[Texto sin título, c. 1972]
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Inédito
Izquierdas
Movimiento de Liberación Homosexua

Resumen

El PST opera con respecto a nosotros con la siguiente política: el feminismo, el movimiento homosexual, son movimientos secundarios que apuntan a unas cositas aisladas y secundarias cuando ellos apuntan a lo central que es la lucha de clases. Ellos interpretan esta lucha de clases como restringida a un aspecto particular de esa lucha de clases, que es la contradicción que se da entre el patrón y el obrero, entre el trabajo y el capital en el seno de la fábrica; fundamentalmente lo que hacen es un sindicalismo de izquierda.

El asunto es el siguiente: por un lado, la contradicción capital-trabajo es la contradicción central, pero esa contradicción no se da en un marco abstracto, se da en todo el campo de la vida social, en toda la formación económico-social. La lucha de clases como versión de esa contradicción, que en última instancia es una contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción correspondientes al capitalismo en este caso, recorren todo el conjunto de las relaciones sociales, todo el conjunto está sacudido por esa contradicción. ¿Qué quiere decir esta contradicción? En términos marxistas: que hay un desarrollo incesante de las fuerzas productivas que son liberadas por el capitalismo, o sea, el capitalismo produce por el hecho de la mercancía, prácticamente produce por producir, produce todo lo que dé ganancia y libera al conjunto de las fuerzas productivas. Esas fuerzas productivas tienen que encajar dentro de determinadas relaciones de producción. La relación de producción fundamental es la relación patrón-obrero; para mantener esas fuerzas productivas dentro de las relaciones de producción, sobre esa estructura se construye la superestructura, ésta garantiza que esas relaciones de producción se mantengan.

Lo que nosotros planteamos es que hay un medio de producción que es esencial, el cuerpo humano. ¿Por qué decimos que es esencial? Porque lo único que agrega valor a las cosas es el trabajo humano incorporado y acumulado. Ese trabajo sale del cuerpo y ese cuerpo se vende en el mercado de trabajo capitalista como una mercancía más. El capitalismo se caracteriza por el mercado, por la producción de mercancías, pero lo que en realidad venden en el mercado es la fuerza de trabajo que se ha acumulado para producir esa mercancía, ese es el valor.

Los que no tienen mercancías para vender se venden a sí mismos, de ahí que el trabajador, para el capitalismo, sea libre; de ahí que el capitalismo empiece con la consigna de la libertad, igualdad y fraternidad. La libertad para el capitalismo significa que cada uno es libre de vender o no su fuerza de trabajo. Si vos no querés venderla, no la vendés, pero te morís de hambre o te revientan. Para que ese cuerpo pueda entrar en todo ese sistema de producción y convertirse en una mercancía, tiene que organizarse de una manera especial. La ideología no es meramente lo que los hombres piensan acerca de la realidad, sino que lo que produce el capitalismo es toda una adaptación, una organización de la psiquis determinada e histórica; organiza al cuerpo humano de determinada manera, lo funcionaliza. Entonces la contradicción se produce entre el cuerpo natural, que sería el cuerpo del deseo, y el cuerpo como máquina capitalista, que es el cuerpo necesario para la producción.

Ahí, a partir de esa contradicción es donde empezaría nuestro trabajo, o sea, el trabajo de los movimientos liberacionistas se centraría en esa contradicción.

¿Qué significa el movimiento feminista y el MLH? Que los cuerpos se están rebelando contra las funciones que socialmente les han sido asignadas. Esa rebelión está representada por el feminismo en el caso de las mujeres y por los MLH en el caso de los varones. ¿Qué es lo que están reivindicando, en última instancia? Un homosexual reivindica el erotismo anal y la mujer reivindicaría que su cuerpo no es una mera máquina para producir hijos y que su mente tampoco está al servicio de toda esa cuestión.

Entonces la crítica a los partidos marxistas tradicionales se centraría en que esos partidos reducen la lucha de clases a un aspecto particular del enfrentamiento. Al hacerlo reconocen, legitiman toda esa formación del individuo que le posibilita trabajar como obrero, porque no cualquiera es obrero; o sea, para formar la fuerza de trabajo capitalista, el capitalismo necesitó primero toda una etapa sangrienta, la primera etapa, cuando los campesinos son echados de sus campos y lanzados a las ciudades, en ese momento los burgueses eran conscientes de que estaban obligándolos a trabajar en esas condiciones; pero después, el proletariado se fue acostumbrando, ahora parece “natural” el trabajo y también aparece como “naturalmente” dada la “normalidad”. Entonces, para que se produzca el enfrentamiento patrón-obrero en el campo en que están trabajando, los partidos marxistas tienen que legitimar, aceptar la “normalidad”. A partir de la aceptación se da ese enfrentamiento. Por eso es que ellos plantean la cuestión de la toma de consciencia como cuestión central.

Pero ¿qué es la toma de consciencia en realidad si no es concientización? ¿Cuál es la diferencia? La toma de consciencia para el marxista es que el obrero se dé cuenta que es obrero, que lo están explotando y que eso que a él le sacan le pertenece, entonces lo que tiene que hacer es crear otro Estado, desplazar a los capitalistas y ponerse él, lo que sería la dictadura del proletariado.

Cuando nosotros decimos concientización, decimos que nuestra estructuración psíquica está condicionada por un sistema social determinado y que debemos hacerlo pedazos, que a partir de ese proceso, que es doloroso, recién vamos a nacer, a empezar a vivir.

Llegamos a otro problema que es que al restringir el asunto a este enfrentamiento, los partidos marxistas no sólo cometen un error, sino que (en términos de ellos) lo que hacen es una verdadera traición histórica, en el sentido en que ellos le quitan a la revolución su sujeto.

Si el sujeto es el sujeto normalizado, el proletario normalizado, que esté criado con la ideología capitalista, va a ser incapaz de crear esa nueva sociedad, entonces necesariamente va a necesitar una burocracia que lo guíe. ¿Qué es el partido marxista? Es la formación de esa burocracia para encabezar la dictadura del proletariado. Ese es el proyecto de Lenin y el proyecto que triunfó históricamente en la URSS, pero que no era de ninguna manera el único proyecto, por ejemplo, Lenin tuvo que enfrentar la oposición de Rosa Luxemburgo que planteaba que la clase obrera tenía que tomar el poder, no el partido.

Para que la clase obrera tome el poder, se tiene que tomar a sí misma; Marx dice: tiene que tomar conciencia para sí; esto significa romper con el capitalismo y pasar del ser humano abstracto como mercancía, al hombre concreto, al hombre como entidad sensual, al sujeto como valor de uso y no como valor de cambio que es el hombre normal, que vale como mercancía y cuyas relaciones están sobredeterminadas por su valor mercantil.

La relación heterosexual no vale por su valor de uso, si bien tiene un valor de goce, pero vale por su valor de cambio, por el valor del que socialmente está investida. Y por eso la relación homosexual no vale nada, porque es sólo valor de goce, valor de uso. Entonces el asunto está centrado en cómo se forma ese sujeto de la revolución. Lo que digo (es una hipótesis) es que la vía para su formación está dada por el mismo desarrollo del capitalismo; por ejemplo, el capitalismo más avanzado ha desplazado su contradicción de la contradicción entre patrón y obrero (sindicalismo yankee), toda la cuestión anticapitalista salta por el lado de los negros, de la mujer, los homosexuales. Estos movimientos reivindican en última instancia esa corporalidad que es negada por el capitalismo, es un movimiento de retorno hacia su propio interior.

La contradicción que tiene un obrero tiene como correlato la normalidad (él es obrero cuando tendría que ser patrón), en cambio la contradicción que puede tener un homosexual o una mujer revolucionaria es una contradicción del conjunto de su libido, de sus instintos y de todo; es una contradicción sin retorno. Por eso cuando una mujer está en el feminismo revolucionario no le interesa ocupar el papel del hombre, sino vivir como persona, como mujer, como fuerza, como libido. La contradicción está ubicada en un nivel mucho más profundo que en un obrero que se suma a las fuerzas de la revolución, o más aún, en un pequeño burgués que se pasa a un partido socialista.

No hay dictadura del proletariado si el proletariado no se constituye en clase para sí, hay dictadura sobre el proletariado. Si el proletariado se concientizara realmente, rompería con la normalidad, pasaría a ser la negación de la burguesía, significaría el fin de las clases. Es un paso de transición hacia el fin del Estado. Ese proletariado tiene que ser para sí, tiene que dejar de ser varón y mujer porque ser varón o mujer está determinado por las necesidades de producción y reproducción del capitalismo. Tiene que liberar sus pulsiones, tiene que romper con la normalidad.

La burguesía defiende la normalidad, al hacerlo demuestra que es tan normal como cualquier otra forma de vida, de organización psíquica. La necesidad de defenderla demuestra que ya nadie cree en ella, que es necesario imponerla. En una sociedad burguesa normal, el revolucionario destapa las contradicciones tapadas. En Argentina no es necesario porque se sabe todo, está todo a flor de piel, por eso a la gente le entra el miedo a la desnudez. La gente se da cuenta que la vida en una sociedad capitalista es una ilusión de vida, entonces tienen miedo, miedo de descubrir que todo aquello que creían que era vida no es la vida, y que la vida es otra cosa.

La cosa está en demostrar que esa normalidad es impuesta. Es un poco la teoría del feminismo de demostrar que la feminidad es un mito. La mujer es una construcción contra natura (la construcción psicológica) y la heterosexualidad burguesa es antinatural. La normalidad no puede hacer ninguna revolución sin volverse contra sí misma. Nosotros no estamos contra los normales, estamos contra la normalidad. Los normales tienen que rebelarse, lo están haciendo pero se niegan a saberlo y a decirlo (los movimientos homo y feminista no salen del aire).

El proletariado puede romper con la normalidad porque no tiene intereses -en cuanto clase- en el mantenimiento del actual estado de cosas. Sólo tiene intereses ideológicos porque no gana nada. Quien tiene interés es la burguesía porque se queda con la ganancia. Los proletarios, las mujeres, los homosexuales, los marginales, no tienen interés alguno en ese sistema.

Cuando se produce una ruptura en el nivel de la identidad sexual como tal, o en el nivel de la identidad social -marginales, hippies- hay una ruptura con la ideología de clase. La mujer en tanto mujer no tiene clase, tiene la clase del marido. El homosexual es un desclasado, un paria, tiene clase en tanto apariencia de varón heterosexual.

La lucha de clases es la emergencia social del conflicto fuerzas productivas-relaciones de producción. A través de la historia siempre hubo lucha de clases; no quiere decir estos obreros, la conciencia de clase de los obreros no es la que tienen ahora los obreros individualmente tomados, es la conciencia posible del proletariado como clase revolucionaria, como clase que no tiene interés en el mantenimiento de la estructura social. Es una formación teórica. Económicamente hablando, el proletariado no tiene intereses objetivos reales en el mantenimiento del capitalismo. Pero ¿qué interés tiene el varón proletario en el mantenimiento del capitalismo? El interés de su beneficio como varón, los beneficios que devienen de su identidad masculina, por ejemplo, y es ahí donde se van concatenando los puntos oscuros.

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