Los trotskistas de Brasil y América Latina
en los años 1930 y 1940

Dainis Karepovs*


Referencias


Resumen

A finales de 1940, Joseph Hansen, periodista y dirigente del Socialist Workers Party (SWP), la sección de Estados Unidos de la IV Internacional, comentó en su columna del periódico partidario que el vicepresidente de Estados Unidos, Henry Wallace, estaría estudiando español. Hansen afirmaba que el supuesto interés de Wallace no era meramente cultural. Incluso más, el vice de Franklin D. Roosevelt se estaría dedicando al castellano “parara representar mejor los intereses del imperialismo americano”.1 Después de todo, declaraba el periodista, el imperialismo estadounidense obedecía a uno de los elementales principios del expansionismo, que era el de seguir las líneas geográficas, ya que, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, “la primera área de conquista del imperialismo estadounidense es América Latina”. Además, Hansen afirmaba que era importante que de tal hecho los trabajadores estadounidenses extrajeran una lección:

Para los trabajadores de los Estados Unidos, la expansión hacia el sur del imperialismo estadounidense aumenta la necesidad de estrechar lazos con los trabajadores de América Latina, a fin de obtener una mayor unidad y poder de ataque contra el enemigo común. El ejemplo de Wallace no es malo: ¡es hora de aprender a hablar español! 2

No sabemos si en aquel momento el consejo de Hansen surtió mayores efectos, pero podemos preguntarnos sobre qué pasaría si la sugerencia fuera dada en aquel mismo momento —o antes, pues en aquella ocasión ya se vivía bajo las tinieblas del Estado

Novo varguista— a los trabajadores y militantes de izquierda brasileños.

Brasil, al contrario de las relaciones de subordinación mantenidas con Estados Unidos, tuvo una larga trayectoria de comedida relación con los demás países del continente americano. El sentido común sugiere que los brasileños no se ven como latinoamericanos, pese a que también se pueda identificar cierta reciprocidad, es decir, que los demás países al sur del Rio Grande tampoco perciben a Brasil como integrante del universo latinoamericano. Esa manera mutua de mirar al otro se consolidó a lo largo del primer siglo después de las independencias de las colonias españolas y portuguesa en las primeras décadas del siglo XIX. En ese período, las relaciones de Brasil con los demás países de Sudamérica se daban alrededor de cuestiones aisladas y, especialmente, en torno a cuestiones relativas a las fronteras. Las relaciones económicas y culturales eran extremadamente reducidas. Además, Brasil se percibía como un imperio —a pesar de que sus dirigentes lamentaran que fuera tropical y lejano— que se asemejaba más a las monarquías de Europa, a las que entendían como sinónimos de civilización, que a sus salvajes y tumultuosos vecinos3. Por su parte, los vecinos de Brasil veían con desconfianza a la monarquía esclavista brasileña, donde las ideas de la Revolución Francesa no encontraban la menor resonancia. En las primeras décadas tras el fin de la monarquía brasileña, a grandes rasgos, las relaciones siguieron concentradas en el campo de las discusiones fronterirzas, a pesar de que Brasil, para ese entonces, ya no estuviera dispuesto a servir de mediador en los conflictos entre sus vecinos. El final de la monarquía evidenció, en los altos estratos diplomáticos brasileños, la

convicción arraigada en todos nosotros de que las ideas, para ser aceptables, debían llevar la marca europea y transponer los mares por medio de los transatlánticos; el descprecio injustificable por las cosas de nuestro Continente; la indiferencia por su historia; el desamor por las tradiciones; el desprecio por los incontables aspectos de su naturaleza.4

Si surgió esta preocupación por el continente americano, se dio, sin embargo, en los marcos del encuadre brasileño en el horizonte de la llamada “Doctrina Monroe” que, como es sabido, estableció la hegemonía estadounidense en América Latina. Sin embargo, las cuestiones relativas a la formulación de posiciones o estrategias comunes, tanto desde el punto de vista regional, continental o internacional, continuaron prácticamente estáticas durante décadas tras el final de la monarquía. Sólo a fines de los años 1990 este cuadro empezó a tomar un nuevo rumbo.5 Sin embargo, como se sabe, a partir de 2019, el escenario experimentó una brutal retrogradación a partir de la instauración de un gobierno de extrema derecha en Brasil.

En el campo cultural e intelectual, es posible señalar aquí el comentario de Carlos Pereyra, autor del prefacio de la versión española de 1919 del conocido libro de Manoel Oliveira Lima, Formação Histórica da Nacionalidade Brasileira:

¿Quién habló de Brasil a la América Española? Brasil es tan desconocido para la América Española como cualquier país asiático [...]. Todo Brasil es tan desconocido como en los primeros años del siglo XVI”.6

Casi cuarenta años más tarde, en los años 1950, tal aserto se repetía aún. Basta con destacar la observación del periodista Constantino Paleólogo —cuando se había emprendido la edición latinoamericana de una revista del conglomerado periodístico Diários Associados de Assis Chateaubriand— cuando dejaba claro que ese cuadro no se había alterado sustancialmente:

¿Qué se sabía en aquel momento sobre la América Hispánica? Nada. El desconocimiento de los periodistas era tan profundo como el de cualquier brasileño de cultura mediana. Habíamos estudiado las antiguas civilizaciones, conocíamos los principales países de Europa con cierto lujo de detalles, podíamos analizar con detenimiento la evolución de la sociedad estadounidense desde sus comienzos, pero de nuestros compañeros de raza del Nuevo Mundo teníamos apenas vagas, imprecisas y confusas informaciones. No fue difícil concluir que nos ignoraban, como nosotros a ellos. ¿Qué pensarían de Brasil y de los brasileños? 7

No se trata de examinar aquí los orígenes y causas de ese comportamiento sino tan sólo de señalar que tal postura apenas empezó a cambiar en los últimos años del siglo XX y, enfáticamente, en los quince primeros de este siglo XXI, durante el gobierno del Partido dos Trabalhadores.

Cuando se examina la cuestión del aislamiento y del desconocimiento respecto de América Latina en el campo de la izquierda brasileña, se percibe que las cosas no fueron muy distintas. En las filas anarcosindicalistas, que conformaron hegemónicamente el campo revolucionario brasileño en los albores del siglo XX hasta los años 1920 (cuando surgió el Partido Comunista brasileño), las relaciones con sus congéneres latinoamericanos se diseñaban más en el campo de la solidaridad proletaria que en el de una identidad cultural e histórica entre los antiguos países sometidos al colonialismo.8

Yendo al campo comunista, además del mutuo desconocimiento referido anteriormente, empezamos por destacar otro punto en común: el hecho de que la cultura de izquierdas, en especial la marxista, había llegado a nuestro continente a través de la lengua francesa. Un militante trotskista latinoamericano de los años cuarenta, en un texto conmemorativo por los diez años de circulación de la revista trotskista estadounidense The New International, se refería, así, a propósito de la influencia del francés en la cultura marxista latinoamericana:

La influencia ideológica de la Revolución Rusa vino principalmente a través del idioma francés. El francés se ha convertido en el idioma “internacional” del comunismo en América del Sur. Esto se debe básicamente a dos factores: los nuevos estratos de intelectuales, principalmente estudiantes, que se sintieron atraídos por el movimiento obrero por la Revolución Rusa, y la falta de una fuerte tradición marxista entre los trabajadores de España, Portugal e Italia. Los estudiantes que provenían de las clases burguesa y pequeñoburguesa conocían el francés como segunda lengua. El francés era su idioma “cultural”, especialmente en el único país de habla portuguesa de América Latina, Brasil [...].

A ese pasado, un viejo revolucionario, un camarada argentino, se refirió cuando, a fines de 1940, recibió en su país un ejemplar de The New International. Así lo dijo:

“Antes de la Primera Guerra Mundial todos nosotros leíamos publicaciones radicales italianas y españolas. Después, con la Revolución Rusa, tuve que aprender francés para poder acompañar el desarrollo del movimiento revolucionario internacional. Ahora, con la degeneración de la antigua Internacional Comunista y la victoria del nazismo en Europa, tenemos que aprender inglés, el ‘nuevo’ idioma revolucionario.”9

A mediados de los años 1930, sin embargo, como resultado del trabajo desarrollado por el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, el idioma castellano empezó a ganar espacio como fuente de información, de documentos y de bibliografía para el movimiento marxista en el continente:

De hecho, hasta 1934, el marxismo militante vino a América Latina principalmente a través de la lengua francesa. Por algún tiempo, cuando el secretariado latinoamericano del Comitern funcionaba, primero en Buenos Aires y después en Montevideo, a través del Boletín Sud Americano, publicado por el mismo Secretariado, el idioma español se convirtió en el idioma “oficial” del movimiento comunista en nuestro continente. 10

A pesar de eso, como una vez más subrayaba Moreno, la formación de los grupos de la Oposición de Izquierda a fines de los años veinte y comienzos de los treinta en los principales países latinoamericanos hizo que la importancia del idioma francés continuara persistiendo. Especialmente en la Liga Comunista brasileña, para quien la influencia de la Oposición de Izquierda española, que se había ejercido sobre las de lengua castellana, no se sintió significativamente:

Con la aparición de la Oposición de Izquierda de Rusia, sin embargo, el francés se convirtió en el idioma principal entre los pequeños círculos oposicionistas de izquierda en América Latina. Con la organización de la Oposición de Izquierda en España, que se produjo con el establecimiento de la República, Comunismo, el órgano oficial de los oposicionistas de izquierda españoles, editado por los compañeros Nin y Andrade, contrarrestó a la prensa francesa entre los pequeños cuadros de los bolcheviques-leninistas. Este, sin embargo, no fue el caso de los oposicionistas brasileños. Pero pronto el grupo de Nin se alejó del movimiento trotskista y Comunismo dejó de ser el órgano teórico de las organizaciones de militantes de la IV Internacional en América del Sur.11

Sin embargo, es fácil observar que Moreno, en su testimonio, al referirse a la sección brasileña, carga las tintas. Los trotskistas brasileños recibieron materiales de las secciones de lengua española, principalmente publicaciones periódicas, e incluso Comunismo. Tanto en la colección de Livio Xavier como en los registros de aprehensiones de la policía política brasileña, es posible, por ejemplo, encontrar periódicos chilenos, españoles y mexicanos. Pero es importante no olvidar que los Secretariados Internacionales de la Oposición Internacional de Izquierda y las organizaciones que le sucedieron, tanto en sus comunicaciones como en sus documentos, además de sus publicaciones periódicas, utilizaron fundamentalmente cuatro idiomas: francés, inglés y alemán, así como ruso. Por lo tanto, especialmente por esa razón, el francés permaneció hegemónico en las filas trotskistas latinoamericanas de aquel momento. Y esto también había sucedido con las otras secciones sudamericanas de habla hispana. En fin, no es difícil percibir que, a juzgar por las fuentes externas disponibles por los militantes brasileños defensores de las posiciones de Trotsky, había todavía un importante énfasis eurocéntrico.

De hecho, es importante señalar que tanto para los stanilistas como para los trotskistas este panorama puede entenderse de manera idéntica en lo que respecta a la cuestión aquí tratada. Los stanilistas brasileños, en los primeros años tras la fundación del PCB en 1922, recibían aportes de la Internacional Comunista y, en un principio, buscaron aplicarlos, interpretados bajo su punto de vista y sin mayores injerencias en su accionar. Sin embargo, a finales de los años veinte y principios de los treinta, con la influencia más directa de la IC, a través de los “asistentes” soviéticos y el aparato del Secretariado Sudamericano, la actuación del PCB se ajustó a la política internacional de la Unión Soviética, en la que los partidos comunistas terminaban como elementos del juego diplomático soviético y en el que la futura guerra europea tuvo un peso preponderante. Pero, tanto en un momento como en el otro, objetivamente, el cuadro general del comunismo brasileño no sufrió alteraciones. En cuanto a la actuación de los stanilistas brasileños en relación con la solidaridad con otros países latinoamericanos, la ausencia casi total de acción en la Liga Antiimperialista de las Américas y su sección local es indicador suficiente de sus dificultades con el tema.12 Hubo un desplazamiento desde el “agrarismo” versus el “industrialismo”13 —resultante de la visión de una supuesta confrontación en tierras brasileñas entre el imperialismo británico y estadounidense, ignorando determinaciones brasileñas— hacia una acción disciplinada respecto a los dictámenes de la III Internacional en materia de política internacional. Se pasó del sectarismo del “tercer período” a la búsqueda de alianzas antifascistas sin ningún carácter de clase. Así, en un primer momento, se desarrolló la política sectaria del llamado “tercer período” y del “social-fascismo”, en la que se veían revoluciones a la vuelta de cada esquina. Bajo su ala, el PCB, en su I Conferencia Nacional de 1934, llegó a “dibujar” un “mapa” de un futuro Brasil soviético, donde habría repúblicas nacionales negras e indígenas y otros artefactos stanilistas importados sin mayores reservas. Posteriormente, los comunistas brasileños se dirigieron bovinamente —a pesar del “desvío” de las insurrecciones de noviembre de 1935— hacia el llamado frente popular —donde la lucha de clases fue abandonada por el antifascismo— y sus variables “tácticas”, como el tratado firmado por la URSS con la Alemania nazi en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.

Regresando al tema, cuando se examina más detenidamente la producción de los trotskistas brasileños sobre América Latina, es posible hacer algunas observaciones.

En primer lugar, constatar su pequeño volumen. En un sondeo realizado en los catorce periódicos de la prensa trotskista brasileña14 que circularon entre 1930 y 1951, se verifica un total de apenas 32 textos dedicados a América Latina, abordándola como un todo o dedicándose a uno de sus países de manera aislada.15

Este diminuto universo se encuentra en medio de un total de cerca de mil doscientos textos, entre los periódicos que aún hoy se pueden consultar y los que escaparon a la furia devastadora de la represión brasileña. En este conjunto de alrededor de mil doscientos textos, excluidos los dedicados a América Latina, hay, por supuesto, una parte significativa dedicada a la política brasileña y a las acciones de los stanilistas brasileños; otra, por supuesto, está dedicada a temas internacionales, con buena parte del continente europeo en perspectiva —Alemania, España, Francia y la Unión Soviética en particular— y otros continentes, fundamentalmente Asia, con China. Aparte de eso, hay textos dedicados a cuestiones teóricas y otros dedicados a las Internacionales: la Segunda, la Tercera y la Cuarta; estas dos últimas en mayor volumen, pero no enfocadas a cuestiones nacionales sino más en general.

Cronológicamente, los 32 textos están distribuidos como muestra el siguiente gráfico:

En segundo lugar, estos textos pueden acomodarse cronológicamente en dos fases distintas divididas en tres períodos. A la primera fase pertenecen los textos en los que el continente o sus países por sí solos (además, por supuesto, de los que solo informan sobre las actividades o el surgimiento de las secciones latinoamericanas de la internacional trotskista) están inscrpitos en el ámbito de una crítica de la orientación stanilista para los países “coloniales y semicoloniales”. La segunda está compuesta por los textos que tratan de América Latina en su conjunto, dentro del cual se inserta Brasil. Los tres períodos corresponden a los que van de 1930-1935 (con una interrupción entre 1931 y 1932), 1938-1939 y 1946-1947. Tales períodos, a su vez, pueden subdividirse en términos de fases: en la primera se pueden incluir los textos producidos entre 1930-1935 y 1946-1947, y en la segunda, los de 1938-1939.

La crítica que marca el primer período, especialmente en los años 1930-1935, se refiere a la orientación dada por la Internacional Comunista a los países coloniales y semicoloniales, especialmente a los semicoloniales, categoría en la que se había insertado Brasil en el VI Congreso de la IC de 1928. Esta orientación se prolongó, aunque al final de forma mitigada, hasta 1935. Dicha directiva se basaba en el supuesto de que en tales países la revolución socialista debía darse a través de fases específicas que debían ser necesariamente atravesadas, obedeciendo a un determinado orden y secuencia.

Tomando siempre el caso chino como trágico ejemplo la llamada “revolución a retazos” —esta era la forma sarcástica en que los trotskistas brasileños denominaban la revolución por etapas del stanilismo—, en todo este primer periodo cuando los trotskistas evocaban a América Latina o la cuestión del imperialismo, lanzaban su crítica a tal concepción:

El imperialismo es una tendencia innata al capitalismo, y con él se desarrolla. Es, pues, imposible extinguir el imperialismo sin destruir al capitalismo, sin abolir a la propiedad privada de los medios de producción. Pretender lo contrario, como la Aliança Nacional Libertadora; pretender luchar contra el imperialismo sin luchar contra la burguesía nacional; pretender extinguir el imperialismo en territorio nacional sin abolir la propiedad privada, sin convertirla en propiedad socialista, es caminar hacia un fracaso seguro o, apenas, favorecer el imperialismo de una potencia en detrimento del de otras. Es lo que prueba la dura experiencia china. [...] Lo que ocurrió en China en escala de tragedia, se reproduce en Brasil, en escala de comedia.16

A veces esta crítica asumía un tono sarcástico, como lo hacía Livio Xavier:

El PCB ha saltado del picazón “kuomingtanguiana” de 1927 a la Coluna Prestes, de la alianza orgánica a la vinculación con la vanguardia de la pequeña burguesía (?), del “Agrarismo e Industrialismo” del camarada Brandão a la última “pastoral” de la I.C. sobre la cuestión brasileña. Por este último modelo de previsión marxista se tiene la idea de qué pueden ser la teoría y la práctica de la sección brasileña. Pero todos nosotros sabemos que esta no viene desmereciendo a su cuartel general.17

Con una vívida percepción de que la lucha en contra del imperialismo no se hacía siguiendo “etapas”, Livio Xavier pudo anticipar en 1930 lo que ocurriría, en el caso brasileño, en 1935:

Pero los intereses primordiales de la burguesía yankee en relación a la América del Sur no cambiaron: la monopolización de esta parte del mundo como productora de materias primas y como desagüe para su formidable producción industrial a la que no puede dejar de tender para la apertura pacífica o guerrera de nuevos mercados. De cómo se da esta penetración “pacifica” del capital yankee en Brasil tiene más consciencia el cónsul de Estados Unidos en São Paulo que las resoluciones de la I.C. y del P.C.B que pregonan una abstrusa concepción del imperialismo que conduce directamente a la “acción antiimperialista” (manifiestos, ligas y partidos), camino seguro a través del peor confusionismo hacia el “putschismo” (por ejemplo, el caso reciente de Bolivia).18

Curiosamente, a pesar de estar separados en el tiempo, los escritos de 1946-1947 expresan ese mismo espíritu. Es decir, se dedican más a fustigar las orientaciones del PCB y su visión sobre el imperialismo que a buscar iluminar y comprender América Latina y sus conexiones con Brasil. En realidad, sólo aquí hay unos pocos textos que poseen tal perspectiva, pues la mayoría aplastante de los textos de ese período se dedican a anoticiar y comentar o la acción de las organizaciones trotskistas (específicamente en el caso de Bolivia) o episodios coyunturales involucrando la lucha de los trabajadores de países sudamericanos.

Sin embargo, hay aquí un sutil movimiento de cambio, que iría a concretarse en el segundo período, pero que no introdujo alteraciones en las características de ese primer momento. Los trotskistas brasileños habían iniciado en 1930 “la más consistente reflexión desde el punto de vista marxista sobre la formación social brasileña”:19 el texto de Mario Pedrosa y Livio Xavier, “Esboço de uma análise da situação económica y social do Brasil”.20 En particular, para la coyuntura de 1930, “Esboço…” dejó de lado las formulaciones y la visión simplista del PCB, tomadas de los modelos de la Internacional Comunista para los llamados “países coloniales y semicoloniales”, creados durante la hegemonía del llamado “Tercer Período”, que apenas veían en Brasil enfrentamientos entre el campo y la ciudad, entre conservadores y progresistas, entre los imperialismos inglés y americano. El texto de Pedrosa y Xavier indica, por un lado, que el desarrollo de las fuerzas productivas brasileñas resultó en una centralización del aparato de Estado y, por otro, en los acuerdos de compromiso y conciliación entre las facciones políticas burguesas regionales en disputa. Pero los trotskistas consideraron que era necesario profundizar el análisis. Mario Pedrosa, en 1938, en una carta a Livio Xavier describía esta transformación:

No se puede abstraer ni por un minuto la contradicción de las dos tendencias fundamentales de la economía de Brasil: dirección del mercado interno, dirección del mercado externo. Por cierto, esa contradicción tan visible ya, ahora es determinante [...] Por cierto, ¿cómo explicar la inconciliabilidad, ante todo, pese a todo, permanente, entre PRP y PC allí en S. Paulo, por ejemplo? Otro actor que no se puede abstraer ni subestimar es el fenómeno constante de la pérdida de la hegemonía del café, apenas iniciada en [19]30 pero sobre todo pronunciada después de 1932, con la nueva coyuntura favorable surgida en 1934. [...] No se puede tampoco menospreciar el brote industrial ocurrido desde 1930 (sobre todo 1932) que tuvo como consecuencia una lucha mucho más pronunciada enre intereses industriales y agrarios que en 1930, cuando apenas se esbozara [...]. Por todos estos factores económicos de enorme importancia y que en [19]30 apenas se esbozaban, es que temo que poner el problema exclusivamente sobre las bases de análisis de [19]30, es arriesgarse a no aprehender la situación en toda su complejidad económica actual, quedando en términos mucho más generales y tal vez demasiado políticos. Había en el análisis de [19]30 (y algunas veces intercambiamos ideas al respecto, y acuérdate que por decirlo tácitamente, principalmente a partir de [19]32, nosotros, vos y yo, siempre buscamos completar las deficiencias de aquel análisis al respecto) una relativa deficiencia en la cuestión del imperialismo que haciendo una reacción justa a las fantasías maniacodepresivas de Brandão - Ast.[rojildo] de 1929-30 en materia de imp.[erialismo] no conseguía, entretanto, a pesar de los esfuerzos, salir de una definición casi doctrinaria y abstracta del factor imperialista [...]. Después, ante el fracaso demasiado escandaloso del esquema Brand.[ão], el mismo p.[artido] dio un nuevo giro y no sólo adoptó n.[uestras] posiciones sobre la cuestión, e incluso fue más allá. Con nosotros se daba precisamente lo contrario, por lo menos nuestro esfuerzo iba en un sentido contrario —partir de las generalizaciones de los 30 para llegar a una aproximación bastante concreta o precisa de las posiciones de los diversos imp.[erialismos] en el país. Y cuando todo el mundo se lanzó a hablar solamente en luchas de bloques regionales alrededor del bloque central como única explicación de los acontecimientos pol.[íticos] desde 30, nosotros, al contrario, sentíamos cada vez mayor necesidad de completar el esquema de [19]30 y sobre todo de evitar por todos los medios su simplificación.21

Este cambio de enfoque es perceptible en los artículos publicados, la mayoría sin firma, en las páginas de O Homem Livre, órgano del Frente Única Antifascista, donde se examinan los imperialismos británico o estadounidense, tanto en la esfera mundial como en el continente americano y en América Latina. Pero es esencial entender dichos textos como integrantes de ese movimiento de comprensión más amplio del fenómeno imperialista, sin que hubiera, sin embargo, un enfoque más específico sobre América Latina, entendida como una unidad cultural y política de la que Brasil forma parte.

A su vez, para el segundo período hay un cambio sustancial en la apreciación de los trotskistas brasileños respecto de Latinoamérica.

Al principio de este segundo período todavía es posible encontrar, en el examen de la cuestión del imperialismo, un texto afín a la postura prevalente hasta 1935. En él, el enfoque queda restringido a la lucha de genéricos “países coloniales o semicoloniales”, en la defensa de sus intereses en favor de la dictadura del proletariado y en contra de las posiciones del stanilismo en favor del llamado “imperialismo democrático”, es decir, de Estados Unidos:

La salida de la situación actual no está en la democracia vaga que nunca existió en Brasil, ni en ningún otro país colonial o semicolonial, sino en la dictadura del proletariado, que a la cabeza de todos los explotados y encarnando los intereses de todo el pueblo, realizará las tareas de la revolución democrática y nacional libertadora, tareas que la burguesía nacional ya no está en condiciones de realizar. [...] El problema consiste, pues, en elegir entre las dos alternativas siguientes: o marchar con el “grupo de republicanos” del 16 de Julho, con el stanilismo, con los Pedro Aleixo, generales Pantaleão Pessoa y Cia para la defensa del imperialismo “democrático” y para la restauración de las miserias e infamias de la 2a República; o caminar con el proletariado y con las masas trabajadoras de las ciudades y de los campos, bajo la bandera de la revolución proletaria, bajo la bandera de Marx-Lenin-Trotsky, bajo la bandera de la 4a Internacional, para la liberación de todos los explotados, para la dictadura del proletariado y para el socialismo.22

Poco tiempo después, sin embargo, este enfoque empezó a cambiar. Brasil, con referencia al imperialismo estadounidense, pasó a ser examinado en comparación con otros países latinoamericanos. El dirigente del Partido Operário Leninista, Febus Gikovate, señalaba la paradoja de una medida de Vargas (el decreto de clausura de las escuelas extranjeras —alemanas, italianas, japonesas, judías, etc.) que era presentada como un acto contra la infiltración fascista, cuando, en realidad, se trataba de un acto realizado por una “dictadura policial-militar que copia los métodos fascistas”: “no se puede combatir el fascismo en nombre de principios brutales y reaccionarios”. Gikovate amplifica esta paradoja cuando, al destacar que tal acción fue una demanda del imperialismo estadounidense, compara la actuación de Estados Unidos con México y con Brasil:

Los Estados Unidos que imponen a Getulio esta medida “democrática” aparecen en este momento como defensores de los magnates americanos, dueños de las explotaciones petrolíferas, expropiadas por el gobierno de México, que hace décadas chupan la sangre del proletariado y del pueblo mexicano. El acto de Cárdenas, típicamente antiimperialista e impuesto por las organizaciones obreras y populares de Mexico, encuentra la más viva oposición por parte del “campeón de la democracia Roosevelt”. ¿Cómo esperar de un gobierno completamente enfeudado a Estados Unidos medidas que puedan beneficiar directa o indirectamente las masas trabajadoras? ¿Cómo aplaudir un acto que trae el sello de la lucha antimperialista que atinge una agudeza extrema en vísperas de la guerra, en el período de preparación febril para la carnicería mundial?23

Además de adoptar un país latinoamericano como elemento de comparación con Brasil (recordemos que anteriormente el término preferencial de comparación era China), aquí ya es importante retener otra cuestión: la de la conexión entre los visibles preparativos para los futuros combates de la Segunda Guerra Mundial y las iniciativas de control político y económico que los Estados Unidos realizaban entonces para consolidar su poder en el continente latinoamericano. Por fin, con la paradoja resaltada por Gikovate, es decir, la de defender la “democracia” contra el fascismo para efectos externos, e internamente continuar empleando métodos fascistas, los trotskistas pasaron a utilizarlo desde aquel momento. Es importante subrayar que dicha forma de comprensión sobre el gobierno de Vargas destacada por los trotskistas fue finalmente utilizada por otras corrientes políticas, incluso conservadoras, en un primer momento de modo cauteloso y blando, cuando tuvo lugar la campaña por la entrada de Brasil en la Segunda Guerra en 1942, y más tarde, en 1945, de forma enfática para el derrumbe de Vargas.

En el número siguiente de A Luta de Classe, en septiembre de 1938, POL retomó la cuestión mexicana. En esta ocasión utilizando un texto del propio Trotsky sobre el boicot de Gran Bretaña al petróleo de México, donde el dirigente de la IV Internacional identificaba al gobierno inglés como agente de los explotadores de petróleo e integrante de una campaña internacional contra el gobierno de Cárdenas:

El gobierno del Sr. Chamnberlain demostró con un cinismo absolutamente sin precedentes que las ganancias de los bandidos imperialistas están para él por encima de los intereses del Estado. ¡Es esta la conclusión fundamental que las masas y los pueblos oprimidos deben recordar!24

El año siguiente los trotskistas brasileños volvieron aún más claro su acercamiento a las cuestiones latinoamericanas. En diciembre de 1938, en la ciudad de Lima, Perú, ocurrió la VIII Conferencia Panamericana. En su documento final, pese al carácter de recomendación (como resultado de las resistencias de Argentina), la Conferencia reafirmaba la solidaridad continental, enfatizando que, en caso de intervención exterior en el continente en lo que se refiere a las cuestiones americanas y, más, en caso de que existieran amenazas a la paz y a la integridad territorial de cualquier país miembro, los demás países deberían unirse para repelerlas. Además, la Conferencia adoptó principios que tenían como meta las actividades de Alemania, Japón e Italia en el continente, como la restricción a los derechos de minoría y a las actividades políticas de los extranjeros. Además, en el campo económico, condenó los tratados comerciales basados en permutas, incluyó productos alemanes en la “lista negra”, etc. Ante los resultados de la Conferencia, los trotskistas aclararon lo que sucediera allí:

La reciente conferencia de Lima marca el inicio de la vigorosa contraofensiva del capital financiero norteamericano a la penetración de los imperialismos alemán y japonés en América. Representa también una etapa avanzada de la realización del plan de poner en práctica la doctrina Monroe: la América para el imperialismo yankee. En la nueva fase de redistribución del mundo entre potencias imperialistas [...], el imperialismo yankee toma posición y reserva América para su influencia exclusiva.25

El artículo proseguía afirmando que la Conferencia había sido otra batalla en la guerra entre los que se denominaba los “imperialismos hambrientos” (Alemania, Italia y Japón) y los imperialismos coloniales (Francia e Inglaterra) y el estadounidense.26 Retardatarios en el “reparto del mundo”, los hambrientos se volcaron hacia aquellas regiones que estaban por fuera de los “imperios coloniales cerrados” y, por ello, encontraron en América Latina un campo promisorio. Dicha forma de acción se había revelado para Alemania, en particular. En Brasil, en 1937, Alemania había llegado a alcanzar el primer puesto entre los exportadores, aunque sea importante resaltar que parte significativa del incremento comercial de Alemania, Italia y Japón se había dado en detrimento de Francia e Inglaterra y como resultado de las nuevas formas de comercio adoptadas por los “hambrientos”. Ante dicha penetración en los países latinoamericanos, prosigue el texto, el imperialismo se había decidido a contraatacar los “hambrientos”.

La bandera para esta ofensiva ya estaba lista. Se trataba de oponer la democracia burguesa al fascismo como dos regímenes políticos irreconciliables entre los cuales se iría trabar la batalla de la que dependería el destino de la humanidad. Se escamoteaba el contenido económico de la lucha interimperialista, surgiendo en su lugar dos ideologías desprovistas por completo de toda base material [...]. También el imperialismo americano decidió lanzarse a la contraofensiva a nombre de la democracia, erigiéndose como defensor de toda América, en contra de las amenazas inminentes de invasiones fascistas partidas de Europa.27

Los trotskistas, además, desmontaron, otra vez, el discurso de la “democracia” versus fascismo al recordar que, de los veinte países latinoamericanos reunidos en Lima, en aquel momento solamente tres (Chile, Colombia y México) poseían un régimen democrático, mientras que en otros dos (Argentina y Cuba) había lo que podría llamarse semidictaduras. En los otros quince, que en la Conferencia habían hablado en defensa de la “democracia” contra el fascismo, “campea sin disimulo la dictadura policial-militar más feroz”. En el caso de Brasil, los trotskistas consideraban que defender la democracia bajo el régimen del Estado Novo era “un verdadero escarnio lanzado a la clase trabajadora y al pueblo trabajador de Brasil.”28

En fin, dejaban claros los objetivos del imperialismo estadounidense y de su presidente Roosevelt, que eran los de asegurar “el dominio económico y militar de toda América, como primer paso en la lucha por la hegemonía mundial”. Esto garantizaría la riqueza anhelada por el imperialismo estadounidense:

En realidad, Brasil y otros países semicoloniales son el campo de batalla de la lucha interimperialista que ha alcanzado ahora una intensidad nunca vista. Americanos, ingleses, alemanes e italianos ven en estos países fuentes de materias primas y posibilidades de una tasa de explotación tentadora para el exceso de capitales, en virtud del precio vil de la fuerza de trabajo nacional. El atraso económico de estos países, la miseria de los trabajadores de la ciudad y de las poblaciones del campo, son las consecuencias inevitables de la explotación imperialista, ya sea de los explotadores americanos o alemanes. Los gobiernos opresores como el de Getulio o Benavides son indispensables para impedir la revuelta de las masas oprimidas contra los explotadores imperialistas y sus aliados, los burgueses y latifundistas nacionales.29

Concluyendo el texto con un llamado a la revolución, los trotskistas, sin embargo, no dejaban de criticar a los stanilistas latinoamericanos por su postura, dimanada de la política de frente popular, de vislumbrar como una salvación la protección de los Estados Unidos frente a la agresión fascista, hecho que, para A Luta de Classe, abriría “el camino para la intensificación de la explotación imperialista y para el refuerzo de las claques dirigentes locales”, dejando de lado el verdadero enemigo: el imperialismo, “con o sin camisa de aliado de las dictaduras policiales militares.”30

A continuación, ahora en las páginas del órgano del Comité Regional de São Paulo del PCB (Dissidência Pró-Reagrumento da Vanguarda Revolucionária),31 se discutió el acuerdo económico firmado entre Brasil y Estados Unidos tras la Conferencia de Lima. Dicho acuerdo, en sus principales puntos, trataba de la liberación del cambio para facilitar la transferencia de ganancias de capitales empleados en Brasil por ciudadanos estadounidenses y del retorno al pago de la deuda externa brasileña, que había sido suspendido hacía algunos años. Dicho acuerdo, marcaba la “sujeción completa de la economía brasileña al imperialismo yankee” que, a su vez, garantizaba con eso una importante conquista en el proceso de asegurar el control de América Latina. Para hacer frente a este escenario, los trotskistas proponían un programa antiimperialista cuya base sería la conquista de las “más leves concesiones democráticas”, que, a su vez, producirían la movilización de los trabajadores

contra la protección escandalosa a las gananciosas empresas imperialsitas americanas; contra la exportación de nuestro oro a las arcas de los banqueros de Wall Street; contra el reinicio del pago de la deuda externa; contra la transformación del Brasil en apéndice de los Estados Unidos; contra la deformación intencional de nuestra economía; contra la mutilación de las posibilidades de desarrollar, por poco que sea, la industria y el mercado interno. [...] La lucha contra el imperialismo americano no permite transigencia de ningún tipo con los agentes hambrientos de los imperialismos famélicos. La lucha antiimperialista es una sola. El proletariado y las masas trabajadoras no distinguen entre explotadores fascistas y “democráticos.”32

Ante el inminente desencadenamiento de la guerra, los trotskistas brasileños juzgaron importante divulgar un artículo de León Trotsky publicado originalmente en diciembre de 1938, en donde exponía las posiciones defendidas por Lenin ante el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En él, Trotsky resaltaba las ideas de Lenin para mostrar cómo la guerra de 1914-1918 ya no era como las guerras anteriores de carácter nacional y por las que se formaron estados en que las fuerzas productivas y culturales se habían podido desarrollar. Pero su transformación, especialmente en el continente europeo, en Estados de capitalismo monopolista o imperialista, llevó a su decadencia, pues las fuerzas productivas ya no cabían en los límites del Estado nacional. Ello indujo a que los imperialismos buscaran, a través de nuevas guerras, rediseñar y redefinir el mapa del planeta. Es decir, las guerras nacionales dieron lugar a las guerras imperialistas, desarrollando así un carácter completamente reaccionario.

Trotsky se apoyaba en esto para examinar, a partir de los problemas tratados por Lenin, cuestiones que se planteaban en el ámbito de los llamados países coloniales y semicoloniales:

El imperialismo despótico de las naciones avanzadas no puede existir sino porque en nuestro planeta existen naciones atrasadas, pueblos oprimidos, países coloniales y semicoloniales. La lucha de los pueblos oprimidos por su unificación e independencia nacionales tiene un carácter doblemente progresista, ya que, por un lado, prepara para ellos mismos condiciones propicias para su evolución y, por otro lado, asesta golpes al imperialismo. De esto resulta, en particular, que en la lucha entre una civilizada y democrática republica imperialista y una monarquía atrasada, bárbara, en un país colonial, los socialistas estarán enteramente al lado del país oprimido, a pesar de ser una monarquía, contra el país opresor a pesar de que sea una “democracia”.33

A ese propósito, en una entrevista concedida al sindicalista argentino Mateo Fossa (1896-1973) en septiembre de 1938 en México, Trotsky desarrolló este mismo argumento utilizando Brasil como ejemplo:

Tomo un ejemplo claro y sencillo. En Brasil gobierna un régimen semifascista al que todo revolucionario debe odiar. Supongamos, sin embargo, que mañana Inglaterra entrara en conflicto militar con Brasil. Yo le pregunto: ¿de qué lado del conflicto debería estar la clase trabajadora? De mi parte, yo le respondo: en este caso estaré del lado del Brasil “fascista” contra de la Inglaterra “democrática”. ¿Por qué? Porque en el conflicto entre ellos no se trata, de ninguna manera, de una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra venciera, instalaría otro fascisa en Rio de Janeiro y le pondría nuevas y más pesadas cadenas al Brasil. Al contrario, si el Brasil triunfara, esto daría un poderoso impulso a la conciencia nacional y democrática del país, y llevaría al derrumbe de la dictadura de Vargas. Al mismo tiempo, la derrota de Inglaterra sería un golpe al imperialismo británico. En fin, hace falta tener una cabeza vacía para reducir los antagonismos mundiales y los conflictos militares a la lucha entre fascismo y democracia. Es necesario saber reconocer los explotadores, los esclavistas y los bandidos debajo de cualquier mascara.34

Sin embargo, aparentemente sus camaradas del Brasil no vieron con simpatía la analogía, en especial, una especie de concesión a Vargas, a quien los trotskistas brasileños rechazaban completa e incondicionalmente. Esto hizo que esta entrevista sólo se publicara en Brasil más de medio siglo más tarde. Como sabemos por su correspondencia con Charles Curtiss, Pedrosa enviaba el Boletín de Información del Bureau Americano-Oriental de la IV Internacional a sus camaradas de Brasil —como puede confirmarse a través de la traducción y la publicación de una serie de notas del Boletín en la prensa trotskista brasileña. Por esto es muy improbable que los trotskistas brasileños no hayan tenido acceso a la entrevista de Fossa con Trotsky, ya que salió publicada tanto en el Boletín de Información, dedicado al Congreso de fundación de la IV Internacional, como en el semanario del SWP, el Socialist Appeal.

Trotsky proseguía su texto recordando que los objetivos del imperialismo no se habían alterado, es decir, la conquista de colonias, de mercados, de fuentes de materias primas, el dominio de segmentos de influencia, encubiertos bajo el discurso chovinista de la defensa de la patria, de la paz y de la democracia. Sin embargo, Trotsky resaltaba lo que había cambiado a lo largo de los veinticinco años desde que Lenin había discutido la cuestión, especialmente en relación con los países coloniales:

El imperialismo asumió un carácter aún más despótico y opresor. Su expresión más lógica llegó a ser el fascismo. Las democracias imperialistas bajaron algunos eslabones y se convirtieron, de modo natural y orgánico, en fascismo. La opresión colonial se vuelve tanto más insoportable cuanto más se va despertando, en los pueblos coloniales, el afán de independencia nacional. En otras palabras, todos aquellos rasgos que están en la base de la doctrina de Lenin sobre la guerra imperialista asumieron ahora un carácter incomparablemente más fuerte y agudo.35

Asimismo, Trotsky no dejó de subrayar lo que se acreciera en aquellos veinticinco años en lo que se refiere al campo del movimiento de los trabajadores:

Si Lenin, hace un cuarto de siglo, clasificó de social-chovinismo y social-traición el pasaje de los socialistas para el lado del imperialismo nacional so pretexto de defender la democracia y la cultura, en la hora actual resulta, conforme los principios de Lenin, mucho más criminal. No es difícil adivinar cómo llamaría Lenin a los actuales dirigentes de la Internacional Comunista —que resucitaron todos los sofismas de la Segunda Internacional, ahora cuando la descomposición de la civilización capitalista es mucho más profunda. La paradoja fatal consiste en que los mismos epígonos de la Internacional Comunista, habiendo convertido su bandera en un trapo sucio para barrer el piso detrás de la oligarquía del Kremlin, llaman “renegados” a aquellos que permanecen fieles a la doctrina del fundador de la Internacional Comunista.36

En fin, los trotskistas brasileños agregaron un elemento más a su arsenal teórico en el sentido de la comprensión de las peculiaridades bajo las que vivían los países latinoamericanos, en especial el peso sumado por el imperialismo estadounidense en el sentido de reforzar sus poderes en el continente.

Curiosamente, los dos últimos textos que trataban de América Latina, a pesar de que difícilmente los trotskistas brasileños conocieran en aquel momento su real autoría, eran de Mario Pedrosa. Esos manifiestos de Pedrosa llevaban la firma, respectivamente, de la sección estadounidense de la IV Internacional, el SWP, y del Bureau Americano-Oriental de la IV Internacional. A pesar de estar fechados y publicados originalmente en los marcos de circunstancias distintas (justo después de la Conferencia de Lima y al inicio de la Segunda Guerra Mundial, respectivamente), en ambos el foco estaba puesto sobre el escenario que se dibujaba para los países latinoamericanos. Es decir, sus relaciones con el imperialismo estadounidense, en las que se prefiguraba un más intenso e incisivo control de éste sobre aquéllos.

El manifiesto de Pedrosa firmado por el SWP fue publicado en Brasil en un boletín del Comitê Pró-Reagrupamento da Vanguarda Revolucionária do Brasil, compuesto por el POL y por el Comitê Regional del PCB de la Região de São Paulo (Dissidência Pró-Reagrupamento da Vanguarda) —que en aquel mismo mes de agosto de 1939 se transformó en Partido Socialista Revolucionário.37 En este manifiesto, Pedrosa y el SWP llamaban la atención sobre una particularidad en relación con América Latina en las acciones de los Estados Unidos que entonces se dibujaban con vistas a la guerra. Mientras en otras partes del mundo el gobierno estadounidense desarrollaba acciones puramente económicas (“guerra contra el control comercial, restauración de la completa libertad de comercio, por la reducción de los derechos de importación, préstamos, etc.”), en el continente americano eran más políticas. Es decir, el accionar estadounidense se volcaba a la búsqueda de “declaraciones colectivas contra los agresores y propuestas de formación de alianzas defensivas con planes de estrategia militar”. Las acciones en América Latina, además de monopolizar los mercados y sus respectivas materias primas, especialmente las destinadas a fines bélicos, tenían como meta transformar el continente latinoamericano en la “base físico-económica y estratégica” de las batallas por la dominación mundial. Asimismo, el conjunto de acciones estadounidenses, en primer lugar, ubicaba objetivamente a los países latinoamericanos en la condición de neocolonias. En segundo lugar, al utilizar las materias primas para fines bélicos en la fabricación de un inmenso arsenal y ofrecer su protección militar en razón de la inminente guerra, utilizaría estas armas “a fín de sofocar el movimiento revolucionario de las masas en la lucha por la independencia nacional de los países semicoloniales”. Dichas acciones contaban aún, en defensa de la “democracia”, con el apoyo de los gobiernos del continente, en su mayoría, como ya hemos visto, dictaduras.

El manifiesto concluye afirmando que sólo el combate antiimperialista, en sus variedades “fascistas” y “democráticas”, sería capaz de poner fin a esa dominación neocolonial:

En los países dependientes y semicoloniales de América Latina, la lucha conra el fascismo no se puede manifestar de otra forma sino por la lucha contra el capital financiero, es decir, contra el capital financiero americano que es nuestro principal dominador y opresor en los dos continentes, y contra sus agentes nativos. La burguesía nacional de los países de América Latina no solo no puede conducir la lucha por la independencia nacional en la medida en que se convierte en un mero agente del imperialismo yankee. Toda la tarea de liberación de los países de América Latina recae por lo tanto sobre los hombros obreros y campesinos, en su lucho contra los imperialistas y sus explotadores nacionales. [...] Pero esta lucha tiene que ser dirigida por la independencia nacional; por la revolución agraria, distribuyendo la tierra entre los que la trabajan; por la expropiación de los monopolios extranjeros; por los derechos democráticos ilimitados al pueblo y por la mejora de las condiciones de vida de las masas. Este es el único programa que puede emancipar a los millones de esclavos latinoamericanos de la opresión imperialista, del fascismo y de las dictaduras criollas.38

El manifiesto de Pedrosa no finalizaba, sin embargo, sin denunciar la participación del stanilismo como fuerza auxiliar del imperialismo estadounidense:

Pravda, órgano personal de Stalin, en su edición de 17 de abril de este año [1938, dk], incita a los Estados Unidos a adoptar una “política exterior más activa” y a entrar en una “acción común con todos los elementos democráticos de América Latina, como el único medio posible para resistir a las fuerzas destructivas del fascismo”. Así, mientras Roosevelt arrastra los dictadores y führers de América Latina para el “frente democrático antifascista”, los stanilistas, a su vez, tratan de arrastrar para lo mismo los líderes populares antiimperialistas. La suprema esperanza de Stalin está en Wall Street, y él se esfuerza por demostrar cuánto puede ser útil a esa ciudadela imperialista.39

El último texto de esta fase “latinoamericana” es otro manifiesto, una vez más de autoría de Mario Pedrosa, ahora bajo la firma del Bureau Americano-Oriental de la IV Internacional.40 Dicho manifiesto fue escrito y difundido inmediatamente después del desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, con la invasión de Polonia por el ejército alemán. En el manifiesto de Pedrosa y del Bureau se reiteraba que los latinoamericanos no deberían dejarse seducir por los discurso patrióticos, por la paz o por la democracia y, por lo tanto, no posicionarse al lado de Hitler y de Stalin, tampoco de Chamberlain, Daladier y Roosevelt. Tocaba a los trabajadores defender sus propios intereses, confrontándose con los intereses imperialistas y aprovechar la nueva guerra mundial, promovida por los imperialismos para realizar la nueva división del planeta, a fin de conseguir sus objetivos. Nuevamente, los trotskistas convocaban los trabajadores a no olvidarse de los stanilistas, aquellos que poco antes los habían dejado indefensos ante el fascismo por haber concertado una alianza con los nazis: “Expulsad de vuestras filas, con igual energía, a los fieles agentes del traidor Stalin, furibundos partidarios, ayer, de la guerra “democrática” contra el agresor fascista y hoy defensores de la pérfida alianza entre Stalin y Hitler.”41

Cuando Pedrosa escribió el manifiesto, apenas se sabía de la convocatoria a una reunión continental de Ministros de Relaciones Exteriores en Panamá, pero ya era posible deducir que Estados Unidos harían enfáticos movimientos en el sentido de dar pasos finales hacia el absoluto control sobre los países latinoamericanos. En la I Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores realizada en Panamá entre 23 de septiembre y 3 de octubre de 1939, como se sabe, quedó decidido que el continente mantendría su neutralidad ante el conflicto europeo. A continuación, en la II Reunión de Consulta, realizada en La Habana entre 21 y 31 de julio de 1940, se discutió la ocupación de Francia y Holanda por los alemanes. Esto porque ambos países poseían colonias en América Latina. Así, quedó decidido que cualquier intento de un Estado no americano contra la integridad o inviolabilidad del territorio, soberanía o independencia política de un Estado americano, sería tomada como una agresión a los demás. En la III Reunión, ocurrida en Río de Janeiro entre el 15 y el 28 de enero de 1942, inmediatamente después de la entrada de Estados Unidos en la guerra en diciembre del año anterior, los estadounidenses encaminaron allí pasos decisivos en la ruptura de relaciones diplomáticas del continente con los países del Eje. Canadá entró en guerra al principio, en septiembre de 1939. Después, incluso antes de la III Reunión y tras el ataque de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua, Guatemala y Cuba declararon guerra a los países del Eje. A lo largo de 1942, México y Brasil hicieron lo mismo. El año siguiente lo hicieron Bolivia, Colombia y Ecuador. En el período final de la guerra, en 1945, de manera prácticamente formal, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, Argentina y Chile declararon guerra.

Para que sea posible comprender mejor este movimiento de acentuación de la percepción del papel de Brasil en el continente latinoamericano en el sentido de su integración y no de su apartamiento, es importante levantar algunas cuestiones. Dicho cambio de enfoque no se puede decir que sea un producto directo, pero sin dudas recibió la influencia de tres factores que se conjugan y superponen, sin que haya acentuada predominancia de uno u otro.

El primero fue la llegada de León Trotsky a México. Cuando el revolucionario soviético llegó a México el 9 de enero de 1937, en su primera declaración en suelo latinoamericano afirmó que entre sus planes para aquel momento estaba el de adquirir profundo conocimiento sobre México y América Latina pues evaluaba que su dominio sobre estos temas era insuficiente.42 Cuando el lugar de exilio de su principal militante se desplazó de Europa a América Latina, el conjunto de la militancia trotskista pasó en consecuencia a buscar ampliar y solidificar su comprensión sobre aquel continente. Este conocimiento, como puede percibirse en las publicaciones de los trotskistas y en la creación de varios otros medios, como Clave, dirigida por Trotsky y sus compañeros mexicanos, experimentó un significativo crecimiento.43

A esto se conectó el segundo factor: la partida de Mario Pedrosa al exilio en 1938 y su actividad en el Secretariado Internacional de la IV Internacional. Esta estancia de Pedrosa, en un primer momento en París, donde fue uno de los organizadores del Congreso de fundación de la IV Internacional, y después en Nueva York, donde asumió la responsabilidad atribuida en el Congreso de Paris de dirigir las secciones latinoamericanas, también hizo que buscara comprender más profundamente el continente. Esto hizo que Pedrosa profundizara la atención sobre el papel del imperialismo, en especial estadounidense, en el continente, en primer lugar y, después, perfeccionara la comprensión de su rol en Brasil. Eso lo llevó, como vimos, a valorar el papel del poderío yankee en el desarrollo político reciente de Brasil, haciendo que revisara algunos puntos del ya mencionado “Esboço…”, escrito juntamente a Livio Xavier, en el que inicialmente se había puesto en primer plano las relaciones regionales en Brasil.

El examen más profundizado de la actuación del imperialismo estadounidense en relación con Brasil y América Latina fue realizado en el exilio por Pedrosa, para quien, como responsable de las cuestiones latinoamericanas en el ámbito de la dirección de la IV Internacional, las disputas entre los diversos imperialismos y, en particular, la actuación estadounidense en América Latina fueron todavía más resaltadas. Esto dejará en la trayectoria de Pedrosa una marca que no se borrará. Dichas reflexiones respecto a la actuación del imperialismo yankee en América Latina y, en especial, en Brasil llevaron a que Pedrosa buscara profundizar la comprensión de su papel en el continente latinoamericano y que tomaron forma, décadas más tarde, en la publicación de sus libros A opção brasileira y A opção imperialista.44

Por fin, el último factor a destacar estuvo en los prenuncios, en los preparativos y en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en particular poniendo el foco en las acciones del imperialismo yankee en el sentido de hacer que los países latinoamericanos quedaran incondicionalmente a su merced. La construcción de ese férreo control por parte del imperialismo estadounidense, con sus medidas políticas y económicas, permitió una comprensión más clara de que el conjunto de los países latinoamericanos poseía más lazos en común de lo que se creía en tierras brasileñas. Esto permitió vislumbrar con más claridad tales lazos como resultado de su condición “semicolonial”, poniendo en jaque las engañosas apariencias de orígenes culturales y políticos diferentes que la colonización española o portuguesa inducían a creer.

Innegablemente este conjunto de textos señalaba pasos concretos en el sentido de una integración continental, bajo el ángulo del movimiento obrero, en especial en el campo trotskista. Sin embargo, tal como ocurriera en la época del frente único antifascista en 1934, sucedería un nuevo anticlímax. Esta vez, como sabemos, conjugó diversos factores cuya combinación determinó un retroceso en relación a lo que se había erigido entre 1938-1939. Nos referimos a la escisión de la que Mario Pedrosa tomó parte a principios de 1940 en Estados Unidos en el ámbito de la dirección de la IV Internacional y del SWP, y que determinó su alejamiento de la dirección y de las filas trotskistas, con la consecuente ruptura de comunicaciones entre la IV Internacional y su sección brasileña. Dicha ruptura se agravó debido al recrudecimiento de la Segunda Guerra. A ello se sumó la constante represión del gobierno de Getulio Vargas contra el movimiento de los trabajadores. Como ya indicamos, tales episodios tuvieron como resultado una especie de “retroceso”, a mediados de los años cuarenta, hacia concepciones más cercanas a aquellas que los trotskistas brasileños postulaban a comienzos de los años 1930. Ese cuadro, sin embargo, sería superado solamente en los años 1950, cuando una nueva generación del trotskismo brasileño, su tercera generación, reunida en torno al Partido Operário Revolucionário (POR), empezó a desarrollar una actuación en la que la cuestión latinoamericana fue retomada con énfasis, especialmente debido a los vínculos establecidos con la sección argentina de la IV Internacional.

[Dainis Karepovs, “Os trotskistas do Brasil
e América latina nos anos 1930 e 1940”
.
Traducción del portugués
de Lucas Duarte]

Referencias

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----------A opção imperialista, Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1966.

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Resumen

Este texto analiza cómo los seguidores de León Trotsky en Brasil incorporaron, entre 1930 y 1947, a sus concepciones teóricas y políticas la comprensión de la existencia de una unidad continental entre los países latinoamericanos y su importancia en el enfrentamiento con el imperialismo estadounidense.

Palabras Clave: Trotskismo brasileño; América Latina; Imperialismo; Livio Xavier (1900-1988); Mario Pedrosa (1900-1981)

 

Trotskyists in Brazil and Latin America and Latin America in the 1930s and 1940s

Abstract

This text discusses how Leon Trotsky’s followers in Brazil incorporated, between 1930 and 1947, into their theoretical and political conceptions the understanding of the existence of a continental unity among Latin American countries and its importance in the confrontation with American imperialism.

Key Words: Brazilian Trotskyism; Latin America; Imperialism; Livio Xavier (1900-1988); Mario Pedrosa (1900-1981)

Recibido: 12/08/2021

Aceptado: 03/10/2021


* Magíster y Doctor en Historia por la Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas de la Universidade de São Paulo y posdoctor en Historia por el Instituto de Filosofia e Ciências Humanas de la Universidade Estadual de Campinas. Coautor de Na Contracorrente da História (Sundermann, 2015) y autor de Pas de politique Mariô! Mario Pedrosa e a política (Ateliê; Editora da Fundação Perseu Abramo, 2017).

1 Este texto es una versión iniciada a partir de la ponencia presentada en la conferencia The Impact of Leon Trotsky on the Thought and Politics of Latin America, patrocinada por el Stanford Center for Latin American Studies, realizado en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, 23 de marzo de 2017; y concluida en la conferencia realizada en las Xas Jornadas de Historia de las Izquierdas: Dos décadas de historia de las izquierdas latinoamericanas. aniversario y balance, patrocinadas por el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas, 21 de noviembre de 2019, Buenos Aires, Argentina.

2 Joseph Hansen, “Go Forward – Time to learn Spanish!”, en: Socialist Appeal (Órgano oficial semanal del Socialist Workers Party, sección estadounidense de la Cuarta Internacional), Vol. IV, nº 48, New York, 30/11/1940, p. 4.

3 Luís Cláudio Villafañe Gomes Santos, A América do Sul no discurso diplomático brasileiro, Brasília, Fundação Alexandre de Gusmão, 2014, pp. 25-26.

4 A redação, “A ‘Revista Americana’”, en Fundação Alexandre de Gusmão (org.), Revista Americana: Uma iniciativa pioneira de cooperação intelectual (1909-1919), Brasilia, Senado Federal, 2001, p. 19.

5 Wilhelm Hofmeister, “No obediencia, pero mayor interdependencia: la relación del Brasil con sus vecinos”, en Sérgio Costa, Hartmut Sangmeister y Sonja Steckbauer (orgs.), O Brasil na América Latina: Interações, percepções, interdependências, São Paulo, Annablume, Adlaf, Fundação Heinrich Böll, 2007, p. 66.

6 Carlos Pereyra, “Prólogo”, en Manoel Oliveira Lima, Formación histórica de la nacionalidad brasileña, Madrid, Editorial América, 1918, p. 13.

7 Constantino Paleólogo, Brasil en América Latina: Una experiencia de periodismo internacional, Rio de Janeiro, Edições O Cruzeiro, 1960, p. 14. La revista mencionada es la edición latino-americana de O Cruzeiro.

8 Formulado en 1905, el análisis de Manoel Bonfim ponía en jaque la noción de que el atraso político y económico de América Latina resultaba de la alegada “inferioridad” de sus pueblos y la inaptitud de sus habitantes al progreso y a la vida “civilizada y culta”; en realidad, serían victimas del “parasitismo colonial” y del proyecto oportunista de las clases dirigentes locales de sacarles el máximo provecho posible. Por estar basados en analogías biológicas, además de otras críticas que le fueron dirigidas, los análisis de Manoel Bonfim, formulados en A América Latina: Males de Origem no tuvieron resonancia en las filas de la izquierda en aquel momento, sólo obteniendo atención hacia los años 1980.

9 M. Moreno, “The N. I. in Latin America”, en The New International, Vol. X, nº 7 (88), New York, jul. 1944, p. 233. No se pudo identificar la autoría, pero seguramente no se trata del argentino Nahuel Moreno, pues en 1944, a los 20 años de edad, apenas empezaba a acercarse al trotskismo, con la fundación del Grupo Obrero Marxista (GOM), no teniendo, por lo tanto, ni edad ni bagaje suficiente para escribir un texto con esa temática. Al leer el comentario del “viejo revolucionario” de fines de los 1940, es imposible dejar de recordar el consejo dado por Joseph Hansen en la misma época.

10 Ibid. Moreno comete, aquí, dos equívocos. El primero es que el organismo de la Internacional Comunista se llamaba Secretariado Sud-Americano (y no Secretariado Latino-Americano), que funcionó entre 1925 y 1930 en Buenos Aires y entre 1930 y 1935 en Montevideo. Especialmente después de 1930, en lugar de Secretariado, ese organismo era tratado como Bureau. El segundo equívoco es que el órgano oficial no era el Boletín Sud Americano, sino La Correspondencia Sudamericana, que circuló entre 1926 y 1927 (primera fase) y de 1928 a 1930 (segunda fase), sucedido posteriormente por Comunismo, que circuló entre 1930 y 1932. Después de 1935, con la reformulación organizativa decidida en el VII Congreso de la Internacional Comunista, el Secretariado/Bureau Latino-Americano dejó de existir, y los asuntos relativos a los partidos comunistas latinoamericanos pasaron a ser examinados por los llamados “secretariados personales” radicados en Moscú, bajo la responsabilidad del chino Van Min (1935-1937) y posteriormente de Dolores Ibarruri (1939-1943).

11 Ibid.

12 Cfr. con Daniel Kersffeld, Contra el imperio. Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, México (DF), Siglo XXI, 2012.

13 Categorías en las que, para los comunistas locales, estaba dividida la burguesía brasileña, siendo los “agraristas” vinculados por ellos al imperialismo británico y los “industrialistas” al estadounidense, y que perduraron a lo largo de los años 1920. Tal clasificación se consolidó en 1926 a través de una obra del dirigente comunista Octavio Brandão, Agrarismo e industrialismo: Ensaio marxista-leninista sobre a revolta de S. Paulo e a guerra de classes no Brasil, 2a ed., São Paulo; Campinas, Anita Garibaldi; Arquivo Edgard Leuenroth, 2006.

14 En este período, de 1930 a 1951, las distintas organizaciones trotskistas brasileñas publicaron, hasta donde se sabe, catorce títulos: ١. A Luta de Classe (1930-1939, órgano, respectivamente, del Grupo Comunista Lenine, Liga Comunista do Brasil, Liga Comunista Internacionalista [Bolcheviques-Leninistas], Partido Operário Leninista, Partido Socialista Revolucionario); 2. Boletim (1939, órgano del Comitê Pró-Reagrupamento da Vanguarda Revolucionária do Brasil); 3. Boletim (1939, órgano del Comité Regional São Paulo del P.C.B. [Reagrupamiento de la disidencia de la vanguardia revolucionaria]); 4. Boletim (1939, órgano del Partido Socialista Revolucionario); 5. Boletim Interior (1935, órgano de la Liga Comunista Internacionalista); 6. Boletim da Oposição (1931-1932, órgano de la Liga Comunista do Brasil); 7. Boletim de Informações Internacionais (1937, órgano del Partido Operário Leninista); 8. Luta Proletária (1945 y 1951, órgano del Partido Socialista Revolucionario); 9. O Comunista (1934, Liga Comunista Internacionalista [Región de Río]); 10. O Homem Livre (1933-1934, órgano de Frente Única Antifascista); 11. Orientação Socialista (1946-1948, Partido Socialista Revolucionario); 12. O Proletário (1935-1936, órgano del Comité Regional de São Paulo de la Liga Comunista Internacionalista [Bolcheviques-Leninistas]); 13. Pela Quarta Internacional (1935-1937, órgano, respectivamente, de la Liga Comunista Internacionalista [Bolchevique-Leninista], Grupo Bolchevique-Leninista); y 14. Sob Nova Bandera (1937, órgano del Partido Operário Leninista).

15 1. “A ideologia ‘kuomingtanguista’ e as Ligas Anti-Imperialistas”, en A Luta de Classe, año I, nº 3, Rio de Janeiro, jul.1930, pp. 1-2; 2. Lyon [seud. de Livio Xavier], “A última agitação política e as novas posições do imperialismo”, en A Luta de Classe, año I, nº 3, Rio de Janeiro, jul.1930, p. 2; 3. “Na Argentina”, en A Luta de Classe, año I, nº 3, Rio de Janeiro, jul.1930, p. 3; 4. José Lotana, “O que é a ditadura de Gomes, na Venezuela”, en O Homem Livre, año I, nº 4, São Paulo, 17/06/1933, p. 1; 5. “Mais desempregados que habitantes: este recorde pertence a Antofagasta, Chile”, en O Homem Livre, año I, nº 9, São Paulo, 24/07/1933, p. 5; 6. Liga Comunista Internacionalista, “Situação Internacional (Texto adotado pela Conferência Nacional)”, en A Luta de Classe, Rio de Janeiro, 29/07/1933, p. 2; 7. “A América do Sul na política mundial”, en O Homem Livre, año I, nº 11, São Paulo, 14/08/1933, pp. 1 y 4; 8. “Cuba, ou o fim de um ‘governo forte’”, en O Homem Livre, año I, nº 12, São Paulo, 22/08/1933, p. 3; 9. R. M. [seud. de Mario Pedrosa], “O dilema de Cuba”, en O Homem Livre, São Paulo, año I, nº 15, 23/09/1933, p. 2; 10. “Cuba e a Internacional Comunista”, en A Luta de Classe, Rio de Janeiro, año IV, nº 19, 22/02/1934, p. 8 [extraído de Claridad Proletaria, órgano de la Liga Comunista de América del Norte, en español, nº 5, enero 1934]; 11. “A vida de nossa organização internacional: Chile”, en A Luta de Classe, año IV, nº 21, Rio de Janeiro, ago. 1934, p. 2; 12.A luta contra o imperialismo”, en A Luta de Classe, s/l [São Paulo], abr. 1935, pp. 1-2; 13. “N. Defesa do povo brasileiro ou a defesa do imperialismo Anglo-Americano: A propósito do ‘16 de Julho’”, en: A Luta de Classe, año VIII, nº 36 (I), Belo Horizonte [São Paulo], 1/1/1938, pp. 3-5; 14. Andrade [seud. de Febus Gikovate], “Sob o tacão do imperialismo ianque”, en A Luta de Classe, año VIII, nº 39 (5), Belo Horizonte [São Paulo], 23/4/1938, pp. 1-2; 15. León Trotsky, “México e o imperialismo britânico”, en A Luta de Classe, s/nº [40], Belo Horizonte [São Paulo], 25/9/1938, pp. 5-6; 16. “O verdadeiro significado da Conferência Pan-Americana de Lima”, en A Luta de Classe, nº ٤٣, Belo Horizonte [São Paulo], 23/03/1939, pp. 1, 2,3; 17. “O acordo econômico entre os Estados Unidos e o Brasil”, en Boletim (Comitê Regional de S. Paulo do P.C.B. [Dissidência Pró-Reagrupamento da Vanguarda Revolucionária]), año I, nº 3 São Paulo, 1/5/1939, pp. 4-6; 18. León Trotsky, “Lenine e a guerra imperialista”, en A Luta de Classe, nº 44, Belo Horizonte, 3/7/1939, pp. 1, 4, 5, 6; 19. Partido Socialista dos Operários dos Estados Unidos [Mario Pedrosa], “O Imperialismo americano em Lima”, en Boletim (Comitê Pró-Reagrupamento da Vanguarda Revolucionária do Brasil), año I, s/nº, Rio de Janeiro [São Paulo], 6/8/1939, p. 1-7; 20. Quarta Internacional. Bureau-Americano Oriental [Mario Pedrosa], “Manifesto do Bureau Americano-Oriental, Subsecretariado da IV Internacional”, en Boletim (PSR), año I, nº 3, Belo Horizonte [São Paulo], 1/11/1939, pp. 1-3; 21. Antonio. Tribuna Proletária Livre, “A industrialização dos países coloniais e semicoloniais”, en Orientação Socialista, año I, nº 3, São Paulo, 5/12/1946, p. 2; 22. “Dois deputados e um senador trotskistas na Bolívia”, en Orientação Socialista, año I, nº 6, São Paulo, 3/2/1947, p. 1; 23. “As últimas eleições na Bolívia: Deputados e senadores trotsquistas”, en Orientação Socialista, año I, nº 7, São Paulo, 5/3/1947, pp. 4 y 3; 24. “O proletariado do Peru em luta”, en Orientação Socialista, año I, nº 8, São Paulo, 20/03/1947, p. 4; 25. “A revolução no Paraguai”, en Orientação Socialista, año I, nº 8, São Paulo, 20/3/1947, p. 4; 26. “Conferenciam em Quitandinha o leão e as ovelhas: O “acordo” em preparo Brasil-Estados Unidos”, en Orientação Socialista, año I, nº 16, São Paulo, 20/8/1947, pp. 4 y 2; 27. “Horácio. O poder dos sindicatos na Argentina”, en Orientação Socialista, año II, nº 18, São Paulo, 25/10/1947, p. 2; 28. “Videla massacra os trabalhadores chilenos”, en Orientação Socialista, año II, nº 18, São Paulo, 25/10/1947, p. 4; 29. “Terror governamental contra os Trotskistas na Bolívia”, en Orientação Socialista, año II, nº 18, São Paulo, 25/10/1947, p. 4; 30. “Flagrantes das Lutas Proletárias: Poderosas greves na Argentina”, en Orientação Socialista, São Paulo, año II, nº 19, 2a quincena nov.1947, p. 2; 31. “Anti-imperialismo e burguesia ‘progressista’”, en Orientação Socialista, año II, nº 20, São Paulo, 2a quincena dic. 1947, pp. 1 y 2; 32. “Flagrantes das Lutas Proletárias: Recrudesce o terror de Herzog na Bolívia”, en Orientação Socialista, año II, nº 20, São Paulo, 2a quincena dic. 1947, p. 3.

16 “A luta contra o imperialismo”, en A Luta de Classe, año V, nº 22, s/l
[São Paulo], abr.1935, p. 2.

17 Lyon [seud. de Livio Xavier], “A última agitação política e as novas posições do imperialismo”, en A Luta de Classe, año I, nº 3, Rio de Janeiro, jul. 1930, p. 2. Subrayados en el original.

18 Idem.

19 Marcos Del Rojo, A classe operária na revolução burguesa. A política de alianças do PCB: 1928-1935, Belo Horizonte, Oficina de Livros, 1990, p. 171.

20 Fechado el 12 de octubre de 1930, fue publicado en 1931 en Francia y en Brasil, en los órganos oficiales de las respectivas secciones de la Oposición de Izquierda Internacional. M. C. [Mario Pedrosa] y L. L. [Livio Xavier], “Esboço de análise da situação brasileira”, en A Luta de Classe, año II, nº 6, Rio de Janeiro, febr.-mar. 1931, pp. 3-4; M. Camboa e L. Lyon, “Esquisse d’une analyse de la situation économique et sociale au Brésil”, en La Lutte de Classes. Paris, 4e année, nº 28-29, París, fev.-mar. 1931, pp. 149-158. El texto de Mario Pedrosa y Livio Xavier se encuentra también publicado en Fulvio Abramo y Dainis Karepvos (orgs.), Na contracorrente da história: Documentos do trotskismo brasileiro, 1930-1940, 2a ed., São Paulo, Sundermann, 2015, pp. 62-74. Para la trayectoria de Livio Xavier, ver Sonia Troitiño y Tania Regina De Luca (orgs.), Sobre a arte de guardar: Reflexões a respeito do acervo de Livio Xavier, São Paulo, Cultura Acadêmica, 2017; y Alexandre Barbalho, Livio Xavier: Política e cultura, Fortaleza, A Casa, 2003. Para la trayectoria política de Mario Pedrosa ver Dainis Karepovs, Pas de politique Mariô! Mario Pedrosa e a política, Cotia; São Paulo, Ateliê; Editora da Fundação Perseu Abramo, 2017. Para la trayectoria crítica de Mario Pedrosa ver Otília Beatriz Fiori Arantes, Mario Pedrosa. Itinerário crítico, 2a ed. São Paulo, Cosac Naify, 2004.

21 Carta de Alberto [Mario Pedrosa] a Meu Velho [Livio Xavier], Paris, 6/8/1938 (Fondo Livio Xavier, Acervo CEMAP/INTERLUDIUM-CEDEM). La sigla PRP remite al Partido Republicado Paulista, agrupación política hegemónica en la política brasileña desde la proclamación de la Republica, en 1889, hasta 1930. PC, a su vez, se refiere a Partido Constitucionalista, sigla que agrupó, después de 1932, disidentes del antiguo PRP y que se volvió finalmente hegemónica en la provincia de São Paulo hasta su clausura en 1937. Astrojildo Pereira (1890-1965) y Octavio Brandão (1896-1980) fueron los principales dirigentes del PCB en los años 1920.

22 “N. Defesa do povo brasileiro ou a defesa do imperialismo anglo-americano: A propósito do ‘16 de Julho’”, en A Luta de Classe, año VIII, nº 36 (I), Belo Horizonte [São Paulo], 1/1/1938, pp. 4-5. 16 de Julho es el título de un periódico que en su nombre alude a la fecha de promulgación de la Constitución de 1934. Pedro Aleixo (1901-1975), político de Minas Gerais. Fue miembro de la UDN y vicepresidente de la República en el gobierno del golpista general Costa e Silva, entre 1967 y 1969. Pantaleão Pessoa (1885-1980), militar. Fue el jefe de gabinete militar de la Presidencia de la República, de 1932 a 1935 y posteriormente jefe del Estado Mayor del Ejército, entre 1935 y 1936. Vinculado a los integralistas, participó de la conspiración para derrumbar el gobierno de Getulio Vargas en el putsch intentado por los fascistas brasileños en mayo de 1938.

23 Andrade [seud. de Febus Gikovate], “Sob o tacão do imperialismo ianque”, en A Luta de Classe, año VIII, nº 39 (5), Belo Horizonte [São Paulo], 23/4/1938, p. 1. Ferbus Gikovate (1908 (Polónia) – 1979 (São Paulo)). Médico. Ingresó al PCB a mediados de los años 1930, alejándose en 1935, por disentir de la preparación de una insurrección centrada en una acción militar. Aun así, acabó detenido tras la revuelta militar comunista de noviembre de 1935, siendo liberado en 1937. Se vincula a los trotskistas del Partido Operário Leninista (POL). En febrero de 1938 es enviado a São Paulo para influir sobre los rumbos de la escisión que barría el PCB en aquella época y buscar la adhesión de los dirigentes al trotskismo. Finalmente, deja el POL y, al final de la dictadura varguista del Estado Novo, se encontrará entre los fundadores de la Esquerda Democrática, que estaba en los orígenes del Partido Socialista Brasileiro (PSB), fundado en 1947. Permanecerá en las filas del PSB hasta su disolución por los militares golpistas de 1964, ocupando cargos de importancia en sus filas. Fue profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de la Santa Casa de São Paulo, desde su creación en 1963, hasta su fallecimiento. Incluso después de 1964, nunca se alejó de la política, involucrado, hasta el momento de su muerte, en la creación del Partido dos Trabalhadores.

24 Leon Trotsky, “México e o imperialismo britânico”, en A Luta de Classe s/nº [40], Belo Horizonte [São Paulo], 25/9/1938, p. 5. El texto de Trotsky, como informaba A Luta de Classe, fue traducido del órgano de la sección francesa de la IV Internacional Lutte Ouvrière del 1/7/1938.

25 “O verdadeiro significado da Conferência Pan-Americana de Lima”, en A Luta de Classe nº ٤٣, Belo Horizonte [São Paulo], ٢٣/٣/١٩٣٩, p. ١. Este texto se encuentra también publicado en Fulvio Abramo y Dainis Karepvos (orgs.), Na contracorrente da história: Documentos do trotskismo brasileiro, 1930-1940, 2a ed., São Paulo, Sundermann, 2015, pp. 421-426.

26 Dichas categorias reproducen aquellas relacionadas a los imperialismos en el texto fundacional del POL: [Mario Pedrosa] “A situação nacional. Teses aprovadas pelo Comitê Central Provisório do Partido Operário Leninista, Junho de 1937”, [RJ], Partido Operário Leninista, 1937. Este texto de Pedrosa se encuentra también publicado en Fulvio Abramo y Dainis Karepvos (orgs.), Na contracorrente da história, op. cit, pp. 292-334.

27 “O verdadeiro significado da Conferência Pan-Americana de Lima”, en A Luta de Classe nº 43, Belo Horizonte [São Paulo], 23/3/1939, p. 2.

28 Ibíd., p. 3.

29 Ídem. Resaltado en el original. Oscar Raimundo Benavides Larrea (1876-1945), presidente peruano en dos ocasiones (1914-195 y 1933-1939), en el segundo mandato su gobiero asumió formas dictatoriales.

30 Ídem.

31 Por un descuido en la edición de la publicación, el Comité Regional de S. Paulo del PCB (Dissidência Pró-Reagrupamento da Vanguarda Revolucionária) en realidad ya había dejado de existir, pues, tras constatar la completa falencia de la Internacional Comunista, acababa de constituir, con el POL, el Comitê Pró-Reagrupamento da Vanguarda Revolucionária do Brasil, que pocos meses después daría origen al PSR (Partido Socialista Revolucionario).

32 “O acordo econômico entre os Estados Unidos e o Brasil”, en Boletim (Comitê Regional de S. Paulo do P.C.B. (Dissidência Pró-Reagrupamento da Vanguarda Revolucionária), año I, nº 3, São Paulo, 1/05/1939, p. 6.

33 Leon Trotsky, “Lenine e a guerra imperialista”, en A Luta de Classe nº ٤٤, Belo Horizonte, ٣/٧/١٩٣٩, p. ٤.

34 León Trotsky, Mateo Fossa, “Entrevista Trotzky-Fossa”, en Boletín de Información nº 4, New York, s.d. [dic. 1938 o enero 1939], p. 23-24. Esta entrevista fue publicada poco antes en el órgano de la sección estadounidense (León Trotsky, Mateo Fossa, “Anti-Imperialist Struggle is Key To Liberation, Trotsky Tells Mateo Fossa”, en Socialist Appeal, Vol. II, nº 48, New York, 5/11/1938, p. 3).

35 Leon Trotsky, “Lenine e a guerra imperialista”, en A Luta de Classe nº 44, Belo Horizonte, 3/07/1939, p. 6.

36 Ibíd.

37 [Mario Pedrosa] Partido Socialista Operário dos Estados Unidos (SWP), “O imperialismo americano em Lima. Declaração do Partido Socialista Operário dos Estados Unidos”, en Boletim, 6/08/1939, Rio de Janeiro [São Paulo], pp. 1-7. Este manifiesto de Pedrosa también fue publicado en [Mario Pedrosa] Socialist Workers Party, “Yankee imperialism at Lima”, en Socialist Appeal, Vol. III, nº 1, New York, 7/1/1939, pp. 1 y 3. [Fechado en diciembre de 1938, su autoría y su reproducción integral se recuperan en George Breitman (ed.). The Founding of the Socialist Workers Party: Minutes and resolutions, 1938-1939, New York, Pathfinder, 1982, pp. 394-406]; y en [Mario Pedrosa] Partido Socialista Obrero de los Estados Unidos, “El imperialismo yanqui en Lima”, en Boletín de Información nº ٥, New York, mayo 1939, pp. 1-10.

38 Ibíd., pp. 4-5.

39 Ibíd, p. 6. Cuando Pedrosa menciona “líderes populares antiimperialistas” se refiere al peruano Haya de la Torre, que había declarado creer sinceramente en las declaraciones de Roosevelt en defensa de la democracia y contra los fascistas.

40 [Mario Pedrosa] Quarta Internacional. Bureau Americano-Oriental, “Manifesto do Bureau Americano-Oriental, Subsecretariado da IV Internacional”, en Boletim (editado por el PSR), Belo Horizonte [São Paulo], año I, nº 3, 1/11/1939, pp. 1-3; [Mario Pedrosa] Buró Americano-Oriental, Sub-Secretariado de la Cuarta Internacional, “Manifiesto a los pueblos oprimidos de Latinoamérica, Asia y África!”, en Boletín de Información nº 6, set. 1939, New York, pp. 1-4; [Mario Pedrosa] Buro Americano-Oriental, Sub-Secretariado da IV Internacional, “A Manifesto to the Oppressed Peoples of Latin America, Asia, Africa!”, en Socialist Appeal, Vol. III, nº 70, New York, 15/9/1939, pp. 1 y 4; [Mario Pedrosa] Bureau Panamericano y del Pacífico. Subsecretariado de la Cuarta Internacional, “Manifiesto a los Pueblos Oprimidos de América Latina, de Asia y África”, en Clave nº 2, 2a época, México, octubre 1939,
pp. 46-49.

41 Ibíd., p. 2.

42 Léon Trotsky, “Déclaration a Tampico”, en Oeuvres, Vol. 12, Décembre 1936 à février 1937, Grenoble, Paris, Institut Leon Trotsky;
EDI, 1982, p. 84.

43 Ver Olivia Gall, Trotsky en México y la vida política en el período de Cárdenas, 1937-1940, México (DF), Era, 1991.

44 Mario Pedrosa, A opção brasileira, Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1966; A opção imperialista, Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1966.


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