Abstract
El vínculo entre literatura y anarquismo ha sido presentado, la mayoría de las veces, como una relación de subordinación, en la cual los artefactos literarios encuentran su justificación solamente en tanto que medios de propaganda. De esta manera el escritor anarquista es, antes que un esteta, un pedagogo. En contraposición con esa figura simplificada surge el ejemplo del escritor Rafael Barrett, hoy olvidado. El presente ensayo se propone dar a conocer algunos aspectos de su vida y su obra, prestando especial atención a la singularidad de su anarquismo y a su tentativa literaria alejada de toda instrumentalidad.
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