¿Es la música de derecha? Socialismo y música en la Belle Époque

Abstract

Quien traspase el perímetro de la cultura ordinaria de los socialistas franceses de la Belle Époque encontrará, ante todo, referencias literarias, un interés cierto por el
teatro y un pequeño museo imaginario compuesto por algunas obras de pintores o escultores. Nada muy diferente, en suma, a la cultura republicana que, a partir de
1880, se expande progresivamente en el conjunto del cuerpo social por medio de la institución escolar. Si la música no está completamente ausente de este bagaje,
se trata ante todo de una música social, concebida como un instrumento en la fábrica de la ciudadanía o en la movilización de energías militantes. La música tal como los socialistas la conocen y practican es, en primer término, la de las canciones y los himnos, las corales, las fanfarrias y los orfeones, una música que reúne, une e impulsa a la acción. A los ojos de los socialistas, el arte nuevo se desprende del orden colectivo, rompiendo así con una concepción burguesa que hace de la  experiencia estética una aventura estrictamente individual. En esas condiciones, se comprende mal que la música haya retenido tan poco su interés como arte social. Excepto que se ponga en evidencia el estatuto aún reservado de la música a fines del siglo XIX y comienzos del siguiente: un arte elitista, inaccesible al mayor número. La música culta es así ubicada por los socialistas en el rango de una diversión acaparada por una clase en la que pululan los snobs. El ataque regular contra los wagnerianos y, en una medida menor, contra los “debussystas”, ilustra esta representación negativa de la música. La música, en sus desarrollos más contemporáneos,
parecía ofrecerse por vías diferentes que las tomadas por la literatura. Las notas llaman a la emoción, las palabras a la razón. Los socialistas saben manejar la primera pero, herederos de las Luces como pretenden ser, tienen mayor confianza en la segunda. En las canciones socialistas, la melodía no es sino un soporte y es puesta al servicio de un texto. La música, decididamente, no está “a la izquierda”.

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