológicos y usos historiográficos, disponible en https://cedinci.org/acta-de-congresos/.
3 Un brevísimo recorrido de las discusiones y los viajes de la teoría posmoderna desde sus producciones anglosajonas y su recepción en España, Brasil y (en menor medida) la Argentina puede consultarse en María Eugenia Sik, “Derivas de la archivística en tiempos posmodernos: un estado de la cuestión”, ponencia presentada en las Jornadas Interescuelas de Historia, Mar del Plata, 2017.
4 Nos referimos especialmente a las normas ISAD(G), ISAAR(CPF), ISDIAH e ISDF, elaboradas por el Consejo Internacional de Archivos en la primer década del siglo XXI y al más reciente modelo conceptual de análisis llamado Records In Context, del año 2016, de fuerte influencia posmoderna.
5 Sobre las mutaciones de los museos en internet y las problemáticas de la reproductibilidad digital, y las nuevas formas que adquiere la contextualización de la documentación acerca de las obras de arte véase Boris Groys, Arte en flujo: ensayos sobre la evanescencia del presente, Buenos Aires, Caja Negra, 2016.
6 Elisa Pérez Buchelli, Arte y política. Mujeres artistas y artes de acción en los sesenta y setenta, Montevideo, Editorial Yaugurú, 2019.
7 Simon Reynolds, Retromanía: la adicción del pop a su propio pasado, Buenos Aires, Caja Negra, 2011.