Anarquismo y marxismo
en un proyecto editorial de la
Nueva Izquierda Libertaria en Córdoba

Un análisis visual, textual y contextual de Circular(1970-1976)

Luciano Omar Oneto*


Introducción

“Y ahí es donde nace Circular…” Contexto de producción de la publicación

El contexto de edición de Circular

Anarquismo y marxismo. La propuesta de la NIL
en Córdoba

La red de publicaciones de izquierda de los setenta
y los vínculos de la NIL con La Protesta

Consideraciones finales

Referencias bibliográficas

Introducción

Durante los setenta la historiografía sobre el anarquismo en Argentina, enfocada en el estudio de su vinculación con el movimiento obrero, adquirió cierto peso en el ámbito académico.1 Posteriormente, las investigaciones de Juan Suriano y Dora Barrancos contribuyeron a una lectura renovada del movimiento, como fenómeno cultural, político e ideológico de gran amplitud.2 Aunque los estudios han avanzado en esta línea, la cuestión temporal y la geográfica quedan, aún, abiertas, pues persiste el acento entre 1890 y 1930 y la mayoría de los trabajos se concentran en Buenos Aires y Rosario.3

Las investigaciones sobre el derrotero del movimiento en los setenta vieron la luz en el despuntar del siglo XXI. El primer trabajo reseñó el surgimiento de noveles grupos en Buenos Aires desde 1969, su enfrentamiento con La Protesta en 1971 y el origen de Resistencia Libertaria (RL), en La Plata, en 1972.4 A este le siguieron un escrito de Fernando López Trujillo y un libro junto con Verónica Diz (antigua militante, como él, de RL) donde relataron el surgimiento de los grupos, el debate con La Protesta, los congresos de 1972 y 1974 y la represión y desarticulación entre 1976 y 1978.5 Luego, dos ponencias de Federico Holc describieron la inserción del anarquismo en el movimiento estudiantil argentino y en el Taller Total de la Universidad Nacional de Córdoba (en adelante TT de la FAU-UNC).6 Posteriormente, Guillermo Mármol se concentró en reseñar las acciones y concepciones de RL.7 Años después, la Tesis de Licenciatura en Comunicación Social de Lautaro González estudió las prácticas comunicacionales de los periódicos El Libertario (1973-1975) de Córdoba y Acción Directa (1973-1975) de Buenos Aires.8

Todas estas investigaciones coinciden en sostener que esas agrupaciones libertarias surgieron y se desarrollaron enfrentadas con el anarquismo de más largo aliento en el país, en especial La Protesta y la Federación Obrera Regional Argentina (en adelante FORA). Estos estudios, descriptivos, de corte ensayístico y/o militante, señalaron un quiebre absoluto entre el viejo y el nuevo anarquismo en general y en lo que hace a los proyectos editoriales en particular.9 A este último respecto, la “colisión” habría cristalizado “tanto en la construcción de un programa específico como en la aparición de distintos periódicos que intentaron difundir una propuesta alternativa a la sostenida por el anarquismo de antaño”.10 Así, las nuevas agrupaciones habrían desarrollado “un programa político que pocas veces, y quizá nunca hasta entonces, había sido elaborado de forma tan acabada dentro del movimiento libertario”.11 Sobre Circular, editada en Córdoba entre 1970 y 1976, se señaló que sus números “buscaron abarcar todas las temáticas que preocupaban a la militancia revolucionaria y a las de inspiración libertaria en particular”.12

A partir del estudio del anarquismo de los setenta bajo el prisma conceptual de la Nueva Izquierda (NI en adelante) hemos propuesto analizar las relaciones entre viejos y nuevos militantes a partir de la noción de Nueva Izquierda Libertaria (NIL en adelante).13 El concepto de NI se utilizó en los ochenta para designar a las organizaciones políticas armadas de los sesenta y setenta.14 Años después otras investigaciones plantearon que la NI se distinguió por la relectura del peronismo y la introducción de enfoques marxistas heterodoxos.15 Trabajos posteriores ampliaron el alcance del concepto y definieron a la NI como un conglomerado de grupos (nuevos o escindidos de los partidos socialista , comunista y peronista) que, sin unificarse, encabezaron una agitación generalizada.16 Recientemente otros autores propiciaron una revisión de la noción atendiendo a la heterogeneidad empírica que abarca y animaron a la vigilancia epistemológica en torno de su productividad.17 A este respecto, María Cristina Tortti expuso que el concepto coadyuva al surgimiento de instrumentos analíticos capaces de reconocer matices y sostuvo la necesidad de trabajar en la especificación de “categorías intermedias”.18

En esa línea, la noción de NIL cobra sentido para estudiar los nuevos grupos ácratas en la medida que, si la NI marxista criticó el “reformismo” de los partidos comunista y socialista, y la NI peronista la conducción “burocrática” del movimiento, dentro del anarquismo operaron criterios de diferenciación propios, toda vez que su militancia no se vehiculizó por los canales de la democracia representativa.19 Así, definimos a la NIL como un conjunto de grupos ácratas que en los sesenta y los setenta participó de la radicalización social, política y cultural, en tensión con la militancia del viejo anarquismo —la FORA, La Protesta y la Federación Libertaria Argentina (FLA)—, mayormente integrado por generaciones anteriores, abocado más a la divulgación editorial de las ideas y a la militancia sindical que a la territorial, renuente a integrar frentes de masas y en contra de la colaboración con otros grupos de izquierda. De allí la utilidad de este concepto específico, derivado del de NI, para evaluar particularidades, diferencias y vinculaciones de estos grupos con viejos sectores ácratas.20

En este artículo, siguiendo esa línea de investigación, debatimos las afirmaciones referidas a las ideas libertarias en Argentina en los setenta en general, y sobre Circular en particular, a partir del estudio de dicha publicación. Por un lado, consideramos que la importancia del análisis de esta trinchera letrada se deriva de la relevancia que tiene la cultura impresa para la difusión del socialismo en general y del ideario ácrata en particular.21 En Argentina, el movimiento produjo una enorme cantidad de publicaciones, forjando un modo de enunciación dialógico, “heterogéneo, políglota, [y] polémico”.22 En ese marco, compartimos la impresión sobre la centralidad que ha tenido la prensa ácrata como fuente, en detrimento de su análisis como objeto de estudio, y nos proponemos aportar en esa línea.23

Por otro lado, este análisis se inserta dentro de uno de los debates que ha dinamizado el campo de estudios, referido a la centralidad de la relación del anarquismo con el sindicalismo en detrimento de una perspectiva más amplia. A ese respecto, en línea con los trabajos de Dora Barrancos, Juan Suriano y Laura Fernández Cordero, consideramos de vital importancia el estudio de la edición como elemento primordial para el abordaje de la conformación de identidades y grupos con el objetivo de aportar densidad al análisis y evitar la excluyente asimilación del anarquismo con el sindicalismo. Cabe resaltar que esto no significa, como se ha sostenido, afirmar que al origen obrero del viejo anarquismo se contraponga el carácter pequeño-burgués de los nuevos anarquistas, quienes habrían manifestado “la necesidad de insertarse en las masas”.24 Por el contrario, como hemos demostrado, los integrantes de la NIL en Córdoba eran de extracción obrera.25

En este trabajo indagaremos las rupturas y los vínculos personales y editoriales de Circular con el viejo anarquismo de La Protesta y con el marxismo.26 La investigación considera la conveniencia de ponderar grados y niveles de relaciones, continuidades, diferencias e incluso indiferencias, antes que una ruptura total. Así, contribuiremos al estudio de períodos y latitudes que esperan por sus lecturas.27 Además, aportaremos al enriquecimiento del campo historiográfico en términos metodológicos y analíticos, una vacancia que ya ha sido observada.28

Nuestra hipótesis, que se sitúa en el cruce entre la historia de la edición y de lo impreso y la historia de la circulación de las ideas, sugiere que la publicación estuvo vinculada a un proceso, hasta ahora no estudiado, que involucró itinerarios políticos individuales y redes y vinculaciones editoriales.29 En este sentido, nuestro trabajo debate tres afirmaciones sobre el anarquismo en los setenta y sobre Circular. En primer lugar, que el movimiento ácrata de estos años experimentó una ruptura total con la vieja izquierda anarquista. En el caso de Circular, durante los seis años la publicación cordobesa tuvo cierta influencia de y mantuvo relativos vínculos personales y editoriales con la FLA, La Protesta y Proyección. Además, entre Circular y La Protesta existió, por un lado a nivel de la prensa, de la forma de asociación y de la formación militante, una relativa continuidad en el repertorio de acción. Por el otro, un universo de lecturas e ideas comunes, puestas en juego al momento de realizar análisis políticos. En segundo lugar, debatimos la premisa que afirma la construcción de un programa político por parte de la NIL. A contramano, el grupo editor de Circular no solo no especificó todos los elementos programáticos vinculados con las tácticas y la estrategia libertaria. A su vez, y a tono con el clima antiintelectual de la militancia revolucionaria de la época, se rehusó a hacerlo. En tercer lugar, no coincidimos con las impresiones según las cuales Circular refirió a todas las temáticas militantes y anarquistas. Por el contrario, la publicación dedicó sus números a cuestiones muy específicas (entre ellas, procesos como el Cordobazo y el TT de la FAU-UNC) y a debates libertarios particulares, como la violencia revolucionaria al interior de sus filas o ciertas divergencias y acercamientos teóricos con el marxismo (tradición de la que provenían algunos miembros del grupo editor). Respecto de este último punto, y aunque se propuso distanciarse de la impronta elitista del mismo, Circular adoleció de algunas contradicciones atribuidas usualmente al marxismo.


“Y ahí es donde nace Circular…” Contexto de producción de la publicación

Entre 1967 y 1969, un grupo de jóvenes conformó una comuna en Cañada de Machado, provincia de Córdoba, a la que llamaron “Fértil”.30 Esta estuvo integrada por cuatro parejas y sus hijos: Jorge Urusoff (1939-2018) y Eugenia “Piru” Ramos (1934-2017), Carlos Lorenzo (1940-1999) y Rosa Flores Eyzaguirre (1938-1998), Eduardo y Graciela —testigos de jehová practicantes, amigos de los primeros—, y un matrimonio apellidado Juárez.31 De ellos, solo los primeros tres participaron de la edición de Circular.

Hasta 1967, los integrantes del grupo estaban escasamente familiarizados con las ideas anarquistas. La vinculación se limitaba a la labor de Lorenzo, ex militante del Partido Comunista (en adelante PC) como representante de la editorial Proyección. Desde 1967, recién a partir del contacto con Hipólito Ripa Irañeta (¿1900?-¿1979?) (“el Lele”), un vecino anarquista español afiliado a la FORA, comenzaron a imbuirse en el ideario ácrata. Éste, vinculado a la FLA y a Proyección, les prestaba y recomendaba libros.32 Así, comenzaron a leer a Joseph Proudhon, Mijail Bakunin, Emma Goldman, Piotr Kropotkin, y Daniel Guérin, y a Paulo Freire, Vladimir Ill’ich Lenin y Wilhelm Reich.33 En la comuna conocieron, además, a Mario Forti (¿1890?-1982) (seudónimo de Renato Rocco Giansanti), a quienes los comuneros llamaron “el abuelito Mario”, miembro de grupos libertarios en Santa Fe, Tucumán, Córdoba y Tupiza, en Bolivia. Este militante itinerante, oriundo de Italia, repartía La Protesta en bicicleta por distintas ciudades. Por su intermedio, los miembros de “Fértil” comenzaron a leer este periódico, donde Mario escribía bajo el seudónimo de Tomás Soria.34

De acuerdo con las memorias militantes, los debates con “el Lele” operaron en favor de una creciente identificación con el ideario ácrata:

“estábamos [sic] enojados con todos, con la iglesia, con los marxistas y estos habían tenido un encuentro con el Lele.”35

“Los que tenían una formación política como Carlos o hereditaria como yo porque era hija de socialista, andábamos buscando por distintos caminos (…) Nada de lo que conocíamos (…) nos satisfacía y eso que teníamos en el grupo a un marxista bastante capo…yo sé que en las charlas de Carlos y el Lele nosotros sentíamos que nos identificábamos mucho más con el Lele.”36

“El Lele era uno de los que podía tener una discusión con Carlos porque le ponía contra la pared a la formación marxista de él (…) el viejo lo tenía claro al marxismo.”37

Lo señalado hasta aquí revela dos aspectos relevantes. En primer lugar, que la rebelión de los jóvenes estuvo vinculada a una ruptura doble, con la generación de sus padres y con las viejas izquierdas del PC y del Partido Socialista (en adelante PS).38 De acuerdo con Jorge Urusoff, el marxismo en los sesenta “era manejado por personas que cuidaban el dogma”.39 Esto explicaría que tras “confrontaciones con los dirigentes por los métodos empleados”, Lorenzo fuera expulsado del PC “por anarco”.40 De hecho, otro de los miembros del grupo editor de Circular desde 1971 provenía del comunismo. Hugo (n.1951), quien había formado parte de la Federación Juvenil Comunista Argentina del PC (la FEDE) en La Pampa, llegó a Córdoba a fines de 1970 para estudiar Arquitectura “alejado” del comunismo. Y cuando el presidente regional de la FEDE se comunicó con él, Hugo, “sin decirle que ya había leído sobre anarquismo”, le informó que rompía con el partido porque no le “terminaba de cerrar el PC”.41

En segundo lugar, que no se trató solo de un proceso de ruptura sino que existió una “formación política intergeneracional recíproca”.42 En el marco del inconformismo juvenil, la formación política registró un encuentro entre generaciones. A más de la desautorización hacia tradiciones pasadas, operó un proceso de autorizaciones que animó un diálogo fructífero entre generaciones de viejos y nuevos anarquistas.43 Tanto “el Lele” como “el abuelito Mario” (apodado en función de criterios etarios) fueron ponderados como aliados dentro del universo de lo viejo para transformar lo heredado y proponer un anarquismo renovado. El primero, percibido como una “excepción” al tradicionalismo doctrinario y caracterizado por su “lucidez y su frescura en los debates”; un viejo que “sí se había aggiornado”.44 El segundo, valorado como “un militante impresionante tipo Severino Di Giovanni”.45

Asimismo, las actividades de la comunidad contribuyeron al proceso de construcción identitaria y definición por el anarquismo, en paralelo al acercamiento con el peronismo de izquierda. Destacan, por un lado, las “Tertulias Anarquistas Domingueras”, entre decenas de personas de diferentes agrupaciones políticas, reunidas para debatir, hacer prácticas de tiro y armado de bombas.46 Allí los comuneros trabaron estrecha relación con María Graciela Saur Moyano (1952-¿?), peronista de izquierda, y luego con su pareja, Mario Oreste Galuppo (“El Coqui”) (1952-1976), militante de la Juventud Universitaria Peronista y de Montoneros.47 Por su intermedio conocieron a un amigo suyo, Roberto “Cacho” Zurbriggen (n.1952), quien se unió al grupo anarquista de manera orgánica. Posteriormente, tras conocer a Jorge en Córdoba, se unió Horacio Suárez (n.1948), un maestro entrerriano, campesino, emigrado a Córdoba en 1969.48

Por otro lado, destaca la asistencia de “Fértil” a un congreso de comunidades en 1969 (el “Seminario Intercomunitario”) del que participaron “Tierra”, “Siembre” (de Argentina), Grupos Comunitarios” (de Bolivia) y “Demos” y “Comunidad del Sur” (de Uruguay).49 Tras el encuentro, las agrupaciones elaboraron un documento basado en la crítica al orden burgués y en el apoyo a las comunas como organismo de resistencia frente a la enajenación capitalista.50 Esto operó como una bisagra para el vuelco total del grupo hacia el anarquismo, en el marco de un proceso de carácter transnacional que ya ha sido observado respecto de la NI.51 El acuerdo de “Piru”, Jorge y “el Lele” con las conclusiones del encuentro, sumado a sus apreciaciones favorables sobre el Cordobazo, generaron una crisis interna en “Fértil”. Dado que Eduardo y Graciela no acordaban con la toma de posicionamiento político decidieron romper con el grupo y abandonaron la comuna.52 Los primeros, a finales de ese año, frente a inconvenientes económicos y personales, decidieron mudarse a la ciudad capital.53

En 1970, Horacio, “Cacho”, Jorge y “Piru” con sus hijos y “el Lele” se mudaron a una precaria residencia en Colonia Lola, un barrio popular periférico de Córdoba. Allí, entre 1970 y 1976, instalaron un centro de salud y una guardería. Además, dieron apoyo escolar en una escuelita, no oficial, a la que llamaron “Libertad”. Esta, bajo los postulados de Paulo Freire, se propuso innovar en cuanto a los métodos de enseñanza. De todas formas, uno de los “maestros” recuerda con pesar y nostalgia que “no llegó” a conformarse como una Escuela Racionalista.54 En esta tarea educativa tuvieron una destacable participación Graciela Saur y “El Coqui” Galuppo, con quien los libertarios “tení[an] unas discusiones muy buenas porque a él lo apuntaban de anarquista los Montoneros”.55 Esto muestra una relativa continuidad con el “tono pluralista” que tuvieron los establecimientos educativos racionalistas y alternativos llevados adelante por los libertarios en las primeras décadas del siglo XX.56 Por último, imbricaron la tarea militante con el TT de la FAU-UNC, que animaba la vinculación de la universidad con los barrios carenciados y con las necesidades de los vecinos.57

Desde fines de 1969 comenzaron a organizar los “grupos de estudio” —una “respuesta orgánica para resolver la capacitación”—, que fueron “los semilleros” de Circular: “ahí es donde se plantea la necesidad de tener un órgano de unificación de criterio. Eso mayormente lo llevaba muy adelante el Carlos (…) y ahí es donde nace Circular”.58 Lorenzo, a la postre principal editor y redactor de la publicación, fue un entusiasta impulsor: “Carlos decía que había que estudiar. Ahí empezamos a hacer las circulares”.59 La publicación se inscribió en el mundo editorial libertario de los setenta en Argentina, que se inició con la editorial Proyección en 1961 y se conformó a partir del surgimiento de nuevos periódicos, revistas y folletos.60 La relevancia de Proyección como vía de entrada del anarquismo a la geografía cordobesa (Lorenzo y “el Lele” mediante) y el acercamiento a La Protesta a partir de Mario Forti, muestran que los textos y las ideas no fluyen de una cultura a otra libremente o en función de propiedades inmanentes, sino que ello está ligado a determinadas prácticas que exceden la voluntad de los autores de un proyecto editorial. Tanto la edición como los procesos de recepción son dimensiones que influyen en la circulación diferencial de ciertas ideas en determinados marcos espacio-temporales.61

En la “forma de producción alternativa” de Circular los miembros realizaron “distintas etapas del circuito del libro” y no existió “una separación entre la figura del editor de la del impresor y el librero”.62 La mayoría de ellos eran obreros y no conformaban un grupo de intelectuales profesionales.63 De hecho esta organización de la NIL estuvo atravesada por el clima antiintelectual de época y el compromiso con el socialismo.64 Aunque no se trató de un grupo antiintelectual, la tensión estuvo presente, asociada con una consigna que determinó a los jóvenes y a las nuevas izquierdas: “había que actuar”, “poner el cuerpo” y no “atender antes a las ideas que al pan”.65 Por ello, los anarquistas afirmaban que había llegado la “hora de que los ‘revolucionarios esclarecidos’, los ‘intelectuales de izquierda’, comprendan la necesidad de que en la lucha revolucionaria se anteponen los intereses de las clases oprimidas a sus ambiciones de poder”.66 A esos efectos proponían “ser realistas en política”, esto es: “partir de la realidad para desarrollar en ella los mecanismos que, de acuerdo a las condiciones (reales) existentes, permita producir el cambio hacia una revolución socialista”.67 Por tal motivo, antes que la mera tarea intelectual, privilegiaron la militancia barrial, en conjunción con el TT de la FAU-UNC, y participando de Coordinadoras con vecinos y militantes de otras corrientes de izquierda, sobre todo del Peronismo de Base.68 Desde Colonia Lola integraron la Coordinadora de Centros Vecinales (donde, en conjunto con otros barrios y villas, desde 1972 reclamaban por condiciones edilicias, sanitarias y educativas) y la Coordinadora de Villas de Emergencia, formada tras las inundaciones de principios de 1973.69

A lo largo de los años, y a diferencia del viejo anarquismo de La Protesta, las circulares no formaron parte de un proyecto sistemático temporalmente. Antes bien, quedaron supeditadas a los desafíos que los libertarios percibieron respecto de la coyuntura social: “no es que decíamos ‘vamos a hacer una publicación y vamos a organizarnos para que salga cada tanto’, sino que le pusimos ‘circulares’ porque eso se escribía cuando hacía falta”.70 Entre los acontecimientos que ameritaron la tirada de una circular se encontraba el TT de la FAU-UNC, al que le dedicaron tres números completos.71

En la producción y edición Lorenzo tuvo un rol protagónico, sugiriendo los temas a tratar y los libros a estudiar.72 En las reuniones donde se debatía, arduamente, el contenido de la publicación participaron los miembros de la agrupación anarquista y militantes marxistas cercanos.73 Luego el escrito final se redondeaba exclusivamente entre los ácratas. “El Lele” junto con Carlos, Jorge, “Piru” y Juan Antonio elaboraban una versión preliminar y luego Horacio, “Cacho”, Hugo y “la Negrita” participaban en un proceso intermedio de lectura previa a la edición. Finalmente, Carlos Lorenzo editaba y redactaba la versión final.74 De esa manera, el grupo editor de Circular quedó conformado por un viejo anarquista y por un conjunto de jóvenes divididos entre los “hermanos mayores” (nacidos entre 1934 y 1940) y los “hermanos menores” (nacidos entre 1948 y 1952).75

Este último aspecto contrastó con la dinámica de La Protesta, cuyo grupo editor se abrió por el lapso de unos meses a la colaboración de jóvenes miembros de la NIL aunque, tras fuertes conflictos, los expulsó en septiembre de 1971.76 De hecho, durante los setenta, publicó columnas de tono paternalista, dedicadas a “los jóvenes”. Desde allí, alertado por haber “descuidado la formación de nuevos cuadros”, los instaba a tener “cierto nivel de conducta” adquiriendo “la estatura espiritual que hace falta para juzgar los hechos”.77 De ese modo, a imagen de los ácratas de principio de siglo, el grupo editor de La Protesta “ofrec[ía] al joven que quiera seguir el camino de una redención social” un ideario idóneo para “lograr un equilibrio de juicio honesto”.78 Así, el acercamiento con La Protesta, avivado por los viajes que algunos de los “hermanos mayores” hicieron a su local en Buenos Aires, fue difícil y se suscitaron conflictos “mayormente generacionales”, pues muchos de “los viejos compañeros se habían quedado con sus planteos de los años 30”.79

Los números de Circular se hicieron en la oficina de Ediciones Trilce (en la céntrica esquina de las calles Colón y General Paz), en la casa de Colonia Lola o en viviendas de los miembros del grupo editor. Lo primero revela la conexión que suele haber entre experiencias revisteriles y proyectos editoriales.80 Si bien Circular no nació en el seno de la editorial, un conjunto de técnicas, materiales y saberes de Ediciones Trilce se pusieron a disposición de su elaboración.81

Sin embargo, el trabajo de Lorenzo como escritor, librero y editor no se capitalizó en favor de una mayor circulación y un mayor alcance de la publicación, que fue distribuida clandestinamente.82 Los militantes la repartían de mano en mano de forma casi secreta a una pequeña comunidad de lectores que incluía “una gama de personas afines, simpatizantes,” compuesta por estudiantes y obreros que compartían espacio de estudio o trabajo con los miembros del grupo editor.83 A contramano, las revistas grandes y medianas vendían sus tiradas en kioscos y librerías. Por ejemplo, en Córdoba La Protesta se vendía en el kiosco ubicado en la esquina de las calles Vélez Sársfield y 27 de abril (centro de la ciudad).84


El contexto de edición de Circular

Circular se realizó con la “tecnología un tanto escolar del mimeógrafo y el esténcil”. Este carácter under —que habilita a inscribirla genealógicamente como una “abuela” de los fanzines del siglo XXI— se combinaba con la ausencia de imágenes u otros elementos paratextuales (contratapa, anuncios publicitarios, solapa).85 El tipo y tamaño de letra se mantuvieron, por lo que esa dimensión no evidencia una jerarquía entre los artículos. La disposición de los mismos tampoco parece sugerir escalafones, pues se presentaron uno seguido de otro sin variaciones de diseño o tipografía.

La única pista útil para identificar jerarquías es la observancia de los artículos y temas presentes en primera página, dedicados a la crítica al capitalismo y a la deriva verticalista de las organizaciones marxistas, dejando en páginas subsiguientes la explicitación de la propuesta libertaria, que gozaba de menor sistematicidad.

Cada número de la publicación tuvo una cantidad variable de secciones en su interior. En un extremo el n° 1 destaca con 9 secciones y, en el otro (los n° 3, 8, 10 y 15) contaron con una sola sección. Todos los artículos se publicaron sin firma, evidenciando la asunción de una “autoría colaborativa”, esto es: “un trabajo voluntariamente conjunto y plural, donde varios individuos se proponen provocar un efecto en el cual se borre la autoría individual”.86 Asimismo, la inexistencia de un índice o sumario al final y de una presentación de artículos en tapa revela una forma de dirimir las pugnas al interior de la redacción basada en la presentación relativamente igualitaria de los artículos al lector.87

Las entregas contaron con entre una y seis páginas, aunque la mayoría tuvo entre tres y cuatro. Todos los números llevaban un encabezado con el nombre, el número, la fecha y el lugar (Córdoba) de publicación. Y, a excepción del número 16, todos tenían a la izquierda del encabezado un isotipo compuesto por un símbolo que emulaba un círculo fragmentado.

Con mínimas variantes, los números —excepto el 2 y el 16— cerraban con la siguiente leyenda: “esta publicación tiene un tiraje limitado. Colabore con nuestra tarea de difusión haciéndola circular una vez leída”.

Aquí interesa resaltar el término que dio título a la publicación, un aspecto valorado por el anarquismo desde fines del siglo XIX.88 Además de ser un sustantivo y un adjetivo, “circular” es un verbo que refiere a la acción de moverse. Solicitar por escrito que los lectores “hagan circular” la publicación una vez leída fue un enunciado imperativo, asociado con la acción, asentado en la convicción de que si la publicación —elaborada con recursos escasos, y distribuida gratuitamente— “circulaba”, podría llegar a más personas. Este imperativo político operaba a micro escala en contra de la propiedad privada, el individualismo y el consumismo. De hecho, durante décadas los folletos anarquistas llamaron a no ser conservados en bibliotecas individuales, con objeto de ampliar el alcance de su difusión. Es el caso del número 1 de Prometeo (Buenos Aires, agosto de 1919) que señalaba “Prestad un servicio a la humanidad, haciendo circular este folleto entre vuestras amistades” y “Dijimos y volvemos a repetir: la propiedad es un robo; quien retiene para sí esta hoja, es un ladrón… ¡que circule!”. Asimismo, la tapa de Regeneración (1925) rezaba: “La propiedad privada es un robo. Quien después de leer este folleto se lo guarde es un ladrón”.89


Anarquismo y marxismo. La propuesta de la NIL
en Córdoba

La mayoría de los artículos de la publicación fueron producciones teóricas propias en denuncia del estado (capitalista o socialista) y del “dirigentismo” de las agrupaciones de la izquierda marxista. Algunos, a su vez, incluyeron puntos del programa libertario, con menor grado de elaboración.

Como ha sido señalado, las publicaciones se definen “por el haz de problemas que eligieron colocar en su centro y “según los temas que pasaron en silencio”.90 Si hubo algo distintivo en Circular fue la colocación de las organizaciones marxistas en general —sin nominarlas— en el centro de las críticas, y el completo silencio acerca de las organizaciones de la izquierda peronista. Así, los libertarios locales se inscribieron en lo que Guérin —autor de referencia para el grupo y de difusión en La Protesta— definió como “una querella familiar” entre “la desviación dictatorial” del comunismo (el marxismo) y su “variante antiautoritaria (el anarquismo)”.91 De esa manera se propusieron abonar desde el ámbito local a un debate internacional, que no contemplaba al peronismo revolucionario como un contendiente sino, como vimos, como un aliado. Estos anarquistas, frente a las corrientes de la izquierda marxista (referidas en Circular como grupúsculos, tendencias, camarillas, vanguardias dirigentes y aparatos jerarquizados) intervinieron editorialmente para ofrecer lo que, a su juicio, llenaba el vacío de verdaderas ofertas revolucionarias: la propuesta socialista libertaria.92

A tono con la tensión frente a la tarea intelectual, su apuesta editorial se apoyó en el anhelo de señalar y combatir una vieja paradoja del socialismo del siglo XX, que despreciaba el conocimiento erudito aunque ostentaba lenguajes inentendibles por los sectores populares.93 De acuerdo con su planteo, “levantar teoría de la práctica” intentaba ofrecer una alternativa a los “socialismos autoritarios”, que “contaban con un cuerpo doctrinal, monista, con el que interpretaban la realidad”.94 A diferencia del periódico concebido por Lenin como “puente entre ‘la teoría de la vanguardia’ y el ‘movimiento espontáneo de la clase’”, Circular intentaba ser presentado como una plataforma que abonara a la concreción de “un programa elaborado por las masas”.95

Los libertarios propusieron desarrollar un “método de lucha y de organización” que implicaba, en primer lugar, la participación de “todos los compañeros de distintas concepciones políticas o ideológicas, pero a título personal y no a nombre de tal o cual grupo político”. En segundo lugar, suponía que “de ningún modo (…) será un programa político, por más mínimo que sea (…) porque el programa político debe surgir de la discusión y de la lucha”.96 Asimismo, destacaban que “teniendo en cuenta el desprestigio que sufren las vanguardias políticas en los sectores populares, un programa político por más lúcido y efectivo que sea, debe enfrentar el rechazo o la indiferencia de quienes están llamados a ejecutarlo.”97

De todas formas, si bien el ámbito principal de militancia de los ácratas fue Colonia Lola y algunos números de la publicación se produjeron allí, este barrio no fue espacio de su circulación.98 La participación de los vecinos en su elaboración fue nula y los militantes evitaron hacer pública su adscripción a las ideas libertarias, en la convicción de que a la gente, cuando no se le “baja una línea política” es “naturalmente anarquista”.99 La negativa a publicitar la idea libertaria se explica, además, por la identidad peronista de los vecinos y el rechazo barrial, “en numerosas oportunidades”, a los “grupos políticos”.100 Aunque en Colonia Lola la mayoría de la gente “se decía peronista”, a los libertarios les “interesaba que las resoluciones se fueran haciendo de una determinada manera (…) [con] participación plena de todos los vecinos”, más allá de su identidad ideológica.101 En esa línea, Circular sostuvo que “los sectores populares no son permeables con facilidad a la propaganda verbalizada, sino que responden mucho más ante lo que palpan como experiencia sensible”.102 Puede colegirse que el intento de abonar un programa político por las masas y no para las masas encontró sus propias contradicciones en el fomento de la “experiencia sensible” en detrimento de la “propaganda verbalizada”, en su producción estrictamente militante y en la exclusión de Colonia Lola para su circulación. En otras palabras, esta apuesta editorial no significó una ruptura clara con la paradoja vanguardista de corte leninista.

Otros asuntos suscitaron el debate con el marxismo, bajo una óptica deudora del Mayo Francés y de Guérin. Por ejemplo, el relativo a la conciencia revolucionaria y el rol del partido. Los ácratas opusieron los conceptos de minoría activa y espontaneidad al de vanguardias dirigentes. La primera noción tomó especial vigor en las producciones de Daniel Cohn Bendit y de Guérin, luego reseñadas y publicitadas en La Protesta.103 Las minorías activas, “a diferencia de los partidos” no se propondrían “dirigir el movimiento, ni darle la verdad política ya elaborada” sino que intentarían desarrollarlo “a partir de su propia acción (…) agudizando la práctica y la conciencia de la autogestión”.104 La espontaneidad era definida como “el ejercicio concreto de la libertad, a partir de las posibilidades estructurales concretas (…) la síntesis entre la necesidad y la libertad”.105 Sustentados en estos conceptos, durante los años posteriores al Cordobazo elaboraron una explicación que, al igual que La Protesta, argumentaba cómo esa pueblada había demostrado que el triunfo de la revolución estaba ligado al desarrollo de la espontaneidad revolucionaria y en desmedro de las vanguardias.106

Como se ha señalado sobre la prensa libertaria de otras épocas, también Circular intuyó, en la definición misma de un concepto, cierto autoritarismo.107 Así, la noción de vanguardia, que muchas organizaciones de izquierda ponderaron como dirección eficiente para las masas, fue redefinida negativamente, por encubrir la negación del ejercicio de la libertad de unas personas por otras. En paralelo, espontaneidad se perfiló como una noción de tono liberador, usualmente denostada por el marxismo como “espontaneísmo” en virtud de su acusada falta de organización.108

Esta propuesta era la punta de lanza para luchar contra el capitalismo y contra la democracia representativa. Actuar como minorías activas y atender a la espontaneidad permitiría no sucumbir al “mito burgués del atraso de las masas”, una idea

“tomada por toda la vertiente autoritaria del pensamiento socialista. A Blanqui, Lasalle pero sobre todo a Marx y Lenin este mito les permitió construir un nuevo sistema representativo (…) y sigue sirviendo aun actualmente en los así llamados ESTADOS OBREROS SOCIALISTAS de los que solo queda el estado y los obreros pues el socialismo ha sido devorado por una nueva sociedad de clases”.109

Como se ha señalado, “el marxismo ha tendido a ser un discurso teórico o analítico sobre la estrategia revolucionaria” y el anarquismo, “un discurso ético sobre la práctica revolucionaria”.110 Aunque Circular no fue la excepción, cabe resaltar el andamiaje teórico marxista de algunos de sus números, lo que muestra el carácter dialógico de las nuevas izquierdas, que no desecharon todo lo heredado. Destacan tres préstamos conceptuales: la plusvalía y la expropiación de los medios de producción, el asunto de la pequeña burguesía, y la estructura/superestructura. Respecto de lo primero, los libertarios entendían que la emancipación social “sólo se consigue terminando con la explotación del hombre por el hombre”, mediante el control obrero de la producción:

La cantidad de horas que trabajamos produce más de los que el patrón necesita para pagarnos (…) el plus del valor, ese que los técnicos llaman la plusvalía, se la apropia el patrón, el capitalista (…) La emancipación definitiva de los obreros consiste en que los obreros sean los únicos beneficiarios de su trabajo. Por consiguiente, deben ser ellos los únicos poseedores de los medios de producción que les pertenecen por derecho propio. Y el único modo de lograr esto es expropiando a la burguesía, a los patrones (…) la emancipación definitiva e integral de la clase obrera, mediante la expropiación revolucionaria de los medios de producción.111

Respecto de lo segundo, se alejaron de la visión intelectual de cierta izquierda vernácula que asociaba al pequeño burgués con la figura del antiperonista y retomaron una caracterización marxista clásica de la pequeña burguesía aunque distanciada de la óptica de Lenin.112 Asimismo, aunque sin alusiones directas, mantuvieron un debate con la revista Posición —proyecto editorial local del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (en adelante PRT-ERP) y del Frente Antiimperialista por el Socialismo (en adelante FAS)—, respecto de los usos y alcances del concepto. Este fue abordado en términos de la relación entre intelectuales y obreros, y la utilidad que aquéllos podían tener con la emancipación de estos.

Para el guevarismo local, la pequeña burguesía era una clase presente “en partidos burgueses como el radicalismo, y el peronismo”, en partidos demócratas “como el P.S.P [Partido Socialista Popular] y E.N.A. [Encuentro Nacional de los Argentinos], nacionalistas o antiimperialistas como el FIP [Frente de Izquierda Popular]” y en “grupos de la pequeña burguesía intelectual o estudiantil, que intentan ir más allá (…) como en el caso del P.S.A [Partido Socialista Argentino] de Coral”.113 En su opinión, en ocasiones le cabía a la intelectualidad pequeño-burguesa el rol de conductor de las masas. En la medida que participara del proceso revolucionario cumplía un rol positivo (llevar “desde afuera” la teoría del socialismo al movimiento obrero) y uno negativo (introducir en el “seno de las masas todas las contradicciones de su clase”).114 De acuerdo con su diagnóstico “la pequeña burguesía revolucionaria actúa como una chispa que sirve de detonante a las luchas populares que le suceden”.115 Y tras el paso de la dirección de los procesos a manos proletarias, muchos de sus miembros continuarían “firmes en la lucha”.116

La visión libertaria recuperaba la conceptualización marxista, deslizando una crítica a las “vanguardias”, fundamentalmente a organizaciones como el ERP, que ante un eventual triunfo solo lograrían un “recambio en las minorías en el poder”.117 Definía a la pequeña burguesía como una “clase en ascenso” que “ve normalmente bloqueados los estratos superiores por una oligarquía de la cuna o el dinero”. Sus miembros,

sórdidamente individualistas (…) [o] configuran los cuadros medios del aparato de poder de la clase dominante (…) o bien (…) se autodefinen como revolucionarios, generalmente adoptando una postura de “vanguardia conductora de las clases oprimidas” (…) Para ello adoptan un jamesbondismo subversivo (…) pero rara vez se resuelven en un integral compromiso político.

Apelando a los conceptos marxistas de infraestructura y superestructura, re-significados, los anarquistas postularon que los miembros de la “vanguardia” pequeño burguesa “solo enfocan ese cambio en el plano de las superestructuras”, lo que les impedía comprender que no es posible la revolución “sin superar la contradicción entre minorías parasitarias y mayorías productoras”. En otras palabras, si no abandonaba su carácter privilegiado, la pequeña burguesía solo podría aspirar al reformismo: “todo cambio a nivel superestructural que no conduzca a modificar el sistema de poder político-económico deviene forzosamente en reformismo”. Por lo tanto, “mientras el privilegio, basado en el usufructo del poder político-económico, no sea eliminado, el sistema reabsorve (sic) e incorpora todo cambio”.

Los ácratas colegían entonces, a tono con el discurso anticlasista y universalista del viejo anarquismo, que la implicación del pequeño-burgués en el proceso revolucionario era posible.118 La condición, en su esquema argumentativo, era que no intentara llevar desde afuera la teoría del socialismo sino que participara “vivencialmente de las urgencias de cambio infraestructural” y aplicara “sin paternalismos, su capacitación intelectual y su esclarecimiento ideológico al estímulo e instrumentalización de la radicalización de las clases productivas y al desarrollo de su espontaneidad creadora”. Bajo esta premisa policlasista no descartaban la oportunidad de “esclarecer a militantes adheridos al marxismo, por su necesidad de acción revolucionaria” y aceptaban la “coincidencia en la acción subversiva (…) hasta con sectores de la burguesía desplazados del poder”.119


La red de publicaciones de izquierda de los setenta
y los vínculos de la NIL con La Protesta

Circular estuvo inscripta en un campo de fuerzas donde combatió por su reconocimiento, en una dimensión sincrónica, estableciendo alianzas, competencia y rivalidad con otras publicaciones contemporáneas y en una dimensión diacrónica, instituyendo linajes de legitimación.

Acerca de lo primero, Circular compartió un espacio político intelectual con otras publicaciones de izquierda editadas en Córdoba, entre ellas, la revista Posición (1972-1974) y el periódico El Combatiente (1968-1984), ambos del PRT-ERP, la revista Estrella Roja del ERP (1971-1977), el periódico anarquista El Libertario (1973-1975), los boletines y el periódico del grupo El Obrero, y la revista de la Columna Sabino Navarro (disidencia de Montoneros) Puro Pueblo (1974). Como correlato editorial de su renuencia a integrar frentes políticos con otras agrupaciones, y a diferencia de El Libertario, Circular se implicó escasamente con las mencionadas publicaciones.120 Solo estableció vinculaciones —desde un lugar emergente y subalterno— con La Protesta.

Los integrantes de la organización cordobesa escribieron en las páginas del viejo decano de la prensa libertaria ríoplatense y reprodujeron algunos de los artículos de este último en su propia publicación. Entre ellos, la circular n° 8, de diciembre de 1971, que estaba compuesto por una sola sección, cuyo contenido era el del editorial homónimo de La Protesta de mayo de 1971.121 En este caso, el grupo editor de Circular hacía “un guiño a los compañeros” de La Protesta mediante la “invocación de la voz ajena”, expresando su acuerdo con lo enunciado, aunque sin “el gesto respetuoso de la cita textual” ni las “marcas del discurso ajeno”.122 Al respecto, un miembro del grupo editor ha explicado el motivo de la elección en la medida que, en ocasiones, “había que tirar el Circular con un artículo” que les “gustara a todos”.123 Por su parte, Circular n° 14, de agosto de 1975, incluía un “material de difusión” publicado antes por La Protesta, que reproducía un fragmento del balance elaborado en el “Seminario Intercomunitario”.124 De todas formas, algunas diferencias provocaron que el vínculo no perdurara más allá de 1972, año en que Lorenzo escribió la última contribución del grupo en el periódico porteño.125 Jorge Urusoff lo ha explicado del siguiente modo, en términos que ilustran el antiintelectualismo y el conflicto generacional: “nos peleamos con La Protesta porque ellos criticaban a los perros [PRT] y a los montos [Montoneros] y eran nuestros compañeros de lucha en ese entonces. No le (sic) autorizábamos a ellos desde su escritorio venir a cuestionar a los compañeros nuestros”.126 Como en otras épocas, es marcada en los setenta la “tendencia centralizadora” de La Protesta, lo que en variadas oportunidades produjo escisiones al interior del movimiento.127 De todos modos, el alejamiento del grupo de Córdoba estuvo caracterizado más por la indiferencia y la construcción de un camino paralelo que por la ruptura y la aspereza del conflicto.

La posición alcanzada por Circular en la jungla de las ideas de izquierda en Córdoba se derivó, además, de su posicionamiento frente a las acciones armadas. Otros grupos políticos de la izquierda revolucionaria local, que sostuvieron proyectos editoriales de gran tirada, como el PRT-ERP o Montoneros, recabaron mimeógrafos, máquinas de escribir y grabadores de esténcil mediante expropiaciones.128 En contraposición, y a semejanza de La Protesta, los ácratas tuvieron en Circular una valoración crítica de la vía armada por el socialismo, quedando en desventaja material frente a organizaciones con recursos acrecentados mediante las expropiaciones.129 Su renuencia a la lucha armada fue un elemento que, desde la publicación, utilizaron para disputar los sentidos de la práctica anarquista “legítima”. Según su lectura, “por más horizontalidad en los mandos que exijamos (…) terminaríamos siendo idiotas útiles de alguna ‘conducción revolucionaria’, dispuesta siempre a apropiarse del aparato estatal en caso de desmoronamiento del poder burgués”.130 De hecho, luego de optar por la vía armada, un grupo de anarquistas militantes en Colonia Lola y en el TT dejó de participar en la edición de Circular.131

Acerca de lo segundo, la publicación se inscribió en un “espacio-bricolaje imaginario” mucho más amplio, apoyado en una amplia tradición libertaria de movimientos por la emancipación humana, que hundía sus raíces en la Asociación Internacional de los Trabajadores.132 Incluía, además, a la Revolución Española de 1936-1939 (“una de las experiencias revolucionarias menos difundida y más tergiversada”), la labor de La Protesta y otros periódicos, el establecimiento de comunidades “libres, no incorporadas a los mecanismos competitivos del sistema capitalista” y la militancia de todos aquellos que se abocaran al “estímulo y la participación personal en las experiencias de autoorganización (sic) en barrios, gremios, universidades, etc.”.133


Consideraciones finales

Circular surgió y se editó a lo largo de seis años a partir de la confluencia en Córdoba entre viejos y nuevos militantes
—algunos de estos últimos sin experiencia política previa—. En el proyecto tuvieron variados grados de participación comunistas, ex comunistas, y anarquistas, con militancia, participación y vinculación —pasada y contemporánea— con la FORA, la FLA y La Protesta. Asimismo, Circular mantuvo vínculos editoriales con este último periódico hasta 1972, y personales durante todo el período. En las páginas de ambos pueden encontrarse planteos teóricos comunes que, en el caso de la publicación cordobesa, sirvieron de sustrato para su inscripción en el debate internacional con el marxismo, temática de privilegio, en contraposición a otros tópicos ausentes. Paralelamente, el grupo editor apeló a conceptos marxistas, resignificados, para publicitar su propuesta. Incluso, aunque con condiciones y exigencias distintas, aceptó, al igual que el guevarismo local, la participación de la pequeña burguesía en el proceso revolucionario. Y aunque apostó a la lucha contra las vanguardias dirigentes, y a realizar una revolución por el pueblo —y no para el pueblo—, el proyecto editorial se circunscribió a la participación militante y tuvo una distribución selectiva.

El contexto de producción de la publicación estuvo caracterizado por la formación política colectiva y, relativamente, plural e intergeneracional, así como por los grupos de estudio. Esto muestra una cierta continuidad en los repertorios de acción del viejo anarquismo, propenso a formar círculos y centros de estudio y de debate. De todas formas, a tono con las pautas antiintelectuales que guiaron el accionar de la juventud rebelde en los sesenta y los setenta a nivel transnacional, la prensa no fue para los nuevos libertarios una prioridad, ni el espacio donde privilegiar la elaboración de una plataforma o programa intelectual sólido. Antes bien, antepusieron a la periodicidad de lo escrito el compromiso social derivado de la urgencia por la construcción del socialismo.

Lo dicho muestra, en primer lugar, que, en lo que a Circular respecta, en los setenta no existió una ruptura absoluta con —ni un desarrollo completamente alternativo, separado del— viejo anarquismo de La Protesta. Más bien existieron grados variables de vinculación, tanto editorial como personal, y un sustrato teórico relativamente común, que se explica por la circulación de textos e ideas, expuesta en este artículo. En segundo lugar, demuestra que Circular no se abocó a una generalidad de temáticas ni elaboró un programa político que destacara por la claridad de sus objetivos, tácticas y estrategia. Antes bien, privilegió la denuncia del sistema y del verticalismo de las organizaciones de la izquierda marxista por sobre la elaboración del programa propio.


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Anarchism and Marxism in an editorial project of the New Libertarian Left in Córdoba: a visual, textual, and contextual analysis of Circular (1970-1976)

Resumen

En este artículo estudiamos la publicación anarquista Circular, editada en Córdoba entre 1970 y 1976, atendiendo a sus características materiales, su contenido, su modo de producción y circulación, y la forma en que se insertó en el campo político de las revistas y periódicos de la época. Nuestra investigación discute con los estudios que entienden al anarquismo de los setenta como una apuesta nueva, resultado de una fractura absoluta dentro del movimiento. Asimismo, con aquellas que han señalado la universalidad de temáticas incluidas en Circular. En contraposición, mostramos que en este proyecto editorial de la Nueva Izquierda Libertaria confluyeron diversos itinerarios y redes de sociabilidad política. De este modo, dos rasgos sobresalen de su estudio. En primer término, sus acercamientos, diferencias y tensiones con el viejo anarquismo de La Protesta. En segundo término, sus debates, críticas y préstamos conceptuales con el marxismo local.

Palabras clave: Circular; Anarquismo; Córdoba; Nueva Izquierda Libertaria; La Protesta.

Abstract

This article examines the anarchist publication Circular, edited in Córdoba between 1970 and 1976, by focusing on its material characteristics, its contents, its means of production and circulation, and its insertion in the political and cultural fields of its contemporaneous magazines and newspapers. The inquest contrasts with the interpretations which understand anarchism in the decade of 1970 as a new endeavor resulting from an absolute fracture within the movement, and with those who have signaled the universality of themes included in Circular. On the contrary, the research shows that in this editorial project of the New Libertarian Left, different itineraries and political sociability networks converged. So, two features stand out from his study. In the first place, his approaches, differences and tensions with the old anarchism of La Protesta. Secondly, its debates, criticisms and conceptual loans with local marxism.

Keywords: Circular; Anarchism; Cordoba; New Libertarian Left; La Protesta.

[Artículo evaluado por pares]

Recibido: 05/05/2022

Aceptado: 09/09/2022.


1 Agradezco a los evaluadores del artículo por sus valiosos comentarios y sugerencias, al Prof. Diego García por la revisión de versiones preliminares en el marco de la materia Historia del Libro y las Bibliotecas (FFyH-UNC), a la Dra. Ivanna Margarucci por las recomendaciones bibliográficas, y a la Dra. Jessica Blanco (directora del equipo que integro en el CIFFyH) y el Prof. Leandro Inchauspe (mi director de tesis de grado) por la guía periódica.

2 Cfr. Laura Fernández Cordero, “Estudio preliminar. Historias de un siglo largo: Estudios del anarquismo en Argentina”, Lucas Domínguez Rubio, El anarquismo argentino. Bibliografía, hemerografía y fondos de archivo, Libros de Anarres, Buenos Aires, 2018, pp. 75-97. Dora Barrancos, Anarquismo, educación y costumbres en la Argentina de principios de siglo, Editorial Contrapunto, Buenos Aires, 1989. Juan Suriano, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires. 1890-1910, Buenos Aires, Manantial, 2001. Juan Suriano, Auge y caída del anarquismo. Argentina. 1880-1930, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009.

3 Cfr. Laura Fernández Cordero, op. cit. y Agustín Nieto, “Notas críticas en torno al sentido común historiográfico sobre ‘el anarquismo argentino’”, A Contracorriente nº 3, primavera 2010, pp. 219-248.

4 Martín Albornoz, Pablo Gallardo y Guillermo Mármol, “Anarquismo y Nueva Izquierda” ponencia presentada en las I Jornadas de Historia de las Izquierdas del CeDInCI, 9 de diciembre de 2000, Buenos Aires.

5 Fernando López Trujillo, Autodefensa, Clasismo y Poder Popular en el anarquismo argentino de los 70, Rosario, Ediciones Estrategia, 2006. Fernando López Trujillo Fernando y Verónica Diz, Resistencia Libertaria, Buenos Aires, Madreselva, 2007.

6 Federico Holc, “Las organizaciones anarquistas en el movimiento estudiantil en Argentina, 1968-1976”, ponencia presentada en las VII Jornadas de Sociología, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 2007a. Federico Holc, “El movimiento anarquista de Córdoba, y la experiencia del taller total en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba, 1970-1976”, ponencia presentada en las VII Jornadas de Sociología. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 2007b. El TT de la FAU-UNC fue un proceso de renovación curricular implementado desde 1970 hasta 1975. Para un estudio del mismo remitimos a Juan Sebastián Malecki, “Crisis, radicalización y política en el Taller Total de Córdoba, 1970-1975”, Prohistoria n° 25, junio de 2016, pp. 79-103.

7 Guillermo Mármol, “Anarquismo y Nueva Izquierda. La Resistencia Libertaria y el anhelo de una alternativa antiautoritaria para la Revolución (1969-1978)”, ponencia presentada en las XII Jornadas Interescuelas, Bariloche, Universidad Nacional del Comahue, 2009.

8 Lautaro González, “El Libertario y Acción Directa. La prensa anarquista antes de la última dictadura militar (1973-1975)”, Tesis de grado inédita, La Plata, Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata, 2013.

9 Cfr. Fernando López Trujillo, op. cit., Fernando López Trujillo y Verónica Diz, op. cit., Martín Albornoz, Pablo Gallardo y Guillermo Mármol, op. cit., Federico Holc, op. cit., Guillermo Mármol, op. cit.

10 Guillermo Mármol, op. cit., p. 14.

11 Ibídem, pp. 1-2.

12 Fernando López Trujillo y Verónica Diz, op. cit., p. 38.

13 Luciano Omar Oneto, “La Nueva Izquierda Libertaria en Córdoba, Argentina: una aproximación a partir de los itinerarios individuales y la prosopografía”, Cuadernos de Historia. Serie Economía y Sociedad, n° 28, enero de 2022.

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14 Claudia Hilb y Daniel Lutzky, La Nueva Izquierda Argentina: 1960- 1980 (Política y violencia), Buenos Aires, CEAL, 1984.

15 Carlos Altamirano, Peronismo y cultura de izquierda (1955-1965), Maryland, Board, 1992. Oscar Terán, Nuestros años sesentas: la formación de la nueva izquierda intelectual en la Argentina 1956-1966, Buenos Aires, Puntosur, 1991.

16 María Cristina Tortti, “Protesta social y ‘Nueva Izquierda’ en la Argentina del Gran Acuerdo Nacional”, Alfredo Pucciarelli, (Comp.), La primacía de la política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN, Buenos Aires, EUDEBA, 1999, pp. 205-230. María Cristina Tortti, “La nueva izquierda argentina: La cuestión del peronismo y el tema de la revolución”, María Cristina Tortti, (Dir.), La nueva izquierda argentina 1955-1976: Socialismo, peronismo y revolución, Rosario, Prohistoria, 2014, pp. 15-33.

17 Martín Mangiantini, “La ‘nueva izquierda’ en la Argentina. Claves y discusiones alrededor del concepto”, Astrolabio n° 21, diciembre de 2018, pp. 27-52. Martín Mangiantini, Nayla Pis Diez y Sergio Friedemann, “Diálogo sobre el concepto de ‘nueva izquierda’ en la historiografía argentina”. Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, n° 18, marzo-agosto de 2021, pp. 167-190.

18 María Cristina Tortti, “Historia Reciente y nueva izquierda: una revisión”, en María Cristina Tortti y Mora González Canosa, La nueva izquierda en la historia reciente argentina, Rosario, Prohistoria, 2021, p. 28.

19 Retomamos los criterios de diferenciación de la NI marxista y peronista frente a las viejas izquierdas de María Cristina Tortti, op. cit.

20 Luciano Omar Oneto, op. cit.

21 Cfr. Régis Debray, “El socialismo y la imprenta. Un ciclo vital”, en New Left Review nº 46, 2007, pp. 7 y 11. Y Lucas Domínguez Rubio, El anarquismo argentino. Bibliografía, hemerografía y fondos de archivo, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2018, p. 50.

22 Laura Fernández Cordero, “Un ejercicio de lectura sobre el concierto de la prensa anarquista a partir de Mijail Bajtin (Argentina, 1895-1925)”, AdVersuS n° 24, junio de 2013, p. 70. Disponible en https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/23156

23 Esa centralidad ha sido señalada por Laura Fernández Cordero, 2018, op. cit., p. 97.

24 López Trujillo, op. cit., p. 5.

25 Cfr. Luciano Omar Oneto, op. cit., 2022a

26 Consultamos los números de Circular (desde el n° 1 de mayo de 1970 hasta el n° 16, de marzo de 1976 a excepción del 4, 5 y 7, de los que no se conocen ejemplares ni sus fechas), la entrevista colectiva de Atos Corte a miembros del grupo editor (Eugenia “Piru” Ramos, Jorge Urusoff, Horacio Suárez y Juan Antonio Romano) realizada los días 17-20/12/2005, tanto en su versión inédita como en su publicación parcial en Atos Corte, Historias del anarquismo revolucionario. Córdoba-Argentina 60/70, Río Negro, Editorial Kuruf, Tomo I, 2018a, la inédita entrevista del mismo a Juan Antonio Romano el 10/4/2004, la entrevista realizada por el autor y por Ezequiel González a Horacio Suárez el 6/6/2021, la entrevista realizada por el autor a Hugo (miembro grupo editor de Circular hasta 1974) el 21/3/2022 y una posterior comunicación telefónica el 11/4/2022, las entrevistas de Leandro “Vasco” Arraya a “Piru” Ramos y Graciela “Negrita” Rojas en 2015, disponibles en https://www.youtube.com/c/ITHAIATH , el periódico La Protesta disponible en https://americalee.cedinci.org/, las memorias de Horacio Suárez en Horacio Suárez, Legado. Una militancia anarquista entre Córdoba y España, Río Negro, Kuruf, 2020, y los trabajos inéditos de Carlos Lorenzo: Carlos Lorenzo, Datos biográficos, 1990 y Carlos Lorenzo, Currículum Vitae, sin fecha. Valoramos metodológicamente los testimonios en tanto son problematizados con otros testimonios y con los rastros materiales (Cfr. Annick Louis, “Las revistas literarias como objeto de estudio”, Hanno Ehrlicher y Nanette Rifsler-Pipka (eds.). Almacenes de un tiempo en fuga. Revistas culturales en la modernidad hispánica, Aachen, Shaker Verlag, 2014, p. 51).

27 La investigación se centra en una geografía poco explorada sin tender hilos temporales al interior de la misma por falta de estudios. Entre las regiones recientemente abordadas, Córdoba aún destaca por su ausencia. Lucas Domínguez Rubio, op. cit., p. 38. El único trabajo que estudió el derrotero del movimiento en Córdoba por fuera de las décadas del sesenta y el setenta: Luciano Omar Oneto, “Sindicatos, bibliotecas y veladas mediterráneas en rojo y negro. Anarquistas en el sur de Córdoba, Argentina (1922-1923)”, ponencia presentada en el VII Congreso Internacional de Estudiantes de Historia, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcosm 18 de noviembre de 2021.

28 Cfr. Laura Fernández Cordero, 2018, op. cit., p. 97.

29 Sobre la historia de la edición y de lo impreso ver Annick Louis, op. cit., y sobre la historia de la circulación de las ideas ver Pierre Bourdieu Intelectuales, política y poder, Buenos Aires, Eudeba, 2000. Concebimos a Circular como un “artefacto cultural complejo” y multidimensional cuya existencia incluye y excede el carácter de soporte material de ideas y abarca la integración y construcción de tramas político-culturales. Véase Horacio Tarcus, Las revistas culturales latinoamericanas: giro material, tramas intelectuales y redes revisteriles, Temperley, Tren en Movimiento, 2020, p. 62. Fue un artefacto producto de “un deseo de expresión colectivo”, un “punto de encuentro de itinerarios individuales sobre la base de un ‘credo’ común” (Jacqueline Pluet-Despatin , “Contribución a la Historia de los Intelectuales. Las revistas” (traducción de Horacio Tarcus; revisión técnica de Margarita Merbilhaá), en AMÉRICALEE. El portal de publicaciones latinoamericanas del siglo XX, Disponible en http://americalee.cedinci.org/wp-content/uploads/2017/11/Pluet-Despatin_Contribucion-a-la-historia.pdf, p. 2). Aunque Circular no puede considerarse una revista, pues carecía de elementos tales como “la periodicidad y la agrupación de temas y géneros yuxtapuestos de autores diversos” (Horacio Tarcus, op. cit., p.15), muchas consideraciones teórico metodológicas aplicadas al estudio de las revistas son útiles aquí.

30 Con “contexto de producción” nos referimos “a todos aquellos datos y elementos que tienen relación con la fabricación del objeto: financiación, impresión, reuniones de un grupo, proyecto intelectual detrás de una publicación, circuitos de papel, polémicas de época, etc.” (Annick Louis, op. cit., p. 47).

31 No tenemos datos de los dos últimos matrimonios, que conocemos por referencias en entrevistas. Cabe aquí la mención de Juan Antonio Romano (1935-2013), quien participó de la idea original y de la fundación de “Fértil”, y del equipo editor de Circular, aunque no residió en la comuna.

32 Cfr. Luciano Omar Oneto, op. cit., 2022a.

33 Los autores ácratas: referidos en las entrevistas citadas. Puede verse un catálogo de los libros editados por Proyección en Domínguez Rubio, op cit., pp. 343-346. De los otros cabe destacar la Pedagogía del oprimido de Paulo Freire, editado en 1970 por Tierra Nueva en los talleres gráficos de la Comunidad del Sur, con la que el grupo mantuvo relaciones desde el “Seminario Intercomunitario” de 1969.

34 Cfr. Luciano Omar Oneto, op. cit., 2022a.

35 Testimonio de Juan Antonio Romano en Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 22.

36 Testimonio de “Piru” Ramos en ibídem, pp. 20 y 22-23.

37 Testimonio de Jorge Urusoff en ibídem, pp. 37-38.

38 Cfr. Valeria Manzano, La era de la juventud en Argentina. Cultura, política y sexualidad desde Perón hasta Videla, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2017. Sergio Pujol, “Rebeldes y modernos. Una cultura de los jóvenes”, en Daniel James (comp.), Nueva Historia Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2003, pp. 282-328.

39 Testimonio de Jorge Urusoff en Atos Corte, op. cit., 2018a p. 20.

40 Ídem. Lorenzo ingresó a la FEDE en 1959. En el barrio porteño de Monte Castro fue Secretario de Cultura y participó en la creación del Ateneo Cultural “El leñador”. Carlos Lorenzo, op. cit., 1990, p. 3.

41 Entrevista del autor con Hugo realizada el 21/3/2022. Por pedido suyo se reserva su apellido.

42 Sergio Friedemann, “Los padres de la izquierda peronista. Formación política y vínculos intergeneracionales en el largo ´68 argentino”, Argumentos: revista de crítica social n° 20, 2018, p. 100.

43 “Autorización” y “desautorización” son términos utilizados por Sergio Friedemann para indagar en torno de los acercamientos y conflictos intergeneracionales en los sesenta. Ibídem, p. 110.

44 Entrevista realizada a Horacio Suárez por el autor y por Ezequiel González el 6/6/2021.

45 Testimonio de Jorge Urusoff en Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 14. Puede consultarse el itinerario político de ambos viejos en Luciano Omar Oneto, op. cit., 2022.

46 Ibídem.

47 María Graciela fue secuestrada el 21 de septiembre de 1976 en Santa Fe. Forma parte de la lista de secuestrados-desaparecidos por la última dictadura. Base de datos parque de la memoria. http://basededatos.parquedelamemoria.org.ar/registros/7246/. En tanto que “El Coqui” fue secuestrado en Santa Fe el 6 de octubre de 1976. Llegó muerto al campo de detención pues resistió su arresto y fue baleado junto con Alicia Beatriz Ramírez y su esposo Luis Alberto Fadil. Roberto Baschetti, “Militantes. Historias de vida”, https://robertobaschetti.com/militantes-historias-de-vida/.

48 Entrevista realizada por el autor y por Ezequiel González a Horacio Suárez el día 6/6/2021.

49 Cfr. Luciano Omar Oneto, op. cit., 2022a.

50 “Comunidades. Hacia un cambio revolucionario”, La Protesta n°8114, julio de 1969, pp. 2 y 7.

51 Testimonio de Jorge Urusoff en Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 26. Aunque por una cuestión de objeto y de espacio no ahondamos en este aspecto, es preciso notar que estos lazos muestran la participación del anarquismo en lo que Aldo Marchesi ha denominado una “cultura política transnacional radical de tono revolucionario”, en Aldo Marchesi, Hacer la revolución. Guerrillas latinoamericanas, de los años sesenta a la caída del Muro, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2019, p. 18.

52 Testimonio de “Piru” Ramos en Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 26. Desconocemos el rumbo de los Juárez y si aún formaban parte de la comuna.

53 Ibídem, pp. 26-27. Carlos Lorenzo, op. cit., 1990, p. 4.

54 Testimonio de Horacio Suárez en presentación de Legado, Casa de los Trabajadores, Córdoba, 20 de marzo de 2022.

55 Testimonio de “Piru” Ramos en entrevista colectiva. Fragmento inédito.

56 Dora Barrancos, op. cit., p. 192.

57 Para más detalles remitimos a Luciano Omar Oneto, “‘Contra el sistema y contra la izquierda’. Anarquismo e identidad anarquista en Córdoba (1970-1976)”. Tesis de Licenciatura en Historia, Entregada y en proceso de evaluación, Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2022b.

58 Entrevista del autor y Ezequiel González con Horacio Suárez realizada el 6/6/2021. Y Horacio Suárez, op. cit., p. 45.

59 Testimonio de Juan Antonio Romano en Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 20 y testimonio de “Piru” Ramos, ibídem, p. 38.

60 Lucas Domínguez Rubio, op. cit., p. 46.

61 Cfr. Bourdieu, op. cit.

62 Lucas Domínguez Rubio, op. cit., pp. 27 y 52.

63 Cfr. Luciano Omar Oneto, op. cit., 2022a.

64 Oscar Terán ha estudiado el clima antiintelectualista en los sesenta y ha mostrado cómo grupos y pensadores de izquierda, autoconsiderados una “generación sin maestros”, impugnaron la actividad intelectual y universitaria y propusieron, antes bien, una “doctrina del compromiso” con su época. Cfr. Oscar Terán, op. cit., pp. 199-211.

65 Sergio Pujol, op. cit, p. 285, Valeria Manzano, op. cit., p. 32, Oscar Terán, op. cit., p. 207.

66 “LA UNIDAD Y LA ORGANIZACION EN LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA ES LA UNICA CONSIGNA DEL MOMENTO”, Circular n° 11, septiembre de 1972, p. 2.

67 “LA NECESIDAD DE SER REALISTAS”, Circular n° 9, febrero de 1972, p. 2.

68 Testimonio de “Piru” Ramos, “Cacho” Zurbriggen y Juan Antonio Romano en Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 59.

69 Horacio Suárez, op. cit., p. 36. “Soluciones a Problemas de las Villas de Emergencia Reclama Coordinadora”. Córdoba, 11 de mayo de 1973, p. 7.

70 Testimonio de Juan Antonio Romano en Atos Corte, op. cit., 2018a, pp. 43-44. Comillas simples nuestras. Por el contrario, el grupo editor de La Protesta solía excusarse cuando un mes no se tiraba el periódico, solicitando se les “dispensara” por la “falta” cometida. “Aviso importante”, La Protesta, n° 8123, noviembre de 1971, p. 4.

71 n° 2 de agosto de 1970, n° 3 de septiembre de 1970 y n° 12 de febrero de 1974.

72 Entrevista del autor y Ezequiel González. “Piru” Ramos ha señalado que Lorenzo siempre “pedía los deberes” (Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 44).

73 Entrevista del autor con Hugo. Respecto de las reuniones, Jorge Urusoff ha señalado que “era para alquilar balcones” (Atos Corte, op. cit., 2018a, p. 43).

74 Entrevista del autor y Ezequiel González. Además, Lorenzo llevaba un cuaderno aparte, “donde anotaba todo”. Entrevista del autor con Hugo. Cit. Este “trabajo para una ‘Teoría del Estado’” se extravió tras allanamientos militares (Carlos Lorenzo, 1990, op. cit., p. 5).

75 Entrevista del autor y Ezequiel González. La “identidad juvenil” de la época “englobó por lo menos dos generaciones. Para decirlo con ejemplos emblemáticos: estuvo la generación del escritor Rodolfo Walsh (1927) y la del músico Luis Alberto Spinetta (1950)”. Sergio Pujol, op. cit., p. 284. En el testimonio de Suárez ambas aparecen como “los hermanos mayores” y “los hermanos menores” respectivamente.

76 Para la descripción del conflicto consultar Fernando López Trujillo y Diz, op. cit., pp. 24-30.

77 “Mensaje a los jóvenes”, La Protesta n° 8121, agosto de 1971, p. 6.

78 Ídem. El mensaje contiene un tipo de discurso abstracto, universalista, binario, que privilegia lo moral por sobre el análisis de los matices regionales. Como ha señalado Juan Suriano, esto fue característico del anarquismo de principios del siglo XX. Cfr. Juan Suriano, op. cit., 2001.

79 Horacio Suárez, op. cit., p. 75.

80 Cfr. Héctor René Lafleur, Sergio Provenzano y Alonso Fernando, Las revistas literarias argentinas. 1893-1967, Buenos Aires, CEAL, 1968.

81 Comunicación telefónica del autor con Hugo realizada el 11/4/2022. En 1965 Lorenzo comenzó a dirigir, junto con Carlos Ergueta, Rafael Capellupo y Juan Croce la revista literaria Trilce, cuyo nombre evocaba el poemario de César Vallejo. En 1966, junto con los integrantes de la revista, a quienes se sumaron Ana Teresa Prax y Rodolfo Rivarola, fundó Ediciones Trilce, que publicó en 1966 el libro Memorias de pequeños hombres. Como librero, ese mismo año fue designado representante de las editoriales Troquel, Nueva Visión, Proyección y Sur para seis provincias de Argentina (Carlos Lorenzo, op. cit., 1990). El nombre de la editorial cordobesa fue elegido por ser una contracción entre “triste” y “dulce”, carácter que intentaron plasmar en el rostro y la forma de la figura que representaba el sello. Entrevista de Atos Corte a Juan Antonio Romano realizada el 10/4/2004.

82 Carlos Lorenzo, op. cit., p. 5.

83 Entrevista del autor y Ezequiel González, op. cit.

84 La Protesta n°8117, abril de 1971, p. 4.

85 Horacio Tarcus, op. cit., p. 74. Con “contexto de edición”, en el título del apartado, nos referimos a “las especificidades materiales” de la publicación (Annick Louis, op.cit., 2014, p. 33).

86 Annick Louis, “Leer una revista literaria: autoría individual, autoría colectiva en las revistas argentinas de la década de 1920”, en Corral Rose, Stanton Anthony y Valender James (ed.), Laboratorios de lo nuevo. Revistas literarias y culturales de México, España y el Río de la Plata en la década de 1920, México, El Colegio de México, 2018, p. 49. La autoría en una revista es, en cierto sentido, siempre colectiva, pues convoca a varios actores con diversos grados de autoría. Por tanto es preciso aclarar cuando se trata de una autoría voluntariamente grupal, es decir, cuando es un efecto buscado (Cfr. ibídem).

87 “Los índices, o las tapas con sus sumarios abreviados, nos aparecen hoy, como ha observado Pluet- Despatin, como los testimonios que han sobrevivido a las pugnas dirimidas al interior de una redacción” (Horacio Tarcus, op. cit., p. 71). Aunque es cierto que en esta época la represión solía desanimar la firma de artículos, otras revistas peronistas y marxistas muestran la presencia de firmas.

88 Sobre la importancia de los nombres de los periódicos para el viejo anarquismo Cfr. Juan Suriano, op. cit., 2009, p. 195. La importancia del título radica en que la manera particular de fundir texto y tipografía “anuncia su orientación” al lector (Horacio Tarcus, op. cit., p. 75).

89 Citados en Lucas Domínguez Rubio, op. cit., p. 26. “Los editores de revistas se inscriben en genealogías legitimantes, recuperando los nombres de revistas ilustres e inventando tradiciones” (Horacio Tarcus, op. cit., pp. 78-79).

90 Beatriz Sarlo, “Intelectuales y revistas: razones de una práctica”, América: Cahiers du CRICCAL n.º 9-10, 1992, p. 14.

91 Guérin Daniel, Para un marxismo libertario, Buenos Aires, Proyección, 1973, p. 17. Sobre la influencia de Guérin en Circular: entrevista del autor y Ezequiel González. Sobre Guérin en La Protesta ver la reseña de “El anarquismo” de su autoría (La Protesta n° 8111, diciembre de 1968, p. 10) y la exposición de sus ideas acerca del “marxismo libertario” en “Conquistar el Poder para Destruir el Poder”, La Protesta n° 8150, abril de 1974, p. 7.

92 El “vacío” es, junto con la “necesidad”, uno de los motivos para emprender un proyecto revisteril. Cfr. Beatriz Sarlo, op. cit., p. 9.

93 Cfr. Régis Debray, op. cit., p. 15.

94 Horacio Suárez, op. cit., pp. 25-26.

95 Régis Debray, op. cit., p. 17; Circular n° 9, febrero de 1972, p. 3, las cursivas son nuestras.

96 “BASES” PARA UN MOVIMIENTO”; Circular n° 6, mayo de 1971, p. 3, las cursivas nuestras.

97 “UN PROGRAMA DE LAS MASAS”, Circular n° 9, febrero de 1972, p. 3.

98 Entrevista del autor y Ezequiel González.

99 Entrevista de Leandro “Vasco” Arraya a “Piru” Ramos realizada el 19/9/2015 y a Graciela “Negrita” Rojas realizada el 29/7/2015. Disponibles en https://www.youtube.com/c/ITHAIATH. En la publicación “prácticamente la gente no participaba, eran más que nada los militantes”. Comunicación telefónica del autor con Hugo realizada el 16/4/2022.

100 Horacio Suárez, op. cit., p. 35 y “Compañero de Alta Mira y Colonia Lola: UNIRNOS PARA LUCHAR POR LA PATRIA DE LOS POBRES, Nuevo Hombre n° 69, p. 19.

101 Entrevista del autor y Ezequiel González. La inclusión de miembros de organizaciones peronistas en el grupo anarquista, la participación en las Coordinadoras y proyectos barriales junto con miembros del Peronismo de Base, y el tipo de vinculación con los vecinos peronistas, se entienden por en el marco de la cultura política del período, caracterizada por la “impronta nacional-popular” y la merma de influencia de la izquierda sobre los trabajadores. María Cristina Tortti, op. cit., 2021, p. 21. En otras palabras, la “cultura política peronista” en Argentina tuvo en estas décadas “un sólido arraigo”. María Cristina Tortti, op. cit., 2014, p. 30. Ello explica la necesidad de las organizaciones de izquierda de encontrar modos para “negociar” con el peronismo. En el caso del grupo editor de Circular las vías escogidas fueron el trabajo en conjunto, tanto con militantes como con vecinos.

102 “LA REVOLUCIÓN SOCIAL ANTIAUTORITARIA”, Circular n° 8, Diciembre de 1971.

103 Remitimos a la referencia sobre Guérin, ut supra. Sobre Cohn Bendit, ver la reseña de “La Imaginación al Poder” de Cohn Bendit, Jean Paul Sartre y Herbert Marcuse, La Protesta n° 8111, diciembre de 1968, p. 9, y el Análisis de su libro “Izquierdismo: solución a la enfermedad senil del comunismo”, La Protesta n° 8121, abril de 1969, p. 5. De acuerdo con Cohn Bendit “es necesario abandonar la teoría de “la vanguardia dirigente” para adoptar aquella —más simple y más honrada— de “la minoría activa” que desempeña el papel de un fermento permanente, impulsando a la acción sin pretender la dirección”. Daniel Cohn Bendit y Jean Paul Sartre, “La imaginación al poder. Diálogo entre Jean-Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit”, en Daniel Cohn Bendit, Jean Paul Sartre y Herbert Marcuse, La imaginación al poder, Buenos Aires, Argonauta, 1968, pp. 36-50.

104 “EL APRENDIZAJE DE LA REACCIÓN”, Circular n° 1, mayo de 1970, p. 1.

105 “CENTRALISMO VERSUS UNIDAD”, ibídem, p. 4. El tema de la espontaneidad produce “cortocircuitos” en el marxismo pues, con la excepción de la “apertura” de Rosa Luxemburg, dominaron las posturas que lo asociaron con la inconciencia y que, desde Kautsky hasta Lenin, sostuvieron la necesidad de superarla “por medio de una intervención exterior del partido, de la vanguardia consciente” (Massimo Modonesi, “Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismos y subjetivación política”, Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano n° 34, septiembre de 2010, p. 3. Disponible en http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D2985.dir/modonessi2.pdf ).

106 Cfr. Luciano Omar Oneto y Brenda Belén Castillo. “Viejas y nuevas izquierdas libertarias ante el Cordobazo: las lecturas de La Protesta y Circular (1969-1971)”, en AAVV, Anais da XV Semana de História Política: O legado freiriano para o século XXI - as interfaces entre História Política e História Pública, Río de Janeiro, UERJ, pp. 176-191.

107 El señalamiento proviene de Laura Fernández Cordero, op. cit., 2013.

108 Es el caso del PRT-La Verdad, por ejemplo, que acusaba el fracaso del Cordobazo al “espontaneísmo del activismo” y a la falta de “un partido de la vanguardia obrera”. Davina Maccioni y Florencia Toledo, “La construcción de la regional Córdoba del PRT-La Verdad (1968-1972)”, Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 2016. Circular aclaraba que “el anarquismo no confunde espontaneidad con espontaneísmo, por el contrario, considera a la revolución como una tarea que requiere esfuerzo, responsabilidad y conciencia, y que no responde a un proceso predeterminado ni se va a dar de por sí”. Circular n° 15, noviembre de 1975, p. 2.

109 “LOS REPRESENTANTES ENCARAMADOS” Circular 1, mayo de 1970, p. 4.

110 David Graever, Fragmentos de antropología anarquista, Barcelona, Virus editorial, 2011, p. 13.

111 “CUANDO SE LOGRA UN AUMENTO…”, Circular n° 6, mayo de 1971, pp. 3-4, las cursivas nuestras.

112 El concepto designaba, desde la perspectiva de Karl Marx y Friedrich Engels, a una clase social nueva, entre el proletariado y la burguesía, en constante peligro de proletarización. Junto con esta, el primero podía aliarse, temporalmente, contra la segunda. Durante los cincuenta y los sesenta la NI intelectual en Argentina abordó el tema de la pequeña burguesía, apoyados en la teoría marxista, aunque con énfasis en la oposición “cabecita negra” y “pequeña burguesía”. Ésta no solo simbolizaba el sujeto universal marxista a caballo entre el proletariado y la burguesía, sino además una clase hostil al “contingente plebeyo del peronismo” con la que era preciso aliarse. La revolución asumía, “así, el papel de mito redentor: evoca y exalta el acontecimiento en que el pequeño burgués une su destino al de los trabajadores y halla su salvación” (Carlos Altamirano, “La pequeña burguesía, una clase en el purgatorio”, en Prismas - Revista de historia intelectual n° 1, 1997, pp. 113 y 123. Disponible en https://prismas.unq.edu.ar/OJS/index.php/Prismas/article/view/Altamirano_prismas1/1085). En opinión de Lenin, al socialismo proletario se le oponía el socialismo pequeño burgués (ideologías, tales como el anarquismo, que expresaban el punto de vista del pequeño burgués y no del proletario). Cfr. Vladimir Lenin, “Socialismo pequeñoburgués y socialismo proletario”, en Lenin Vladimir, Obras completas, Moscú, Editorial Progreso, tomo 12, 1982, pp. 39-48.

113 “ASAMBLEA de fuerzas Populares”, Posición n° 1, 20 de diciembre de 1972, p. 9.

114 “La pequeña Burguesía en la Revolución”, Posición n°2, febrero de 1973, p. 45.

115 Ibídem, p. 47.

116 Ibídem.

117 Hasta próxima aclaración, las citas corresponden a “LA CONDICION DEL PEQUEÑO-BURGUES”, Circular nº 10, junio de 1972, entrega dedicada exclusivamente a este tema. Como se ha señalado, el ERP tuvo un “autoproclamado rol de vanguardia”. Véase Carnovale Vera, Los combatientes. Historia del PRT-ERP, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2018, p. 99.

118 De acuerdo con Juan Suriano, a diferencia del marxismo, el anarquismo de principios de siglo XX trascendió el discurso clasista, que apelaba excluyentemente al movimiento obrero. A partir de cierta “amplitud doctrinaria” postulaba un mensaje policlasista y universalista sustentado en la “tesis de participación política en la voluntad de cada individuo”. Juan Suriano, op. cit., 2001, p. 77.

119 “NUESTRA POSICIÓN COMO ANARQUISTAS”, Circular n° 13, febrero de 1974, p. 4.

120 Por el momento solo hemos identificado el debate citado con Posición respecto de la pequeña burguesía. El Libertario, por su parte, publicó artículos en el diario del PRT El Mundo y en El Descamisado de Montoneros (Ver Atos Corte, Historias del anarquismo revolucionario. Córdoba-Argentina 60/70, Editorial Kuruf, Río Negro, Tomo II, 2018b, p. 31) y promocionó el periódico libertario Acción Directa de Buenos Aires el mes de su aparición. Ver “lea y difunda ACCIÓN DIRECTA”, El Libertario n° 10, octubre de 1973, p. 10. Además integró el FAS, el Movimiento Sindical Combativo (MSC) y la Mesa de Gremios en Lucha (Cfr. Luciano Omar Oneto, op. cit., 2022a).

121 Ver “La Revolución Social Antiautoritaria”, La Protesta n° 8118, mayo de 1971, p. 3 y “LA REVOLUCIÓN SOCIAL ANTIAUTORITARIA”, Circular n° 8, diciembre de 1971. p. 1-3.

122 Los entrecomillados pertenecen a Laura Fernández Cordero, op. cit., 2013, p. 77.

123 Entrevista del autor y Ezequiel González, op. cit.

124 “Aportes para una teoría libertaria. PORQUÉ UNA SOCIEDAD LIBERTARIA”. Circular n° 14, agosto de 1975, p. 1. Si bien Circular no lo aclaraba, el texto fue publicado en La Protesta en 1969 (“Comunidades. Hacia un cambio revolucionario”, La Protesta n° 8114, julio de 1969, pp. 2 y 7).

125 Carlos Lorenzo, op. cit., sin fecha, p. 9. No sabemos qué artículo es pues se publicó sin firma.

126 Testimonio de Jorge Urusoff en entrevista de Atos Corte. Fragmento inédito.

127 Juan Suriano, op. cit., 2009, p. 81.

128 Ana Noguera, Revoltosas y revolucionarias. Mujeres y militancia en la Córdoba setentista, Córdoba, Editorial de la UNC, 2019, p. 274.

129 Sobre las semejanzas entre Circular y La Protesta en torno de la lucha armada ver Florencia Toledo y Luciano Omar Oneto, “Reflexiones en clave local y comparada sobre el concepto de ‘nueva izquierda’: el caso del anarquismo y el morenismo en Córdoba (1967-1976)”, ponencia presentada en las XVII Jornadas Interescuelas/ Departamentos de Historia. Universidad Nacional de Santiago del Estero, 12 de mayo de 2022.

130 “LA LUCHA CONTRA EL PODER”, Circular n° 13, febrero de 1974, pp. 1-2.

131 Comunicación telefónica de Luciano Omar Oneto con Hugo el 11/4/2022.

132 La noción de “espacio-bricolage imaginario” en Beatriz Sarlo, op. cit., p. 12. Ver “ACERCA DEL MOVIMIENTO OBRERO Y DE COMO, PRESCINDIENDO DE LAS DIRECCIONES, COMIENZA A SER EFECTIVO”, Circular nº 6, mayo de 1971, p.1.

133 Citas respectivamente de: “LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA”, Circular n° 14, agosto de 1975, p. 3 y “Las formas”, Circular n° 16, marzo de 1976, pp. 2 y 3.

* Profesor Adscripto en la Escuela de Historia-Facultad de Filosofía y Humanidades-Universidad Nacional de Córdoba, Becario “Estímulo a las Vocaciones Científicas” del Consejo Interuniversitario Nacional, Investigador en Formación en el Centro de Investigaciones “María Saleme de Burnichón” de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. [oneto.luciano@hotmail.com]
https://orcid.org/0000-0001-6920-7980.

Tapa de Ediciones Trilce. Archivo privado Yolanda Lorenzo.

Imagen de un original de Circular n° 6, mayo de 1971, pág. 1,
gentileza de Horacio Suárez.

Leyenda en Circular n° 14, agosto de 1975, p. 4.
Gentileza de Horacio Suárez.

Imagen de un original de Circular n° 8, diciembre de 1971, pág. 1, gentileza de Horacio Suárez.

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