Samuel Glusberg, “Con Trotsky en Coyoacán”, en Políticas de la Memoria, n° 21, Buenos Aires, 2021, pp. 148-163. ISSN 1668-4885 / ISSNe 2683-7234.
[Artículo evaluado por pares]
Samuel Glusberg
Durante muchos años he soñado ir a México. En mayo o junio de 1935 estuve a punto de embarcarme a bordo del Mexique en Santander. Dificultades de orden consular me lo impidieron. Recuerdo que fui a ver al embajador de México en Madrid. Un general Pérez Treviño. Su secretario me dijo que debía depositar 250 dólares como garantía para obtener un visado de turista. Al fin, cuando esta exigencia me fue perdonada por intervención de un empleado de la [ilegible: ¿COOK?], ya había perdido el Méxique. No salía otra vez hasta septiembre. Para no viajar en uno de los barcos españoles (acababa de salir también el Marqués de Comillas que hacía escalas en Nueva York y La Habana), hube que desistir de la soñada visita a México. En París, el poeta [Jaime] Torres Bodet quiso solucionar mi ida por otra vía, pero ya tenía tomado pasaje de vuelta. En Chile estuve preparando el viaje durante dos largos años. Mis amigos de allá saben hasta qué punto llegó a obsesionarme México.
Tres cosas me llevaron a fines del año pasado a México. Primero, el deseo ya viejo de conocer aquel país; segundo, la actitud singularísima del general [Lázaro] Cárdenas frente al conflicto de los generales franco-marroquíes contra la República Española; tercero y último, Trotsky. Llegué a sentir una imprescindible necesidad de conocer al hombre sobre quién se han acumulado más cargos en los últimos años.
Mi admiración por el teórico y realizador de la Revolución de Octubre no me permitía aceptar así nomás, como tantos escritores europeos y americanos, la traición de un hombre de su temple intelectual. Mi amigo Waldo Frank, que había pronunciado un discurso notable en el Congreso de Escritores de México, me había comunicado su impresión personal de la inocencia de Trotsky. El informe de la Comisión Investigadora presidida por John Dewey, que tan poco eco tuvo entre nosotros, me decidió finalmente a emprender el viaje en las condiciones más inseguras desde el punto de vista económico. Fui a México por mi propia cuenta, sin cargo de ninguna especie fuera de la vaga posibilidad de dar algunas conferencias en La Habana para ayudarme a costear los gastos de la travesía. Durante las siete semanas que alcancé a estar en México no hice otra cosa que ver el país, estudiar la acción sobre todo internacional que desarrolla el gobierno del general Cárdenas y formarme una opinión directa de León Trotsky a través de numerosas conversaciones tête à tête.
De cada uno de estos tres puntos fundamentales quiero tratar rápidamente en las páginas de este cuaderno. Lo escribo de vuelta, ya en Buenos Aires, medio año después, sobre la base de mis carnets de viaje.
He sentido fuertes dudas antes de decidirme a emprender tal trabajo. ¿No es inoportuno —me dije muchas veces— una relación de pequeños detalles que no afectan al conjunto? Al fin, asumiendo todos los reparos de orden fáctico me he puesto a borronear estos apuntes para una serie de artículos o capítulos de libro, ¿quién sabe? Sólo a la terminación de los mismos veré si vale la pena reunirlos en volumen. Antes pienso esbozarlos rápidamente de acuerdo con mis impresiones todavía frescas.1
Diario de viaje (diciembre 1937 - febrero 1938)
Veracruz. Poca cosa para ser el primer puerto de México. En las calles centrales, exposiciones de juguetes con motivo de año nuevo. Casi todos juguetes extranjeros. El primer mexicano que interrogo sobre política es el comisionado del hotel, un hombre joven y simpático. No se muestra contento del gobierno del general Cárdenas. Lo encuentra demasiado contemporizador, aunque no usa esta palabra sino varias otras para decir lo mismo. Plaza pequeña. Iglesia vieja en reparación. Provincianismo por doquier… Vendedores de cacahuetes. Chicos cantando villancicos de Navidad y Año Nuevo por las calles, como nuestras murgas infantiles de carnaval: tres o cuatro con ramas adornadas de papeles de color.
En el Hotel Colón recibo a mi llegada una linda impresión de 20 o 30 pelados con sus grandes sombreros de paja, esperando en el patio del hotel a que los reciba el nuevo intendente (?) electo. Vida cara, según la primera ojeada a los precios en las vidrieras de las tiendas. El diario de México, baratísimo. La comida en el restaurante junto al hotel, exageradísima de precio, no de calidad. Por pasar la noche en el Colón me cobran $6. Los acarreadores de mis maletas me piden lo mismo por habérmelas llevado del puerto al hotel y del hotel a la estación. No discuto, sabiendo que me piden el triple porque estamos a la víspera del Año Nuevo. El tren se llena mucho antes de salir, y eso que lo hace temprano. No he alcanzado a ver casi Veracruz, sólo he recorrido algunas de sus calles. Despaché en el correo central una carta para Chile. Estoy deseoso de llegar a la Ciudad de México. Por la noche, antes de acostarme, volví a ver a los pelados sombrerudos sosegando al personaje en el hotel. Algunos bromeaban a su modo. Repicar de campanas. Pregunto y me dicen que son los rojos. No entiendo.
Camino de Veracruz a México (D.F.). Pinos a la salida. Burritos como en España. Y también palmeras como en el Brasil. Vista agradable de los mexicanos en bandada con sus grandes sombreros de paja. Apeaderos frecuentes en los que se sostiene el tren. Zopilotes. Los primeros que veo sobre un árbol sin hojas. Carretera cerca de las vías del tren. Al principio, un trecho del camino un poquito montuoso. Después llano y otra vez monte. A la distancia, un pico alto y nevado. ¿El Orizaba? Al salir de la estación de Santa Rita me llama la atención un árbol gigantesco de flores blancas. No saben decirme el nombre. Una señora cree que son gardenias. Se equivoca. Oigo decir a mi lado: adelantecito.
En las estaciones venden gardenias (nuestros jazmines) encerradas en cañas de plátano. Frente a mí viaja una pequeña muchachita indígena que parece salida de un cuadro de Diego Rivera.
En Orizaba empieza a verse ganado. Su ausencia del campo no dejaba de extrañarme. Una señorita habla de antojitos. Parece que es una palabra muy usada en México para designar la merienda ligera.
Un hermoso pueblo se llama Maltrata. En su estación puede leerse “Los visitantes serán bien recibidos”. El camino del ferrocarril en los alrededores de Maltrata es envolvente y muestra al pueblo desde distintos ángulos. Me recuerda una parte del camino de Valparaíso a Santiago. Después de Esperanza, el desierto. Magüeis enormes. Tierra arenosa. Converso con una muchacha que va a Puebla. Tiene que bajarse en Apizaco. En las estaciones venden de todo, más que en Chile, casi como en España. Muchas viejitas pobres y también mendigas. Oigo hablar mal del gobierno a unos jóvenes. Qué curioso, los primeros contactos que tengo en México es con gente desafecta al general Cárdenas: reaccionarios.
Viajo con una señora y dos hijas que vienen de Mérida (las encontré en el Yucatán). Son tremendamente católicas y a la señora le simpatiza Franco… En el tren converso con un judío que ha ido a buscar a sus parientes al Yucatán y me recomienda una pensión en la calle República del Salvador, junto al Teatro Abreu.
México D.F. Después de algunas vueltas, el chofer me lleva hasta la pensión indicada. Es una casa vieja de cuartos muy grandes, pero acepto. $3,50 por día con comida. Me baño, ceno y salgo a la calle a ver México despidiendo el año 1937. Por la avenida San Juan de Letrán encuentro muchas casas judías. Camino por la avenida Juárez hasta el Monumento de la Revolución, donde se realiza una feria de Año Nuevo. Hace frío, pero no mucho. La feria no tiene bastante carácter mexicano. Apenas si me llaman la atención algunos productos locales, más bien por sus nombres. Barracas improvisadas que prometen cosas extraordinarias. Me meto a ver la vieja Jerusalén. Una irrisión de muñecos con leyendas bíblicas. Doy una gran vuelta y me encamino otra vez a la pensión a dormir.
Sábado 1º. Salgo relativamente temprano. La ciudad todavía se ve envuelta en niebla. Cruzo la Alameda en dirección a la avenida Hidalgo, después de haberme detenido un rato delante del Correo Central. Por la avenida Hidalgo me llaman la atención las grandes coronas y cruces de flores que venden junto a una iglesia. El catolicismo siempre está ligado a la muerte. Detrás de la iglesia hay un mercadito. Cantinas, negocios míseros. A las 10 o poco más tarde ya estoy otra vez en la Alameda. Me sorprenden las notas del himno chileno. Lo transmiten desde un kiosco en el que se realiza un homenaje a la España leal. El comité mexicano honra a varios países del sur. He visto numerosos periódicos en contra del pueblo español y he oído a muchos españoles “rebeldes”. Pero oficialmente México está de parte del gobierno de España.
No sé qué hacer: ninguno de los amigos tiene teléfono. En la guía o directorio no aparecen por lo menos. Es fiesta hoy, pero no me resigno a esperar hasta el lunes para ir a buscar la carta de Catita a la Embajada Argentina.2 Averiguo dónde queda. En la calle Parras, dice la guía. Pero ahí no es ya. Ahora está en la calle Monterrey, esquina avenida Chapultepec. La encuentro, pero el chofer me dice que no hay nadie hasta la tarde. Vuelvo después del almuerzo. No está el encargado de negocios. Lo espero inútilmente. Como queda cerca la calle Colima, me voy a ver a Guillermo Jiménez.3 Me recibe muy cordialmente y salimos juntos, pero antes le pido que pasemos por la Embajada Argentina. Al fin damos con el encargado de negocios y me entrega la carta, después de andar una hora con Jiménez por las calles viejas de México (Secretaría de Educación y Escuela Preparatoria) y de hacer una entrada al Café París, donde encontramos a Ermilo Abreu Gómez,4 que nos cuenta sus impresiones de un viaje a Saltillo. El hombre me impresiona como un judío, no sólo por su aspecto sino también por su modo de hablar. Es yucateco. Lo que dice de la miseria del campo mexicano y de Lombardo Toledano5 viajando en un gran auto y alojado en el Hotel (¿Azpeitia?) —como decir el Reforma de México, insiste— está muy bien, pero se me ocurre que no lo va a escribir. Lo escucho con gusto. A las 7:30. me separo de Jiménez y me quedo en el teatro del Palacio de Bellas artes donde tiene que hablar a las 8 el general Cárdenas. Puedo por fin leer a gusto la carta de Catita. Teme haber quedado embarazada como el año anterior por la misma fecha. Lo cree casi seguro. La noticia modifica completamente mi estado de ánimo. No es cosa pues de pensar en su venida a México, sino en mi vuelta a Chile cuanto antes.
El teatro, espléndido, pero sin llenar. No hay entusiasmo popular. Una ceremonia oficial, en suma. Mientras lee el general Cárdenas, que lo hace sin histrionismo, muy sobriamente, no lo interrumpen aplausos. Dos o tres conatos fracasan. Al final, suben a la escena muchos auditores (yo también), pero me doy cuenta de que son postulantes no partidarios, entusiastas… Hasta muy tarde en la noche me quedo en cama despierto, temiendo por el estado de Catita y con lo que me corresponde hacer. Volverme cuanto antes. El viaje puede hacerle daño. Además, aun en el caso de que le haga bien, tendrá que estarse en La Habana y México muy quieta. Y eso no dejaría de hacerla sufrir. Ah, las escaleras del barco no puede abordarlas. Pero es claro, tendrá que venirse en la segunda del Reina. Pero aun así: las escaleras son inevitables. Es cosa de pensarlo todo muy bien. No dejarse vencer por el insomnio y las ideas tristes que suscita.
Pienso también que durante mi primer día de México me hubiera gustado ver a Trotsky. Lo veré al segundo día, haciendo honor así al presidente Cárdenas, que hizo posible su venida a México. Con Jiménez quedamos en juntarnos al mediodía para ver a Diego Rivera. Voy a almorzar en casa de Jiménez después. Aquí se almuerza a las 3, así que tendremos tiempo de ver al pintor que vive en San Ángel (Villa Obregón) y almorzar, o “comer” después, como dicen los mexicanos.
Domingo 2. Salgo temprano a comprar el diario. Por la calle me sorprende otra vez un indiecito trotando con su capa por la vereda. En El Nacional de ayer reproducen un artículo reaccionario de Casal Castel sobre Gerhard Hauptmann.6 Hoy venía un artículo de Octavio Ramírez. Poca gente lee aquí este diario oficial. Excélsior y Universal son los que más se venden. El Nacional aparece fijado en las paredes-carteleras en muchas partes de la ciudad.
Vago por las calles de la ciudad endomingada. La mayoría de los negocios céntricos, cerrados. Llego hasta el Zócalo. Me siento en la Catedral. Hay más pueblo que en el teatro ayer, por paradójico que parezca. La Catedral no me gusta, ni por dentro ni por fuera. Sólo una pared trasera me parece artística, pero no entiendo los altares recargadísimos, son de malísimo efecto. En general, no me interesa. La pobre gente continúa llenándola con exageración. Afuera se venden las cosas más diversas. Adentro, indulgencias. Un fraile gordo está confesando a un feligrés. Los dos parecen muy aburridos.
Al mediodía me voy con Guillermo Jiménez a ver a Diego Rivera a su casa de San Ángel Inn. Cuando oí por primera vez este nombre me pareció que debía ser San Angelín, pero no. Es la influencia norteamericana que hace decir San Ángel Inn, Guadalupe Inn. En verdad el lugar se llama ahora Álvaro Obregón y allí está el monumento al asesinado presidente. Un monumento moderno hecho por Asúnsolo.7
Por un peso nos lleva el auto desde la Colonia Roma a San Ángel. No se puede pedir nada más barato. Encontramos a Diego Rivera paseándose con un amigo delante de su casa y con un mico en los hombros que le rodea la cabeza con la cola. Alto, gordo, desgarbado, el pintor que nos recibe muy cordialmente y nos presenta al arquitecto de sus dos casas: Juan O’Gorman.8 Enseguida nos hace pasar. Las dos casas de Diego Rivera pintadas de azul una, y de ladrillo la otra, y de tipo completamente moderno, están rodeadas de altos cactus (“órganos” los llaman aquí). Parece que en el campo mexicano es frecuente esta clase de cerco, pero aquí llama mucho la atención y les da carácter a las casas un poco hundidas entre los “órganos” que las cercan.
Diego Rivera es muy simpático. Ahuyenta graciosamente sus perros (uno con pelo de elefante está enfermo) y nos hace subir a su estudio. Conversa torrencialmente, de política, sobre todo. Hace recuerdos humorísticos de Lombardo Toledano cuando era gobernador cesante de Puebla y de cómo él y otros lo “repusieron”.9 Nos muestra después sus últimos cuadros pintados en Taxco. Naturalezas humanizadas, podría llamarlas. Curioso su estudio, lleno de alfarería indígena comprada al heredero de no recuerdo qué arzobispo aficionado a la arqueología. Nos muestra ejemplares raros. Una verga formidable y única que le regalaron los campesinos que la hallaron. Tiene algo infantil en la mirada y en la voz este hombre admirable por su gran capacidad de trabajo y su valor como artista. Nos muestra también algunos cuadros de su mujer, Frida Kahlo. Una pintura muy extraña: superrealista. En uno de los cuadros aparece una chiquita admirablemente pintada. Parece una miniatura antigua. Nos presenta a la salida a la autora y queda en ir a buscarme a las 5 a la casa de Jiménez para llevarme a ver a Trotsky.
Poco después de las 5, Rivera viene a buscarme a la casa de Jiménez y salgo con él en su auto y con el secretario de Trotsky, Van o Iván.10 En el camino me informa que Trotsky está en Taxco y que no volverá hasta el jueves, pero que tratará de llevarme a Taxco uno de estos días si Trotsky se queda más tiempo allá. Nos vamos a mi pensión los tres y conversamos de política hasta las 9 pasadas. Le regalo un ejemplar de Compañeros de viaje11 y quedo en verlo pronto para seguir conversando. Hemos hablado del Martín Fierro, tema para unos frescos de Diego Rivera. Él lo había leído.
Por la noche vuelvo a pensar en Catita, de cuyo estado no puedo olvidarme en ningún momento. Tendré que volverme pronto a Santiago. Mañana lo primero que voy a hacer será averiguar la salida de los vapores y los precios por las distintas rutas: Manzanillo, La Habana, Panamá. Si es preciso, me iré, aunque sea en un barco japonés.
Hoy yendo a pie en dirección a la casa de Jiménez me llamó la atención un individuo que agitaba una campanilla: resultó un lechero. Antes de que llegara Rivera, fui con Jiménez a ver una linda pieza en una casa donde vive Moreno Villa,12 pero me pidieron mucho por ella.
Lunes 3. Por la mañana fui a averiguar la fecha de salida de vapores para Valparaíso. El 26 sale el Boscuyo Marú de Manzanillo; el 30 de enero sale el Oragio de Colón. Para eso habría que tomar un vapor en Acapulco para ir hasta Colón. De La Habana sale el 7 de febrero el Órbita. Como el Yucatán vuelve a partir de aquí el 24, si consiguiera [dictar] una conferencia en La Habana el último domingo de enero o el primero de febrero, o los dos, me iría en este vapor. Le escribí a Catita una carta en las hojitas de papel que tenía de la Panagra,13 pero después me fui a pedir otro papel a la Panagra local y copié la carta, reformulándola ligeramente. No tendré respuesta a esta carta hasta el sábado 15 o el lunes 17. He cambiado unos dólares a $3,67 para los gastos más inmediatos. Al ir a echar la carta a Catita me retardé un poco en la cola para comprar estampillas y casi deja de salir porque ya eran las 11 pasadas cuando la eché. No he quedado seguro de que mi carta salió a pesar de haberlo reclamado.
Fui a preguntar al polaco que me recomendó la pensión si sabía de otras de acuerdo con lo que me dijo, pero no sabe. Hablamos del antisemitismo local. El hombre me acusó a los diputados de la CTM14 como alarmados por la llegada de 24 judíos. Decían que eran 300 y hasta hicieron cuestión en la Cámara.
Después de almorzar me fui a ver a la hija de Hernández Catá,15 que vive en el Moritz, un hotel que está en la calle Bolívar 43. Es el hotel Eis que me recomendó J. A. Ramos. La figlia del galanteuomo —¿se dice así?— le salió de ley. No sé qué vida rara hace aquí. Se dice poetisa y escritora, pero nunca he visto nada de ella. No impresiona como mujer de talento. Un poquito alocada, parece. Me dijo que pagaba $70 por mes por su cuarto, muy chiquito, con baño. No es caro, mas no me voy a ir al Moritz para no tenerla demasiado cerca. La he vuelto a ver a la “literata” en el [Café] París donde encontré hoy a Octavio G. Barreda, con quién charlé muy largamente. Parece un buen muchacho que acaba de descubrir la cuestión social.16
Estuve hoy más de una hora en la Secretaría de Educación viendo los cuadros al fresco de Diego Rivera. Muchas figuras me gustan. El conjunto es discutible y la literatura —los corridos son de origen popular— mala. Demasiado decorativos los frescos. ¡Esos “overolls” de un azul celeste clarísimo o eléctrico…! En uno de los frescos aparece el mismo Diego Rivera disparando su fusil. No se le ve la cara. Está de espaldas, pero es su cuerpo, a no caber duda.
¡Qué inmensa burocracia he visto en la Secretaría de Educación Pública mientras esperaba al licenciado Sánchez Pontón17, que no llegaba! Aquí se dice licenciado con la misma frecuencia que entre nosotros doctor. No deja de hacerme gracia lo de licenciado…
A los codos raídos de los burócratas, se me ocurrió hoy. Una frase para no olvidar. En una calle cerca de la Secretaría vi una placa de mármol con la siguiente inscripción: “Al inspirado cantor del hogar Juan de Dios Peza, quién nació en este lugar. Homenaje de El Buen Tono, S. A., MCMXXVII”.18
Martes 4. Visito muy temprano el Museo de Arte Popular en el Palacio de Bellas Artes. Cerámica de Puebla, Jalisco. Notable. Máscaras como para dar gusto a muchos Nerudas.
Los frescos de Rivera y Orozco en el mismo Palacio son notables también. El de Rivera reproduce el que destruyeron en Nueva York. La idea central del mismo, por lo menos. Trotsky aparece como abanderado de la Cuarta [Internacional] y la frase conminatoria de Marx a los trabajadores para unirse se puede leer en inglés, español e idish, no en alemán.
Me da pena no haber venido con Catita a México, pero cuando pienso que no hubiera podido trepar tantas escaleras ni caminar el número de cuadras que yo hago a pie, me justifico que se haya quedado. Sin embargo, no estoy tranquilo y no aprovecho solo este viaje. Si hubiera tenido bastante valor para haberme decidido a hacer el viaje como la vez pasada… Pero entonces acaso no me remordía la conciencia el sentirme turista. En fin, es difícil estar tranquilo. Ahora es cosa de aguardar nuevas noticias de Chile.
Miércoles 5. Voy a pie por la avenida Chapultepec y me doy con un busto de Garibaldi, cavaliere del genere umano, obsequio de los italianos de México.
“Miscelánea” se llaman unos negocios que venden cosas muy comunes. Los letreros de médicos, dentistas y demás profesionales (“profesionistas” dicen aquí) son por lo general enormes. No dejo de pensar en la discreción de las chapas profesionales de Buenos Aires por comparación.
Por todas partes se ven anuncios incitando a llamar por teléfono por sets. Baratísimo. Pero por qué tanto anuncio en los negocios y por qué tanto teléfono. ¿Puede ser negocio eso? Sin embargo, la gente no parece tener teléfono en esta ciudad, a juzgar por el número de mis relaciones que yo he buscado sin encontrar en la guía. Sólo a Diego Rivera encontré. Y, curioso, hay otro Diego Rivera, que vende alcantarillas comunes, creo que se dice aquí. Comenté el caso con el mismo Rivera y contó algo sabroso a este propósito. “Masticón” creo haber leído hoy en el anuncio de un restaurante.
Diego Rivera, un lujo poder hoy almorzar con él y su mujer. Lo encontré dictándole la tesis sobre la América Latina a Frida, su mujer. Estuvieron muy gentiles conmigo. También almorzó con nosotros una chiquilina que le ha servido muchas veces de modelo a Diego y que se llama Delfina Flores. Le dicen Pinita. La mujer de Rivera es de origen semi judío. Desde la subida de Hitler no quiere hablar alemán, según Diego. Es una persona muy rara Frida. Recordamos a Catita entre todos porque se habló de la juventud de Frida. Diego me contaba sus apuros cuando recién casados presentaba a su joven mujer, que era una chiquilla. Naturalmente, le dije que había compartido ese sentimiento porque mi mujer era también muy joven y chiquita además. Cómo le hubiera gustado a Catita hallarse presente en la casa de Diego Rivera y su mujer y cómo me hubiera gustado a mí tenerla a mi lado. El viernes iré a ver a Trotsky a Coyoacán a las 3. Después del almuerzo, llegó a la casa de Rivera un poeta judío, Isaac Berliner, de quien Diego me había hablado y con quien esperaba encontrarme mañana en mi hotel o pensión. Es Berliner un mozo de ojos azules, polaco de origen, que ha publicado aquí un libro de versos en idish que se llama La ciudad de los palacios, todo de motivos mexicanos, ilustrado por Diego Rivera.19
Charlamos largamente mientras Diego —como le dice todos— pintaba a Pinita. Después nos fuimos juntos al centro. Cuando salimos, tengo la impresión de que llegó Trotsky a la casa de Rivera, pues no sólo oí anunciar que llegaron “de Londres” (Londres 127 es la calle de Coyoacán que corresponde a la casa de Frida que ocupa Trotsky con su mujer), sino que vimos a varios “guardaespaldas”. Berliner me dijo que eran de la policía. No hay duda de que se trata de los cuidadores de Trotsky. Le oí decir, sin embargo, a Jiménez que Trotsky se pasea libremente por los Jardines de Chapultepec. Es muy cierto, sin duda, pero eso no quiere decir que no lo cuiden. La responsabilidad de Diego y del gobierno es grande.
Jueves 6. Visité hoy a un funcionario para quien traía una carta del jurista chileno-mexicano, la única carta en verdad. Se trata de un funcionario sin importancia, como hay muchos. Me dio un folleto y un libro en el que hay trabajos suyos sobre educación, “Hacia la escuela socialista”. Basta el título para recordar a un discípulo de [José] Ingenieros. Lo es, en efecto. Estuvo en Buenos Aires y en Chile, me parece.20 También vi hoy a Antonio Acevedo Escobedo, un muchacho de cara plácida que trabaja en la Secretaría de la Biblioteca Nacional.21 Me habló de [la posibilidad de dictar] un curso de literatura argentina, pero no creo que salga nada. Buena voluntad del muchacho, nada más.
Anduve muy intranquilo hoy pensando en el regreso y averiguando otra vez la salida de los vapores. Pero no me quiero precipitar. Es cosa de pensarlo muy bien. Por suerte [Octavio G.] Barreda me llevó a merendar a su casa y salimos con su mujer a ver a un cómico, Cantinflas, bastante bueno. Después de andar con la pareja por unas cantinas donde se canta [ilegible], volví a las 2 por primera vez desde que estoy en México,
pero dormí mal.
Viernes 7. Esta tarde fui a ver a Trotsky de acuerdo con la cita concertada por Diego Rivera. Coyoacán, donde está la casa de Frida que ocupa, es el barrio más antiguo de México. En él se encuentran las casas de Cortés y Alvarado. Pero yo no me ocupé de buscarlas, me fui directamente a Londres 127. El secretario de Trotsky salió a recibirme (frente a la casa hay una guardia policial en una casilla ad hoc, no sé si siempre ha estado allí).
Me encontré pues de pronto con el hombre y enseguida entramos en conversación. Estaban presentes también la Sedova, Frida y Diego Rivera. Trotsky me dijo que podía hablarle en español. Le pregunté al principio si tenía idea de la Argentina. Me dijo que una idea puramente geográfica. En sus memorias, Mi vida, recuerda o cita a la Argentina, le recordé. Hizo memoria y asintió: “Sí, un recuerdo infantil referente al trigo”. Impresiona bien Trotsky; tiene la voz vigorosa todavía. Sin embargo, su aspecto es el de un viejo, y no un viejo judío sino un amable viejo ruso. La tez muy blanca, los ojos claros. No muy parecido a sus retratos, más ancho de cara, más macizo. Los labios sí como en ciertos dibujos, labios achatados por decir así, que apenas disimula la barba blanca ya.
Me sorprendí pensando que estaba frente al hombre que tanto me había preocupado.
Le pregunto si está contento con el informe de la Comisión Investigadora, si al fin han servido para algo los intelectuales. ¡Muy contento, es su respuesta! Y me hace el elogio de [John] Dewey, el octogenario que fue no obstante más radical que todos los demás miembros de la Comisión. “Claro que —me explica después— Dewey cree haber dado un golpe al comunismo. Él es un liberal, pero de una gran honestidad.” “Cosa rarísima —subraya Trotsky— Dewey cree haberme usado a mí, pero yo creo haberlo usado a él. La historia decidirá quién de los dos tenía razón”. Le hago sacar en conclusión que John Dewey es en verdad también un enemigo de él, al serlo del comunismo. Naturalmente, acepta la conclusión. “Así es” —dice repetidamente Trotsky. Habla con la voz llena, pero sin afectación. Se nota que está acostumbrado a dirigirse a muchos interlocutores y que ha sido un gran orador. Por momentos se cansa y respira fuerte.
Llegamos a hablar de Malraux, me dice que es un aventurero. La condición humana le gusta, pero no El tiempo del desprecio, es un hombre que corre tras el heroísmo como un cazador detrás de una presa. Pero él no es un hombre heroico, dice Trotsky, y recuerda los comienzos de Malraux y la condena que sufrió de dos años por haberse llevado unos ídolos de Indochina. Lo digo no por indignación de filisteo —me aclara Trotsky—, sino para explicar que es un aventurero. Y repite a continuación lo que escribió en The Nation sobre “el agente de Stalin”, etc.22 No lo contradigo, pero le recuerdo el comportamiento de Marx con Heine. Acepta el recuerdo con gusto y explica que, efectivamente, entre el “virtuoso” [Ludwig] Börne y [Heinrich] Heine, Marx se puso de parte de este último. Cita una expresión alemana. Trotsky cree que los intelectuales se pondrán cada vez en mayor número de parte de la verdad. La crisis y la guerra inminentes les harán abandonar las posiciones de café, cigarrillo, lujo, etc. (esto pienso nunca ha tenido que ver con la verdadera literatura) para ocuparse de los problemas sociales. Cree Trotsky que hace falta una revista en la América del Sur, pero de clara línea marxista. No cabe una posición de neutralidad en el campo social. Aclara que por mucho tiempo no se puede esperar nada de España.
Los trabajos de la Comisión Investigadora no le han permitido a Trotsky seguir trabajando en su Vida de Lenin.
Me muestra un recorte de un diario americano sobre el asunto de los esposos Robinson. Parece que fueron agentes de la GPU. Dice que este asunto va a tener gran resonancia.23 Sólo se ha exaltado al hablar de la GPU, contra cuya influencia hay que luchar. Enumera todos sus daños en Rusia, Francia, España.
Su sentido del humor aparece cuando me pregunta si he visto a Lombardo Toledano. También me pregunta si he estado con muchos intelectuales. En un momento dado, yo le digo que los intelectuales lo consideran a él uno de ellos. Curioso: cuando Trotsky se dirige a la Sedova, lo hace en ruso. Le muestra a Frida unos dibujos que le mandaron de N[ueva] Y[ork] para Navidad. Hablamos de Sidney Hook. Me enseña unas revistas americanas, Partisan Review y otra. Dice que Sidney Hook es un académico, pero lo acepta.
Le hablo del socialismo en la Argentina y Chile. Se interesa por la escisión de la izquierda en Buenos Aires y escucha el nombre de Marianetti que yo le digo por qué me lo pregunta.24
Recuerda a Hübner con cierta sorna y lo que le dijo de la influencia trotskista en el Partido Socialista chileno.25 Le hago un informe preciso al respecto. También le digo que la SECH le ha dedicado un número a la R[evolución] de O[ctubre] y lo que se publica en él.26
Más o menos esto es todo lo que hablamos durante cerca de una hora, aunque no en el orden en que yo lo reproduzco aquí. Me invita a volver después de preguntarme hasta cuándo me voy a quedar en México. Luego sale a acompañarnos a Frida, Diego y a mí, con Sedova y su secretario, hasta la puerta. Frida se queda en una casa de Coyoacán, Rivera me lleva a la suya para que vea a unos españoles representantes del gobierno de Barcelona.
Encontramos, en efecto, en su casa a dos parejas españolas con el escultor [Ignacio] Asúnsolo. Una era un tal Vidarte,27 fiscal de la República, con su mujer, una rubia histericona muy entusiasmada con Diego Rivera; la otra la formaban Dalty,28 catalán, con su joven mujer también, una rubia muy clara y callada que hacía mucho contraste con la otra mujer. No me impresionó bien esta gente, burocrática en cierto sentido, viajando con sus mujeres en la actual situación de España y hablando de sus visitas al interior de México —y no veré pronto a la pobre Catita. Hicieron aquí una exposición de afiches y Dalty dio algunas conferencias. Diego Rivera estuvo muy franco con ellos y les dijo su opinión sobre la actual situación de España. Recordó a [Andreu] Nin y todos estuvieron de acuerdo en que su asesinato es una torpeza muy grave de los comunistas españoles. Según Dalty, parece que [Joaquín] Maurín está vivo. Dice que ha visto a su mujer en París y que ella había recibido noticias de él, que anduvo prófugo por territorio rebelde hasta caer prisionero.29 Diego Rivera les mostró muchos de sus dibujos y les prometió unos para la exposición que preparaban en los EEUU. Cuando esta gente se retira, Diego me hace quedar para asistir a una reunión con el secretario de la L[iga] C[omunista], un mozo Octavio Fernández,30 creo, muy jovencito, y Van, el secretario de Trotsky. Se trata de una sesión preliminar para preparar la Conferencia, mejor dicho, los trabajos que se van a mandar a la Conferencia de Nueva York. Aunque yo no tengo nada que ver, Diego insiste en que me quede y me compromete a darle un informe de la Argentina. Por amistad y simpatía no me niego. Hice unas páginas con datos que pueden interesarles el otro día y se las llevaré. El secretario de Trotsky se parece mucho a la Baby. Me llamó la atención este parecido. Antes de ir a Coyoacán, recibo en la pensión la visita de [Octavio G.] Barreda con [Bernardo] Ortiz de Montellano.31 Conversamos un largo rato y quedamos en volver a encontrarnos.
El día de hoy ha sido pues un día de estar en contacto con mucha gente y de clase muy diversa. Desde luego, la entrevista con Trotsky es la nota más alta y me justifica el viaje, aunque no tengo una impresión definitiva sobre el hombre.
Sábado 8. Me encontré esta mañana en la calle con el escritor [Carlos] Césarman.32 Aunque no me una a él una amistad, estuvo muy atento conmigo, me llevó a su editorial y luego a almorzar. No me hizo mucha gracia la espera en su oficina, pero a todo debe exponerse uno si acepta una invitación.
Por la tarde fui a una reunión en casa de F[rancis]co Zamora,33 un mozo que pertenecía a la CTM hasta hace poco y que después aceptó un puesto en la Comisión Investigadora de Dewey. Me encontré en su casa con Otto Rühle y su mujer.34 Oí hablar a algunos compañeros trotskistas de hacer una revista. Mala impresión en conjunto. Faltan en México valores literarios conocidos de parte de Trotsky. Si hubiera un escritor del valor de Diego Rivera en pintura… Me han puesto en la comisión de la revista. No sé qué saldrá. Si me vuelvo pronto, como es lo más probable, quizás pueda hacerse algo en Santiago o Buenos Aires.
Me impresionó una relación que hizo la mujer de Otto Rühle acerca del regreso de Ana María Reyna de la URSS.
El toreo en México tiene todavía muchos partidarios. Se oye hablar de toros y toreros y hay casas que venden boletos para ir a ver los toros. La lotería es otra plaga colonial heredada por los mexicanos. Por todas partes ofrecen billetes de lotería, lo mismo que en La Habana.
Por las calles céntricas de la ciudad hay numerosas vendedoras de tortillas y otras cosas semejantes que se preparan en braseros sobre la vereda. Mucho olor a fritanga pues, siempre castañas asadas, cacahuetes y qué sé yo cuántas cosas más se venden en la calle. Algunos dulces muy decorativamente presentados. Y venta de frutos y limonadas, etc. El ruido de las mujeres que golpetean la masa de las tortillas en pequeños locales ahumados y casi oscuros es algo inolvidable o inseparable del recuerdo de México. Curiosities para los turistas hasta decir basta.
Domingo 9. Voy a la mañana al homenaje que el SR [Socorro Rojo] y otras instituciones hacen a Julio Antonio Mella, el líder cubano que hizo matar [Gerardo] Machado hace nueve años en México. El acto se realiza en el hermoso teatro del Palacio de Bellas Artes. Hay mucha gente y muchas banderas de todos los países “indoamericanos”, para decirlo en la palabra tan grata a estos revolucionarios. Entre butacas de felpa, mármoles y columnas bronceadas resuenan un poco las voces roncas de los oradores antimperialistas. Declamaciones en prosa y verso. Me impresiona muy mal un orador de la CTM y bastante mejor una cubana: Domínguez Navarro.35 El líder de los comunistas, Hernán Laborde, parece poca cosa a juzgar por lo que dice. Gente del pueblo en parte, pero más clase media, señoritas y revolucionarios intelectuales llenan el teatro, o mejor dicho, su platea solamente. Hay canciones populares por dos guitarreros y manifestaciones típicas de algunos sujetos de público. Hasta un grito contrario, disidente, de orden ideológico.
Paso una mala tarde, vagando por la ciudad hasta cansarme. La carta que recibí ayer de Catita confirmándome de la falsa alarma me ha tranquilizado en parte. Con todo, no me siento en casa, por así decirlo. ¿Qué hacer? ¿Volverme a Chile cuanto antes o esperar? ¿Esperar qué? Si México me hubiera entusiasmado, por ejemplo, como N[ueva] Y[ork], desde luego habría decidido ya esperar. Pero no sé a qué voy a quedarme aquí. Siento que no puedo ser útil y que no me acaba de gustar este género de vida. Los pocos intelectuales que he conocido viven de lo que llaman sus puestos oficiales. En fin, vamos a ver. No quiero precipitarme. Antes de salir a la calle, le escribí a Catita una carta y otra a Félix y Margarita.36 Esto me ha serenado un poco. Me siento muy solo México y confieso que me he desacostumbrado a la soledad. Además, mi malhumor se debe también a que me he resfriado y ando molesto.
Lunes 10. Le he despachado la carta a Catita antes de las 11 de la mañana esta vez. También le escribí a Lizaso preguntándole si puede conseguirme la conferencia de la [Asociación] Hispano-cubana [de Cultura] para mediados de febrero. Pienso volverme en tal caso el 14 en el Yucatán a La Habana y embarcarme allá en el Orduña el 26, si es que no hay otro antes, de carga o chileno; el Augol, por ejemplo, o cualquiera de los de la H. FF. Ita.37 Le escribí que me mandara unos veinte ejemplares de Nuestra América a La Habana. Me gustaría llegar a Valparaíso con unos 50 dólares para poder ir a Buenos Aires enseguida. Creo que al fin nos quedaremos en Buenos Aires, donde yo encontraré de qué vivir. La idea de repetir la Exposición del Libro de 1928 me parece oportuna. Además, por el lado de Chelia y el diario, creo que juntaré unos 250 pesos mensuales, que es lo que hace falta para vivir modestamente en Buenos Aires.
¡Ayer vi anunciado en El Nacional un concurso de cuentos con un premio de $20 para los que se publiquen…!
“Dilata mucho” dicen aquí para dar a entender que tarda mucho una cosa. Negocios hay que ostentan un letrero “Miscelánea” y son unos almacenes de artículos diversos. No sé si anoté ya que me llamaron la atención los letreros demasiado grandes de los médicos, abogados, profesionales (o profesionistas, como dicen aquí) en general. “Ahorita” es la palabra más mexicana. Todo el mundo la dice. He pensado mucho en Catita todos estos días y cada vez que veo una pareja por la calle me sobresalto un poco. Maldito dinero. En verdad, por culpa del dinero, en primer término, no hicimos el viaje juntos. Pero también por otras causas. En algunas reuniones no sé cómo me hubiera arreglado con ella, aunque con la mujer de Jiménez se hubiera hecho amiga de seguro, y de la de Rivera.
Martes 11. Visita al Palacio Nacional. Me gusta mucho el enorme fresco pintado por Diego Rivera en la escalera central. Es lo mejor que he visto de él. Toda la historia de México en cinco arcos y dos lados. Mejor la parte antigua que la nueva, queda demasiado anecdótica y con alusiones demasiado triviales, pero hay figuras magistrales. La parte referente a la iglesia ha sido manchada. Rivera repite algunas figuras de otros frescos suyos, por ejemplo, el Marx de la Escuela de Nueva York. Magnífico de color este gran fresco del Palacio Nacional.
Una comisión numerosa de pelados que iba a entrevistarse con no sé qué personaje, a lo mejor con el mismo presidente, se detuvo en la escalera a contemplar el fresco y más de una vez hubieron de ser llamados insistentemente por sus compañeros de comisión porque se quedaron embobados frente a los paneles. Después de visitar el Palacio, me fui al Museo de Historia y al de Arqueología, a la vuelta. Cerámica azteca. Civilización totonaca. Las tres culturas del valle de México: arcaica, teotihuanaca o tolteca y azteca. Cerámica tarasca en gran profusión.
La calle del Correo Mayor se llamaba antes Del Indio triste. Parece que viven muchos judíos en la calle Jesús María de México.
He ido también al Mercado del Carmen o Abelardo L. Rodríguez. Es donde he visto los frescos mejor conservados… Vale la pena hacerles notas. En San Pedro y San Pablo vi los frescos de [Roberto] Montenegro [Nervo],38 cuyas fotografías conocía. Están en malísimo estado de conservación. Hoy he visto casi todos los frescos que hay en la ciudad, en diversos edificios.
Junto al Cruce Principal encontré a dos indígenas tejiendo calcetines por un procedimiento parecido al que usaba mamá, sino el mismo. En la prensa leo mucho la palabra “fungir”: fulano funge en tal puesto, o fungió. En el Mercado del Carmen vi por fin uno de esos caballitos de petate que tanto me gustan, con su jinete. Cené con [Isaac] Berliner en su casa de Atzcapotzalco. Buena gente.
Miércoles 12. Mañana nublada, como suelen ser las de México. El otro día recordamos Barreda y yo el librito de [David Herbert Richards] Lawrence y hasta hablamos de su edición por Pax, pero [Carlos] Césarman metió la pata con el folleto de Laski sobre Marx y Barreda se lo dijo.39 Con todo, es posible que salga el libro de Lawrence ahora que va a venir [Alfonso] Reyes a México, cesado, según parece, en su puesto de embajador.
Volví esta mañana a ver el famoso fresco de Diego Rivera en el Palacio Nacional. Hoy encontré turistas yanquis mirándolo en vez de campesinos. Volví al Mercado del Carmen para ver los frescos de [Marion y Grace] Greenwood, etc. Asistí también a una reunión gremial en el Teatro del Pueblo. No condice tal vez la cultura o el estado actual de la cultura del hombre de abajo con la magnificencia del Teatro, los frescos y el Mercado en general. Habría que empezar pues, por habitaciones limpias, sencillamente. Me volví a casa con el caballito de petate y otro que representa a un pelado a la pensión. Los dos por un peso.
Jueves 13. ¿Qué es México para mí en el recuerdo o, mejor dicho, qué será? ¿El indiecito corriendo con su carga; la india cocinando en la acera junto a su mercancía, o el golpeteo de las mujeres que hacen tortillas: seis o menos en un local bajito y oscuro? Me lo pregunto con frecuencia. El México nuevo que se ve al tomar la Avenida de la Reforma desde el hotel del mismo nombre me gusta más. Esa piedra “tezontle”, creo que se llama, de color rojizo, queda muy bien en los edificios nuevos y le da carácter mexicano a las construcciones modernas. Lástima que el edificio de La Nacional no la haya empleado. Habría sido más nacional… Vi hoy a Julio Jiménez Pineda, un profesor de la Universidad que está preparando un congreso de enseñanza de la literatura. Creo muy poco en todo eso. El hombre es cuñado de Ortiz de Montellano.
De vuelta en la calle Isabel la Católica, llena de negocios de cambio y compra de oro, me dieron una tarjeta en la que dice
“Las tres luces, donde encontrará Ud. el mejor entretenimiento para caballeros”.
Un muchacho me paró cerca de la pensión para preguntarme si no lo recordaba. Creí que era uno de los asistentes a la reunión de los trotskistas y le dije que sí, pero luego él me dijo que me había visto en Moralia y naturalmente me di cuenta que se había equivocado. Por puro espíritu de compañerismo, comí hoy en la calle un choclo asado que no estaba bien, tomé un orange y comí un churro. La otra noche, el miércoles, al salir de la casa de Rivera con el peruano Velázquez40 —extraño tipo que me dijo [que] encontró trabajo de corrector después de seis meses en México— y los demás muchachos, ellos comieron “tacos”, pero yo no me animé. Con el secretario hablamos de la organización de ellos aquí y de sus vicisitudes.
No he dicho nada aún de la pensión en que me alojo, cuyo dueño es un sordo y tiene una hija llamada Muñeca por mal nombre. La casa parece ser parte de la iglesia convertida en garaje que hay al lado. Las piezas son enormes, lo que más me gusta son las macetas de plantas que rodean el corredor, aplicadas a la baranda, y lo que menos me gusta son los numerosos gatos que una vez se me metieron en la pieza.
Viernes 14. El idiota del sordo de la pensión, con la llegada de unas artistas cubanas, se ha olvidado de darme esta mañana la carta de Catita que me dejaron anoche los Jiménez, que estuvieron en la pensión después de las 10, cuando ya estaba cerrada. Por primera vez yo había ido al cine, a ver Amapola del camino, una cinta mediocre, muy inferior a Allá en el rancho grande. Por culpa del maldito sordo no le pude escribir ayer mismo a Catita y eso que tengo empezada la carta desde el miércoles. Fui a agradecerle a Jiménez su atención y almorcé con él y su mujer en su casa. Una revista que se llama Nuevo Continente que sale por ahí, la imprime el DAFP y se la regala al rico tipo de [Roberto] Hinojosa, el boliviano que anda por aquí haciendo homenajes a Cárdenas y [Víctor Raúl] Haya de la Torre.41 No hay duda que México es jauja para los Hinojosa, los Hübner y me dicen que le han regalado un auto y que anda viajando por invitación de los gobernadores de estado.
Sábado 15. No me ha llegado aún respuesta de Lizaso. Supongo que no ha podido ver a Don Bernardo Ortiz [de Montellano] al remito de mi carta. De seguro que la semana próxima sabré a qué atenerme a este respecto. Quizá me vaya por Acapulco el día 3 y espere cuatro días al Órbita en Panamá. No tiene objeto quedarme más días en México si nada resulta en La Habana. En cuanto a quedarme aquí, no siento mayor entusiasmo, mejor dicho, ningún entusiasmo.
Me gustaría estar en los primeros días de marzo en Buenos Aires para ver si consigo alguna cosa allá y dejarme estar tranquilo por fin. Completar cuanto antes El espíritu gauchesco y más lentamente el otro libro.42 Ayer venía un articulejo bastante bueno de Ermilo Abreu Gómez, “Llagas y fuego”, en el que se permitía hasta recordar un fresco de Diego Rivera. Hoy en El Universal aparece una correspondencia sobre el último libro de Trotsky que salió ya en francés en los primeros días de diciembre.
He estado aquí varias veces en la B[ibliote]ca Nacional, en su Hemeroteca especialmente. Busqué el artículo de Daniel de León en destierro, sin encontrarlo. He andado visitando otras bibliotecas. Muy desorganizadas. El Repertorio Americano no se encuentra en ninguna. Difícil ver los buenos periódicos y revistas de París o de Nueva York. Qué falta hace una hemeroteca de veras, no sólo de nombre.
En una Plazuela Santos Degollado he visto hoy una casa que sobre su balcón y su frente hace estos anuncios pintados en grandes letras: “Platería. Orfebrería. Silver Factory”, y de uno y otro lado los nombres de Tobías y Abraham, también en grandes letras. Sobre otro frente de la Avenida Chapultepec o Arcos de Belén vi el retrato de Marden [¿?] en mayólicas. Un signo del estado de cultura acuciante es la cantidad de escritorios públicos con unas máquinas de escribir muy raras. “Escribo lo que guste”, decía un cartel de uno de esos escritorios.
Tengo que tomar algunas notas sobre el paisaje ciudadano de México con el Potocatépetl y demás cerros rodeando el valle y la ciudad. México no está tan encerrada como Santiago entre montañas. El valle es más grande. Me gusta oír llamar “El caballito” a la estatua de Carlos IV de Borbón que está al final de la Avenida Juárez, casi por entero llena de negocios de curiosities. La Alameda es bonita, pero demasiado corta. El Palacio de Bellas Artes no me gusta. El Monumento a la Revolución es grosero, pero tiene carácter local. Subí el otro día a la CTM a ver a Lombardo Toledano, pero después de un rato de espera un mozo asomó para decir a la gente: el licenciado no recibirá hasta mañana. Y había más de veinte personas esperando. Vi en Futuro un artículo muy pedante del “líder” amsterdaniano a la llegada de Trotsky, en el que hablaba de “mi país” cada tres líneas. No menos de cinco veces a lo largo del artículo, sin importancia.43
Domingo 16. Creo no haber anotado aún qué es lo que me disgusta en México. En primer término, el ambiente reaccionario, clerical que se manifiesta en periódicos y pasquines no contrarrestados por una prensa libre y superior. Los gachupines, no obstante tener el gobierno en contra, no se ocultan para hacer su propaganda criminal. Las iglesias siguen contando con la afluencia de gente del pueblo. La acción de los intelectuales es casi nula. Su preocupación central parece consistir en no salirse de la línea rusa, en no perder el favor de la URSS. Basta ver un número de El Machete, por ejemplo. Con decir que el autor más leído en estos momentos en México es [José] Vasconcelos. Las librerías están llenas de sus libelos. Y pensar que es un hombre mediocre del tipo de Ingenieros, que ha pasado entre nosotros hace más de una década. Sobre la boga de Vasconcelos en el México actual tengo que escribir un artículo.
Pasé el día en casa de Diego Rivera en una preconferencia con algunos compañeros trotskistas. Fuera de Francisco Zamora, jovencitos poco preparados, de muy buena voluntad algunos, pero no destinados a fijar rumbos a una nueva Internacional. Claro que tampoco lo pretenden. Sin embargo, discuten, opinan, etc. Un joven peruano Velázquez en unas tesis sobre el Perú dice muchas cosas contradictorias. Van, el secretario de Trotsky, no deja de señalárselas. También Zamora. Pues el hombre niega enseguida lo que dijo. En fin, no me ha hecho buena impresión la llamada preconferencia. Diego siempre muy simpático y su mujer, muy sencilla y excelente compañera. No me parece bien que Trotsky aliente esta clase de actividades de sus partidarios. Voy a hablarle de esto.
Lunes 17. Me traje ayer de la casa de Diego Rivera el libro de L.[eón] T.[rotsky] Les crimes de Staline, que anoche mismo me puse a leer con gran interés.44 Y ahora, ante un párrafo de la página 314 referente a los intelectuales, recuerdo lo que me dijo el otro día, entre grandes elogios para su poesía, Guillermo Jiménez de Carlos Pellicer: que su izquierdismo se debe al viaje que le han pagado a España. Me cuesta creerlo, pero no deja de hacerse sospechoso cualquiera que acepta una causa que lo beneficia. Esto lo he pensado muchas veces y que Gide lo acota por ahí en sus Retouches.45 Lo que Trotsky dice de Andersen Nexo me sorprende en parte porque lo creía un hombre íntegro al danés y es lo más probable que lo sea y sepa el ruso.46 Es cosa de averiguarlo.
Por momentos se me ocurre la idea de hacer un librito sobre México anotando mis observaciones con toda honradez, pero quién sabe si lo haré. ¿Vale la pena, acaso? Desde luego no puedo escribir una especie de Regreso del México porque no he venido aquí ilusionado como Gide fue a Rusia. Además, no he visto a tres o cuatro personajes que es preciso ver para tener una impresión personal. El licenciado Lombardo Toledano me parece un pedante sin importancia por algunos de sus artículos. Su revista Futuro empezó bastante bien, pero ¡qué diferencia con Amauta! Basta hacer notar esto solamente. Y eso que Amauta era bastante malita en cuanto a colaboraciones se refiere, pero la personalidad del director llenaba la revista de grandeza y la distinguía entre todas como una revista histórica. De los diarios mexicanos habría que hablar con verdadero desprecio.
De la gente de letras que he conocido en México, el que me ha hecho mejor impresión ha sido Bernardo Ortiz de Montellano. Tenía ya buena opinión de él a distancia. Espero que vuelva por aquí para que conversemos largo. Quedó en traerme sus libros. Lo he visto sólo dos veces. Tiene un vago parecido físico con Leonardo, mi hermano.47 Zamora me ha dicho ayer que está en México Martín Luis Guzmán. No sé si ver a la vieja guardia de la literatura mexicana: Mariano Azuela, el Dr. Atl, Antonio Caso, [Enrique] González Martínez, Julio Torri, [Martín Luis] Guzmán. Quizá no deje de tener interés una conversación aun con los más reaccionarios. Si tengo humor, voy a intentar un día de estos entrevistar a Azuela, que de cualquier modo es el novelista que más ha trascendido fuera de México. A Torri pienso mandarle unas líneas, sino aguardo mejor a que llegue [Alfonso] Reyes para verlo.
De paso al ir a la casa de Diego Rivera, me bajé a ver el Monumento a [Álvaro] Obregón, obra del escultor [Ignacio] Asúnsolo. Es una obra monumental realmente, sólo comparable al Rivadavia de [Rogelio] Yrurtia en Buenos Aires, aunque éste me parece más grande sin duda, porque en vez de ser horizontal como el de la Plaza Once es vertical. Caminando por estas calles de San Ángel Inn en esta hermosa tarde que parece de otoño por lo dulcemente tibia, he sentido mucho la ausencia de Catita. ¡Cómo le hubiera gustado andar conmigo por estos lugares! A mí también me habría parecido todo mejor. Porque, en verdad, cada vez que me reúno con los “compañeros”, salgo mal impresionado. Hay un adolescente charlatán que habla hasta por los codos y un peruano patilludo muy macaneador también. Rivera siempre muy simpático.
Martes 18. Desde mi llegada a Veracruz vi enormes carteles en aquel puerto hablando de una huelga ferroviaria que parece fue evitada. Pero ayer se produjo el paro por resolución de la CTM y en Orizaba hubo varios obreros muertos por los de la CROM. El general Cárdenas se dirigió anoche a este punto con urgencia y hoy aparecen unas declaraciones suyas en la prensa. El secretario de la CTM, por su parte, publica una larga explicación en los diarios que termina diciendo: “La CTM no se encuentra en situación de pelear y menor por medio de la violencia, que jamás ha empleado”, etc.
La muerte de seis o diez obreros y otros tantos heridos se llama aquí “zafarrancho”. Un episodio que no anoté, también de Veracruz, es el incendio de la Iglesia del [Santo] Cristo, una de las primeras que se edificó en América. Se culpa de ello a los jóvenes comunistas, pero el líder del PC local Hernán Laborde protesta y dice que no son miembros del partido los atacantes. Por su parte, el Socorro Rojo “une su indagación a la de los católicos” y exige
que se aplique a los culpables todo el rigor de la ley. Por suerte, se salvó una reliquia, “El Santo Cristo del Buen Viaje”.48
Compré el otro día aquí La Vanguardia, cosa que no recuerdo haber hecho en Buenos Aires en muchos años, y me enteré de la muerte de Alejandro Castiñeiras a mediados de diciembre.49
Me ha llamado mucho la atención la campaña de la prensa mexicana sobre los extranjeros y el cuidado que tienen contra los comerciantes e industriales.
Otra nota de menor importancia: Gilberto es un nombre muy frecuente en México. Si alguna vez tengo que ponerle nombre a un personaje mexicano, le pondré Gilberto. Muchas esquinas céntricas son casas ambulantes. Tequila es el nombre de una bebida mexicana muy preferida por los yaquis.
Irrita en las calles de México ver a la cantidad de revistas y periódicos reaccionarios: Omega, El hombre libre, La Semana, Hoy, Todo, etc. Propaganda antisemita no contrarrestada, por cierto, en todas las librerías. Ediciones de Los Protocolos [de los sabios de Sion] y panfletos semejantes. Por momentos siento muchas ganas de escapar de este ambiente cuanto antes. Desgraciadamente, no me ha contestado Lizaso y van ya ocho días, pero hay que tener paciencia.
Una palabra muy frecuente en el argot político de los mexicanos es “mordida”, que quiere decir coima y provectio. También quiero anotar la palabra “tostón” con que designan a la moneda de 50 cts.
Acabo de terminar la lectura de Casas viejas de [Ramón J.] Sender, un librito que encontré en una librería local. Tiene páginas muy hermosas al comienzo y es, en general, un buen libro. Claro que el autor, siguiendo la terminología del año 33, habla del socialfascismo, pero también hace irrisión del lenguaje que ahora usan los comunistas. Sender es un buen escritor. He visto un librito suyo en otra librería de México, un librito de septiembre del año pasado. Lo voy a comprar, lo mismo que uno de Ralph Fox sobre Portugal. Con Sender he comprobado el peligro que existe para los escritores ortodoxos que se atienen a los mandatos del partido en lo que a la literatura o el lenguaje se refiere.
Asomé un rato por la Lear.50 Se anunciaba una conferencia del catalán [León] Dalty para las 8. Media hora después de la hora fijada, había unas diez personas, dos en el salón. Volví a las 9 y lo mismo, o tres o cuatro jóvenes más. Dalty apareció con un puro en la boca y su mujercita llevaba un tapado llamativo y un sombrero nuevo. Me pareció una insolencia el aspecto próspero de los dos y no esperé que empezara a hablar ante las veinte personas que había en total, haciendo un cálculo muy generoso. Estos revolucionarios que se pasean por el mundo con sus mujeres ataviadas a la moda para recoger los pocos cobres que quedan en el bolsillo de los pobres trabajadores —por suerte no había ni uno— me dan mucha bronca. Creo que al fin me voy a decidir a escribir un día un artículo sobre el particular. Prefiero ser puritano a sinvergüenza, que no me vengan como farsas.
Miércoles 19. Esta mañana visité por fin el Bosque de Chapultepec, que es realmente hermoso y digno de ser recorrido no a solas, sino con una mujer. He lamentado mucho la ausencia de Catita. El Museo de la Flora y Fauna Nacionales está muy bien.
México, pienso en la terraza de Chapultepec, después de visitar el castillo histórico (sin importancia), ha encontrado su símbolo más exacto en el águila y la serpiente. Lo más alto y lo más rastrero se dan juntos en México, precisamente.
Es grande el número de crímenes que a diario aparecen en los periódicos, crímenes terribles que justifican la fama negra de México. Guardo El Universal de hoy, que trae un “volado”, una apuesta hecha por dos cretinos de Cuernavaca o un pueblo cercano, de matar al primero que pasara. Y el que perdió la apuesta, cometió el estúpido crimen. Los pistoleros y gangsters en política, es un tema muy mexicano.
Jueves 20. En la misma calle en que yo vivo, por el número 20, vi un gran letrero sobre un balcón que dice “Bufete de detectives. Director: Armando Quintana, Tacuba 58”. ¡Signo elocuente de México!
Esta mañana compré el librito de Ralph Fox, Portugal 1936,51 que por el prologuito veo que se llama en el original Portugal ahora. Y yo que pensaba hacer un librito semejante y llamarlo México ahorita.
Me siento un poquito decaído hoy. Sigo pensando en el regreso a Chile. Aguardo con impaciencia carta de Catita, que pienso llegue hoy o mañana, o a lo mejor el lunes. La semana próxima me pondré de cualquier modo a hacer las gestiones. Lástima que ya no alcance el 26 a “coger” —como dicen también aquí— el Boscuyo Marú, aunque debe ser muy aburrido viajar en un barco japonés 26 días. Pero es la forma más económica de viajar, porque supongo que de aquí a Manzanillo no cuesta más de 50 pesos mexicanos, aunque oí decir que 75 y con los gastos de dos días de comida, debe salir cerca de 100: unos 25 dólares, en suma, que con los 109, hacen los mismos 134 que cuesta el viaje por La Habana.
Hoy se realiza aquí una colecta de la Cruz Roja y han salido a la calle una cantidad de chiquillas honestas, igual que en Santiago: todas de la burguesía y de la clase media. No puedo sentirme bien en este ambiente de gachupines franquistas que agotan los periódicos más asquerosos y que no se ocupan sino del toreo.
Este Lombardo Toledano no tiene desperdicio. En una revista que publica la CTM que él dirige, publica un mal artículo sobre [André] Gide y en la nota final de redacción se dice de él “Licenciado y Doctor Universitario” (así con mayúsculas), “Maestro por antonomasia de la nueva generación. Eminente filósofo y destacado director del movimiento obrero mexicano. Es director de la Universidad Obrera y Secretario General de la Confederación de Trabajadores de México”.52
Y pensar que este hombre ha escrito una carta abierta a Jesucristo, con argumento para una película y otras cosas de hic a huc.53 He de ver a este personaje inflado antes de irme para trabajar su retrato al natural.
Viernes 21. Esta mañana, después de despacharle mi carta a Catita, encontré en el Consulado la suya. Hice mal en endorsarle la dirección del Consulado porque funciona sólo por la mañana y a partir de las once. Por la tarde le escribí a Félix antes de irme a casa de Diego, con quien conversé hoy largo sobre su pintura y la de su mujer. Parece que está haciendo gestiones para la venida de [André] Gide a México. Me habló de una escuela de estudios hispanoamericanos que va a dirigir Salomón de la Selva54 y en la que quizá pueda ubicarme. Tal vez me vaya con Diego a Michoacán el lunes o martes. Anoche estuve en casa de Jiménez y me olvidé de buscar el canto a Trotsky de [Luis] Franco. Pero lo voy a buscar en la librería de Botas mañana para llevárselo a Trotsky.55
Por las calles de México, junto a los cafés sobre todo, es frecuente encontrar unos músicos ambulantes con un piano muy raro, tambor, etc.
Sábado 22. Me voy a Chapingo a ver los frescos pintados allá por Diego Rivera. En el camión cargan unas mesas con las sillas y latas vacías, sube una mujer con cuatro chiquillos y paga solamente por dos, como es natural. Unos guitarreros entretienen con su música a los pasajeros en la primera parte del viaje. Los nombres de los apeaderos son evangélicos: Santa Marta, Los Reyes, Magdalena. Pero hay también nombres mexicanos: Tezontle (o Peñón), [Santiago] Cuautlalpan, Chapingo y Texcoco (la estación final). La entrada a la Escuela Nacional de Agricultura es muy bonita: dos cuadras por lo menos de camino entre árboles. Chapingo es una vieja hacienda del ex presidente [Manuel] González (la estación anterior lleva su nombre) convertida en Escuela Nacional de Agricultura. Es la misma que estaba antes en San Jesucristo dentro de la ciudad. Los frescos de Diego Rivera son muy buenos, pero están mal conservados, como casi todos los que vi. “El reparto de tierras” es el mural que más me gusta y muchos motivos decorativos. Gran abundancia de hoces y martillos.
Domingo 23. En Xochimilco, el Delta de México, pero de agua muy mansita. Las canoas adornadas de flores en la parte delantera de su toldo llevan nombre de mujer. “Lupita” es el que más se repite. Pero hay también muchos otros en diminutivo: Panchita, Lolita, Conchita, Adelita, Elenita, etc. Junto a las canoas, vendedoras de flores y de bebidas y comestibles. Y canoas con músicos. Fotógrafos.
En los alrededores de los canales de Xochimilco hay 4.600 ejidatarios. Parece que la tierra les fue repartida por [Emiliano] Zapata. Se cultiva en estos terrenos hortalizas y flores, principalmente. Y también maíz. Mi informante me dijo que de ganar dos pesos por día en México se vendría a la ciudad, pues no le alcanza para vivir de lo que producía la tierra (4000). Tenía que pagar impuestos, contribuciones y él llevar las hortalizas por el canal nacional a la ciudad, significaba cinco horas de remo.
Por la noche encontré en casa de Diego Rivera a otro campesino e hijo de campesino que también se me quejó del campo. Era de Jilotepec, creo, y nos relató toda una historia de hambre de su pueblo y de la manera como se portaban los políticos que se dicen revolucionarios. Parece que el uso de pistoleros de parte de los diputados es cosa corriente aquí. El hombre hablaba del diezmo que se pagaba a la iglesia por voluntad de algunos campesinos y de las luchas de los campesinos organizados contra los fanáticos. El diputado Isidro Rivero parece un gran pillo a juzgar por las cosas que contaba el muchacho, que se las tenía guardadas por las dudas.
El martes voy a ir con Diego Rivera a Michoacán y mañana a casa de Trotsky. Lástima que no me haya dejado el ejemplar de SECH dedicado a la Revolución rusa. Y pensar que hace 45 días que fue despachado. Tengo que escribirles a Oscar y a Catita mañana temprano para alcanzar el aéreo de las 11.
Lunes 24. Voy a recibir las revistas y la carta de Catita que estaba en La Habana, así como otra de [Ernesto] Montenegro. Como había quedado con Diego que íbamos a ver a Trotsky, me vienen bien los periódicos. Le llevé el Repertorio Americano con los versos de Franco. Hoy hablamos más largamente que la otra vez. Me hizo una impresión un poco distinta, hasta físicamente. Es de mi altura más o menos y no tan ancho de pómulos como me pareció. La cabeza, grande, eso sí y la tez blanca. Ojos azules medianos. Cambia frecuentemente de anteojos para leer y para descansar. Parece no tener la menor vanidad a pesar de todo lo que se ha dicho al respecto. Dos o tres veces que me refiero con elogio a su obra habla de otra cosa. Ha escrito un artículo sobre Jules Romains a propósito de Lenin que aparece en su libro. Me dice que su estudio sobre [Louis-Ferdinand] Céline fue cosa circunstancial. Se interesa por Repertorio Americano. Hablamos de [Luis] Franco y [José Carlos] Mariátegui.
Cuando le digo que la R.[evolución] R.[usa] tuvo algunos grandes hombres y otros que lo parecieron a causa de la grandeza de la misma, pero que después se vio que no eran tales, como [Grigori] Z[inoviev] y [Lev] K[amenev], me corrige y me dice que, así como antes existía la tendencia a exagerar, ahora hay la tendencia a disminuir su valor y traza un retrato de las vidas de Zinoviev, Kamenev, [Karl] Radek, [Adolph] Joffe, [Christian] Rakovsky, [Nikolai] Krestinsky. Habla de ellos como oradores, agitadores. A los primeros tres dice que les faltaba carácter. Se detiene especialmente en las condiciones de Joffe como diplomático.
Le parece bien que España obrera, el periódico de la Argentina, haga causa común con los anarquistas, pero no con Fenner Brockway.56 Dice que no tenía idea de que se hubiera capitalizado lo de Kronstadt, que no eran anarquistas los marineros de la insurrección… el jefe era un ruso blanco y fue la capa menos revolucionaria la que se levantó en Kronstadt. Me pregunta quién es [Luis] Franco y después quién es [Luis Alberto] Sánchez. Le digo aprista y cree que es Prestes. Se aclara el equívoco.
Se interesa por el Repertorio y quiere suscribirse. Le digo que se lo voy a hacer mandar. Insiste en la suscripción. Caemos sobre el tema de la burocracia y la declaración de la joven generación rusa. Me explica el proceso. Le pregunto si previeron eso y dice que Lenin insistió mucho en que la Revolución estaría perdida si no triunfaba en Europa o en otro país de Europa, y él también insistió muchas veces sobre eso. No cree en un pecado original del marxismo. Le dijo a Natalia Sedova que yo la creía una heroína [¿turgueneviana?]. Me dice que la guerra ha establecido un abismo entre los escritores viejos y nuevos. No interesa ya [Anton] Chéjov después de la guerra. Trotsky recuerda que a Lenin le gustaba mucho. Recuerdo la admiración de Marx por [Émile] Zolá. A propósito Turgueniev, Trotsky cita a [Aleksandr Ivánovich] Herzen. Le llamo la atención sobre una cita que hago de Turgueniev y dice que no la conocía ni sospechaba que pudiera escribir esto. Admite su visión fragmentaria, a ratos, y dice que es capaz de sostener lo contrario si lo molestaban. Le digo que debemos utilizar lo que nos conviene y no dejar que la burguesía capitalice a su favorita herencia literaria.
Le planteo el caso de la [Rosa] Luxemburgo, que sostuvo la necesidad de seguirse denominando socialistas. No acepta y da razones de diferenciación entre el punto de vista de las masas.
Hablamos de la revista. Cree que tiene que ser independiente, sin dejar de admitir un delegado de la Conf[erencia] y mostrar simpatías por la IV Internacional.
A propósito de la renuncia de [Otto] Rühle, me cuenta una anécdota de un sobrino o primo de su mismo nombre que después de hacerse millonario fue a Alemania a matar a un profesor que lo había aplazado injustamente. “Así somos los Rühle”, le había dicho. Odia a Lenin y llama infame a su panfleto sobre La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo… Como el sobrino con el profesor, reacciona contra Lenin.
Sobre el judío dice que fue durante la rev[olución] que se empezó a usar este argumento contra él, pero que antes no. Le recuerdo sus propias palabras en Mi vida y dice que eso era para tener en cuenta a la burguesía, pero que sin embargo fue comisario de guerra, que la revolución acabará con eso. Parecido en el [ilegible]…
A propósito de los escritores americanos y lo ineficaces que resultan en su medio cuando son judíos, le llego a hablar de [Waldo] Frank. Cita unas palabras de [ilegible] y me cuenta como lo visitó Frank y su no aceptación para figurar en la Comisión [Dewey]. Un Zola raté lo define. Sus dudas la primera vez. Su promesa, su reacción tímida contra [Earl] Browder.
El prefacio de la traducción francesa de la Historia de la Revolución rusa. La traducción de [Andreu] Nin. Mi recuerdo de la cita de Proust. Su reconocimiento de mi memoria al respecto. En la conversación aparecieron los nombres de [Emil] Ludwig, que lo visitó con su mujer en Prinkipo, de B[ertrand] Russell (nota de la mujer que no le [ilegible] tiempo ni dinero), [Lion] Feuchtwanger, Romain Rolland, [Isaac] Babel callado, [Boris] Pilniak preso, Lunacharsky, [ilegible], [Max] Eastman, [John] Dewey y [José] Vasconcelos. Gide, individualista.
Recuerdos que hace de Maurice Paz que termina al lado de [León] Blum y de blumistas. Despedida cordial. Ofrecimiento a tratar con mi editor argentino por sus libros. Conversación con Van. El retrato de Frida dedicado. Se me olvida una salida muy graciosa antes de que yo dijera lo que le parecía [Thomas] Paine a [Georg] Brandes.
Martes 25. No salimos al fin hoy para Michoacán. Lo haremos mañana. Lo que no ha dejado de ser una suerte porque en el Consulado había una carta de Catita para mí y otra de Ita. Hoy mismo le escribí a Catita, a Félix y a la suegra. También le puse dos líneas a [Joaquín] García Monge pidiéndole el Repertorio [Americano] para Trotsky. ¿Qué más? Le entregué a [nombre propio ilegible] unos libros de Frank y míos por unos diez dólares. Fui a tomar café al París, pero no estaba Barreda. Estaba Érmulo,57 como dice Jiménez, con unos “amigotes”, pero no me vio o no quiso verme. La carta de Montenegro que recibí ayer retrata bien a esta gente. Se la voy a contestar a mi regreso de Michoacán. En Letras de México aparecen dos líneas anunciando mi llegada a éste. Se las mandé a Catita. Es todo lo que se ha dicho de su marido en México. No sé si Diego Rivera habló con Salomón de la Selva esta tarde, seguramente que no. A la vuelta veré qué sale de esto. No espero nada definitivo.
Miércoles 26. Me fui muy temprano a la casa de Diego Rivera creyendo que realmente saldríamos a las 8.30 de la mañana. Así que me apuré a llevar la carta a Catita al correo y tomarme el auto hasta San Ángel. Pero no salimos hasta después de las 10 con bastante frío. El día más frío de este invierno el de hoy, dice Diego. Canciones de Frida y Diego. Llegamos a Zitácuaro a las 2, después de atravesar el Desierto de los Leones y Toluca, donde los viernes parece que hay un mercado muy importante. De Zitácuaro salimos a las 3.20 para llegar a Morelia a las 7.15. Entre el Estado de México y el de Michoacán (o poco antes) hay una travesía (en el sentido argentino). Paisaje soberbio después. ¡El mirador de las mil cumbres! Buena carretera, en general. Morelia impresiona bien por su carácter definido. Dimos con una casa de huéspedes muy curiosa. El dueño ha hecho con sellos postales un gran cuadro, de 3.50 cm por 5 cm más o menos, representando El águila y la serpiente como el [ilegible] y demás, y unas nubes estilizadas. Parece un mosaico romano. Lástima que Catita no estuviera a mi lado.
Jueves 27. De Morelia a Quiroga. Lago de Zirahuén. Vamos a Pátzcuaro por equivocación. Camiones llenos de trabajadores. Camino de Tezontle. Conos. Domos. Montañas que parecen pirámides. Llegamos a Zacapa. Hoy Frida y Diego Rivera cantan canciones revolucionarias rusas, varsovianas, italianas, etc. De Zamora a Jiquilpan, el último trecho del camino encontramos numerosas tiendas indígenas: unos túmulos de piedra redondos como torres quebradas. Diego dice que hay unas 25.000 en México desde esta región hasta Guanajuato, de donde es él. En Jiquilpan, frente al santuario que tiene que pintar Diego, hay una tiendota. Entro a preguntar si tienen tequila para Frida y me dicen que no. Luego viene un muchacho a avisarme que sí tiene, pero que no querían venderme porque creían que era un inspector. Está prohibido vender tequila en este lugar. Llega un borracho un tanto pesado y resulta un primo hermano del general Cárdenas, que es de este pueblo lo mismo que otro presidente de México: [Anastasio] Bustamante, de hace cien años. Vamos a buscar al arquitecto Aburto que está en el cine que funciona en una iglesia. El dueño del boliche donde compré el tequila es un judío. Su mujer es mexicana. He conversado un rato con ella. Es de la misma capital y se lamenta de haber caído en este pueblo por razones de negocio. Tiene casa de huéspedes de hotel en los altos de su boliche (aquí se llama boliche al juego de bochas). He visto muchos pájaros en las proximidades de Jiquilpan. Cuervos negrísimos antes de Zamora.
Le dejo hablar a Diego muy mal de Taxco y explicar la influencia que ha tenido un francés Borda, que metió a sus hijos a frailes y a su hija (que esterilizó) a monja, en este pueblo tan visitado hoy por los turistas.58 El arquitecto Aburto, encargado de las obras de Jiquilpan, habla también mal de Taxco. Le gusta en cambio Pátzcuaro, de la que nosotros no hemos visto más que la entrada a la ciudad, afeada por unas casas suizas.
Viernes 28. Pasamos todo el día en Jiquilpan, que es un pueblo más interesante de lo que parecía. Tiene dos plazas muy bonitas, un puente viejo de hermoso color de barro cocido y rojizo, una estatua de Juárez moderna, con órganos estilizados alrededor de la base y una pirámide recordatoria de la lucha con los franceses, cima de un cerro al que se sube por unas escaleras hechas acostadas en el mismo cerro sobre la calle donde está la iglesia convertida en cine y teatro. Conocimos hoy una familia Méndez con una muchacha muy singular, ex novia de Cárdenas. También vimos la casa natal de Cárdenas, el general por excelencia aquí. Por la tarde le leí el Martín Fierro (1ª parte) a Frida. El arquitecto Aburto nos mostró la escuela que está haciendo. El Palacio Municipal tiene que estar también para la terminación del periodo actual del gobierno. ¿De Guarache son las familias XXX o de Sayago? De esta última, me parece. Aleros o pestañas con un ladrillo pintado. Arquitectura local. Equipal: sillón de cuero.
Sábado 29. En el mercado de Jiquilpan. Mezcal: tronco cortado que venden por pedazos, cosas en el ruedo de su sombrero que se lleva un pelado… Rimas. Su merced. Morrales de color, pocos. Mujeres en gran mayoría son las que se levantan más temprano, por el maíz para las tortillas. Desayuno en el mercado. Subo hasta el monumento a los defensores de Jiquilpan contra los franceses en 1864. La subida es entre dos hileras de ranchos miserables de paja y una que otra casa de material en construcción. Me entero por la placa que el pueblo se llama “Jiquilpan de Juárez”. La iglesia convertida en Teatro Revolución fue construida por un albañil rico. Sus no menos de 50 ventanales tienen vidrios rústicos: bitriángulos. Iglesia concurrida. Rifa de misas para los muertos. Rebocería. Rebozos de bolita, azules.
Salimos de Jiquilpan a las 11.30 y llegamos a Guadalajara a las 3. Bordeando durante cerca de dos horas el Lago [de] Chapala que es inmenso. Paisaje parecido al andino, en parte. A la entrada de Guadalajara me sorprende el parecido con Buenos Aires. Se diría que llegamos a una calle de Belgrano por Palermo.
Domingo 30. En Guadalajara. En Jalisco, artículo firmado: “Martín Fierro”. Cartel: “Reyes Pérez Maciel es argentino”… “Torealá”, pueblo indio. Doctrina cristiana. Concurrencia de malevos a la iglesia. Lugar de la toma. Muchos hechiceros. Friso de Nora… Leones de Picasso. Hombres junto a las cañas. San Pedro de Tlapehuala: alfarería además como [ilegible]… Ni viviendo 50 vidas se puede pintar todo México, dice Diego Rivera. Fresco de Orozco. Hidalgo con la tea.59 Exceso de cuchillos. Caricatura. Payasada confusa. Hidra. Iglesia. Ejército ensarapado de rojo. No ve sino el incendio y la muerte de la rev[olución]. Zapata, Trotzky, D.? Me irrita esta pintura.
En El Parque. Historia del chico José Chón, hijo de un chino católico que murió trastornado por el delirio católico. La madre le deja 55 centavos diarios por lo menos. Hubiera estado ya en la 2° preparatoria —dice el chico— de no haber muerto el padre. Se conmueve cuando Diego le da un montón de monedas. [ilegible] Pregunta si en México tendría más campo (si allá a la gente se le mueve más el corazón). Diego le recomienda que averigüe si los comunistas tienen pioneros. Dios se lo pague, dice el chino. Anécdota del chino que [ilegible].
31 de enero. Seguimos en Guadalajara. No pude despacharle esta mañana una carta aérea a Catita. A mediodía fuimos a visitar una fábrica de vidrios de un señor Ávalos. El hijo parecía judío, rubio, ojos azules. Después nos fuimos al museo.
En su infancia Diego Rivera cuenta que vio en la Iglesia de la Compañía de [Jesús] en Guanajuato, unos 16 cuadros de la vida de San Felipe Neri firmados por Goya. No sabe qué se hicieron de estos cuadros.
Parece que recién nos vamos a volver mañana a México. Así que estaremos el miércoles. Siento impaciencia por recibir noticias de casa. De seguro me esperan dos cartas de Catita. La que yo le despaché el miércoles debe recibirla mañana. No creo conseguir nada en México por el lado de Salomón de la Selva, pero en caso de conseguir algo hasta junio se me ha ocurrido pensar en una temporada en N.[ueva] Y.[ork] sobre la base de unas clases, naturalmente. Veremos.
He ido a ver los frescos de Orozco a la Universidad. No son tan grotescos como el del Palacio de Guadalajara, pero no me gustan tampoco. Hay algunas figuras poderosas, pero también máscaras sobre los rostros y una simbología muy confusa.60
Por la noche fui con los muchachos de la casa a un teatrito muy malo llamado Tivoli y después a una casa de putas extraordinariamente limpia donde sobre diez o doce mujeres habría tres o cuatro bonitas. Una sobre todo de tipo español del Norte, muy fina, que entusiasmó a uno de los asistentes del maestro.
En la Universidad conocí a una muchacha estudiante de economía con la que me puse a hablar sobre los frescos de Orozco. No le interesaban y, según ella, casi todos los estudiantes permanecían indiferentes frente a la pintura de Orozco. Me habló de alguna gente que había conocido del Sur de América. Las conferencias de Hübner la semana pasada le gustaron mucho, claro que dice estar asombrada por tratarse de un diputado. Con todo, esto me dice que no es una aprista precisamente.
Febrero 1. Pongo fin a este país y a mi estancia en Guadalajara anotando en el tren las últimas impresiones de la ciudad tapatía,61 que no son entusiastas por cierto. Me hubiera gustado más pasar unos días en Morelia, asistir al congreso de los campesinos y visitar la colonia de los niños españoles. Una experiencia más de que no hay que dejarse llevar por las ideas dichas en ningún orden de cosas. Claro que de no haber ido a Guadalajara estando a sólo tres horas lo habría lamentado, pero lo que hubiera tenido ocasión de ver en Morelia me habría recompensado esta pérdida… Fuera de los frescos de Orozco sobre los que tendré que escribir algo, no traigo de Guadalajara ninguna impresión que valga la pena desarrollar.
En general, no sé por qué vuelvo un poco decaído y sin una mínima parte siquiera del entusiasmo con que salí de la ciudad de México. Vengo también ansioso por conocer las noticias de Catita. Por el avión del viernes le escribiré. Una lástima que no le mandara una tarjeta siquiera del viaje. Pero esperaba tener una fotografía y no nos sacamos ninguna.
Esta mañana volvimos a San Pedro y oímos allí unos mariachis, pero no me gustaron. Todo esto se ha convertido en materia de explotación para sacar unos pesos a los turistas. En fin, no puedo continuar porque el tren vuelve a ponerse en movimiento y no me deja escribir con su traqueteo.
Al fin del viaje me siento triste, desganado, sin ánimo de escribir. He conversado largamente con Frida mientras Diego dibujaba en su departamento del tren. Me ha hecho algunas confidencias que no me han sorprendido. La gente que se dedica a un arte como el suyo son casi siempre complicadas y bastante amorales. Además, Frida sufrió un accidente que ha mortificado su vida, conmoviéndola totalmente. Es una muchacha inteligente, no hay duda, pero una fruta pervertida por la falta de problemas inmediatos que resolver: la vida misma o poco menos, en primer término. Diego Rivera es un niño grande en cierto sentido, aunque empieza a sentirse viejo.
He hablado mucho con él en estos días y de cosas muy diversas. Es un hombre de humor muy cambiante debido al paludismo que sufre, según él, localizado en el hígado. Ha conocido a muchos hombres en Europa y gusta recordarlos en forma pintoresca. Poco tiene que ver con sus viejos amigos de la primera época de su vida artística. Ahora se siente solitario. No convence del todo. Hay algo en él que hace que uno no lo tome del todo en serio. ¿Qué? ¿Su pasado bohemio? No sé.
Parece hombre afortunado con las mujeres. Ha tenido muchas y Frida le fue desposada por Orozco. No se lo perdona, de seguro.
Me gusta su buena amistad con sus primeras mujeres: con una rusa que ahora tiene 58 y vive en México y con la María Lupe (que tiene dos hijas suyas) mantiene muy buenas relaciones, igual que su mujer actual.62 Le oí al respecto anécdotas muy sabrosas, una sobre todo. “Pobre, se cree el Rey Salomón” —dijo una vez la María— viéndolo rodeado de siete chicas en su estudio. Nos leyó en Jiquilpan una carta de la María [ilegible]. Muy graciosa. ¿Qué más? Nada. Que no tengo ganas de escribir, que otra vez empiezo a sentirme decaído al llegar a México. Me parece que no me sienta la altura. Algo debe haber en México que me molesta, no sé si es lo que traigo conmigo desde hace años.
He empezado esta libreta con letra muy apretada y la termino con signos muy espaciados: señal de que pienso empezar cuanto antes otra. No sé si estos apuntes me servirán de algo: tomo cada vez menos notas fiando en la memoria. Quizá sólo valga la pena lo que se retiene sin ayuda de apuntes, lo que vuelve espontáneamente a la memoria. Diego me ha explicado la acepción de algunas palabras en su acepción mexicana: rajarse, chaquetear, vacilar. Frida me ha prometido un cancionero de corridos típicos y me ha recomendado que vaya a ver unos frescos de Actopan pintados por unos mexicanos que fueron a Italia en el siglo XIV (?).
[Edición de Horacio Tarcus; transcripción de Eugenia Sik, Natalia Bustelo y Horacio Tarcus de dos cuadernos
manuscritos de Samuel Glusberg: uno titulado “México, ahorita”, que contiene solamente el prólogo; el otro,
más extenso,
fue rotulado por el propio Glusberg como: “Diario de viaje - Diciembre 1937 - Febrero 1938”.
Fondo Samuel Glusberg, CeDInCI.
El título general, las palabras entre corchetes y
las notas al pie son responsabilidad del editor].
1 Fin de cuaderno titulado “México, ahorita”. A partir del párrafo siguiente, comienza un nuevo cuaderno titulado “Diario de viaje - Diciembre 1937 - Febrero 1938”. Fondo Samuel Glusberg, CeDInCI. N. del Ed.
2 Catita era el apodo familiar de Catalina Talesnik, la esposa de Samuel Glusberg. N. del Ed.
3 Guillermo Jiménez (1891-1963), escritor y diplomático mexicano, con quien Glusberg ya mantenía correspondencia desde Buenos Aires. N. del Ed.
4 Ermilo Abreu Gómez (1894-1971), escritor mexicano. N. del Ed.
5 Vicente Lombardo Toledano (1894-1968), abogado, periodista, ensayista político, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CGT), de orientación stalinista. Probablemente, Abreu Gómez haya hecho referencia a que Lombardo Toledano se alojó en el Hotel Arizpe de Saltillo, y Glusberg registró con dudas como Azpeitia. N. del Ed.
6 Alberto Casal Castel (1904-1948), escritor argentino. Gerhard Hauptmann (1862-1946), escritor polaco, Premio Nobel de Literatura. N. del Ed.
7 Ignacio Asúnsolo (1890-1965), escultor mexicano. N. del Ed.
8 Juan O’Gorman (1905-1982) fue un artista plástico y arquitecto mexicano. N. del Ed.
9 Vicente Lombardo Toledano fue gobernador interino del Estado de Puebla en 1924-1925. N. del Ed.
10 Jean Van Heijenoort (1912-1986), matemático holandés, fue secretario y guardaespaldas de Trotsky entre 1932 y 1939. N. del Ed.
11 Enrique Espinoza (Samuel Glusberg), Compañeros de viaje, Santiago de Chile, Nascimento, 1937. N. del Ed.
12 José Moreno Villa (1887-1955), bibliotecario, escritor, artista plástico español exiliado en México. N. del Ed.
13 Panagra fue una compañía aérea de capitales estadounidenses y peruanos que conectaba diversos puntos del continente en las décadas de 1940 y 1950. N. del Ed.
14 Confederación de Trabajadores de México (CTM), fundada en 1936. N. del Ed.
15 Uva Hernández-Catá (1913-1997) era la hija del escritor y diplomático cubano Alfonso Hernández-Catá (1885-1940). N. del Ed.
16 Octavio G. Barrera (1897-1964), poeta y ensayista mexicano. N. del Ed.
17 Luis Sánchez Pontón (1895-1969) fue un abogado y político mexicano. N. del Ed.
18 Juan de Dios Peza (1853-1910), poeta y político mexicano. La placa se encuentra en 14 y 16 de la calle de Luis González Obregón, ciudad de México. A la placa le falta algo importante: la fecha de nacimiento. N. del Ed.
19 Isaac Berliner, La ciudad de los palacios, México, sin mención de editor, 1936, dibujos de Diego Rivera. Un ejemplar de este libro se encuentra en la Biblioteca Samuel Glusberg, en el CeDInCI. N. del Ed.
20 Es posible que se trate de Luis Sánchez Pontón (1895-1969). N. del Ed.
21 Antonio Acevedo Escobedo (1909-1985), periodista y crítico cultural mexicano. N. del Ed.
22 En marzo de 1937, en una cena en su honor, André Malraux había declarado a The Nation (Washington) que “así como la Inquisición no afectó la dignidad del cristianismo, los juicios de Moscú no han disminuido la dignidad del comunismo”. Trotsky lo llamó entonces “agente de Stalin”. N. del Ed.
23 GPU es la sigla en ruso de la policía política de la Unión Soviética. Desde 1934 sus funciones fueron asumidas por el NKVD, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos. Los ciudadanos estadounidenses Ronald y Ruth Robinson ingresaron en 1937 con pasaportes falsos a la URSS. Una vez en Moscú, fueron detenidos por la NKVD, acusados de ser parte de una “conspiración trotskista”. Sin embargo, según una investigación del FBI, Ronald Robinson era el nombre falso de un comunista letón, Adolph Rubens, enviado por los servicios secretos soviéticos como espía a los Estados Unidos. Allí se casó con Ruth Robinson, que era estadounidense. El caso fue seguido entre fines de 1937 y comienzos de 1938 por toda la prensa internacional. N. del Ed.
24 Benito Marianetti (1903-1976) fue un abogado socialista que en mayo de 1937 encabezó una escisión del Partido Socialista que dio origen al Partido Socialista Obrero. La mayor parte de sus miembros ingresaron al Partido Comunista Argentino después de 1943. N. del Ed.
25 Manuel Eduardo Hübner (1905-1988), periodista y diplomático socialista chileno, había visitado México cuando preparaba su libro México en marcha (Santiago, Zig-zag, 1936). N. del Ed.
26 La Sociedad de Escritores de Chile (SECH) publicó una revista del mismo nombre. El nº 7 de SECH, de diciembre de 1937, vino dedicado a la Revolución Rusa, con artículos de Diego Rivera, Luis Franco, Luis Alberto Sánchez, Andreu Nin y José Carlos Mariátegui, y traducciones de Lenin, Trotsky, Lunacharsky, André Malraux y André Martinet. N. del Ed.
27 Juan Simeón Vidarte (1902-1976), abogado socialista español, en 1936 había sido fiscal del Tribunal de cuentas de la República. En 1937 fue enviado por Juan Negrín a negociar con el presidente Cárdenas la acogida de los exiliados españoles en caso de que la República perdiera la guerra. Él mismo se exilió con su familia en México en 1939. N. del Ed.
28 Probablemente, se refiera a León Dalty, colaborador de Andreu Nin en la Consejería de Justicia del Gobierno de la Generalitat. N. del Ed.
29 Joaquín Maurín (1896-1973), uno de los dirigentes del POUM, se encontraba entonces encarcelado en Salamanca, España. Fue indultado en 1946, exiliándose en New York. N. del Ed.
30 Octavio Nicolás Fernández Vilchis (1914-2003), maestro mexicano, uno de los pioneros del trotskismo en México. N. del Ed.
31 Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1949), escritor mexicano, uno de los editores de la revista Los Contemporáneos, con quien Glsuberg había mantenido correspondencia. N. del Ed.
32 Carlos Césarman, editor y librero, propietario de Editorial Pax, de México. N. del Ed.
33 Francisco Zamora Padilla (1890-1985), periodista y economista mexicano de origen nicaragüense. N. del Ed.
34 Otto Rühle (1874-1943) fue un comunista de izquierdas alemán exiliado en México con su mujer, la psicóloga de orientación marxista y feminista de origen checo Alice Rühle-Gerstel (1894-1943). N. del Ed.
35 Ofelia Domínguez Navarro (1895-1976), abogada y escritora cubana, feminista, defensora de los derechos de la mujer y la niñez. N. del Ed.
36 Su suegro Félix Tálesnik y su esposa. N. del Ed.
37 La hermana menor de Samuel Glusberg. Nuestra América es un libro de Waldo Frank editado por Glusberg en 1929. N. del Ed.
38 Roberto Montenegro Nervo (1887-1968), pintor, litógrafo y escenógrafo mexicano. N. del Ed.
39 Harold Laski, Karl Marx, México, Fondo de Cultura Económica, 1935, trad. de Antonio Castro Leal. N. del Ed.
40 Juan Luis Velázquez (1903-1971), poeta peruano. N. del Ed.
41 Roberto Hinojosa (¿?-1946), periodista boliviano, editó en México la revista Nuevo Continente (1937-1938), impresa por el Departamento Administrativo de la Función Pública (DAFP). N. del Ed.
42 La primera obra mencionada apareció en 1951 con el título El espíritu criollo. Sarmiento, Hernández, Lugones (Santiago de Chile, Babel, 1951). N. del Ed.
43 Vicente Lombardo Toledano, “El asilo de México para León Trotski y la actitud del proletariado mexicano”, en Futuro, nº ١١, México, enero ١٩٣٧, pp. ٩-١٠.
44 Léon Trotsky, Les crimes de Staline, París, Grasset, 1937. N. del Ed.
45 André Gide, Retouches à mon retour de l’URSS, París, Gallimard, 1937. N. del Ed.
46 Martin Andersen Nexo (1869-1954), escritor danés comunista, se refugió en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. N. del Ed.
47 Leonardo Glusberg, hermano de Samuel, había sido el administrador de la Editorial Babel y de su revista. N. del Ed.
48 El episodio ocurrió en la mañana del 15 de enero de 1938, en la capilla del Santo Cristo, de Veracruz, cuya construcción solía atribuirse a los tiempos de Hernán Cortés. N. del Ed.
49 Alejandro Castiñeiras (1891-1937) era un ensayista y periodista argentino de orientación socialista. N. del Ed.
50 LEAR (Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios), sección mexicana de la Unión de Escritores Revolucionarios promovida por la Komintern. N. del Ed.
51 Ralph Fox, Portugal 1936, Barcelona, Europa-América, 1937. N. del Ed.
52 Vicente Lombardo Toledano, “André Gide, o el psicólogo perdido de la URSS”, en U.O. [Unión Obrera]. Revista de cultura moderna, nº 13, México, febrero-marzo 1937. N. del Ed.
53 Del latín “desde aquí”. N. del Ed.
54 Salomón de la Selva (1893-1959), poeta y diplomático nicaragüense. N. del Ed.
55 Luis Franco, “Trotsky”, en Repertorio Americano, año XVIII, nº 791, Costa Rica, 20/2/1937, p. 107.
56 España Obrera fue un periódico editado en Buenos Aires por Liborio Justo en solidaridad con la República española, que sólo alcanzó un número en noviembre de 1937. Fenner Brockway (1888-1988) fue un disidente del laborismo británico que colaboró con los republicanos durante la Guerra Civil Española. Regresó al laborismo en la posguerra, destacándose como pacifista y anticolonialista. N. del Ed.
57 Seguramente Ermilo Abreu Gómez. N. del Ed.
58 José de la Borda (1699-1778), hispano-francés que migró a la región, cosechando una cuantiosa fortuna con las minas de hierro, plata y oro de Taxco y Zacatecas. Patrocinó en México numerosas obras, como la Casa Borda de Taxco o el Jardín Borda de Cuernavaca. N. del Ed.
59 Se trata del fresco “Hidalgo”, pintado por el muralista José Clemente Orozco en el Palacio de Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara. N. del Ed.
60 Posiblemente se trata de los Murales “El hombre creador y rebelde” y “El pueblo y sus falsos líderes”, también de Orozco, pintados en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. N. del Ed.
61 Tapatío/a, referente a la ciudad de Guadalajara. N. del Ed.
62 Respectivamente, Angelina Belof (1879-1969), artista plástica ruso-mexicana, y María Guadalupe Marín (1895-1981), modelo y novelista mexicana. N. del Ed.