Bernardo Kordon viajero
editor y agitador cultural de China y el maoísmo

Adrián Celentano*


Un joven escritor comunista

Difusión del comunismo chino

Viaje a la China comunista

Tradición y revolución

China y la nueva izquierda argentina

Revolucionar la revolución

Novedades de la China maoísta

Conclusiones

Bibliografía

Artículos en revistas citados

* Dr. Adrián Celentano, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
e- mail:adriancelentano@gmail.com. Id-ORCID: 0000-0002-8315-5379.

Lo que hizo en su vida: una familia, una empresa. Como hay tiempo de sobra en el interminable atardecer de un anciano, le enumero las máquinas impresoras una por una. Le impacta el recuerdo de las máquinas más viejas, en especial una minerva Gordon que trajo de New York junto con mi madre y mi hermana Victoria. Asienta moviendo la cabeza. Terminadas las máquinas paso lista al viejo personal. Recuerda en especial a Travi, ahora sempiterno capataz, un muchacho del barrio del Abasto a quien enseñó el oficio de gráfico.

Bernardo Kordon, “El Padre”, 1984.

A lo largo de su prolongado itinerario político-intelectual, el escritor argentino Bernardo Kordon (Buenos Aires, 1915 - Santiago de Chile, 2002) se mostró como un tenaz editor y difusor del comunismo, y sobre todo de la cultura china y el maoísmo.1 La descripción y denuncia de las injusticias sufridas por la clase obrera era ya un tópico característico de la literatura de izquierda, y Kordon lo expandió y reformuló en sus ficciones, ensayos, revistas culturales y emprendimientos editoriales.

Su obra literaria se valió del realismo social del barrio porteño de Boedo para dar cuenta tanto de las transformaciones sociales y culturales de la gran urbe porteña como de los diversos actores que debían protagonizar esas transformaciones. En un comienzo procuró representar al mundo obrero y campesino, mientras que entre mediados de los cuarenta y mediados de los sesenta desplazó a un segundo plano la perspectiva clasista para que el protagonismo recayera en los marginales. En una tercera etapa, que se abrió a mediados de los sesenta y se prolongó una década, Kordon participó de la nueva izquierda y tendió a asociar a esos marginales con los “cabecitas negras”, la expresión peyorativa con que los antiperonistas nombraban a los obreros peronistas.2

Este intento de representar a las masas populares argentinas vinculó a Kordon con el cine y con la edición de libros distantes de la ficción. En cuanto al cine, la obra literaria de Kordon está plagada de referencias a la industria cinematográfica y a los efectos del cine entre los sectores populares urbanos. A su vez, cinco de sus cuentos fueron llevados a la pantalla grande bajo los siguientes títulos: Alias Gardelito (1961), El ayudante (1971), El grito de Celina (1975), Romance en la puerta oeste de la ciudad (cortometraje, 1979), y Tacos altos (1985). En cuanto a sus libros no literarios, tres de ellos son ensayos sobre la cultura china mientras que cinco son crónicas de viaje a la China comunista, aparecidas entre 1958 y 1984 —y en todos esos textos se insiste en el abordaje de los sectores populares—.3

Agreguemos otra firme certeza que recorre esta obra multifacética. Kordon no dudó de la estrecha relación que debían mantener los materiales impresos (tanto los de ficción como las crónicas de viaje y los ensayos) con la práctica política de izquierda y específicamente con la revolución socialista. En 1937 un veinteañero Kordon ya comenzó a destacar la relación entre edición e izquierdas cuando preparó un artículo sobre las lecturas de la Revolución Francesa y la participación de los esclavos negros en la Revolución de mayo de 1810, artículo publicado en Buenos Aires, en la revista de los jóvenes historiadores comunistas Argumentos (1938-1939). Dos años después, fundó Continente, una breve editorial brasileñista, en la que tradujo dos novelas sociales, Vidas Secas e Infancia, del escritor Graciliano Ramos (1892-1953), quien estaba estrechamente ligado a los comunistas brasileños. Asimismo, la capacidad movilizadora del libro, que destaca Midori Deaecto en su estudio sobre las ediciones revolucionarias,4 es una dimensión constitutiva de las mencionadas crónicas sobre China preparadas por Kordon. Allí reprodujo sus conversaciones con estudiantes, intelectuales, obreros y campesinos chinos, difundió informes sobre la Revolución China y se explayó sobre el rol de Mao Tse Tung. Es que el interés de Kordon por la cultura de las clases populares encontró en el maoísmo un modelo de producción cultural y de participación popular en la revolución.

La cita del epígrafe corresponde a un fragmento de “El padre”, un texto de evocación autobiográfica que Kordon publicó en 1984 en Los que se fueron, compilación de cuentos aparecida en Torres Agüero Editor. Kordon también imagina en ese libro una carta redactada por “Coca”, una mujer sencilla del barrio porteño de San Cristóbal, cuyo hijo era uno de los militantes revolucionarios asesinados durante la dictadura militar a quienes se les negó sepultura.5 A través del recuerdo de la imprenta paterna, Kordon metaforizaba los inicios de su relación con el mundo de la edición mientras que con el relato de Coca sobre la desaparición del hijo “subversivo” ofrecía una crónica de la derrota de los jóvenes a quienes Kordon, en convergencia con otros intelectuales, había enseñado el ejemplo revolucionario chino. Pocos meses después de la edición de ese cuento, Kordon viajó por quinta vez a la República Popular China y al volver publicó Viaje nada secreto al país de los misterios. China extraña y clara, libro en el que confirmó su desencanto ante el viraje procapitalista de China luego de la muerte de Mao en 1976. Ese desencanto marca el cierre de la trama que estableció Kordon entre edición y revolución y del arco de análisis que se propone la presente aproximación a su biografía intelectual.


Un joven escritor comunista

A principios de los años treinta, Kordon hizo sus primeras letras en la popular revista musical Sintonía, escribió sobre los tangueros de la “guardia vieja”. En 1936 fundó junto con Raúl Larra, Alfredo Varela, Horacio Klappenbach y Alberto Itoiz y el padrinazgo del escritor boedista Álvaro Yunque la Asociación de Jóvenes Escritores Proletarios (AJEP). Pocos meses después la AJEP eliminó de su sigla la condición de proletaria y editó La vuelta de Rocha. Brochazos y relatos porteños el primer libro de Kordon.6 El “brochazo porteño” era la técnica propuesta por la AJE para lograr una interpretación moderna de las transformaciones de la ciudad. El término “brochazo”, que alude simultáneamente a la estética impresionista y a la pincelada gruesa del pintor de obra, ofrecía a los jóvenes la posibilidad de condensar su intento de traer a la literatura la fuerza de las masas trabajadoras. De ahí que en los relatos de La vuelta de Rocha (libro que llevó prólogo de Larra e ilustraciones de Arrigo Todesca) el joven Kordon retome el término para dar cuenta de los diversos cambios en la gran urbe y en sus anónimos constructores.7

Para ese y otros emprendimientos editoriales, Kordon contó con los recursos que aportaba la imprenta de sus padres. Poco después, la AJE se disolvió en la Asociación de Intelectuales Artistas Periodistas y Escritores (AIAPE), organización antifascista hegemonizada por el Partido Comunista argentino (en adelante, PCA), dirigida en un comienzo por Aníbal Ponce y luego sucesivamente por Emilio Troise y Gregorio Bermann.8 La participación intelectual de Kordon en el antifascismo comunista se plasmó en las revistas Unidad (1935-1938) y Nueva Gaceta (1941-1943), en la edición de los libros de la AIAPE, en el apoyo al bando republicano en la Guerra Civil Española y en sus incursiones en la investigación historiográfica orientada por el PCA.

A partir de 1938 colaboró con Argumentos. Revista mensual de Estudios Sociales (1938-1939), publicación porteña impulsada por el historiador comunista Rodolfo Puiggrós y los jóvenes Eduardo Astesano, Alberto Mendoza, León Barsky y Carlos Cabral, entre otros.9 Argumentos significó un nuevo punto de encuentro de Kordon con Bermann, quienes compartían el origen judío. Pero ese no sería el último encuentro: fue a instancias de Kordon que en los sesenta Bermann viajó a China y colaboró en la revista Capricornio.

En 1939 Argumentos llevó como subtítulo “Por la emancipación económica nacional”, en esa época Kordon publicó el mencionado artículo sobre la participación política de la población negra rioplatense en las luchas independentistas del siglo XIX e inició una preocupación por la “negritud” que se continuó en sus estudios antropológicos sobre las rebeliones y revueltas de los esclavos en Brasil.10

En marzo de 1939 la dirección del PCA clausuró abruptamente la experiencia historiográfica de Argumentos. Ese año la familia de Kordon le financió un viaje a Salvador de Bahía, Brasil, donde estableció contactos con los antropólogos bahianos Edison Carneiro (1912-1972) y Arthur Ramos (1903-1949), simpatizantes ambos del Partido Comunista brasileño. En esa ciudad inició una duradera amistad con el dibujante argentino Héctor “Carybé” Páride Bernabé (1911-1997). A su regreso a Buenos Aires, Kordon fundó la editorial Continente. Allí intentó organizar una biblioteca de autores brasileños que disputara con la colección brasileñista de la editorial Claridad y con la del diario La Nación. Pero sólo alcanzó a editar en ese sello dos trabajos sobre el mundo afrobrasileño: Macumba. Relatos de la tierra verde y Candombe: contribución al estudio de la raza negra en el Río de la Plata, ambos de su autoría. Por entonces Kordon tradujo para el sello Tiempo Nuevo Zafra, la novela amazónica del escritor socialista Abgar Bastos y se insertó en el círculo de amigos de los críticos culturales brasileños Newton Freitas y la traductora Lidia Besouchet, dos opositores al gobierno de Getúlio Vargas exiliados en Buenos Aires.11

En la sociabilidad antifascista de la AIAPE, Kordon conoció a Jorge Amado y en 1942 se encargó del número de Nueva Gaceta dedicado a la cultura brasileña, número que compitió con el que la revista liberal Sur dedicó a los intelectuales y artistas brasileños. Kordon amplió sus vínculos con la edición brasileñista mediante la traducción de dos obras decisivas de Graciliano Ramos: Vidas secas, publicada por la editorial comunista Futuro en 1948, e Infancia, aparecida en 1949 en Siglo Veinte, sello dirigido por su amigo Gregorio Schvartz.12 El nexo entre edición y revolución de los exiliados y opositores brasileños alentó el brasileñismo izquierdista de Kordon, especialmente interesado en la historia de las revueltas negras, el bandidismo rural y las culturas populares.

Esos temas lo llevaron a trabar amistad tanto con el historiador Boleslao Lewin, quien se había alejado del PCA ante las noticias de los procesos de Moscú de 1936, como con el crítico cultural Cayetano Cordova Iturburu, uno de los referentes de los letrados del Partido Comunista Argentino (PCA). En 1940 la AIAPE editó Un horizonte de cemento, la segunda novela de Kordon, en este caso protagonizada por los marginales y linyeras porteños. La novela fue saludada por el diario La Nación, por el novelista Bernardo Verbitsky en Noticias Gráficas y por el poeta español Carlos E. de Ory en el Correo Literario de Madrid. En su tercera novela, La selva iluminada, editada por Siglo Veinte y prologada por el escritor boliviano Oscar Cerruto, Kordon mostró su recepción de la obra del estadounidense John dos Passos.

Tanto en esas novelas como en los cuentos que Kordon publicaba en magazines de la época como Leoplan y El hogar se podía advertir que su “realismo sucio” —como lo definió el crítico cultural Jorge B. Rivera— no seguía los dictados del realismo socialista que debían adoptar los escritores comunistas.13 Y fue Raúl Larra quien le reprochó ese alejamiento en la reseña que preparó en 1942 para Nueva Gaceta de la novela La selva iluminada.14

En su cuarta novela, La reina del plata, editada por el sello Cronos en 1946, Kordon aparentemente intentó remediar la “falta de socialismo” a través de la incorporación de personajes obreros como “Mario”, quien si bien mantenía una lucha contra las patronales de la industria de la carne, lo hacía en vinculación con estudiantes desclasados, lúmpenes y marginales.

Nueva Gaceta fue clausurada en junio de 1943 por los militares nacionalistas que dieron el golpe de Estado y sus editores fueron perseguidos. Kordon y Marina López, su compañera chilena, viajaron al país trasandino. Allí Kordon visitó los salitrales, conoció a los obreros en huelga y los incorporó a la ficción de uno de sus cuentos. En Santiago de Chile trabó amistad con el escritor y dirigente del Partido Comunista de Chile, Volodia Teitelboim, con el novelista Manuel Rojas y con el poeta Pablo Neruda, quien sería otro asiduo viajero a China, prologaría un libro de cuentos de Kordon y merecería un número de la revista Capricornio en 1954. Por su parte, Teitelboim fue un contacto clave para que Cultura, una popular editorial chilena de izquierda, publicara en 1943 Muerte en el Valle, una novela social de Kordon ambientada en Chile. Ésta también fue reseñada en Nueva Gaceta, en este caso por Gerardo Pisarello, quien saludo un realismo social que permitía recuperar el “ritmo cinematográfico” de Santiago de Chile y sus personajes.15

En definitiva, en la década transcurrida entre 1936 y 1946 Kordon estableció una estrecha relación con intelectuales ligados al comunismo de Argentina, Brasil y Chile. Esa relación se plasmó en libros, revistas y experiencias editoriales inscritas en el antifascismo comunista y le permitió publicar cinco novelas aparecidas en diversas editoriales y numerosos cuentos y algunos artículos, en ambos casos difundidos en revistas culturales. E incluso Kordon fundó una breve editorial.

A su retorno a Buenos Aires, publicó Tambores en la selva. Stanley, un libro destinado al público infantil que apareció en 1946 en el importante sello Abril. El mismo año editó Reina del Plata, novela cuya trama transcurre en dos tiempos marcados por golpes de Estado militares: 1930 y 1943. También en 1946 Kordon fundó y dirigió Todo. El mundo a través del pensamiento (1946-1947), una revista cultural de la que vieron la luz ocho números, de unas setenta páginas cada uno, y que aquí nos interesa porque, poco antes de la victoria de la revolución china, puso a circular noticias entusiastas sobre el comunismo en ese país.


Difusión del comunismo chino

Todo contaba con anuncios a página completa de la revista Sur y de las editoriales Psique, Cronos, Partenon, Zig-Zag y Siglo Veinte.16 Kordon incluyó crónicas de Andre Malraux y Stefan Zweig junto a artículos de Paul Valery y estudios de Enrique Portugal sobre Mariátegui y de Larra sobre Arlt, dos intelectuales de izquierda que despertaban fuerte polémica entre los comunistas argentinos. En el cuarto número de Todo, fechado en diciembre de 1946, apareció el artículo “¿Qué es el comunismo chino?” del periodista Harrison Forman. De éste el sello Abril había editado en 1945 La otra China, un libro que ofrece un entusiasta testimonio del viaje por el sector de China que ya controlaba el Partido Comunista. En el texto editado en Todo, Forman explica que el comunismo chino no depende del soviético y que no es un comunismo en el sentido colectivista. Menciona su entrevista en la provincia de Hunán a Mao, quien le habría explicado que luchaba por lo mismo que había luchado Lincoln en Estados Unidos: el fin de la esclavitud. A través del texto de Forman, los lectores de la revista de Kordon también podían saber que Mao no luchaba por implantar el modelo soviético, sino por una nueva democracia capaz de sacar a China del atraso económico a través de la alianza con capitalistas inversores y de un sector de la burguesía china.

El octavo y último número de Todo, de marzo-abril de 1947, también contó con una referencia a China. Allí se publicó una crítica de Edgar Snow a La aldea en Agosto, una novela del soldado Tien Chun, escrita en chino vernáculo, en “pai-hua”. Los protagonistas integraban la resistencia popular a la invasión japonesa. Participando de la preocupación popular característica del maoísmo, Snow destaca que la “obra salva el vacío que separaba a la China intelectual del pueblo común” y estimula “la intelectualización de las masas”.17 Con Todo Kordon se afianzó en el círculo de escritores realistas cercanos al PCA pero con un margen de autonomía que acrecentó en la década siguiente. Luego del cierre de su revista, el magazine Leoplan reeditó Un horizonte de cemento, con ilustraciones de Arteche. Las ventas de la novela impulsaron una tercera edición en 1950 por Siglo Veinte.

A comienzos de los años cincuenta, Kordon partió a Europa. Allí visitó Italia, donde conoció al escritor Alberto Moravia y al pintor Carlo Levi, y se instaló en París. Además de ser un ávido lector de la revista existencialista fundada por Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Les Temps Modernes (1945-2018), siguió las discusiones de las vanguardias estéticas muy probablemente acompañado por su amigo Carmelo Arden Quin, que había integrado el grupo porteño Arte Concreto Invención antes de residir en París. Al retornar a Buenos Aires, Kordon publicó dos libros: por Sudestada apareció De ahora en adelante, nouvelle sobre los dilemas de los intelectuales ante la realidad latinoamericana mientras que la editorial argentina ligada al comunismo Pórtico editó Lampeao. Novela de los desiertos brasileños. Para entonces, la consolidación del peronismo representó para PCA la reducción de su presencia en el mundo obrero y una incidencia limitada a las clases medias.

Si bien Kordon no simpatizaba con el gobierno peronista, firmó en 1952 el documento “A los escritores argentinos”, junto con Álvaro Yunque, Miguel Ángel Speroni, Agosti, Larra, Fina Warschauer y Héctor Yánover, entre otros escritores vinculados al PCA y reticentes a inscribirse en el antiperonismo.18 Además, mantuvo su amistad con el grupo de Puiggrós luego de que en 1947 fuera expulsado del PCA por apostar por una línea de unidad con el gobierno peronista. Específicamente, Kordon le facilitó a Puiggrós la dirección legal de su editorial (Corrientes 2752) y probablemente gestionó en 1958 la invitación para que conociera la República Popular China. Recordemos que la reivindicación de Mao era parte del enfrentamiento con la dirección del PCA que mantenían Puiggrós y Astesano. Es más, en Ensayo sobre el justicialismo a la luz del materialismo histórico, aparecido en 1953, Astesano se valió de las tesis de Mao sobre la “nueva democracia” para apoyar a Perón.

Kordon, por su parte, dirigió los ocho números de la revista cultural Capricornio, cuyo primer número apareció en julio de 1953 y el último en diciembre de 1954. Los primeros contaron con anuncios de las editoriales Acervo, Psique, Cadmo y Del Pórtico, luego se sumaron los de Hachette, Argos, López Negri y Diáspora. La circulación de Capricornio creció cuando publicó la traducción de la polémica entre Sartre y Camus, aparecida originariamente en Les Temps Modernes, sobre la relación entre marxismo, historia y compromiso intelectual.19 En las páginas de Capricornio colaboraron de los surrealistas de la revista Letra y Línea (1953-1954) a los existencialistas de Contorno (1963-1958) y los liberales de Sur (1931-1992), incluyendo a escritores y críticos comunistas y a ensayistas peronistas, con quienes Kordon compartía las páginas de Continente (1947-1955), la revista cultural de masas financiada por el gobierno peronista.20

Capricornio promovió el debate sobre el lugar del campo y la ciudad en la literatura y difundió textos de escritores latinoamericanos, en su mayoría de izquierda, del chileno Pablo Neruda al dominicano Juan Bosch. Sin embargo, mantuvo una relación distante con los intelectuales comunistas que animaban Cuadernos de Cultura. Éstos publicaron referencias y notas auspiciosas sobre el comunismo chino, pero fue Capricornio la revista argentina que trabó relaciones con el departamento de publicaciones del Instituto de Relaciones Culturales Argentina-URSS y con la Casa de Amistad Argentino-China. Y en 1954, cuando la última se disolvió, Kordon participó de la creación de la Asociación Argentina de Cultura China.21

Para integrarse en el canal cultural abierto entre chinos y argentinos, Capricornio difundió el artículo de Claude Roy titulado “Claves para la China” y dos poemas de Mao. El texto del ensayista francés apareció en dos entregas: en el séptimo número y el octavo, publicados en la segunda mitad de 1954. Además, en ambos números escribió el periodista Agustín Ferraris, quien defendía la política del gobierno justicialista y manifestaba sus simpatías por la política exterior china. Justo diez años después Ferraris fue el editor del segundo libro de Kordon sobre China, Reportaje a China. Una visión personal del país que conmueve al mundo, aparecido en Buenos Aires por Treinta Días.

“Claves para la China”, el título del artículo de Claude Roy, encabezó el índice del séptimo número de Capricornio (septiembre-octubre de 1954). Allí se incluyó “Ilya Eremburg en Buenos Aires”, un reportaje realizado al escritor soviético por Kordon, a quien visitaría tres años después durante su primer viaje a los países comunistas. El reportaje tácitamente legitima a Kordon como el intermediario argentino de la nueva cultura política, y específicamente de la cultura de la china comunista, pues a la pregunta de Kordon “¿Qué nuevo escritor francés considera más interesante?” Eremburg contesta con el autor que entonces puso a circular Capricornio: “Claude Roy, el autor de Clefs pour la Chine”. En el mismo número aparecen “Dos poemas de Mao Tse Tung”, traducidos del francés por el historiador peronista Fermín Chávez. El primer poema es “La nieve”, fechado en 1945, y el segundo, titulado “Ts’ Eu”, escrito en el periodo de la Larga Marcha del Ejército Rojo chino.

Si bien en 1954 Capricornio no lo consigna, el artículo de Roy es un fragmento del diario de viaje que ese año se publica con el mismo título en Francia y dos años después en Buenos Aires por el sello Lautaro y la traducción de Ángel Mazzora. Su circulación parcial en Capricornio y la posterior publicación íntegra participaron de la campaña de difusión del comunismo chino emprendida por los intelectuales argentinos sensibles al acercamiento entre los comunistas y los intelectuales existencialistas. Como en otros testimonios de viajeros militantes, el de Roy intenta subsanar el escaso conocimiento sobre China, en ese caso en Francia, y se admira por la construcción material del comunismo sobre una cultura milenaria. En los fragmentos reproducidos en Capricornio, Roy destaca que los comunistas crearon más escuelas que en Francia e Italia. Además, las masas populares chinas, a diferencia de las de Nápoles o Nueva York, reunirían la inteligencia con la abundancia que las rodea “expresada en las cantidades de obreros que hacen en todas partes el trabajo de máquinas todavía casi inexistentes”. Ni el campesino ni el coolie concordarían con las representaciones occidentales que los muestran como un “monigote panzudo”. Para romper con esas representaciones, Roy promete publicar un divertido “Diccionario de las ideas recibidas acerca de China”. De éste adelanta algunas ideas: “Coolies: todos los chinos son coolies”; “Rebeldes: los chinos que no son ni bandidos ni coolies, ni cocineros ni lavanderos, ni detectives ni mandarines, son rebeldes. Vida humana: los chinos son indiferentes a la vida humana”.22

En el octavo y último número de Capricornio se publica “Imagen de los Estados Unidos”, un artículo en el que Simone de Beauvoir insiste en el vínculo entre comunismo y existencialismo. Las conferencias que había dictado en los Estados Unidos darían lugar a una esperanzadora reflexión sobre su lucha política y cultural. Beauvoir había conocido la China comunista en 1954 y al año siguiente había publicado en París, por el sello Gallimard, La longue marche, una crónica de viaje que recién sería publicada en español en 1970 por el sello La Pleyade como La larga marcha. Ensayo sobre China. Como veremos, en los años anteriores Kordon rescató los análisis de Beauvoir sobre la cultura china. El interés de los intelectuales franceses por la cultura china también contribuyó a la identificación de Kordon con los comunistas del gigante asiático antes de su primer viaje a ese país.23

En ese octavo número de Capricornio se anunció el lanzamiento de la editorial Capricornio. Dirigida por Kordon y con el apoyo de Cadmo, la editorial publicó El existencialismo del filósofo del Partido Comunista Francés Henri Lefebvre, un libro que alcanzó tres ediciones. La revista dejó de editarse sin aviso hasta su nueva época en 1965 mientras que la editorial recién editó su segundo volumen en 1957. Este volumen consistió en un ensayo del peronista combativo Agustín Ferraris, quien bajo el título de Pido la palabra: respondiendo a Ezequiel Martínez Estrada, Mario Amadeo y Ernesto Sábato, polemizó con los ensayos antiperonistas de esos tres intelectuales. A fines de los años cincuenta, como tantos otros escritores y artistas, Kordon desempeñó el rol de “compañero de ruta” de los comunistas. Esto es, aunque no se afilió al partido ni respetó las exigencias doctrinarias del realismo socialista defendió abiertamente el campo socialista encabezado por la URSS, apoyó las iniciativas culturales de los comunistas argentinos y se insertó en una red de revistas y editoriales ligadas al PCA.


Viaje a la China comunista

En junio de 1955 la “Revolución Libertadora” derrocaba violentamente al gobierno de Perón. A partir de la apertura de nuevos canales de difusión de la cultura de izquierdas, Kordon publicó dos libros de cuentos y relanzó la editorial Capricornio. Kordon vivía con Marina en un departamento céntrico cercano a Santa Fe y Callao, donde se reunía con escritores, artistas y agitadores culturales, pero trabajaba en la imprenta con su padre. Entonces mantenía vínculos con los intelectuales comunistas argentinos, con los chinos y con Juan José Sebreli y otros editores de la revista Contorno. A pesar de disponer de su propia editorial, Kordon publicó en Cauce en 1956 su exitoso Vagabundo en Tombuctú, libro de cuentos que en su reedición de Losada de 1961 llevó un prólogo de Neruda.

En 1957 Kordon realizó su primer viaje a China como parte de una delegación encabezada por el secretario general del PCA, Gerónimo Arnedo Álvarez. En la incorporación de Kordon seguramente pesó su relación con María Rosa Olivier y otros miembros de la Asociación Argentina de Cultura China y del Movimiento por la Paz. A su regreso, Kordon preparó para el sello Leviatán su primera crónica sobre China, 600 millones y uno, impresa en los talleres Capricornio en 1958. Este año reeditó y prologó en el sello Capricornio su traducción de Vidas Secas y cedió los talleres de Capricornio para que el sello Traffac imprimiera El proletariado en la revolución nacional de Rodolfo Puiggrós.

La tapa de 600 millones y uno muestra sobre un fondo amarillo y negro el nombre del autor, el título y la editorial, sin ilustraciones ni subtítulo, y se compone de ciento setenta páginas, es decir, la mitad de la que en 1955 había sentado un importante pilar en la difusión del maoísmo: Lo que sabemos hablamos… Testimonios sobre la China de hoy, de dos intelectuales que eran “compañeros de ruta” del PCA, María Rosa Olivier y Norberto Frontini. Lo que sabemos hablamos apareció en el sello Botella al mar.24 El título del libro explicita, como anuncia el autor en la portada, la identificación del intelectual con las masas, los millones y uno, pero también toma distancia del saber y el testimonio proclamado por Oliver y Frontini.

Por su parte, 600 millones y uno presentó a Kordon en la solapa de tapa como “relevante novelista” que “vio y participa” del nacimiento de un mundo nuevo. En la solapa de contratapa se difundió el catálogo de Leviatán. Confirmando su interpelación a los lectores de izquierda, se incluye a Simone de Beauvoir, Pierre Andreu, Bertrand Russell, Gordon Childe y Adolfo Prieto, entre otros.

La crónica de Kordon sigue de modo lineal su recorrido por las ciudades rusas y luego por las chinas. El autor no aclara cómo accedió a ese recorrido ni quiénes formaban parte de la delegación que recorrió la URSS y China. Sí señala que como no manejaba el idioma ruso ni el chino dependió de las traducciones que le proporcionaban los intérpretes oficiales. Sobre la URSS se interesa por los trabajadores de menor jerarquía y alaba la monumental arquitectura moscovita, el moderno aeropuerto, los rascacielos como el de la Universidad, pero concentra su admiración en la estación del Metro dedicada al poeta de vanguardia Vladimir Maiacovsky. El argentino imagina a Maiakovsky satisfecho por la circulación de trenes veloces que llevan a los obreros a las fábricas y a distantes ciudades. Se trata de una extraña admiración, ya que Kordon —al igual que los vanguardistas— no ignoraba que Maiakovsky se había suicidado ante la deriva autoritaria de la revolución. Seguramente, en ese saludo al poeta ruso se cifre un reconocimiento a la tibia rehabilitación de los escritores vanguardistas que realizó la URSS luego de la muerte de Stalin. Si en La vuelta de Rocha Kordon proponía que las grúas porteñas se parecían a los puños en alto de la insurgencia obrera, veinte años después señalaba que las miles de grúas soviéticas “elevan sus brazos al cielo para construir algo nuevo en la tierra”.25 Este deslumbramiento ante la técnica y la cultura del pueblo soviético no le impide a Kordon preocuparse por la falta de entusiasmo, la discreción y los chistes de los moscovitas ante el lanzamiento del satélite espacial Sputnik.

El guía de Kordon en Pekín fue el pintor chileno José Venturelli, quien lo llevó, entre otros lugares, al mercado Tong An.26 Al igual que Frontini y Oliver, Kordon asimila ese mercado con el de Bahía, Brasil, y el de Sagárnaga con el de La Paz, Bolivia. Esos mercados le permiten confirmar a Kordon la pobreza material de las bailarinas y los artesanos así como la estima ante los objetos de la milenaria cultura china, objetos amparados por la protección socialista a la artesanía. Frontini y Oliver, y otros viajeros habían subrayado la modestia de los chinos. Kordon corrige esa observación advirtiendo que “acaso no comprenden que bajo esa aparente humildad vive el pueblo más orgulloso de la tierra”.27 La aparente modestia se debería a que heredaron la cultura más milenaria de la Tierra, la continuaron bajo las peores condiciones y se saben entre los mejores del mundo. Esa continuidad imprimiría una marca particular al comunismo chino, su atención por el bajo pueblo. El primer ejemplo de la mirada sobre el bajo pueblo chino aparece cuando el argentino resume el relato popular “El llanto de Meng Chiao” y subraya que fueron los pobres quienes construyeron la Gran Muralla mientras enfrentaban al poder. Unas páginas después Kordon refiere que durante una visita a un templo sagrado le pareció más importante la multitud que lo recorría, “todo el pueblo que ha invadido el parque sagrado para proteger y completar la armonía del Templo del cielo”.28 Kordon formula otra reivindicación de lo popular en su relato de la visita a una cooperativa estatal donde mujeres y hombres realizaban el milenario esmaltado artesanal conocido como cloisonné. Podemos suponer que Kordon simplemente reprodujo el discurso de sus guías y traductores, pero al compararlo con otras crónicas se advierte que el argentino eligió enfatizar el rol de las clases populares subordinando el papel del Partido Comunista Chino (PCCh) y del Estado, así como el pacifismo humanista que habían destacado Frontini y Oliver, entre otros viajeros comunistas.

El capítulo “Expreso de Shangai o exaltación del viajero” permite advertir otro contraste con la crónica de Frontini y Oliver, quienes estuvieron en la misma ciudad en 1953 y le dedicaron tres capítulos de Lo que sabemos hablamos. En primer lugar, los viajeros de 1953 se dirigen a un lector que puede seguir largos párrafos cargados de pacifismo humanista y términos en inglés y francés, lector al cual le describen sus desplazamientos en automóviles desde los que observan a chinos que los aplauden. En cambio, Kordon apela a una prosa sencilla y directa dirigida a un lector imbuido de posiciones antimperialistas e interesado en el rol de las clases trabajadoras. En segundo lugar, Frontini y Oliver abordan la cuestión de la extendida prostitución en Shangai a partir de un reportaje a un funcionario chino que despliega detallados argumentos sobre el programa orientado a eliminar la prostitución. Por su parte, Kordon resuelve rápidamente el pasado prostibulario de la ciudad mediante la transcripción de un fragmento del Diario de China, del escritor Robert Payne, quien describe la Shangai de 1946 como “ciudad negra, sucia, aplastante, implacable, ruidosa y llena de sangre”. Inmediatamente después, Kordon se ocupa de la vida de los sectores populares de Shangai.29 En tercer lugar, el lector de Lo que sabemos hablamos recibe una extensa y minuciosa descripción de los mercados y objetos en venta a un público masivo, descripción que probaría que en Shangai reina la abundancia, que los obreros y campesinos consumen todo lo que necesitan, desde ropa hasta artefactos eléctricos, y que disfrutan del gran Palacio Obrero de la Cultura. Muchos de estos obreros consumidores serían obreros premiados como “modelos” y ejemplos del exitoso “stajanovismo” chino. Por su parte, Kordon opta por referencias breves: señala que donde antes los obreros se agolpaban para ser contratados, ahora cuentan con trabajo fijo, salario digno, “comedores, canchas de básquet, salas de lectura y escuelas técnicas”.30

Al igual que Frontini y Oliver, Kordon refiere que solicitó conocer un barrio pobre, recorrido que, en realidad, solía estar previsto. El guía lo llevó a Horno de yeso, barrio que antes de la Liberación había sido asediado e incendiado por los nacionalistas del Kuomintang. Allí Kordon entró a la humilde sede del Comité de Vecinos: una sala pintada a la cal con dos bancos de madera como único mobiliario; en lugar del tradicional té, solo ofrecían agua caliente. Allí observó los rostros de los chinos que compartían una pobreza similar a un “rancho pampeano, o al desierto del norte chileno, o al altiplano boliviano”.31 A pesar de que los pobladores le contaron su triste pasado y subrayaron con alegría que todo había cambiado después de la revolución, Kordon los encontró más pobres que los obreros de otros países que había visitado. El viaje por la ciudad de Cantón le habría permitido continuar con esa indagación de la pobreza. En Cantón se hacinaban millones de personas que vivían en barcas, pero la revolución había agrupado las barcas y, sin forzar a sus habitantes a vivir en tierra, transformó ese agrupamiento en un barrio higiénico con una escuela.

Si en su visita a la URSS Kordon no podía conocer representantes de partidos democráticos, 600 millones y uno deja clara su simpatía por el modelo chino, no sólo porque dedica el capítulo “Capitalistas en la China roja” a los empresarios de Shangai que contribuían a la construcción del socialismo, sino también porque en otro capítulo reseña a los pequeños partidos políticos democráticos chinos —que en realidad eran aliados del PCCh. En cuanto a la cultura, la descripción de la visita al Museo del poeta Lu Sin en Shangai permite advertir el modo en que Kordon selecciona y se apropia de los materiales del museo. Éste había sido construido entre grandes piedras parecidas a grupos escultóricos —que Kordon compara con las esculturas de Rodin, Picasso y Henry Moore— y preservaba la tumba del poeta y el pupitre con el cuaderno abierto en la página de su última traducción de Gogol. Kordon copia las palabras de Mao grabadas en la piedra de entrada al museo para homenajear “al escritor que ganó la gran batalla de la Revolución Cultural China”.32 El argentino describe los rasgos europeizantes de intelectuales como Lu Sin, su impulso a la modernización del idioma chino, el apoyo a la revolución republicana frustrada en 1911 y al movimiento estudiantil del 4 de mayo de 1919. Señala que el escepticismo habría llevado a Lu Sin a un punto muerto, “el luchador se hace misántropo”, hasta que recibe las noticias de la Revolución Rusa de 1917 y encuentra el apoyo de sus discípulos. Si bien en sus crónicas posteriores lo celebra, aquí Kordon omite que Lu Sin era el autor del famoso cuento vanguardista “Diario de un loco”. Éste había sido publicado por primera vez en 1918 en la revista Nueva Juventud que dirigía Chen Duxiu, electo luego, en 1921, primer secretario general del PCCh.

Kordon saluda la oposición de Lu Sin al “condimento artificioso del oportunismo y de recetario” y agrega que “lo cierto es que su literatura profundamente nacional, no encaja en las convencionales denominaciones de literatura proletaria y de realismo socialista”. Para Kordon, la alta estima del comunismo chino a la literatura de Lu Sin confirma el acierto de la campaña maoísta de 1956, conocida como las “Cien flores”.33 El saludo a esa campaña fue central en las crónicas de viaje, poemas e ilustraciones que componen Sonríe China, publicado por el poeta Rafael Alberti y la escritora María Teresa de León en el sello Jacobo Muchnik luego de viajar a China en 1957. Tanto en Sonríe China como en 600 millones y uno se advierte el modo en que el maoísmo intentó extenderse hacia el campo cultural antes de la Revolución Cultural: por un lado, impulsó a la vanguardia estética china —de la que era parte Lu Sin— a inspirarse en los vanguardistas europeos para retomar críticamente las tradiciones milenarias que seguían las masas; por otro, buscó que la vanguardia política incorporara cuestiones literarias y culturales en la discusión sobre la línea de masas.

Hacia el final del libro, Kordon vuelve sobre la relación “dialéctica” del maoísmo estatal con la cultura milenaria, en este caso a partir de una disputa sobre la religión budista. Los artistas del Instituto de Arte habían cambiado el peinado del Buda para romper con los convencionalismos y ello produjo el rechazo de los monjes. La mediación maoísta provino del dirigente Chou Enlai, quien ayudó a los monjes a “vencer dialécticamente a esos jóvenes innovadores” que no comprendían el valor de preservar las tradiciones religiosas, base del “sentido nacional y popular de la revolución”.34 Esa conciliación, que se volverá casi imposible cuando a mediados de los sesenta se inicie la Revolución Cultural, había sido sistematizada por Mao en 1942 en las “Charlas en el Foro de Yenan sobre arte y literatura”, que circularon en Argentina en las dos ediciones de las Obras escogidas, una de 1959 y otra de 1969, y de las que Kordon transcribió varios pasajes en su cuarta crónica de viaje, China o la revolución para siempre, de 1969.

En la crónica Kordon se vale de su visita a la nueva universidad de Manchuria para acortar la enorme distancia cultural entre América Latina y China. De esa visita destaca las simpatías hacia nuestro continente de los intelectuales chinos y que uno de los profesores se presentó como el orgulloso traductor de los poemas de Pablo Neruda y Rafael Alberti. Como es esperable, el interés de Kordon en la ciudad de Manchuria vuelve a concentrarse en los avances técnicos y su carácter popular. Ofrece embelesadas descripciones de una nueva represa, de una fábrica de tornos y del “Alto Horno nro. 9”, una construcción china realizada conjuntamente con técnicos soviéticos. Kordon acuerda con los pareceres de los carteles y los técnicos que entrevistó en que el horno era el símbolo del aporte a la paz en el mundo. Los comunistas argentinos podían advertir allí una confirmación de la independencia y energía del pueblo chino que contrastaba con la valoración del líder del PCA Gerónimo Arnedo Álvarez. En su folleto Elementos de la Revolución China, publicado por editorial Anteo en 1957, Arnedo Álvarez también había descrito esos hornos y había optado por subrayar la decisiva asistencia técnica de la URSS.

El final del libro se ocupa del final del viaje. Culmina con un gran desfile de artistas internacionales y del pueblo chino que saludan a Mao en Tian An Men. Insistiendo en su admiración por el comunismo chino, Kordon señala que “posiblemente todo pueda ‘fabricarse’ y ‘fingirse’; pero no se puede ‘fabricar’ la alegría del pueblo”.35 Para reforzar la autenticidad de esa alegría popular cuestionada por el anticomunismo, el argentino la asemeja a la que provocaban las escolas de samba cariocas.

600 millones y uno lleva un capítulo, “Expedición a lo maravilloso”, que relata la visita a un teatro en Pekín. Allí Kordon se entusiasma ante la masiva presencia de espectadores obreros, campesinos, intelectuales y soldados, y se emociona por la magistral dramatización de las rebeliones populares contra los señores feudales. Esa emoción lo lleva a preparar al año siguiente Teatro tradicional chino.


Tradición y revolución

En 1959 Kordon publica Teatro tradicional chino en la “Colección Panorama” de la editorial Siglo Veinte. La colección ofrecía más de treinta títulos, con numerosos autores de origen judío como Kordon, que renovaban los estudios sobre cultura y política. Allí se editó el análisis de André Gisselbrecht del teatro de Brecht y el de Bernardo Verbitsky sobre el teatro de Arthur Miller. Además, Harold Laski y Albert Einstein se ocuparon de la política contemporánea mientras que Claude Lanzmann se detuvo en el hombre de izquierda y Carlos Astrada en las filosofías de Hegel y Marx.36

En 1958 la Ópera de Pekín presentó en Buenos Aires “El Rey de los monos”. Con Teatro tradicional chino Kordon competía tácitamente con el folleto La venganza del pescador, aparecido en 1958 bajo la firma de la Ópera de Pekín. Además del guión de la ópera, el folleto difundió una introducción y un comentario final de Ma Yen-Hsiang, la vicedirectora del Consejo Artístico del Ministerio de Cultura. La editorial fue Quetzal, sello vinculado al PCA que incluía en su catálogo desde autores rusos, como Máximo Gorki, Alexander Ostrovsky y León Tolstoi, hasta los argentinos Florencio Sánchez y Carlos Pacheco, pasando por los estadounidenses Clifford Odetts y Langston Hughes.

Ma Yen-Hsiang no mencionaba la política teatral de la Revolución China. Como contrapunto, Kordon preparaba un libro con más información proveniente de autores argentinos, españoles y franceses y adhería a las tesis maoístas sobre la cultura y el teatro. Su texto destacó que los diez millones de espectadores y más de dos mil conjuntos teatrales integrados por doscientos mil artistas del teatro tradicional chino lo erigían en la expresión nacional y popular por excelencia. Sus obras más exitosas eran filmadas y llevadas al cine, y ello acrecentaba el peso de este género en la cultura popular. Kordon se valió de citas de artistas y críticos franceses que visitaron China como Marcel Granet, Paul Claudel y Henry Michaux. Además, añadió un “Apéndice” con textos de Jack Belden, Pierre Fréderix, María Teresa León, Rafael Alberti, María Rosa Oliver, Norberto Frontini, Simone de Beauvoir y Claude Roy.

Kordon subrayó que la condición popular de ese teatro estaba ya en sus orígenes. Surgido en los milenarios albores de la sociedad china, combinaba la vitalidad y el refinamiento con las turbulencias de la historia social y política. Las ferias campesinas habrían sido un importante espacio de constitución de esa tradición, allí las muchachas recitaban largas historias transformadas luego por los letrados en obras teatrales. A través de los siglos este teatro, según Kordon, “fluyó sin cesar del pueblo a la corte imperial y sus letrados”, y de éstos al público popular y analfabeto que los recreaba y transformaba. Sin duda, el entusiasmo de Kordon por este flujo entre letrados y sectores se apoyaba en la incitación de Mao a los intelectuales para que realizaran una selección que, en términos de Raymond Williams, active elementos residuales de esas tradiciones en beneficio de las ideas revolucionarias comunistas.37

Kordon destacó el sofisticado realismo del teatro chino, que combinaba la acrobacia, la mímica, la danza y el canto y que, en la época feudal, había llevado a crueles disciplinamientos (retratados en 1993 por Chen Kaige en su reconocido film Adiós a mi concubina). La auspiciosa reformulación del pasado feudal de ese teatro se advertiría en dos rasgos: por un lado, los cambios que introducían los guionistas para mantener la condición popular, según el momento y la región, en los textos, en la duración de la obra y en el número de actores y, por el otro, la existencia de mujeres en el elenco.38

En “Teatro y Revolución”, el último capítulo, Kordon sistematiza su punto de vista maoísta. Allí afirma que en el “presente revolucionario se acrecienta la continuidad del viejo caudal artístico de la China feudal”, afirmación inspirada en citas de las mencionadas charlas de Mao en Yenan, donde había llamado a conservar en la nueva cultura los elementos nacionales y extirpar los feudales. Ante los reclamos de terminar con la tradición teatral feudal, Mao promovió entre los intelectuales comunistas el estudio de las culturas populares: los grupos teatrales de cada regimiento del Ejército de Liberación debían articular las tradiciones chinas con los aportes de artistas modernos como Lu Sin. Siguiendo a Mao, Kordon recuerda la particular función que cumplía el teatro: por un lado, fue el breviario político y el periódico durante la lucha revolucionaria y, por el otro, preservó el carácter específico de “lo chino” en el teatro tradicional.

Al elegir a Siglo Veinte como sello editor de Teatro tradicional chino, Kordon realizaba una sutil toma de distancia respecto del realismo socialista y de la centralidad del arte soviético en el campo de las izquierdas. Esa distancia también se advierte en la decisión de fundar la revista Cultura China. En 1960 ésta publicó una auspiciosa reseña del libro de Kordon, firmada por Marcos Silber y “Saludo a la Ópera de Pekín”, nota en la que Kordon enumera las virtudes de ese teatro tradicional y lo asocia al arte de Chaplin, quien lo había admirado en Shangai.

Con Teatro tradicional chino y 600 millones y uno Kordon es el único argentino que publicó dos libros sobre China en 1959, esto es, en el año del décimo aniversario de la República Popular China. Ambos textos proponían una reivindicación del maoísmo y de la singularidad de la revolución china que contrastaba claramente con el mencionado folleto Elementos sobre la revolución china de Arnedo Álvarez. Coincidiendo con el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y la posición de otros dirigentes comunistas argentinos, el secretario general del PCA insistía en la subordinación de la revolución china a la experiencia soviética. En 1959 Platina publicó las Obras escogidas de Mao en dos voluminosos tomos y Cuadernos de Cultura dedicó un número especial a la Revolución China. Una circulación del comunismo chino impulsada por el PCA que se interrumpió cuando el PCUS llamó a romper con el PCCh y que en Argentina tuvo una expresión propia en la edición del folleto de Victorio Codovilla contra el maoísmo aparecido en 1963.39

Para ese momento, Kordon ya había decidido su posición favorable a Mao y el PCCh. Cuando los militantes del PCA se apartaron de la Asociación Argentina de Cultura China, Kordon no dudo en permanecer en ella para coordinar los viajes a China de los intelectuales y artistas y sus relaciones con ese país.


China y la nueva izquierda argentina

En los primeros años sesenta, Kordon logró que su reconocida labor de dos décadas en la cultura de izquierdas se extendiera a la consagración literaria y cultural. En 1960 obtuvo el importante premio de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) por Domingo en el río, libro publicado por el sello Palestra. Ese año firmó con Losada, dirigida por su amigo Jorge Lafforgue, el contrato para reeditar Vagabundo en Tombuctú, al que en esta edición se sumó el cuento “Alias Gardelito” y el prólogo de Neruda. El éxito literario de Kordon motivó en 1963 una cuarta edición de Un horizonte de cemento por Siglo Veinte, esta vez acompañada con ilustraciones de Castagnino y un prólogo de Sebreli.

“Alias Gardelito” fue adaptado por el escritor Augusto Roa Bastos (quien había ganado el premio Losada) para el guion del film homónimo. El film fue la ópera prima de Lautaro Murúa como director y se estrenó en 1961. Dos revistas especializadas, Tiempo de cine y Cinecrítica, lo consideraron el punto culminante del “nuevo cine argentino”. Inmediatamente, estalló una polémica entre Kordon y Murúa acerca de la transposición cinematográfica del texto literario, discusión que pasó por las páginas de aquellas revistas y los suplementos culturales de la gran prensa. Pero además esa década del sesenta —marcada por la radicalización político-ideológica y por el “bloqueo tradicionalista” de los nacionalistas y anticomunistas—, incluyó la censura de Alias Gardelito, un conflicto en la justicia y un escándalo en la prensa.

En 1962 Kordon viajó nuevamente a China y dos años después publicó la que sería su segunda crónica, Reportaje a China. Una visión personal del país que conmueve al mundo. Por entonces las principales revistas político-culturales argentinas se hicieron eco de la polémica entre el PCCh y el PCUS. Recordemos que debatieron sobre esa polémica la Revista de la Liberación, dirigida por el sindicalista trotskista José Speroni y el joven escritor Ricardo Piglia; Fichas de investigación política y social, dirigida por el intelectual trotskista Milcíades Peña; la gramsciana Pasado y Presente, a cargo de José Aricó; y la sartreana El escarabajo de oro, encabezada por Abelardo Castillo y Liliana Hecker. Entre 1963 y 1964 Kordon colaboró con la Revista de la Liberación, en 1964 con El escarabajo de oro y en 1965 relanzó con Sebreli y Lafforgue Capricornio. Es en esa coyuntura editorial protagonizada por las revistas y las editoriales de la nueva izquierda que interviene Reportaje a China.

Se trata del primer volumen de la efímera editorial porteña Treinta Días, dirigida por el periodista peronista Agustín Ferraris. El libro tiene tamaño de bolsillo, tapa de cartón ilustrado y consta de unas noventa páginas de papel cartón con una tirada que debió superar los dos mil ejemplares. La solapa de tapa muestra tres fotografías: una de Kordon estrechando la mano de Mao, otra en la que saluda al mariscal Chen Yi y una tercera en la que aparece Lu Sin con su pareja. La solapa de contratapa inscribe al libro de Kordon en un catálogo peronista: anuncia el libro Con Perón y en el exilio de Luis Alberto Albamonte y El retorno peronista de Ferraris. Éste publicaría en 1965 en Treinta Días otro libro sobre una revolución: Cuba en la problemática internacional.

Como mencionamos, el vínculo entre Kordon y Ferraris se había iniciado en 1954 en torno de la revista Capricornio y en 1957 el sello Capricornio le publicó a Ferraris Pido la palabra. El énfasis en el carácter político y argentino de Reportaje a China reaparece en las “Palabras del editor”. Allí Ferraris destaca los premios literarios obtenidos por Kordon, y aclara que no hay diferencia entre el “Kordon político y el Kordon literario”. Efectivamente, en esas páginas la mirada política convive con la preocupación cultural. El libro se compone de dos reportajes realizados por Kordon, uno a Mao y otro a Chen Yi, de cinco artículos preparados por Kordon (cuatro sobre cultura china y uno sobre política) más la transcripción de una conversación que Kordon había mantenido con dirigentes de los partidos democráticos chinos.

Ambos reportajes habían sido publicados en el otoño de 1963 en la Revista de la Liberación. Allí, además, se publicaron declaraciones de Mao y artículos en los que el filósofo Carlos Astrada reivindicaba la dialéctica maoísta. En la entrevista de Kordon a Mao, éste le enviaba saludos a Astrada, manifestaba su apoyo a los argelinos y cubanos como ejemplo de revolucionarios y, revisando sus tesis de Yenan, justificaba la demolición de la Gran Muralla porque ya no sería tan útil. Según Mao, la cultura milenaria estudiada por los arqueólogos debía combinarse con el trabajo de los constructores. A la transcripción de la entrevista, Kordon agregó un texto en el que refiere que le comentó a su guía Pu Chao Min su sorpresa porque Mao había exaltado el empeño chino en avanzar sobre la base de su propio esfuerzo, pero no había mencionado la polémica pública con la URSS.

En el reportaje a Chen Yi, éste insiste en que China contaba únicamente con sus fuerzas y la de los emergentes países coloniales —poniendo con ello en segundo plano los posibles vínculos con los otros países socialistas—. Además, allí reconoce que el nivel de vida es más bajo que el latinoamericano y el europeo, y que trajo grandes daños la retirada de los técnicos soviéticos. Pero, coincidiendo con la conclusión maoísta que sacaba Kordon al final de 600 millones y uno, Chen Yi destaca que esa retirada preserva la independencia china y que la “prueba” económica impulsada por el maoísmo se produjo “durante los tres años de calamidades naturales que sufrimos”.40 Kordon se encarga de caracterizar a Chen Yi como “el hombre que recuperó Shangai” durante la revolución. En 1967, durante la Revolución Cultural Proletaria, el maoísmo revisaría esa caracterización heroica y Chen Yi sería echado luego de que la Guardia Roja lo acusara de seguir una línea proburguesa en las relaciones internacionales que impulsaba desde su cargo en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En su crónica China o la revolución para siempre, de 1969, Kordon opta por no incorporar referencias a Chen Yi mientras que en Viaje nada secreto al país de los misterios, de 1984, lo reivindica siguiendo la nueva posición oficial del PCCh.

Además, Kordon destaca que el comunismo chino combinaba su ambiciosa política industrial, lanzada a la mecanización del agro, con la preocupación por la preservación de los monumentos históricos. Como en otras de sus crónicas de viaje, retoma del discurso de los guías chinos los nexos entre el relato milenario, el rol de las heroínas, la voluntad de los trabajadores y su realización en la política comunista. En este caso lo hace a través del relato de las tumbas y ciudades subterráneas entonces cubiertas por árboles y flores.

La literatura ocupa los dos tercios siguientes de Reportaje a China. A distancia del realismo socialista “o para decirlo sin eufemismo, [de] la literatura soviética de la era stalinista”, Kordon sigue al chileno Alejandro Lipschutz en su reivindicación de la “literatura de fantasmas” china, cuyo abordaje de los fenómenos sobrenaturales permitiría entender la frase de Mao “todos los imperialistas y los reaccionarios son tigres de papel”.41 Los tigres de papel, como los fantasmas, serían despreciables en el plano estratégico de la lucha, pero no deberían pasarse por alto en la lucha cotidiana, como los fantasmas de los cuentos que Kordon transcribe.

Para denunciar la mirada eurocéntrica sobre China, Kordon dedica un capítulo de Reportaje a China a criticar el colonialismo del escritor francés Pierre Loti mientras que en el último capítulo se vuelve a ocupar del poeta Lu Sin. Este capítulo es una nueva versión del aparecido en 600 millones y uno: las modificaciones más significativas son la referencia a “Diario de un loco”, cuento de Lu Sin que en 1964 acababa de ser reivindicado por el maoísmo, y el énfasis en la refutación que realizaría el poeta de las miradas colonialistas como la de Loti.

Al año siguiente de la edición de Reportaje a China, Kordon lanzó junto con Sebreli y Lafforgue (quienes en 1964 habían viajado en delegaciones distintas a China) la segunda época de Capricornio. Revista de literatura, arte y actualidades (1965).42 En esta revista el maoísmo cultural encontró una amplia circulación. Subrayemos, por un lado, que el segundo número contó con una sección que incluye tres cuentos fantásticos de la dinastía Tang, relatos que junto a otros siete aparecieron en Cuentos fantásticos de la dinastía Tang, libro compilado en 1965 por Kordon y editado por el sello Capricornio. Por otro, el tercer y último número de Capricornio llevó un dossier con cinco “Testimonios de China”: “Sanghai, ciudad porteña” de Juan José Sebreli, “China extraña y clara” de Bernardo Kordon, “De una china a la otra” de Sartre, “El lavado de cerebro en China” de Gregorio Bermann y “Convivencia con Mao Tse Tung en el diálogo” de Carlos Astrada. En 1968 la poeta Juana Bignozzi, por entonces ligada al partido Vanguardia Comunista, compilaría los testimonios de Sebreli y Astrada, con algunas modificaciones y el agregado de otros cinco testimonios.

La compilación llevó el mismo título que el dossier de Capricornio, apareció en el sello Carlos Pérez Editor y se abrió con una nueva versión del reportaje de Kordon a Mao, aparecido previamente en Revista de la Liberación y Reportaje a Mao.

Esta sucinta reconstrucción de la trama de revistas político-culturales y editoriales de la nueva izquierda permite advertir la relación que se propuso Kordon entre las iniciativas editoriales y la promoción de la revolución china como modelo alternativo al soviético y apropiado para la lucha independentista del Tercer Mundo. Como veremos, Kordon se acercó a organizaciones políticas de la nueva izquierda marxista-leninista, pero a fines de los sesenta se interesó más por los sectores revolucionarios del peronismo. A pesar de que ello no se advierte en sus libros sobre China, sí es manifiesto en sus novelas Vencedores y vencidos, de 1965, y Bairestop, de 1975.


Revolucionar la revolución

Si en los años sesenta los escritores debieron optar “entre la pluma y el fusil”, Kordon se orientó decididamente por la primera para acompañar la pluma con el viaje y la dirección de revistas y colecciones. Pero esta opción no obstaculizó su alineamiento con la nueva izquierda y con la revolución cubana y la china, ambas impulsoras de la lucha armada.43 Nuestro registro de los catálogos editoriales permite identificar las iniciativas desplegadas entre 1965 y 1969 por Kordon en ocho sellos: Capricornio, Sudestada, Jorge Álvarez, Carlos Pérez, Centro Editor de América Latina (CEAL), Sudamericana, Losada y Tiempo Contemporáneo.44 Las tres últimas editoriales se anunciaron en dos revistas centrales de la “nueva izquierda intelectual” Los Libros (1969-1976) y Nuevos Aires (1970-1973).

A mediados de los sesenta los lectores de Kordon se contaban por decenas de miles, sus cuentos fueron llevados al cine, sus libros alcanzaron circulación nacional y su obra repercutió a nivel latinoamericano. Una muestra de ello es la invitación a Cuba que recibió para integrar el jurado del instituto cultural Casa de las Américas, cuya revista le publicó en 1968 dos cuentos y su editorial preparó en 1974 una compilación de sus cuentos titulada Alias Gardelito.45 A mediados de 1968 Kordon realizó su tercer viaje a China, en setiembre de ese año publicó uno de los ocho testimonios de Testigos de China y en enero de 1969 editó su libro China o la revolución para siempre en Jorge Álvarez, editorial que fue la principal anunciante de la segunda época de Capricornio. A su regreso, Kordon fue brevemente encarcelado junto a Aníbal Ford y Raúl Larra por el gobierno militar encabezado por el general Juan Carlos Onganía y una vez liberado parte, en 1969, al exilio chileno.

China o la revolución para siempre es el libro en el que Kordon se ocupa de modo más detallado de la Revolución Cultural y con ello del libro Citas del presidente Mao Tse Tung, más conocido como Libro Rojo, emblema de esa revolución publicado por primera vez en China en 1964. En su estadía presenció los grandes enfrentamientos de masas, el ascenso de Lin Piao en el PCCh y de la intervención del Ejército Popular de Liberación. La crónica del argentino podría proponerse como una explicación de la siguiente cita del Libro Rojo:

Hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir un poema, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan pausada ni tan fina, tan apacible, amable y cortés, moderada o magnánima. Una revolución es una insurrección es un acto de violencia mediante iteralel cual una clase derroca a la otra.46

El diseño de tapa de China o la revolución para siempre, preparado por Roberto Alvarado, destaca imágenes de las masas que circulaban profusamente en 1969: millares de jóvenes chinos marchando por las calles con retratos de Mao. El texto de Kordon cuestiona el “ultraizquierdismo” y la repetición dogmática de citas, y reivindica la revolución de los maoístas contra la burocracia del Partido y del Estado, en especial las prácticas de lo que considera la democracia directa en las instituciones culturales y educativas, las fábricas y el partido contra las jerarquías estatales. Kordon entiende que la irrupción de las masas en la política que impulsa la revolución cultural garantiza la lucha contra el egoísmo individualista y por la continuidad del comunismo. Coincidiendo con Mao, señala que ello evita que se siga el camino de los rusos, o bien asegura “la revolución para siempre”, como titula el libro.

El libro permite registrar la importancia asignada por Kordon a la lectura política, al libro político y al rol de los intelectuales y de los viajeros en relación con los materiales de propaganda china, como el Pekín Informa y los boletines de la agencia de noticias Xinjua. Desde el punto de vista editorial, es significativo el último capítulo, un “Prólogo para publicarse como epílogo”, donde curiosamente señala que prefirió el sistema de reducir en vez de acumular para transmitir las palabras de los chinos, más allá de la valla idiomática.47 Todo el libro termina proponiendo una defensa de la Revolución Cultural que relativiza la información occidental sobre la represión a los disidentes, los violentos enfrentamientos en las fábricas, los institutos de enseñanza y las movilizaciones callejeras, pero que además destaca, sobre todo en ese prólogo/epílogo, el valor movilizador que tendría la lectura del Libro Rojo. Éste sería un instrumento privilegiado para evitar el monopolio de la teoría por la dirección del PCCh.

Desde el inicio de China o la revolución para siempre, el lector encuentra una simpática descripción de la incitación a la lectura colectiva del Libro Rojo en el aeropuerto, en el hotel e incluso en el avión. Kordon, sin dejar de reconocer lo abrumador y escolarizante de esa situación que compartió con otros viajeros provenientes de Francia o de Guinea, transcribe los pasajes fundamentales de ese libro. Y relata que cuando preguntó si la lucha en Shangai “fue cruenta o no”, su joven guía le respondió con otra cita de Mao, que Kordon transcribe para el lector.

Luego de participar de una reunión de lectura con su propio ejemplar en versión en español, Kordon anota que se sorprendió y se ruborizó, pero inmediatamente justifica su participación porque “la lectura común y en voz alta transforma la idea en individual en idea pública. La interpretación subjetiva deja paso al hecho concreto”. La lectura del Libro Rojo resultaría una acción que unifica políticamente lo colectivo en todos los terrenos, pues emprendería una revolución ideológica contra los viejos cuadros partidarios y administrativos responsables de la burocratización y las prácticas revisionistas. A renglón seguido, Kordon tiende un puente con el Mayo francés: “toda similitud con los actuales sucesos en Francia es casual, ¿o no?”.48 Sobre la lectura colectiva precisa:

Con la lectura de una cita yo podía interponer una opinión, sugerir algo, a veces un reparo. Mis anfitriones me hacían escuchar una serie de opiniones del mismo libro, a veces complementarias, o dialécticamente contradictorias [...] Por mi parte aprendí a tener el librito a mano, y balancearlo oportunamente con gesto levemente amenazador, un gesto que por cierto también lo observé en los chinos.

Haciendo a un lado las evidentes muestras de dogmatismo y reduccionismo que suponía el empleo de esas citas en toda situación, para Kordon el libro era un instrumento igualitario que evitaba el dominio de la teoría por parte de los funcionarios del Partido y del Estado:

De ningún modo resulta un espectáculo trivial observar el gesto orgulloso con que estos jóvenes retiran del bolsillo el compendio del pensamiento maoísta. El libro de Citas es el bastón del mariscal en la mochila de cada soldado, el instrumento del igualitarismo entre mando y combatiente, entre profesor y estudiante, entre dirigente y obrero.49

Para abordar la relación entre los dirigentes y la clase obrera, Kordon visita la Fábrica de Tejidos de Punto de Pekín. Allí se reunió con el comité de la “Triple Alianza Revolucionaria”, de obreros, dirigentes y empleados, junto al delegado del Ejército Popular de Liberación. A partir de los conflictos desatados desde 1966 con el inicio de la Revolución Cultural, surgieron los comités de “Triple Alianza” integrados por delegados que derrocaron en los lugares de trabajo a los directorios controlados únicamente por los funcionarios del partido y los ingenieros. Kordon es informado de los enfrentamientos de 1967 de dos grupos de obreros, el “Oriente Rojo” versus “Rebeldes Rojos”. Esta lucha, que se extendió fuera de la fábrica, cuestionó los estímulos económicos, pero también a los administradores fabriles y especialmente a su subdirector: Chang Cheng Ming. Los guías reconocen que ambos grupos obreros estuvieron al borde de la lucha fraticida hasta que intervino el Ejército con la consigna de “apoyar a la izquierda”, pero no a un grupo en especial. El Ejército instó a los grupos a abandonar el sectarismo y organizó reuniones de estudio político e ideológico para llegar a un acuerdo que se reveló provisorio, según le informaron. A renglón seguido, Kordon transcribe cinco páginas de un boletín de la Agencia Sinjua, fechado el 26 de febrero de 1968, y titulado “Las masas ayudan al subdirector de una fábrica de Pekín a volver a la línea revolucionaria del presidente Mao”. La transcripción vale para el autor como confirmación de la verosimilitud de su testimonio, también le proporciona al lector un documento de difícil acceso y convalida la línea política de quienes defendían en la Argentina la Revolución Cultural.

Un conocido caso de la defenestración de intelectuales y funcionarios estatales en 1968 fue el del escritor Kuo Mo-Jo, integrante de la Académica de Ciencias y erudito sobre temas de la literatura clásica china. Durante la Revolución Cultural el escritor chino se había autocriticado el supuesto pasatismo y convencionalismo con el que habría abordado el abuso del poder feudal sobre los campesinos, pero cuando Kordon lo entrevista, pide no hablar del tema al tiempo que explica que mantiene sus cargos y que es uno de los responsables de la reforma del sistema de enseñanza. Luego de reivindicar el apoyo a la guerra de Vietnam y la Revolución Cultural, Kuo Mo-jo señala como objetivo de la reforma del sistema de enseñanza su apertura a los hijos de los obreros y campesinos, y la transformación del sistema de exámenes. Insistiendo en el lugar central del libro, Kordon refiere que los estudiantes darían “sus exámenes con los libros al alcance de sus manos, para estimularlos en la investigación y no en la simple memorización de las fórmulas”. Y ese llamado a un papel más activo de los estudiantes, sin duda, buscaba tener eco en el agitado movimiento estudiantil argentino que contaba con numerosos grupos maoístas en la dirección de centros y federaciones estudiantiles universitarias.

El carácter pedagógico y la utilidad política del libro estructuran el conjunto de China o la revolución para siempre. Además de entrevistas, citas del Libro rojo e informes oficiales chinos, Kordon transcribe tres páginas de las mencionadas “Charlas en el foro de Yenan sobre arte y literatura”, las que por entonces también eran una referencia importante para las reflexiones de Astrada, Bermann, Sebreli y Piglia. Allí Mao convocaba a los intelectuales a estudiar las culturas populares chinas para producir obras que sumaran a las masas a la lucha para destruir las tradiciones feudales. Para Kordon, esa convocatoria justificaba varios de los ataques a las obras de arte y museos identificados con ese pasado opresivo. La violencia, persecución y enfrentamientos de la Revolución Cultural contra el Partido, el Estado y la sociedad se correspondería con la historia china, que:

ha mostrado, casi al mismo tiempo, el mayor apego y el mayor encono a su tradición cultural: costosísimas reconstrucciones de templos (considerados monumentos artísticos) y el cierre de ellos por propagación de supersticiones; la veneración de la Ópera de Pekín y su perentoria transformación; el auge de la literatura clásica y su condena como ‘hierba venenosa’; la campaña de las cien flores y el tema único de la propaganda partidista.50

El signo más auspicioso estaría en la intervención de las masas en todos los asuntos de la vida política y el carácter predominantemente juvenil de esas masas. Apelando a la dialéctica maoísta, Kordon propone que los desequilibrios y conflictos alcanzarían formas superiores de organización social y evitarán el burocratismo de la URSS.

China o la revolución para siempre funcionó como libro político de propaganda antes que como testimonio de viaje. Introdujo los temas y argumentos maoístas que justificaban la construcción de una nueva organización revolucionaria, tanto en China como en nuestro país. De todos modos, el maoísmo político argentino no señaló a China o la revolución para siempre como una fuente de orientación. Es que por entonces otras intervenciones culturales de Kordon simpatizaban con el peronismo revolucionario y los primeros grupos maoístas argentinos competían con éste.


Novedades de la China maoísta

Desde comienzos de los años setenta y hasta el golpe de Estado de 1976, importantes editoriales, como CEAL y Orión, incorporaron textos de Kordon. A esa circulación se sumaron las reediciones a cargo de Siglo Veinte, Abril, Jorge Álvarez, Sudamericana y Losada. Ésta, bajo la dirección de Lafforgue, publicó la mayor parte de sus libros de cuentos de Kordon y su novela política Bairestop, distribuida en 1975.51 Además, en 1975 se estrenó el film El grito de Celina dirigido por Mario David y basado en un dramático cuento de Kordon sobre la opresión de las mujeres rurales, “Los ojos de Celina”. Tanto los diarios La Opinión y La Nación como la revista de actualidad Siete Días reseñaron elogiosamente el film, pero rápidamente éste fue cancelado por la participación de actores alineados con la izquierda.

En mayo de 1973 aparecía el primer número de Crisis, una importante revista político-cultural vinculada al peronismo y a la izquierda nacional que, bajo la dirección Federico Vogelius, se prolongó hasta 1976 y logró editar cuarenta números. En octubre de 1974, Crisis anticipaba la nueva novela de Kordon, Bairestop, e incluía una carta de Kordon a la revista, en la que el escritor asumía una filiación peronista y prometía una crónica de la Masacre de Ezeiza.52 Dos años después, cuando Losada edita Bairestop, Crisis reproduciría el capítulo de esa novela sobre la historia de los quilombos brasileños y agregaría una halagadora crítica a la trayectoria de Kordon.53 La elección de ese capítulo es significativa: Crisis prefiere no mencionar la crónica sobre los hechos de Ezeiza que ocupa más de un tercio de Bairestop, pues allí Kordon releva a Perón de toda responsabilidad ante la Masacre, mientras que la publicación simpatiza con el peronismo revolucionario pero no se posiciona sobre la responsabilidad de Perón.

El título del nuevo libro de Kordon combina el apócope de la ciudad con la señal de detención. La ilustración de tapa, firmada por Silvio Baldesarri, compone un rostro con dos mitades: una mitad africana coloreada con violetas y el pelo ensortijado, y la otra mitad porteña en amarillo, con el pelo lacio.54 Los capítulos dedicados a la colonia están basados en las investigaciones historiográficas sobre la negritud brasileña y argentina que había realizado Kordon, y contrastan con la agilidad periodística empleada para narrar la movilización popular de 1973. En efecto, el relato sobre la Masacre de Ezeiza mezcla párrafos en estilo directo con otros en los que domina la narración en primera persona, además Kordon inserta lo que serían voces de la derecha peronista y, a distancia de la carta a Crisis que Kordon había preparado en 1974, en la novela aparecida dos años después evita rasgos que puedan insinuar la heroización de los militantes montoneros. Más precisamente, el desbande mortal que caracteriza al relato de Ezeiza dista mucho de la organización que define a los movimientos emancipatorios de la época colonial intercalados en Bairestop. Kordon opta por no explicitar las conexiones entre ambos procesos históricos, pero su sucesión insinúa que las clases populares, sujeto de los relatos, no han coronado con la victoria su lucha emancipatoria, fracaso que desde 1976 Kordon comienza a teñir de un pesimismo que ya no abandonará. Así, con Bairestop Kordon ajusta cuentas con la expectativa política que había depositado en la acción de las masas argentinas, esto es los cabecitas negras y la juventud peronista. El libro podría ser interpretado como el último de sus tres grandes modos para producir los “brochazos proletarios” capaces de introducir en la literatura el mundo popular argentino, un último modo marcado por la gran admiración por el comunismo chino.

Ya iniciado el terrorismo de Estado en marzo de 1976, Kordon habría ofrecido una compilación de textos chino a la escritora Poldy Bird para que los incluya en la colección “Así escriben”, de la editorial Orión. Ni la tapa ni la contratapa de Así escriben los chinos mencionan a Kordon, pero su quinta página aclara que se trata de una “selección, traducción y prólogo de Bernardo Kordon”. El prólogo, titulado “Diez milenios de escritura”, contextualiza cada etapa de la literatura china y subraya en ellas las características que la relacionan con lo popular, con la formación del estado chino y con la apertura de esa cultura nacional a la cultura universal. Estas características coinciden con la línea cultural que difundían los comunistas chinos hasta 1976.

En la primera línea precisa Kordon:

En mi primer viaje a China (1957) alcancé a conocer los viejos mercados populares de Pekín, donde los artesanos, tan modestos en sus indumentarias como refinados en sus producciones, trabajaban al aire libre junto a juglares de todo tipo que también venían de la antiquísima civilización china.

Ese recuerdo de viaje legitima a Kordon ante el lector, inmediatamente lo liga a la especificidad de la condición milenaria de la cultura china a la que le sumaba, estilizada, la imagen de la convergencia de los trabajadores manuales, los artistas y las masas. El escritor recuerda a un malabarista que giraba un jarrón de porcelana mientras una joven “de evidente extracción campesina” cantaba relatos de la tradición oral china, estos cantos constituirían el punto de partida del cuento y el teatro chino.

Kordon retoma lo referido en China o la revolución para siempre sobre la necesidad de resumir las descripciones y subraya dentro de este punto de partida oral un elemento formal determinante: la “economía en las palabras” buscaría sintetizar situaciones “en vez de acumularlas como sucede en la novela”. Por eso, el argentino explica que la compilación incluye en primer lugar los aforismos y las fabulas anónimas, que inspiraban a un “erudito poeta clásico como lo era el presidente Mao Tse Tung”. Y destaca la importancia de “El viejo tonto que trasladó la montaña”, cuento popular chino que da nombre a un célebre artículo de Mao que fundamenta el valor de la persistencia militante en la línea proletaria. Kordon prefiere enfatizarle al lector argentino que el relato ofrece una parábola sobre la “perseverancia humana”, parábola donde “campea el taoísmo, esa humildad campesina que paradójicamente constituye la raíz del irreductible orgullo nacional del pueblo chino”. El cuento “El viejo tonto” no finaliza con la ayuda de los dioses, como decía Mao en su famoso artículo, y además en el cuento el objetivo del viejo para remover la montaña era poder llegar a la ciudad.

Luego de explicar la importancia de los “Cuentos con fantasmas”, Kordon analiza los cuentos durante la dinastía Tang, como aquellos que definen la aparición del escritor ligado al Estado en proceso de centralización. Algunos de los cuentos sobre fantasmas ya los había publicado en Reportaje a China, y los cuentos de la dinastía Tang habían aparecido en 1962 con ese título en la editorial Capricornio. En esta compilación, Kordon vuelve, una vez más, a destacar al poeta Lu Sin como modelo del realismo chino, aquí enfatiza su apertura a la literatura universal y en particular a la traducción de autores rusos, como Gogol. Para subrayar el universalismo, el escritor argentino refiere la visita de Bernard Shaw a Lu Sin en los años veinte, y recuerda que se lo llamó “El Gorki chino”. Por primera vez, Kordon publica dos textos de Lu Sin: el clásico y vanguardista “Diario de un loco” y el menos conocido “El viaje a la luna”. El último cuento de Así escriben los chinos es el único que retrata la China maoísta. El orden cronológico de la compilación le permite a Kordon realizar una intervención política, pues la progresión de cuentos introduce al lector en la distante y desconocida civilización china hasta llegar a los notables progresos de la época maoísta.

El cuento de cierre, “El retrato”, expone la unidad entre el trabajo intelectual y manual en una fábrica y el protagonismo que allí tienen las mujeres. El relato comienza con la llegada de un pintor de estilo tradicional a una fábrica para retratar a una trabajadora que por sus innovaciones en una máquina había sido promovida a ingeniera y jefa de la “vanguardia de la revolución técnica”. El pintor la encuentra trabajando con tres compañeras en la automatización de otra máquina, quienes les piden que realice los croquis de diseño. En un principio, el pintor se niega porque desconoce la técnica de diseño, luego acepta dibujar con ellas los croquis y cuando se aleja se inspira y hace un retrato grupal de las obreras que se insinúa como esa colectivización obrero-intelectual buscada por el proceso de producción socialista. Es decir, el lector maoísta encontraba en ese texto la confirmación de las informaciones sobre el impacto en las fábricas de la Revolución Cultural divulgadas por el economista Charles Bettelheim y la revista Los libros.

En 1977, cuando ya se había iniciado la dictadura argentina y había fallecido Mao, Kordon realizó su cuarto viaje a China. En esta oportunidad no publicó registros y mantuvo un perfil bajo. Sin embargo, dos publicaciones se ocupan de Kordon: la estructuralista Literal incluye el artículo de Germán García sobre “Estación terminal”, el análisis crítico más riguroso y detenido sobre un texto kordoniano, mientras Nudos, la revista político-cultural dirigida por Jorge Brega y vinculada al Partido Comunista Revolucionario, le realiza un reportaje en 1981.55 Si bien los militares forzaron el cierre de varias de las editoriales que publicaban libros de Kordon, como Carlos Pérez Editor y Tiempo Contemporáneo, otras cuatro editoriales publicaron reediciones y compilaciones: El Ateneo, Monte Ávila, Belgrano y Galerna. En 1982 Kordon respondió el cuestionario preparado por Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano para la Encuesta a la literatura argentina organizada por Susana Zanetti para el CEAL y que incluyó 65 escritores y 19 críticos.

A fines de 1982, cuando avanzaba la transición a la democracia, Kordon ofreció un conjunto de ficciones autobiográficas. Lo hizo en Historias de sobrevivientes, publicado por Bruguera en 1982. Las solapas y contratapa del libro llevan la firma del escritor Jorge Asis, por entonces premiado y reconocido en los suplementos literarios de los diarios, quien reconoce a Kordon como su maestro e iniciador y reclama la reedición de su obra. En las primeras páginas Kordon asegura que sus historias de sobrevivientes son rigurosamente reales, dice “parodiando a Boris Vian: ¿cómo no van a ser verdaderas si las invente del comienzo al fin?”, y agradece a los “sobrevivientes”, entre los que se incluye, por haber sido el combustible para sus mezclas de verdades y mentiras que dejaron esas “cenizas literarias”. Aparecen allí, en primer lugar, una crónica de la experiencia del judío polaco Menajen Borger, desde su encierro en los campos de concentración de Cracovia hasta la liberación. Muy probablemente Borger fuera el judío que inspiró el relato “Función de cine en Auschwitz”, incluido en Manía Ambulatoria, libro publicado por El Ateneo y prologado por su viejo amigo, el escritor y guionista Ulyses Petit de Murat. Luego repone su versión de la muerte de Lampeao, el bandolero del sertao brasileño. En tercer lugar, evoca la bohemia intelectual chilena de los años treinta, la vida de las trabajadoras sexuales en Santiago y la participación de los comunistas chilenos en el gobierno del Frente Popular. Finalmente, recuerda la militancia antifascista en Argentina y su enfrentamiento con Perón. Rememora las desventuras de Rafael Alberti y María Teresa de León, exiliados españoles en Buenos Aires, su amistad con historiador judío Boleslao Lewin y con el crítico cultural comunista Cayetano Córdova Iturburu. Al recordarlo, Kordon señala que los poetas son inoperantes como políticos bajo cualquier régimen, y que la oposición de “Policho” Cordova Iturburu al ascenso del peronismo fue un fracaso. En las últimas páginas de Historias de sobrevivientes reconoce que “desde entonces dude de la existencia, y sobre todo de lo inexorable de esa supuesta rueda de la historia”. A pesar la intensidad de los acontecimientos evocados y de su involucramiento personal con los actores y procesos reseñados, Kordon solo menciona tangencialmente su actividad como escritor y omite su obra ligada a los viajes por la República Popular China.

Un año después, en 1984 obtuvo el premio Konex de Letras y el sello Torres Agüero le publicó Los que se fueron. Ese año Kordon realizó su quinto y último viaje a China. A su vuelta, publicó Viaje nada secreto al país de los misterios. China extraña y clara por la editorial Leonardo Buschi. Pocos meses después, Sudamericana publicó en Un taxi amarillo y negro en Pakistán y otros relatos kordonianos, acompañado de un prólogo de Sebreli, mientras editorial Abril reeditó Vencedores y Vencidos. Por otra parte, ese año Mario David reestrenó El grito de Celina. Aunque no tuvo mayor éxito, el film basado en un cuento de Kordon fue trasmitido en la televisión estatal en 1985, año en que Sergio Renán estreno Tacos Altos, película inspirada en dos cuentos de Kordon sobre los marginales: “Fuimos a la ciudad” y “Domingo en el río”.

El diseño de tapa de Viaje nada secreto al país de los misterios fue realizado por Roberto Ledesma y en la contratapa, junto a una foto tomada por Ángel Juarez, Kordon es reivindicado como autor realista, premiado ese año por la Municipalidad de Buenos Aires. Un viajero incansable, autor de este libro difícil de etiquetar, que invita a conocer la lejana China. El texto cierra con una frase de Sebreli sobre la complicidad de Kordon con sus personajes y su capacidad de indagar en los recónditos lugares de la ciudad.

Kordon recupera textos de sus crónicas de viaje a China previas y agrega nuevos textos que marcan un claro cambio de posición sobre el maoísmo. Más precisamente, se advierte el contraste entre el entusiasmo de la crónica de 1969 y el tono mesurado de 1984. Kordon debe arreglárselas para mantener su reivindicación de la revolución cultural proletaria, admitir que la defenestración de Chen Yi había sido injusta, revisar su crítica de fines de los sesenta al teatro tradicional chino y justificar la sospechosa muerte de Lin Piao en 1971, quien luego de ser declarado sucesor de Mao fue denunciado como traidor y murió en un misterioso accidente.

Como en otros de sus libros, en Viaje nada secreto al país de los misterios Kordon cita a los sinólogos franceses Marcel Granet, Henry Micheaux y Paul Claudel. Quitándole peso a los saludos a los comunistas chinos que había difundido la primera época de Capricornio, Kordon subraya en el capítulo inicial, titulado “Introducción al teatro chino”, que su primer contacto con China se produjo en 1956 cuando la Ópera de Pekín llegó a Buenos Aires. A renglón seguido, recuerda su amistad con Jorge Amado, quien lo había acompañado al carnaval carioca y le había advertido que el pueblo brasileño era tan alegre como el chino. Esta anécdota, estampada en la primera página, le permite a Kordon unificar su itinerario intelectual y la experiencia movilizadora de dos pueblos admirados y estudiados en sus libros. La “pasión por representar” del pueblo chino también se advertiría en la teatralización que acompañó a las revueltas de la Revolución Cultural. Kordon refiere que el “talentoso, lúcido y ocurrente Alain Peyrefitte” observó que los mucamos chinos de las embajadas europeas se ponían otros trajes para participar en las multitudinarias manifestaciones contra las propias embajadas donde trabajaban. Al volver al trabajo, vestían nuevamente el uniforme y continuaban su labor, como si todo fuese una simple actuación. Kordon seguramente esté glosando los dos tomos de crónicas de viajes de Peyrefitte en los que saluda a la revolución china. El francés realizó ese viaje invitado por el gobierno chino luego de que sufriera un atentado de un grupo izquierdista francés mientras ejercía un cargo ministerial. La editorial Bruguera tradujo los dos tomos y los llevó a las librerías argentinas en los primeros ochenta.

Kordon suma fragmentos de Claude Roy, Jack Belden y Harrison Forman, al que había citado en otros libros, en este caso para destacar la participación masiva de las mujeres en los espectáculos públicos. En 1969 desde las páginas de China o la revolución para siempre Kordon había objetado las críticas del intelectual maoísta francés K. S. Karol a los chinos por no reconocer la responsabilidad de los soviéticos en las fracasadas insurrecciones de 1927. En cambio, en 1984 Kordon reconoce esa responsabilidad, pero no cita a Karol. A lo largo de los capítulos, sigue reivindicando a Mao, a pesar de que desde su muerte en septiembre de 1976 el legado fue puesto en cuestión; específicamente, el PCCh cuestionó la Revolución cultural y apresó a muchos de sus líderes.

En “La mitad del cielo” Kordon afirma que el pensamiento de Mao tiene diversas y contradictorias interpretaciones, y que, más allá de los rasgos específicamente chinos, sus proyecciones son universales. Una de esas proyecciones aparece “en grado superior en el feminismo... la situación de la mujer lo preocupó desde joven y marcó muy especialmente sus primeros escritos, y aun en mayor grado intervino esa preocupación en sus primeras acciones políticas” e “hizo de la lucha por los derechos de la mujer una afortunada simbiosis con la lucha de clases” (43). Fue primordial en la lucha por revertir el confucianismo que relegaba a la mujer.

En Viaje nada secreto al país de los misterios Kordon se vale del artículo “Civilización china y burocracia” del historiador húngaro Ettiene Balanz para explicar los cambios históricos en la estructura familiar china y el peso determinante de los elementos feudales en la sociedad china. La Revolución Cultural habría sido una ofensiva desesperada contra el confusianismo, administrado por los eruditos funcionarios, esencia del “Estado jerárquico autoritario”; para frenar la burocratización, Mao movilizó a las masas juveniles y especialmente a las mujeres. Así, la conclusión no es muy distinta a la que había presentado en su crónica de 1969. En 1984 Deng Xiao Ping, el nuevo líder de los comunistas había consolidado las reformas procapitalistas, pero Kordon transcribe en su nuevo libro los mismos documentos de 1968, entre ellos las citas del Libro Rojo sobre el ejemplo heroico de Norman Bethune, que servía desde los años sesenta para ejemplificar la lucha a fondo contra el egoísmo.


Conclusiones

Como adelantamos al inicio del presente artículo, nuestro estudio biográfico sobre el itinerario político-intelectual de Kordon arroja una constante con algunas variaciones. Ese itinerario insiste en la búsqueda, iniciada en los años treinta, de una literatura capaz de representar a las clases populares porteñas y, en menor medida, rurales. Para hallar esa literatura, Kordon realizó incursiones en diversos géneros: el cuento, la novela, la crónica de viaje, la investigación histórica, la traducción y la publicación de revistas. Dos variaciones adquieren significación dentro de esta constante. La primera es el paso de un enfoque, adoptado en los años treinta, centrado en la vida obrera y campesina (marcada por la explotación y la dominación) a otro enfoque en el que los lúmpenes y los perdedores de la gran ciudad cobran progresivo protagonismo. Antes de sistematizar su admiración por el comunismo de masas que presenta Mao, los relatos de ficción de Kordon descubren a los marginales como sujeto social y se alejan del realismo socialista del que participan los escritores del PCA.

Ya en la década del sesenta, el posicionamiento de Kordon a favor del maoísmo en la polémica chino-soviética coincide con una variación en su obra literaria. Sin abandonar la representación de los lúmpenes, las prostitutas y los vagabundos, introduce en sus ficciones a los cabecitas negras, no sólo como trabajadores o villeros, sino como la fuerza política de masas reivindicada por el maoísmo, como peronistas. Esta irrupción literaria es parte de la revalorización que una franja de la nueva izquierda intelectual formula sobre las bases del peronismo, abriendo grandes expectativas en torno de ese movimiento político. Hasta mediados de los setenta, esto es cuando Kordon viaja a China a presenciar la insurrección de masas de la Revolución Cultural, su narrativa hace irrumpir a los cabecitas negras sin la mediación de los personajes letrados. La reivindicación que entonces declara Kordon del movimiento antiburocrático chino parecen negarles a los personajes letrados de sus ficciones el rol que venían teniendo de relatores de la aparición del nuevo actor y de analistas políticos. En el último libro de ficción de esta etapa, la violencia se desata dentro de los sectores populares y define a la ciudad a través de una represión, la Masacre de Ezeiza.

Kordon probablemente sea el intelectual argentino que, durante el periodo analizado en el presente artículo, más veces visitó China y se entrevistó con Mao y otros altos dirigentes políticos y militares del comunismo chino. Si su biografía nos interesa, no es sólo porque enlazó su difundido mundo literario al llamado maoísta a apostar por la línea de masas, sino también porque las cinco crónicas de viaje que publicó, así como la difusión de la cultura china que emprendió a través de la edición de libros y revistas, se constituyeron en un dispositivo de circulación del proceso estatal chino que funcionó en paralelo al de los grupos políticos maoístas de Argentina. Específicamente, el activismo editorial de Kordon insistió, por un lado, en las tres etapas de la China maoísta, la “nueva democracia”, la “revolución cultural” y las “reformas para la modernización”, y, por el otro, en que lo que singularizaba al maoísmo era la movilización de unas masas vinculadas a un proceso cultural milenario.

A distancia de los grupos políticos partidarios maoístas como Vanguardia Comunista o el Partido Comunista Revolucionario, la circulación del maoísmo que emprendió Kordon buscó que las tesis maoístas no quedaran fijadas en la codificación marxista-leninista. Si estas tesis se ofrecían como un método de aproximación a los movimientos de masas, en Argentina ello equivalía, según Kordon, a replantear la relación entre comunismo y peronismo. En todos sus libros, Kordon desplazó la centralidad de la lucha antiburguesa y restó valor a la tarea de construcción del partido Su participación en la revista peronista Crisis así como en varias empresas editoriales peronistas fueron los poderosos instrumentos que encontró para construir la relación entre comunismo maoísta y peronismo.

A principios de la década de los años noventa Kordon se alejó de la vida cultural afectado por el Alzheimer. Junto a Marina se mudó a Santiago de Chile, donde falleció en 2002. La obra de Kordon, reconocida por escritores como Cesar Aira y Ricardo Piglia, dejó de reeditarse y la crítica literaria comenzó a revalorarlo recién a comienzos de los años 2000 junto a la reconstrucción de su itinerario como editor y como viajero a China.


Bibliografía

Libros de Kordon

Kordon, Bernardo, La vuelta de Rocha. Brochazos y relatos porteños, Buenos Aires, AJE-Claridad, 1936.

——— Candombe: contribución al estudio de la raza negra en el Río de la Plata, Buenos Aires, Continente, 1938.

——— Macumba. Relatos de la tierra verde, Buenos Aires, Tiempo Nuestro, 1939.

——— Un horizonte de cemento, Buenos Aires, AIAPE, 1940 (2° ed. Buenos Aires, Siglo Veinte, 1950, 1963; 3° ed. Buenos Aires, Galerna, 1978)

——— La isla, Buenos Aires, Problemas, 1940.

——— La selva iluminada, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1942.

——— Muerte en el Valle, Santiago de Chile, Cultura, 1943.

——— Reina del Plata, Buenos Aires, Cronos, 1946 (2° ed. Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1966; Buenos Aires, CEAL, 1973).

——— Tambores en la selva. Stanley, Buenos Aires, Abril, 1946.

——— Una región perdida, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1951.

——— De ahora en adelante, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1952 (2° ed. Buenos Aires, Sudestada, 1968).

——— Lampeao. Novela De Los Desiertos Brasileños, Buenos Aires, Del Pórtico, 1953.

——— Vagabundo en Tombuctú, Buenos Aires, Cauce, 1956.

——— 600 millones y uno, Buenos Aires, Leviatán, 1958.

——— Domingo en el río, Buenos Aires, Palestra, 1960 (Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1967).

——— Vagabundo en Tombuctú. Alias Gardelito, Buenos Aires, Losada, 1961.

——— Reportaje a China. Una visión personal del país que conmueve al mundo, Buenos Aires, Treinta Días, 1964.

——— Vencedores y vencidos, Buenos Aires, Capricornio, 1965 (Buenos Aires, CEAL, 1968; Buenos Aires, Abril, 1985).

——— (Comp.), Cuentos fantásticos de la dinastía Tang, Buenos Aires, Capricornio 1965.

——— Un día menos, Buenos Aires, Sudamericana, 1966.

——— Hacele bien a la gente, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1968.

——— Cuentos de Bernardo Kordon, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1969.

——— China o la revolución para siempre, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1969.

——— A punto de reventar, Buenos Aires, Losada, 1970.

——— Sus mejores cuentos porteños, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1972.

——— Los navegantes, Buenos Aires, Losada, 1972.

——— Alias Gardelito, La Habana, Casa de las Américas, 1974.

——— Bairestop, Buenos Aires, Losada, 1975.

——— Así escriben los chinos. Desde la tradición oral hasta nuestros días, Buenos Aires, Orion, 1976.

——— Manía ambulatoria, Buenos Aires, El Ateneo, 1978.

——— Adiós pampa mía, Caracas, Monte Ávila, 1978.

——— El misterioso cocinero volador y otros relatos, Buenos Aires, CEAL, 1981 (Buenos Aires, CEAL, 1992).

——— Alias Gardelito - Un Horizonte De Cemento - Kid Ñandubay, Buenos Aires, Galerna, 1981.

——— Relatos Porteños, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982.

——— Historias de sobrevivientes, Buenos Aires, Bruguera, 1982.

——— Los que se fueron, Buenos Aires, Torres Agüero Editor, 1984.

——— Un taxi amarillo y negro en Pakistán y otros relatos kordonianos, Buenos Aires, Sudamericana, 1986.


Artículos en revistas citados

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Kordon, Bernardo, “Asesino en la llanura” (cuento), Nueva Gaceta n° 13, marzo de 1942, p. 7.

Kordon, Bernardo, “La novela brasileña y José Lins do Rego”, Nueva Gaceta n° 15, junio de 1942, p. 10.

Kordon, Bernardo, “Noticias de David Álfaro Siqueiros”, Nueva Gaceta n° 18, agosto de 1942.

Kordon, Bernardo, “La República negra de Palmares”, Nueva Gaceta n° 19, octubre de1942.

Kordon, Bernardo, “La novela en Chile: Nicomedes Guzmán”, Nueva Gaceta n° 22, marzo de 1943, p. 11.

Kordon, Bernardo, “México visto por un agente inglés”, Capricornio n° 4, 1954, pp. 27-30.

Kordon, Bernardo, “Illya Erenburg en Buenos Aires”, Capricornio n° 7, setiembre octubre de 1954, pp. 35-38.

Kordon, Bernardo, “Bernardo Kordon entrevista a Chen-Yi y Mao-Tsé-Tung”, Revista de la Liberación n° 2, segundo semestre de 1962, pp. 9-11, 17.

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Kordon, Bernardo, “Polonia 1963”, El escarabajo de oro n° 20, octubre de 1963, p. 15.

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Films basados en cuentos de Kordon

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Resumen

Este trabajo sobre los proyectos culturales de Bernardo Kordon (1915-2022) busca iluminar sus vínculos con los agrupamientos intelectuales y las empresas editoriales ligadas a la izquierda argentina desde los años treinta hasta los ochenta. Hijo de inmigrantes judíos, interesado en la vida de los trabajadores y los marginales porteños, se ligó al boedismo en los años treinta, militó en el antifascismo intelectual, tradujo y difundió la cultura brasileña y experimentó, como compañero de ruta del Partido Comunista Argentino (PCA), las tensiones del campo literario durante el primer peronismo —cuando fundó la revista Capricornio, y la editorial homónima. Desde fines de los años cincuenta, la circulación de sus libros de crónicas de viaje a China lo erigieron —primero— como un interlocutor de la cultura de ese país comunista y –luego- del maoísmo y la Revolución Cultural. Esto último lo alejó progresivamente del PCA. En la década siguiente, Kordon alcanzó un amplio reconocimiento para su literatura en las revistas de la nueva izquierda intelectual y en importantes editoriales. A partir del golpe de estado de 1976 sus cuentos aparecieron esporádicamente hasta que en los primeros años ochenta fueron reeditados. Sin embargo, desde fines de esa década su participación en el campo literario declinó rápidamente, como sus esperanzas en el comunismo chino

Palabra claves: Biografía; Historia Intelectual; Maoísmo; Revistas culturales.


Abstract

This work on the cultural projects of Bernardo Kordon (1915-2022) seeks to illuminate his links with intellectual groups and publishing companies linked to the Argentine left from the thirties to the eighties. The son of Jewish immigrants, interested in the life of the workers and marginalized people of Buenos Aires, he linked himself to Boedism in the thirties, militated in intellectual anti-fascism, translated and spread Brazilian culture and experienced, as a fellow traveler of the Argentine Communist Party (PCA), the tensions of the literary field during the first Peronism - when he founded the Capricornio magazine, and the publishing house of the same name. Since the end of the 1950s, the circulation of his travel chronicles to China established him -first- as an interlocutor of the culture of that communist country and -later- of Maoism and the Cultural Revolution. The latter progressively distanced him from the PCA. In the following decade, Kordon achieved wide recognition for his writing in the magazines of the new intellectual left and in major publishers. After the coup d’état of 1976, his stories appeared sporadically until they were republished in the early eighties. However, from the end of that decade his involvement in the literary field declined rapidly, as did his hopes for Chinese communism.

Keywords: Biography; Intellectual History; Maoisms; Revistas Culturales.

Recibido: 05/09/2022.

Aceptado: 01/11/2022.


1 Ampliamos aquí la información sistematizada en Adrián Celentano, “Bernardo Kordon”, Horacio Tarcus (dir.), Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los anarquistas a la nueva izquierda (1870-1976), Buenos Aires, Emecé, 2007, pp. 340-342.

2 Sobre la nueva izquierda, véase Oscar Terán, Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual en Argentina, 1955-1966, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2013.

3 Si bien Kordon sólo editó crónicas de sus viajes a China, “su manía ambulatoria” también lo llevó a recorrer Europa, la Unión Soviética, Brasil y Chile. La expresión es utilizada en el título de uno de sus tres libros autobiográficos: Bernardo Kordon, Manía ambulatoria, Buenos Aires, El Ateneo, 1978.

4 Maisa Midori Deaecto y ean-Yves Mollier, Edicao e Revolucao: leituras comunistas no Brasil e na França, Minas Gerais, Atelie, 2013.

5 Bernardo Kordon, “Descansar en paz”, Los que se fueron, Buenos Aires, Torres Agüero Editor, 1984, pp. 11-15.

6 Ese recodo del Riachuelo, perteneciente al barrio de la Boca, es también el lugar donde en 1922 Manuel Gálvez ambientó su Historia de arrabal. Zona de prostíbulos y atelieres, la vuelta de Rocha es un recurrente motivo elegido por muchos artistas plásticos. Por otra parte, en 1937 el cineasta Manuel Romero estrenó el exitoso film La vuelta de Rocha, un drama social ambientado entre el mundo portuario y los cafetines tangueros.

7 Florencia Abbate sitúa a Kordon en el mapa de los heterodoxos de la literatura argentina. Cfr. Florencia Abbate, “La exploración de líneas heterodoxas. Enrique Wernicke, Bernardo Kordon, Arturo Cerretani. Alberto Vanasco”, Sylvia Saítta (comp.), Historia Crítica de la Literatura Argentina, Vol. 9: El oficio se afirma, Buenos Aires, Emecé, 2004, pp. 573-597. Un interesante recorrido crítico sobre algunas de las iniciativas culturales kordonianas y sobre la relación de su literatura con la de Roberto Arlt se encuentra en Eduardo Romano, “No se olviden de Bernardo (Kordon)”, Orbis Tertius, Vol. 11, nº 12, 2006. Disponible en https://www.orbistertius.unlp.edu.ar/article/view/OTv11n12a21/pdf_92.

8 Sobre los intelectuales del antifascismo comunista, véase Andrés Bisso y Adrián Celentano, “La lucha antifascista de la Asociación de Intelectuales Periodistas y Escritores (AIAPE) (1935-1943)”, Hugo Biagini y Arturo A. Roig (comps.), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, tomo 2, Buenos Aires, Biblos, 2006, pp. 235-265; Ricardo Pasolini, “El nacimiento de una sensibilidad política. Cultura antifascista, comunismo y nación en la Argentina: Entre la AIAPE y el Congreso Argentino de la Cultura, 1935-1955”, Desarrollo Económico n° 179, octubre-diciembre de 2005, pp. 403-435; Angela Meirelles de Oliveira, Palavras como balas: imprensa e intelectuales antifascistas no cone sul (1933-1939), Sao Paulo, Alameda, 2015.

9 Jorge Myers, “Rodolfo Puiggrós, historiador marxista leninista: el momento de Argumentos”, Prismas. Revista de historia intelectual n° 6, 2002, pp. 217-230.

10 Kordon, Bernardo, “La trata de negros en el Rio de la Plata”, Argumentos. Revista mensual de estudios sociales n° 2, diciembre de 1938.

11 Davidson Diniz, “Macunaíma y Carybé mancomunados. Panorama de las mediaciones interculturales entre Lidia Besouchet, Newton Freitas y Mário de Andrade a propósito de la traducción y publicación de Macunaíma en Argentina”, Cuadernos del CILHA, Vol. 19, nº 2, 2018, pp. 91-104.

12 Adrián Celentano, “El viaje brasileñista de Bernardo Kordon”, en Alejandra Mailhe, (comp.), Pensar al otro/ pensar la nación. Intelectuales y cultura popular en Argentina y América Latina, La Plata, Al margen, 2010, pp. 139-167.

13 Jorge B. Rivera, “Estudio preliminar”, Bernardo Kordon, El misterioso cocinero volador y otros relatos, Buenos Aires, CEAL, 1992.

14 Raúl Larra, “La selva iluminada”, Nueva Gaceta n° 20, noviembre de 1942, p. 10.

15 Gerardo Pisarello, “Una nueva novela de Kordon”, Nueva Gaceta n° 23, mayo de 1943, p. 4.

16 Esta última publicita su catálogo y allí el comunismo chino se difunde a través de Mi madre de Cheng Cheng, Mi madre y yo a través de la revolución china del mismo autor y Petróleo para las lámparas de china de Alice Tisdale Hobart.

17 El periodista Edgar Snow había publicado en 1938 el libro más conocido sobre la revolución china, Edgar Snow, Red star over china, Londres, Left Book Club, 1937.

18 Adriana Petra, Intelectuales y cultura comunista. Itinerarios, problemas y debates en la Argentina de posguerra, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2017, pp. 153-155.

19 En 1952 Sartre defendió a los comunistas y a la URSS, además de participar en el Movimiento por la Paz. Ello lo enfrentó, a nivel mundial, con los intelectuales anticomunistas. Kordon, sin duda, advirtió la vacancia editorial de la polémica Sartre-Camus en el campo intelectual argentino. Si bien Sartre comenzaba a despertar una fuerte afinidad entre los intelectuales argentinos, Sur no reprodujo la polémica. Más aún, María Rosa Oliver reclamó la presencia de Sartre desde las mismas páginas de Sur, pero no consiguió que se lo dejara de ridiculizar. Sobre Sur, ver fundamentalmente John King, Sur. Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura (1931- 1970), México, Fondo de Cultura Económica, 1989 y María Teresa Gramuglio, Nacionalismo y cosmopolitismo en la literatura argentina, Rosario, Editorial Municipal de Rosario, 2013.

20 Sobre Letra y Línea y sus vínculos con Kordon, ver Verónica Stedile Luna, “Tempo y morales de la crítica: las revistas del surrealismo e invencionismo en Argentina entre 1948 y 1956”, Tesis de doctorado en Letras, Universidad Nacional de La Plata, 2019. Disponible en https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=tesis&d=Jte1820.

21 Según Saítta, el principal interlocutor de Kordon en China era Chu Tu-Nam, presidente de la Asociación de Amistad Chino-Latinoamericana. Ver también Jorge Consiglio, Jorge Lafforgue y Matías Raia, Bernardo Kordon. Tripulante de Buenos Aires, Buenos Aires, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2015.

22 Claude Roy, “Claves para China”, Capricornio n° 7, septiembre de 1954, pp. 1-8; Capricornio n° 8, noviembre de 1954, pp. 9-14.

23 Sobre los viajeros a los países comunistas ver Sylvia Saítta, Hacia la revolución. Viajeros argentinos de izquierda, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.

24 Horacio Tarcus, “María Rosa Oliver”, Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los anarquistas a la nueva izquierda (1870-1976), Buenos Aires, Emecé, 2007, pp. 464-465.

25 Bernardo Kordon, 600 millones y uno, Buenos Aires, Leviatán, 1958, p. 17. Kordon llegó a la URSS pocos meses después de la violenta y polémica represión de la rebelión en Hungría y no podía desconocer la difícil relación de los intelectuales con los burócratas comunistas. En la citada crónica refiere que en Leningrado conoció a Constantin Simonov, un escritor ruso que acompañó a Mao en la guerra de guerrillas de los años cuarenta, y que visitó el departamento de Ilya Eremburg. Participando de la liberalización cultural abierta tras la muerte de Stalin, Eremburg le habría confesado su rechazo de las concepciones estéticas de los literatos, pintores, arquitectos y burócratas oficiales, y habría afirmado que los burócratas estaban demasiado ocupados como para atender a las cuestiones estéticas.

26 Sobre Venturelli, véase Matthew D. Rothwell, “Secret Agent for International Maoism: José Venturelli, Chinese Informal Diplomacy and Latin American Maoism”, Radical Americas n° 1, 2016, pp. 44-62.

27 Bernardo Kordon, 600 millones y uno, Buenos Aires, Leviatán, 1958, p. 46.

28 Bernardo Kordon, op. cit., p. 55.

29 Bernardo Kordon, op. cit., pp. 72-73.

30 Bernardo Kordon, op. cit., p. 77.

31 Bernardo Kordon, op. cit., p. 83.

32 Kordon, op. cit., p. 88. Si bien el comunismo chino inicia la Revolución Cultural en 1966, el impulso de ésta —como muestra la cita— es de larga data. Asimismo, la primacía de los sectores populares en la producción cultural a la que convoca esa revolución emerge repetidamente en la descripción de la biografía de Lu Sin —y Kordon volverá a ocuparse del poeta en otros de sus escritos sobre la China comunista. En 600 millones y uno Kordon retoma el relato de sus guías y presenta a Lu Sin como un hijo de campesinos acomodados de Hangchow que “antes de aprender a leer ya se educó artísticamente en el famoso teatro tradicional y en el arte popular de su provincia natal”.

33 Bernardo Kordon, op. cit., p. 95.

34 Bernardo Kordon, op. cit., p. 160.

35 Bernardo Kordon, op. cit., p. 164.

36 Leandro Senkman vincula el vagabundeo de los antihéroes kordonianos como el boxeador de origen judío Kid Ñandubay (además de otros marginales y lumpenes como Toribio Torres, alias “Gardelito” y Juan Tolosa, en Un horizonte de cemento) con la manía ambulatoria tomada por Kordon del rico legado cultural de su madre, quien huyó de Rusia cuando fracasó la insurrección de 1905. Ver Leandro Senkman, La identidad judía en la literatura argentina, Buenos Aires, Pardes, 1983.

37 Las ya clásicas nociones de residual, emergente y dominante utilizadas para explicar la dinámica cultural desde un materialismo marxista son introducidas en Raymond Williams, Marxismo y Literatura, Barcelona, Amorrurtu, 1981.

38 Kordon se ocupa además de “La muchacha de los cabellos blancos”, pieza que tematiza la rebelión durante el feudalismo contra las violaciones y asesinatos de mujeres.

39 Para un mapeo detenido de la recepción del maoísmo en Argentina remitimos a nuestro trabajo: Adrián Celentano, “Las ediciones del maoísmo argentino (1963-1976). Desde las revistas de la Nueva Izquierda hasta la experiencia de Editorial Nativa”, Políticas de la Memoria n° 14, 2014, pp. 151-166. Disponible en http://www.ojs.politicasdelamemoria.cedinci.org/index.php/PM/article/view/293.

40 Bernardo Kordon, Reportaje a China. Una visión personal del país que conmueve al mundo, Buenos Aires, Treinta Días, 1964, p. 28. Chen se refería a la frustrada iniciativa del Gran Salto Adelante, del periodo 1958-1962. El libro argentino no hace referencia a ello, sí cuenta con un texto redactado por Kordon sobre las comunas populares instauradas en ese periodo. “Comuna popular” retoma a Mao para erigir a esa colectivización socialista del trabajo en garante de la irreversibilidad del socialismo y en ejemplo para el Tercer Mundo, señalamiento en el que coincidirían los partidos maoístas argentinos.

41 Bernardo Kordon, op. cit., p. 43.

42 Capricornio n° 3, noviembre de 1965, pp. 1-8, 9-16, 25-28, 33-36 y 37-48. Si bien Sebreli acompañó las posturas maoístas de Kordon hasta los primeros años setenta, como mencionamos, abandonó esas simpatías en Tercer Mundo: mito burgués, ensayo publicado por Siglo Veinte en 1975, y realizó una dura crítica a la nueva izquierda y específicamente al maoísmo en El tiempo de una vida, Buenos Aires, Sudamericana, 2005.

43 Claudia Gilman, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2003.

44 En 1965 el sello Capricornio publica su novela Vencedores y vencidos, en 1966 aparece por Sudamericana Un día menos y el mismo año el sello Jorge Álvarez reedita Reina del plata. Jorge Álvarez además pone a circular en 1967 una reedición de Domingo en el río y en 1968 Hacele bien a la gente. Ese año el CEAL reedita Vencedores y vencidos y Reina del Plata mientras que aparece por el sello Sudestada una nueva edición de De ahora en adelante. En 1969 Tiempo Contemporáneo publica la compilación Cuentos de Bernardo Kordon. También en 1969 Jorge Álvarez edita China o la revolución para siempre y Losada distribuye, con traducción de Kordon, Granada y García Lorca de Claude Couffon, uno de los principales difusores de la literatura latinoamericana en Francia.

45 Bernardo Kordon, “El día que comí perro”, Casa de las Américas n° 38, septiembre-octubre de 1966; “La última huelga de basureros”, Casa de las Américas n° 49, julio-agosto de 1968. A pesar del vínculo con Casa de las Américas, Kordon se mantuvo a distancia de los escritores del boom alineados con Cuba. Esa distancia se advierte en su participación en 1968 en el Encuentro Latinoamericano de Escritores, de Santiago de Chile. Los escritores alineados con Cuba se retiraron del evento y denunciaron el apoyo del gobierno democristiano chileno al Encuentro. Aunque participaron figuras reconocidas como Juan Rulfo, Ángel Rama y Nicanor Parra, el Encuentro no logró la repercusión esperada, pues la revolución cubana concitaba las adhesiones mayoritarias de los intelectuales y artistas latinoamericanos (Gilman, Claudia, op. cit., pp. 140-141). Allí Kordon sostuvo que cada intelectual debía luchar contra el gobierno de su país, como él lo había hecho y había sufrido como consecuencia el exilio chileno. Las posturas del Encuentro fueron difundidas por la revista chilena Cormorán (1969-1970). Agradezco a Mauricio Tapia la información sobre las referencias a Kordon en Cormorán.

46 La primera edición en chino del libro Citas del presidente Mao Tse Tung es de 1961 y fue impulsada por el mariscal Lin Piao para utilizarlo en la campaña ideológica interna del Ejército Popular de Liberación. Luego, en 1966, el libro fue erigido en el instrumento central de la lucha ideológica de la Revolución Cultural. Por entonces fue traducido al español y otros cincuenta idiomas, y mil millones de ejemplares circularon por todo el mundo. A fines de los años sesenta se lo conocía como el Pequeño libro rojo o Libro Rojo. Para una interesante compilación de trabajos sobre la producción y circulación internacional del Libro Rojo, véase Alexander Cook, Mao’s Little Red Book: A Global History, Cambridge, Cambridge University Press, 2014.

47 Bernardo Kordon, China o la revolución para siempre, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1969, p. 191.

48 Bernardo Kordon, op. cit. p. 16. Al igual que para la protagonista del film La Chinoise (1967) de Jean Luc Godard, para Kordon las tesis de Mao valían como autoridad para justificar la acción directa. Godard, luego del Mayo Francés de 1968, se sumó con su grupo de vanguardia a la militancia maoísta francesa. Kordon, por su parte, preservó su rol de difusor argentino de las novedades maoístas y organizó el viaje a China de Ricardo Piglia, militante de Vanguardia Comunista y codirector, junto a Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, de la revista Los Libros.

49 Bernardo Kordon, op. cit. p. 85.

50 Bernardo Kordon, op. cit. p. 75.

51 Losada publica varios títulos de Kordon: A punto de reventar en 1970, Los navegantes en 1972 y la novela política Bairestop en 1975. A mediados de 1975, ediciones Orion distribuye Así escriben los duros sobre el amor, compilado por María Elena Togno, con el cuento de Kordon “Rosas y bombones para el amor”. El sello Hachette reedita en 1976 Antología del cuento extraño, a cargo de Rodolfo Walsh e incluye “Un poderoso camión de guerra” de Kordon. Al año siguiente el CEAL suma a su catálogo El cuento argentino, compilación a cargo de Beatriz Sarlo, con el cuento “La sonrisa” de Kordon; reeditada en 1978.

52 Bernardo Kordon, “Bernardo Kordon: la vuelta de Rocha”, Crisis nº 6, octubre de 1973, pp. 45-47 Para un análisis de la revista, ver José Luis De Diego, ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970-1986), La Plata, Al Margen, 2003 y María Sondereguer, Revista Crisis (1973-1976). Antología, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2008.

53 Bernardo Kordon, “Sin novedad en la esclavatura”, Crisis nº 22, febrero de 1975, pp. 63-65.

54 Kordon exalta la bravura de la resistencia negra en los quilombos brasileños y la voluntad política de los conjurados en la Buenos Aires colonial, inspirados por el ejemplo de la Revolución Francesa. Para ello transcribe textos de actas firmadas bajo tortura y panfletos clandestinos de la época.

55 García, Germán, “Descontar la vida contar (con) la muerte”, Literal nº 4/5, 1977, pp. 75-82.

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