Mediadores y configuraciones sociales de los
usos de Bourdieu en la Argentina

Gustavo Sorá*


Antecedentes y trasfondo


Alicia Gutiérrez


Denis Baranger


Ana Teresa Martínez


Contrastes y variaciones


Bibliografía


Resumen

Pierre Bourdieu es uno de los autores más citados en las ciencias sociales y humanas (CSH) practicadas en la Argentina. Desde finales de la década de 1970, las apropiaciones son variadas; se multiplican exponencialmente hacia el fin de siglo y, como un “fundador de discursividades”,1 en el presente sus ideas se diluyen por diversos escenarios de producción simbólica. Para comprender el proceso a través del cual su figura fue marcando presencia en la América austral, es necesario observar dos series de hechos entrelazados. Por un lado, las apropiaciones por parte de especialistas de las CSH que son reconocidos por los usos de Bourdieu. Por otro lado, su disposición para el público lector en la enseñanza universitaria, en la prensa y en el mercado de libros, a través de la traducción castellana de buena parte de su obra, acción competitiva entre editoriales argentinas, mexicanas y españolas. Si bien no podremos tratar todas las dimensiones que creo necesarias para analizar completamente los caminos de la recepción, los datos permiten confirmar que Bourdieu es un signo eficaz para objetivar el dinamismo del espacio cultural argentino, un polo central a escala iberoamericana donde el medio académico es poblado por numerosos especialistas de diversas disciplinas cuyos ensayos e investigaciones se nutren de interrogantes y modelos de análisis propuestos por el autor francés.2

Primero, esbozo algunos contextos y canales significativos de su llegada. Luego, me concentro en las trayectorias de Alicia Gutiérrez, Denis Baranger y Ana Teresa Martínez, sociólogos cuyo reconocimiento como “los bourdieuanos argentinos” es fuertemente demarcado por los libros, los artículos, los cursos y las conferencias que han dedicado a “el pensamiento de Bourdieu”. El recorte puede ser validado con un simple valor estadístico extraído de sus curriculum vitae. En el CV de 70 páginas de Gutiérrez, el nombre Bourdieu aparece 196 veces, es decir 2,8 veces por página; en Baranger el índice es 1,66 y en Martínez 0,97. Esta frecuencia es muy superior a la de cualquier otro colega argentino de su generación o más joven, y es un claro indicio sobre el reconocimiento atribuido a los tres por colegas en Hispanoamérica como argentinos “bourdieuanos”. El trabajo privilegia una historia social de los agentes, perspectiva eficaz para deslindar aspectos genéticos y mediaciones de sus vínculos con la obra de Bourdieu; recorrido que también permite esbozar dimensiones estructurales y procesuales del campo de las CSH en la región. Cada caso configura distintos espacios trasnacionales que han incidido en la evolución de sus posicionamientos como investigadores. Si por ejemplo en el caso de Gutiérrez se observa un estrecho vínculo con el Centre de Sociologie Européenne (CSE) y el Centre Européen De Sociologie et de Science Politique (CESSP) (espacios institucionales a su vez diferenciados, con sus propias transformaciones históricas), no sucede lo mismo con Baranger y Martínez. A escala intranacional, por otro lado, sus lugares de trabajo en universidades de provincias son de por sí un síntoma de la posición relativamente “no central” que Bourdieu observa en la Argentina, si se pondera la estructura hipercercentralizada de un país donde Buenos Aires y su área metropolitana aglutinan el 80% del mercado editorial y más del 60% de la población de investigadores y académicos.

Baranger y Martínez también han estudiado la recepción de Bourdieu en Argentina y avanzaron parcialmente en la comparación con otros casos nacionales. Sus principales contribuciones al tema serán citadas y el lector podrá remitir a las mismas para conocer datos e interpretaciones que aquí no podrán ser abordados. Este artículo busca, por un lado, amplificar el trabajo colectivo de objetivación progresiva. Por ejemplo, en ningún aporte de Baranger aparece su propia trayectoria, vacío que creí importante cubrir. Por otro lado, del conjunto de factores abordados en sus valiosos trabajos falta atención a la dimensión intranacional aludida y a otros planos de interpretación, como las diferentes matrices del reconocimiento de los bourdieuanos argentinos en Hispanoamérica y en otros espacios del exterior, como Brasil y Francia, en especial desde el propio seno del CSE – CESSP.3

Antecedentes y trasfondo

En los años ‘70 se observan tres caminos a través de los cuales distintos argentinos se acercaron a Bourdieu. 1) A inicios de la década, el primer centro de irradiación se localizó en el Museu Nacional de Río de Janeiro. Entre los cuatro argentinos que allí cursaron la Maestría en Antropología Social, Beatriz Alasia de Heredia, Luís Gatti y Roberto Ringuelet formaron parte del equipo de investigadores formado por Moacir Palmeira, del cual participaban Lygia Sigaud, Afrânio García, Marie-France García Parpet y José Sergio Leite Lopes.4 La formación de posgrado en centros de excelencia internacional, también fue el medio a través del cual Bourdieu arribó a la Argentina por el interés que despertó en Ricardo Costa. Doctorado en sociología por la École Pratique des Hautes Études (EPHE) en 1975, a su retorno ocupó la cátedra de antropología cultural de la Escuela de historia de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y posteriormente la de sociología de la Escuela de Filosofía. Sus programas de curso incluían traducciones “de cátedra” de algunos capítulos de Esquise d’une théorie de la pratique. Bajo su dirección se formó Alicia Gutiérrez, a quien nos referiremos más adelante. Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de La Plata (1975), Néstor García Canclini prosiguió sus estudios en París con una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). En 1978 obtuvo otro doctorado en Filosofía en la Universidad de Paris X - Nanterre, con una tesis sobre Merleau Ponty dirigida por Paul Ricoeur. En los años ‘80, ya radicado en México, hizo frecuente uso de Bourdieu en sus “estudios culturales” sobre las culturas populares.5

2) Durante la última dictadura militar (1976-1983) muchos profesionales de las CSH debieron exiliarse y en el exterior cursaron estudios de posgrado. Fue durante su exilio en Colombia (y luego en México) que Emilio Tenti Fanfani comenzó a aplicar Bourdieu para investigar el sistema escolar en Argentina y América Latina. Profesor titular en la Licenciatura en sociología de la UBA, Ricardo Sidicaro (1941) es reconocido como docente e investigador “bourdieuano” en Buenos Aires. Durante la última dictadura se exilió en Francia y obtuvo un doctorado en la École des Hautes Études En Sciences Sociales (EHESS).

3) Ante la violencia militar contra las ciencias sociales, muchos de los investigadores que permanecieron en el país hicieron lo posible por sostener sus proyectos a través de instituciones privadas, ONGs y el mercado editorial. Este último fue el caso de Beatriz Sarlo y de Carlos Altamirano, militantes maoístas, críticos literarios y culturales que tras un viaje a París trajeron consigo varios libros de Bourdieu y números de Actes de la Recherche en Sciences Sociales (ARSS). En 1975 Sarlo impulsó la edición argentina de El oficio de sociólogo. Lanzado por la prestigiosa editorial Siglo XXI, fue el título de Bourdieu más leído en cursos universitarios hasta finales del siglo pasado. Junto a Ricardo Piglia, Hugo Vezzetti y Adrián Gorelik, a partir de 1978 Sarlo y Altamirano lanzaron Punto de Vista. Revista de Cultura, que marcó época y perduró hasta 2008, en la que Bourdieu era referencia habitual junto a E. P. Thompson, Richard Hoggart, Raymond Williams o Walter Benjamin. En varios de sus estudios de historia cultural argentina Altamirano y Sarlo buscaron aplicar la noción de campo intelectual para comprender de modo original problemas centrales del sistema literario y de las relaciones entre los intelectuales y la política.6

A pesar de la presencia de Bourdieu en los años setenta, su lugar fue marginal por el predominio de esquemas intelectuales antagónicos, en un contexto de prolongada inestabilidad institucional del sistema académico. Tras la redemocratización, los exiliados en su mayoría regresaron. Muchos recuperaron su lugar en las universidades, otros fundaron ONGs e institutos de investigación privados, algunos colaboraron en la planificación de políticas gubernamentales. La historia y la sociología de la política recuperaron el lugar privilegiado que gozaron en los años ‘50 y ‘60. Si en aquel período el gran tema era comprender el peronismo,7 ahora era explicar la dictadura, promover los derechos humanos, planificar la democracia posible. En la Argentina de los años ‘70, la recepción de Bourdieu no podía alcanzar la preeminencia que tenían la teoría de la dependencia y la sociología del desarrollo, donde la referencia internacional por excelencia era Alain Touraine. En los años ’80, Bourdieu fue puesto entre paréntesis por desviarse de las claves interpretativas dominantes que buscaban recentrar los grandes debates intelectuales alrededor de las renovaciones del marxismo. En este sentido había sido crucial el retorno de un afamado grupo de exiliados en México. “Los gramscianos argentinos”,8 el apodo que recibieron, entre quienes resaltaban José Aricó y Juan Carlos Portantiero, marcaron las currículas universitarias9 y tras fundar el Club de Cultura Socialista —formación en la cual también participaron Sarlo y Altamirano— ocuparon el centro de la intelligentzia que asesoró al presidente socialdemócrata Raúl Alfonsín.

A pesar de los intentos por reconstruir el sistema universitario y científico, las instituciones públicas de enseñanza e investigación sufrieron una fuerte crisis de financiamiento, tras los brutales condicionamientos de la deuda externa, la permanente devaluación de la moneda, la inflación. Durante la década de 1990 los dos gobiernos presididos por el peronista Carlos Saúl Menem aplicaron políticas ultraliberales. En las universidades persistió la crisis de financiamiento y el CONICET sufrió una fuerte reducción. Ante el achicamiento del mercado laboral, muchos egresados emigraron para cursar carreras de posgrado con becas de organismos extranjeros o supraestatales. En la segunda mitad de la década se promulgó una ley de educación superior que promovió el desarrollo de posgrados y la progresiva exigencia de titulación doctoral para aspirar a la carrera de investigador de CONICET y a los principales cargos en el sistema universitario. Ello produjo dos efectos. Por un lado, la nueva camada de doctores en el exterior formó parte del principal contingente de profesores en un sistema de posgrado que se expandió aceleradamente en el período de crecimiento económico entre 2003 y 2010. Por otro lado, para sostener sus posiciones, muchos profesores e investigadores de la generación anterior buscaron la más alta titulación en las nuevas carreras de posgrado nacionales. Un nuevo ciclo de crisis del sistema científico durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), que desfinanció el CONICET y las universidades y volvió a endeudar al país de forma colosal, no impidió la inercia de un espacio académico que ya había alcanzado estándares de autonomización.

Si bien Bourdieu a mediados de los años 90 fue muy apreciado como voz crítica al orden neoliberal, apropiación bien reflejada en la proliferación de notas sobre el autor en la prensa masiva nacional (especialmente en los diarios Clarín y Página/12), en el ámbito de la producción académica comenzó un tipo de crítica que perdura hasta hoy: su problemática adaptación para pensar “las singularidades” de los Estados y las culturas nacionales de América Latina.10 El esbozo de este proceso histórico sólo puede trascender un carácter abstracto a la luz de las trayectorias de agentes concretos que considero significativos para observar y comprender la dinámica entre los acontecimientos y las estructuras presentados en esta introducción general.11

Alicia Gutiérrez

Alicia Gutiérrez (Córdoba, 1957) es licenciada en Historia (1985) por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).12 Por esos años la Argentina no poseía un sistema de posgrados y la amplia mayoría de los profesores e investigadores trabajaban sin exigencias de titulaciones superiores. En el CONICET, el lugar de las CSH era marginal. La mayoría de los egresados que investigaban lo hacían en el ámbito de las universidades, con magros recursos. Gutiérrez comenzó su trabajo docente como auxiliar de la cátedra de sociología de la Escuela de Filosofía de la UNC, cuyo titular era Ricardo Costa, director de su tesina en historia, de sus primeros proyectos de investigación y, como dijimos, uno de los primeros importadores de Bourdieu. Esa cátedra aún es el centro de su actividad docente, siendo titular desde 2008.13

El reconocimiento de Gutiérrez como intérprete de Bourdieu está asociado al lanzamiento de su primer libro: Las prácticas sociales. Una introducción a Pierre Bourdieu. Editado en 1994 por el Centro Editor de América Latina (CEAL), en la motivación para su escritura la investigadora reconoce el esfuerzo para superar un uso superficial del autor en su primer proyecto. Así lo relató en una entrevista:

En el año 1989 pido una beca de CONICOR para estudiar estrategias de vida de familias desfavorecidas. El proyecto era bien light. Como ya tenía algunas lecturas de Bourdieu, entonces en medio del marco teórico que había ido armando le metí el concepto de habitus del modo en que digo en cada uno de los tantos cursos que doy que no hay que hacerlo. Obtuve la beca y el primer año me metí de lleno en la obra de Bourdieu para hacer una aproximación conceptual a su trabajo.14

Los subrayados de la cita me pertenecen y buscan resaltar tres aspectos: la sacralidad que en Argentina tiene la idea de “marco teórico” (idea que suena irrisoria entre colegas brasileños y europeos), el lugar de Gutiérrez como la principal docente de cursos sobre Bourdieu y la naturaleza interpretativa de su primer libro. El propio título resalta el carácter de breve (poco más de cien páginas) “introducción” a conceptos fundamentales.15 Como si un amplio segmento del público de las CSH de toda Hispanoamérica estuviera aguardando un libro de estas características, Alicia fue procurada por colegas de muchos centros académicos para para dictar cursos sobre Bourdieu, demanda que persiste hasta el presente, casi treinta años después. En Argentina, ha dictado seminarios de posgrado sobre Bourdieu en 43 oportunidades, en 19 universidades nacionales diferentes (de un total de 57). También ha sido invitada a dar cursos sobre Bourdieu en Chile, México, Colombia, Uruguay, España e Italia. De las 48 conferencias o ponencias en centros académicos del extranjero, 25 fueron dedicadas a la obra de Bourdieu, de las cuales ocho en España, ocho en Colombia y cinco en México.

Si bien Las prácticas sociales… apareció por CEAL, importantísima editorial de Buenos Aires que, como expresaba su nombre, tenía proyección continental, al poco tiempo de lanzarse ese título cerró su influyente ciclo de intervención cultural y política.16 Para acompañar la demanda de invitaciones, Gutiérrez gestó una segunda aparición en co-edición por las direcciones de publicaciones de las universidades nacionales de Córdoba y de Misiones. En 2002 apareció una versión española por Tierradenadie Ediciones. La vitalidad del libro en el mercado editorial/académico es aún vigente si se consideran otras dos reediciones cordobesas. En 2005 apareció una revisada y ampliada por Ferreyra y en 2012 una quinta, nuevamente ampliada y revisada, por Eduvim, una de las más destacadas editoriales universitarias del país en la última década, que incluye además un prefacio firmado por Denis Baranger.

Sin que Gutiérrez supiera, Ana Correa, colega de la UNC y amiga personal, le envió un ejemplar de Las prácticas sociales… a Bourdieu, por intermedio de Alain Lipietz, economista, intelectual de izquierdas, eurodiputado “verde”, que visitaba Córdoba periódicamente. El 16 de septiembre de 1994, Bourdieu le envió una carta a Gutiérrez que creo necesario reproducir, ya que expresa la sincera valoración por el libro de Gutiérrez, la intensión de vincularla de allí en más a su red internacional, las competencias de Bourdieu para comunicarse en español y un estilo amable y afectuoso, indisociable de su poder intelectual:

Bourdieu invitó a Gutiérrez al CSE en enero de 1998. Allí inició vínculos con otros investigadores, especialmente con Jean-Claude Combessie y Franck Poupeau. Nuevamente visitó el centro en 1999 y en mayo del 2000. A esa altura Gutiérrez ya había iniciado el doctorado en antropología por la Universidad de Buenos Aires (Departamento de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras —Carlos Herrán como director) y en co-tutela con la EHESS (Jean-Claude Combessie como tutor).17 El tema de su tesis prolongaba sus primeros intereses sobre estrategias de la reproducción social en contextos de pobreza urbana, en la periferia cordobesa.18 Poco antes de su muerte, Bourdieu había sido invitado a la defensa de tesis. Realizada en abril de 2002, en medio de una brutal crisis social y política, la misma fue realizada en Buenos Aires con un jurado del que como representante de la EHESS formó parte Afrânio Garcia.19

Además de sus propios proyectos de investigación, la obra de Bourdieu en castellano es fuertemente asociable al trabajo de Gutiérrez en el plano editorial, mercado para el que ha sido constructora de obras singulares y traductora de un apreciable volumen de libros y compilaciones de Bourdieu. A finales de los años ’90 pergeñó con él la preparación de un libro muy original, denominado Intelectuales, política y poder, que ella ofreció a la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba). Como solía hacer con gran parte de la difusión internacional de su obra, Bourdieu le solicitó a Gutiérrez que acompañara el trabajo de traducción que iría a realizar Eudeba. Cuando ella contactó a la editorial, aún no habían contratado a un traductor y a seguir le ofrecieron si no quería hacerlo ella misma. Al tiempo que apareció la edición en 1999, por intermedio de Franck Poupeau Alicia recibió el encargue para que tradujera en 48 hs. una teleconferencia que dictaría Bourdieu en castellano para la UNAM mexicana. Su aprendizaje del francés lo había adquirido durante la escolarización secundaria en el Colegio Manuel Belgrano, prestigiosa institución dependiente de la UNC. La competencia para resolver la difícil tarea estrechó el lazo de confianza. También fue antesala para otra teleconferencia de Bourdieu, organizada conjuntamente por las Universidades de Córdoba, Buenos Aires y Chile, y dictada el 28 de junio de 2000.20 Si bien la traducción de la obra de Bourdieu siempre fue disputada por editoriales de España (principalmente Taurus y Anagrama) y Argentina, a largo plazo la mayor parte de las traducciones aparecieron en el país sudamericano por el gran dinamismo de la sucursal argentina de Siglo XXI y por las competencias de académicos e intelectuales como Sarlo y Gutiérrez.21 El estrecho vínculo de Alicia con el CSE, del cual es correspondant étrangère desde 2004, explican que, a pesar de las enormes desigualdades de poder entre las editoriales españolas y argentinas, Jerôme Bourdieu, Franck Poupeau y los principales mediadores de la obra bourdieuana a escala internacional elijan su difusión hispanoamericana a través del sello Siglo XXI (sucursal argentina), de las traducciones realizadas por Gutiérrez o controladas por ella.

Al tiempo que escribo estas líneas, me noticio del lanzamiento de Curso de Sociología General 2, traducido por Alicia. Como muestran Sapiro y Bustamante (2009), a lo largo del tiempo se fue reduciendo al mínimo el tiempo entre la aparición de libros de Bourdieu en Francia y en plazas dinámicas de su recepción, como Argentina. Entre la decena de libros a cargo de Gutiérrez, se destacan obras extensas y complejas como La Nobleza de Estado. Gracias a los puentes tejidos por Gutiérrez, posiblemente a la presencia paralela de otros argentinos que ya habíamos entablado relaciones personalizadas con Bourdieu o/y con miembros del CSE, Bourdieu preparaba un viaje a la Argentina, a continuación del que antes realizaría al Brasil. Lamentablemente no pudo concretarse por la muerte del autor en enero del 2002.

Denis Baranger

Denis Baranger es autor de Epistemología y Metodología en la obra de Pierre Bourdieu, libro publicado en 2005 por Prometeo (Buenos Aires, 260 páginas), editorial que por esos años inició la acumulación de un nutrido catálogo especializado en CSH. La obra derivó de una tesis defendida dos años antes en el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). También es autor de más de una docena de publicaciones sobre la obra de Bourdieu y su recepción en Argentina y América Latina. Por la extensión de sus contribuciones y las limitaciones de este artículo, no es posible caracterizar ni siquiera de manera sintética sus diversas aproximaciones a la obra de Bourdieu. Al entrevistarlo, Baranger señaló Epistemología y Metodología… como una de sus creaciones más valiosas. Entre los artículos destaca “The Reception of Bourdieu in Latin America and Argentina”, editado en 2008 por la revista italiana Sociologica, y entre los capítulos las cuatro entradas (“Analíse fatorial”; “Béarn”; “Construtivismo”; “Epistemologia”) que redactó para Vocabulário Bourdieu, diccionario editado en Brasil por Afrânio Catani (Belo Horizonte, Autêntica, 2017).

El eje analítico del libro de Baranger gravita sobre dos polos: el desmenuzamiento del argumento planteado por Bourdieu y Passeron en El oficio de sociólogo y la ruptura lograda en La Distinción, cuando “Bourdieu produjo una auténtica ruptura metodológica, al reivindicar el uso de una técnica estadística a la que consideraba particularmente adecuada a su sistema teórico: el análisis de correspondencias”.22 Con esta operación Baranger acertaba una dura crítica al uso predominantemente teoricista y superficial de El oficio de sociólogo, a la banalización de una obra compleja a la que habría que aproximarse a través del contacto con los mejores análisis empíricos de Bourdieu, como los realizados en La Distinción, cuya traducción castellana había sido lanzada en Madrid por Taurus, en 1988. Si bien sería importante reseñar la obra intelectual de Baranger, para el foco de mi perspectiva es necesario referirme a su trayectoria, dimensión histórica y social que permite avanzar en la comprensión de la trastienda de sus proyectos: cómo él reconstruye su “afinidad electiva” por el autor francés y cómo elaboró su propio proyecto intelectual en el campo académico argentino.

Denis Baranger nació Buenos Aires en 1948, pero su nacionalidad es franco-argentina: es hijo (único) de padre y madre franceses. Madeleine Coldefy (1920, Aubin - Buenos Aires 2017) y Willy Baranger (1922, Bône – Buenos Aires 1994) se conocieron en la Universidad de Toulouse, donde en 1943 ella obtuvo una licencia en letras clásicas y en 1945 él defendió la agrégation en filosofía ante un jurado del que participó Gaston Bachelard.23 Tras un breve período como profesores de secundaria y en el incierto panorama del fin de la guerra, el matrimonio Baranger emigró a la Argentina gracias a la inclusión de Willy como miembro de “la misión universitaria francesa”. Mientras él dictaba cursos en el Instituto Francés de Estudios Superiores de Buenos Aires, ella, especialista en griego y latín, daba clases en la Alianza Francesa. La capital sudamericana fue el lugar propicio para desplegar un proyecto que el padre de Denis alimentaba antes de emigrar: la formación psicoanalítica. En efecto, el mismo año del arribo comenzó a formarse con Enrique Pichon Rivière. Poco después Madeleine fue paciente de Marie Langer, quien muy pronto la estimuló a incorporarse a la profesión. Pichon Rivière y Langer eran dos de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA - 1942), la primera institución dedicada a esa disciplina en América Latina. En 1954, al matrimonio Baranger se le encargó otra “misión”: fundar la Asociación Psicoanalítica del Uruguay, por lo que emigraron a Montevideo cuando Denis tenía 6 años, ciudad donde residieron hasta 1965. En la capital uruguaya cursó la formación primaria y secundaria en el Liceo Francés; por lo que el título de este nivel formativo es bachelier, rubricado por la Universidad de Toulouse y habilitante para los estudios superiores. Era “natural” que su destino universitario fuera Francia. Al tiempo que sus padres regresaban a Buenos Aires, donde consolidaron su renombre como psicoanalistas, él partió a París para estudiar derecho. 24

Al viajar a la capital argentina en las vacaciones de julio de 1966, Denis decidió no retornar a Francia e iniciar estudios en la UBA. Al año siguiente comenzó sociología. Cursó bajo el clima de violencia política acentuado por la dictadura militar (1966-1973). Las cátedras de la Facultad de Filosofía y Letras se clasificaban como “marxistas” y “nacionales”. Denis se inclinaba por las primeras. Mientras que en la universidad se estimulaban los ensayos de interpretación políticos y filosóficos, la investigación empírica se había desplazado a centros privados, como el Instituto Di Tella.25 En estos Baranger hizo formación en metodología, experiencia que le permitió conseguir un primer empleo en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos a inicios de los años 1970. Al recibirse, con su mujer, la antropóloga Gabriela Schiavoni, buscaron trabajo en el interior del país. Recalaron en la ciudad de Posadas, donde algunos de sus profesores y colegas como Carlos Okada, Marta Palomares y Mario Boleda desarrollaron un polo de ciencias sociales que atrajo a jóvenes profesionales. Uno de ellos fue Leopoldo Bartolomé, que arribó con un título de doctor en antropología por la Universidad de Wisconsin y dinamizó esa disciplina como la más pujante en la región nordeste. Como la cátedra de metodología era ocupada por Palomares, Baranger recaló en una cátedra de sociología rural, área que había explorado a partir de la asistencia a un curso dictado por Miguel Murmis en el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO).

Baranger tuvo un temprano contacto con Le métier de sociologue. Por la temática que exploraba Denis, sus padres se lo habían traído de París a inicio de los años 70, tras uno de los periódicos viajes al país natal. Pero la valoración por Bourdieu tuvo un capítulo más significativo cuando en 1975 arribó a Posadas el antropólogo Luís M. Gatti. Al igual que Beatriz Alasia de Heredia, se formó en historia en la Universidad Nacional de Córdoba y a inicios de la década de 1970 emigró a Rio de Janeiro para cursar la maestría en antropología social del Museu Nacional. Al llegar a Misiones, Gatti cargaba en sus equipajes “la hermosa edición original de Esquisse d’une théorie de la pratique y Un art moyen”. Iniciaba una promisoria sociedad “bourdieuana” con Gatti, cuando este tuvo que exiliarse en México en marzo de 1976.26 Durante el violento período dictatorial, Okada fue preso, otros profesores perseguidos. Baranger pudo sobrellevar el cambio de clima. Sin embargo, fue el adverso estímulo para emigrar e iniciar la formación de posgrado. Para ello recurrió a Gatti, reclutado como profesor en la Universidad de Monterrey,27 quien hacia 1978 medió para que Baranger iniciara la maestría en ciencias sociales en la sede FLACSO de México D.F. Allí permaneció hasta 1980 y se recibió con una tesis dirigida por Emilio De Ípola, cuyo título fue “El trabajo productivo y la pequeña burguesía en Marx”. 28 Al estilo de los intelectuales de aquel ambiente, se trató de “una tesis totalmente teórica sobre clases medias y pequeña burguesía, en la cual ni siquiera mencionaba a Bourdieu (…) aunque ahí yo empezaba a cuestionar también al marxismo”. Sobre las vivencias mexicanas, Baranger concluye: “fueron dos años absolutamente gloriosos”. Por un lado, el estimulante ambiente latinoamericanista y politizado. Por otro lado, había viajado con una licencia con goce de sueldo y además tenía beca de FLACSO. Las buenas condiciones materiales le permitieron volver a París, donde se encontró con sus padres y su hija en las vacaciones de agosto de 1980. En un paseo por librerías, compró dos libros de Pierre Bourdieu: La Distinction y Le Sens Pratique, que acababa de ser lanzado. En el contacto con ese “punto geométrico” del pensamiento y de la trayectoria de Bourdieu, Baranger reconoce la reactivación del interés por un autor que no sólo no era citado en su tesis, sino que, según su impresión, no constaba en las bibliotecas de FLACSO. “Al leer La Distinction, empezó mi interrogación acerca de los diagramas de Bourdieu. Yo me había especializado en técnicas cuantitativas y ¿qué era eso? ¿Cómo se hace un análisis factorial con datos que no son cuantitativos?”

Al retornar de México, Baranger buscó todos los medios a su alcance para resolver esos interrogantes. Primero, obtuvo el cargo como profesor de Metodología. Cuando a mediados la década de 1980 fue Vice-Rector de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), su expertise en metodología ganó nuevos horizontes gracias a su colaboración en un proyecto dirigido por Christophe Albaladejo, geógrafo francés especializado en la región misionera. Fue por su intermedio que se introdujo a bibliografía sobre análisis de correspondencias y otras variantes de l’analyse de données. Posteriormente Baranger siguió los cursos que en la UNaM dictaron Ludovic Lebart y Eduardo Crivisqui.29 Motivado por el interés en esos recursos de método, Baranger viajó a París para tomar un curso con Jean-Pierre Fénelon, “otro de los apóstoles de Benzécri”.30 Todos los conocimientos adquiridos en esa área lo impulsaron a escribir el libro Construcción y análisis de datos. Introducción al uso de técnicas cuantitativas en la investigación social, publicado por la editorial de su universidad en 1992. Este “manual” le granjeó gran reconocimiento a nivel nacional, en especial a partir de la segunda edición de 2001, enriquecida con los aportes de Fernanda Niño, especialista en análisis multivariados.

Durante los años 1990 Baranger investigó sobre diversos aspectos del mundo rural misionero, área sobre la cual dirigió proyectos y publicó trabajos. Pero su trayectoria fue trastocada por una política universitaria que puso en jaque al modelo “intelectual” que predominaba entre los científicos sociales que trabajaban en Argentina desde los años 1960: la progresiva exigencia de las titulaciones doctorales. Al igual que Gutiérrez, Martínez y casi todos los colegas de su generación, Baranger no contaba con titulación acorde para enseñar en este último nivel. El obstáculo lo orientó hacia al recientemente inaugurado Doctorado en Ciencias Sociales de la UBA. Allí daba clases De Ípola, quien con gusto aceptó volver a dirigirlo. Fue la ocasión que Baranger encontró “para explicar Bourdieu”. De Ípola lo estimuló para que viaje a Francia a entrevistarlo. Para ello apeló al contacto personal que tenía Alicia Gutiérrez (2012), a quien Denis había conocido en Posadas. Llegó a escribirle, pero al poco tiempo lo sorprendió la muerte del autor francés. Como un eje de su reflexión giraba sobre El oficio de sociólogo, igualmente viajó para entrevistar a Jean-Claude Passeron, a Ludovic Lebart y tomar contacto con antiguos colaboradores de Bourdieu como Monique de Saint-Martin. 31 También conoció a Luc Boltanski, con quien tomó un curso en el Centro Franco Argentino de la UBA en 2001.

Entre otras cosas, a Baranger le incomodaba que por esos años Bourdieu fuera festejado como una reencarnación de Sartre, tras el impacto de sus trabajos de intervención intelectual durante el auge neoliberal. Lo que en Argentina e Iberoamérica no se percibía, siempre según Baranger, era “la ruptura metodológica” de La Distinction. Los malentendidos alentaron el objeto del proyecto doctoral, que se orientó a iluminar esa ruptura decisiva en la metodología y epistemología de Bourdieu, que flotaba como punto ciego entre los académicos hispanoamericanos: “Mi tesis doctoral es una tesis de lector, o sea que no es un trabajo de investigación empírica, que en realidad es lo más interesante y lo que hay que tratar de hacer; pero creo que fue un aporte bastante valioso.” En la actualidad Baranger es profesor emérito de la UNaM, continúa activo como investigador de CONICET y participa en proyectos de investigación dirigidos por Fernanda Beigel, otra colega significativa en la difusión de Bourdieu, en su caso desde la provincia de Mendoza.

Ana Teresa Martínez

Ana Teresa Martínez es autora de Pierre Bourdieu. Razones y lecciones de una práctica sociológica. Editado por Manantial (Buenos Aires, 2007, 360 páginas), este libro también fue el resultado de una tesis defendida en el mismo doctorado, pocos meses después que la de Baranger, quien participó como uno de los miembros del jurado.32 La trayectoria de Ana Teresa Martínez (Bahía Blanca, 1958) fue signada por una migración constante, hasta que alrededor de los 40 años comenzó una carrera académica en instituciones universitarias de la ciudad de Santiago del Estero, donde es docente e investigadora del CONICET. Su padre, Haroldo Martínez, terminó la escuela secundaria como perito mercantil y realizó carrera como empleado del Banco Nación. Su madre, Angela Berterreche, sólo terminó la escuela primaria y trabajó como “ama de casa”. Ambas eran familias de inmigración europea. Ana y sus dos hermanos son “primera generación de profesionales”.33 En cada lugar donde habitaban, los hijos eran enviados a estudiar inglés. A pesar de su escasa escolarización, la madre era “una mujer muy lectora, muy inquieta; eso de no haber podido hacer el secundario la había atravesado profundamente”. En ella reconoce Ana su temprana pasión por las letras, carrera universitaria que comenzó a estudiar en La Plata en 1976 y cursó durante cuatro años. La primera fase de formación universitaria fue en plena dictadura. La fibra social no pudo desarrollarse en organizaciones políticas, pero sí en la Parroquia Del Valle (calles 1 y 57), donde el padre Cirotti animaba una congregación donde se sostenían principios de la Teología de la Liberación: “ahí me enganché con alma, vida y corazón, como suelo hacer con todo lo que hago”, y encontró el fervor de las hermanas dominicas. Fue una experiencia tan intensa que decidió iniciarse en el instituto formativo que la orden posee en Tucumán. Allí vivió durante la década de 1980.

En el convento había una imponente biblioteca donde Martínez leyó las obras completas de Tomás de Aquino; los doce tomos de la historia de la iglesia de Lamennais (del clero secular) y a las grandes místicas, como Teresa de Ávila, Catalina de Siena, más tarde a Sor Juana Inés de la Cruz, a Simone Weil, “mujeres muy paradas sobre ellas mismas; algo muy auténtico sobre lo más profundo de lo humano”. El cobijo en la congregación iba en contra de la imaginación de “una carrera”. Nadie la apuraba. Le fascinaba leer, escribir, “el trabajo intelectual como trabajo, con mucha disciplina y mucha dedicación horaria”, y tenía fuerte sensibilidad por los problemas sociales. Al final de los años 80, una de las compañeras relató con entusiasmo la experiencia que había realizado en el Centro Bartolomé de las Casas (CBC), en Cusco. Era una institución de carácter no confesional, que sin embargo atraía a muchos referentes de la teología de la liberación del continente. En su Colegio Andino se dictaban cursos de posgrado y contaba con la mejor biblioteca de CSH de todo el sur del Perú. Martínez se inscribió para realizar allí un curso breve. Pero resultó en “un viaje iniciático (…) una inmersión en Los Andes”. Al percibir la formación y vocación de la argentina, el director Guido Delrán la invitó para trabajar en la secretaría del CBC. Martínez regresó a Tucumán, pidió autorización en la congregación y se enclaustró durante seis meses para escribir la tesis de licenciatura: “El sentido común en Tomás de Aquino: una aproximación al saber popular”. Entre otras cosas, Cusco fue el lugar donde empezó “el movimiento hacia las ciencias sociales”. Al igual que en buena parte de América Latina, las lecturas dominantes eran de filosofía social: Habermas, Giddens, el debate modernidad – posmodernidad. A partir de esas referencias leyó Durkheim, Weber y para el trabajo empírico sobre “las rondas campesinas”,34 debates de la antropología jurídica.

Era frecuente que el CBC fuera el punto de partida para la migración a otros centros académicos. Gracias al pasaje de un profesor francés, a Martínez se le ofreció una beca para proseguir en el Institut Catholique de Paris (ICP). Nuevamente contó con el apoyo de las hermanas dominicas y en 1996 partió a Francia. Había aprendido el francés en escuelas secundarias de provincias, contaba con el sustrato de una excelente formación en latín y antes de viajar a París cursó durante seis meses en la Alianza Francesa de Cusco. Jacky Ducatez fue su director de tesis. Egresado de la École Normale Supérieure, había sido alumno de Bourdieu en la época de Les Héritiers y llegó a colaborar en tareas del Centro de Sociología Europea. Él era el único bourdieuano del Institut. Después del primer encuentro, le indicó a Martínez que leyera el último libro de Bourdieu: Raisons Pratiques (1994). El ICP tenía convenios con la EHESS y con la Sorbonne. Ana Teresa realizó un curso sobre violencia con Emmanuel Terray y otro sobre América Latina con Yvone Le Bot, discípulo de Touraine, hasta que finalmente pidió autorización para asistir a los seminarios de Bourdieu en la EHESS, en 1996/97. Antes de finalizar la lectura de Raisons Pratiques, sintió el deseo de trabajar sobre el autor, no tanto por una atracción teórica sino por sentir que

su pensamiento estaba muy ligado a una historia personal. Yo tenía una pregunta muy obsesiva que me acompaña hasta el día de hoy acerca de los saberes de la gente que no va a la universidad, sobre el saber popular […]. Continué leyendo Bourdieu y comencé a ver el otro lado: el Bourdieu hijo de campesinos, las preguntas sobre la validez de la universidad en Homo Academicus, sobre quién evalúa a los evaluadores. Luego Leçon sur la leçon: ¡impresionante! Me respondía preguntas que no tenían que ver con el estudio, intelectuales, sino que apuntaban a mis interrogantes más vitales […] todo se juntaba. El habitus en Bourdieu era un asunto mucho menos intelectual que el habitus tomasiano.35

La tesis para el Diplôme d’Études Approfondies (DEA) se denominó “De la pésanteur de l’air: l’habitus chez Pierre Bourdieu” y fue defendida en junio de 1997. Ducatez estimuló a Martínez para que le enviara el texto a Pierre Bourdieu. En una primera respuesta manuscrita, elogia el trabajo y recomienda revisar algunas palabras en griego y latín. En una segunda carta (27/4/99) manifiesta una sincera valoración, donde juzga la tesis como “remarcable introducción interpretativa”. Ducatez quería que Martínez se incorporara al ICP, pero la misión de ella estaba en América Latina: “pensaba que me iba a morir en Perú”. Sin embargo, el CBC de Cusco estaba en crisis, tras la muerte del fundador y director, y por cambios en las políticas de financiamiento en “la cooperación internacional” de las que dependía. Deambulando por el norte argentino fue atraída por la pastoral que sus hermanas habían iniciado en Termas de Río Hondo: vida de barrio, “trabajo con los pobres junto a admirables hermanas irlandesas”. A los seis meses sentó raíces en esa ciudad y comenzó a trabajar en la obra y en la Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE). Entre otros proyectos, en esta institución Martínez36 desarrolló una investigación sobre Émile y Duncan Wagner, dos arqueólogos franceses que en 1934 publicaron La civilización Chaco-Santiagueña y sus correlaciones con el Viejo y Nuevo Mundo, una obra que destacaba la región como gran centro cultural precolombino y colonial.37 Saludada por Alfred Métraux (fundador del Instituto de Etnología de Tucumán en 1928) y otros importantes americanistas, la obra en su época había sido considerada “sin fundamento científico” por la porteña Sociedad Argentina de Antropología. El conflictivo episodio suscitado por la obra de los hermanos Wagner fue el puntal para un trabajo de sociología del conocimiento e historia intelectual para desvendar formas de dominación y violencia simbólica propias de oposiciones entre centros y periferias. Así sintetiza Martínez el objeto transversal de sus diferentes intereses de investigación.

Como vimos en los casos de Gutiérrez y de Baranger, por esos años el sistema universitario argentino pasó a demandar formación doctoral. Tras rechazar la oferta de continuar en el ICP, a Martínez le ofrecieron una beca para realizar el doctorado en la Université de Louvaine, donde un consejo de lectores le había sugerido agregar algún capítulo a la mémoire de DEA e ir directamente a defender un trabajo doctoral. En paralelo a la investigación sobre los Wagner, Martínez amplió su análisis interno del otro polo conceptual de la obra de Bourdieu: la teoría de los campos. Al tiempo en que se preparaba para viajar a Bélgica, sobrevino la tormenta económica y política que azotó a la Argentina a finales del 2001. Nuevamente hizo “opción por los pobres”, por quedarse en América Latina, donde dividía el tiempo en la misión de su congregación y el trabajo en la UCSE. Y para responder al imperativo de formación doctoral, contactó a Fortunato Malimacci, sociólogo de la UBA formado en Francia con Alain Touraine y especialista en religión. Martínez lo visitó con el plan de realizar el doctorado bajo su dirección. Al igual que los colegas europeos, quedó sorprendido con la tesis de Martínez sobre Bourdieu y le hizo similar propuesta: agregar algunos capítulos y defender. El análisis “teórico” sobre el concepto de campo ya estaba escrito en francés. Pero igualmente ella agregó una sección final en la que emprendió un análisis de “lecturas y lectores” de Pierre Bourdieu en Argentina, en Francia y en Estados Unidos, así como una “bajada a tierra para pensar el tema del clientelismo político”, práctica que es símbolo de la violencia en su región de residencia, tema que la ponía en diálogo con Javier Auyero, argentino que trabaja en la Universidad de Texas (Austin) y es considerado como otro investigador influenciado por la teoría de Bourdieu.38 Como claro reflejo de “lo que interesa en argentina” (el infundado privilegio de la superestructura conceptual, la amenazante seducción del teoricismo, la temible vigilancia del “marco teórico”), en la edición de la tesis se suprimió la tercera parte sobre recepción y análisis del clientelismo político. Tras el doctorado, Malimacci invitó a Martínez a formar parte de un importante proyecto para construir un Atlas de las creencias religiosas en la Argentina, experiencia a partir de la cual se insertó en la muy activa red de investigadores en ciencias sociales de la religión del Cono Sur.39 Sus intereses de investigación, sin embargo, no se circunscriben a esa esfera de especialización: la producción cultural en contextos periféricos y los conflictos políticos son las dimensiones transversales de su sostenido trabajo empírico y, como vimos, directamente vinculadas a “su costado más vital”. Por esos años Martínez ingresó a la Universidad Nacional de Santiago del Estero y al CONICET, directamente en la categoría intermedia de Investigador Independiente.

Ante la imposibilidad de profundizar el análisis de la producción científica y de la trayectoria ulterior de Martínez, creo interesante seleccionar dos indicadores para el objeto de este trabajo: por un lado, la absorción del reconocimiento que conlleva escribir sobre un autor consagrado. Por otro lado, un estilo de publicación y de circulación netamente regional.40 A diferencia de los colegas más jóvenes, es nítido su “rechazo a hacer carrera”. Una evidencia es el número relativamente escaso de publicaciones, la mayoría editadas en revistas en papel, no indexadas, de circulación restringida a espacios regionales. Sus aportes para la comprensión del pensamiento de Bourdieu generaron tanto la demanda para que dicte cursos sobre un autor que todos quieren conocer, como la motivación para ampliar la producción editada. Varios artículos extienden la reflexión sobre la obra bourdieuana en interfase con sus preocupaciones empíricas. Algunos de sus excelentes trabajos aparecieron en revistas norteñas de limitada difusión y prestigio relativo.41 El capítulo de la tesis dedicado a “Lecciones y equívocos desde Francia y EEUU”, por ejemplo, fue editado por Cuadernos FHyCS.42 La sección dedicada a lectores y lecturas en Argentina, en cambio, capturó la atención de Carlos Altamirano para editarla en 2007 como primer artículo de Prismas. Revista de Historia Intelectual que goza de prestigio continental. 43 En ese texto Martínez destaca que Altamirano y Beatriz Sarlo fueron desde finales de los años 1970 pioneros en el uso original (en otras palabras, crítico y adaptado a singularidades de países periféricos como el nuestro) de la teoría de los campos de Bourdieu, para comprender la historia literaria nacional. Todo ello era suficiente para contar con los capitales más valorados para forjarse prestigio académico en Argentina: titulación doctoral por la UBA; vocación filosófica para interpretar con profundidad grandes obras del pensamiento; un libro y un artículo sobre Bourdieu en medios editoriales cardinales y redes de relaciones con gatekeepers de importantes esferas de especialización, como Malimacci y Roberto Di Stefano en sociología e historia de las religiones, Altamirano, Adrián Gorelik y Ana Clarisa Agüero en historia intelectual. Finalmente, la pertenencia nítida a la esfera profesional de la sociología, en un sistema académico donde las diacrisis disciplinares tienen estatuto de cerradas divisiones clánicas. Después de todo, en este país los sociólogos parecen defender a rajatabla su excluyente autoridad para interpretar a los padres fundadores de las ciencias sociales, a los grandes autores universales que consideran “suyos”, como Pierre Bourdieu. Y como una historia de “las epistemologías del sur”, tema que despierta el interés de Martínez por autores como Aníbal Quijano, en los indicadores de su trayectoria se percibe cierto rechazo a las normas académicas del norte. Nunca ha publicado en otra lengua que no sea el castellano ni ha vuelto a tejer relaciones con pares de medios académicos metropolitanos, a pesar de las iluminaciones que alcanzó en París. Al profundizar su trabajo como investigadora del CONICET renunció a la orden religiosa y dedicó sus mayores esfuerzos a dirigir el primer instituto de ciencias sociales en la UNSE. Allí está próxima a jubilarse y participa de un taller literario para volver al origen de sus pasiones intelectuales.

Contrastes y variaciones

Aparte de los orígenes sociales, las formaciones escolares, las migraciones y las experiencias profesionales, en las trayectorias de Gutiérrez, Baranger y Martínez elegí destacar las particulares mediaciones a través de las cuales experimentaron profunda afinidad con Pierre Bourdieu y promovieron proyectos académicos y científicos tomando su obra como núcleo. Tales mediaciones describen las redes de relaciones que como sociólogos tramaron con colegas de su país, de otras instituciones en Iberoamérica y en Francia. Si bien los tres han realizado valiosas investigaciones empíricas, los libros de tipo teórico-epistemológico “sobre Bourdieu” de los que son autores, demarcan la cima de su “proyecto creador”, a juzgar por los efectos del reconocimiento que los ha tanto consagrado a nivel regional, como constreñido para que el autor francés creciera en importancia como tema redundante de sus trabajos de escritura y docencia, a lo largo de sus periplos profesionales.

Los agentes que reconocen a los productores de ideas no poseen igual incidencia en la generación de poder simbólico. Se distribuyen jerárquicamente según los capitales científicos que son capaces de accionar desde las sedes institucionales a las que pertenecen o a través de los centros a los que se vinculan de manera preferencial. De allí que las conexiones entre continentes, a través de las publicaciones en lengua extranjera, de las interacciones generadas por la movilidad académica internacional, sean un índice de gran significación. Si hablamos de Bourdieu, un autor que al igual que Durkheim no puede ser comprendido si no es a través de una empresa de conocimiento colectiva, de plataformas editoriales (Minuit, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, Liber, Raisons d’Agir,), de una red de trabajo nacional e internacional, creo que como mínimo es preciso comprender en qué medida el Centre de Sociologie Européenne y el Centre Europeén de Sociologie et Sciences Politiques han actuado y operan en esas claves del reconocimiento de los pares que son considerados aliados del exterior. De los tres casos analizados sólo Gutiérrez ha tejido un lazo estrecho con el CSE y el CESSP.44 Al menos desde 2005, el hilo conector de sus relaciones con el CSE – CESPP se centra en su labor como mediadora editorial y traductora.

Para contrastar estas y otras características de las trayectorias de Gutiérrez, Baranger y Martínez, podemos considerar los derroteros de Fernanda Beigel o aún mi propio periplo y posicionamiento. En el plano de las semejanzas, ambos trabajamos en provincias: Beigel en Mendoza, yo lo hago en Córdoba. Veamos un puñado de factores diferenciales. Fernanda Beigel (Buenos Aires 1970) en 2001 se doctoró como socióloga en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCu) con una tesis dirigida por Arturo Roig, ensayista muy reconocido como exponente de lo que se ha denominado la “filosofía latinoamericana”. Desde entonces ha investigado el clásico tema de la relación entre intelectuales y política en distintos países de la región. Desde 2004 sus proyectos se concentraron en estudios sobre la dependencia académica en América Latina, tema que la llevó a fundar un programa de investigaciones que a lo largo del tiempo alcanzó fuerte reputación internacional y es sede formativa de muchos jóvenes. Ese mismo año se vinculó con la EHESS y el CESSP, donde Gisèle Sapiro dirigió sus estudios posdoctorales. Sus relaciones se extienden a Franck Poupeau, Yves Dezalay, Afrânio Garcia y Fréderic Lebaron, quien en 2014 viajó a Mendoza para dictar un curso sobre Análisis de Correspondencias Múltiples. Actualmente es investigadora principal de CONICET y profesora titular de la cátedra de Sociología latinoamericana de la UNCu.

En mi caso (La Plata 1966), la relación con Bourdieu y con el CSE comenzó a mediados de la década de 1990, desde el Museu Nacional de Río de Janeiro, donde mis tesis de maestría y doctorado fueron dirigidas por Afrânio Garcia. Permanecí en Brasil diez años, hice un año del doctorado en la EHESS (1997/98) y regresé a la Argentina en marzo de 2001. En un momento cuando al CONICET apenas ingresaban un puñado de investigadores de todas las ciencias por año, yo pude hacerlo, en alguna medida, gracias a cartas de recomendación de Bourdieu y de Roger Chartier, con quienes había iniciado intercambios a mediados de los años noventa.45 Mi trabajo como investigador vinculado al CSE, del cual soy correspondant étranger desde 2010, se prolonga hasta la actualidad, especialmente a partir de proyectos sobre circulación internacional de ideas. Un vínculo particular he tejido con Gisèle Sapiro, quien en 2011 me invitó a coordinar un equipo para el proyecto Interco-SSH, participando de su Governing Board. Mi trabajo junto a Afrànio Garcia es incesante desde mis estudios de posgrado. Me parece interesante añadir que desde 2015 en la editorial de la Universidad de Villa María y junto al historiador Diego García dirijo la colección Entreculturas, donde hemos traducido y editado a investigadores de la red bourdieuana que hasta muy recientemente no circulaban en el ámbito de lengua castellana.46

Ni Beigel ni yo hemos escrito “sobre Bourdieu”, mucho menos algún libro. Esto traza un fuerte contraste y en parte explica que en nuestro país no seamos vistos como bourdieuanos, al menos en proporción equivalente a Gutiérrez, Baranger y Martínez. Sin embargo, mantenemos un prolongado y constante relacionamiento con el CSE y el CESSP. Lo que equivale a interactuar con un sistema de agentes estrechamente vinculados a Bourdieu en el propio seno de las instituciones que él dirigió.47 Ni un caso (libros sobre Bourdieu) ni el otro (relaciones estables con el CSE – CESSP y otros centros de relevancia para la red de colaboradores de Bourdieu) se observa en las trayectorias de Ricardo Sidicaro (1941) y de Lucas Rubinich (1955),48 los dos sociólogos que en Buenos Aires son objeto del mayor reconocimiento como bourdieuanos.49 Como demuestra esta clase de evidencias, qué Bourdieu sea el autor de CSH más leído en Argentina no implica la dominación de su programa intelectual en estas latitudes. Como enseña en su ciencia de las obras, un autor del pasado sólo puede estar presente desde el lugar donde es puesto en juego. Que en Argentina su posición relativa sea más significativa en los márgenes de esa cultura nacional, dimensión espacial que quise subrayar particularmente en la medida en que los otros trabajos sobre su recepción no lo advierten, permite evitar la tentación de considerar Argentina como un espacio homogéneo.

No hace falta apuntar contra las cegueras del nacionalismo metodológico para considerar que la circulación trasnacional de los principales colaboradores de la red tejida por el propio Bourdieu incide de sobremanera en los modos en que Bourdieu está presente en un contexto extranjero. Además de los viajes académicos de colegas franceses a la Argentina, como muchos de los mencionados en este trabajo, es muy significativo el modo como por distintos canales sigue activa la mediación brasileña. Un caso excepcional de este tipo creo que es elocuente como cierre del conjunto de variaciones que creo imprescindible objetivar para articular los diversos factores que explican los modos como Bourdieu llegó a la Argentina y continúa presente como un autor central que naturalmente fue objeto de distintas matrices de recepción. Desde el año 2007 Carlos Altamirano y Sergio Miceli (El Centro de Historia Intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes y el Departamento de Sociología de la Universidade de São Paulo), se asociaron para dirigir una monumental Historia de los Intelectuales, para la cual reunieron a 56 investigadores de todo el continente. A través de ese vínculo y de sus investigaciones comparativas entre las vanguardias artísticas y literarias en Brasil y Argentina, en el presente siglo Miceli ha sido central en la reactivación de perspectivas sociológicas de inspiración bourdieuanas para el debate sobre la producción simbólica en Argentina y en América Latina. Sería luego interesante mensurar esta huella reciente.

Las variaciones, las hipótesis y las conclusiones con las que cierro este trabajo han buscado desplegar un haz de múltiples factores (sociales y editoriales, económicos y políticos, nacionales y extranjeros) que de modo jerárquico intervienen en los proyectos de los diversos mediadores. Cuánto más diversificado sea el espectro de posibilidades, más dinámicas se tornan las disputas que intervienen en la recepción de un autor, evidencia muy significativa para conocer la diferenciación de las CSH en un singular mercado de bienes simbólicos. A pesar de tantas crisis, estas son propiedades presentes en el campo de las CSH en la Argentina. No se explicaría de otro modo el hecho de que este lejano país se posicionara, a lo largo de los más de 40 años aquí atravesados, en un centro neurálgico para la presencia de Bourdieu en todo el ámbito cultural iberoamericano.

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Resumen

Pierre Bourdieu es uno de los autores más citados en las ciencias sociales y humanas (CSH) en la Argentina. Desde finales de la década de 1970, sus apropiaciones son variadas. Se multiplican exponencialmente hacia el fin de siglo y, como un “fundador de discursividades”, en el presente sus ideas se diluyen por diversos escenarios de producción simbólica. Para comprender el proceso a través del cual su figura fue marcando presencia en la América austral, es necesario observar al menos dos series de hechos entrelazados. Por un lado, las apropiaciones por parte de especialistas de las CSH que son reconocidos por los usos de Bourdieu. Por otro lado, su disposición para el público lector en la enseñanza universitaria, en la prensa y en el mercado de libros, a través de la traducción castellana de buena parte de su obra, acción competitiva entre editoriales argentinas, mexicanas y españolas. Los datos permiten confirmar que Bourdieu es un signo eficaz para objetivar el dinamismo del espacio cultural argentino, un polo central a escala iberoamericana donde el medio académico es poblado por numerosos especialistas de diversas disciplinas cuyos ensayos e investigaciones se nutren centralmente de interrogantes y modelos de análisis propuestos por el autor francés. El artículo se concentra en las trayectorias de Alicia Gutiérrez, Denis Baranger y Ana Teresa Martínez, sociólogos reconocidos como “los bourdieuanos argentinos”. El posicionamiento institucional de esos agentes (y de otros centrales en la diseminación del programa bourdieuano en el Cono Sur) en provincias, demuestran que no se trata de un autor “dominante” en las disputas de las CSH en este país.

Palabras clave: Mediadores; Bourdieu; Sociología argentina; Recepción

Mediators and social configurations of Bourdieu’s uses in Argentina.

Abstract

Pierre Bourdieu is one of the most cited authors in the social and human sciences (SHS) in Argentina. Since the end of the 1970s, the appropriations are varied; they multiply exponentially towards the end of the century and, as a “founder of discursivities” in the present his ideas are diluted by diverse scenarios of symbolic production. In order to understand the process through which his figure made his presence felt in southern America, it is necessary to observe two intertwined series of events. On the one hand, the appropriations by SHS specialists who are recognised by their uses of Bourdieu’s work. On the other hand, his availability to the reading public in university education, in the press and in the book market, through the Spanish translation of a large part of his work, a competitive action between Argentine, Mexican and Spanish publishers. Although we will not be able to deal with all the dimensions that we believe necessary to fully analyse the paths of reception, the data allow us to confirm that Bourdieu is an effective sign to objectify the dynamism of the Argentine cultural space, a central pole on an Ibero-American scale where the academic milieu is populated by numerous specialists from different disciplines whose essays and research feed centrally on the questions and models of analysis proposed by the French author. The article focuses on the careers of Alicia Gutiérrez, Denis Baranger and Ana Teresa Martínez, sociologists known as the “Argentine Bourdieusians”. The institutional positioning of these agents (and others central to the dissemination of the Bourdieusian programme in the Southern Cone) in the provinces shows that Bourdieu is not a “dominant” author in the disputes over the SHS in this country.

Key-words: Mediators; Bourdieu; Argentinian sociology; Reception


* Investigador del CONICET en el Instituto de Antropología de Córdoba y Profesor titular del Departamento de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. https://orcid.org/0000-0003-3580-9822

1 Michel Foucault, “Qu’est-ce qu’un auteur?”, Bulletin de la Société française de philosophie, año 63, n° 3, 1969, pp. 73-104.

2 Una versión levemente modificada de este trabajo será editada en francés como capítulo de Franck Poupeau et al. (eds) 2022, Bourdieu et les Amériques, París, Éditions de l’Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine.

3 Las estructuras del sistema científico y cultural argentino deben ser necesariamente consideradas para situar los hechos y procesos enfocados en el presente capítulo. Los trabajos de recepción de Baranger se introducen con algunos aspectos de tales estructuras. Baranger, Denis, “The Reception of Bourdieu in Latin America and Argentina”, Sociologica, nº 2, 2008, pp. 1-20.
Denis Baranger, “Los caminos de Bourdieu en Argentina. Últimas noticias”. Repocs, Vol. 17, nº 34, 2020, pp. 271-298. Ante la imposibilidad de una consideración exhaustiva de este asunto, remito a los datos expuestos en sus trabajos y a otros aportes, como los que realizamos con Beigel y con Blanco en el marco del proyecto Interco-SSH dirigido por Gisèle Sapiro. Algunos planos de tales estructuras afloran ineludiblemente en la consideración de los datos históricos y sociales presentados en cada sección de este trabajo. Fernanda Beigel y Gustavo Sorá, “Arduous institutionalization in Argentina: expansion, asymmetries and segmented circuits of recognition”, en Christian Fleck y Victor Karady (eds.), Diversities of institutionalization of the social sciences, Basingstoke, Palgrave-MacMillan, 2018. pp. 327-360 y Gustavo Sorá y Alejandro Blanco, “Unity and Fragmentation in the Social Sciences in Latin America”, en Johan Heilbron, Gustavo Sorá y Thibaud Boncourt (eds.), The Social and Human Sciences in Global Power Relations, Basingstoke, Palgrave-MacMillan, 2018, pp. 127-151.

4 Sobre la primacía de Moacir Palmeira como el primer investigador que “importó Bourdieu” a Latinoamérica, ver José Sergio Leite Lopes, “Touraine e Bourdieu nas ciências sociais brasileiras: duas recepções diferenciadas”, Sociologia e Antropologia, nº 3, Vol. 5, 2013, pp. 81-90 y Afrânio Garcia, “Brésil”. Gisèle Sapiro (Dir.) Dictionnaire International Bourdieu, Paris, CNRS Éditions, 2020, pp. 95-97.

5 Desde Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad (Buenos Aires, Sudamericana, 1992), libro que lo consagró internacionalmente, García Canclini multiplicó sus críticas a Bourdieu en un esfuerzo por caracterizar las industrias y los mercados culturales en América Latina como singulares, no comprensibles con modelos teóricos ideados para las culturas metropolitanas.

6 Véase, por ejemplo, Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo. (1983). Ensayos Argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, Ariel.

7 El origen de Los Intelectuales y la invención del peronismo de Federico Neiburg fue una tesis de doctorado dirigida por José Sergio Leite Lopes y defendida en el Museu Nacional de Rio de Janeiro en 1993. Su clave analítica es netamente bourdieuana. Junto a Mariano Plotkin, en 2004 Neiburg fue autor de “Internationalisation et développement. Les “Di Tella” et la nouvelle économie en Argentine”, artículo publicado en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, nº 151-152, pp. 57-68.

8 Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

9 Un estudio bibliométrico de los planes de estudio de CSH durante la década de 1980 demostraría la continuidad de Bourdieu en planes de estudio de carreras como sociología, antropología y ciencias de la comunicación, pero en una posición no central.

10 Como expreso en la nota 5, García Canclini y otros autores después considerados como representante del “pensamiento decolonial” y “las epistemologías del sur”, han promovido actitudes de crítica tanto como de refracción hacia autores de centros académicos metropolitanos. En ellos es habitual el predicamento del desajuste entre modelos teóricos para sociedades avanzadas y modelos específicos para las “realidades latinoamericanas”. Considero que tal oposición entre modelos “europeos” y/o “norteamericanos” y modelos construidos desde países periféricos, constituye sin dudas un rechazo de toda tentativa de proyectar teorías de validez realmente universal.

11 Además de la sistematización y lectura de la producción editada por los autores-caso, para este trabajo realicé 15 horas de entrevistas con Gutiérrez, Baranger y Martínez. También consulté materiales inéditos, como tesis, CVs y correspondencias con Bourdieu. También he entablado un diálogo epistolar con Lucas Rubinich. Agradezco a todos ellos por el generoso tiempo dispensado y la confianza para compartir vivencias y documentos personales.

12 El padre de Alicia era médico y la madre es odontóloga. Ambas ramas familiares provienen de la inmigración europea y todos los descendientes fueron o son profesionales con estudios universitarios. El abuelo paterno fue anarquista, el padre socialista. El matrimonio no se consumó por iglesia, sus hijos no fueron bautizados, rasgos de una fracción de las camadas medias que en la Argentina de mediados del siglo XX ya representaban un dinámico segmento del campo cultural. Para estas familias, la educación en el robusto sistema de educación pública y gratuita en todos los niveles era un mandato supremo, como el capital por excelencia para su reproducción social.

13 Desde su creación en 2015, Gutiérrez dirige el Instituto de Humanidades, unidad científica de doble dependencia entre el CONICET y la Universidad Nacional de Córdoba.

14 Alicia Gutiérrez, entrevista realizada por el autor, 06/07/2021.

15 El libro de Gutiérrez consta de cuatro capítulos: Conceptos y temas mayores; Las estructuras sociales externas o lo social hecho cosas; Las estructuras sociales internalizadas o lo social hecho cuerpo; Algunos aspectos relativos a la problemática de las clases.

16 Para pensar algunas caracterizar de estas empresas culturales a la luz de dimensiones históricas y sociológicas de la edición en América Latina, véase Gustavo Sorá, A History of Book Publishing in Contemporary Latin America, Nueva York-Londres, Routledge, 2021.

17 Tanto el doctorado como los viajes a Francia eran parcialmente financiados con recursos del FOMEC, plan de fomento a la creación de posgrados que también incluía becas para la formación doctoral. Con asesoramiento de Beatriz Alasia, antropóloga cordobesa radicada en Río de Janeiro, en Córdoba el arqueólogo Andrés Laguens conducía un gran proyecto FOMEC para implantar la antropología en una facultad donde las humanidades clásicas siempre habían obstaculizado el desarrollo de las ciencias sociales. Fue por invitación de Laguens que en 2001 yo me radiqué en Córdoba.

18 Sobre el interés en el tema, Gutiérrez recordó en la entrevista que me concedió la memoria sensorial de las visitas que de niña hacía a la humilde casa de la empleada doméstica de la casa de sus padres, en una villa miseria de Córdoba: el aroma del mate cocido, el estiércol de los caballos para juntar basura. También es posible inferir afinidad por el posicionamiento social y político de sus padres. La tesis doctoral de Gutiérrez ha sido editada en 2004 por Ferreyra editor y reeditada por Eduvim en 2015. Sobre este eje de investigación empírica, véase Alicia Gutiérrez, Pobre’, como siempre.... Estrategias de reproducción social en la pobreza, Córdoba, Ferreyra Editor, 2004 y “La reproduction de la pauvreté. Sur les échanges de capital social”, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, nº 160, 2005, pp. 88-97.

19 Combessie visitó en varias oportunidades la UNC por intermedio de Gutiérrez. Lo mismo hicieron Afrânio Garcia, Monique de Saint Martin, Gisèle Sapiro, Joseph Jurt, Sergio Miceli y otros investigadores vinculados al CSE, por mediación de Sorá. No apenas estas acciones confirman a Córdoba como un polo latinoamericano de dinamización de proyectos académicos y científicos que se apoyan en buena medida en la obra bourdieuana.

20 Pierre Bourdieu, El sociólogo y las transformaciones recientes de la economía en la sociedad. Buenos Aires, Libros del Rojas-UBA, 2000.

21 En Gustavo Sorá “Des éclats du Siècle. Unité et désintégration dans l’édition hispano-américaine en sciences sociales”. En Gisèle Sapiro (Ed.), Contradictions de la globalisation éditoriale, Paris, Nouveau Monde, 2009, pp. 93-116 me explayo sobre las estrategias desplegadas por Carlos Díaz, director de la sucursal argentina de Siglo XXI, para competir con las poderosas empresas españolas. Sociólogo de formación, hijo de un gran editor, Carlos Díaz (1971) ha realizado una fortísima inversión en su profesionalización e internacionalización como editor, acciones que lo han dotado de competencias para tejer vínculos entre académicos de todo occidente. A través de su figura, Siglo XXI reproduce un enorme poder de intervención cultural y política (de izquierdas), desde que en 1966 fue fundada en México por el argentino Arnaldo Orfila Reynal. Gustavo Sorá, A History of Book Publishing in Contemporary Latin America, Nueva York-Londres, Routledge, 2021.

22 Baranger, Denis, Epistemología y Metodología en la obra de Pierre Bourdieu, Buenos Aires, Prometeo, 2005, p. 5.

23 La tesis con la que antes había obtenido el diplôme, fue editada en libro: Pour connaître la pensé de Nietzsche, Paris, Bordas, 1946. Entre los antecedentes científicos de la familia, se debe notar que por linaje de la abuela paterna hubo un reconocido naturalista: Édouard Chevreux, especialista en gasterópodos. Como índices de su reconocimiento a inicios del siglo XX, una especie lleva su nombre (charcotia chevreux) al igual que una colección de Ampeliscidae (crustáceos anfípodos marinos) del Museo de Historia Natural de París.

24 En las historias del psicoanálisis en la Argentina el padre y la madre de Denis son reseñados como notables profesionales, gestores institucionales y autores de innovadores artículos y libros publicados en más de cinco lenguas. La biblioteca de la APA lleva el nombre Willy Baranger. En algunas referencias se habla de “conceptos barangerianos”. Coldefy y Baranger han sido passeurs del psicoanálisis en sentido Sur – Norte. Alejandro Dagfal, Entre París y Buenos Aires. La invención del psicólogo (1942–1996), Buenos Aires, Paidós, 2009.

25 Gustavo Sorá y Alejandro Blanco, “Unity and Fragmentation in the Social Sciences in Latin America”, en Johan Heilbron, Gustavo Sorá y Thibaud Boncourt (eds.), The Social and Human Sciences in Global Power Relations, Basingstoke, Palgrave-MacMillan, 2018, pp. 127-151.

26 Gatti no concluyó la tesis de maestría y al regresar a la Argentina participó de la fundación de la licenciatura en antropología en la Universidad Nacional de Salta. Tras la anticomunista Misión Ivanissevich, Gatti fue echado de la UNSa. La carrera de antropología de la UNaM fue refugio para más de un profesor perseguido durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón y en la última dictadura militar (1976-1983): Carlos Herrán (1976), Ana Gorosito Kramer (1977), Leonardo Fígoli (1977), Roberto Abínzano (1978), Carmen Ferradas (1979) y Fernando Jaume (1982). Con el reinicio de la vida democrática, la antropología social (con carreras cerradas en muchas universidades del país) volvió a resurgir a nivel nacional desde Misiones, donde en 1983 se realizó el Ier Congreso Argentino de Antropología Social.

27 El mediador para que Gatti consiguiera ese puesto fue el mexicano Guillermo Bonfil Batalla, también compañero de la primera cohorte “latinoamericana” del Museu Nacional de Rio de Janeiro.

28 Emilio De Ípola era uno de los sociólogos que formaba parte de un grueso contingente de intelectuales argentinos exiliados en la capital mexicana. José Casco, “El exilio intelectual en México. Notas sobre la experiencia argentina 1974-1983”. Apuntes de Investigación del CECYP, nº 13, 2008, pp. 149-164.

29 El primero había colaborado tangencialmente en el análisis de datos para Bourdieu y dictó un curso sobre lexicometría. El segundo era un argentino que trabajaba para la Universidad Libre de Bruselas y fue encargado de difundir técnicas multivariadas (entre ellas análisis de correspondencias múltiples) en diversas universidades de América Latina

30 Sobre Bénzecri, ver Duval, Julien, “Bénzecri, Jean-Paul (1932-2019)” en Gisèle Sapiro (Dir.) Dictionnaire International Bourdieu, Paris, CNRS Éditions, 2020, pp. 79-80.

31 La extensa entrevista a Passeron fue publicada en dos tramos: uno en 2004 por la Revista Mexicana de Sociología, Vol. 65, nº 2, pp. 369-403 y otro en 2005 por Avá. Revista de Antropología, n° 6, pp. 19-35.

32 Si el reconocimiento de Gutiérrez, Baranger y Martínez como “los bourdieuanos argentinos” se apoya en buena medida en los libros que cada uno consagró a la epistemología del autor francés, sería importante, en otro trabajo, un análisis de las profundas diferencias entre los tres libros. El de Gutiérrez fue reeditado en cinco oportunidades por varias editoriales. Fue el primero en aparecer, el más breve y el de lectura más afable para el público general. En el polo opuesto se ubicaría el de Martínez: es el más extenso (٣٦٠ páginas) y su lectura exige especializadas competencias en terrenos que van desde la filosofía a la sociología, con mediaciones de la historia intelectual y la filología. Esta es una de las posibles causas por las que no ha sido reeditado.

33 Su hermano mayor es médico en la ciudad de La Plata y el menor informático y trabaja en una empresa multinacional en Canadá. En la entrevista Ana Teresa no duda en calificar a su familia como expresión de la “pequeña burguesía ascendente”, con capítulos de reconversión de capitales de tierras rurales en capitales culturales diversificados.

34 Sistema colectivo de autodefensa en el contexto de extrema violencia ante el asedio del grupo guerrillero Sendero Luminoso y de un Estado autoritario, en la época en la que el presidente Alberto Fujimori disolvió el Congreso Nacional.

35 Ana Teresa Martínez, entrevista realizada por el autor, 18/12/2020.

36 Ana Teresa Martínez, C. Taboada y A. Auat, Los hermanos Wagner entre ciencia, mito y poesía, Bernal, Editorial UNQ, 2011.

37 Fue el rector de la UCSE quien convocó a Martínez para que evaluara la factibilidad de reeditar el clásico estudio. Así nació su contacto con esa significativa obra.

38 En 2005 Javier Auyero publicó “L’espace des luttes. Topographie des mobilisations collectives” en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, nº 160, pp. 122-132.

39 En ese marco Martínez organizó el libro Pierre Bourdieu, La eficacia simbólica: religión y política, Buenos Aires, Biblos, 2009, que incluye la traducción de “Genèse et structure du champ religieux” (realizada por Gutiérrez) y de “La sainte famille” (Bourdieu y M. de Saint Martin, texto traducido por Martínez). El volumen se abre con un extenso y minucioso estudio de la organizadora, denominado “Religión y creencias en el trabajo sociológico de Pierre Bourdieu”.

40 Fernanda Beigel y Gustavo Sorá, “Arduous institutionalization in Argentina: expansion, asymmetries and segmented circuits of recognition”, en Christian Fleck y Victor Karady (eds.), Diversities of institutionalization of the social sciences, Basingstoke, Palgrave-MacMillan, 2018. pp. 327-360.

41 Por ejemplo, Ana Teresa Martínez, “Entre el notable y el intelectual. Las virtualidades del modelo de campo para analizar una sociedad en transformación. (Santiago del Estero 1920-1930)”, Revista Andina, n° 37, 2003, pp. 95 - 114.

42 Cuadernos FHyCS, Jujuy, n° 34, 2008, pp. 251-268.

43 Ana Teresa Martínez, “Lecturas y lectores de Bourdieu en Argentina”, Prismas. Revista de Historia Intelectual, n° 11, 2007, pp. 11-30.

44 En el CV se observa que el último viaje académico de Gutiérrez a París data de una estancia de un mes en 2003 como investigadora invitada de la Maison des Sciences de l’Homme. Entre su copiosa producción editada, su única publicación en francés es “La reproduction de la pauvreté. Sur les échanges de capital social”, op. cit.

45 He sido autor de dos artículos en Actes de la Recherche en Sciences Sociales (nº 126-7, 1999 y nº 145, 2002) y otro en Liber (nº 34, 1998), citado por Pierre Bourdieu en “Une révolution conservatrice dans l’édition”, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, nº 126-127, 1999, pp. 3-28. También he publicado numerosos artículos y capítulos de libros en revistas y obras promovidas por el CSE o por colegas individuales como Sapiro, Garcia o Miceli.

46 Ya editamos títulos de Joseph Jurt, de Giséle Sapiro, de Yves Dezalay, de Sophie Nöel. Se preparan obras de Anne Catherine Wagner, de Afrânio Garcia, de Johan Heilbron.

47 Todo ello también es objetivable en el índice de mención a Bourdieu en nuestros CV. En el de Beigel apenas aparece dos veces (0.05). En mi CV 17 (0,42), mientras que Afrânio Garcia es nombrado 14 veces, Gisèle Sapiro 12, Johan Heilbron seis, Joseph Jurt cuatro, Monique de Saint-Martin dos, etc.

48 Rubinich es licenciado en sociología por la UBA (1982) y Especialista en Sociología de la Cultura, titulo obtenido en el CEDES (1986), institución privada de Buenos Aires. Al tiempo de cerrar estas líneas, apareció el libro Bourdieu Hoy, organizado por Lucas Rubinich, María Belén Riveiro y José Casco, y editado en Buenos Aires por Aurelia Rivero. Además de ellos, aparecen capítulos de Gutiérrez, de Baranger, de Martíneaz, así como de Javier Auyero, Mariana Cerviño, Ricardo Sidicaro y Loïc Wacquant. Se trata de un libro homenaje por los 90 años del nacimiento del autor, cumplidos en el 2020. Este libro no es comparable a las obras cardinales de los autores-caso de este estudio.

49 Lucas Rubinich concentró gran parte de sus proyectos a la creación y dirección de la revista Apuntes de Investigación del CECyP, claramente inspirada en ARSS. Sobre esta experiencia, véase Lucas Rubinich, “¿Qué es Apuntes? Reflexiones sobre el hacer de una revista en ciencias sociales”, Apuntes de Investigación del CECYP, nº30, 2018, pp. 44-61. Sidicaro, Rubinich y Gutiérrez fueron los promotores de la videoconferencia de Bourdieu con pares de Argentina y Chile realizada el 28 de junio del 2000. Pierre Bourdieu, El sociólogo y las transformaciones recientes de la economía en la sociedad, op. cit.


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