La Biblioteca – Instituto Feltrinelli
Fisonomía de las colecciones

David Bidussa*

En histoire, tout commence avec le geste de mettre á part, de rassembler, de muer ainsi
en “documents” certains objets répartis autrement. Cette nouvelle répartition culturelle
est le premier travail. En réalité elle consiste à produire de tels documents, par le fait de
recopier, transcrire ou photographier ces objets en changeant à la fois leur place et leur
statut. Ce geste consiste à “isoler” un corps, comme en le fait en physique, et à
“dénaturer” les choses pour les constituer en pièces qui viennent à combler les lacunes
d’un ensemble posé a priori. Il forme la “collection”.

Michel de Certeau1


Introducción


Las colecciones como objeto de investigación histórica


Un primer reconocimiento sobre el patrimonio de libros


El área del libro antiguo y las colecciones de valor


Las colecciones de libros como construcción disciplinar


Conclusiones


Resumen


Introducción

El 25 de marzo de 1961, en el discurso de inauguración de la nueva sede del Instituto, Giangiacomo Feltrinelli agradeció a “los amigos, estudiosos de historia y de economía, que nos han seguido desde los comienzos de nuestra actividad” y subrayó cómo la “objetividad y organicidad” de las colecciones expresan la fisonomía del acervo.2 Los dos aspectos deben leerse en conjunto a fin de comprender la construcción de las colecciones de libros de una entidad.

Dividiré mi análisis en cuatro cuestiones distintas: (1) qué entendemos por colecciones de libros; (2) breve descripción del patrimonio de libros y documental de Feltrinelli desde su momento de constitución en 1949 hasta su primera clausura en agosto de 1964; (3) cuáles eran los ámbitos de la cultura y de la investigación con los que se medía Giangiacomo Feltrinelli y el equipo de trabajo de la Biblioteca entre fines de los años cuarenta e inicio de los sesenta;3 (4) cuáles son las colecciones que marcan la personalidad cultural de esta entidad que en el período abordado consolida un sistema de vínculos que permanece sin variar desde entonces.4

Las colecciones como objeto de investigación histórica

La formación de un catálogo de biblioteca —a menos que sea el resultado de una acumulación pasiva en el tiempo— corresponde a una acción proyectual.

Cuando no son una superposición pasiva de fuentes y documentos, las colecciones de libros permiten comprender un período, figurar a los operadores intelectuales de ese período, describir redes y sistemas, conectar lugares y circuitos culturales que, aunque quizás lejanos, compartieron intereses comunes y desarrollaron intercambios, competencias e, incluso, rivalidades.

No existen dudas de que las colecciones de libros de calidad son una demostración de riqueza.5 Pero no solamente eso. Éstas nos dirán mucho si se les pregunta sobre la existencia de una red cultural y social, sobre un área geográfica determinada o sobre la historia del comportamiento de los operadores culturales.

Las colecciones de libros no son una acumulación de documentos que se desarrollan en el tiempo de manera natural. Nacen de un proyecto y son el resultado de una voluntad, de un “rovello”.6 En pocas palabras, tienen un carácter artificial. La historia de un patrimonio que respondió a los requisitos de un proyecto y no a una recopilación de documentos individuales (sean valiosos o raros) demanda preguntas e investigaciones de diversos géneros en tanto colecciones y, por eso, en tanto sistema definido, por la información y los rastros que contiene.7

El análisis de las colecciones requiere una investigación sobre su “densidad”, es decir, sobre los modos y formas que contribuyen a definir una investigación. Un texto no es jamás un objeto en sí, es su uso, la representación en el tiempo del fenómeno o del tema que ponen en el centro de la propia personalidad cultural.

En ese sentido, cuando no son coleccionismo puro —es decir, una dimensión “filatélica” que “resguarda celosamente sus tesoros, que se complace de la belleza incontaminada de los ejemplares, que se regocija por su rareza y por su precio, no usa estanterías sino cajas fuertes”—,8 en lugar de aludir a la pasión por un objeto, las colecciones de libros expresan un proyecto en el cual los libros son presentados no tanto para leerlos, sino para releerlos. Las colecciones no son un conjunto de textos donde cada uno tiene su propia individualidad, sino que contienen un valor agregado: el hecho de estar juntos, no como una lista, sino como una colección que invita a relacionarlos y lentamente superponerlos.

Los patrimonios de libros son indicadores y espías muy significativos desde muchos puntos de vista. Señalo algunos. La presencia en la misma colección de algunos textos específicos en sus múltiples reproducciones y difusiones indica y expresa la historia de un texto.9 Lo mismo sobre el uso y el modo de reconstruir la historia social y cultural. Un libro es incluso la historia de los signos que en él se han acumulado mediante su uso. Significa una historia del pase de mano, de los largos e inciertos acontecimientos mediante los cuales no logramos heredar no sólo los monumentos del pasado, sino también la historia de las dudas. Los puntos de interrogación y las incomprensiones de los lectores que desde lejos y desde otro tiempo nos vuelven a enviar el sentido de sus preguntas. También éste es un modo mediante el cual los libros, para nuestro beneficio, llegan a hablar con nosotros.10

Un primer reconocimiento sobre el patrimonio de libros

Antes que nada, un cuadro general.

En 1949 es fundada en Milán, por iniciativa privada, la Biblioteca Giangiacomo Feltrinelli (el acto constitutivo formal de fundación se remonta a diciembre de 1951) con el objetivo de “recolectar”: 1) el material para la historia de socialismo y del movimiento obrero; 2) el material para la historia económica e investigaciones de carácter estructural; 3) el material para la historia de las ideas económicas y sociales.11

La Biblioteca Giangiacomo Feltrinelli se creó como un espacio de investigación sobre tres ejes: 1) la historia del movimiento obrero —en una primera fase en Italia y luego con atención también a Inglaterra, Francia, Alemania— desde las primeras formas organizativas y de ayuda mutua hasta los partidos modernos y los sindicatos; 2) la historia económica, y en particular la referida al desarrollo industrial y al nacimiento de la empresa moderna; 3) el debate económico a partir de los fisiócratas hasta los reformadores del aparato keynesiano atentos a las políticas anticíclicas de intervención de la economía.

A estos se les agregaron luego, en el curso de los años cincuenta, algunos fondos de libros y documentos especiales entre los cuales se destacan: el Fondo Marx-Engels; [el Fondo sobre la] Guerra civil española; [el Fondo sobre los] orígenes del movimiento revolucionario ruso; [el Fondo sobre la] Tercera Internacional.

El período de fundación se sitúa a finales de los años cuarenta, cuando Giangiacomo Feltrinelli con algunos colaboradores comenzaron a recolectar opúsculos y periódicos del primer movimiento obrero italiano, números únicos del Primero de mayo y colecciones raras de periódicos.

En este primer período, Feltrinelli adquiere varios fondos archivísticos relacionados con los origines del movimiento obrero y sindical italiano. Entre estos se señalan: el Fondo Rinaldo Rigola (1868-1954), primer secretario de la Confederazione Generale del Lavoro (CGdL), un fondo de libros y archivos rico en opúsculos y periódicos del primer movimiento sindical y cameral italiano; el Fondo Mauro Macchi (1818-1880), mazziniano, uno de los primeros organizadores de las Sociedades obreras y uno de los mayores exponentes del mutualismo y la ayuda mutua; las cartas de Osvaldo Gnocchi Viani (1837-1917), exponente de la Primera Internacional, fundador del Partido obrero y la ayuda mutua en Italia, inspirador y organizador de las primeras Cámaras del Trabajo en Italia; las cartas Andrea Costa (1851-1910), primer exponente del bakuninismo en Italia y luego uno los fundadores del Partido socialista italiano; y el Fondo Felice Cavallotti (1842-1898), exponente del radicalismo democrático y diputado.

Contemporáneamente, Feltrinelli pone en marcha un censo de las fuentes periodísticas del movimiento obrero entre mediados del ochocientos y la dictadura fascista con dos objetivos: reconstruir una bibliografía dispersa de periódicos sobre todo locales y adquirir estas colecciones, ya sea en originales o mediante reproducciones microfilmadas.12

El resultado queda constituido por una primera concentración de periódicos y publicaciones seriadas que en el transcurso de los primeros años cincuenta hacen converger en la Biblioteca, con relación al período 1860-1926, cerca de 4000 periódicos, entre los cuales son de gran relevancia las colecciones anarquistas y cooperativistas, los periódicos socialistas Avanti!, Critica Sociale, La Giustizia; los periódicos del movimiento anarco-sindicalista y del sindicalismo revolucionario italiano; y las colecciones periódicas de la primera fase del Partido comunista italiano. En esta fase se comenzó a organizar una rica colección de manifiestos políticos que comprendía 4000 manifiestos del período 1948-1958; 700 afiches de la Comuna de París; 250 manifiestos entre proclamas y programas del ‘48 parisino; 400 manifiestos y proclamas de la primera mitad del siglo XIX, sobre todo de la Gobernación de Milán, del Granducado de Módena y del Estado Pontificio.

Contemporáneamente tomó impulso un segundo filón de estudio y recolección documental: la historia de las doctrinas económicas y el nacimiento de la economía política.

Se trata de un tema producto del encuentro entre la Biblioteca Feltrinelli, especialmente por parte de Giangiacomo Feltrinelli y Giuseppe del Bo, con Piero Sraffa. El primer rastro de este encuentro se remonta a septiembre de 1954.13

La fecha no deja de resultar significativa. Piero Sraffa era, desde hacía años, colaborador de Einaudi en el proyecto de edición de los escritos de la cárcel de Gramsci y, desde 1948, se escribió con Einaudi y sus colaboradores para definir una colección de clásicos de economía.14 Justamente en la primavera de 1954, ese proyecto, que parecía realizarse con la publicación del primer tomo de la Storia delle dottrine economiche de Marx, ya estaba en crisis. El perfil de la colección no satisfacía a Sraffa, además la hipótesis del segundo título de la colección, el ensayo de Cantillon mencionado por ellos ya en la primera carta del programa de octubre de 1948, lo dejaba perplejo por de la elección de editor.15

El compromiso de Sraffa versaba sobre dos aspectos: la construcción de la sección inglesa, sobre todo en torno a la cuestión de la Revolución industrial,16 y la definición y discusión sobre los fundamentos de la economía, sobre todo en lo relativo a Marx.

La documentación respecto a Marx demandaba la construcción de dos fondos especiales: el primero, específicamente dedicado a las diversas ediciones de las obras de Marx en distintas lenguas, en particular de El Manifiesto y El capital. Por otra parte, la adquisición de la correspondencia de Gustav Mayer, biógrafo de Friederich Engels. Además, la reproducción de parte del registro de copias de cartas del Bureau Socialista Internacional para los años 1900-1920; y, la adquisición de las series periódicas y de las fuentes seriales de las grandes socialdemocracias europeas, sobre todo de la alemana.

Junto con las grandes colecciones periódicas, a los documentos seriales correspondientes a los congresos del Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD) y de los diversos partidos socialistas activos en Francia hasta la fundación del Partido socialista y luego de la Section française de l’Internationale ouvrière (SFIO), se adquirieron en esos años colecciones notables relativas al año ‘48 en Francia, Alemania e Italia; las colecciones periódicas y seriales de la Tercera Internacional, tanto en sus secciones específicas (Internacional de los campesinos, Internacional juvenil, Internacional de los sindicatos rojos) como en sus textos oficiales que acompañaban todas sus actividades de congresos y plenos.

En los mismos años se adquirió el Fondo Franco Venturi de volúmenes y periódicos dedicados al populismo ruso y a los movimientos revolucionarios rusos no bolcheviques, donde se recogen obras y períodos de los mayores exponentes del movimiento revolucionario entre el siglo XIX y XX.17 Venturi comenzó a colaborar con el Instituto a partir del verano de 1950 y su colaboración resulta preciosa en relación con la definición de las colecciones relacionadas con el populismo y el período posterior hasta los años cuarenta.18

Si bien en gran parte la colaboración de Venturi se concentró en el fondo ruso, no se limitó sólo a ese ámbito. Del Bo lo implica ya en el 1952 en la definición y hallazgo de las fuentes sobre la Comuna de París, un proyecto bibliográfico que constituye un filón significativo en la fisonomía de las investigaciones promovidas o propuestas por la construcción de las colecciones.19

En la primavera de 1958 se adquirió el Fondo Angelo Tasca, un conjunto de libros y archivos de gran relevancia en la construcción de la fisonomía del patrimonio documental de la Biblioteca. Un fondo constituido por alrededor de 20.000 volúmenes y periódicos de la izquierda italiana y francesa entre el ochocientos y el novecientos; con colecciones periodísticas de la Francia de Vichy, además de periódicos clandestinos y alrededor de 4000 panfletos de la Resistencia francesa; con 100 colecciones periodísticas del fuoriuscitismo antinazista austro-alemán, y con 200 colecciones periódicas relacionadas con las formaciones militares y políticas activas durante la Guerra civil española.20

Si se excluye la referencia al Fondo Tasca, éste es el cuadro patrimonial sobre el cual Luigi Cortesi describe la Biblioteca Feltrinelli en su comunicación durante el XI Congreso de la Asociación Italiana de Bibliotecas (AIB), celebrado entre el 11 y el 15 de noviembre de 1957.21 Una narración que en gran parte retoma lo que ya se había indicado en el informe sobre los datos de la actividad que Cortesi tiene en el grupo de trabajo interno de la Biblioteca el 22 de septiembre de 1956 y que se presentan luego en el volumen Descrizione sommaria della Biblioteca dell’Istituto, editado en mayo de 1957. La comunicación en el congreso de la AIB es la primera ocasión en la cual esta Biblioteca se presentó oficialmente en el mundo de las bibliotecas.22

Luigi Cortesi, en aquel momento director de la Biblioteca Feltrinelli, realizó una selección significativa del perfil patrimonial.

Cortesi aludió al sistema de catalogación y a la subdivisión y catalogación de los periódicos; describió las secciones de la Biblioteca y en consecuencia siguió con una rápida ilustración de las partes significativas de cada una de las secciones. Así, para la sección italiana indica el ochocientos y el primer novecientos, aunque también el siglo XVII; para la sección francesa se detiene en los Philosophes y los Idéologues, el inicio de la economía política, el trienio democrático 1848-1851, la Comuna de París; para Alemania, Hegel y la izquierda hegeliana; Marx-Engels, la socialdemocracia alemana. En la sección angloamericana, la revolución industrial y el socialismo utópico inglés, mientras que para los Estados Unidos indica las colecciones sobre la Primera Internacional en los Estados Unidos;23 para Rusia, las colecciones relacionadas con el movimiento decembrista y el populismo, luego con la URSS y Tercera Internacional. Finaliza con los organismos internacionales indica las fuentes seriales, periódicas y oficiales de la actividad del Bureau International du Travail.

La que propone Cortesi es una descripción analítica rica, específica sobre el patrimonio y el árbol biblioteconómico de la Biblioteca, aun cuando omite dos puntos esenciales. El primero se relaciona con el sentido de la colección; el segundo, con la fisonomía de esas colecciones. Si bien es fiel al patrimonio, su texto deja sin tratar algunas cuestiones que surgen de una descripción diferente del patrimonio que pretende valorizar.

Sobre el primer punto, la cuestión requiere concentrarse en particular en aquella parte del patrimonio sobre el cual Cortesi obligatoriamente calla (o sea, el área del libro antiguo o de valor). En el segundo caso, se trata de considerar algunos signos topográficos temáticos o disciplinares de los cuales se pueda deducir la personalidad cultural de la Biblioteca. Son dos temas sobre los cuales me detengo en la segunda parte de este estudio.

Se trata de dos procesos sobre los cuales el grupo Feltrinelli fue consciente y que no se derivan a posteriori, sino que de alguna manera se definen desde el comienzo del proceso de construcción. Un denso cuaderno de trabajo dedicado a la “Descripción sumaria de los Fondos” constituye un rastro importante y significativo en este sentido. El cuaderno está fechado en el inicio de 1953, probablemente esté también en relación con la reflexión que Bert Andreas propone en los mismos meses sobre la estructuración de catálogo.24 Una descripción que da testimonio sobre cómo el perfil de las colecciones así como el inicio de la estructuración sistemáticamente estaba ya definido por las tres secciones de libros y documentos centrales de la Biblioteca (Italia, Francia, Alemania), y también por los temas que individualizan algunos sectores especiales: los fundamentos de las doctrinas económicas (menos sobre la cuestión de la historia económica), las líneas de trabajo sobre Marx y el marxismo; el enciclopedismo del siglo XVIII; la comuna de París; las colecciones periódicas del movimiento democrático y socialista; la socialdemocracia alemana; la Primera Internacional.25

El área del libro antiguo y las colecciones de valor

Alberto Vigevani recordó cómo a comienzos de los años ‘50 la aparición de Giangiacomo Feltrinelli en el mercado del libro antiguo, “con su ardor y sus posibilidades de gastos, frente a la mesurada parsimonia de los competidores [hizo] subir las cotizaciones del mercado” modificando un cuadro estabilizado, probablemente definido por reglas de reciprocidad, aunque no siempre “de respeto”. Los competidores a quienes alude Vigevani eran Raffaele Mattioli, Luigi Einaudi, Luigi Dal Pane y Alfred Sauvy. A estos se agregó Piero Sraffa, aunque de manera distinta, dentro de una relación de colaboración y de participación en la construcción del proyecto Feltrinelli.26

Para tener una primera idea de ese cambio de registro conviene considerar una pequeña porción del patrimonio poniendo en relación las partes que se refieren al libro antiguo, un ámbito temático sobre el cual tanto la colección Mattioli como la Biblioteca Luigi Einaudi resultan particularmente significativas. Como veremos, entre ambos casos, la diferencia no habla solamente de una posibilidad de gasto, sino que alude significativamente a un proyecto o fisonomía de un patrimonio. Si la biblioteca de un coleccionista, cuando no está dedicada sólo a construir un patrimonio, sino que tiene una finalidad de promover la investigación, habla sobre sus pasiones, sobre sus intereses, resulta también cierto que con Giangiacomo Feltrinelli aparece en el mercado de los libros un sujeto distinto de aquellos que tradicionalmente habían constituido la regla.

¿Qué significaba pensar en la construcción de un patrimonio de libros para la investigación, sobre todo económica, en el período de entreguerras?

Podemos considerar dos líneas: la primera, aquella que se mueve inmediatamente después de la guerra —y que tiene como protagonistas, ya en ese momento, tanto a Mattioli como a Luigi Einaudi, si bien en roles diversos— alrededor del nacimiento y luego de la definición de los ámbitos de investigación del recién nacido Instituto de Economía Política, fundado y dirigido inicialmente por Ulisse Gobbi y luego, desde 1921, por Luigi Einaudi. En este caso la misión era construir una biblioteca de trabajo, con temas inherentes al ámbito específico de un perfil de investigación.27

La segunda, por el contrario, es la definición de los ámbitos de una disciplina, o de un modo de definir los contenidos de una disciplina: por una parte, los estatutos disciplinarios (problemas y organización de las fuentes), por la otra, la definición de un laboratorio de documentos que nace a partir de la “construcción” de una biblioteca como conjunto de recolecciones, o bien como “colección”. Dentro de esa colección resulta importante definir los rastros de referencia que están en el “libro antiguo”. Esos rastros, de hecho, nos permiten definir qué es lo que se entiende por cultura disciplinar, a qué recursos no sólo “económicos” se debía recurrir.

La recolección de libros de la Fundación cuenta con alrededor de 4500 obras relacionadas con el área del libro antiguo en gran parte concentradas en el arco cronológico 1700-1830.28

Consideramos en primer lugar el área de las ediciones del siglo XVI y XVII. El primer dato se refiere a la densidad. Dos líneas: la primera respecto del pensamiento político; la segunda, del pensamiento económico. Sobre la primera, se mide en gran parte la singularidad de las colecciones Feltrinelli respecto del catálogo Mattioli o el catálogo Einaudi. Es el caso de la primera edición de las obras completas de Maquiavelo (١٥٥٠), las diversas ediciones de Ragion di Stato de Giovanni Botero y de De republica de Jean Bodin (si bien, sea en la Biblioteca Einaudi que en la Biblioteca Mattioli, la presencia de obras de los dos es más significativa y relevante), los textos de Tommaso Campanella,29 la edición anónima, falsa y clandestina de 1682 del ensayo de Bayle sobre la cometa,30 el texto de Alexandre Noël (Conformitá delle cerimonie chinesi) como La Telemacomanie de Pierre Valentin Faydit o los textos de Gabriel de Foigny sobre la tierra austral31; la presencia significativa de I Mondi de Anton Francesco Doni presente en las ediciones de 1552, de 1568, de 1606, en la versión francesa de 1578; la edición de 1631 de De Jure belli ac pacis de Grozio; el ejemplar de Oceana de James Harrington en la edición a cargo de John Toland o de De cive de Hobbes en la edición de 1669; las diversas obras de Paolo Paruta; las consideraciones de Francesco Patrizi sobre la ciudad feliz; el Concetti politici y Del Gouerno et amministratione de diuersi regni de Francesco Sansovino; los tratados sobre el gobierno de Stefano Ambrogio Schiappal’aria, Vincenzio Sguardi, Jean de Silhon y Thomas Smith; la segunda y definitiva edición de De optimo Reip. Statu de Thomas More (Basilea, 1518).

Diverso es el perfil, por el contrario, si bien con particularidades significativas, del patrimonio de libros de los siglos XV-XVI respecto de la reflexión económica. Aquí las coincidencias cruzadas son mayores, lo que confirma la singularidad de la recolección Feltrinelli. Se trata, por ejemplo: Della Economica de Giovan Battista Assandri (presente también en la colección Mattioli); las reflexiones sobre la moneda de John Briscoe (presente también en la Biblioteca Sraffa); el Trattato de’ traffichi giusti de Tommasso Bouninsegni (presente en la colección Einaudi); los escritos de John Cary, en particular los dedicados a Irlanda;32 los escritos sobre economía, sobre el crédito y la usura y sobre la moneda de Josiah Child (significativamente presente incluso en la colección Sraffa), Clement Simon, Jean Frotte, Giovanni Domenico Gaito, Thomas Houghton, William Petty (muy presente en la recolección Sraffa),33 Thomas Culpeper (presente también en la recolección Sraffa). Se dan coincidencias comunes en el área de tratados de economía con primeras ediciones de Charles Davenant (muy presente en la colección Sraffa), Giacomo Lantieri, John Locke, Thomas Min, la edición de 1582 de L’Alitinonfo de Gasparo Scaruffi; de De Mercatura de Benvenuto Stracca en la edición de 1553.

Si consideramos el panorama del pensamiento económico y de los escritores de economía pública entre el siglo XVII y la Italia napoleónica, la fisonomía y la especificidad de las colecciones Feltrinelli aluden a una tipología de libro que luego volveremos a encontrar en las colecciones de historia económica, sobre todo entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.

Respecto de algunos autores, la colección Feltrinelli es menos coherente ya sea respecto de la colección Einaudi como de la colección Mattioli. Es el caso, por ejemplo, de las ediciones del siglo XVIII de Pietro Verri, Cesare Beccaria, Girolao Belloni, Isidoro Bianchi, Matteo Tolomei Biffi, Filippo Re, Antonio Genovesi, Melchiorre Gioja, Giovanni Battista Vasco o la colección de las primeras ediciones o ediciones raras de originales de Ortes.34 Resulta diverso en otros casos. Por ejemplo, es así para las ediciones de: Gherardo d’Arco, Gian Rinaldo Carli, Vincenzo Cuoco, Vincenzo Dandolo, Carlo Denina, Pietro Giannone, Antonio Lodovico Muratori, Carlo Antonio Pilati, Giovanni Tamassia, Cosimo Trinci, Luigi Molinari Valeriani.

Otros sectores en los cuales se mide la diferencia y la complementariedad de estas tres diversas colecciones de libros es la sección que se refiere a la reflexión económica previa a Smith, en particular, la escuela fisiocrática y, contemporáneamente, la producción de libros de los iluministas franceses.

En lo que respecta al primer tema, son relevantes por cierto las colecciones de Mattioli, de Sraffa y de Einaudi: Nicolas Baudeau, Pierre Samuel Dupont de Nemours (particularmente rica la colección de Sraffa), Simon Nicolas Henry Linguet. François Véron Duverger de Forbonnais, así como Anne Robert Jacques Turgot, por el contrario, están presentes sólo en la colección Feltrinelli y en la colección Sraffa. Pero la colección Feltrinelli es más coherente para las colecciones periódicas (Ephémerides du Cytoyen, Journal de sçacans y Journal de l’Agricolture), así como para algunos autores que aluden a un interés preciso. Por ejemplo: Paul Pierre Mercier de la Rivière, Beardè de l’Abbaye, Henry Louis Duhanmen du Monceau, y, sobre todo, Gabriel Bonnot de Mably, que significa no sólo una mayor riqueza de las colecciones de obras de los enciclopedistas (Rousseau, Voltaire, incluso Diderot), sino también, sobre todo, un interés particular hacia el área sensualista. O sea: Paul Henry Thiry d’Holbach (presente incluso en la Biblioteca Sraffa), Etienne Bonnot de Condillac, Claude Audrien Helvétios, Jean Baptiste René Robinet.

La colección Sraffa, por el contrario, es más significativa que la Feltrinelli si se comparan las obras de Jeremy Bentham, Daniel Defoe, David Hume. La diferencia más relevante es respecto del área de los reformadores italianos, sobre todo en lo que concierne a la Italia jacobina: Giuseppe Compagnoni, Enrico Michele l’Aurora, Matteo Galdi, Vincenzo Russo, Mario Francesco Pagano.

El perfil a lo largo del siglo XIX se desdobla. La discusión sobre la cultura económica no concierne sólo a los tratados o a la confrontación teórica sino sobre todo a las prácticas. Es el tema del nacimiento del asociacionismo obrero y las diferentes formas que definen la sociabilidad de los mundos del trabajo entre los siglos XIX y XX (aunque sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX). El ahorro, la difusión de un sistema previsional y de autoprotección social, la construcción de institutos y de aparatos que se dedican a la inversión o a la tesaurización, marca una transformación del mundo del trabajo (artesanado, campesinos…). En este sentido no son importantes sólo las fuentes tradicionales (estatutos, textos sobre el mutualismo, balances administrativos…) sino también aquellos que permiten comprender el origen, la construcción y la afirmación en el tiempo de una práctica social que se funda sobre bases de estima de sí, sobre la percepción del trabajo como medio para la elevación moral, y como ética social (por ej. el self-helpismo [autoayuda] que tiene como figuras de referencia a Cesare Cantú, Aristide Ravà, Carlo Romussi, Michele Lessona, Pietro Sbarbaro).35 Un mundo paralelo y comunicante con el que en esos mismos años impulsa los procesos de autorganización. En ambos casos la historia local resulta esencial para hurgar acerca de la fisonomía de las culturas obreras y campesinas entre la Unidad y fines del siglo XIX.36

En síntesis, si se consideran autores únicos o un perfil restringido de área, las colecciones presentes en la Biblioteca Feltrinelli no muestran una particularidad respecto del catálogo Sraffa, Mattiolio o Einaudi. La diferencia, por el contrario, emerge si se consideran las largas cadenas de temas, más que las “de escuela”. El tema es dar una fisonomía a una disciplina. En particular, en la segunda mitad de los años ‘50 este aspecto emerge sobre todo a propósito de la definición del objeto de la historia económica.

Las colecciones de libros como construcción disciplinar

En general, lo que hemos esbozado hasta ahora es la fisonomía de un patrimonio, reconociéndole una personalidad cultural y una voluntad a sus operadores. En definitiva, el carácter “artificial” de las colecciones. Sin embargo, este aspecto, por sí solo, no resulta suficiente para brindar el sentido de una operación de innovación cultural. Para que estas colecciones artificiales tengan una función o marquen una diferencia en el panorama cultural y disciplinario, deben ser también el vehículo de un proyecto, estimular investigaciones y producir herramientas.

Es el problema de la definición de la identidad y, además, de la misión de la Biblioteca, como recordó Giangiacomo Feltrinelli en mayo de 1956 en la reunión en la que se ratificó el nombramiento de Giuseppe Del Bo como director de la Biblioteca, sucediendo a Franco Ferri. En esa ocasión, Feltrinelli se refirió a la cuestión de las bibliografías.37

La cuestión de las bibliografías no era marginal y era uno de los aspectos esenciales sobre los que la Biblioteca recibía la atención de sus fuertes lectores de la época.38

Sin embargo, este trayecto es el resultado final de un proceso que tiene lugar, ante todo, a nivel de la fisonomía de las colecciones, es decir, de su construcción, pero también en la identificación de los temas/disciplinas/cuestiones, sobre los cuales la Biblioteca concentra su propia atención, o decide invertir como lugar de trabajo para transformar un tema en una “disciplina”, en un objeto de investigación innovador, tanto en relación con el objeto como con el perfil de la investigación, al que la construcción del patrimonio contribuye de forma decisiva.

A modo de ejemplo, elegiré aquí cuatro temas y colecciones de documentación diferentes que dan testimonio de esta voluntad y resultan significativos por sus resultados. En orden: me ocuparé de la “utopía” como campo de investigación; de las colecciones de publicaciones periódicas y de la prensa, sobre todo del siglo XIX; de la Comuna de París; y de la historia económica como disciplina.

Utopía — Hemos visto anteriormente las fuentes clásicas del utopismo: Thomas More, James Harrington, Francesco Patrizi, las varias ediciones de I Mondi de Anton Francesco Doni, y también las muchas ediciones de escritos de Cabet, de Owen, los textos de Faydit, hasta la colección de 39 tomos de los Voyages imaginaires, songes, visions et romans cabalistiques (Amsterdam, 1787-1789) que constituye una suerte de gran antología del pensamiento utópico entre el siglo XVI y XVIII. Sin embargo, dar espacio al pensamiento utópico o al imaginario utópico significaba abrirse a un registro que no se refería sólo, ni siquiera principalmente, a la dimensión del viaje fantástico.39

Entre el siglo XVI y XVIII la utopía sigue el paradigma Moro y por lo tanto viaja a un lugar imaginario lejano en el espacio y en el tiempo histórico. El visitante se distingue de ese lugar, ya sea por un desprendimiento geográfico o ya sea por un desprendimiento histórico (el lugar utópico no ha conocido nuestra historia ni ha vivido la misma historia nuestra). El lugar utópico es transparente en el sentido que se opone a la opacidad de la sociedad histórica en la cual se encuentra inmerso el narrador. Los habitantes del lugar utópico no viven una realidad histórica paralela a la del narrador, sino que el tiempo del lugar utópico se superpone al del narrador y del lector del texto utópico.

Desde el siglo XVIII no es más el espacio el que define el lugar de la utopía sino el tiempo. Esto abre la historización de la utopía y, por lo tanto, de algún modo, su posibilidad de realización.40 El problema por lo tanto se transforma en el futuro, el imaginario proyectual en el tiempo, la acción en la historia.

El tema ya no es el lugar sino el tiempo y la acción del individuo: la utopía ya no se trata como otro mundo, sino como construcción de un orden diverso, lo que constituye muchas de las fuentes de libros que lentamente entran en las colecciones de Feltrinelli: por ejemplo, el Code de la Nature de Morelly, la atención particular a la reflexión de Condorcet, no sólo en Esquisse, sino también a toda aquella reflexión en torno a la democracia y al despotismo que lo ocupa ya en la segunda mitad de los años 80;41 la construcción de una rica y corpulenta sección de escritos de Rousseau (Lettera à d’Alembert sur le spectacles, y también las Considerazioni sul Governo di Polonia).42

Cambia por lo tanto también la figura del utopista: no es un soñador o un constructor de ficciones, sino que se plantea el problema de hacer emerger el futuro en el presente.43 Los sansimonianos poseen esta estructura de pensamiento y representan este pasaje. Es un tema caro a Giuseppe Del Bo, que se podría leer como atención a la esfera de ese socialismo utópico propio de la construcción genealógica del socialismo.44

El sentido de esta parte más que aludir a la genealogía delineada por Engels, propone una fisonomía más larga del tema “utopía” y una lectura de las colecciones que contemporáneamente está también atenta a las transformaciones culturales.

Los periódicos como fuente — En 1824, Ugo Foscolo interviene en la European Review a propósito de la prensa periódica en Italia, señalando cómo, a pesar de la censura, había crecido y gozaba de buena salud. Además, llamó la atención sobre el hecho de que eso no naciera de una mayor libertad sino de la función de un público de lectores cada vez más amplio atribuido al periodismo: la demanda de más información, la dimensión masiva de la información, el papel de la aculturación progresiva a la que han podido acceder sujetos sociales antes excluidos o marginados que ahora van a buscar el papel impreso y “demandan” el periódico. Es una dimensión del periódico que Foscolo intuye y sobre la cual, en años más recientes, vuelve a reflexionar Jacques Rancière, cuando documenta cómo la prensa periódica fue para el mundo un instrumento y un medio que ofrece espacios de discusión, y no, al menos exclusivamente, como área de distracción u ocio.45

Cambia, por lo tanto, el público. Pero también cambia el formato y la estructura. La cuestión de los periódicos se modifica estructuralmente cada vez que se avecina a los años que marcan una participación más activa en la política; vale decir, los sucesos que en Italia, y no solamente en Italia, marcan el “trienio democrático” (1848-1850), y luego sobre todo la crisis de fin de siglo, hasta el nacimiento a comienzos del siglo XX de las revistas que introducen la etapa de las vanguardias.46

El problema se relaciona tanto con la fisonomía de los periódicos como con la función de la “prensa de la palabra” por parte de las clases bajas. El tema en este segundo caso no es solamente la irrupción de la palabra obrera sino la lenta formación de un lenguaje público.

El periodismo, aparte de las consideraciones sobre el trabajo y sobre la nobleza del trabajo, es instrumento de una profunda transformación social: el acceso de las masas al poder y a la vida pública. El largo trayecto del siglo XIX es esencialmente la historia de este tipo de periódico que se transforma también en periódico de masa, no sólo para las izquierdas sino para las derechas, en relación con las dimensiones de ‘48 europeo, pero sobre todo después de la Comuna y, en particular, a partir de la última década del siglo.

El grupo de trabajo de la Biblioteca se empeña alrededor de los periódicos de la primera mitad del siglo XIX, por ejemplo, los periódicos obreros y socialistas franceses entre le revolución de julio de 1830 y el inicio de la Revolución democrática, o bien los de la “Joven Alemania”.47 Relevancia particular cobra la colección de periódicos (italianos, alemanes y franceses) del ‘48. Una colección que antes que nada apunta a la definición de un panorama cultural y político en Europa,48 y que en el caso italiano resulta importante no sólo por los temas que trata, sino también por la estructura que presenta. A diferencia del periódico erudito, o incluso de círculo, como se presenta el periódico de discusión de la Italia napoleónica, en los años alrededor del ‘48 se estructura un tipo de periódico que tendrá características de larga duración en la Italia del siglo XIX.49 Es este periodismo que “hace circular las ideas”: el periódico popular o político ahora termina su dimensión de “gaceta” y se transforma en un vehículo de formación política.

De este modo, escoger los periódicos como fuente inaugura una nueva estación porque implica modificar la perspectiva del análisis histórico, abandonando el primado reconocido a los textos (o bien, a las monografías, o al libelo, es decir, a la pieza única también propuesto nuevamente en forma serial y difundido viralmente) optando por las formas de comunicación, entre las cuales las fuentes seriales periódicas locales desarrollan un rol fundamental.50

La atención a las colecciones periodísticas por lo tanto es el motor que origina la construcción de una ficha de lectura analítica del periódico que individualiza muchos elementos considerados útiles al fin de la investigación histórica: el aprendizaje de un vocabulario que es el vehículo para construir y sentirse “parte de un grupo” y además el instrumento que expresa la emancipación respecto de la condición precedente.

Comuna de París — El tema de la Comuna de París constituye uno de los polos de documentación inmediatamente ganados para construir un segmento relevante de la Biblioteca. La colección reúne en pocos años no sólo una cantidad significativa de periódicos sino también una parte significativa y prácticamente exhaustiva de monografías de las cuales se señalan las de: Jean Allemane, Arthur Arnould, Bakunin, Charles Beslay, Louis Auguste Blanqui, Victorin Brocher, Gustave Flourense, Charles Ferdinand Gambon, Louis Garel, Marc Amédee Gromier, Georges Guillaume, Georges Jeanneret, François Jourde, Gustave Lefranc, Prosper Olivier Lissagaray, Benoît Malon,51 Louise Michel, Edgar Monteil, Arthur Ranc, Élie Réclus, Henri Rochefort, Louis Nathaniel Rosel, Auguste Vermorel, Maxime Vuillaume.52

Los setenta y un días de la Comuna de París (18 de marzo al 27 de mayo de 1871) han quedado en la memoria colectiva en pocas escenas que son incluso parte de su mito: el derribamiento de la columna en Pace Vendôme, como acto que indica el rechazo del militarismo; la reforma laboral y la abolición del trabajo nocturno; el muro de los Federados donde entre el 28 y el 31 de mayo de 1871 fueron fusilados los jefes de la Comuna y se acumularon los cuerpos de los comuneros asesinados. Ese muro fue inaccesible hasta 1885, se convirtió en monumento en 1909, y antes de narrar la historia de la Comuna funda el mito.

En la definición de ese mito han convergido también las memorias de quienes han vivido esos días de la historia de Francia. Textos muy opuestos y redactados para diversos fines.53 Gran parte de la sección dedicada a la Comuna de París se define y se construye en torno a la función de memoria prescriptiva que el episodio de la Comuna de París marca en la memoria colectiva de sus participantes directos, e incluso por la forma en que esta influye en la fisonomía y la cultura de los diversos movimientos socialistas en Europa.

Al comienzo, escribir la historia de la Comuna significa describir al “ciudadano peligroso”. La fisonomía que emerge de esos textos (en los que cuentan sobre todo los trazos del rostro, los comportamientos) recuerda muy cercanamente la construcción del “hombre delincuente” que en los mismos años caracteriza la escritura sobre la desviación de Cesare Lombroso.

Luego existe un segundo tipo de texto, difundido sobre todo fuera de Francia. Las biografías de los comuneros, sobre todo de aquellos que lograron salvarse (en Suiza, en Italia, en los Estados Unidos) constituyen un texto que permite escribir una historia de sí, darse un programa, si bien profundamente repensado. A diferencia de los exiliados del ‘48 —cuando se encuentran en Londres todas las distintas figuras del ‘48 para reflexionar sobre la posibilidad de una revolución democrática capaz de juntar las burguesías nacionales, los obreros urbanos y los campesinos— los exiliados de 1871 comienzan a reflexionar sobre una revolución que ya viste sólo “ropa obrera”. El futuro comenzaba entonces a hablar en ese lenguaje, se expresaba mediante los íconos, las divisiones que atraviesan todo el siglo XX.

Una tercera tipología está representada por el uso de la narración autobiográfica como reflexión sobre cómo se vuelve a pensar una propuesta política después de esa experiencia. Son sobre todo las páginas de L’Insurgé de Jules Vallès (1832-1885) a las que hay que prestar atención. En particular aquellas donde Vallès se interroga sobre el uso y abuso de la violencia por parte de los comuneros; de lo que debía permanecer como lección política de una insurrección derrotada.

En fin, la autobiografía como reivindicación del propio accionar utilizando la posición misma del imputado, de figura que toma la palabra y cuenta a contraluz lo que el nuevo poder no querría escuchar, aquello que ninguno quiere contar: la escritura autobiográfica como el lugar y la ocasión en la cual la revolución se fija en palabra memorable, en acto de irreductibilidad y de desafío. Son las memorias de Louise Michel (1830-1905), figura del anarquismo francés, quien después de quince años de cárcel retoma la palabra con sus memorias (publicadas en 1886), en las cuales reivindica la propia autonomía de mujer, comprendida la propia virginidad. El objetivo es reivindicar la fuerza de las elecciones propias, como actos de revuelta, como rechazo, como no sumisión al estereotipo.

El mito de la Comuna pasa a través de muchas palabras que se condensan en las autobiografías, pero también esas historias constituyen indicios para excavar en la reconstrucción de un escenario en el cual no cuenta un héroe único, sino el hervidero de hombres y mujeres que se mueven en la escena de la historia.

Este último aspecto se relaciona mucho con el tema y la clave de la construcción de la Biblioteca, sobre todo en el momento inicial de su construcción. Es el perfil que delinea Leo Valiani en el momento en el cual compone los ensayos dedicados al período comprendido entre la Primera y la Segunda Internacional, y también el sentido de su monografía, Storia del movimento socialista, de 1951, que sobre todo significa prestar atención a las muchas biografías, a las historias, y el reconocimiento de las fuentes, más que historia institucional o de los líderes del movimiento socialista.54

También está relacionado con otro aspecto de las colecciones Feltrinelli: o sea, la percepción de que una parte de la experiencia cultural y política pasa a través de dos categorías diversas: por una parte, el exilio que significa ante todo circulación, intercambio, enfrentamiento de ideas, de experiencias, de reflexiones, frecuentemente a partir de una derrota; por el otro, la herejía.55

El tema en este sentido se relaciona con la experiencia de los comuneros en exilio o en fuga o en detención. Esa experiencia, sin embargo, da lugar a una tripartición de la Comuna como símbolo, y como modelo, y luego el lento resurgimiento y afirmación de la Comuna de París como “mito”. La colección que se construye en Feltrinelli tiene en cuenta todos estos aspectos.56

La historia económica como disciplina — Si consideramos el proyecto de partida, el área del libro antiguo a la cual debía referirse, Feltrinelli debería limitarse al libro del siglo XVIII, sobre todo a esos sectores de la producción disciplinar ligados al mundo del sensualismo francés. Anteriormente hemos visto que esa área se extiende hacia otras sensibilidades culturales y disciplinares: para la composición de las colecciones de los libros del siglo XVII y XVIII. Ese marco de referencia se modifica no sólo sobre el plano metodológico, con referencia a la cuestión de cómo muta el estatuto teórico del concepto de historia local, sino también en consecuencia a un cambio de registro biblioteco-económico.

En el transcurso de 1955, y para precisar, desde el 22 de junio, se produce el inventario del Fondo de libros Riccardo Bacchi, adquirido en 1951. Este fondo de libros, por el perfil cultural que expresa y que sugiere, está destinado a incidir profundamente en la estructura y la personalidad cultural de la Biblioteca. De hecho, a diferencia de los otros fondos de libros adquiridos por donación o comprados, gran parte de los volúmenes contenidos en éste modifican la naturaleza y las estructuras de polarización documental de la Biblioteca. Más precisamente; si hasta esa fecha, la adquisición de documentación incluso en cantidad correspondiente se vinculaba a un objetivo preciso estratégico-cultural que suponía a la historia del movimiento obrero como eje temático fundamental, y para ciertos aspectos incluso la característica identitaria de la Biblioteca, ahora este perfil comienza a redefinirse hacia un campo más vasto de investigación atento al tema de las estructuras, de la historia de las instituciones económicas, de las culturas económicas de gobierno.

El número de carga de todo el Fondo Bachi individualiza una primera tanda de 377 unidades, luego una segunda con otras 400. En realidad, se trata de alrededor de 3000 volúmenes y monografías que ingresan en distintos momentos entre junio de 1955 y mayo de 1957. Pero el bloque de documentos y libros debía ser claro, en su personalidad cultural entre el fichaje y la adquisición definitiva. El carácter del Fondo modifica profundamente y por ciertos aspectos incluso desequilibra la fisonomía de la Biblioteca. Rico de opúsculos del primer socialismo italiano, y sobre todo la parte de doctrinas económicas y de teorías económicas de los reformadores que hace que la mirada completa, inicialmente dirigida a la segunda mitad del siglo XIX, se prolongue y extienda comprendiendo entre el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XX. Primeras ediciones de Broggia, Francesco Fuoco, Beccaria, Mirabeau, Palmieri, Paolo Vergani, Gualandi, Cantillon,57 Carli, Zanon, Arco, constituyen ejemplares preciados de este fondo de libros. Igualmente, el núcleo central está definido por los volúmenes estadísticos sobre la Società per azioni en Italia, por los relatos sobre los bancos y sobre las cajas de ahorros, por los informes y los estudios sobre asentamientos industriales y sobre saldos demográficos.

El verdadero foco problemático del Fondo Bachi consiste en la rica documentación sobre el desarrollo económico, sobre el debate respecto de la inversión industrial, sobre las cuestiones relacionadas al tema de la relación entre desarrollo y comportamiento de los actores económicos, con especial atención a las clases empresariales, más que a las clases bajas. Y, además: las políticas monetarias y las estrategias del crédito, las recolecciones seriales sobre la historia del salario y sobre los movimientos de precios; las investigaciones de historia de las políticas fiscales y la documentación sobre la actividad y los balances administrativos de las Cámaras de Comercio.

La sugerencia que deriva de ese fondo de libros, de hecho, no se constituye mediante fuentes, o a partir de las ediciones raras y de valor, que en verdad existen, sino sobre todo de la configuración de la colección que Luigi Cortesi, responsable de las colecciones, mantiene en la descripción del inventario del fondo. La estructura del Fondo Bachi, de hecho, se define por palabras clave que construyen nómina que tratan la historia económica como índice y que entienden a la historia económica como análisis de los componentes, más que análisis y confirmación de las “leyes” económicas, procedimiento caro a los teóricos de la economía.58 Los materiales de libros, muy a menudo constituidos por estratos de revistas y por monografías que permiten reconstruir la discusión pública sobre los asuntos económicos de Italia entre Unidad y fascismo, reproducen discusiones y enfrentamientos sobre temáticas inherentes no sólo a los temas sino a los objetos de la historia económica. Aquí cito sólo algunos: “Política aduanera”, “Agricultura”, “Historia de las doctrinas económicas”, “Estadística económica”, “Coyuntura, crisis, semiología”, “Transportes”, “Ferrocarriles”, “Aseguración”, “Política agraria”, “Teoría de la moneda”, “Trabajo”, “Migraciones”, “Balanza de pagos”, “Estadística económica”, “Economía de guerra”, “Precios”, “Dinámica económica”, “Estadística demográfica”, “Política aduanera”.

Esto que se extrae no es sin embargo solamente un índice, es también la proposición de una discusión y de una confrontación que ya hace tiempo ha dividido a los estudiosos de la economía, a los economistas y a aquellos que con mucha fatiga (Bachi entre ellos) han intentado dar estatuto disciplinar a la historia económica. Escribe Bachi en 1937:

Se cuenta con historia económica cuando se procede a la descripción más o menos sistemática de los fenómenos atinentes a la riqueza, como se han presentado en el pasado y los que se presentan actualmente; incluso la descripción de los fenómenos cotidianos ingresa en la historia económica.59

Es una cuestión, la de los estatutos de historia económica, que no se improvisa, sino que constituye un rasgo de una generación de historiadores que se forma entre guerra y posguerra, y que tiene en el magisterio de Riccardo Bachi y de Gino Luzzatto dos figuras de referencia.60

Por lo demás, no resulta casual la presencia de Gino Luzzatto en los primeros años de formación de la dirección de la Biblioteca. Su presencia reconoce una cuestión de larga duración sobre qué debe comprenderse por historia económica y cuyos estatutos Luzzatto había aclarado de forma definitiva en la discusión con Luigi Einaudi en el envío de la Rivista di storia económica y que, incluso antes, estaban en la discusión a comienzo de siglo que había animado las páginas de La Riforma sociale y del Giornale degli economisti por las sugerencias de método de Rodolfo Benini en torno al tema de los “barómetros económicos” (un tema que forma y acompaña gran parte de la reflexión metodológica de Riccardo Bachi) y sobre el cual un aporte había sido brindado por la actividad de recolección, organización y presentación de los datos estadísticos de los anuarios L’Italia económica, entre 1909 y 1922.61

Se trata de una cuestión muy importante para el grupo de trabajo de la Biblioteca Feltrinelli y que se encuentra en el centro de la reflexión propuesta, justamente en 1955, por Ernest Labrousse en el X Congreso Internacional de Ciencias Históricas y luego con la actividad promovida por el Centro de estudios e investigaciones sobre la estructura económica italiana
(1957-1963) con dirección de Silvio Leonardi.62

Conclusiones

El riesgo de la historia social de la ilustración —escribió Franco Venturi a fines de los sesenta— es estudiar las ideas cuando ya se han convertido en estructuras mentales, sin llegar a captar jamás el momento creativo y activo, examinar toda la estructura geológica del pasado, salvo precisamente el humus sobre el cual crecen las plantas y los frutos. El resultado historiográfico es por lo general volver a confirmar con gran lujo de métodos nuevos aquello que ya se sabía, eso que ya había aflorado a la luz de la conciencia mediante las luchas de los contemporáneos y las reflexiones de los historiadores.63

Una historia del “pensar” y el “hacer” que no sea jamás sólo una realización de conceptos. Es la historia y la construcción de los movimientos sociales o de las experiencias colectivas como historia de la lectura y de la difusión de los textos, pero también de sus metamorfosis; el perfil temático de una historia económica que es un análisis de sus componentes más que solamente de los números o las convenciones teóricas; el concepto de catálogo y de mapa de las colecciones de libros que tiene a la cabeza a Bert Andreas y que se convierte en patrimonio cultural de la Biblioteca a partir de 1953, con una mirada dirigida a la historia de la formación de las ideas y cómo han circulado y por lo tanto formulando una geografía diversa de las culturas y de las fuentes culturales del socialismo internacional; cómo ha sido investigado y puesto en tema el Resurgimiento y sobre todo el post-Resurgimiento italiano, el tema que originalmente se hallaba en el centro del proyecto inicial que comenzó con la primera serie de “Movimento operaio”, con las investigaciones e incluso con las adquisiciones que constituyen un rasgo saliente de los primeros años de vida de la Biblioteca (fuentes del primer movimiento obrero italiano, las culturas radicales, la generación “llevada por el viento” a la que se dedican Liliana Dalle Nogare, Stefano Merli, Pier Carlo Masini, entre otros).

Una hipótesis que recoge en parte las sugerencias propuestas en Mazzini e Bakunin de Nello Rosselli, pero que también vuelve a pensar las corrientes del movimiento democrático italiano a partir de la experiencia excéntrica por muchos aspectos de Felice Cavallotti y, más en general, del radicalismo político en los años de las derechas y de las izquierdas históricas.

En ese núcleo original había muchos caminos de investigación, incluso lejanos al caso italiano, que tenían en común […] la sensibilidad hacia aquella condición que, desde fines del siglo XVIII, ha atravesado los momentos esenciales de la edad moderno-contemporánea. Vale decir, la idea de que la reconstrucción de los “mapas” del pasado no era un tema que individualizara un único lugar o un único contexto, sino que era una condición imprescindible para intentar describir las dinámicas sociales, culturales, económicas, propias de la sociedad que se inician con la edad de las reformas.

Afrontar el tema de la circulación de las ideas, o mejor hacer de la “circulación de las ideas” el criterio de recolección de fuentes quería decir, sin embargo, también reconocer una sensibilidad de que nacía a partir de una condición cultural: la del outsider, la del exiliado.

En los años ‘30 fue primero Nello Rosselli quien indagó esta dimensión en su monografía sobre Carlo Pisacane64 y, por muchos aspectos, la experiencia política y cultural de la París de los años ‘30 vivida en directo permitía a Franco Venturi no ser insensible frente al clima de exilio político como ocasión de encuentro y, por lo tanto, como proceso de enriquecimiento.65

La reflexión en la edad moderna es siempre un recorrido que hace cuentas con una derrota y que luego prueba reformular hipótesis, lecturas del tiempo propio, en una condición a menudo de exilio, de repliegue.

Los exiliados, por lo tanto, no como comunidad en sí, o bien como realidad cerrada o “en luto”, si bien comunidad de individuos y de grupos, que se mueven, que tienen relaciones con la sociedad que los circunda y por lo tanto son capaces de recoger signos, incluir sugerencias, experiencias de otros. La plaza del exilio, más que una derrota, es una gran oportunidad en la cual poder recomenzar, cambiar el propio equipaje, intercambiarlo.

Si existe un desafío que las recolecciones de libros indican y expresan es justamente la dimensión no nacional con la cual indagar y dar cuenta de un proceso cultural y de sujetos políticos y sociales que prueban desde el umbral de la modernidad modificar su presente. A veces volviendo a pensar su historia, a menudo interrogando la historia de los otros, intentando imitarla, adaptándola, rechazándola, intercambiando experiencia, comunicando la propia.

El problema de cómo dar forma a esta tensión mediante una colección de libros y de documentos significaba repensar una fisonomía de una cultura nacional dentro del panorama europeo, y luego pensar en la formación de las culturas modernas, del imaginario social y político como suma e hibridación, en cualquier caso, como entrecruzamiento.

[David Bidussa, “La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: La fisionomia delle collezioni”, en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti,
La Biblioteca - Instituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016.
Traducción del italiano: Amanda Zamuner para el CeDInCI con autorización de David Bidussa
y la Fondazione Giangiacomo Feltrinelli].

Resumen

El presente artículo propone una definición de qué entendemos por colecciones de libros antes de adentrarse en la descripción y desarrollo de las principales colecciones de la Fundación Giangiacomo Feltrinelli en Milán. A continuación, realiza una breve descripción del patrimonio documental de Feltrinelli desde su momento de constitución en 1949 hasta su primera clausura en agosto de 1964. Para realizar esta tarea, el artículo explica cuáles eran los ámbitos de la cultura y de la investigación en relación a los cuáles se posicionaba el propio Giangiacomo Feltrinelli y su equipo de trabajo entre fines de los años cuarenta e inicio de los sesenta. Por último, destaca cuáles son las colecciones que marcan la “personalidad cultural” de esta entidad a partir de las colecciones que consolida en el período abordado. En este desarrollo, el texto enfatiza distintas dimensiones de la intervención cultural que realiza un centro de documentación al confeccionar colecciones documentales para la consulta.

Palabras clave: Fundación Giangiacomo Feltrinelli; Acervos documentales; Historiografía de la izquierda europea; Colecciones de libros.

 

The Library - Feltrinelli Institute: The physiognomy of the collections

Abstract

This article proposes a definition of what a documentary collection means, before going into the description and development of the main collections of the Giangiacomo Feltrinelli Foundation in Milan. It then gives a brief description of Feltrinelli’s documentary heritage from the time of its establishment in 1949 until its first closure in August 1964. In order to carry out this task, the article explains which were the fields of culture and research in relation to which Giangiacomo Feltrinelli himself and his team were positioned between the late 1940s and the early 1960s. Finally, it highlights which are the collections that mark the “cultural personality” of this entity from the collections it consolidates in the period considered. In this development, the text emphasizes different dimensions of the cultural intervention carried out by a documentation center when building documentary collections for consultation.

Keywords: Giangiacomo Feltrinelli Foundation; Documentary collections; Historiography of the European Left; Documentary collections.


* Fondazione Giangiacomo Feltrinelli / Rai Storia.

1 “En historia, todo comienza con el gesto de poner aparte, reunir, y, así, convertir en ‘documentos’ ciertos objetos que están distribuidos de otro modo. Esta nueva distribución cultural es el primer trabajo. En realidad, consiste en producir dichos documentos, al copiar, transcribir o fotografiar esos objetos, modificando tanto su lugar como su estatus. Este gesto consiste en ‘aislar’ un cuerpo, como se hace en física, y en ‘desnaturalizar’ las cosas para que se constituyan en piezas que rellenen los huecos de todo un compuesto establecido a priori. Esto forma la ‘colección’”. Michel de Certeau, L’ecriture del l’histoire, Paris, Gallimard, 2002, p. 100. Las itálicas corresponden al original.

2 Cfr. con Giangiacomo Feltrinelli, “Discorso di Giangiacomo Feltrinelli per la inaugurazione della nuova sede dell’Istituto, 25 marzo 1961”, FBGGF, Atti Istituzionali, b. 3, fase. 11; reproducido en: en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016. Las fuentes primarias para analizar la fisonomía de las colecciones están formadas por libros de inventario de las adquisiciones, intercambios y regalos (en FBGGF, Serie “Libri inventari Biblioteca”, pp. 1-8). Para los años que nos interesan hay que tener presente 8 registros de inventario que cubren el período entre enero de 1953 y
octubre de 1964.

3 En las páginas que siguen confrontaré la construcción y la fisonomía del acervo de libros Feltrinelli con tres patrimonios de libros: la Biblioteca de Luigi Einaudi, la Biblioteca Raffaele Mattioli y la Biblioteca Piero Sraffa.

4 Me refiero al Instituto Internacional de Historia Social (IISG) de Ámsterdam, y al École Pratique des Hautes Études (EPHE) de París. Sobre esto véase lo que escriben Jaap Kloosterman, Maurice Aymard y Gianfranco Petrillo en: Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016.

5 Cfr. con Gabriel Naudé. Avvertenze per la costituzione di una biblioteca, Bologna, Clueb, 1994, pp. 11-12. Véase también Krzysztof Pomian, Collezionisti, amatori e curiosi, Parigi-Venezia XVI-XVIII secolo, Milán, il Saggiatore, 1989, p. 52.

6 [Nota de trad.: que no da paz]. La naturaleza del “proyecto” de una colección se relaciona también con el hecho de que fuentes y documentos que fueron largo tiempo dejados de lado o considerados no relevantes o secundarios, vale decir, no significativos, pero que, por la agencia que los produce, por la función social que revisten, se convierten debido a su recuperación en un bien cultural significativo, denso, merecedor de atención. Gran parte de la operación cultural promovida, producida e inducida por la construcción de las colecciones de libros de Feltrinelli tiene también esta característica, la de transformar un complejo de fuentes —periódicos, boletines, opúsculos, textos hasta entonces dejados de lado o bien considerados irrelevantes— en documentos, incluso dotados de una mayor significación por su carácter “serial”. Esto es así porque se reconoce en ellos la función de definir y connotar un “carácter” que permite individualizar un perfil, con relación a los contenidos, a la lengua, a la función.

7 Cfr. con Luigi Einaudi, “VIaggio tra i miei libri”, La Riforma Sociale, XLII, 1935, Vol. XLVI, fasc. 2, p. 227.

8 Cfr. con Luigi Firpo, “Luigi Einaudi bibliofilo”, Annali Fondazione Luigi Einaudi, VII, 1974, p. 80.

9 En el caso de las recolecciones Feltrinelli este dato está representado por la fisonomía de la sección especial “Marx-Engels”, pienso en particular en las diversas ediciones de Il Manifesto (ver Bert Andreas, Le manifeste communiste de Marx et Engels. Histoire et bibiographie, 1848-1918, Milan, Feltrinelli, 1963).

10 Cfr. con Luigi Einaudi, “Due libri italiani posseduti da Adamo Smith, di due sue lettere non ricordate e della sua prima fortuna in Italia”, La Riforma sociale, XLIV, 1933, p. 204.

11 Cfr. con “Biblioteca G. G. Feltrinelli, Plan de trabajo para la actividad cultural para el año 1951-52 (11 de septiembre de 1951)”, FBGGF, b. 1, fasc. 4 sfasc. “Biblioteca piani di lavoro”, c. 1.

12 Es el proyecto reconstruido detalladamente por Gilda Zazzara en este volumen al que remito para toda consideración. Ver: Gilda Zazzara, “La ‘Bibliografa della stampa periodica operaia e socialista italiana’”, en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016, pp. 221-241.

13 Cfr. con Chiara Daniele, “Le fonti e gli archivi: tracce di un percorso italiano di Piero Sraffa nes secondo dopoguerra”, en Massimo Pivetti, Piero Sraffa: Contributi pero una bibliografía intelletuale, Roma, Carocci, 2000, p. 78, nota 20.

14 El primer perfil de una colección de clásicos de la economía de Sraffa entendida como “colección de economistas clásicos considerados como fuentes del marxismo” se indica en una carta suya a Giulio Einaudi (30 de octubre de 1948). La carta se conserva en el Archivo Einaudi, expediente Sraffa, c. 3v.

15 Cfr. con Jean-Pierre Potier, “Qualche nota sula biografia di Sraffa alla luce delle carte conservate a Cambridge”, en Massimo Pivetti, Piero Sraffa: Contributi pero una bibliografía intelletuale, Roma, Carocci, 2000, pp. 34-37 y Luisa Mangoni, Pensare i libri, Turin, Boringhieri, 1999, p. 485, 613 y ss.

16 Cfr. con Giuseppe Del Bo a Piero Sraffa, 7 de junio de 1957, en FBGGF, s. Corrispondenza, ss. Direzione – Alfabetica, b. 14, fasc. 4.

17 Una primera parte de volúmenes fue adquirida a fines de 1951. El conjunto queda descripto en una carta de Franco Venturini a Giuseppe Del Bo fechada 21 de diciembre de 1951. El texto de la carta se reproduce en Francesca Gori, “Il fondo ruso de la Biblioteca Feltrinelli”, en Francesca Gori y Antonello Venturi Utopia e reforma in Russia. 1800-1917, Milán, Feltrinelli, 1997, pp. 11-13.

18 La totalidad de esta colección, incluyendo tanto a las monografías como a los periódicos, ha sido inventariada y organizada en dos volúmenes y a ellos se remite para cualquier otra consideración. Cfr. con Francesca Gori y Antonello Venturi Utopia e reforma in Russia. 1800-1917, Milán, Feltrinelli, 1997; y Francesca Gori, Antonello Venturi y Emanuela Guercetti, Tra populismo e bolschevismo (1917-1941), Milán, Feltrinelli, 1999. Para un análisis del fondo de libros pueden verse los trabajos de Antonello Venturi en estos volúmenes.

19 Para las fuentes sobre la Comuna de París, la referencia es la correspondencia de Giuseppe Del Bo a Franco Venturi, 8 de enero de 1952, y Franco Venturi a Giuseppe Del Bo, 10 de enero de 1952, en AFV.

20 La descripción del fondo de libros y archivos se adjunta a la carta contrato firmada por Angelo Tasca y Giuseppe Del Bo con fecha 7 de abril de 1958: FBGGF, s. Corrispondenza, ss “Corrispondenza di Giuseppe Del Bo”, b. 30, fasc. 324: Liliane Tasca-Valerie Tasca.

21 Luigi Cortesi, “La Biblioteca G.G. Feltrinelli di Milano”, en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016, pp. 221-241.

22 Texto de la relación de septiembre de 1956 y conservado en FBGGF, b. 1, fasc. 2, sfasc. “Riunione del 22 settembre 1956” (documento 9, reproducido aquí en la parte Tercera).

23 Acerca de la necesidad de dar mayor desarrollo a la colección estadounidense había intervenido Giangiacomo Feltrinelli en la reunión del 12 de febrero de 1957 (Cfr. con “Relazione di Giuliano Procacci su attivitá generale e discussione, en FBGGF, b. 1, f. 2, cc. 89, reproducido en: Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016). Sin embargo, esto no significa que no se prestara atención a la parte de la Biblioteca de los Estados Unidos. Por ejemplo, ya en ese entonces son significativas las colecciones de economistas norteamericanos, de sociólogos (con particular atención a la escuela de Chicago); las colecciones relativas al movimiento obrero se concentran en gran parte en la Primera Internacional en los Estados Unidos y ya están presentes periódicos sobre el “Labour Day”. La sección dedicada al movimiento de emancipación de los negros se desarrolla sobre todo entre 1957 y 1963. El cuadro que emerge de un análisis de la sección “Estados Unidos” en esa fecha es mucho más articulado y rico que aquel que esboza y describe Giorgio Spini en el I Congreso nacional de ciencias históricas (Perugia, 9-13 de octubre de 1967) como propio de la americanista en Italia en la segunda posguerra. Cfr. con Giorgio Spini, “Gli studi di storia americana”, en Congreso nacional de ciencias históricas, Milán, Marzoratti, 1970, pp. 1343-1346.

24 Cfr. con Bert Andreas, “Memorandum sull’organizzazione della biblioteca”, adjunto a Bert Andreas a Giangiacomo Feltrinelli, 27 de abril de 1953; b. 22, fasc. 46, cc. 27-38 y ahora documento 4, reproducido en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016.

25 El cuaderno con el título “Descrizione sommaria della biblioteca” se conserva en FBGGF, s. Atti istituzionali, b.1, fas. 6. El dato sobre la Primera Internacional es significativo justamente para el trabajo sobre las fuentes impresas de la Primera Internacional que entre 1956 y 1963 ve a Giuseppe Del Bo ocupado como coordinador de la investigación. Sobre el proyecto y su configuración véanse los documentos conservados en el subfascículo “Commissiones internazionae di storia dei movimenti e delle strutture sociali”, FBGGF, s. Corrispondenza, ss. “Istituti ed enti culturali stranieri e italiani”, b. 19, fasc. 23: “Francia”.

26 Cfr. con Alberto Vigevani, “Raffaele Mattioli e i libri”, [1995], en Carlo Tremolada, Catalogo della Biblioteca, Milán, [s. n.], 2006, p. XII. Los otros dos catálogos que tendré presente en estas breves notas son: Dora Franceschi Spinazzola, Catalogo della biblioteca di Luigi Einaudi: Opere economiche e politiche dei secoli 16-19, Turín, 1981, y Giancarlo De Vivo, Catalogue of the Library of Piero Sraffa, Milán, Fundación Luigi Einaudi, 2014.

27 Lo ha descripto en detalle y con precisión Francesca Pino y a sus páginas remito. Cfr. con Francesca Pino, “Raffaele Mattioli tra economía e bibliografía (1922-1925)”, en Il pensiero economico italiano, VIII, 2000, fasc. 1, pp. 31-103.

28 212 son las ediciones del siglo XVI al XVII. Cfr. con Aldo Coletto, I libri antichi alla Fondazione Feltrinelli (XVI-XVII secolo), Milán, Fundación Giangiacomo Feltrinelli, 1995.

29 En la Biblioteca Sraffa existe una rara edición de De monarchia Hispanica de 1640. En la colección Feltrinelli se halla la edición de 1653.

30 Este es el título completo: Pierre Bayle, Lettrre à M.L.D.C., docteur de Sorbonne. Où il est prouvé par plusieurs raiso tirée de la philosophi, & de la theologie, que les cométes ne sont point le presage d’aucun malheur, Cologne, Chez Pierre Marteau, 1682. En realidad, editado en Roterdam por Reiner Lëers.

31 Primera señal de una mirada al mundo lejano que luego tiene una relación sea con la imagen exótica que será propia de una parte del patrimonio cultural de los Philosophes (Montesquieu, por ejemplo), aunque también aluda al imaginario utópico sobre el cual se construye una sección de libros específica de la Biblioteca, como veremos más adelante.

32 El mismo texto existe en la Biblioteca Sraffa. En las colecciones de libros está presente una pequeña pero preciosa colección de monografías del siglo XVII y XVIII dedicadas a la cuestión irlandesa. La presencia de esta sección no es ni excéntrica ni casual y alude a una sección completa dedicada a las fuentes utilizadas por Marx para la escritura del capítulo XXIV del Libro Primero de El Capital, o bien a la reconstrucción del concepto y de la historia de la “acumulación originaria”. Es una parte del catálogo que constituye una parte relevante de la sección denominada “Industrialismo inglés”. Cfr. con Tommaso Lana, Governo dello sviluppo e controllo sociale. La Rivoluzione in Inghilterra (1700-1850), Milán, Feltrinelli, 2003 y Tommaso Lana, La societá industriale in Inghilterra. Fondamenti economici e ordinamenti social tra XVII e XIX secolo, Milán, Feltrinelli, 2004.

33 Esto no resulta una sorpresa si se piensa en la relevancia que Sraffa atribuye a William Petty en su ideal “biblioteca del economista” que discute con Giulio Einaudi. Cfr. con Piero Sraffa a Giulio Einaudi, 30 de octubre de 1948, cit.

34 Es el caso, por ejemplo, de su ensayo póstumo Riflessione sulla popolazione delle nazioni per rapporto all’economia nazionale, [Florencia], [s.n.], 1790, presente en esta edición muy rara en la Biblioteca Luigi Einaudi.

35 Cfr. con Adriana Chemello, La biblioteca del buon operaio, Milán, Unicopli, 1991. Para el catálogo de las fuentes de libros y de archivos recogidas y presentes en la Fundación Giangiacomo Feltrinelli, cfr. con David Bidussa, Istituzioni e pratiche social del risparmio: Reti di sociabilità económica nell’Italia del Secondo Ottocento, Milán, Fundación Giangiacomo Feltrinelli, 1999.

36 Para una reconstrucción de esta fase, sobre todo la de temas e investigaciones promovidas por el grupo de trabajo de la Biblioteca empeñado en la recolección de las fuentes del mutualismo y del asociacionismo obrero, remito a David Bidussa, “Storia e storiografia sul movimiento operaio nell’Italia del secondo dopoguerra. Gli anni della formazione (1945-1956)”, en Il socialismo e la storia. Studi per Stefano Merli, a cargo de L. Cortesi y A. Panaccione,Milán, FrancoAngeli, 1998, p. 183 y ss.

37Verbale della riunione tenuta il 24 maggio 1956 presso l’Istituto G.G. Feltrinelli”, en FBGGF, b. 1, fasc. 2, c. 4; reproducido en: en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016.

38 Uno para todos, Piero Sraffa, que justamente sobre la producción de la bibliografía dedicada a Fourier por Giuseppe Del Bo, (Il socialismo utopistico. Charles Fourier e la Scuola Societaria (1801-1922), Milán, Feltrinelli, 1957) había expresado parecer altamente positivo. Cfr. con Piero Sraffa a Giuseppe Del Bo, 6 de enero de 1958, en FBGGF, s. Corrispondenza, ss. Direzione, b. 14, fasc.5.

39 Es probable que detrás de la pasión por el pensamiento utópico exista la indicación de una pista genealógica del pensamiento político moderno en la que Delio Cantimori había insistido desde principios de los años cuarenta. Cfr. con Giovanni Miccoli, Delio Cantimori. La ricerca di una nuova critica sfonográfica, Turín, Einaudi, 1970, p. 203 y ss., y Luisa Mangoni, Civiltà della crisi: cultura e politica in Italia tra Otto e Novecento, Roma, Viella, 2013, p. 146 y ss.

40 Cfr. con Jean-Marie Goulemot, “Utopies et histoires”, en Critique, XXXV, 1979, n° 384, pp. 445-456.

41 Cfr. con Condorcet, “Fragments de l’histoire de la diexiéme époque”, en Euvres de Condorcet, por A. Condorcet y F. M. Arago, Firmin Didot Fréres, París, 1847, t. París, t. VI, p. 516 o también del mismo, “Sur L’Atlantide, ou efforts combinés de l’éspéce humaine pour le progres des sciences”, ivi, pp. 597-660, donde Condorcet insiste en la diferencia entre el proyecto propio y la quimera de los proyectos utópicos que han precedido a Esquisse.

42 La edición del Du Contrat social, si bien de 1762 (Signatura: En.f. 10.1), no es original, sino una edición de contrabando (para la descripción de los datos de esta edición véase Théophile Dufour, Recherches bibliographiques sur les Œuvres imprimées de J.J. Rousseau, París, Giraud-Badin, 1925, ficha 137, pp. 133-134). Agradezco a Loretta Lanzi la indicación.

43 Cfr. con Michel de Certau, “Décadence, mise á mort de l’histoire”, en Stratégies de l’utopie, bajo la dirección de Pierre Furter y Gérard Raulet, Galileée, París, 1979, pp. 231-235.

44 Me refiero en particular a las páginas de Saint-Simon sobre el tema del organizador. Cfr. con Claude-Henri de Saint-Simon, L’Organizzatore, en la edición a cargo de Maria Teresa Boveri Pichetto, Turín, UTET, 1975, pp. 427-547. En particular pp. 441-442 y p. 453.

45 Cfr. con Jacques Rancière, La nuit des prolétaires. Archives du réve ouvrier, París, Fayard, 1981. Y Ugo Foscolo, “Italian Periodical Literature (1824)” en Ugo Foscolo, Edizione nazionale delle Opere. XI. Saggi di letteratura italiana, Firenze, Le Monnier, 1958, edición a cargo de Cesare Foligno, pp. 327-366 para la versión en inglés y pp. 167-395 para la versión en italiano.

46 Es un recorrido que en parte se relaciona con la construcción de la Bibliografía de los diarios periódicos obreros y socialistas, sobre los cuales puede verse el ensayo amplio y documentado ya citado de Gilda Zazzara, y también dos impresos editoriales que se desarrollan en la segunda mitad de los años ‘50; por una parte, los volúmenes de la serie “La cultura italiana del ‘900 attraverso le rivisite” promovida y realizada por Giulio Einaudi editor, por la otra, el comienzo de la “Collana di periodici italiani e stranieri” promovida por el Instituto Giangiacomo Feltrinelli, que se interrumpe en el sexto volumen. Ver: Gilda Zazzara, “La ‘Bibliografa della stampa periodica operaia e socialista italiana’”, en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016, pp. 221-241.

47 Sobre la parte que respecta a la Comuna de París hablaré más específicamente dentro de poco en el parágrafo dedicado a las colecciones —sean de libros o documentales— dedicado a las Comunas. Para la fisonomía y la construcción de las colecciones de los periódicos franceses y alemanes entre los años ‘30 y 1848 presentes en la Biblioteca Feltrinelli ver: Maria Grazia Meriggi, “Diritto all lavoro, diritto del lavoro, associazione. Alle origini dell movimiento económico e político degli operai in Francia intorno all 1848”, que puede leerse en la página web de la Fundación Feltrinelli. Para las colecciones de periódicos alemanes, véanse las contribuciones de Edmund Silberner y de Bert Andreas en los volúmenes VI (1963) y VII (1964-1965) de los Annali dell’Istituto Giangiacomo Feltrinelli.

48 Un aspecto que se deduce de la fisonomía de las recolecciones periódicas del período 1848-1850 presentes en las colecciones de la Biblioteca y además de la geografía de los diferentes lugares de edición. Cfr. con David Bidussa, Europa 1848. I giornali del trienio democrático (1848-1851). Le raccolte della Fondazione Feltrinelli, Milán, Fundación Giangiacomo Feltrinelli, 1998.

49 Cfr. con Franco Della Peruta, Prefazione a Biblioteca di Storia Moderna e Contemporanea, Periodici dei secoli XVIII e XIX, a cargo de Adriana Martinoli, Roma, 1990, pp. XI-XII.

50 Cfr. con Peppino Ortoleva, Galassia Rossa: su alcuni caratteri della stampa democrática e socialista nell’Ottocento, en Caratteri ribelli. La stampa democrática e operaia nell’Europa dell’Ottocento, a cargo de Margherita Pelaja y Lucia Zannino, Roma, Officina Edizioni, 1985, pp. 11-17.

51 La figura de Malon era esencial incluso en referencia a su permanencia en Italia en los años ‘70 como formador de una generación de exponentes del socialismo italiano. Cfr. con Letterio Briguglio, Benoit Malon e il socialismo in Italia, Padua, Tipografia Antoniana, 1979; Eva Civolani, “Il pensiero político di Benoit Malon all’epoca della sua collaborazione a ‘La Plebe’”, en Annali della Fondaziones Luigi Einaudi, XVI, 1982,
pp. 279-293; Maria Grazia Meriggi, La Comune di Parigi e il movimiento rivoluzionario e socialista in Italia (1871-1875), Milán, La Pietra, 1980.

52 De la relevancia de la colección de libros, sobre todo de periódicos de la Comuna de París da testimonio el volumen La Comune di Parigi, a cargo de Giuseppe Del Bo, Milán, Feltrinelli, 1957. Para confirmar la relevancia dada a esta colección debe recordarse que Del Bo ya había brindado en 1952 un primer reconocimiento de las fuentes impresas de la Comuna que poseía la Biblioteca. Cfr. con Giuseppe Del Bo, “La Comune di Parigi nella raccolta della Biblioteca G.G. Feltrinelli”, en Movimento operaio, IV, 1952, n° 1, pp. 104-153.

53 Cfr. con Enrico Zanette, Criminali, martiri, refrattari. Usi pubblici del passato dei comunardi. Roma, Edizione di Storia e Letteratura, 2014.

54 En particular Leo Valiani, Della Prima alla Seconda Internazionale (1954) y La Storia del movimiento socialista in Italia dalle origini al 1921 (1956) ahora comprendidos en Leo Valiani, tra política e storia, Scritti di storia delle idee (1939-1956), a cargo de David Bidussa, Annali della Fondazione Giangiacomo Feltrinelli, XLII, Feltrinelli, Milán 2008, pp. 369-435 y 463-567.

55 Para el tema del exilio como lugar intercambio y confrontación y, por lo tanto, de la autoreforma, y no solo de la derrota y “clausura”, cfr. con David Bidussa, “Scrivere e leggere Carlo Pisacane di Nello Rosselli”, en Italia contemporánea, 2010, n° 259, pp. 263-283: Agostino Bistarelli, “Esilio e identitá nazionale italiana” y Antonio Bechelloni, “Esilio e antifascismo”, en Parolechiave, XVII, 2009, n° 41, pp. 103-125 y 141-157. La categoría de herejía se relaciona con una pasión de investigación que está en el corazón de gran parte del grupo restringido de colaboradores (Leo Valiani, Bert Andreas, Franco Della Peruta, Stefano Merli…) como en la franja de los colaboradores más laterales de la Biblioteca. Por ejemplo, Pier Carlo Masini de quien merece recordarse por una parte la colaboración en Movimemto operaio y luego en Rivista Storica dell Socialismo y, por otra parte, el curar la correspondencia de Arcangelo Ghisleri (La scapigliatura democrática, Milán, Feltrinelli, 1961), en la colección “Testi e documenti di storia moderna e contemporanea” promovida por el Instituto Giangiacomo Feltrinelli.

56 En el mismo sentido y en los mismos años, se mueve también Lelio Basso que dedica recursos a la Comuna y a la recuperación de fuentes y que entre los ‘50 y comienzos de los ‘60 da forma a una colección muy coherente, sea de monografías que de periódicos. Cfr. con La Comune di Parigi nella biblioteca Basso, a cargo de Mercedes Sala, con introducción de Mariuccia Salvatti, Leo S. Olschki, Florencia, 2005. Sobre la Comuna como modelo, como símbolo y luego como mito ver Mariuccia Salvatti, Comune di Parigi, IVI, pp. 195-245 y Georges Haupt, “La Commune de Paris comme symbole e comme exemple”, en Le Mouvement social, 1972, n° 79, pp. 205-226.

57 Mediante el Fondo Riccardo Bachi la Biblioteca adquiere la edición italiana del Essai sur la nature du commerce en général, realizada por Giovanni Francesco Scottoni. Para un estudio de esa edición véase la reedición a cargo de Roberto Finzi (Boloña, Clueb, 2013).

58 Cfr. con Carlo M. Cipolla, “Teoria económica e storia económica”, en Moneta e crédito, IV, 1951, n° 4, pp. 497-499.

59 Cfr. con Riccardo Bachi, Principi di scienza económica, Vol. I, Turín, Einaudi, 1937, p. 3. Las itálicas corresponden al original.

60 Cfr. con Delio Cantimori, “Note sugli studi storici dal 1926 al 1951 [enero 1952]”, en Delio Cantimore, Storici e storia, Turín, Einaudi, 1971, pp. 268-271; Mario Mirri, “L’ultimo servicio del nostro Liceo classico”, en Mario Mirri – Renzo Sabbatini – Luigi Imbasciati, L’impegno di una generazione, Milán, FrancoAngeli, 2014, p. 221; Roberto Pertici, “Marino Berengo storico della cultura ottocentesca”, en Marino Berengo, Cultura e istituzioni nell’Ottocento italiani, Boloña, il Mulino, 2004, pp. 18-19 y nota 20, p. 19.

61 En orden: Gino Luzzatto, “Per un programa di lavoro”, en Rivista di storia económica, I. 1936, n° 3, pp. 181-198; Luigi Einaudi “Nota a Per un programma di lavoro”, IVI, pp. 199-204; Rodolfo Benini, “La semiología, La semiología económica a base statistica”, in Giornale degli economista (1909), serie 2, Vol. 39 [extracto]; Riccardo Bachi, “Barometro economico”, en Enciclopedia Italiana, Vol. 1, coll. 221a – 223a. Para una reconstrucción cfr. con Dora Marucco, “I numeri di una societá dinámica. La scienza statistica e i suoi culturi”, en Una rivista all’avanguardia, La “Riforma sociale” 1894-1935. Politica, societá, istituzioni, economima, statistica, a cargo de Corrado Malandrino, Olschki Editore, Florencia, 2000, pp. 247.296. Alberto Baffigi, “Cultura statistica e cultura política: l’Italia nei primi decenni unitari”, Banca d’Italia, Quaderni dell’Ufficio ricerche storiche, n° 15, 2007; Francesco Cassata, “La ‘dura fatica’ dei numeri: Riccardo Bachi e la stattistica económica”, en La scuola di economía di Torino. Co-protagonisti ed epigoni, a cargo de Roberto Marchionatti, Florencia, Olschki Editore, 2009, pp. 85-126.

62 Sobre estos temas remito a los ensayos de Fabio Lavista presentes en Giuseppe Berta y Giorgio Bigatti, La Biblioteca - Istituto Feltrinelli: Progetto e storia, Milano, Feltrinelli, 2016. La referencia a Labrousse es en su “Voies nouvelles vers une histoire de la bourgeoisie occidentae au XVIIIº et XIXº siècle (1700-1850)”, relación presentada en el X Congreso Internacional de Ciencias Históricas (Roma, 1955), en Relazioni, Vol. IV Storia moderna, Sansoni, Florencia 1955, pp. 367-396. Para el juicio de Gino Luzzatto su “La storia economica al X Congresso internazionale di scienze storiche”, en Economia e storia, 1956, n° 1, pp. 60-72.

63 Franco Venturi, Utopia e reforma nell’illuminismo, Turín, Einaudi 1970, p. 24.

64 Cfr. con Nello Rosselli, Carlo Pisacane nel Risorgimento italiano, Turín, Bocca, 1932, en particular el capítulo VII, “Piemonte socialista”, pp. 175-217.

65 Cfr. con Edoardo Tortarolo en su “L’esilio della libertà. Franco Venturi e la cultura europea degli anni Trenta”, en Il coraggio della ragione. Franco Venturi intelletuale e storico cosmopolita, Turín, Fundación Luigi Einaudi, 1998, pp. 89-107.


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