Baran y Sweezy en América Latina
La Monthly Review y la formación de la
teoría marxista de la dependencia

Matari Pierre Manigat*


Introducción


I. La formación intelectual y política de Sweezy y Baran


II. La MR: del ocaso de la izquierda socialista estadounidense al tercermundismo


III. La única revolución posible en AL es una revolución socialista


Conclusión


Bibliografía


Resumen

Introducción

La publicación de Theory of Capitalist Development en 1942 consagró a Sweezy como uno de los principales economistas de su generación. Traducido al español en 1945, es reeditado una primera vez en 1958 y constantemente a partir de 1963. La autoridad de Sweezy se consolida en 1966 con la publicación de Monopoly Capital escrito con Baran. Dedicado al Che y traducido en 1968, actualiza la crítica de Marx y Lenin al régimen corporativo, las formas del imperialismo y sus implicaciones para los países dependientes; tarea emprendida por Baran en The Political Economy of Growth publicado en 1957 por la Monthly Review Press y traducido en 1959. Ciertas anécdotas de la publicación del libro de Baran ejemplifican cómo —en los albores del tercermundismo— ciertas ideas se convirtieron en fuerzas materiales. Sweezy divulgó extractos de un dictamen que exigía cambios al manuscrito de Baran para su publicación en Blackwell:

El autor es comunista. [Según él], todo cuanto los países occidentales han hecho ha sido para su propio beneficio y los países subdesarrollados fueron siempre explotados. Interpreta de la peor manera todas las razones occidentales. […] Creo que si este libro fuera leído, digamos, por un estudiante africano con escaso conocimiento de la historia, podría extraviarse fácilmente.1

Fue una intuición profética, ironiza Sweezy. “La significación histórica de La política económica del crecimiento ha sido precisamente la de extraviar —desde el punto de vista del imperialismo la palabra no puede ser más exacta— a estudiantes africanos, asiáticos y latinoamericanos, ayudando así a crear una generación nueva de intelectuales en el mundo subdesarrollado”.2 Esta generación a la cual se refiere Sweezy elaboró la teoría marxista de la dependencia (TMD), conjunto entendido menos

como corpus sistemático que como entronque de variopintas corrientes de pensamiento socialista. Los planteamientos económicos fundamentales de la TMD conciernen el intercambio desigual y las relaciones entre las exportaciones de capital (sustrato objetivo del imperialismo) y el subdesarrollo. Externa en cuanto a sus condicionantes, la situación de dependencia se apoya —internamente— en burguesías compradoras o lumpen burguesías, herederas del coloniaje. La TMD negó la posibilidad de solucionar los problemas fundamentales del subdesarrollo en los límites del capitalismo como lo pretendían la CEPAL, pero también los partidos comunistas. Para los marxistas dependentistas, los programas económicos de los dos primeros eran ilusorios y la hipótesis sociológica básica de los últimos —la existencia de burguesías nacionales con quien aliarse contra el imperialismo— era mistificadora.

El presente artículo delimita la influencia de Baran y Sweezy en la formulación de la TMD en América Latina entre 1950 y finales de los años sesenta. Sostiene que la recepción de las obras de ambos economistas es ineludible para entender la formulación de hipótesis nodales de la TMD. Adicionalmente, permite abordar un terreno de estudio relativamente baldío en la historia de las ideas: el papel de la izquierda socialista de los USA en la gestación de una crítica marxista en AL.

Lo anterior entraña dos dificultades. La influencia de Baran y Sweezy es inseparable del estudio de la circulación internacional de la Monthly Review —la revista fundada por Sweezy en 1949 (en adelante MR). Entre 1959 y 1968 la MR publica 97 artículos (contabilizando algunas editoriales, reseñas de libros y un poema de Pablo Neruda) que tratan de cuestiones económicas, sociales y políticas de países de AL. Asimismo, los aportes de Baran y Sweezy no son separables de los trabajos de L. Huberman y H. Magdoff, los dos coeditores de la MR. De manera que una historia exhaustiva de la recepción de Baran y Sweezy debería considerar los diferentes canales de circulación de sus ideas en la región. Ello reclamaría estudiar la recepción de las obras a través de las ediciones de la MR en AL, pero también indirectamente en Francia e Italia. Tal empresa rebasa los límites del artículo.

Nuestro objetivo es más acotado y parte del punto de vista siguiente. La influencia de Baran y Sweezy en la elaboración de la TMD no sólo procede del papel de la MR como vehículo de ideas entre intelectuales de la vieja y de la nueva izquierda, o de la apertura de las columnas de la revista a fundadores de la TMD como Frank, Marini, Dos Santos o Bambirra.3 Considerar la influencia de Baran y Sweezy remite, en esencia, a discusiones decisivas en la elaboración de la TMD. Remite al papel de las inversiones extranjeras en el proceso de subdesarrollo y a la controversia sobre la naturaleza de los modos de producción. La publicación de la correspondencia de Baran y Sweezy confirma la importancia de ambas problemáticas en la caracterización economías latinoamericanas y la edificación de estrategias revolucionarias correspondientes. De ahí la siguiente exposición en tres secciones.

En una primera sección consideramos la formación del pensamiento de Sweezy y Baran entre la Depresión y la guerra. Sus trayectorias permiten decantar los elementos constitutivos del enfoque intelectual y político que presiden sus análisis de los países dependientes.

En una segunda sección, consideramos el contexto de la creación de la MR en la posguerra, así como su orientación hacia los problemas del Tercer mundo antes de 1959. Para nuestros autores las experiencias de este intervalo develan las aporías de cualquier transformación de los regímenes económicos del mundo subdesarrollado en los límites del capitalismo. La inviabilidad de una vía capitalista de desarrollo procede del papel de los capitales extranjeros en estos países. Baran formula hipótesis sobre el papel del imperialismo en las formaciones subdesarrolladas. Su caracterización del subdesarrollo es al mismo tiempo una definición del contenido de la Revolución en el Tercer mundo. Sus análisis abren paso a las hipótesis nodales de la TMD.

En una tercera sección, seguimos algunos aspectos del análisis de Baran y Sweezy en AL entre la Revolución cubana y 1968. Nos concentramos en la contribución de Sweezy al punto de vista característico de la TMD sobre la naturaleza de los modos de producción.

I. La formación intelectual y política de Sweezy y Baran

La formación de Sweezy acontece durante el intervalo que registra —en el plano conceptual— la constitución de la macroeconomía moderna y —en el plano de las relaciones internacionales— la emergencia de la superpotencia estadounidense. La trayectoria de Sweezy entre la Depresión y la guerra objetiva las tribulaciones del desarrollo del marxismo en los USA de la primera mitad del siglo XX.

Burgués neoyorquino, este hijo de un vicepresidente de la Citibank se interesa por las ciencias económicas primeramente en Harvard y definitivamente en la London School of Economics (LSE) donde efectúa una estancia en 1932. Su veleidad de trabajar con Hayek es anulada por los intercambios intelectuales que efectúa en la LSE, a la sazón fortaleza del socialismo fabiano. Sweezy asiste a las conferencias de Laski, teórico del Estado y futuro presidente del Labour Party. Las conferencias de Laski y la lectura de la Historia de la revolución rusa de Trotsky habrían decidido del acercamiento de Sweezy con el marxismo.4 A esto podemos agregar la conjetura que las conferencias de Laski —uno de los profesores más populares entre los estudiantes provenientes de las élites indígenas de las colonias británicas— fueron decisivas en el cultivo de la sensibilidad de Sweezy por los problemas del mundo subdesarrollado. Laski impartirá clases en 1933 a Huberman, el futuro cofundador de la MR.

En marzo de 1933 Roosevelt asume la presidencia de los USA, dicho año es también el primero en Harvard de Schumpeter. Sweezy retoma, en el mismo periodo, sus estudios en Harvard, en un país hundido en la crisis y que registra mutaciones sociales y políticas. Los años del New Deal son los años de consolidación de la educación teórica de Sweezy. Los comentaristas insisten en los vínculos intelectuales entre Sweezy y Schumpeter.5 La relación con Schumpeter, el desenvolvimiento del New Deal y, a partir de 1936, los debates en torno de la Teoría general de Keynes no sólo condicionaron la formación de Sweezy como economista, sino también su apropiación del marxismo. En la Harvard de finales de los años ١٩٣٠, Sweezy encuentra en Baran y el japonés Tsuru dos compañeros aguerridos en el dominio de la crítica marxista.

Baran, ex miembro de la Juventud Comunista en Alemania, se forma en el Instituto Plejanov de Economía de la Universidad de Moscú entre 1926 y 1928, durante el enfrentamiento entre las dos líneas de la política económica, encarnadas por Bujarin —defensor de la continuidad de la NEP— y Preobrazhenski —defensor de una industrialización voluntarista susceptible de arrancar a la atrasada URSS del subdesarrollo—; debate que entraña los argumentos esenciales de la economía del desarrollo de la posguerra.6 Baran había llegado a USA en 1939, después de defender una tesis sobre problemas de planificación en 1933, trabajar con F. Pollock en el Instituto de Investigación Social de Frankfurt, colaborar con Hilferding en una revista socialdemócrata de la Berlín pre hitleriana y haber vuelto en 1934 a Moscú.7 Expulsado de la URSS en enero de 1935, acogido en su familia en Polonia donde emprende una efímera carrera de comerciante, Baran ingresa oficialmente como refugiado ruso a los USA en 1939. O. Lange, su compatriota en Harvard, lo presenta a Sweezy. Baran guiará a Sweezy en su interpretación de la ley del valor.8

El segundo encuentro de Sweezy en Harvard, Tsuru, comunista del Japón de finales de los años 1920, llega a los USA a inicios de la Depresión. Graduado de Harvard se doctora en Cambridge en 1940. Tsuru es entonces uno de los comentaristas más competentes de los esquemas de reproducción.9 Las discusiones con Baran y Tsuru enriquecen la apropiación de la literatura del marxismo que Sweezy profundiza en los cursos de historia del socialismo de E. Mason. Ahora bien, más allá de la controversia en torno de las etapas de la conversión de Sweezy al marxismo importan aquí dos cuestiones para nuestra problemática: 1) la dinámica del sistema capitalista; 2) el origen y carácter del imperialismo.10

La primera fue el objeto de discusiones entre Sweezy y Schumpeter: la dinámica de la acumulación, la naturaleza y causas de las crisis, así como a la prospección sobre la capacidad del Estado para mitigarlas.11 La Theory of Capitalist Development es un esfuerzo por actualizar el desenvolvimiento de las leyes de acumulación a las condiciones de un régimen dominado por monopolios. Complementariamente, Sweezy confronta la crítica de Marx a los aportes de Keynes. Entreve en los Essays on Marxian Economics de Robinson publicados en 1942 la posibilidad de un puente entre Keynes y Marx.12 Aunque no comparte el rechazo de la teoría del valor de Marx, Sweezy supedita por igual, keynesianamente, la dinámica del capitalismo a la demanda global. Schumpeter verá en el libro de Sweezy “el deseo de hacer de Marx un keynesiano”.13 Esta coincidencia determinó una relación ambivalente de Sweezy con las explicaciones subconsumistas de las crisis. La sobreacumulación, el subconsumo y la dificultad creciente para realizar un excedente se hallan todos in nuce en el joven Sweezy. Fundamentaran su análisis del capitalismo corporativo y su corolario, el imperialismo.

La segunda cuestión remite al origen y carácter del imperialismo. Sweezy forja su concepción del imperialismo a partir de la teoría clásica de Hilferding y Lenin, pero también de Luxembourg. De los dos primeros retiene la definición del imperialismo como fenómeno orgánico del capitalismo de monopolios. La categoría misma de capital monopolista substituye —en la obra de Sweezy— la noción de capital financiero en el sentido de Hilferding usual en la literatura marxista del siglo XX. De Luxembourg nuestro autor retiene la necesidad de un exterior para realizar una parte de la producción. En definitiva, para Baran y Sweezy el funcionamiento del capitalismo monopolista en el Centro tiene por condición el imperialismo y el militarismo en la Periferia. A su juicio las fuerzas subversivas del capitalismo tienen más posibilidades para desarrollarse en el Tercer mundo bajo el jugo del imperialismo y del militarismo aparejado. El capitalismo de monopolios divide el proletariado fomentando jerarquías que tienen consecuencias en las conciencias políticas de las capas más acomodadas y subalternas, respectivamente, de los trabajadores. De manera análoga a las tesis del intercambio desigual que sostienen que los obreros de los países ricos no integran problemas exteriores a sus reivindicaciones, Sweezy duda de la firmeza de la solidaridad entre las clases obreras nacionales. Los mecanismos de las relaciones económicas internacionales refuerzan atavismos análogos a los que habían conducido Engels y Lenin a ver en la “aristocracia obrera” un subproducto del imperialismo.14 Internacionalista por principio, Sweezy entenderá, empero, a la revolución como resultado de una serie de luchas de los trabajadores a nivel nacional y de la acción combinada de las capas mayormente oprimidas de las sociedades industrializadas y de los movimientos de liberación en el Tercer mundo. En ese sentido, Sweezy fue uno de los primeros marxistas en ver en el Tercer mundo una “zona mundial de revolución, realizada, inminente o posible”.15 He aquí la posibilidad de vincular las luchas de estas capas de las sociedades industrializadas con las luchas en el Tercer mundo, como vaticinaran Sweezy y muchos marxistas de la posguerra. Las hipótesis sobre la suerte de estos vínculos presidieron a la evolución de la línea editorial de la MR.

Sweezy inicia una carrera de profesor de Economía de Harvard en 1938. También participa en la creación del sindicato de docentes de la universidad junto a F. O. Matthiessen, crítico literario y futuro cofundador de la Monthly Review.16 El ex egresado cum sum laude y autor regular en las revistas más prestigiosas del campo se confronta a la renuencia de Harvard para otorgar una cátedra a un marxista, pese incluso a la insistencia de Schumpeter. Sweezy elige aristocráticamente abandonar la carrera de profesor en 1947 para dedicarse, gracias a la considerable fortuna que hereda, a la investigación independiente, así como a la edición de la MR.17 Anécdota significativa, Baran será el único marxista en conseguir una cátedra en economía en los USA —en Stanford en 1951. Sweezy habría declarado que “si se hubiera visto obligado a trabajar para ganarse la vida, podría haber sido más conformista”.18 Fino observador, emancipado de las contingencias de las condiciones materiales de vida, Sweezy arroja una mirada penetrante sobre el funcionamiento del campo académico estadounidense, su composición y mecanismos de domesticación ideológica. Para Sweezy, el oportunismo de los académicos es, más que una contingencia individual, un fenómeno estructural.19

Ideológicos, los mecanismos de amansamiento de la investigación crítica son también metodológicos como lo ilustra Sweezy a través de los dictámenes negativos de artículos en revistas arbitradas de Baran.20 La merma de la investigación universitaria desinteresada, así como la degradación de la calidad de la educación superior, dos fenómenos consubstanciales a la promoción a ultranza de relaciones de competencia entre universitarios son preocupaciones constantes de Sweezy. Condiciona la “degeneración mental sistemática” de los estudiantes americanos “tanto en la vida privada como pública”.21

Sweezy participa en diferentes organismos del New Deal al igual que varios economistas de la izquierda liberal o socialista, como P. Baran, J. K. Galbraith, el economista del Partido Comunista (CPUSA), V. Perlo o el futuro coeditor de la MR, H. Magdoff. Durante la guerra, Mason invita a Baran y Sweezy a trabajar en el departamento de investigación de la Office of Strategic Service (OSS), el aparato de inteligencia creado en 1942.22 Sweezy interpretará su paso por la OSS como observatorio de la génesis del sistema internacional de la posguerra.23 Si bien no ingresó al CPUSA, se ha minimizado sus divergencias con el Partido.24

Los desarrollos anteriores permiten situar a la formación de Sweezy y Baran en sus contextos intelectuales y políticos. Permiten entender sus elecciones al salir de la guerra, sus diagnósticos de la dinámica del capitalismo de USA, así como la evolución de la orientación de la MR, la revista que Sweezy funda en 1949.

II. La MR: del ocaso de la izquierda socialista estadounidense al tercermundismo

La historia de la MR inicia en 1948 durante la primera campaña electoral presidencial de la posguerra. La contienda consume la decantación de las fuerzas políticas del New Deal. En 1948 H. A. Wallace, ex vicepresidente de Roosevelt entre 1941 y 1945, intenta aglutinar a su alrededor a la izquierda del antiguo New Deal.

Wallace había sido desplazado de la vicepresidencia en la convención del Partido Demócrata de agosto de 1944. La casi certeza de una cuarta reelección de Roosevelt y el presentimiento que el popular presidente —enfermo— no terminará su siguiente mandato convierten a la vicepresidencia en blanco de todas las intrigas. Su titular se convertirá probablemente en el jefe de Estado encargado de las decisiones de la posguerra. Ni el aparato del Partido ni las instituciones-pilares del Estado federal se acomodan a la eventualidad de ver a Wallace convertirse en presidente. Wallace encarna el ala voluntarista del New Deal. Proveniente de la tradición del social gospel, aboga por una ampliación de las funciones sociales del Estado, especialmente en materia de educación y salud, y goza de una popularidad considerable en la base del Partido.

Durante la guerra, Wallace está convencido de la posibilidad de un entendimiento entre potencias vencedoras del nazismo y defiende una línea neowilsoniana que busca formas horizontales de cooperación internacional (una vez en la oposición, su crítica al plan Marshall será que no es gerenciado por las Naciones Unidas). Su anticomunismo no le impide manifestar su admiración por el heroísmo soviético durante la guerra y denunciar el colonialismo europeo en Asia y África.

Así, la convención de 1944 depone a Wallace de la fórmula presidencial y lo substituye por H. Truman. Los cálculos de los partícipes a la llamada “Conspiracy in the Pure in Heart” —los caciques del Partido— resultan atinados. A la muerte de Roosevelt, dos meses y medio después de iniciar su nuevo mandado, el 12 de abril de 1945, Truman accede a la presidencia, en el momento preciso en que el país entra en la coyuntura más compleja de su historia diplomática. El reajuste conservador de la diplomacia constituye el punto de ruptura entre Truman y Wallace quien ocupa el cargo de Secretario de Comercio desde enero. Wallace es despedido en septiembre de 1946.25

En 1948, Wallace se presenta a las elecciones presidenciales bajo la bandera de un Partido Progresista —creado para las circunstancias. El “capitalismo progresivo” que defiende pretende profundizar la planificación económica, implementar una cobertura medical universal, otorgar el derecho de voto a los Negros, finalizar con el Apartheid a la americana y reanudar con una diplomacia de entendimiento con la URSS.26 Sweezy y otros intelectuales socialistas se comprometen en la campaña de Wallace. No obstante, el intento por reunir a las fuerzas progresistas del antiguo New Deal es un fracaso agravado por el apoyo del CPUSA. Wallace es derrotado después de una campaña agresiva en la cual es acusado —tanto por el presidente saliente como por el candidato republicano T. Dewey— de actuar como compañero de ruta del comunismo.27 Su derrota —obtiene un poco más de 2% de los votos a nivel nacional, la mitad en Nueva York— crea la coyuntura de la creación de la MR.

Para Sweezy la dimensión del fracaso de Wallace se explica por no haber definido una línea política de clase, abiertamente socialista, a su campaña. La MR que se autoproclama “revista socialista independiente de toda organización política” nace por iniciativa de intelectuales y activistas que habían participado en la campaña de Wallace.28 Entre éstos destacan Huberman, Sweezy y Matthiessen. Otto Nathan, un economista y amigo de Einstein, completa el núcleo de la MR por un tiempo breve. Baran no participa en este núcleo, aunque forma parte de los contribuidores más regulares de la revista. El primer número sale en mayo de 1949 con un artículo de Einstein titulado “Why socialism?”. La circulación de la revista aumenta rápidamente. De 450 ejemplares en 1949 aumenta a 2500 en 1950 para alcanzar los 6000 en 1954, 9100 en 1970 y 11,500 en 1977. Es un aumento sensible, aunque confinado a los círculos de la izquierda socialista. Complementariamente, la casa editorial Monthly Review Press nace en 1953. Dirigida por Sweezy, la editorial fue decisiva para publicación de autores de la izquierda socialista, así como en la circulación de literatura clásica y contemporánea del marxismo.29

La MR y su equipo se exponen inmediatamente a los embates del macartismo. Huberman es convocado, en calidad de presunto miembro del CPUSA, a testimoniar ante el comité del senador inquisidor. Las mismas acusaciones son profesadas contra Harvey O’Connor, el principal analista de problemas latinoamericanos durante los primeros años de la revista. Sweezy es condenado a cárcel por no acatar la orden de un tribunal de entregar sus notas preparatorias a una conferencia universitaria en 1954. El fallo de la Corte Suprema a su favor en 1957 es considerado como el inicio del fin del periodo crítico de la caza de comunistas en el campo intelectual. Los miembros de la MR son regularmente acosados por los servicios de inteligencia y contrainteligencia, servicios migratorios y/o convocados para testificar ante comisiones de “actividades antiamericanas”.30 Hasta la fecha historiadores vaticinan sobre la autenticidad de rumores que asocian a Magdoff a una red de espías rusos encabezada por Perlo. Asimismo, a sus inicios las revistas habrían sido enviadas por correo ocultas en sobrecubiertas para evitar posibles censuras.

Durante los ideológicamente recios años 1950 la MR abre sus columnas a la Nueva Izquierda, la iconoclasta nebulosa que —diferenciándose de la socialdemocracia clásica y del movimiento comunista internacional—, se abre paso a través de la crisis que cimbra la izquierda a partir de 1956 tras la intervención soviética en Budapest, el vigésimo congreso del PCUS y el cisma sino-soviético. El fenómeno más significativo de esta mutación de la línea editorial del MR es el creciente interés por los problemas económicos, sociales y políticos del Tercer mundo.31 Entre las razones negativas de este giro, se ha dicho que los pronósticos optimistas de Baran y de los editores de la MR para con el estallido y triunfo de revoluciones socialistas en el Tercer mundo eran inversamente proporcionales a su pesimismo para con las perspectivas del movimiento obrero en los USA. El socialismo independiente que Baran y Sweezy declamaban en ideas era también un socialismo independiente de la clase obrera estadounidense. “Es fácil hablar de revolución cuando se vive en los Estados Unidos —le hubiera dicho P. Togliatti del PCI a Baran en 1960— donde no existe ningún partido obrero de importancia. ¿Pero, qué haría usted si estuviera en mi lugar, si fuera responsable de un partido de masas al que los obreros confían la representación de sus intereses aquí y ahora?”.32 Ahora bien, entre los motivos positivos del giro tercermundista es necesario distinguir dos procesos relativamente autónomos. El primero corresponde al auge del movimiento de descolonización —en Asia y África— que culmina ideológicamente, en 1955, en la conferencia de Bandung. El segundo remite a los derrocamientos de gobiernos progresistas o socializantes del Tercer mundo con la injerencia de USA. Los derrocamientos del primer ministro de Irán, M. Mosaddeq en agosto de 1953 y del presidente de Guatemala J. Árbenz en junio de 1954 encabezan este proceso y constituyen un parteaguas para la MR. Tanto la descolonización como los gobiernos nacional-progresistas planteaban las facetas de la discusión sobre el contenido social y político del cambio económico en las formaciones subdesarrolladas. Descolonización y vicisitudes del desarrollismo orientan la evolución de la crítica marxista en los estudios sobre el subdesarrollo en la primera década de la posguerra.

El derrocamiento de Árbenz motiva el primer editorial de la MR sobre la situación de la región AL en general.33 La operación PBFORTUNE entre 1950 y junio de 1954 confirma la inflexión de la política del imperialismo en la región.34 El rol de los hermanos Dulles en la “guerra de Guatemala” —en la CIA y el Departamento de Estado, respectivamente— equivale al papel de Hitler y Mussolini en la guerra de España escriben los editores de la MR en agosto de 1954.35 La guerra de Guatemala, vuelven a escribir en diciembre:

desató en toda América Central una ola de agitación social y desconfianza de los Estados Unidos que ha resultado, en Costa Rica, en un endurecimiento del gobierno de Figueres y la imposición de medidas que limitan los privilegios de United Fruit; en Honduras, en la victoria electoral liberal de octubre; en Cuba, El Salvador y Panamá, en un cambio de opinión pública hacia la izquierda que los respectivos gobiernos no pueden ignorar por completo. La cuestión guatemalteca domina la evolución política de América Central y es probable que continúe haciéndolo durante mucho tiempo.36

Más allá de consumar el fin de la Política del Buen Vecino, el golpe a Árbenz exacerba la discusión sobre el contenido político de los cambios de estructuras económicas y sociales en Latinoamérica. La reforma agraria constituye el nudo gordiano de esta discusión. Concierne la posibilidad de la reforma, pero también sus modalidades y alcances como lo evidencia la controversia sobre la reforma agraria de 1952 en Guatemala en la MR.37 Con todo, el seguimiento de los procesos revolucionarios de la AL de inicios de los años 1950 es —con excepción de los putchs más mediáticos, como el derrocamiento de Perón— intermitente y parcial.38 El tratamiento latinoamericano de la MR queda generalmente confinado a la cuestión petrolera, es decir a México y Venezuela.39 En el Caribe, las situaciones de Jamaica y Puerto Rico, la excolonia británica y la colonia estadounidense respectivamente retienen la atención. Así la MR no discute, por ejemplo, la Revolución boliviana. Por lo demás, el primer lustro de existencia de la MR está dominado, en cuanto a los problemas del Tercer mundo, por el seguimiento de la Revolución china y la guerra Correa.

Las interrogaciones conciernen también el lugar y papel de los capitales extranjeros en las economías subdesarrolladas. Si la tolerancia de la nacionalización de la industria petrolera mexicana era considerada como el ejemplo por excelencia de la Política del Buen Vecino, el papel de la United Fruit en el derrocamiento de Árbenz era su antítesis. A decir verdad, la confrontación con las corporaciones norteamericanas y los gobiernos nacional-progresistas nunca había cesado como lo había mostrado los conflictos en torno de la reforma de Ley Petrolera del efímero gobierno de Medina Angarita en Venezuela. Las contribuciones regulares de H. O’Connor decortican las estrategias de las corporaciones petroleras multinacionales en el contexto de “surgimiento de exitosas empresas petroleras nacionalizadas” en el Tercer mundo. El cambio en la forma del imperialismo reside en la instrumentalización de las instituciones multilaterales de la posguerra.40

El papel de los capitales exteriores en los países subdesarrollados concierne también las políticas de ayuda. En su análisis del discurso de política exterior de Truman en enero de 1949 —exposición de la moderna ayuda al desarrollo de USA—, Huberman y Sweezy enlazan la iniciativa a la búsqueda de mercados para los capitales norteamericanos.41 Así, la ayuda al crecimiento de las economías subdesarrolladas complementa la preparación de la guerra y los subsidios a otros países (Plan Marshall) en la creación de mercados exteriores para los excedentes estadounidenses.

Los trabajos de Baran entre 1952 y 1957 son representativos de los primeros análisis marxistas de la naturaleza y de los regímenes económicos de los países del Tercer mundo. La factura del libro indica los tanteos de la crítica marxista a la economía del desarrollo que nace de la mano de la escuela de modernización. Baran desarrolla dos grandes hipótesis: 1) la “morfología del atraso” es, en esencia, una consecuencia del colonialismo y del imperialismo. Para Lenin, la exportación de capital alienta un doble movimiento en la dinámica de las fuerzas productivas en las economías subdesarrolladas. Por un lado, desarrolla las fuerzas productivas, aunque en primera instancia al precio de la destrucción de las fuerzas y capacidades existentes. Por otra parte, lejos de suprimir las formas económicas más arcaicas, la explotación imperialista puede prosperar a partir de éstas. Mientras el primer movimiento, progresivo, marca un proceso de destrucción creadora de fuerzas de producción, el segundo, conservador, se apoya en los sistemas arcaicos del trabajo existentes. He aquí el origen de dos orientaciones de la crítica marxista de la posguerra. Mientras la primera sitúa las causas del subdesarrollo en la insuficiente explotación de la Periferia, la segunda amalgama imperialismo y causas del subdesarrollo. Esta última orientación subyace el análisis de Baran y, a través de éste, de la TMD. 2) La segunda hipótesis de Baran concierne la definición de la planificación como condición sine qua non de superación del atraso. Para Baran el modo de utilización del excedente (i.e. plustrabajo de Marx) decide el desarrollo económico de una sociedad.42 Para enfatizar en la conducta que impera en una clase dominante que utiliza productivamente el plustrabajo, Baran habla de comportamiento de “ricardo-marxo-weberiano.” En una economía capitalista subdesarrollada, la lucha contra el consumo improductivo y el despilfarro y recíprocamente el uso productivo del excedente exigen una planificación socialista.

Las dos hipótesis concurren a la crítica de la concepción del desarrollo de Rostow —el principal representante de la escuela de la modernización. Rostow distingue cinco etapas en la historia económica: la sociedad tradicional; las condiciones previas para el impulso; el despegue (take off); la marcha hacia la madurez; el consumo en masa. El take off es “la gran línea divisoria de la vida de las sociedades modernas”.43 Baran, junto con Hobsbawm, objetan la visión de Rostow estableciendo una reciprocidad entre atraso e imperialismo.44 La fórmula viral “desarrollo del subdesarrollo” acuñada más tarde por Frank en 1966 será la traducción fidedigna del espíritu de la crítica de Baran. “Al igual que Baran, creo que el capitalismo, tanto mundial como nacional, es lo que en el pasado produjo el subdesarrollo y lo que sigue generándolo en el presente” pondrá en íncipit de su libro —Capitalism and underdevelopmentpublicado un año después.45

Lo anterior obliga Baran a reformular el problema del uso industrializador del excedente en términos de planificación. La reformulación se apoya en su interpretación del debate sobre el uso del excedente en la URSS entre la NEP y los primeros planes quinquenales. Se apoya en la posición de Preobrazhenski para quien una “acumulación primitiva socialista” es la condición sine qua non de una industrialización en los países atrasados. Asimismo, la exigencia de un uso planificado del excedente abreva de argumentos sacados de la discusión sobre el monopolio estatal del comercio exterior y la reducción del consumo de bienes de lujo importados durante la industrialización soviética.

En definitiva, el reclamo de Baran —una utilización planificada del excedente— desafiaba los diagnósticos subyacentes a los preceptos de la CEPAL, pero también a los programas de los partidos comunistas. Desde el punto de vista de clase, la solución baraniana formulaba la antinomia entre las estrategias políticas definidas en términos de revoluciones burguesas y la “desvinculación” o “desconexión” como Frank y Amin designarán a las estrategias asociadas al marxismo dependentista.

En términos políticos, esas controversias actualizaban la ecuación de la revolución mundial la situación de la posguerra. La Revolución china —a cinco meses del estreno de la MR— ocupará un lugar decisivo en esta actualización. La Revolución china desnudaba las raíces sociales de las líneas y programas de las diferentes organizaciones de masas de la izquierda. Evidenciaba las realidades de clase subyacentes al “nuevo reformismo” de los partidos comunistas de los países ricos.46 Todo lo anterior —la ecuación como la discusión de sus soluciones— dan un giro categórico tras la Revolución cubana.

III. La única revolución posible en AL es una revolución socialista

La MR fue el epicentro de discusión de la Revolución cubana entre los intelectuales de la izquierda estadounidense.47 Huberman y Sweezy viajan a Cuba en marzo de 1960 “porque no habíamos sido capaces, como directores de la revista socialista de definir nuestra actitud hacia la Revolución sobre la base de la información que recibíamos a través de la prensa norteamericana y occidental europea.” Los editores regresan con —un más reservado— Baran el verano del mismo año.48 Cuba Anatomy of a Revolution (1960) —una exposición de las etapas de la revolución— condensa estas impresiones. Entre julio de 1960 y mayo de 1961, todos los números (salvo el de abril) de la MR cubren diferentes aspectos del proceso en curso.49 Coincide con el intervalo durante el cual Cuba se convirtió “en uno de los temas dominantes de la política extranjera y nacional de [USA]”.50

Huberman y Sweezy reformulan la ecuación de Baran. Lejos de constituir medidas disruptivas, las reformas del año 1960 materializan reivindicaciones que remontan “mucho tiempo atrás”. Sobre todo, los autores dejan abierta la cuestión del rumbo de la economía, aun cuando vaticinan sobre el carácter socialista de las prácticas en curso. Sus conclusiones constituyen una apreciación ambigua —temeraria según algunos—51 del contenido del programa económico del Movimiento 26 de Julio. Asimismo, señalan en filigrana las amalgamas aun posibles entre algunos aspectos del desarrollismo pregonado por la CEPAL y la nueva política económica en Cuba.52 A espaldas de la singularidad de la evolución ideológica de la Revolución entre 1959 y marzo de 1960,53 la política económica de los primeros años no difería en esencia de una versión radical del paradigma de la “programación económica” en clave CEPAL. Los años 1959-1961 ponían en jaque las categorías tradicionales de caracterización de la Revolución y de su contenido de clase.54 Ahora bien, con la radicalización posterior a bahía de Cochinos, la discusión se desplazó del carácter de la Revolución a los problemas que sublevó la política industrial: las formas del cálculo económico, la diferencia de naturaleza y combinación de los estímulos materiales y morales en las nuevas organizaciones del trabajo; todas cuestiones que nutrieron una famosa controversia entre el Che y Carlos Rafael Rodríguez. De ahora en adelante, el debate en torno de la transición al socialismo en Cuba —más allá de sus posiciones encontradas— se desenvolvía dentro de los límites de una planificación del uso del excedente, dentro de los límites reclamados por Baran. Lo anterior conlleva importantes consecuencias.

En enero de 1963 Sweezy y Huberman emprenden un viaje de cuatro semanas por varios países de AL: México, Chile, Argentina, Uruguay, Venezuela y Brasil “el más importante y desarrollado de la región”.55 Baran efectuará un viaje parecido durante el verano del mismo año. El propósito de los editores de la MR es “discutir la posibilidad de una edición en español” de la MR.56 Desde Río de Janeiro, Sweezy anuncia a Baran:

“We [Sweezy y Huberman] definitely succeeded in our mission to start a Spanish edition of MR in Buenos Aires. Charming young gals (2 of them) [Liliane Martin y Irene Mizrahi] will do translating and all business as well. Everyone tell us the potential market is excellent”.57

Los pronósticos son justos. El primer número de la Monthly Review. Selecciones en castellano sale en octubre del mismo año en Buenos Aires a cargo de la editorial Perspectivas.58 En 1964 el tiraje ya alcanza los 8,000 ejemplares, tanto como la MR en inglés el mismo año. En el número 12 de la MR en castellano, Huberman y Sweezy celebran de esta manera la iniciativa:

Debemos reconocer que cuando recibimos, por primera vez, la propuesta de publicar una edición castellana de la MR, francamente accedimos a ello con escepticismo, sin creer en su triunfo. Ahora, después de un año de aparición, sabemos que estábamos equivocados y que, en cambio, quienes confiaban, tenían razón.59

Paralelamente, la Colección MR de la editorial Jorge Álvarez publica entre 1963 y 1964 una serie de libros de bolsillo con traducciones de artículos de la MR que hallan un éxito comercial considerable. Los editores de la MR y Jorge Álvarez no tenían “otra relación que la de amistad” precisan los responsables de la MR en castellano a sus lectores en noviembre de 1964. Con todo, a espaldas de este entusiasmo, la escogencia de Buenos Aires como sede de la MR suscita muchas inquietudes. La revista queda expuesta a la volatilidad de una situación política incierta en extremo. Ni a Sweezy ni a Huberman se les había escapado en sus prospecciones de enero 1963 que la circulación de publicaciones como el semanario uruguayo Marcha —“probably the best of its kind in Latin America”— estaba prohibida en Argentina. “Whether all obstacles can be overcome, and whether the Argentine authorities will permit it —these are questions no one can answer. We figure we can lose by trying” añade Sweezy en la misma carta.60 A inicios de 1967 amenazas y presiones aparejadas a la rápida degradación del clima político después del derrocamiento de Arturo Ilia en 1966 obligan a trasladar la sede de la MR a Santiago de Chile, donde permanece hasta 1970. La MR en castellano deja de publicarse oficialmente por razones financieras, aunque un intento efímero por resucitarla tuvo lugar en Bogotá en 1973 donde habrían salido siete números. Oficialmente sólo “el material que ha sido publicado en la edición en inglés o que ha sido expresamente aprobado [por los editores de Nueva York] puede incluirse en las ediciones en idiomas extranjeros”.61 Con todo, falta por elucidar el haz de causas y circunstancias que motivaron los cambios de sede de la MR en castellano entre 1963 y 1973, y especialmente de la decisión de cesar la publicación en Santiago el año de la victoria de la Unidad Popular.

Sincrónicamente al lanzamiento de la versión en español, los editores de la MR manifiestan un creciente interés por las discusiones sobre el carácter de los procesos revolucionarios en curso en diferentes países de AL. En la radiografía que efectúan a su regreso en marzo, los editores de la MR concluyen que las reformas necesarias para salir del subdesarrollo desbordan el estricto marco burgués, reclaman transformaciones socialistas.62

Empero, el seguimiento de la correspondencia de Baran y Sweezy durante sus diferentes viajes por AL muestra —contrariamente a representaciones condescendientes y ligeras de dos gringos que proyectan fantasías revolucionarias en exóticas repúblicas semi bananeras— una visión crítica de las sociedades visitadas, de sus intelectuales, de sus vidas políticas, de sus idiosincrasias. Observador sutil, Sweezy advierte la “demostración política” oculta en el evento organizado por sus huéspedes académicos en México. “I was brought down to lend glamor to the proceedings” escribe a Baran tras pasar cuatro días en la capital mexicana. Observa de la misma manera la deferencia para con él de la crema y nata de cierta izquierda —de J. Silva Herzog a L. Cárdenas pasando por L. Toledano y el joven C. Fuentes. “It is food for one’s morale nor to be treated like a sobaka [perro] all the time” añade Sweezy con un humor casi británico en la misma carta a Baran.63 Durante su paso por la Argentina, Sweezy describe una situación política “so bad and so confused that almost anything might happen (except something good of course)”. Pero más profundamente, la atención del editor de la MR se dirige hacia la peculiaridad de la composición social de ese país y la hipoteca de la izquierda por el peronismo:

The Left is falling apart, the huge middle stata are cynical and apathetic ([Gino] Germani says Argentinians are like Americans, by which he means middle-class Argentinians), and the workers are under the spell of Peron. I have aways tended to discount Peronism, but an evening with three of the most militant, class-conscious Peronist trade-union leaders was a real revelation. They await the second coming with all the religious fervor of millenarian Christians, and in the meantime are impervious to other ideas and programs. It is hard to imagine a country at once more in need of revolution and at the same time so far from it.64

De manera general, Baran y Sweezy expresan un escepticismo sobre las clases medias, las izquierdas y los intelectuales de la región.65 Para Sweezy, la “inminencia de la revolución en AL es un mito”. Siete meses después, desde Buenos Aires, Baran realiza el siguiente balance:

I get more and more the depressing feeling that mankind had 2 buses sent for it by Providence both of which it missed. The Western World had its great chance in 1917/18 —it as mucked up by the Germans; the Eastern World had its great chance in 1949 —it was mucked up by the US. The Cuba impetus in Latin America, I think is, for the time, being over. In fact, it has now the opposite effect. If Cuba itself was largely possible because of the neutralization of the middle classes —the middle classes in Latin America now have been driven into the camp of reaction. And with them go the privileged stata of the working class, the intellectuals who sell out to almost any bidder this forming together with the well-kept army a formidable reactionary bloc. This bloc operates “democratically” as long conditions permit; it is willing to switch to dictatorship the minute there is a slightest danger.66

En este contexto doblemente marcado por la “coexistencia pacífica” y por el impacto de bahía cochinos a nivel latinoamericano, Baran y, sobre todo, Sweezy tienden a criticar las líneas de las organizaciones de la Vieja Izquierda y, más especialmente, de los partidos comunistas. Este radicalismo internacionalista y tercermundista reviste acentos castro-maoístas en el Sweezy de inicios de los 1960. El punto ciego de este enfoque —un ultra voluntarismo que distorsiona la percepción del alcance de la Revolución cubana— constituye también su lucidez, como lo muestra la lectura que hace Sweezy de la situación política en Chile a inicios de los 1960.

En generale, CP’s [Communist Parties] everywhere seem to be in a Sharp swing to the Right —Krushchev line. Unless the Chinese influence asserts itself and new leadership pf a Sino-fidelista character emerges. They are going to degenerate and decline. Already, their importance is small except in Chile and (probably) in Venezuela. A tremendous popular-front fiasco seems in the making in Chile. I remembered the same kind of higher hopes in Spain and France in ‘36. History does have a stubborn way of repeating itself.67

Con todo, la consigna —“la única revolución hoy posible en AL es una revolución socialista”— era más que un efecto teórico de la radicalización de la Revolución cubana. Se trataba, por igual, de una deducción lógica del análisis de los modos de uso del excedente en economías capitalistas subdesarrolladas. Las clases dominantes de esos países tienden a hacer un uso parasitario del excedente. En este sentido, las burguesías latinoamericanas son lumpen burguesías. Esta noción —originalmente utilizada para describir a las franjas inferiores y precarias de los empresarios estadounidenses—68 inspira a Baran y Frank, amigo del primero y padre putativo de la TMD. Para Frank, la noción explica los atavismos socioculturales de las clases dominantes latinoamericanas, aun cuando sus formas fenomenales se modifican a cada fase de la historia. Esta anatomía de las clases dominantes condicionaba la definición del carácter de la revolución. Lo anterior exigía revisitar el debate sobre la formación del capitalismo en AL. Dos enfoques protagonizaron la controversia.

El primero hace hincapié en las condiciones de producción y en las formas de existencia de la mano de obra para caracterizar los regímenes económicos. Enfatiza en los conflictos internos de los regímenes económicos coloniales como factores determinantes de la formación del capitalismo y de las relaciones asalariadas subyacentes. Con arreglo a las circunstancias particulares de cada país, la producción capitalista se abre camino a partir de las luchas de clases propias a las estructuras preexistentes. Este primer enfoque subsume tesis que agencian de diferente manera los factores endógenos —fuerzas productivas, antagonismos de clases, ideologías, etc.— en sus explicaciones. Ahora bien, este primer enfoque se enfrenta con dificultades a la hora de explicar el lugar del mercado mundial en la dinámica de las economías coloniales. Y, precisamente, la originalidad de la historia económica de AL radica en su inserción subordinada al mercado mundial. Esta dificultad contribuyó al éxito del segundo enfoque distintivo de la TMD.

Para el marxismo dependentista la incorporación al mercado mundial define el carácter del régimen económico. Metodológicamente, caracteriza el régimen económico a partir del modo de circulación de los productos del trabajo. Este enfoque no ignora las formas de existencia de la mano de obra. Pero, a diferencia del primero, las supedita a sus nexos con el mercado. En AL el segundo enfoque acobijo las interpretaciones que rechazaban las lecturas de los regímenes coloniales en términos de feudalismo. S. Bagú fue, con toda probabilidad, el primero en defender la tesis de un capitalismo colonial en los 1940. No obstante, la crítica de Frank al “mito del feudalismo” en la AL colonial fue la versión más ambiciosa de esta empresa.

La evolución del pensamiento de Frank entre 1961 y 1963 —intervalo que registra el fin de los vaticinios sobre el carácter de la Revolución cubana— permite entender el entrelazamiento entre la movilización de categorías económicas y las consideraciones políticas de la nueva época.69 Hasta 1962, la Revolución mexicana es para Frank una revolución burguesa cuya originalidad la convierte, desde el punto de vista estadounidense, en “el peor ejemplo para las naciones latinoamericanas”. En el mismo artículo Frank caracteriza de feudal a los sistemas de trabajo predominantes en el México prerrevolucionario.70 Un año después, Frank abandona el concepto de feudalismo.71 En adelante, Frank emprenderá un trabajo de reinterpretación de la historia agraria latinoamericana para develar las funciones capitalistas de los sistemas de trabajo del coloniaje.72 Su enfoque consiste en mostrar la determinación recíproca entre la formación de las haciendas y la incorporación de estas economías al mercado mundial.73 El régimen agrario del México post cardenista desempeña un rol análogo en la caracterización más breve de las estructuras agrarias latinoamericanas que hace Sweezy a su regreso de su viaje de 1963. Mas que una refutación de la tesis de la inexistencia de estructuras agrarias feudales, los resultados de la reforma cardenista demuestran para Sweezy la imposibilidad de resolver los problemas del subdesarrollo y de miseria rural en el marco del capitalismo.74

La controversia sobre la naturaleza de los modos de producción en AL abrevó de argumentos del debate entre M. Dobb y P. Sweezy sobre los “problemas de transición al capitalismo”. Dobb reconocerá los ecos de su debate con Sweezy etc. en la polémica latinoamericana.75

En oposición a Dobb, Sweezy disocia la forma de existencia de la mano de obra de la definición del régimen económico. Así, para Sweezy, el capitalismo es antes que nada “una producción para el mercado”.76 Esta amalgama entre capitalismo y régimen de producción dominado por el valor de cambio define metodológicamente al marxismo de Sweezy y de la TMD. En los USA Magdoff explicará que “la existencia de la esclavitud [en el Sur de la Unión] no hace de ésta una sociedad esclavista, ni aun siquiera en la región sur del país. La esclavitud en los USA fue, en efecto, un rasgo especial del capitalismo norteamericano”.77

En AL, la perspectiva Sweezy-Magdoff subyace a los análisis marxo dependentistas de los sistemas de trabajo del coloniaje. Ya en 1963, en una carta a Baran, Sweezy adelantaba que las dificultades para analizar las economías de AL radican en la caracterización de sus regímenes agrarios a partir de la dicotomía terrateniente latifundista/burguesía.

The same class owns money capital, industrial capital, and land. The tenure systems often have more than a little od feudalism remaining, which is one reason why reforms are so much needed, but owners are typically bourgeois. When you ask for land reform, you ask the bourgeoisie to reform itself, not to take something away from a parasitic landowning class. And needless to say, the bourgeoisie is not exactly enthusiastic. It is not, incidentally, a terribly, businesslike bourgeoisie and readily tolerates irrational practices inherited from the past, but that doesn’t make it a feudal nobility.78

Sweezy regresa de su periplo de 1963 con la convicción que los análisis de los países de la región adolecen de importantes lagunas. Éstas inciden en el conocimiento de las clases. “The real understanding of the structure and dynamics of these societies is still at an elementary level. The attitude, potentialities, etc., of the “masses” —3/4ths or more of the population— are largely terra incognita, dealt with in copious clichés”.79

Ahora bien, si todos los marxistas dependentistas no retomaron a la letra la tesis del capitalismo colonial, la adopción del mismo enfoque metodológico los condujo ensayar soluciones intermedias.80 Una parte de estas variaciones sobre el tema —que darán lugar a diferentes ramificaciones de la TMD— acontece en el interior en las columnas de la MR y de la versión castellana publicada en Santiago. Es también en Santiago que aparece las traducciones al castellano de Capitalismo y subdesarrollo y Desarrollo del subdesarrollo de Frank, condensado del pensamiento del norteamericano y reflejo de sus posiciones políticas.81 Lo cierto es que, más allá de sus divergencias, estos trabajos comparten una aversión a la tesis de un feudalismo latinoamericano. He aquí, adicionalmente a la correlación entre subdesarrollo e inversiones extranjeras, una segunda hipótesis nodal de la TMD.

En 1968, las hipótesis que van a fecundar a la TMD ya han sido formuladas: el papel de las inversiones extranjeras, el intercambio desigual, el modo de utilización del excedente en una economía subdesarrollada, la naturaleza de los modos de producción y el carácter de las clases sociales en esas sociedades. La ambición de complementar la teoría leninista del imperialismo —interés definitorio del programa de investigación de la TMD— va a abrevar de los análisis de Baran y Sweezy. Pese a sus diferencias, los marxistas dependentistas convergen en el antagonismo irreconciliable entre imperialismo y desarrollo. No hay superación posible del subdesarrollo en el capitalismo.82 Aunado a lo anterior, recuperan la hipótesis del intercambio desigual según la cual el comercio internacional —y no solamente las inversiones extranjeras— contribuye a la explotación de países por países. La TMD se forjó entre la segunda mitad de los años sesenta y mediados de los 1970 y alcanzó su formulación más acabada en el ensayo que publica Marini en 1973.83 Al final del periodo Marini —quizás advirtiendo la contradicción entre los presupuestos de la TMD y la industrialización de ciertas economías periféricas— actualiza el análisis de la relación entre imperialismo y subdesarrollo proponiendo la hipótesis de un subimperialismo.84

Los años 1965-1968 materializan la coyuntura propicia para una Revolución en el sentido de Baran y Sweezy. En USA, 1968 es el año de apogeo de las luchas subalternas —encabezadas por el redoblamiento de la oposición a la guerra de Vietnam y la lucha del Movimiento por los derechos civiles— luchas sobre las cuales los editores de la MR proyectaron más optimismo que en la combatividad de las franjas medias y superiores de la clase obrera. Vis-à-vis del Tercer mundo, 1968 signa el arranque de una nueva fase de la historia de la MR. Magdoff reemplaza al fallecido Huberman como coeditor. Con Magdoff, historiador del imperialismo, la MR radicaliza su giro tercermundista. Desde inicios de los años 1960, además de Frank, la MR abre sus columnas a latinoamericanos que serán los más representativos de la discusión de las hipótesis de la TMD. A su vez, la edición en español será, hasta 1970, un espacio de la controversia sobre el capitalismo colonial.85 La revista abre también sus columnas a otros marxistas heterodoxos como el trotskista A. Gilly, autor de ensayos sobre la Revolución cubana y Guatemala.86

1968 anuncia también el agrietamiento de posiciones sostenidas por Baran y Sweezy desde los 1940. Al temor de un reforzamiento de las tendencias burocráticas de la Revolución cubana se suma la onda de choque de la intervención soviética en Checoslovaquia.87 Ésta no sólo cimbró el campo socialista. Operó como refrigerante del entusiasmo de marxistas occidentales, como Sweezy, con Cuba. A partir de 1968, en el momento en que la TMD entra en su fase de maduración, la radicalización tercermundista de la MR acontece bajo el signo de una distancia crítica para con Cuba. En ese sentido, la MR fungió, doblemente, como espacio de discusión de hipótesis de la TMD y de divergencias en torno a problemas teóricos o estratégicos vinculados, en última instancia, a la posibilidad de reeditar o prolongar la Revolución cubana en el continente.88

Conclusión

La elaboración de la TMD puede interpretarse como intento por actualizar las armas de la crítica a una era definida por los retos y desafíos que la Revolución cubana representó para la izquierda socialista latinoamericana. Las diferentes vertientes de la TMD expresaron estrategias de las organizaciones revolucionarias que se multiplicaron en las décadas de 1960 y 1970. Al negar la posibilidad de un desarrollo auto centrado en los límites del capitalismo, al afirmar que los problemas fundamentales del subdesarrollo sólo pueden solucionarse bajo el socialismo, la TMD se convirtió en plataforma compartida para corrientes que rechazaban los análisis subyacentes a las estrategias de alianzas entre trabajadores y burguesía nacional que proponían los partidos comunistas. El presente artículo delimitó la influencia de Baran y Sweezy en la elaboración de las hipótesis básicas que sostendrán la TMD. Las hipótesis conciernen las relaciones entre el imperialismo y el subdesarrollo, el intercambio desigual, el modo de utilización del excedente, la naturaleza de los modos de producción y el carácter de las clases. Complementariamente, el artículo pone en relieve el rol de la MR —en su versión original, pero también en su accidentada versión castellana entre 1963 y 1968— como vehículo de dichas hipótesis. Los análisis de los procesos de Guatemala y Cuba —los dos países latinoamericanos objeto de mayor cobertura por la MR durante nuestro periodo de estudio— entrañan ambas hipótesis.

Mientras la MR publica veinte artículos directamente vinculados a la situación de AL entre 1949 y 1959, está cantidad aumenta a setenta y siete entre 1959 y 1968. Entre las dos décadas median el cambio de orientación editorial de la MR, el auge del tercermundismo y el impacto de la Revolución cubana. Durante la primera década los artículos sobre AL son mayoritariamente escritos por los dos editores y por veteranos del movimiento socialista internacional. Las columnas de la revista se abren regularmente a intelectuales de la región a partir de la década de 1960.

El estudio deja entrever como la evolución de la línea de la MR reflejó el desplazamiento del epicentro de la revolución del Primer al Tercer mundo tras la estabilización de los equilibrios políticos en Occidente en 1947/48. Invita finalmente a profundizar un terreno relativamente baldío de la historia del pensamiento social: el rol de la producción socialista en USA en la gestación de una crítica marxista del subdesarrollo en AL.

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Resumen

El propósito del presente artículo es delimitar la influencia de Baran y Sweezy en la formulación de la teoría marxista de la dependencia en América Latina entre 1950 y finales de los años sesenta. Consideramos las hipótesis que atañen los vínculos entre inversiones extranjeras y subdesarrollo, así como la determinación de la naturaleza de los modos de producción. La correspondencia entre Baran y Sweezy confirma la importancia de estas hipótesis para el estudio de las formaciones latinoamericanas en clave marxo dependentista y la edificación de estrategias políticas correspondientes. El artículo contribuye al estudio del papel de la izquierda socialista de los USA en la gestación de una crítica marxista del subdesarrollo en la América Latina de la posguerra.

Palabras claves: Baran; Sweezy; Monthly Review; Teoría marxista de la dependencia.

Abstract

The purpose of this article is to delimit the influence of Baran and Sweezy in the formulation of the Marxist theory of dependency in Latin America between 1950 and the late 1960s. We consider the hypotheses concerning the links between foreign investment and underdevelopment, as well as the determination of the nature of the modes of production. The correspondence between Baran and Sweezy confirms the importance of these hypotheses for the study of Latin American formations in a marxist dependentist point of view and the construction of corresponding political strategies. The article contributes to the study of the role of the US socialist left in the rising of a Marxist critique of underdevelopment in post-war Latin America.

Key words: Baran; Sweezy; Monthly Review, Marxist theory of dependency.

Recibido: 16/09/2020

Aceptado: 03/03/2021


* Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), matari@sociales.unam.mx, ORCID: http://orcid.org/0000-0003-1340-3063.

1 Paul Sweezy, “Paul A. Baran: Recuerdos personales”, en Paul Sweezy, Harry Magdoff y Paul A. Baran, El hombre y su obra, Siglo XXI, Madrid, 1965, p. 88.

2 Ibídem, pp. 88-89.

3 Los tres últimos fueron estudiantes de Frank en Brasilia, antes de volverse colegas en el exilio.

4 John Bellamy Foster, “The commitment of an intellectual: Paul M. Sweezy (1910-2004)”, en Monthly Review, Vol. 56, n° 5, 2004.

5 John Bellamy Foster, “Insights from the Sweezy-Schumpeter debate”, en Monthly Review, Vol. 63, n° 1, 2011.

6 Ernest Mandel, “Introduction à la Novaia Ejonomika”, en Préobrajensky, La nouvelle Economique, EDI, Paris, 1965.

7 Paul Sweezy, op. cit., pp. 62-72.

8 Paul Sweezy, Teoría del Desarrollo capitalista, México, Fondo de Cultura Económica, 1942, p. 65.

9 Joseph Alois Schumpeter, Histoire de l’analyse économique, Tomes I y III. Paris, Gallimard, 1954, p. 337. Véase la contribución de Tsuru en el “apéndice A” del libro de Sweezy.

10 Michael Charles Howard, “The economic contributions of Paul Sweezy” en Review of Political Economy, 2004, Vol. 16, n° 4; Ben Fine, “Enigma in the Origins of Paul Sweezy’s Political Economy” en Review of Political Economy, 2009, Vol. 21, n° 1; Ricardo Bellofiore, “Between Schumpeter and Keynes: The Heterodoxy of Paul Marlor Sweezy and the Orthodoxy of Paul Mattick”, 2017.

11 Paul Anthony Samuelson, “Schumpeter as a teacher and economic theorist”, en The Review of Economics and Statistics, 1951, pp. 98-103.

12 Paul Sweezy, “La aportación de Keynes al análisis del capitalismo”, en John Maynard Keynes, Crítica de la economía clásica, Ariel, Buenos Aires, 1946.

13 John Alois Schumpeter, op.cit., p. 494.

14 Aunque Sweezy tildará de “muy débil” la hipótesis de la aristocracia obrera como base social de la “traición” de la Socialdemocracia; Paul Sweezy a Paul Baran, 29/03/1963, en The Age of Monopoly Capital, New York, MRP, 1966.

15 Eric John Hobsbawm, Historia del siglo XX, 1914-1991, Barcelona, Crítica, 1994, p. 433.

16 Leo Huberman y Paul Sweezy, FO Matthiessen, 1902-1950, Schuman, New York, 1950.

17 Ocasionalmente será profesor invitado en diferentes universidades.

18 Louis Uchitelle, “Paul Sweezy, 93, Marxist Publisher and Economist, died”, en New York Times, 02/03/2004.

19 Paul Sweezy, “A Conversation with Paul Sweezy”, en Sungur Savran y E. Ahmet Tonak, Monthly Review, Vol. 38, April 1987.

20 Harry Magdoff, The Age of imperialism, MRP, New York, 1965, p. 131.

21 Paul Sweezy, op. cit., p. 80.

22 Ibídem. pp. 72-73 y 82.

23 John Bellamy Foster, op. cit. 2004.

24 Nick Beams, “Marxism and the Political Economy of Paul Sweezy”, en World Socialist Web site, 2004: https://www.wsws.org/en/articles/2004/04/ps6-a13.html; Ronald, Radosh, Commies: A Journey Through the Old Left, the New Left and the Leftover Left, Estados Unidos, Encounter Books, 2010, p. 111.

25 John Nichols, The Fight for the Soul of the Democratic Party, London, Verso Books, 2020.

26 Henry A. Wallace, “What is Progressive Capitalism?”, Monthly Review, Vol. 1, n°. 12, 1950.

27 John Culver y John Hide, The Life and Times of Henry Wallace, NY, Norton, 2000, p. 494 y ss.

28 Leo Huberman y Paul Sweezy, “Where we stand. Introductory editorial”, en Montly Review, Vol. 1, n° 1, 1949.

29 Diego Guerrero, “Reflexiones sobre la vida y la obra de Paul Sweezy (I)”, en Oikos, 2004, pp. 149-186.

30 Paul Sweezy, op. cit., pp. 75-77.

31 Nick Beams asevera que el auge del tercermundismo motivó un acercamiento de Sweezy con la tendencia tercermundista o “pablista” de la IV Internacional (Nick Beams, “Marxism and the Political Economy of Paul Sweezy”, en World Socialist Web Site, 2004. Disponible en https://www.wsws.org/en/articles/2004/04/ps6-a13.html).

32 Paul Sweezy y Harry Magdoff, “New Reformism”, en Monthly Review, Vol. 28, n° 2, 1976.

33 Leo Huberman y Paul Sweezy, “The “victory” of the Dulles brothers”, en Monthly Review, Vol. 6, n° 4, 1954.

34 Para seguir la situación en Guatemala a través de la MR véase los artículos de L. Strong y de E. de la Souchère (Anna Louise Strong, 1953; Elena De la Souchère, 1954). Ocho años después, tras un breve encuentro con J. J. Arévalo, Sweezy describirá al expresidente guatemalteco de “romántico confundido que puede pasar a ser otro Betancourt (aunque odia a Betancourt personalmente)” (Paul Sweezy to Paul Baran, 06-05-1962).

35 Leo Huberman y Paul Sweezy, “United State and Latin America”, en Monthly Review, Vol. 6, n° 3, 1954.

36 Leo Huberman y Paul Sweezy, prólogo a “Guatemala: Guatemala’s Social Revolution” en Monthly Review, Vol. 6, n° 8, 1954.

37 Elena De la Souchère, “Guatemala’s Social Revolution. A Reply”, en Monthly Review, Vol. 6, n° 8, 1954; Anonymous, “Guatemala’s Social Revolution”, en Monthly Review, Vol. 6, n° 8, 1954.

38 Elena De la Souchère, “Rise and Fall of Peronism”, en Monthly Review, Vol. 7, n° 8, 1955.

39 Harvey O’Connor, “The Colonial Dilemma, Part I”, en Monthly Review, Vol. 3, n° 9, 1952; Harvey, O’Connor, “The Colonial Dilemma, Part II”, en Monthly Review, Vol.3, n°10, 1952.

40 Harvey O’Connor, “The Empire of Oil”, MRP, New York, 1955.

41 Leo Huberman y Paul Sweezy “Point Four”, en Monthly Review, Vol. 1, n° 4, 1949; Leo Huberman y Paul Sweezy, “Point Four VS Social Revolution”, en Monthly Review, Vol. 2, n° 2, 1950.

42 Paul Baran to Paul Sweezy, 15/07/1951, In The Age of Monopoly Capital, op. cit.

43 Leo Huberman y Paul Sweezy, Cuba: Anatomy of a Revolution, MRP, New York, 1960, p. 20.

44 Paul Baran y Eric Hobsbawm, “Reflections on the Cuban Revolution” i y ii, en Monthly Review, Vol. 12, n° 8 y año 12, n° 9, 1961.

45 André Gunder Frank, Capitalismo y subdesarrollo en América Latina, México, Siglo XXI, 1967.

46 Paul Sweezy to Paul Baran, op. cit., 29-03-1963.

47 Ver Rafael Rojas, Fighting over Fidel, Princeton University Press, New Jersey, 2015.

48 Paul Sweezy, op. cit., p. 89.

49 Desde un artículo de Castro sobre “la democracia real” hasta las “reflexiones sobre la revolución” de Baran (1961) pasando por consideraciones de N. Reeves sobre “la mujer en la nueva cuba”. El seguimiento de las diferentes facetas del proceso revolucionario entre 1960 y 1968 reclama un estudio separado.

50 Paul Sweezy, op. cit., p. 90.

51 Véase Rafael Rojas, op. cit., p. 87 y ss.

52 Como lo encarna la trayectoria del economista y amigo de Baran, J. Noyola que transitó de la misión cubana de la CEPAL a la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) en la Habana. Baran quedó muy afligido por la muerte prematura de Noyola (Paul Baran to Paul Sweezy, 03/12/1962, en The Age of Monopoly Capital, op. cit.

53 Fernando Martínez Heredia, “El mundo ideológico cubano de 1959 marzo 1960”, en Magdiel Sánchez Quiroz, Pensar en tiempo de revolución, Buenos Aires, CLACSO, 2018.

54 Paul Baran, op. cit., 1961.

55 Paul Sweezy, op. cit., 1987.

56 Paul Baran to Paul Sweezy, 28-01-1963, en The Age of Monopoly Capital, op. cit.

57 Ibídem.

58 En Buenos Aires, la editorial Perspectiva distribuía revistas de la izquierda revolucionaria como “Táctica” o “Pasado y Presente. Revista de ideología y de cultura”. El primer número de MR en castellano salió dos o tres meses después del primer número del trimestral Pasado y Presente en Córdoba.

59 Leo Huberman y Paul Sweezy, “La Monthly Review. Selecciones en castellano en su primer año de existencia.”, en Monthly Review en castellano, Vol. 1, n° 12, 1964.

60 Paul Sweezy to Paul, Baran, op. cit., 28/01/1968.

61 Robert W., McChesney, “The Monthly Review Story: 1949-1984”, MR Zine, June 5, 2007.

62 Leo Huberman y Paul Sweezy, “Notes on Latin America”, en Monthly Review, Vol. 14, n° 11, 1963.

63 Sweezy atribuirá la popularidad entre algunos latinoamericanos de la hipótesis de la dominación de grupos controlados por banqueros a la influencia de Perlo (Paul Sweezy to Paul Baran, 06/04/1962).

64 Paul Sweezy to Paul Baran, op. cit., 28/01/1963.

65 Los preparativos de una invitación a Baran ofrecen a Sweezy —quien lo precede en Argentina— la ocasión de retratar algunos aspectos del funcionamiento del campo académico del Buenos Aires de los años 1960: “I saw Germani. As you probably know, hi is a tired intellectual whose enthusiasm are all in the past, and lives in constant fear for his job. He is resigning as chairman of the dept of sociology and hopes his successor will be Torcuato Di Tella, from one of Argentina’s richest families (autos and much else besides), with whom you will probably have to deal in future negotiations […] The money is of from Ford, with no overt strings attached (except no appointments of socialist-bloc chaps), and Germani seems to think if the Univ. Administration (now under control of the Catholics) doesn’t intervene to block your coming to Buenos Aires, then they can do what they like” (Paul Sweezy to Paul Baran, 28/01/1963).

66 Paul Baran to Paul Sweezy, 28/08/1963, en The Age of Monopoly Capital, op. cit.

67 Paul Sweezy to Paul Baran, op. cit., 28/01/1963.

68 Charles Wright Mills, White Collar, Oxford University, New York, 1951, p. 28.

69 A inicios de 1964 Sweezy contacta a Frank para atender “la necesidad desesperada” de encontrar “economistas calificados” expresada por el viceministro de Comercio Exterior en Cuba (Paul Sweezy to Paul Baran, 24/02/1964, en The Age of Monopoly Capital, op. cit.

70 André Gunder Frank, “Mexico: The Janus Faces of 20th Century Bourgeois Revolution”, en Monthly Review, Vol. 14, n° 7, 1962.

71 André Gunder Frank, “Not feudalism-capitalism”, en Monthly Review, Vol. 15, n°8, 1963.Traducido en el número 12 de la MR castellana en agosto de 1964.

72 André Gunder Frank, “The variety of Land Reform”, en Monthly Review, Vol. 14, 12, 1963; André Gunder Frank, op. cit., 1963.

73 André Gunder Frank, La agricultura mexicana: transformación del modo de producción (1521-1630), México, Era, 1972.

74 Paul Sweezy to Paul Baran, op. cit., 29/03/1963.

75 Maurice Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. México, Siglo XXI, 1972, p. 8.

76 Paul Sweezy y Leo Huberman, “FO Matthiessen, 1902-1950”, en Schuman, New York, 1950, p. 44.

77 Harry Magdoff, op. cit., pp. 134-135.

78 Paul Sweezy to Paul Baran, 26/03/1963, en The Age of Monopoly Capital, op. cit.

79 Paul Sweezy to Paul Baran, 17-01-1963, en The Age of Monopoly Capital, op. cit.

80 Theotônio Dos Santos, op. cit., 1968.

81 André Gunder Frank, “Latinoamérica: Subdesarrollo capitalista o revolución socialista”, en Pensamiento Crítico, n° 13, 1968.

82 Ruy Mauro Marini, La dialéctica de la dependencia, México, Era, 1973, p. 5; Theotônio Dos Santos, Dependencia y cambio social, 1973, pp. 38-39.

83 Vania Bambirra, El capitalismo dependiente latinoamericano, Siglo XX, México, 1974; Cristóbal Kay, Latin American Theories of Development and Underdevelopment, Routledge, London, 1989.

84 Ruy Mauro Marini, “Brazilian “interdependence” and imperialist integration”, en Monthly Review, Vol. 17, n° 7, 1965 y “Brazilian Subimperialism”, en Monthly Review, Vol. 27, n° 9, 1972.

85 Theotônio Dos Santos, “El capitalismo colonial según A. G. Frank”, en Monthly Review en castellano, n° 5, 1968.

86 Adolfo Gilly, “Inside the Cuban Revolution”, en Monthly Review, Vol. 16, n° 6, 1964; Adolfo Gilly, “A guerrilla wind”, en Monthly Review, Vol. 17, n° 6, 1965; Adolfo Gilly, “The guerrilla movement in Guatemala Part I”, en Monthly Review, Vol. 17, n° 1, 1965.

87 Paul Sweezy y Leo Huberman, Socialism in Cuba, MRP, New York, 1969.

88 Por ejemplo, la publicación del manuscrito de Bambirra (una crítica a los enfoques entonces usuales sobre la Revolución). Vania Bambirra, La Revolución Cubana: una reinterpretación, Nuestro Tiempo, México, 1974; Laura Briceño Ramírez, “Vania Bambirra y la alternativa insurreccional a inicios de los años 70”, en Izquierdas, 28, 2016.


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