Resumen
La proliferación de relatos sobre el terrorismo de estado y sus dramáticas consecuencias establece la memoria como campo de conflictos —¿quiénes sostienen su narración? ¿Con qué legitimidad?— y activa paralelamente innumerables operaciones de representación. El cine político no busca hoy construir ficciones, si no intenta mirar de cerca las ficciones que sostienen la política en la realidad. La efervescencia testimonial coincide aquí, precisamente, con el auge del documen tal como género fílmico, destinado a su registro de discursos, testimonios, documentos, es decir, la memoria como campo de operaciones de representación.
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